MANUAL PARA EL MAESTRO
Índice
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- Introducción
- 1. ¿Quiénes son los maestros de Dios?
- 2. ¿Quiénes son sus alumnos?
- 3. ¿Cuáles son los niveles de enseñanza?
- 4. ¿Cuáles son las características de los maestros de Dios?
- 5. ¿Cómo se logra la curación?
- 6. ¿Tiene siempre lugar la curación?
- 7. ¿Debe repetirse la curación?
- 8. ¿Cómo puede evitarse la percepción de grados de dificultad?
- 9. ¿Se requieren cambios en las condiciones de vida de los maestros de Dios?
- 10. ¿Cómo se deja de juzgar?
- 11. ¿Es posible la paz en este mundo?
- 12. ¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?
- 13. ¿Cuál es el verdadero significado del sacrificio?
- 14. ¿Cómo acabará el mundo?
- 15. ¿Será cada uno de nosotros juzgado al final?
- 16. ¿Cómo debe pasar el día el maestro de Dios?
- 17. ¿Cómo lidian los maestros de Dios con los pensamientos mágicos?
- 18. ¿Cómo se lleva a cabo la corrección?
- 19. ¿Qué es la justicia?
- 20. ¿Qué es la Paz de Dios?
- 21. ¿Qué papel desempeñan las palabras en el proceso de curación?
- 22. ¿Qué relación existe entre la curación y la Expiación?
- 23. ¿Desempeña Jesús un papel especial en la curación?
- 24. ¿Existe la reencarnación?
- 25. ¿Son deseables los poderes “psíquicos”?
- 26. ¿Es posible llegar a Dios directamente?
- 27. ¿Qué es la muerte?
- 28. ¿Qué es la resurrección?
- 29. En cuanto a lo demás...
Introducción
1. En el pensamiento del mundo, los papeles de maestro y estudiante están, de hecho, invertidos. ²Esta inversión es típica. ³Parece como si el maestro y el alumno estuvieran separados y como si aquél le diera algo a éste, en vez de a sí mismo. ⁴Es más, se considera que enseñar es una actividad especial, a la que uno dedica una parte relativamente pequeña de su tiempo. ⁵El curso subraya, por otra parte, que enseñar es aprender y, por consiguiente, que maestro y alumno son lo mismo. ⁶Subraya, asimismo, que enseñar es un proceso continuo, que ocurre en todo momento del día y que continúa igualmente en los pensamientos que se tienen durante las horas de sueño.
2. Enseñar es demostrar. ²Existen solamente dos sistemas de pensamiento, y tú demuestras constantemente tu creencia de que uno u otro es cierto. ³De tu demostración otros aprenden, al igual que tú. ⁴No es cuestión de si vas a enseñar o no, ya que en esto no hay elección posible. ⁵Podría decirse que el propósito del curso es proporcionarte los medios para que elijas lo que quieres enseñar en base a lo que quieres aprender. ⁶No puedes darle nada a otro, ya que únicamente te das a ti mismo, y esto se aprende enseñando. ⁷Enseñar no es otra cosa que convocar testigos para que den fe de lo que crees. ⁸Es un método de conversión que no se lleva a cabo sólo con palabras. ⁹Toda situación tiene que ser para ti una oportunidad para enseñarles a otros lo que tú eres y lo que ellos son para ti. ¹⁰No tiene que ser más que eso, pero tampoco menos.
3. Por lo tanto, el programa de estudios que estableces está determinado exclusivamente por lo que crees que eres y por la relación que crees que otros tienen contigo. ²En la enseñanza tradicional, es posible que estas cuestiones no tengan nada que ver con lo que crees estar enseñando. ³Sin embargo, es imposible no usar el contenido de cualquier situación en la que te encuentres en favor de lo que enseñas realmente y, por ende, aprendes realmente. ⁴En relación con esto, el contenido verbal de lo que enseñas es irrelevante. ⁵Puede que coincida con ello, puede que no. ⁶La enseñanza que yace tras lo que dices es lo que te enseña. ⁷Enseñar no hace sino reforzar lo que crees acerca de ti. ⁸Su propósito fundamental es aplacar las dudas que albergamos acerca de nosotros mismos. ⁹Esto no quiere decir que el ser que estás tratando de proteger sea real. ¹⁰Pero sí quiere decir que el ser que tú consideras real es al que le enseñas.
4. Este manual está dedicado a una enseñanza especial, y dirigido a aquellos maestros que enseñan una forma particular del curso universal. ²Existen muchas otras formas, todas con el mismo desenlace. ³Su propósito es simplemente ahorrar tiempo. ⁴No obstante, sólo el tiempo se arrastra pesadamente, y el mundo ya está muy cansado. ⁵Está viejo, agotado y sin esperanzas. ⁶Mas el desenlace final nunca se ha puesto en duda, pues, ¿qué puede cambiar la Voluntad de Dios? ⁷Pero el tiempo, con sus ilusiones de cambio y de muerte, agota al mundo y a todas las cosas que habitan en él. ⁸Al tiempo, no obstante, le llegará su final, y propiciar ese final es la función de los maestros de Dios, ⁹pues el tiempo está en sus manos. ¹⁰Tal fue su decisión y así se les concedió.
5. Si no fuera por los maestros de Dios, habría muy pocas esperanzas de alcanzar la salvación, pues el mundo del pecado parecería ser eternamente real. ²Los que se engañan a sí mismos tienen que engañar, ya que no pueden sino enseñar engaño. ³¿Y qué otra cosa sino eso es el infierno? ⁴Éste es un manual para los maestros de Dios, ⁵quienes no son perfectos, pues, de lo contrario, no estarían aquí. ⁶Su misión, no obstante, es alcanzar la perfección aquí y, por lo tanto, la enseñan una y otra vez, de muchísimas maneras, hasta que la aprenden. ⁷Y después ya no se les ve más, si bien sus pensamientos siguen siendo una fuente de fortaleza y de verdad para siempre. ⁸¿Quiénes son? ⁹¿Cómo son escogidos? ¹⁰¿A qué se dedican? ¹¹¿Cómo pueden alcanzar su propia salvación y la salvación del mundo? ¹²Este manual intenta contestar estas preguntas.
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1. ¿Quiénes son los maestros de Dios?
1. Un maestro de Dios es todo aquel que decide serlo. ²Sus atributos consisten únicamente en esto: de alguna manera y en algún lugar eligió deliberadamente no ver sus propios intereses como algo aparte de los intereses de los demás. ³Una vez que hizo esto, su camino quedó establecido y su dirección asegurada. ⁴Una luz penetró en las tinieblas. ⁵Tal vez haya sido una sola luz, pero con una basta. ⁶El maestro de Dios hizo un compromiso con Dios aunque todavía no crea en Él. ⁷Se convirtió en un portador de salvación. ⁸Se convirtió en un maestro de Dios.
2. Los maestros de Dios proceden de todas partes del mundo ²y de todas las religiones, aunque algunos no pertenecen a ninguna religión. ³Los maestros de Dios son los que han respondido. ⁴La Llamada es universal ⁵y está activa en todo momento y en todas partes. ⁶Dicha Llamada invoca a los maestros a que hablen en favor de Ella y a que rediman el mundo. ⁷Muchos la oyen, pero muy pocos responden. ⁸Sin embargo, es sólo cuestión de tiempo. ⁹Al final, todo el mundo responderá, pero ese final puede estar muy, muy lejos. ¹⁰Ésta es la razón por la que se estableció el plan de los maestros. ¹¹Su función es ahorrar tiempo. ¹²Cada uno comienza como una sola luz, pero como la Llamada se encuentra en el centro, es una luz que no puede restringirse. ¹³Y cada uno de ellos ahorra miles de años tal como el mundo juzga el tiempo. ¹⁴Mas para la Llamada en Sí, el tiempo no significa nada.
3. Cada maestro de Dios tiene su propio curso. ²La estructura de éste varía enormemente, ³así como los medios particulares de enseñanza que emplea. ⁴El contenido del curso, no obstante, nunca varía. ⁵Su tema central es siempre: “El Hijo de Dios es inocente y en su inocencia radica su salvación”. ⁶Esto se puede enseñar con acciones o con pensamientos; con palabras o sin ellas; en cualquier lenguaje o sin lenguaje; en todo lugar o momento, o de cualquier forma. ⁷No importa lo que el maestro haya sido antes de oír la Llamada, ⁸al responder se ha convertido en un salvador. ⁹Ha visto a alguien más como a sí mismo. ¹⁰Ha encontrado, por lo tanto, su propia salvación y la salvación del mundo. ¹¹Con su renacer renace el mundo.
4. Este manual está dedicado a una enseñanza especial, y dirigido a aquellos maestros que enseñan una forma particular del curso universal. ²Existen muchas otras formas, todas con el mismo desenlace. ³Su propósito es simplemente ahorrar tiempo. ⁴No obstante, sólo el tiempo se arrastra pesadamente, y el mundo ya está muy cansado. ⁵Está viejo, agotado y sin esperanzas. ⁶Mas el desenlace final nunca se ha puesto en duda, pues, ¿qué puede cambiar la Voluntad de Dios? ⁷Pero el tiempo, con sus ilusiones de cambio y de muerte, agota al mundo y a todas las cosas que habitan en él. ⁸Al tiempo, no obstante, le llegará su final, y propiciar ese final es la función de los maestros de Dios, ⁹pues el tiempo está en sus manos. ¹⁰Tal fue su decisión y así se les concedió.
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2. ¿Quiénes son sus alumnos?
1. A cada uno de los maestros de Dios le han sido asignados ciertos alumnos, los cuales comenzarán a buscarle tan pronto como él haya contestado la Llamada. ²Fueron escogidos para él porque la forma de enseñanza universal que va a impartir es la más apropiada para ellos en vista de su nivel de entendimiento. ³Sus alumnos le han estado esperando, pues su llegada es segura. ⁴Una vez más, es sólo cuestión de tiempo. ⁵Tan pronto como decida desempeñar su papel, sus alumnos estarán listos para desempeñar el suyo. ⁶El tiempo aguarda su decisión, pero no a quiénes ha de servir. ⁷Cuando esté listo para aprender, se le proveerá de las oportunidades para enseñar.
2. Para entender el plan de enseñanza-aprendizaje de la salvación, es necesario entender el concepto de tiempo que expone el curso. ²La Expiación corrige las ilusiones, no lo que es verdad. ³Corrige, por lo tanto, lo que nunca existió. ⁴Lo que es más, el plan para esa corrección se estableció y se completó simultáneamente, puesto que la Voluntad de Dios es enteramente ajena al tiempo. ⁵La realidad es también ajena al tiempo, al ser algo propio de Él. ⁶En el instante en que la idea de la separación se adentró en la mente del Hijo de Dios, en ese mismo instante Dios dio Su Respuesta. ⁷En el tiempo, esto ocurrió hace mucho. ⁸En la realidad, nunca ocurrió.
3. El mundo del tiempo es el mundo de lo ilusorio. ²Lo que ocurrió hace mucho parece estar ocurriendo ahora. ³Las decisiones que se tomaron en aquel entonces parecen como si aún estuvieran pendientes; como si aún hubiera que tomarlas. ⁴Lo que hace mucho que se aprendió, se entendió y se dejó a un lado, se considera ahora un pensamiento nuevo, una idea reciente, un enfoque diferente. ⁵Puesto que tu voluntad es libre, puedes aceptar—en cualquier momento que así lo decidas—lo que ya ha ocurrido y sólo entonces te darás cuenta de que siempre había estado ahí. ⁶Tal como el curso subraya, no eres libre de escoger el programa de estudios, ni siquiera la forma en que lo vas a aprender. ⁷Eres libre, no obstante, de decidir cuándo quieres aprenderlo. ⁸Y al aceptarlo, ya lo habrás aprendido.
4. El tiempo, entonces, se remonta a un instante tan antiguo que está más allá de toda memoria, e incluso más allá de la posibilidad de recordarlo. ²Sin embargo, debido a que es un instante que se revive una y otra vez, y de nuevo otra vez, parece como si estuviera ocurriendo ahora. ³Y así es como el alumno y el maestro parecen reunirse en el presente, encontrándose el uno con el otro como si nunca antes se hubiesen conocido. ⁴El alumno llega en el momento oportuno al lugar oportuno. ⁵Esto es inevitable, pues tomó la decisión correcta en aquel viejo instante que ahora revive. ⁶El maestro hizo asimismo una elección ineludible en ese pasado remoto. ⁷Lo que la Voluntad de Dios dispone sólo da la impresión de que toma tiempo para cumplirse. ⁸Pues ¿qué podría demorar el poder de la eternidad?
5. Cuando alumno y maestro se encuentran, da comienzo una situación de enseñanza-aprendizaje, ²ya que el maestro no es quien realmente imparte la enseñanza. ³Siempre que dos hermanos se unen con el propósito de aprender, el Maestro de Dios les habla. ⁴La relación es santa debido a ese propósito, y Dios ha prometido enviar Su Espíritu a toda relación santa. ⁵En la situación de enseñanza-aprendizaje, cada uno aprende que dar es lo mismo que recibir. ⁶Las demarcaciones que habían establecido entre sus papeles, sus mentes, sus cuerpos, sus necesidades, sus intereses y todas las diferencias que pensaban les separaban, se debilitan, se desvanecen y desaparecen. ⁷Aquellos que han de aprender el mismo curso comparten un mismo interés y un mismo objetivo. ⁸Y así, el que era el alumno se convierte ahora en un maestro de Dios, pues ha tomado la misma decisión que hizo que su maestro llegara a él. ⁹Ha visto los intereses de otro como si fueran los suyos propios.
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3. ¿Cuáles son los niveles de enseñanza?
1. Los maestros de Dios no tienen un nivel de enseñanza fijo. ²Cada situación de enseñanza-aprendizaje entraña en sus inicios una relación diferente, si bien el objetivo final es siempre el mismo: hacer de la relación una relación santa, en la que ambos puedan ver al Hijo de Dios libre de pecado. ³No hay nadie de quien un maestro de Dios no pueda aprender, de manera que no hay nadie a quien él no pueda enseñar. ⁴Desde un punto de vista práctico, no obstante, es imposible que pueda llegar a conocer a todo el mundo o que todo el mundo lo pueda encontrar a él. ⁵Por lo tanto, el plan dispone que cada maestro de Dios establezca contactos muy específicos. ⁶En la salvación no hay casualidades. ⁷Los que tienen que conocerse se conocerán, ya que tienen el potencial para desarrollar una relación santa. ⁸Están listos el uno para el otro.
2. El nivel más simple de enseñanza aparenta ser bastante superficial. ²Consiste en lo que parecen ser encuentros fortuitos: el encuentro “por casualidad” de dos supuestos extraños en un ascensor; el niño que sin mirar por donde va se tropieza con un adulto “por accidente”; dos estudiantes que “de pronto” se encuentran caminando juntos a casa. ³Estos encuentros no ocurren al azar. ⁴Cada uno de ellos tiene el potencial de convertirse en una situación de enseñanza-aprendizaje. ⁵Quizá los dos supuestos extraños en el ascensor se sonrían el uno al otro; tal vez el adulto no reprenda al niño por haber tropezado con él y tal vez los estudiantes se hagan amigos. ⁶Es posible, incluso en el nivel de encuentro más fortuito, que dos personas pierdan de vista sus intereses separados aunque sólo sea por un instante. ⁷Ese instante será suficiente. ⁸La salvación ha llegado.
3. Es difícil entender que el concepto de niveles de enseñanza del curso universal esté tan desprovisto de significado en la realidad como lo está el concepto de tiempo. ²La ilusión de uno permite la ilusión del otro. ³Con el tiempo, el maestro de Dios parece comenzar a cambiar de parecer acerca del mundo con una sola decisión, y luego, a medida que la enseña, aprende más y más acerca de esa nueva orientación. ⁴Hemos hablado ya de la ilusión del tiempo, pero la ilusión de diferentes niveles de enseñanza parece ser algo distinto. ⁵Quizá la mejor manera de demostrar que estos niveles no pueden existir, es simplemente diciendo que todo nivel en la situación de enseñanza-aprendizaje es parte del plan de Dios para la Expiación, y Su plan no puede tener niveles, por ser un reflejo de Su Voluntad. ⁶La salvación está siempre lista y siempre está ahí. ⁷Los maestros de Dios operan en diferentes niveles, pero el resultado es siempre el mismo.
4. Cada situación de enseñanza-aprendizaje es máxima, en el sentido de que cada persona involucrada aprende lo máximo que puede de la otra en ese momento. ²En ese sentido y sólo en ese sentido, podemos hablar de niveles de enseñanza. ³Si usamos esta definición de niveles de enseñanza, el segundo nivel es una relación más prolongada en la que, por algún tiempo, dos personas se embarcan en una situación de enseñanza- aprendizaje bastante intensa y luego parecen separarse. ⁴Al igual que en el primer nivel, estos encuentros no son por casualidad ni lo que aparenta ser el final de la relación es realmente un final. ⁵Una vez más, cada uno de ellos aprendió lo máximo posible durante el tiempo que estuvieron juntos. ⁶Los que se han conocido, no obstante, volverán algún día a encontrarse, pues el destino de toda relación es hacerse santa. ⁷Dios no se equivoca con respecto a Su Hijo.
5. El tercer nivel de enseñanza se da en relaciones que, una vez formadas, son de por vida. ²En estas situaciones de enseñanza-aprendizaje se provee a cada persona de un compañero de aprendizaje determinado que le ofrece oportunidades ilimitadas de aprender. ³Por lo general, no hay muchas relaciones de este tipo, ya que su existencia implica que las personas en cuestión han alcanzado simultáneamente un nivel en el que el equilibrio entre aprendizaje y enseñanza es perfecto. ⁴Esto no significa que necesariamente se den cuenta de ello; de hecho, en la mayor parte de las ocasiones no lo hacen. ⁵Puede que incluso haya bastante hostilidad entre ellos por algún tiempo o tal vez de por vida. ⁶Mas si así lo deciden, tienen ante sí la lección perfecta y la pueden aprender. ⁷Y si deciden aprenderla, se convierten en los salvadores de los maestros que flaquean y que incluso parecen fracasar. ⁸Es imposible que un maestro de Dios no encuentre la ayuda que necesita.
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4. ¿Cuáles son las características de los maestros de Dios?
1. Las características superficiales de los maestros de Dios no son en modo alguno similares. ²Si se les mira con los ojos del cuerpo, se observa que no hay parecido entre ellos, que vienen de ambientes totalmente distintos, que sus experiencias acerca del mundo varían enormemente y que sus “personalidades” externas son muy diversas. ³Durante las primeras etapas en el desempeño de su función como maestros de Dios, aún no han adquirido las profundas características que los establecerán como lo que son. ⁴Dios concede dones especiales a Sus maestros porque tienen un papel especial que desempeñar en Su plan para la Expiación. ⁵El que sean especiales es, por supuesto, una condición estrictamente temporal, establecida en el tiempo a fin de que los conduzca más allá de él. ⁶Estos dones especiales, nacidos de la relación santa hacia la que se encamina la situación de aprendizaje-enseñanza, se convierten en algo característico de todos los maestros de Dios que han progresado en su aprendizaje. ⁷En este sentido todos son iguales.
2. Todas las diferencias que puedan existir entre los Hijos de Dios son temporales. ²No obstante. puede afirmarse que, en el tiempo, los maestros de Dios más avanzados poseen las siguientes características:
I. Confianza
1. He aquí la base sobre la que descansa su capacidad para llevar a cabo su función. ²La percepción es el resultado de lo que se ha aprendido. ³De hecho, la percepción es lo que se ha aprendido, ya que causa y efecto nunca se encuentran separados. ⁴Los maestros de Dios tienen confianza en el mundo porque han aprendido que no está regido por las leyes que el mundo inventó. ⁵Está regido por un poder que se encuentra en ellos, pero que no es de ellos. ⁶Este poder es el que mantiene todas las cosas a salvo. ⁷Mediante este poder los maestros de Dios contemplan un mundo perdonado.
2. Una vez que hemos experimentado ese poder, es imposible volver a confiar en nuestra insignificante fuerza propia. ²¿Quién trataría de volar con las minúsculas alas de un gorrión, cuando se le ha dado el formidable poder de un águila? ³¿Y quién pondría su fe en las miserables ofrendas del ego, cuando los dones de Dios se encuentran desplegados ante él? ⁴¿Qué induce a los maestros de Dios a efectuar ese cambio?
3. En primer lugar, tienen que pasar por lo que podría calificarse como “un período de des-hacimiento”. ²Ello no tiene por qué ser doloroso, aunque normalmente lo es. ³Durante ese período parece como si nos estuvieran quitando cosas, y raramente se comprende en un principio que estamos simplemente reconociendo su falta de valor. ⁴¿De qué otro modo se iba a poder percibir lo que no tiene valor, a no ser que el perceptor esté en una posición desde la que no puede sino ver las cosas de otra manera? ⁵Aún no ha llegado al punto en el que puede efectuar el cambio interno totalmente. ⁶Por eso, a veces el plan requiere que se efectúen cambios en lo que parecen ser las circunstancias externas. ⁷Estos cambios son siempre beneficiosos. ⁸Una vez que el maestro de Dios ha aprendido esto, pasa a la segunda fase.
4. Ahora el maestro de Dios tiene que pasar por “un período de selección”. ²Este período es siempre bastante difícil, pues al haber aprendido que los cambios que se producen en su vida son siempre beneficiosos, tiene entonces que tomar todas sus decisiones sobre la base de si contribuyen a que el beneficio sea mayor o si lo disminuyen. ³Descubrirá que muchas cosas, si no la gran mayoría de las que antes valoraba, no hacen sino obstruir su capacidad para transferir lo que ha aprendido a las nuevas situaciones que se le presentan. ⁴Puesto que ha valorado lo que en verdad no tiene ningún valor, no generalizará la lección por temor a lo que cree que pueda perder o deba sacrificar. ⁵Se necesita haber aprendido mucho para poder llegar a entender que todas las cosas, acontecimientos, encuentros y circunstancias son provechosos. ⁶Sólo en la medida en que son provechosos, deberá concedérseles algún grado de realidad en este mundo de ilusiones. ⁷La palabra “valor” no puede aplicarse a nada más.
5. La tercera fase por la que el maestro de Dios tiene que pasar podría llamarse “un período de renuncia”. ²Si se interpreta esto como una renuncia a lo que es deseable, se generará un enorme conflicto. ³Son pocos los maestros de Dios que se escapan completamente de esta zozobra. ⁴No tiene ningún sentido, no obstante, separar lo que tiene valor de lo que no lo tiene, a menos que se dé el paso que sigue naturalmente. ⁵Por lo tanto, el período de transición tiende a ser un período en el que el maestro de Dios se siente llamado a sacrificar sus propios intereses en aras de la verdad. ⁶Todavía no se ha dado cuenta de cuán absolutamente imposible sería tal exigencia. ⁷Esto sólo lo puede aprender a medida que, de hecho, renuncia a lo que no tiene valor. ⁸Mediante esa renuncia, aprende que donde esperaba aflicción, encuentra en su lugar una feliz despreocupación; donde pensaba que se le pedía algo, se encuentra agraciado con un regalo.
6. Ahora llega “un período de asentamiento”. ²Es éste un período de reposo, en el que el maestro de Dios descansa razonablemente en paz por un tiempo. ³Ahora consolida su aprendizaje. ⁴Ahora comienza a ver el valor de transferir lo que ha aprendido. ⁵El potencial de su aprendizaje es literalmente asombroso, y el maestro de Dios ha llegado a un punto en su progreso desde el que puede ver que en dicho aprendizaje radica su escape. ⁶”Renuncia a lo que no quieres y conserva lo que sí quieres.” ⁷¡Qué simple es lo obvio! ⁸¡Y qué fácil! ⁹El maestro de Dios necesita este período de respiro. ¹⁰Todavía no ha llegado tan lejos como cree. ¹¹Mas cuando esté listo para seguir adelante, marcharán a su lado compañeros poderosos. ¹²Ahora descansa por un rato y los convoca antes de proseguir. ¹³A partir de ahí, ya no seguirá adelante solo.
7. La siguiente fase es ciertamente “un período de inestabilidad”. ²El maestro de Dios debe entender ahora que en realidad no sabía distinguir entre lo que tiene valor y lo que no lo tiene. ³Lo único que realmente ha aprendido hasta ahora es que no desea lo que no tiene valor, pero sí lo que lo tiene. ⁴Su propio proceso de selección, no obstante, no le sirvió para enseñarle la diferencia. ⁵La idea de sacrificio, tan fundamental en su sistema de pensamiento, imposibilitó el que pudiera discernir. ⁶Pensó que había aprendido a estar dispuesto, pero ahora se da cuenta de que no sabe para qué sirve estar dispuesto. ⁷Ahora tiene que alcanzar un estado que puede permanecer fuera de su alcance por mucho, mucho tiempo. ⁸Tiene que aprender a dejar a un lado todo juicio y a preguntarse en toda circunstancia qué es lo que realmente quiere. ⁹De no ser porque cada uno de los pasos en esta dirección está tan fuertemente reforzado, ¡cuán difícil sería darlos!
8. Finalmente llega “un período de logros” ²Ahora es cuando se consolida su aprendizaje. ³Lo que antes se consideraban simples sombras, ahora son ganancias substanciales, con las que puede contar en cualquier “emergencia”, así como también en los períodos de calma. ⁴En efecto, el resultado de esas ganancias no es otro que la tranquilidad: el fruto de un aprendizaje honesto, de un pensamiento congruente y de una transferencia plena. ⁵Ésta es la fase de la verdadera paz, pues aquí se refleja plenamente el estado celestial. ⁶A partir de ahí, el camino al Cielo está libre y despejado y no presenta ninguna dificultad. ⁷En realidad, ya está aquí. ⁸¿Quién iba a querer ir a ninguna otra parte, si ya goza de absoluta paz? ⁹¿Y quién querría cambiar su tranquilidad por algo más deseable? ¹⁰¿Qué podría ser más deseable?
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II. Honestidad
1. Todas las demás características de los maestros de Dios se basan en la confianza. ²Una vez que ésta se ha alcanzado, las otras se suceden naturalmente. ³Sólo los que tienen confianza pueden permitirse ser honestos, pues sólo ellos pueden ver el valor de la honestidad. ⁴La honestidad no se limita únicamente a lo que dices. ⁵El verdadero significado del término es congruencia: ⁶nada de lo que dices está en contradicción con lo que piensas o haces; ningún pensamiento se opone a otro; ningún acto contradice tu palabra ni ninguna palabra está en desacuerdo con otra. ⁷Así son los verdaderamente honestos. ⁸No están en conflicto consigo mismos a ningún nivel. ⁹Por lo tanto, les es imposible estar en conflicto con nadie o con nada.
2. La paz mental que experimentan los maestros de Dios avanzados se debe en gran medida a su perfecta honestidad. ²Sólo el deseo de engañar da lugar a la pugna. ³El que es uno consigo mismo no puede ni siquiera concebir el conflicto. ⁴El conflicto es el resultado inevitable del autoengaño, y el autoengaño es deshonestidad. ⁵Para un maestro de Dios nada supone un desafío, ⁶pues ello implicaría que se abrigan dudas, y la confianza en la que los maestros de Dios descansan con absoluta seguridad hace que les sea imposible dudar. ⁷Por lo tanto, sólo pueden triunfar. ⁸En esto, como en todo, son honestos. ⁹Sólo pueden triunfar porque nunca hacen su propia voluntad. ¹⁰Eligen por toda la humanidad, por todo el mundo y por todas las cosas que en él habitan; por lo que es inalterable e inmutable más allá de las apariencias, y por el Hijo de Dios y su Creador. ¹¹¿Cómo no van a triunfar? ¹²Eligen con perfecta honestidad, tan seguros de sí mismos como de su elección.
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III. Tolerancia
1. Los maestros de Dios no juzgan. ²Juzgar es ser deshonesto, pues es asumir un papel que no te corresponde. ³Es imposible juzgar sin uno engañarse a sí mismo. ⁴Juzgar implica que te has engañado con respecto a tus hermanos. ⁵¿Cómo, entonces, no te ibas a haber engañado con respecto a ti mismo? ⁶Juzgar implica falta de confianza, y la confianza sigue siendo la piedra angular de todo el sistema de pensamiento del maestro de Dios. ⁷Si la pierde, todo su aprendizaje se malogra. ⁸Sin juicios todas las cosas son igualmente aceptables, pues, en tal caso, ¿quién podría juzgar de una manera u otra? ⁹Sin juicios todos los hombres son hermanos, pues, en tal caso, ¿podría haber alguno que fuese diferente? ¹⁰Juzgar destruye la honestidad y quebranta la confianza. ¹¹El maestro de Dios no puede juzgar y al mismo tiempo esperar aprender.
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IV. Mansedumbre
1. Para los maestros de Dios el daño es algo imposible. ²No pueden infligirlo ni sufrirlo. ³El daño es el resultado de juzgar. ⁴Es el acto deshonesto que sigue a un pensamiento deshonesto. ⁵Es un veredicto de culpabilidad contra un hermano y, por ende, contra uno mismo. ⁶Representa el fin de la paz y la negación del aprendizaje. ⁷Demuestra la ausencia del programa de estudios de Dios y de su substitución por la demencia. ⁸Todo maestro de Dios tiene que aprender—y bastante pronto en su proceso de formación—que hacer daño borra completamente su función de su conciencia. ⁹Hacer daño lo confundirá, le hará sentir ira y temor, así como abrigar sospechas. ¹⁰Hará que le resulte imposible aprender las lecciones del Espíritu Santo. ¹¹Tampoco podrá oír al Maestro de Dios, Quien sólo puede ser oído por aquellos que se dan cuenta de que, de hecho, hacer daño no lleva a ninguna parte y de que nada provechoso puede proceder de ello. ¹²Los maestros de Dios, por lo tanto, son completamente mansos.
2. Necesitan la fuerza de la mansedumbre, pues gracias a ella la función de la salvación se vuelve fácil. ²Para los que hacen daño, llevar a cabo dicha función es imposible. ³Pero para quienes el daño no tiene sentido, la función de la salvación es sencillamente algo natural. ⁴¿Qué otra elección sino ésta tiene sentido para el que está en su sano juicio? ⁵¿Quién, de percibir un camino que conduce al Cielo, elegiría el infierno? ⁶¿Y quién elegiría la debilidad que irremediablemente resulta de hacer daño, cuando puede elegir la fuerza infalible, todo-abarcadora e ilimitada de la mansedumbre? ⁷El poder de los maestros de Dios radica en su mansedumbre, pues han entendido que sus pensamientos de maldad no emanaban del Hijo de Dios ni de su Creador. ⁸Por lo tanto, unieron sus pensamientos a Aquel que es su Fuente. ⁹Y así, su voluntad, que siempre fue la de Dios, quedó libre para ser lo que es.
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V. Júbilo
1. El júbilo es el resultado inevitable de la mansedumbre. ²La mansedumbre significa que ahora el miedo es imposible. ³¿Qué podría entonces obstaculizar el júbilo? ⁴Las manos abiertas de la mansedumbre están siempre llenas. ⁵Los mansos no experimentan dolor. ⁶No pueden sufrir. ⁷¿Cómo no van a ser felices? ⁸Están seguros de que son amados y de que, por lo tanto, están a salvo. ⁹El júbilo va unido a la mansedumbre tan inevitablemente como el pesar acompaña al ataque. ¹⁰Los maestros de Dios confían en Él ¹¹y están seguros de que Su Maestro va delante de ellos, asegurándose de que no les acontezca ningún daño. ¹²Disponen de Sus dones y siguen Su camino porque la Voz de Dios los dirige en todo. ¹³El júbilo es su canto de gratitud. ¹⁴Y Cristo los contempla también con agradecimiento. ¹⁵La necesidad que Él tiene de ellos es tan grande como la que ellos tienen de Él. ¹⁶¡Qué gozo tan inmenso compartir el propósito de la salvación!
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VI. Indefensión
1. Los maestros de Dios han aprendido a ser sencillos. ²No tienen sueños que tengan que defender contra la verdad. ³No tratan de forjarse a sí mismos. ⁴Su júbilo procede de saber Quién los creó. ⁵¿Y es acaso necesario defender lo que Dios creó? ⁶Nadie puede convertirse en un maestro de Dios avanzado mientras no comprenda plenamente que las defensas no son más que absurdos guardianes de ilusiones descabelladas. ⁷Cuanto más grotesco es el sueño, más formidables y poderosas parecen ser sus defensas. ⁸Sin embargo, cuando el maestro de Dios acepta finalmente mirar más allá de ellas, se da cuenta de que allí no había nada. ⁹Al principio, permite que se le desengañe lentamente, ¹⁰pero a medida que su confianza aumenta, aprende más rápido. ¹¹Cuando se abandonan las defensas no se experimenta peligro. ¹²Lo que se experimenta es seguridad. ¹³Lo que se experimenta es paz. ¹⁴Lo que se experimenta es dicha. ¹⁵Lo que se experimenta es a Dios.
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VII. Generosidad
1. La palabra generosidad tiene un significado especial para el maestro de Dios. ²No es el significado usual de la palabra; de hecho, es un significado que tiene que aprenderse y aprenderse muy bien. ³Al igual que todos los demás atributos de los maestros de Dios, éste se basa a fin de cuentas en la confianza, puesto que sin confianza nadie puede ser generoso en el verdadero sentido de la palabra. ⁴Para el mundo, generosidad significa “dar” en el sentido de “perder” ⁵Para los maestros de Dios, generosidad significa dar en el sentido de conservar. ⁶Se ha hecho hincapié en esta idea a lo largo del texto, así como en el libro de ejercicios, pero tal vez sea más extraña para el pensamiento del mundo que muchas de las otras ideas de nuestro programa de estudios. ⁷Lo que la hace más extraña es el hecho de que es obviamente lo opuesto a la manera de pensar del mundo. ⁸De la manera más clara posible y en el más simple de los niveles, la palabra significa exactamente lo opuesto para los maestros de Dios que para el mundo.
2. El maestro de Dios es generoso en interés propio. ²Pero no nos referimos aquí al interés propio del que el mundo habla. ³El maestro de Dios no quiere nada que él no pueda dar, pues se da cuenta de que, por definición, ello no tendría ningún valor para él. ⁴¿Para qué lo iba a querer? ⁵Sólo podría perder por su causa. ⁶No podría ganar nada. ⁷Por lo tanto, no busca nada que sea sólo para él, ya que eso sería la garantía de que lo perdería. ⁸No quiere sufrir. ⁹¿Por qué entonces iba a querer buscarse dolor? ¹⁰Pero sí quiere conservar todas las cosas que son de Dios y que, por ende, son para Su Hijo. ¹¹Ésas son las cosas que le pertenecen. ¹²Ésas sí que las puede dar con verdadera generosidad, conservándolas de este modo para sí mismo eternamente.
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VIII. Paciencia
1. Los que están seguros del resultado final pueden permitirse el lujo de esperar, y esperar sin ansiedad. ²Para el maestro de Dios tener paciencia es algo natural. ³Todo lo que ve son resultados indudables que ocurrirán en un momento que tal vez aún le sea desconocido, pero que no pone en duda. ⁴El momento será tan apropiado como la respuesta. ⁵Y esto es verdad con respecto a todo lo que ocurre ahora u ocurra en el futuro. ⁶En el pasado tampoco se produjeron errores ni ocurrió nada que no sirviera para beneficiar al mundo, así como a aquel a quien aparentemente le ocurrió. ⁷Tal vez esto no se entendió así en su momento. ⁸Con todo, el maestro de Dios está dispuesto a reconsiderar todas sus decisiones pasadas, si éstas le están causando dolor a alguien. ⁹Tener paciencia es algo natural para los que tienen confianza. ¹⁰Seguros de la interpretación final de todas las cosas en el tiempo, ningún resultado, ya visto o por venir, puede causarles temor alguno.
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IX. Fe
1. El grado de fe de un maestro de Dios indica cuán avanzado se encuentra en su programa de estudios. ²¿Pone en práctica este aprendizaje sólo en algunos aspectos de su vida mientras mantiene otros aparte? ³De ser así, su progreso es lento y su confianza aún no se ha arraigado firmemente. ⁴La fe es la confianza que el maestro de Dios tiene de que la Palabra de Dios ha de resolver todas las cosas perfectamente. ⁵No sólo algunas, sino todas. ⁶Comienza generalmente poniendo su fe en la resolución de sólo algunos problemas, manteniéndola así cuidadosamente restringida por un tiempo. ⁷Someter todos los problemas a una sola Respuesta es invertir completamente la manera de pensar del mundo. ⁸Y sólo eso es fe. ⁹Ninguna otra cosa merece que se le llame por ese nombre. ¹⁰Con todo, vale la pena lograr cada avance, por pequeño que sea. ¹¹Estar dispuesto, como indica el texto, no quiere decir que se haya alcanzado la maestría.
2. La verdadera fe, sin embargo, no se desvía. ²Al ser consistente, es completamente honesta. ³Al ser consecuente, goza de absoluta confianza. ⁴Al estar basada en la ausencia de temor, es mansa. ⁵Al gozar de certeza, rebosa júbilo, ⁶y al tener confianza, es tolerante. ⁷La fe, por lo tanto, encierra en sí todos los demás atributos de los maestros de Dios ⁸y entraña la aceptación de Su Palabra y de la Definición que Él tiene de Su Hijo. ⁹Hacia Ellas es adonde la fe, en el verdadero sentido de la palabra, siempre se dirige. ¹⁰En Ellas tiene puestas sus miras, buscándolas hasta que las encuentra. ¹¹La indefensión naturalmente la acompaña y su condición es el júbilo. ¹²Y una vez que las encuentra, descansa con sosegada certeza sólo en Aquello que es digno de toda fe.
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X. Mentalidad abierta
1. El papel central que ocupa la mentalidad abierta—quizá el último de los atributos que el maestro de Dios adquiere—puede entenderse fácilmente cuando se reconoce la relación que guarda con el perdón. ²La mentalidad abierta procede de una ausencia de juicios. ³De la misma manera en que los juicios cierran la mente impidiéndole la entrada al Maestro de Dios, de igual modo la mentalidad abierta Lo invita a entrar. ⁴De la misma manera en que la condenación juzga al Hijo de Dios como malvado, de igual modo la mentalidad abierta permite que sea juzgado por la Voz de Dios en Su Nombre. ⁵De la misma manera en que la proyección de la culpa sobre él lo enviaría al infierno, de igual la mentalidad abierta permite que la imagen de Cristo le sea extendida. ⁶Sólo aquellos que tienen una mentalidad abierta pueden estar en paz, pues son los únicos que ven razones para ello.
2. ¿Cómo perdonan los que tienen una mentalidad abierta? ²Han renunciado a todas las cosas que les impedirían perdonar. ³Han abandonado realmente el mundo y permitido que éste les sea restaurado con tal frescura y en un júbilo tan glorioso, que jamás hubiesen podido concebir un cambio así. ⁴Nada es ahora como era antes. ⁵Todo lo que antes parecía opaco y sin vida, ahora no hace sino refulgir. ⁶Lo que es más, todas las cosas les dan la bienvenida, ya que ha desaparecido toda sensación de amenaza. ⁷Ya no quedan tinieblas que oculten la faz de Cristo. ⁸Ya se ha logrado el objetivo. ⁹El perdón es la meta final del programa de estudios, ¹⁰pues allana el camino para lo que se encuentra más allá de todo aprendizaje. ¹¹El programa de estudios no hace ningún esfuerzo por excederse de su verdadera meta. ¹²El perdón es su único objetivo, en el cual converge en última instancia todo aprendizaje. ¹³Ciertamente eso es suficiente.
3. Habrás notado que la lista de atributos de los maestros de Dios no incluye las características que constituyen la herencia del Hijo de Dios. ²Términos tales como amor, impecabilidad, perfección, conocimiento y verdad eterna no aparecen en este contexto, ³pues no serían apropiados aquí. ⁴Lo que Dios ha dado está tan remotamente alejado de nuestro programa de estudios, que el aprendizaje no puede sino desaparecer ante su presencia. ⁵Sin embargo, mientras su presencia esté velada, el enfoque ha de centrarse necesariamente en el programa de estudios. ⁶La función de los maestros de Dios es llevar al mundo el verdadero aprendizaje. ⁷Propiamente dicho, lo que llevan es un des-aprendizaje, que es a lo único que se le puede llamar “verdadero aprendizaje” en este mundo. ⁸A los maestros de Dios se les ha encomendado la función de llevar al mundo las buenas nuevas del completo perdón. ⁹Bienaventurados son en verdad, pues son los portadores de la salvación.
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5. ¿Cómo se logra la curación?
1. La curación implica entender el propósito de la ilusión de la enfermedad. ²Sin ese entendimiento la curación es imposible.
I. El propósito de la enfermedad
1. La curación se logra en el instante en que el que sufre deja de atribuirle valor al dolor. ²¿Quién elegiría sufrir a menos que pensase que ello le va a aportar algo, y algo que tiene valor para él? ³Indudablemente cree que está pagando un precio módico por algo de mayor valor, ⁴pues la enfermedad es una elección, una decisión. ⁵Es decidirse por la debilidad, debido a la equivocada convicción de que es fuerza. ⁶Cuando esto sucede, se ve a la verdadera fuerza como una amenaza y a la salud como algo peligroso. ⁷La enfermedad es un método, concebido en la locura, para sentar al Hijo de Dios en el trono de su Padre. ⁸A Dios se le ve como algo externo, poderoso y feroz, ávido por quedarse con todo el poder sólo para Sí Mismo. ⁹Únicamente con Su muerte puede Su Hijo conquistarle.
2. ¿Y qué representa la curación dentro de esta loca convicción? ²Simboliza la derrota del Hijo de Dios y el triunfo de su Padre sobre él. ³Representa, directamente, el máximo desafío que el Hijo se ve forzado a aceptar. ⁴Representa todo lo que él se ocultaría a sí mismo para proteger su “vida”. ⁵Si se cura, él es responsable de sus pensamientos. ⁶Y si es responsable de sus pensamientos, será destruido a fin de demostrarle cuán débil y miserable es. ⁷Pero si él mismo elige la muerte, su debilidad se convierte en su fuerza. ⁸Ahora se ha infligido a sí mismo lo que Dios le habría impuesto, y de esta forma ha usurpado completamente el trono de su Creador.
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II. Un cambio de percepción
1. La curación es directamente proporcional al grado de reconocimiento alcanzado con respecto a la falta de valor de la enfermedad. ²Sólo con decir: “Con esto no gano nada” uno se curaría. ³Pero antes de poder decir esto, es preciso reconocer ciertos hechos. ⁴En primer lugar, resulta obvio que las decisiones son algo propio de la mente, no del cuerpo. ⁵Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión. ⁶Y si es una decisión, es la mente, y no el cuerpo, quien la toma. ⁷La resistencia a reconocer este hecho es enorme, ya que la existencia del mundo tal como lo percibes depende de que sea el cuerpo el que toma las decisiones. ⁸Términos tales como “instintos”, “reflejos” y otros similares, representan intentos de dotar al cuerpo con motivadores no mentales. ⁹En realidad, tales términos no hacen más que enunciar o describir el problema, ¹⁰pero no lo resuelven.
2. La base fundamental de la curación es la aceptación del hecho de que la enfermedad es una decisión que la mente ha tomado a fin de lograr un propósito para el cual se vale del cuerpo. ²Y esto es cierto con respecto a cualquier clase de curación. ³El paciente que acepta esto se recupera. ⁴Si se decide en contra de la recuperación, no sanará. ⁵¿Quién es el médico entonces? ⁶La mente del propio paciente. ⁷El resultado acabará siendo el que él decida. ⁸Agentes especiales parecen atenderle, sin embargo, no hacen otra cosa que dar forma a su decisión. ⁹Los escoge con vistas a dar forma tangible a sus deseos. ¹⁰Y eso es lo único que hacen. ¹¹En realidad, no son necesarios en absoluto. ¹²El paciente podría sencillamente levantarse sin su ayuda y decir: “No tengo ninguna necesidad de esto”. ¹³No hay ninguna enfermedad que no se curase de inmediato.
3. ¿Qué es lo único que se necesita para que este cambio de percepción tenga lugar? ²Simplemente esto: el reconocimiento de que la enfermedad es algo propio de la mente y de que no tiene nada que ver con el cuerpo. ³¿Qué te “cuesta” este reconocimiento? ⁴Te cuesta el mundo que ves, pues ya nunca más te parecerá que es el mundo el que gobierna a la mente. ⁵Con este reconocimiento se le atribuye la responsabilidad a quien verdaderamente la tiene: no al mundo, sino a aquel que contempla el mundo y lo ve como no es. ⁶Pues ve únicamente lo que elige ver. ⁷Ni más ni menos. ⁸El mundo no le hace nada. ⁹Pero él pensaba que le hacía algo. ¹⁰Él tampoco le hace nada al mundo, ya que estaba equivocado con respecto a lo que éste era. ¹¹En esto radica tu liberación de la culpa y de la enfermedad, pues ambas son una misma cosa. ¹²Sin embargo, para aceptar esta liberación, la insignificancia del cuerpo tiene que ser una idea aceptable.
4. Con esta idea, el dolor desaparece para siempre. ²Y con esta idea desaparece también cualquier confusión acerca de la Creación. ³¿Cómo podría ser de otra manera? ⁴Basta con poner causa y efecto en su verdadera secuencia con respecto a algo para que el aprendizaje se generalice y transforme al mundo. ⁵El valor de la transferencia de una idea verdadera no tiene límites ni final. ⁶El resultado final de esta lección es el recuerdo de Dios. ⁷¿Qué significado tienen ahora la culpa, la enfermedad, el dolor, los desastres y todo sufrimiento? ⁸Al no tener ningún propósito, no pueden sino desaparecer. ⁹Y con ellos desaparecen también todos los efectos que parecían tener. ¹⁰Causa y efecto no son sino una réplica de la Creación. ¹¹Vistos en su verdadera perspectiva, sin distorsiones y sin miedo, restablecen el Cielo.
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III. La función del maestro de Dios
1. Si el paciente tiene que cambiar de mentalidad para poderse curar, ¿qué puede hacer el maestro de Dios? ²¿Puede cambiar la mentalidad del paciente por él? ³Desde luego que no. ⁴Para aquellos que ya están dispuestos a cambiar de mentalidad, la función del maestro de Dios no es otra que la de regocijarse con ellos, pues se han convertido en maestros de Dios junto con él. ⁵No obstante, tiene una función más específica con aquellos que no entienden lo que es la curación. ⁶Estos pacientes no se dan cuenta de que ellos mismos han elegido la enfermedad. ⁷Por el contrario, creen que la enfermedad los eligió a ellos. ⁸No tienen tampoco una mentalidad abierta al respecto. ⁹El cuerpo les dice lo que tienen que hacer y ellos obedecen. ¹⁰No tienen idea de cuán demente es este concepto. ¹¹Sólo con que lo sospecharan, se curarían. ¹²Pero no sospechan nada. ¹³Para ellos la separación es absolutamente real.
2. Los maestros de Dios acuden a estos pacientes representando una alternativa que ellos habían olvidado. ²La simple presencia del maestro de Dios les sirve de recordatorio. ³Su manera de pensar reclama el derecho de cuestionar lo que el paciente ha aceptado como verdadero. ⁴En cuanto que mensajeros de Dios, los maestros de Dios son los símbolos de la salvación. ⁵Le piden al paciente que perdone al Hijo de Dios en su propio Nombre. ⁶Representan la Alternativa. ⁷Con la Palabra de Dios en sus mentes, vienen como una bendición, no para curar a los enfermos sino para recordarles que hay un remedio que Dios les ha dado ya. ⁸No son sus manos las que curan. ⁹No son sus voces las que pronuncian la Palabra de Dios, ¹⁰sino que sencillamente dan lo que se les ha dado. ¹¹Exhortan dulcemente a sus hermanos a que se aparten de la muerte: “¡He aquí, Hijo de Dios, lo que la vida te puede ofrecer! ¹²¿Preferirías la enfermedad en su lugar?”
3. Los maestros de Dios avanzados no toman en consideración ni por un instante las formas de enfermedad en las que sus hermanos creen. ²Hacerlo sería olvidar que todas ellas tienen el mismo propósito y que, por lo tanto, no son en modo alguno diferentes. ³Los maestros de Dios tratan de oír la Voz de Dios en ese hermano que se engaña a sí mismo hasta el punto de creer que el Hijo de Dios puede sufrir. ⁴Y le recuerdan que él no se hizo a sí mismo y que, por consiguiente, aún es tal como Dios lo creó. ⁵Los maestros de Dios reconocen que las ilusiones no tienen efectos. ⁶La verdad que se encuentra en sus mentes se extiende hasta la verdad que se encuentra en las mentes de sus hermanos, y de este modo no refuerzan sus ilusiones. ⁷De manera que éstas se llevan ante la verdad; la verdad no se lleva ante ellas. ⁸Y de esta forma se disipan, no por medio de la voluntad de otro, sino por medio de la única Voluntad que existe en unión Consigo Misma. ⁹Ésta es la función de los maestros de Dios: no ver voluntad alguna separada de la de ellos ni la suya separada de la de Dios.
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6. ¿Tiene siempre lugar la curación?
1. Sí, la curación siempre tiene lugar. ²Es imposible llevar las ilusiones ante la verdad y al mismo tiempo conservarlas. ³La verdad demuestra que las ilusiones no tienen ningún valor. ⁴El maestro de Dios ha visto la corrección de sus propios errores en la mente del paciente, al reconocerla como lo que es. ⁵Al haber aceptado la Expiación para sí mismo, también la ha aceptado para el paciente. ⁶Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el paciente usa la enfermedad como una forma de vida, creyendo que la curación es el camino a la muerte? ⁷En estos casos, una curación repentina podría ocasionar una aguda depresión y una sensación de pérdida tan profunda, que el paciente podría incluso tratar de destruirse a sí mismo. ⁸Al no tener nada por lo que vivir, podría incluso pedir la muerte. ⁹Por su propio bien, pues, la curación debe esperar.
2. La curación se hará a un lado siempre que pueda percibirse como una amenaza. ²En el instante en que se le da la bienvenida, ahí está. ³Allí donde se haya ofrecido una curación, ésta se recibirá. ⁴¿Y qué es el tiempo ante los regalos de Dios? ⁵Nos hemos referido en muchas ocasiones en el texto a los tesoros que se ofrecen equitativamente, tanto para el que da los dones de Dios como para el que los recibe. ⁶Ni uno solo se pierde, pues sólo pueden multiplicarse. ⁷Ningún maestro de Dios debe sentirse decepcionado si, habiendo ofrecido una curación, pareciera que ésta no se ha recibido. ⁸No es su función juzgar cuándo se debe aceptar su regalo. ⁹Que tenga por seguro que ha sido recibido y que no ponga en duda que será aceptado cuando se reconozca que es una bendición y no una maldición.
3. La función de los maestros de Dios no es evaluar el resultado de sus regalos. ²Su función es simplemente darlos. ³Una vez que los han dado, han dado también el resultado, ya que éste es parte del regalo. ⁴Nadie puede dar si está preocupado por los resultados de lo que da. ⁵Eso sería poner un límite en el acto de dar en sí, y en ese caso, ni el que da ni el que recibe dispondría del regalo. ⁶La confianza es parte esencial del acto de dar; de hecho, es la parte que hace posible el compartir; la parte que garantiza que el dador no ha de perder sino que únicamente ganará. ⁷¿Qué sentido tiene que alguien dé un regalo si luego se queda con él para asegurarse de que se use como mejor le parezca a él? ⁸Eso no es dar sino subyugar.
4. Haber abandonado toda preocupación por el regalo es lo que hace que sea verdaderamente dado. ²Y lo que hace posible dar de verdad es la confianza. ³La curación es el cambio de mentalidad que el Espíritu Santo procura que tenga lugar en la mente del paciente. ⁴Y es el Espíritu Santo en la mente del donante Quien le da el regalo a aquél. ⁵¿Cómo podría perderse? ⁶¿Cómo podría ser ineficaz? ⁷¿Cómo podría desperdiciarse? ⁸Las arcas de Dios jamás se vacían. ⁹Y si les faltara un solo regalo no estarían llenas. ¹⁰Sin embargo, Dios garantiza que las arcas estén siempre rebosantes. ¹¹¿Por qué, entonces, habría de preocuparse un maestro de Dios por lo que sucede con sus regalos? ¹²Al ser Dios Quien se los da a Sí Mismo, ¿quién iba a dejar de recibirlo todo en este santo intercambio?
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7. ¿Debe repetirse la curación?
1. En realidad, esta pregunta se contesta a sí misma. ²La curación no puede repetirse. ³Si el paciente se ha curado, ¿qué queda por curar? ⁴Y si la curación siempre tiene lugar, como ya hemos dicho, ¿qué es lo que hay que repetir? ⁵Si un maestro de Dios se sigue preocupando por el resultado de una curación, no hace sino limitarla. ⁶Ahora es la mente del maestro de Dios la que necesita ser curada. ⁷Y esto es lo que él debe facilitar. ⁸Ahora el paciente es él y así es como debe considerarse a sí mismo. ⁹Ha cometido un error y tiene que estar dispuesto a cambiar de mentalidad al respecto. ¹⁰Le faltó la confianza que habría hecho posible dar verdaderamente y, por lo tanto, no recibió el beneficio de su regalo.
2. Cada vez que un maestro de Dios trató de ser un canal de curación tuvo éxito. ²De sentirse tentado de dudar de ello, no debería repetir su esfuerzo previo. ³Éste ya fue máximo, pues el Espíritu Santo así lo aceptó y así lo utilizó. ⁴El maestro de Dios tiene ahora ante sí sólo un camino a seguir. ⁵Tiene que hacer uso de su razón para decirse a sí mismo que ha entregado el problema a Uno que no puede fallar; y debe reconocer que su incertidumbre no es amor, sino miedo y, por consiguiente, odio. ⁶Su posición se ha hecho, por lo tanto, insostenible, pues le está ofreciendo odio a quien antes había ofrecido amor. ⁷Esto es imposible. ⁸Habiendo ofrecido amor, sólo se puede recibir amor.
3. En esto es en lo que el maestro de Dios tiene que confiar. ²Esto es lo que realmente significa la afirmación de que la única responsabilidad del obrador de milagros es aceptar la Expiación para sí mismo. ³El maestro de Dios es un obrador de milagros porque da los regalos que ha recibido. ⁴Pero primero tiene que aceptarlos. ⁵No necesita hacer nada más, ya que no hay nada más que pueda hacer. ⁶Al aceptar la curación puede darla. ⁷Si pone esto en duda, que recuerde Quién dio el regalo y Quién lo recibió. ⁸Así se aclaran sus dudas. ⁹Pensó que Dios le podía quitar los regalos que le había dado. ¹⁰Eso fue un error, pero es un error que no vale la pena conservar. ¹¹Por lo tanto, lo único que el maestro de Dios puede hacer es reconocer que fue un error y permitir que sea corregido.
4. Dudar de la curación debido a que los síntomas siguen estando presentes es una de las tentaciones más difíciles de reconocer, pues no vemos que es un error que se manifiesta en forma de falta de confianza. ²Como tal, es un ataque. ³Normalmente parece ser justo lo contrario. ⁴No parece razonable, en un principio, que se nos diga que preocuparnos continuamente es un ataque, ⁵pues tiene todas las apariencias de ser amor. ⁶Mas el amor sin confianza es imposible, puesto que la duda y la confianza no pueden coexistir. ⁷Y el odio es lo opuesto al amor, sea cual sea la forma en que se manifieste. ⁸No dudes del regalo, y te será imposible dudar de sus resultados. ⁹Esta certeza es la que le da a los maestros de Dios el poder para ser obradores de milagros, pues han depositado su confianza en Él.
5. Dudar de uno mismo es la causa fundamental de que se dude del resultado de cualquier problema que se le haya entregado al Maestro de Dios para que lo resuelva. ²Y eso implica necesariamente que se ha puesto la confianza en un ser ilusorio, ya que sólo de un ser así se puede dudar. ³Esta ilusión puede adoptar muchas formas. ⁴Tal vez temor a ser débil y vulnerable; ⁵tal vez miedo a fracasar y a sentirse avergonzado en conexión con un sentimiento de ineptitud; ⁶quizá vergüenza acompañada de culpa procedente de una falsa humildad. ⁷La forma del error es irrelevante. ⁸Lo único que importa es que se reconozca como lo que es: un error.
6. El error es siempre una forma de preocupación por uno mismo, a costa de la exclusión del paciente. ²Es no reconocer al paciente como parte del Ser, lo cual representa, por lo tanto, una confusión de identidad. ³Un conflicto acerca de lo que eres se ha producido en tu mente y te has engañado con respecto a ti mismo. ⁴Y te has engañado con respecto a ti mismo porque has negado la Fuente de tu creación. ⁵Si sólo ofreces curación, no puedes dudar. ⁶Si realmente quieres que el problema se resuelva, no puedes dudar. ⁷Si estás seguro de cuál es el problema, no puedes dudar. ⁸La duda es el resultado de deseos conflictivos. ⁹Ten certeza con respecto a lo que quieres y te será imposible dudar.
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8. ¿Cómo puede evitarse la percepción de grados de dificultad?
1. La creencia de que existen grados de dificultad es la base de la percepción del mundo. ²Dicha creencia se basa en diferencias: ambientes distintos y en un primer plano cambiante; en alturas desparejas y en tamaños diversos; en grados variables de obscuridad y luz, y en miles de contrastes en los que cada cosa percibida compite con las demás para sobresalir. ³Un objeto más grande eclipsa a otro más pequeño. ⁴Una cosa más brillante llama más la atención que otra con menos poder de atracción. ⁵Y una idea más amenazante o una que se considera más deseable de acuerdo con las normas del mundo, trastorna completamente el equilibrio mental. ⁶Lo único que los ojos del cuerpo pueden contemplar son conflictos. ⁷No recurras a ellos en busca de paz y entendimiento.
2. Las ilusiones son siempre ilusiones de diferencias. ²¿Cómo podría ser de otra manera? ³Una ilusión es por definición un intento de que algo que se considera de suma importancia sea real, si bien reconoce que es falso. ⁴La mente, por consiguiente, trata de hacer que sea verdad debido a su intenso deseo de conseguirlo. ⁵Las ilusiones son parodias de la Creación: intentos de llevar la verdad a las mentiras. ⁶La mente, al considerar a la verdad como algo inaceptable, se subleva contra ella y se otorga a sí misma una ilusión de victoria. ⁷Y al considerar a la salud como una carga, se refugia en sueños febriles. ⁸Y en esos sueños, la mente se encuentra separada, es diferente de otras mentes, con intereses propios distintos de los de éstas y capaz de satisfacer sus necesidades a expensas de otros.
3. ¿De dónde surgen todas estas diferencias? ²Ciertamente parecen encontrarse en el mundo externo. ³Sin embargo, no hay duda de que es la mente la que juzga lo que los ojos contemplan: ⁴la que interpreta los mensajes que le transmiten los ojos y la que les adjudica “significado”. ⁵Este significado, no obstante, no existe en el mundo externo en absoluto. ⁶Lo que se ve como la “realidad” es simplemente lo que la mente prefiere. ⁷La mente proyecta su propia jerarquía de valores al exterior, y luego ordena a los ojos del cuerpo a que la encuentren. ⁸Éstos jamás podrían ver excepto a base de contrastes. ⁹Mas la percepción no se basa en los mensajes que traen los ojos. ¹⁰La mente es la que evalúa sus mensajes y, por lo tanto, sólo ella es responsable de lo que vemos. ¹¹Sólo ella decide si lo que vemos es real o ilusorio, deseable o indeseable, placentero o doloroso.
4. Es en el proceso de selección y categorización que la mente realiza donde se producen los errores de percepción. ²Y es ahí donde debe efectuarse la corrección. ³La mente clasifica—de acuerdo con sus valores preconcebidos —lo que los ojos del cuerpo le informan y determina cuál es el lugar más apropiado para cada dato sensorial. ⁴¿Qué base podría ser más defectuosa que ésta? ⁵Sin darse cuenta, ha pedido que se le proporcione lo que se ajusta a esas categorías. ⁶Y una vez que ha hecho esto, concluye que las categorías no pueden sino ser ciertas. ⁷Ésta es la base de todos los juicios que establecen diferencias porque los juicios que el mundo emite descansan sobre ella. ⁸¿Cómo se iba a poder depender de este “razonamiento” confuso y absurdo?
5. No puede haber grados de dificultad en la curación por el simple hecho de que toda enfermedad es una ilusión. ²¿Sería acaso más difícil desvanecer la creencia que tiene un demente en una alucinación mayor, que en una más pequeña? ³¿Podría reconocer más rápidamente la irrealidad de una voz estridente, que la de una voz agradable? ⁴¿Desecharía más fácilmente una orden de matar que se le pide con un susurro, que una que se le pide a gritos? ⁵¿Y acaso afecta el número de tridentes que tienen los diablos que él ve la credibilidad de éstos en su percepción? ⁶Su mente ha clasificado todas esas ilusiones como reales y, por lo tanto, son reales para él. ⁷Cuando se dé cuenta de que no son más que ilusiones, desaparecerán. ⁸Y lo mismo ocurre con la curación. ⁹Las propiedades de las ilusiones que hacen que éstas parezcan diferentes entre sí, son realmente irrelevantes, pues sus propiedades son tan ilusorias como ellas mismas.
6. Los ojos del cuerpo continuarán viendo diferencias. ²Pero la mente que se ha permitido a sí misma ser curada, ya no las tendrá en cuenta. ³Habrá quienes parezcan estar más “enfermos” que otros y los ojos del cuerpo informarán, como antes, de los cambios que se produzcan en su aspecto. ⁴Mas la mente que se ha curado los pondrá a todos bajo una misma categoría: la de irreales. ⁵Éste es el don de su Maestro: el entendimiento de que, al clasificar los mensajes que la mente recibe de lo que parece ser el mundo externo, sólo dos categorías son significativas. ⁶Y de éstas, sólo una es real. ⁷De la misma manera en que la realidad es completamente real, independientemente de los conceptos de tamaño, forma, tiempo o lugar—ya que en ella no pueden existir diferencias—así también las ilusiones carecen de distinciones. ⁸La única respuesta para cualquier clase de enfermedad es la curación. ⁹La única respuesta para cualquier clase de ilusión es la verdad.
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9. ¿Se requieren cambios en las condiciones de vida de los maestros de Dios?
1. Donde se requieren cambios es en las mentes de los maestros de Dios. ²Esto puede o no entrañar cambios en las condiciones externas. ³Recuerda que nadie está donde está por casualidad y que nada en el plan de Dios es al azar. ⁴Es bastante improbable que los primero pasos a dar en la formación del nuevo maestro de Dios no sean cambios de actitud. ⁵No hay, sin embargo, una norma fija al respecto, toda vez que el entrenamiento es siempre altamente individualizado. ⁶Hay quienes son llamados a cambiar las circunstancias de sus vidas casi de inmediato, mas éstos son generalmente casos especiales. ⁷A la gran mayoría se les proporciona un programa de entrenamiento que evoluciona lentamente, en el que se corrigen el mayor número posible de errores previos. ⁸Las relaciones personales, en especial, tienen que percibirse debidamente, y todas las áreas de falta de perdón se tienen que eliminar. ⁹De lo contrario, el viejo sistema de pensamiento mantendrá aún una base a la que regresar.
2. A medida que el maestro de Dios avanza en su formación, aprende más concienzudamente una lección: ²no tomar decisiones por su cuenta. ³En lugar de ello, le pide a su Maestro Su respuesta y es ésta la que sigue como guía para sus acciones. ⁴Esto le resulta cada vez más fácil, a medida que aprende a abandonar sus propios juicios. ⁵Abandonar todo juicio—el requisito previo para poder oír la Voz de Dios—es normalmente un proceso bastante lento, no porque sea difícil, sino porque se tiende a percibir como una afrenta personal. ⁶El entrenamiento del mundo tiene como meta el logro de un objetivo diametralmente opuesto al de nuestro programa. ⁷El mundo enseña que confiar en nuestro propio juicio es muestra de madurez y fortaleza. ⁸Nuestro programa enseña que abandonar todo juicio es la condición necesaria para la salvación.
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10. ¿Cómo se deja de juzgar?
1. Juzgar, al igual que los demás mecanismos mediante los cuales el mundo de las ilusiones se mantiene vigente, es algo que el mundo no entiende en absoluto. ²De hecho, se le confunde con sabiduría y se usa como substituto de la verdad. ³Tal como el mundo usa el término, un individuo es capaz de tener “buen” juicio o “mal” juicio, y su educación tiene como objeto reforzar el primero y minimizar el segundo. ⁴Existe, no obstante, una gran confusión con respecto a lo que significan estas categorías. ⁵Lo que es “buen” juicio para uno, es un “mal” juicio” para otro. ⁶Lo que es más, una misma persona puede clasificar la misma acción como muestra de “buen” juicio en una ocasión y de “mal” juicio en otra. ⁷Tampoco puede enseñarse realmente un criterio consistente para determinar lo que son estas categorías. ⁸En cualquier momento, el estudiante puede estar en desacuerdo con lo que su posible maestro dice acerca de ellas, o el maestro mismo puede ser inconsistente en lo que cree. ⁹”Buen” juicio, en este contexto, no significa nada. ¹⁰”Mal” juicio tampoco.
2. Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe juzgar, sino de que no puede. ²Al renunciar a los juicios, renuncia simplemente a lo que nunca tuvo. ³Renuncia a una ilusión; o mejor dicho, tiene la ilusión de renunciar a algo. ⁴En realidad, simplemente se ha vuelto más honesto. ⁵Al reconocer que nunca le fue posible juzgar, deja de intentarlo. ⁶Esto no es un sacrificio. ⁷Por el contrario, se pone en una posición en la que el juicio puede tener lugar a través de él en vez de ser emitido por él. ⁸Y este juicio no es ni “bueno” ni “malo”. ⁹Es el único juicio que existe y es sólo uno: “El Hijo de Dios es inocente y el pecado no existe”.
3. El objetivo de nuestro programa de estudio, a diferencia de la meta del aprendizaje del mundo, es el reconocimiento de que juzgar, en el sentido usual, es imposible. ²Esto no es una opinión sino un hecho. ³Para poder juzgar cualquier cosa correctamente, uno tendría que ser consciente de una gama inconcebiblemente vasta de cosas pasadas, presentes y por venir. ⁴Uno tendría que reconocer de antemano todos los efectos que sus juicios podrían tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas. ⁵Y tendría que estar seguro de que no hay distorsión alguna en su percepción para que sus juicios fuesen completamente justos con todos sobre los que han de recaer ahora o en el futuro. ⁶¿Quién está en posición de hacer esto? ⁷¿Quién, excepto en delirios de grandeza, pretendería ser capaz de todo esto?
4. ¿Recuerdas cuántas veces pensaste que estabas al tanto de todos los “hechos” que necesitabas para juzgar algo y cuán equivocado estabas? ²¿Quién no ha tenido esta experiencia? ³¿Tienes idea de cuántas veces pensaste que tenías razón, sin jamás darte cuenta de que estabas equivocado? ⁴¿Por qué habrías de querer usar una base tan arbitraria sobre la que tomar tus decisiones? ⁵Formar juicios no es muestra de sabiduría; la renuncia a todo juicio lo es. ⁶Forma, pues, un solo juicio más: ⁷hay Alguien a tu lado Cuyo juicio es perfecto. ⁸Él conoce todos los hechos, pasados, presentes y por venir. ⁹Conoce los efectos que Sus juicios han de tener sobre todas las personas y sobre todas las cosas que de alguna manera estén involucradas. ¹⁰Y Él es absolutamente justo con todos, pues en Su percepción no hay distorsiones.
5. Abandona, por lo tanto, todo juicio, no con pesar sino con un suspiro de gratitud. ²Ahora estás libre de una carga tan pesada, que sólo podría haberte hecho tambalear y caer debajo de ella. ³Y todo era una ilusión. ⁴Nada más. ⁵Ahora el maestro de Dios puede levantarse aliviado y seguir adelante con paso ligero. ⁶Pero éste no es el único beneficio. ⁷Su sensación de preocupación ha desaparecido, pues no tiene ninguna razón para ello. ⁸La ha abandonado, junto con sus juicios. ⁹Se entregó a Aquel en Cuyo juicio ha elegido ahora confiar en lugar del suyo propio. ¹⁰Ya no comete errores. ¹¹Su Guía es infalible. ¹²Y donde vino a juzgar, ahora viene a bendecir. ¹³Donde ahora ríe, antes venía a llorar.
6. No es difícil renunciar al hábito de juzgar. ²Lo que sí es difícil es aferrarse a él. ³El maestro de Dios lo abandona gustosamente en el instante en que reconoce su costo. ⁴Toda la fealdad que ve a su alrededor es el resultado de sus juicios, ⁵al igual que todo el dolor que contempla. ⁶De ellos se deriva toda soledad y sensación de pérdida; el paso del tiempo y el creciente desaliento; la desesperación enfermiza y el miedo a la muerte. ⁷Y ahora el maestro de Dios sabe que todas esas cosas no tienen razón de ser. ⁸Ni una sola es verdad. ⁹Habiendo abandonado su causa, todas ellas se desprenden de él, ya que nunca fueron sino los efectos de su decisión equivocada. ¹⁰Maestro de Dios, este paso te brindará paz. ¹¹¿Cómo iba a ser difícil anhelar sólo esto?
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11. ¿Es posible la paz en este mundo?
1. Ésta es una pregunta que todo el mundo debe hacerse. ²Es verdad que la paz no parece ser posible aquí. ³Sin embargo, la Palabra de Dios promete otras cosas que, al igual que ésta, parecen imposibles. ⁴Y Su Palabra ha prometido paz. ⁵Ha prometido también que la muerte no existe, que la resurrección tendrá lugar y que el renacimiento es la herencia del hombre. ⁶El mundo que ves no puede ser el mundo que Dios ama y, sin embargo, Su Palabra nos asegura que Él ama al mundo. ⁷La Palabra de Dios ha prometido que la paz es posible aquí, y lo que Él promete no puede ser imposible. ⁸Mas es cierto que hay que contemplar el mundo de otra manera, si es que se han de aceptar Sus promesas. ⁹Lo que el mundo es, es un hecho. ¹⁰Tú no puedes decidir lo que debe ser. ¹¹Pero sí puedes decidir cómo quieres verlo. ¹²De hecho, ésa es una decisión que tienes que tomar.
2. Volvemos nuevamente al tema de los juicios. ²Esta vez pregúntate qué es más probable que sea verdad, tus juicios o la Palabra de Dios. ³Pues ambos afirman cosas diferentes acerca del mundo, y tan opuestas que no tiene objeto tratar de reconciliarlas. ⁴Dios ofrece salvación al mundo; tus juicios quieren condenarlo. ⁵Dios afirma que la muerte no existe; tu juicio ve a la muerte como el inevitable final de la vida. ⁶La Palabra de Dios te asegura que Él ama al mundo; tus juicios afirman que el mundo no es digno de ser amado. ⁷¿Quién tiene razón? ⁸Pues uno de los dos tiene que estar equivocado. ⁹No puede ser de otra manera.
3. En el texto se explica que el Espíritu Santo es la Respuesta a todos los problemas a los que tú has dado lugar. ²Estos problemas no son reales, pero eso no significa nada para los que creen en ellos. ³Y todo el mundo cree en lo que ha hecho, pues lo hizo al creer en ello. ⁴A esta extraña y paradójica situación que no tiene sentido ni significado, de la que, sin embargo, no parece que haya forma de escaparse, Dios ha enviado Su Juicio para reemplazar al tuyo. ⁵Con gran ternura lo substituye. ⁶Y por medio de esa substitución, lo incomprensible se vuelve comprensible. ⁷¿Es posible la paz en este mundo? ⁸En tu juicio no lo es ni lo será nunca. ⁹Pero en el Juicio de Dios, lo único que se refleja aquí es paz.
4. La paz es imposible para los que promueven la guerra ²e inevitable para los que ofrecen paz. ³¡Cuán fácilmente, pues, te puedes escapar de tus juicios acerca del mundo! ⁴No es el mundo lo que hace que la paz parezca imposible. ⁵El mundo que ves es lo que es imposible. ⁶No obstante, el Juicio de Dios acerca de este mundo distorsionado lo ha redimido y preparado para que dé la bienvenida a la paz. ⁷Y la paz desciende sobre él en jubilosa respuesta. ⁸Ahora la paz puede estar aquí porque un Pensamiento de Dios ha llegado. ⁹¿Qué otra cosa sino un Pensamiento de Dios podría trocar el infierno en Cielo sólo por ser lo que es? ¹⁰La tierra se postra ante Su misericordiosa Presencia, que, en respuesta, se inclina para elevarla de nuevo. ¹¹Ahora la pregunta es diferente. ¹²Ya no es: “¿Es posible la paz en este mundo?”, sino: “¿Cómo sería posible que no hubiese paz aquí?”
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12. ¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?
1. La respuesta a esta pregunta es... uno solo. ²Un maestro absolutamente perfecto que haya completado su aprendizaje es suficiente. ³Este maestro, santificado y redimido, se convierte en el Ser que es el Hijo de Dios. ⁴Quien siempre fue únicamente Espíritu ya no se ve a sí mismo como un cuerpo y ni siquiera como en un cuerpo. ⁵Por lo tanto, es ilimitado. ⁶Y al no tener límites, sus pensamientos están unidos eternamente a los de Dios. ⁷La percepción que tiene de sí mismo está basada en el Juicio de Dios, no en el suyo propio. ⁸De esta manera, comparte la Voluntad de Dios y lleva Sus Pensamientos a las mentes que todavía están engañadas. ⁹Es por siempre uno porque es tal como Dios lo creó. ¹⁰Ha aceptado a Cristo y se ha salvado.
2. De esta forma, el hijo del hombre se convierte en el Hijo de Dios. ²Esto no es realmente un cambio; es más bien un cambio de mentalidad. ³Nada externo cambia, pero todo lo interno refleja ahora únicamente el Amor de Dios. ⁴Ya no hay que temer a Dios, pues la mente no ve ninguna razón para el castigo. ⁵Los maestros de Dios aparentan ser muchos, pues eso es lo que necesita el mundo. ⁶Mas al estar unidos en un solo propósito, el cual comparten con Dios, ¿cómo podría haber separación entre ellos? ⁷¿Qué importa entonces si se presentan de muchas maneras? ⁸Sus mentes son una, y así, su unión es total. ⁹Y Dios opera ahora a través de ellos cual uno solo, pues eso es lo que son.
3. ¿Por qué es necesaria la ilusión de que hay muchos? ²Únicamente porque para los ilusos la realidad no es comprensible. ³Son muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios, y ni siquiera éstos pueden comunicar Sus mensajes directamente por medio del Espíritu que se los dio. ⁴Necesitan un medio a través del cual puedan comunicarse con aquellos que no se dan cuenta de que son Espíritu. ⁵Un cuerpo que éstos puedan ver; ⁶una voz que puedan comprender y escuchar sin el temor que la verdad suscitaría en ellos. ⁷No olvides que la verdad sólo puede llegar allí donde se le da la bienvenida sin temor. ⁸Por eso es por lo que los maestros de Dios necesitan un cuerpo, pues, de otra manera, su unidad no se podría reconocer directamente.
4. Lo que convierte a los maestros de Dios en maestros es su reconocimiento del verdadero propósito del cuerpo. ²A medida que avanzan en su profesión, se afianzan más y más en la certeza de que la función del cuerpo no es otra que la de permitir que la Voz de Dios hable a través de ellos a otros oídos humanos. ³Estos oídos llevarán a la mente del oyente mensajes que no son de este mundo, y la mente los entenderá debido a la Fuente de donde se originaron. ⁴Como resultado de este entendimiento, este nuevo maestro de Dios reconocerá cuál es el verdadero propósito del cuerpo: la única utilidad que realmente tiene. ⁵Con esta lección basta para dejar que entre el pensamiento de unidad, y lo que es uno se reconoce como uno. ⁶Los maestros de Dios parecen compartir la ilusión de la separación, pero por razón del uso que hacen del cuerpo, no creen en la ilusión a pesar de las apariencias.
5. La lección fundamental es siempre ésta: el cuerpo se convertirá para ti en aquello para lo que lo uses. ²Úsalo para pecar o para atacar, que es lo mismo, y lo verás como algo pecaminoso. ³Al ser pecaminoso es débil, y al ser débil, sufre y muere. ⁴Úsalo para llevar la Palabra de Dios a aquellos que no la han oído, y el cuerpo se vuelve santo. ⁵Al ser santo no puede enfermar ni morir. ⁶Cuando deja de ser útil, se deja a un lado. ⁷Eso es todo. ⁸La mente toma esta decisión, así como todas las que son responsables de la condición del cuerpo. ⁹El maestro de Dios, no obstante, no toma esta decisión por su cuenta. ¹⁰Hacer eso sería conferirle al cuerpo un propósito distinto del que lo mantiene santo. ¹¹La Voz de Dios le dirá cuándo ha llevado a término su cometido, tal como le dice cuál es su función. ¹²Mas él no sufre, tanto si se va como si se queda. ¹³Ahora es imposible que pueda enfermar.
6. La unicidad y la enfermedad no pueden coexistir. ²Los maestros de Dios eligen ver sueños por un tiempo. ³Es una elección consciente. ⁴Pues han aprendido que toda elección se hace conscientemente, con pleno conocimiento de sus consecuencias. ⁵El sueño afirma lo contrario, pero ¿quién pondría su fe en sueños una vez que los ha reconocido como tal? ⁶Ser conscientes de que están soñando es la verdadera función de los maestros de Dios, ⁷quienes observan a los personajes del sueño ir y venir, variar y cambiar, sufrir y morir. ⁸Mas no se dejan engañar por lo que ven. ⁹Reconocen que considerar a una de las figuras del sueño como enferma y separada, no es más real que considerarla saludable y hermosa. ¹⁰La unidad es lo único que no forma parte de los sueños. ¹¹Y esta unidad, que indudablemente les pertenece, es lo que los maestros de Dios reconocen como lo que se encuentra tras el sueño, más allá de toda apariencia.
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13. ¿Cuál es el verdadero significado del sacrificio?
1. Aunque en la realidad el término sacrificio no tiene absolutamente ningún significado, en el mundo ciertamente lo tiene. ²Al igual que todas las cosas del mundo, su significado es temporal, y una vez que deje de haber necesidad de él, se disolverá finalmente en la nada de donde provino. ³De momento, su verdadero significado es una lección. ⁴Al igual que todas las demás lecciones, es una ilusión, puesto que en realidad no hay nada que aprender. ⁵Esta ilusión, no obstante, debe ser reemplazada por un mecanismo correctivo: otra ilusión que reemplace a la primera para que ambas puedan finalmente desaparecer. ⁶La primera ilusión que debe ser desplazada antes de que otro sistema de pensamiento pueda arraigarse, es que abandonar las cosas de este mundo supone un sacrificio. ¿Qué podría ser esto sino una ilusión, dado que el mundo en sí no es más que una ilusión?
2. Se tiene que haber aprendido mucho para reconocer, y para aceptar, el hecho de que el mundo no tiene nada que ofrecer. ²¿Qué puede significar el sacrificio de lo que no es nada? ³No puede significar que como resultado de ello tengas menos. ⁴De acuerdo con el pensar del mundo, no hay sacrificio que no incluya al cuerpo. ⁵Piensa por un momento en lo que el mundo llama sacrificio. ⁶El poder, la fama, el dinero, los placeres físicos, ¿quién es el “héroe” que posee todas esas cosas? ⁷¿Qué significado podrían tener excepto para un cuerpo? ⁸Mas un cuerpo no puede evaluar. ⁹Al ir en pos de tales cosas, la mente se identifica con el cuerpo, ocultando su Identidad y perdiendo de vista lo que realmente es.
3. Una vez que se ha producido esta confusión, a la mente le resulta imposible entender que todos los “placeres” del mundo no son nada. ²Pero el sacrificio que éstos conllevan, ¡eso sí que es un sacrificio! ³Pues ahora la mente se ha condenado a sí misma a buscar sin la posibilidad de hallar nada; a estar insatisfecha y descontenta para siempre; y a no saber lo que realmente quiere hallar. ⁴¿Quién podría escapar de esta auto-condenación? ⁵Sólo a través de la Palabra de Dios es posible escapar, ⁶pues la auto-condenación es una decisión acerca de nuestra identidad y nadie duda de lo que cree ser. ⁷Podrá dudar de todo, pero nunca de eso.
4. Los maestros de Dios no sienten ningún pesar al renunciar a los placeres del mundo. ²¿Cómo podría ser un sacrificio renunciar al dolor? ³¿Lamentan acaso los adultos abandonar los juguetes que tenían de niños? ⁴Y el que ha vislumbrado la faz de Cristo, ¿podría sentir nostalgia por lo que sucede en un matadero? ⁵Nadie que se haya escapado del mundo y de todos sus males lo contempla con condenación. ⁶No obstante, no puede sino alegrarse de estar libre del sacrificio que todas las cosas que el mundo valora le habrían exigido. ⁷Por ellas sacrificaba su paz. ⁸Por ellas sacrificaba su libertad. ⁹Y, para poseerlas, hubiera tenido que sacrificar su esperanza de alcanzar el Cielo y el recuerdo del Amor de su Padre. ¹⁰¿Quién, en su sano juicio, escogería lo que no es nada como substituto de lo que lo es todo?
5. ¿Cuál es el verdadero significado del sacrificio? ²Es el costo de creer en las ilusiones. ³Es el precio que hay que pagar por negar la verdad. ⁴No hay placer en el mundo que no exija esto, pues, de otra manera, se vería que el placer es dolor, y nadie pediría dolor si reconociera que eso es lo que está pidiendo. ⁵La idea de sacrificio es la que lo ciega. ⁶No se da cuenta de lo que está pidiendo ⁷y, por consiguiente, lo busca de mil maneras y en mil lugares distintos creyendo en cada ocasión que está allí, pero acabando siempre desilusionado. ⁸”Busca, pero no halles” sigue siendo el decreto implacable de este mundo, y nadie que persiga los objetivos del mundo puede eludirlo.
6. Tal vez pienses que este curso requiere que sacrifiques todo aquello que tienes en gran estima. ²En cierto sentido eso es cierto, pues tienes en gran estima cosas que crucifican al Hijo de Dios, y el objetivo de este curso es liberarlo. ³Pero no te equivoques con respecto a lo que realmente significa el sacrificio. ⁴El sacrificio es siempre la renuncia a lo que quieres. ⁵¿Y qué es, oh maestro de Dios, lo que quieres? ⁶Dios te ha llamado y tú has contestado. ⁷¿Sacrificarías ahora esa Llamada? ⁸Son muy pocos los que la han oído hasta ahora y no tienen a nadie más a quien recurrir sino a ti. ⁹No hay otra esperanza en todo el mundo en la que puedan confiar. ¹⁰No hay otra voz en todo el mundo que sea eco de la de Dios. ¹¹Si sacrificas la verdad, ellos se quedan en el infierno. ¹²Y si ellos se quedan en el infierno, tú no podrás sino quedarte allí con ellos.
7. No olvides que el sacrificio es total. ²No hay sacrificios a medias. ³No puedes renunciar al Cielo parcialmente. ⁴No puedes estar en el infierno sólo un poco. ⁵La Palabra de Dios no admite excepciones. ⁶Esto es lo que La hace santa y que esté más allá del mundo. ⁷Es su santidad la que apunta hacia Dios. ⁸Es su santidad la que te mantiene a salvo. ⁹La niegas cada vez que, por la razón que sea, atacas a un hermano. ¹⁰Pues entonces es cuando te separas de Dios. ¹¹Mas esa separación no es posible. ¹²Es una separación que no puede ocurrir, ¹³una separación, no obstante, en la que sin duda creerás porque habrás dado lugar a una situación imposible. ¹⁴Y en esa situación, lo imposible parece ocurrir. ¹⁵Y parece ocurrir “a expensas” de la verdad.
8. Maestro de Dios, no te olvides de lo que realmente es el sacrificio y recuerda lo que cada decisión que tomas significa en términos de costes. ²Decide en favor de Dios y todo se te dará sin costo alguno. ³Decide contra Él, y estarás eligiendo lo que no es nada a costa de la conciencia de lo que es todo. ⁴¿Qué quieres enseñar? ⁵Recuerda solamente lo que quieres aprender, ⁶pues eso es lo único que debe importarte. ⁷La Expiación es para ti. ⁸Tu aprendizaje la reclama y tu aprendizaje la provee. ⁹El mundo no te la ofrece, ¹⁰pero aprende este curso y será tuya. ¹¹Dios te ofrece Su Palabra, pues tiene necesidad de maestros. ¹²¿Qué otra manera puede haber de salvar a Su Hijo?
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14. ¿Cómo acabará el mundo?
1. ¿Puede realmente tener fin lo que no tiene principio? ²El mundo acabará en una ilusión, tal como comenzó. ³Su final, no obstante, será una ilusión de misericordia. ⁴La ilusión del perdón, completo, sin excluir a nadie y de una ternura ilimitada, lo cubrirá, ocultando todo mal, encubriendo todo pecado y dando fin a la culpabilidad para siempre. ⁵Así acabará el mundo al que la culpa dio lugar, pues ahora no tiene ningún propósito y desaparece. ⁶El origen de las ilusiones es la creencia de que tienen un propósito; que satisfacen alguna necesidad o de que colman un deseo. ⁷Si se perciben como desprovistas de propósito, dejan de verse. ⁸Al reconocerse su inutilidad, desaparecen. ⁹¿De qué otra manera, si no, terminan todas las ilusiones? ¹⁰Se llevaron ante la verdad y la verdad no las vio. ¹¹Simplemente pasó por alto lo que no tenía sentido.
2. Hasta que el perdón no se complete, el mundo seguirá teniendo un propósito. ²Es el hogar donde nace el perdón, donde crece y donde se vuelve más fuerte y abarcador. ³Aquí se le alimenta, pues es aquí donde se le necesita. ⁴Un benévolo Salvador, nacido donde el pecado fue concebido y donde la culpa parecía real. ⁵Éste es Su hogar porque aquí ciertamente se le necesita. ⁶Él trae Consigo el fin del mundo. ⁷Es a Su llamada a la que los maestros de Dios responden, dirigiéndose a Él en silencio para recibir Su palabra. ⁸El mundo acabará cuando todas las cosas que hay en él hayan sido correctamente juzgadas mediante Su juicio. ⁹El mundo acabará con la bendición de la santidad sobre él. ¹⁰El mundo desaparecerá cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado. ¹¹No será destruido ni atacado y ni siquiera sufrirá el más mínimo rasguño. ¹²Simplemente dejará de parecer que existe.
3. Ciertamente parece que esto se encuentra muy, pero que muy lejos. ²”Cuando ya no quede ni un solo pensamiento de pecado” parece ser, en efecto, un objetivo a largo plazo. ³Pero el tiempo se detiene y sirve al objetivo de los maestros de Dios. ⁴En el instante en que cualquiera de ellos acepte la Expiación para sí mismo, no quedará ni un solo pensamiento de pecado. ⁵Perdonar un solo pecado no es más fácil que perdonarlos todos. ⁶La ilusión de que hay grados de dificultad es un obstáculo que el maestro de Dios tiene que aprender a pasar de largo y dejar atrás. ⁷Un pecado que un maestro de Dios perdone completamente, puede consumar la salvación. ⁸¿Puedes comprender esto? ⁹No, esto no tiene ningún sentido para los que están aquí. ¹⁰Sin embargo, es la lección final con la que se restaura la unidad. ¹¹Esto va en contra de la manera de pensar del mundo, pero recuerda que el Cielo también lo hace.
4. El mundo acabará cuando su sistema de pensamiento se haya invertido completamente. ²Hasta entonces, algunos fragmentos de su manera de pensar darán todavía la impresión de tener sentido. ³La lección final— que trae consigo el fin del mundo—no puede ser captada por aquellos que aún no están preparados para abandonar el mundo e ir más allá de su limitado alcance. ⁴¿Cuál es, entonces, la función del maestro de Dios con respecto a esta lección final? ⁵Simplemente tiene que aprender cómo encararla y estar dispuesto a encaminarse en esa dirección. ⁶Necesita confiar simplemente en que si Dios le dice que ésta es una lección que él puede aprender, es porque la puede aprender. ⁷No juzga si es difícil o fácil. ⁸Su Maestro se la señala, y él confía en que Él le enseñará cómo aprenderla.
5. El mundo acabará en alegría porque es un lugar triste. ²Cuando la alegría haya llegado, el propósito del mundo habrá terminado. ³El mundo acabará en paz porque es un campo de batalla. ⁴Cuando la paz haya llegado, ¿qué propósito podría tener el mundo? ⁵El mundo acabará entre risas porque es un valle de lágrimas. ⁶¿Quién podría seguir llorando allí donde hay risa? ⁷Y sólo el completo perdón trae a todo esto para bendecir el mundo. ⁸Éste partirá en bendiciones, pues no acabará como comenzó. ⁹Convertir el infierno en Cielo es la función de los maestros de Dios porque lo que enseñan son lecciones que reflejan el Cielo. ¹⁰Y ahora, siéntate por un momento con verdadera humildad y date cuenta de que puedes hacer todo lo que Dios desea que hagas. ¹¹No seas arrogante y digas que no puedes aprender Su programa de estudios. ¹²Su Palabra afirma lo contrario. ¹³Su Voluntad se hará. ¹⁴No puede ser de otra manera. ¹⁵Y da gracias de que así sea.
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15. ¿Será cada uno de nosotros juzgado al final?
1. ¡Por supuesto que sí! ²Nadie puede escaparse del Juicio Final de Dios. ³¿Quién podría huir para siempre de la verdad? ⁴Mas el Juicio Final no tendrá lugar hasta que ya no se le tenga miedo. ⁵Algún día cada cual le dará la bienvenida, y ese mismo día se le concederá. ⁶Oirá su inocencia siendo proclamada por todos los rincones del mundo, y éste quedará liberado al aceptar el Juicio Final de Dios sobre él. ⁷Éste es el Juicio sobre el que descansa la salvación. ⁸Éste es el Juicio que lo liberará. ⁹Éste es el Juicio mediante el cual todas las cosas serán liberadas junto con él. ¹⁰El tiempo se detiene a medida que la eternidad se aproxima y el silencio envuelve al mundo para que todos puedan oír este Juicio acerca del Hijo de Dios:
¹¹Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras por siempre en paz en el Corazón de Dios.
¹²¿Dónde está el mundo ahora? ¹³¿Y dónde el pesar?
2. Maestro de Dios, ¿es éste el juicio que tienes acerca de ti mismo? ²¿Crees que es completamente cierto? ³No, todavía no, todavía no. ⁴Mas ése sigue siendo aún tu objetivo; la razón por la que estás aquí. ⁵Tu función es prepararte para poder oír este Juicio y reconocer que es verdad. ⁶Basta con que lo creas completamente durante un solo instante para que vayas más allá de la creencia a la Certeza. ⁷Un instante que pases fuera del tiempo puede suponer su fin. ⁸No juzgues, pues sólo te juzgas a ti mismo, y así, no haces sino demorar el Juicio Final. ⁹Maestro de Dios, ¿cuál es tu juicio acerca del mundo? ¹⁰¿Has aprendido ya a hacerte a un lado y a oír la Voz del Juicio dentro de ti? ¹¹¿O todavía intentas usurpar Su función? ¹²Aprende a aquietarte porque Su Voz se oye en la quietud. ¹³Y Su Juicio les llega a todos los que se hacen a un lado y, escuchando apaciblemente, lo esperan.
3. Tú que a veces estás triste y a veces enfadado; tú que a veces sientes que no se te da lo que te corresponde y que tus mejores esfuerzos se topan con falta de aprecio e incluso desprecio, ¡abandona esos pensamientos tan necios! ²Son demasiado nimios e insignificantes como para que sigan ocupando tu santa mente ni un solo instante más. ³El Juicio de Dios te espera para liberarte. ⁴¿Qué puede ofrecerte el mundo— independientemente de cómo juzgues sus regalos—que tú prefirieses tener? ⁵Serás juzgado, y juzgado con equidad y honestidad. ⁶Dios no conoce el engaño. ⁷Sus promesas son seguras. ⁸Recuerda sólo eso. ⁹Sus promesas garantizan Su Juicio, y sólo Éste será aceptado al final. ¹⁰Tu función es hacer que este final llegue cuanto antes. ¹¹Tu función es conservar Su Juicio en tu corazón y ofrecérselo a todo el mundo para así mantenerlo a salvo.
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16. ¿Cómo debe pasar el día el maestro de Dios?
1. Para un maestro de Dios avanzado esta pregunta es irrelevante. ²No tiene un programa fijo, pues las lecciones cambian de día en día. ³Pero el maestro de Dios está seguro de una sola cosa: las lecciones no cambian al azar. ⁴Al darse cuenta de esto y entender que es verdad, el maestro descansa felizmente. ⁵Se le dirá cuál ha de ser su papel hoy, mañana y siempre. ⁶Y aquellos que compartan ese papel con él lo encontrarán, de manera que puedan aprender juntos las lecciones de ese día. ⁷Nadie de quien él tenga necesidad estará ausente; no se le enviará nadie que no tenga un objetivo de aprendizaje ya establecido y que se pueda aprender ese mismo día. ⁸Para el maestro de Dios avanzado esta pregunta es, por consiguiente, superflua. ⁹Ya fue planteada y contestada, y él se mantiene en continuo contacto con la Respuesta. ¹⁰Ya está listo, y ve desplegarse ante él— seguro y libre de obstáculos—el camino que tiene que recorrer.
2. Pero ¿qué ocurre con aquellos que todavía no han alcanzado la certeza que él posee? ²Ésos aún no están listos para una falta de estructura así. ³¿Qué es lo que tienen que hacer para aprender a entregar el día a Dios? ⁴Hay algunas reglas generales a seguir, aunque cada cual debe usarlas a su manera como mejor pueda. ⁵Las rutinas, como tales, son peligrosas porque se pueden convertir fácilmente en dioses por derecho propio y amenazar los mismos objetivos para las que fueron establecidas. ⁶Se puede decir, por lo tanto, que, en términos generales, es mejor comenzar el día bien. ⁷Si se comenzó mal, no obstante, siempre es posible volver a empezar. ⁸Con todo, es obviamente ventajoso comenzarlo bien y de esta manera ahorrar tiempo.
3. En un principio, es aconsejable pensar en función del tiempo. ²Aunque éste no es de ningún modo el criterio esencial, probablemente es el más fácil de observar al principio. ³Inicialmente se hace hincapié en ahorrar tiempo, que si bien sigue siendo importante a lo largo de todo el proceso de aprendizaje, se recalcará cada vez menos. ⁴De entrada, podemos decir con seguridad que el tiempo que se dedica a comenzar bien el día ciertamente ahorra tiempo. ⁵¿Cuánto tiempo debe emplearse en ello? ⁶Eso depende del mismo maestro de Dios, ⁷quien no puede adjudicarse a sí mismo ese título hasta que haya completado el libro de ejercicios, ya que estamos aprendiendo dentro del marco de este curso. ⁸Después de haber finalizado las sesiones de práctica más estructuradas contenidas en el libro de ejercicios, la necesidad individual será el factor determinante.
4. Este curso es siempre práctico. ²Es posible que el maestro de Dios no se encuentre en una situación que sea propicia a pasar unos minutos en un estado de quietud nada más despertarse. ³Si ése es el caso, que recuerde tan sólo que su elección es pasar un rato con Dios lo antes posible, y que lo haga. ⁴La cantidad de tiempo que Le dedique no es lo más importante. ⁵Uno puede fácilmente pasarse una hora sentado inmóvil con los ojos cerrados y no lograr nada. ⁶O bien puede, con igual facilidad, dedicarle a Dios sólo un instante, y en ese instante unirse a Él completamente. ⁷Quizá la única generalización que puede hacerse al respecto es la siguiente: dedica un rato lo antes posible después de despertarte a estar en silencio, y continúa durante uno o dos minutos más después de que haya comenzado a resultarte difícil. ⁸Probablemente descubrirás que la dificultad disminuye y desaparece. ⁹En caso de no ser así, ése es el momento de parar.
5. Por la noche se debe seguir el mismo procedimiento. ²Tal vez tu período de sosiego deba ser temprano en la noche, si no te es posible hacerlo inmediatamente antes de irte a dormir. ³No es aconsejable hacerlo acostado. ⁴Es mejor estar sentado, en cualquier postura que prefieras. ⁵Habiendo completado el libro de ejercicios, seguramente habrás llegado a algunas conclusiones al respecto. ⁶Si te es posible, un momento apropiado para dedicárselo a Dios es justo antes de irte a dormir. ⁷Esto pone a tu mente en un estado de reposo y te aparta del miedo. ⁸Si te resulta más conveniente hacerlo más temprano, asegúrate al menos de no olvidarte pasar un rato —aunque sólo sea un momento—en el que cierras los ojos y piensas en Dios.
6. Hay un pensamiento en particular que debe recordarse a lo largo del día. ²Es un pensamiento de pura dicha; de paz, de liberación ilimitada, ilimitada porque todas las cosas se liberan dentro de él. ³Crees que has construido un lugar seguro para ti mismo. ⁴Crees que has forjado un poder que te puede salvar de todas las cosas aterradoras que ves en sueños. ⁵Pero no es así. ⁶Tu seguridad no reside ahí. ⁷A lo que renuncias es simplemente a la ilusión de que puedes proteger tus ilusiones. ⁸Ése es tu temor y sólo ése. ⁹¡Qué insensatez estar atemorizado por nada! ¹⁰¡Por nada en absoluto! ¹¹Tus defensas son inservibles, pero tú no estás en peligro. ¹²No tienes ninguna necesidad de ellas. ¹³Reconoce esto y desaparecerán. ¹⁴Y sólo entonces aceptarás tu verdadera protección.
7. ¡Cuán fácil y tranquilamente transcurre el tiempo para el maestro de Dios que ha aceptado Su protección! ²Todo lo que antes hacía en nombre de su propia seguridad ha dejado de interesarle, ³pues está a salvo y sabe que lo está. ⁴Tiene un Guía que no le ha de fallar. ⁵No es necesario que haga distinciones entre los problemas que percibe porque Aquel a Quien acude con todos ellos reconoce que no hay grados de dificultad en su resolución. ⁶Está tan a salvo en el presente como lo estaba antes de que su mente aceptase las ilusiones y como lo estará cuando las haya abandonado. ⁷Su estado no cambia con el momento o el lugar porque éstos son uno y lo mismo para Dios. ⁸En esto reside su seguridad. ⁹No tiene necesidad de nada más.
8. Con todo, habrá tentaciones a lo largo del camino que al maestro de Dios aún le queda por recorrer, y tendrá necesidad de recordarse a sí mismo durante el transcurso del día que está protegido. ²¿Cómo puede hacer eso, especialmente en aquellos momentos en que su mente esté ocupada con cosas externas? ³Lo único que puede hacer es intentarlo y su éxito dependerá de la convicción que tenga de que va a triunfar. ⁴Deberá tener absoluta certeza de que su éxito no procede de él, pero que se le dará en cualquier momento, lugar o circunstancia que lo pida. ⁵Habrá ocasiones en que su certeza flaqueará y, en el momento en que esto ocurra, el maestro de Dios volverá a tratar, como antes, de depender únicamente de sí mismo. ⁶No olvides que eso es magia, y la magia es un pobre substituto de la verdadera ayuda. ⁷No es lo suficientemente buena para el maestro de Dios porque no es lo suficientemente buena para el Hijo de Dios.
9. Evitar la magia es evitar la tentación. ²Pues toda tentación no es más que el intento de substituir la Voluntad de Dios por otra. ³Estos intentos pueden parecer ciertamente aterradores, pero son simplemente patéticos. ⁴No pueden tener efectos, ya sean buenos o malos, sanadores o destructivos, tranquilizadores o terroríficos, gratificantes o que exijan sacrificio. ⁵Cuando el maestro de Dios reconozca que la magia simplemente no es nada, habrá alcanzado el estado más avanzado. ⁶Todas las lecciones intermedias no hacen sino conducirle ahí y facilitar el que este objetivo esté más cerca de reconocerse. ⁷Pues cualquier tipo de magia—sea cual sea su forma—es simplemente impotente. ⁸Su impotencia explica por qué es tan fácil escaparse de ella. ⁹Es imposible que lo que no tiene efectos pueda aterrorizar.
10. No hay nada que pueda substituir la Voluntad de Dios. ²Dicho llanamente, a este hecho es al que el maestro de Dios dedica su día. ³Cualquier otro substituto que acepte como real, tan sólo puede engañarle. ⁴Mas está a salvo de cualquier engaño si así lo decide. ⁵Quizá necesite recordar: “Dios está conmigo. ⁶No puedo ser engañado”. ⁷Quizá prefiera usar otras palabras o una sola o ninguna. ⁸En cualquier caso, debe abandonar toda tentación de aceptar la magia como algo verdadero, y reconocer que no sólo no es aterradora ni pecaminosa ni peligrosa, sino que simplemente no es nada. ⁹Al estar arraigada en el sacrificio y la separación—que no son más que dos aspectos de un mismo error—el maestro de Dios elige simplemente renunciar a todo lo que realmente nunca tuvo. ¹⁰Y a cambio de ese “sacrificio”, se le restaura el Cielo en su conciencia.
11. ¿No te gustaría hacer un intercambio así? ²El mundo lo haría gustosamente si supiera que se puede. ³Los maestros de Dios son los que deben enseñarle que sí se puede. ⁴Por lo tanto, su función es asegurarse de que ellos mismos lo han aprendido. ⁵No hay otro riesgo durante el día, excepto el de poner tu confianza en la magia, pues sólo eso conduce al dolor. ⁶“No hay más voluntad que la de Dios.” ⁷Sus maestros saben que esto es así y han aprendido que todo lo demás es magia. ⁸Lo que mantiene viva la creencia en la magia es la ilusión simplista de que la magia funciona. ⁹Los maestros de Dios deben aprender a detectar las diversas formas de magia a lo largo de todo su entrenamiento, cada día y cada hora, e incluso cada minuto y cada segundo, y a percibir el hecho de que no tienen sentido. ¹⁰Cuando se las deja de temer, desaparecen. ¹¹Y así se vuelven a abrir las puertas del Cielo y su luz puede volver a irradiar sobre la mente que se encuentra en paz.
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17. ¿Cómo lidian los maestros de Dios con los pensamientos mágicos?
1. Ésta es una pregunta crucial tanto para el maestro como para el alumno. ²Si este asunto no se trata bien, el maestro de Dios se habrá hecho daño a sí mismo y habrá también atacado a su alumno. ³Esto refuerza el miedo y hace que la magia les parezca real a ambos. ⁴La manera de lidiar con la magia es, por lo tanto, una de las lecciones fundamentales que el maestro de Dios tiene que aprender cabalmente. ⁵Su responsabilidad principal al respecto es no atacarla. ⁶Si un pensamiento mágico despierta hostilidad—de la clase que sea—el maestro de Dios puede estar seguro de que está reforzando su propia creencia en el pecado y de que se ha condenado a sí mismo. ⁷Puede estar seguro además de que les ha abierto la puerta a la depresión, al miedo y al desastre. ⁸Que recuerde entonces que no es esto lo que quiere enseñar porque no es esto lo que quiere aprender.
2. Existe, no obstante, la tentación de responder a la magia de tal manera que la refuerza. ²Y esto no es siempre obvio. ³De hecho, puede estar fácilmente oculto bajo un aparente deseo de ayudar. ⁴Este doble deseo es lo que hace que la ayuda no sirva de gran cosa y que inevitablemente produzca resultados indeseables. ⁵Tampoco se debe olvidar que el resultado que se produzca será el mismo para él que para el alumno. ⁶¿Cuántas veces se ha enfatizado subrayado el hecho de que sólo te das a ti mismo? ⁷¿Y dónde podría observarse esto con mayor claridad que en los tipos de ayuda que el maestro de Dios presta a aquellos que necesitan su auxilio? ⁸En estas situaciones es donde más claramente se le concede su propio regalo, ⁹pois él sólo puede dar lo que ha elegido para sí mismo. ¹⁰Y en ese regalo reside su juicio acerca del santo Hijo de Dios.
3. Lo más fácil es permitir que el error se corrija allí donde es más evidente, y los errores se reconocen por sus resultados. ²Una lección que verdaderamente se ha enseñado no puede conducir sino a la liberación del maestro y del alumno que han compartido un mismo propósito. ³El ataque puede producirse únicamente si han percibido objetivos separados. ⁴Y éste debe ser el caso si el resultado es cualquier otra cosa que no sea dicha. ⁵El hecho de que el maestro de Dios tenga una sola meta hace que el objetivo dividido del alumno se enfoque en una sola dirección y que la llamada de ayuda se convierta en su única petición. ⁶Ésta se contesta fácilmente con una sola respuesta, y esta respuesta llegará sin lugar a dudas a la mente del maestro. ⁷Desde ahí irradiará a la mente del alumno, haciéndola así una con la suya.
4. Tal vez sea útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho. ²Son siempre las interpretaciones las que dan lugar a las emociones negativas, aunque éstas parezcan estar justificadas por lo que aparentemente son los hechos ³o por la intensidad del enfado suscitado. ⁴Éste puede adoptar la forma de una ligera irritación, tal vez demasiado leve como para ser reconocida claramente. ⁵O puede también manifestarse en forma de una ira desbordada acompañada de pensamientos de violencia, imaginarios o aparentemente perpetrados. ⁶Esto no importa. ⁷Estas reacciones son todas lo mismo. ⁸Ponen un velo sobre la verdad, y esto no puede ser nunca una cuestión de grados. ⁹O bien la verdad es evidente o bien no lo es. ¹⁰No puede ser reconocida sólo a medias. ¹¹El que no es consciente de la verdad no puede sino estar contemplando ilusiones.
5. Reaccionar con ira ante cualquier pensamiento mágico que se haya percibido es una de las causas básicas del temor. ²Examina lo que esta reacción significa, y se hará evidente el lugar central que ocupa en el sistema de pensamiento del mundo. ³Un pensamiento mágico, por su mera presencia, da por sentado que existe una separación entre Dios y nosotros. ⁴Afirma, de la forma más clara posible, que la mente que cree tener una voluntad separada y capaz de oponerse a la Voluntad de Dios, cree también que puede triunfar en su empeño. ⁵Que esto no es un hecho es obvio. ⁶Sin embargo, es igualmente obvio que se puede creer que lo es. ⁷Y ahí es donde la culpa tiene su origen. ⁸Aquel que usurpa el lugar de Dios y se lo queda para sí mismo tiene ahora un “enemigo” mortal. ⁹Y ahora él mismo tiene que encargarse de su propia protección y construir un escudo con que mantenerse a salvo de una furia que nunca ha de aplacarse y de una venganza insaciable.
6. ¿Cómo se puede resolver esta injusta batalla? ²Su final es inevitable, pues su desenlace no puede ser otro que la muerte. ³¿Cómo, entonces, puede uno confiar en sus propias defensas? ⁴Una vez más, pues, hay que recurrir a la magia. ⁵Olvídate de la batalla. ⁶Aceptala como un hecho y luego olvídate de ella. ⁷No recuerdes las ínfimas probabilidades que tienes de ganar. ⁸No recuerdes la magnitud del “enemigo” ni pienses cuán débil eres en comparación con Él. ⁹Acepta tu estado de separación, pero no recuerdes cómo se originó. ¹⁰Cree que has ganado la batalla, pero no conserves el más mínimo recuerdo de Quién es realmente tu formidable “contrincante”. ¹¹Al proyectar tu “olvido” sobre Él, te parecerá que Él se ha olvidado también.
7. Mas ¿cuál va a ser ahora tu reacción ante todos los pensamientos mágicos? ²No pueden sino volver a despertar tu culpabilidad durmiente, que has ocultado, pero no abandonado. ³Cada uno le dice claramente a tu mente atemorizada: “Has usurpado el lugar de Dios. ⁴No creas que Él se ha olvidado”. ⁵Aquí es donde más vívidamente se ve reflejado el temor a Dios. ⁶Pues en ese pensamiento la culpabilidad ha elevado la locura al trono de Dios Mismo. ⁷Y ahora ya no queda ninguna esperanza, ⁸excepto la de matar. ⁹En eso estriba ahora la salvación. ¹⁰Un padre iracundo persigue a su hijo culpable. ¹¹”Mata o te matarán, pues éstas son las únicas alternativas que tienes. ¹²Más allá de ellas no hay ninguna otra, pues lo que pasó es irreversible. ¹³La mancha de sangre no se puede quitar y todo el que lleva esta mancha sobre sí está condenado a morir.”
8. A esta situación sin esperanzas Dios envía a Sus maestros, ²quienes traen consigo la luz de la esperanza directamente desde Él. ³Hay una manera de escapar ⁴que se puede aprender y enseñar, pero requiere paciencia y una gran dosis de buena voluntad. ⁵Una vez que esto se ha alcanzado, la obvia simplicidad de la lección resalta como una luz blanca y brillante contrapuesta a un horizonte negro, pues eso es lo que es. ⁶Dado que la ira procede de una interpretación y no de un hecho, nunca está justificada. ⁷Una vez que esto se entiende, aunque sólo sea en parte, el camino queda despejado. ⁸Ahora es posible dar el siguiente paso. ⁹Por fin se puede hacer otra interpretación. ¹⁰Los pensamientos mágicos no tienen que conducir necesariamente a la condenación, pues no tienen realmente el poder de suscitar culpa. ¹¹De modo que pueden pasarse por alto, y así olvidarse en el verdadero sentido de la palabra.
9. La locura tan sólo aparenta ser algo terrible. ²En realidad no tiene poder para hacer nada. ³Al igual que la magia, que se convierte en su sierva, la locura ni ataca ni protege. ⁴Verla y reconocer su sistema de pensamiento es ver lo que no es nada. ⁵¿Puede acaso lo que no es nada suscitar ira? ⁶Difícilmente. ⁷Recuerda, maestro de Dios, que la ira reconoce una realidad que no existe. ⁸No obstante, es un testigo fidedigno de que tú crees en ella como si se tratase de un hecho. ⁹Y ahora no podrás escapar hasta que te des cuenta de que has estado reaccionando a tus propias interpretaciones, las cuales habías proyectado sobre el mundo externo. ¹⁰Permite que se te despoje de esa siniestra espada. ¹¹La muerte no existe. ¹²La espada tampoco. ¹³El temor a Dios carece de causa. ¹⁴Su Amor, en cambio, es la Causa de todo lo que está más allá de todo temor y es, por lo tanto, por siempre real y eternamente verdad.
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18. ¿Cómo se lleva a cabo la corrección?
1. Hasta que el maestro de Dios no haya dejado de confundir las interpretaciones con los hechos y las ilusiones con la verdad, no podrá tener lugar una corrección de naturaleza duradera, que es a la única a la que se le puede llamar verdadera corrección. ²Si discute con su alumno acerca de un pensamiento mágico, ataca dicho pensamiento, trata de probar que es erróneo o demostrar su falsedad, sólo estará dando testimonio de su realidad. ³Esto conduce inevitablemente a la depresión, pues habrá “probado”, tanto a su alumno como a sí mismo, que la tarea de ambos es escapar de lo que es real. ⁴Y esto es de todo punto imposible. ⁵La realidad es inmutable. ⁶Los pensamientos mágicos no son sino ilusiones. ⁷Pues, de no ser así, la salvación no sería más que el mismo sueño irrealizable de siempre, sólo que con una nueva fachada. ⁸El sueño de la salvación, en cambio, tiene un nuevo contenido, ⁹y la diferencia entre ambos no estriba sólo en la forma.
2. La lección más importante que los maestros de Dios deben aprender es cómo reaccionar sin ira ante los pensamientos mágicos. ²Sólo de esta manera pueden proclamar la verdad acerca de sí mismos. ³El Espíritu Santo puede entonces hablar a través de ellos acerca de la realidad del Hijo de Dios, ⁴y recordarle al mundo lo que es la impecabilidad : la única condición—inalterada e inalterable—de todo cuanto Dios creó. ⁵El Espíritu Santo puede ahora proclamar la Palabra de Dios a oídos atentos y llevar la visión de Cristo a ojos que ven. ⁶Ahora es libre de enseñarles a todas las mentes lo que ellas en realidad son para que gustosamente le sean devueltas a Él. ⁷Y ahora en Su visión y en la Palabra de Dios, la culpa se perdona y se pasa por alto completamente.
3. La ira no hace más que proferir a gritos: “¡La culpa es real!” ²La realidad queda obliterada cuando esta creencia demente reemplaza a la Palabra de Dios. ³Ahora son los ojos del cuerpo los que “ven” y sus oídos los únicos que pueden “oír” ⁴El limitado espacio que ocupa y su exiguo aliento se convierten en el criterio con el que medir la realidad. ⁵Y la verdad se vuelve diminuta e insignificante. ⁶La Corrección tiene una sola respuesta para todo esto y para el mundo en el que se basa:
⁷Confundes tus interpretaciones con la verdad, ⁸y te equivocas.
⁹Mas un error no es un pecado ni tus errores han derrocado a la realidad de su trono.
¹⁰Dios reina para siempre, y sólo Sus Leyes imperan sobre ti y sobre el mundo.
¹¹Su Amor sigue siendo lo único que existe.
¹²El miedo es una ilusión, pues tú eres como Dios.
4. Para que el maestro de Dios pueda curar, es esencial, pues, que permita que sus propios errores le sean corregidos. ²Si siente la más leve irritación al responder a otro, que se dé cuenta de inmediato de que ha hecho una interpretación falsa. ³Que se dirija entonces a su Eterno Guía interno y deje que sea Él Quien juzgue cuál debe ser su respuesta. ⁴De este modo, el maestro de Dios se cura y en su curación su alumno se cura con él. ⁵La única responsabilidad del maestro de Dios es aceptar la Expiación para sí mismo. ⁶La Expiación es sencillamente la corrección o anulación de los errores. ⁷Cuando se haya alcanzado, el maestro de Dios se habrá convertido, por definición, en un obrador de milagros. ⁸Sus pecados le habrán sido perdonados y él ya no se condenará a sí mismo. ⁹¿Cómo podría entonces condenar a otros? ¹⁰¿Y habría alguien al que su perdón no pudiese curar?
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19. ¿Qué es la justicia?
1. La justicia es la corrección divina de la injusticia. ²La injusticia es la base de todos los juicios del mundo. ³La justicia corrige las interpretaciones a las que la injusticia da lugar y las cancela. ⁴Ni la justicia ni la injusticia existen en el Cielo, donde el error es imposible y la idea de corrección carece de sentido. ⁵En este mundo, sin embargo, el perdón depende de la justicia, ya que todo ataque no puede sino ser injusto. ⁶La justicia es el veredicto que el Espíritu Santo emite acerca del mundo. ⁷La justicia es imposible excepto en Su juicio, pues nadie en el mundo es capaz de hacer únicamente interpretaciones justas y dejar a un lado toda injusticia. ⁸Si el Hijo de Dios fuese juzgado imparcialmente, no habría necesidad de salvación. ⁹El pensamiento de separación hubiera sido eternamente inconcebible.
2. La justicia, al igual que su opuesto, es una interpretación. ²Sin embargo, es la única interpretación que conduce a la verdad. ³Esto es así porque, si bien la justicia no es de por sí verdadera, no hay nada en ella que se oponga a la verdad. ⁴No hay un conflicto inherente entre la justicia y la verdad: una no es sino el primer paso en dirección a la otra. ⁵El camino varía considerablemente a medida que uno avanza. ⁶Sería imposible predecir de antemano toda la magnificencia, la grandiosidad de los paisajes y los vastos panoramas que han de salir a nuestro encuentro a lo largo del recorrido. ⁷Y aun éstos, cuyo esplendor alcanza alturas indescriptibles según uno sigue adelante, no se pueden comparar con lo que nos aguarda cuando el camino termine y el tiempo finalice junto con él. ⁸Pero por alguna parte hay que comenzar. ⁹La justicia es el comienzo.
3. Todos los conceptos que abrigas acerca de ti mismo y de tus hermanos; todos tus temores acerca de situaciones futuras y toda preocupación por el pasado tienen su origen en la injusticia. ²He aquí la lente que, al ponerse ante los ojos del cuerpo, deforma la percepción y trae testigos de un mundo distorsionado a la mente que la inventó y que en tanta estima la tiene. ³Así, selectiva y arbitrariamente, es como se forja cada concepto del mundo. ⁴Los “pecados” se perciben y se justifican mediante un cuidadoso método selectivo del que está ausente toda idea de completitud. ⁵El perdón no tiene cabida en tal esquema, pues no hay ni un solo “pecado” que no parezca sino ser eternamente verdadero.
4. La salvación es la Justicia de Dios. ²La salvación reinstaura en tu conciencia la completitud de todos los fragmentos que percibes como desprendidos y separados. ³Y es esto lo que te permite superar el miedo a la muerte. ⁴Pues los fragmentos separados no pueden sino deteriorarse y morir, pero la Compleción es inmortal ⁵y por siempre semejante a su Creador, al ser una con Él. ⁶El Juicio de Dios es Su Justicia. ⁷Sobre este Juicio -totalmente desprovisto de condenación al ser una evaluación enteramente basada en el amor- has proyectado tu injusticia, atribuyéndole a Dios la lente de percepción deformada a través de la que miras tú. ⁸Ahora la lente es Suya y no tuya. ⁹Ahora tienes miedo de Él, y no te das cuenta de que odias y temes a tu propio Ser como si de tu enemigo se tratase.
5. Implora la Justicia de Dios y no confundas Su Misericordia con tu demencia. ²La percepción puede dar forma a cualquier imagen que la mente desee ver. ³Ten presente esto. ⁴Pues en esto estriba el que veas el Cielo o el infierno, según elijas. ⁵La Justicia de Dios apunta hacia el Cielo precisamente porque es totalmente imparcial. ⁶La Justicia de Dios acepta todas las pruebas que se le presentan, sin omitir nada y sin considerar nada como algo separado y ajeno a todo lo demás. ⁷La Justicia de Dios juzga desde este punto de vista y sólo desde él. ⁸Aquí todo ataque y toda condenación dejan de tener sentido y se hacen insostenibles. ⁹La percepción descansa, la mente está quieta y la luz retorna nuevamente. ¹⁰Ahora se restaura la visión. ¹¹Lo que se había perdido ahora se ha encontrado. ¹²La Paz de Dios desciende sobre el mundo y por fin podemos ver. ¹³¡Por fin podemos ver!
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20. ¿Qué es la Paz de Dios?
1. Se ha dicho que hay una paz que no es de este mundo. ²¿Cómo se puede reconocer? ³¿Cómo se puede encontrar? ⁴Y una vez que se encuentra, ¿cómo se puede conservar? ⁵Consideremos cada una de estas preguntas por separado, ya que cada una refleja un paso diferente en el camino.
2. Examinemos la primera: ¿cómo se puede reconocer la Paz de Dios? ²La Paz de Dios se reconoce al principio sólo por una cosa: desde cualquier punto de vista es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia previa. ³No trae a la mente nada que haya sucedido antes. ⁴No evoca nada que se pueda asociar con el pasado. ⁵Es algo completamente nuevo. ⁶Existe ciertamente un contraste entre esta experiencia y cualquier experiencia del pasado. ⁷Pero curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. ⁸El pasado sencillamente se desvanece y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar. ⁹Eso es todo. ¹⁰El contraste que se había percibido al principio sencillamente desaparece. ¹¹La quietud se ha extendido para envolverlo todo.
3. ¿Cómo se encuentra esta quietud? ²Nadie que busque únicamente sus condiciones puede dejar de encontrarla. ³La Paz de Dios no puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de la paz. ⁴Todo aquel que de alguna manera o en ciertas circunstancias considere que la irá está justificada, proclama que la paz es una insensatez y no podrá por menos que creer que no existe. ⁵En esas condiciones no se puede hallar la Paz de Dios. ⁶El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. ⁷Lo que es más, donde hay perdón tiene que haber paz. ⁸Pues ¿qué otra cosa sino el ataque conduce a la guerra? ⁹¿Y qué otra cosa sino la paz es lo opuesto a la guerra? ¹⁰Aquí el contraste inicial resalta de una manera clara y evidente. ¹¹Cuando se halla la paz, no obstante, la guerra deja de tener sentido. ¹²Y ahora es el conflicto el que se percibe como inexistente e irreal.
4. ¿Cómo se conserva la Paz de Dios una vez que se ha encontrado? ²Si la ira retorna, en la forma que sea, el pesado telón caerá una vez más y la creencia de que es imposible que haya paz inevitablemente regresará. ³La guerra volverá a aceptarse se volverá a aceptar una vez más como la única realidad. ⁴Y ahora tendrás que deponer tu espada nuevamente, aunque no te hayas dado cuenta de que la habías vuelto a blandir. ⁵Pero al recordar, aunque sólo sea vagamente, cuán feliz eras sin ella, te darás cuenta de que debiste haberla vuelto a esgrimir para defenderte. ⁶Detente entonces por un momento y piensa en lo siguiente: ¿prefieres el conflicto o sería la Paz de Dios una mejor opción? ⁷¿Cuál te aporta más? ⁸Una mente tranquila no es un regalo baladí. ⁹¿No sería acaso preferible vivir a elegir la muerte?
5. Vivir es júbilo, pero la muerte no es sino llanto. ²Ves en la muerte tu escapatoria de lo que has hecho. ³Pero lo que no ves es que tú mismo inventaste la muerte, la cual no es más que la ilusión de un final. ⁴La muerte no puede ser una escapatoria porque el problema no radica en la vida. ⁵La Vida no tiene opuesto, pues es Dios. ⁶La vida parece ser lo opuesto a la muerte porque tú has decidido que la muerte acaba con la vida. ⁷Perdona al mundo y comprenderás que nada que Dios creó puede tener fin y que nada que Él no haya creado es real. ⁸Con esta frase se resume nuestro curso. ⁹Con esta frase se les confiere a nuestras prácticas el único objetivo que tienen. ¹⁰Con esta frase se describe el programa de estudios del Espíritu Santo exactamente como es.
6. ¿Qué es la Paz de Dios? ²La Paz de Dios no es más que esto: el simple entendimiento de que Su Voluntad no tiene opuestos. ³Ningún pensamiento que La contradiga puede ser verdadero. ⁴La disparidad entre Su Voluntad y la tuya tan sólo daba la impresión de ser real. ⁵En realidad no había conflicto, pues Su Voluntad es la tuya. ⁶Ahora la poderosa Voluntad de Dios Mismo es Su regalo para ti. ⁷Él no desea quedarse con Ella sólo para Sí. ⁸¿Por qué querrías mantener tus insignificantes y frágiles alucinaciones ocultas de Él? ⁹La Voluntad de Dios es Una y es lo único que existe. ¹⁰Ése es tu patrimonio. ¹¹Todo el universo que se encuentra más allá del sol y las estrellas, así como de todos los pensamientos que puedas concebir, te pertenece. ¹²La Paz de Dios es la condición de Su Voluntad. ¹³Alcanza Su Paz y Le recordarás.
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21. ¿Qué papel desempeñan las palabras en el proceso de curación?
1. Estrictamente hablando, las palabras no desempeñan ningún papel en el proceso de curación. ²El factor motivante es la oración o ruego. ³Recibes lo que pides. ⁴Pero esto se refiere a la oración del corazón, no a las palabras que usas al orar. ⁵A veces las palabras y la oración se contradicen entre sí; otras veces coinciden. ⁶Eso no importa. ⁷Dios no entiende de palabras, pues fueron hechas por mentes separadas para que las mantuvieran en la ilusión de la separación. ⁸Las palabras pueden ser útiles, especialmente para el principiante, ya que lo ayudan a concentrarse y a facilitar la exclusión o, al menos, el control de los pensamientos superfluos. ⁹No olvidemos, no obstante, que las palabras no son más que símbolos de símbolos. ¹⁰Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.
2. En cuanto que símbolos, las palabras tienen connotaciones muy específicas. ²Aun en el caso de las que parecen ser más abstractas, la imagen que evocan en la mente tiende a ser muy concreta. ³A menos que una palabra suscite en la mente una imagen concreta en relación con dicha palabra, ésta tendrá muy poco o ningún significado práctico y, por lo tanto, no supondrá ninguna ayuda en el proceso de curación. ⁴La oración del corazón no pide realmente cosas concretas. ⁵Lo que pide es siempre alguna clase de experiencia, y las cosas que específicamente pide son las portadoras de la experiencia deseada en opinión del peticionario. ⁶Las palabras, por consiguiente, son símbolos de las cosas que se piden, pero las cosas en sí no son sino la representación de las experiencias que se anhelan.
3. La oración que pide cosas de este mundo dará lugar a experiencias de este mundo. ²Si la oración del corazón pide eso, eso es lo que le será dado porque eso es lo que recibirá. ³Es imposible, entonces, que en la percepción del que pide, la oración del corazón no reciba respuesta. ⁴Si pide lo imposible, si desea lo que no existe o si lo que busca en su corazón son ilusiones, eso es lo que obtendrá. ⁵El poder de su decisión se lo ofrece tal como él lo pide. ⁶En esto estriba el Cielo o el infierno. ⁷Al Hijo durmiente de Dios sólo le queda este poder. ⁸Pero eso es suficiente. ⁹Las palabras que emplea son irrelevantes. ¹⁰Sólo la Palabra de Dios tiene sentido, puesto que simboliza aquello que no corresponde a ningún símbolo humano. ¹¹Sólo el Espíritu Santo comprende lo que esa Palabra representa. ¹²Y eso, también, es suficiente.
4. ¿Debe el maestro de Dios, entonces, evitar el uso de las palabras cuando enseña? ²¡Por supuesto que no! ³Hay muchos a los que aún es necesario acercarse por medio de las palabras, ya que todavía son incapaces de oír en silencio. ⁴No obstante, el maestro de Dios debe aprender a utilizar las palabras de otra manera. ⁵Poco a poco aprenderá a dejar que le sean inspiradas, a medida que deje de decidir por su cuenta lo que tiene que decir. ⁶Este proceso no es más que un caso especial de la lección del libro de ejercicios que reza: “Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino”. ⁷El maestro de Dios acepta las palabras que se le ofrecen y las expresa tal como las recibe. ⁸No controla lo que dice. ⁹Simplemente escucha, oye y habla.
5. Uno de los mayores obstáculos con los que el maestro de Dios se topa en esta fase de su aprendizaje, es su temor con respecto a la validez de lo que oye. ²Y en efecto, lo que oye puede ser muy sorprendente. ³Puede que también le parezca que no tiene nada que ver con el problema en cuestión tal como él lo percibe, y puede incluso poner al maestro en una situación que a él le puede parecer muy embarazosa. ⁴Todas estas cosas no son más que juicios sin ningún valor. ⁵Son sus propios juicios, procedentes de una penosa percepción de sí mismo que le convendría abandonar. ⁶No juzgues las palabras que te vengan a la mente, sino que, por el contrario, transmítelas lleno de confianza. ⁷Son mucho más sabias que las tuyas. ⁸Detrás de los símbolos que usan los maestros de Dios se encuentra Su Palabra. ⁹Y Él Mismo infunde a las palabras que ellos emplean el poder de Su Espíritu y las eleva de meros símbolos a la Llamada del Cielo en sí.
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22. ¿Qué relación existe entre la curación y la Expiación?
1. La curación y la Expiación no están relacionadas: son lo mismo. ²No hay grados de dificultad en los milagros porque no hay grados de Expiación. ³Éste es el único concepto total que es posible en este mundo porque es la fuente de una percepción completamente unificada. ⁴La idea de una Expiación parcial no tiene sentido, del mismo modo como es imposible que haya ciertas áreas en el Cielo reservadas para el infierno. ⁵Acepta la Expiación y te curarás. ⁶La Expiación es la Palabra de Dios. ⁷Acepta Su Palabra y ya no quedará nada que pueda dar lugar a la enfermedad. ⁸Acepta Su Palabra y todo milagro se habrá realizado. ⁹Perdonar es curar. ¹⁰El maestro de Dios ha decidido que aceptar la Expiación para sí mismo es su única función. ¹¹¿Qué puede haber, entonces, que él no pueda curar? ¹²¿Qué milagro se le podría negar?
2. El progreso del maestro de Dios puede ser lento o rápido, dependiendo de si reconoce el estado de total inclusión de la Expiación o de si, por algún tiempo, excluye de Ella ciertas áreas problemáticas. ²En algunos casos se alcanza una súbita y total conciencia de cuán perfectamente aplicable es la lección de la Expiación a todas las situaciones, mas esos casos son relativamente raros. ³El maestro de Dios puede haber aceptado la función que Dios le ha encomendado mucho antes de haber comprendido todo lo que esa aceptación le comporta. ⁴Sólo el final es seguro. ⁵En cualquier momento a lo largo de su camino puede alcanzar el entendimiento necesario de lo que significa la total inclusión. ⁶Si el camino le parece largo, que no se desanime. ⁷Ya ha decidido qué rumbo quiere tomar. ⁸Eso fue lo único que se le pidió. ⁹Y habiendo cumplido con lo requerido, ¿le negaría Dios lo demás?
3. Para que el maestro de Dios pueda progresar, necesita comprender que perdonar es curar. ²La idea de que el cuerpo puede enfermar es uno de los conceptos fundamentales del sistema de pensamiento del ego. ³Dicho sistema le otorga autonomía al cuerpo, lo separa de la mente y mantiene intacta la idea del ataque. ⁴Si el cuerpo pudiese realmente enfermar, la Expiación sería imposible. ⁵Un cuerpo que pudiera ordenarle a la mente hacer lo que a él le plazca podría sencillamente ocupar el lugar de Dios y probar que la salvación es imposible. ⁶¿Qué quedaría entonces que necesitase curación? ⁷Pues el cuerpo se habría enseñoreado de la mente. ⁸¿Cómo podría entonces devolvérsele la mente al Espíritu Santo sin destruir el cuerpo? ⁹¿Y quién iba a querer la salvación a ese precio?
4. Ciertamente no parece que la enfermedad sea una decisión. ²Ni nadie cree realmente que lo que quiere es estar enfermo. ³Tal vez pueda aceptar la idea en teoría, pero rara vez la aplica de manera consistente a todas las clases de enfermedad que percibe en sí mismo o en los demás. ⁴No es tampoco en este nivel donde el maestro de Dios invoca el milagro de la curación. ⁵Él mira más allá de la mente y del cuerpo, y ve únicamente la faz de Cristo resplandeciendo ante él, corrigiendo todos los errores y sanando toda percepción. ⁶La curación es el resultado del reconocimiento por parte del maestro de Dios de quién es el que necesita ser curado. ⁷Este reconocimiento no tiene un marco de referencia especial. ⁸Es verdad con respecto a todas las cosas que Dios creó. ⁹En dicho reconocimiento se subsanan todas las ilusiones.
5. Cuando un maestro de Dios no puede curar es porque se ha olvidado de Quién es. ²De esta forma, la enfermedad de otro pasa a ser suya. ³Al permitir que esto suceda, se identifica con el ego de otro y, por consiguiente, confunde a éste con un cuerpo. ⁴Al hacer eso, se niega a aceptar la Expiación para sí mismo, y es imposible que pueda ofrecérsela a su hermano en el Nombre de Cristo. ⁵De hecho, será incapaz de reconocer a su hermano en absoluto, pues su Padre no creó cuerpos y, por lo tanto, sólo estaría viendo en su hermano lo irreal. ⁶Un error no puede corregir otro error, y una percepción distorsionada no cura. ⁷Hazte a un lado, maestro de Dios. ⁸Te has equivocado. ⁹No señales el camino, pues has perdido el rumbo. ¹⁰Dirígete de inmediato a tu Maestro y deja que te cure.
6. La ofrenda de la Expiación es universal. ²Es aplicable por igual a todo el mundo y en cualquier circunstancia. ³En Ella reside el poder de curar a cualquier persona de cualquier clase de enfermedad. ⁴No creer esto es ser injusto con Dios y, por ende, serle infiel. ⁵El que está enfermo se percibe a sí mismo como separado de Dios. ⁶¿Quieres verle tú además separado de ti? ⁷Tu tarea es sanar la sensación de separación que le hizo enfermar. ⁸Tu función es reconocer por él que lo que cree acerca de sí mismo no es verdad. ⁹Tu perdón debe mostrarle eso. ¹⁰Curar es muy simple. ¹¹La Expiación se recibe y se ofrece. ¹²Habiéndose recibido, tiene que haberse aceptado. ¹³Es en el recibir, pues, donde yace la curación. ¹⁴Todo lo demás se deriva de este único propósito.
7. ¿Quién podría limitar el Poder de Dios? ²¿Quién, entonces, podría determinar quién se puede curar y de qué enfermedad, y qué debe permanecer excluido del poder de perdonar de Dios? ³Esto ciertamente sería una locura. ⁴La función de los maestros de Dios no es imponer límites al Padre, ya que no es su función juzgar a Su Hijo. ⁵Y juzgar al Hijo es limitar a su Padre. ⁶Ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido. ⁷Sin embargo, esto no se comprenderá hasta que el maestro de Dios reconozca que juzgar y limitar no son sino el mismo error. ⁸Con esto recibe la Expiación, pues deja de juzgar al Hijo de Dios y lo acepta tal como el Padre lo creó. ⁹Ya no se encuentra separado de Dios, determinando dónde se debe otorgar la curación y dónde debe negarse. ¹⁰Ahora puede decir con Dios: “Éste es mi Hijo amado, que fue creado perfecto y que así ha de permanecer eternamente”.
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23. ¿Desempeña Jesús un papel especial en la curación?
1. Los dones de Dios rara vez pueden recibirse directamente. ²Aun los maestros de Dios más avanzados sucumben a las tentaciones de este mundo. ³¿Sería acaso justo que se les negara la curación a sus alumnos por esa razón? ⁴La Biblia dice: “Pide en el nombre de Jesucristo”. ⁵¿Es esto simplemente una invocación a la magia? ⁶Un nombre no cura ni tampoco puede una invocación generar ningún poder especial. ⁷¿Qué significado puede tener entonces apelar a Jesucristo? ⁸¿Qué confiere el invocar su nombre? ⁹¿Por qué forma parte de la curación pedir en su nombre?
2. Hemos dicho repetidamente que alguien que haya aceptado perfectamente la Expiación para sí mismo puede sanar el mundo. ²De hecho, ya lo hizo. ³La tentación podrá volver a acosar a otros, pero nunca a Ése. ⁴Se ha convertido en el Hijo de Dios resucitado. ⁵Ha vencido a la muerte al haber aceptado la vida. ⁶Se ha reconocido a sí mismo tal como Dios lo creó, y al hacerlo, reconoció que todo ser vivo forma parte de él. ⁷Ahora su poder es ilimitado porque es el Poder de Dios. ⁸De esta manera, su nombre se ha convertido en el Nombre de Dios, pues ya no se considera a sí mismo separado de Él.
3. ¿Qué significa esto para ti? ²Significa que al recordar a Jesús estás recordando a Dios. ³Toda la relación del Hijo con el Padre radica en Jesús. ⁴Su papel en la Filiación es también el tuyo, y el hecho de que él completó su aprendizaje garantiza tu éxito. ⁵¿Se encuentra él aún disponible para venir en tu ayuda? ⁶¿Qué dijo él mismo al respecto? ⁷Recuerda sus promesas y pregúntate honestamente si sería posible que no las fuera a cumplir. ⁸¿Puede Dios fallarle a Su Hijo? ⁹¿Y puede Quien es uno con Dios ser distinto de Él? ¹⁰El que transciende el cuerpo transciende también toda limitación. ¹¹¿Cómo no iba a estar disponible el más grande de los maestros para aquellos que lo siguen?
4. El nombre de Jesucristo como tal no es más que un símbolo. ²Pero representa un amor que no es de este mundo. ³Es un símbolo que se puede usar sin riesgo para reemplazar a los innumerables nombres de todos los dioses a los que imploras. ⁴Constituye el símbolo resplandeciente de la Palabra de Dios, tan próximo a aquello que representa, que el ínfimo espacio que hay entre ellos desaparece en el momento en que se evoca su nombre. ⁵Recordar el nombre de Jesucristo es dar gracias por todos los dones que Dios te ha dado. ⁶Y la gratitud hacia Dios se convierte en la manera en que Él es recordado, pues el amor no puede estar muy lejos de una mente y un corazón agradecidos. ⁷Dios puede entonces entrar fácilmente porque éstas son las verdaderas condiciones que hacen posible tu retorno al hogar.
5. Jesús ha señalado el camino. ²¿Por qué no habrías de estarle agradecido? ³Te ha pedido amor, mas sólo para él poder dártelo a ti. ⁴Tú no te amas a ti mismo. ⁵Pero para Jesús, tu hermosura es tan absoluta e inmaculada que ve en ella la imagen de su Padre. ⁶Tú te conviertes en el símbolo de su Padre aquí en la tierra. ⁷Él tiene sus esperanzas puestas en ti porque no ve límites en ti ni mancha alguna que opaque tu hermosa perfección. ⁸La visión de Cristo resplandece en sus ojos con perfecta constancia. ⁹Él ha permanecido contigo. ¹⁰¿No te gustaría aprender la lección de la salvación valiéndote de lo que él ya aprendió? ¹¹¿Para qué empezar de nuevo, cuando él ya recorrió la jornada por ti?
6. Nadie en la tierra puede entender plenamente lo que es el Cielo ni cuál es el verdadero significado de su Creador. ²Sin embargo, tenemos testigos. ³A ellos es a quienes el que es sabio debe acudir. ⁴Han existido personas cuyo conocimiento sobrepasó con mucho lo que nosotros podemos aprender. ⁵Y no queremos enseñar las limitaciones que nos hemos impuesto. ⁶Nadie que se haya convertido en un maestro de Dios verdadero y completamente dedicado se olvida de sus hermanos. ⁷Lo que les puede ofrecer, no obstante, se ve limitado por lo que él mismo aprende. ⁸Dirígete entonces hacia uno que abandonó todo límite y fue más allá del punto más elevado que el aprendizaje puede ofrecer. ⁹Él te llevará consigo, pues no llegó hasta allí solo. ¹⁰Estabas con él entonces, tal como lo estás ahora.
7. Este curso procede de él porque sus palabras llegan a ti en un lenguaje que puedes amar y comprender. ²¿Puede haber otros maestros que señalen el camino a aquellos que hablan lenguas distintas y recurren a símbolos diferentes? ³Por supuesto que sí. ⁴¿Dejaría Dios a uno solo de Sus Hijos sin una ayuda muy real en tiempos de tribulación, sin un salvador que Lo representase? ⁵Por eso necesitamos un programa de estudios polifacético, mas no porque el contenido sea diferente, sino porque los símbolos tienen que modificarse y cambiar para poder ajustarse a las diferentes necesidades. ⁶Jesús ha venido a responder a las tuyas. ⁷En él hallarás la Respuesta de Dios. ⁸Enseña, entonces, con él, pues él está contigo; él siempre está aquí.
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24. ¿Existe la reencarnación?
1. En última instancia, la reencarnación es imposible. ²El pasado no existe ni el futuro tampoco, y la idea de nacer en un cuerpo ya sea una o muchas veces no tiene sentido. ³La reencarnación, por lo tanto, no puede ser verdad desde ningún punto de vista. ⁴Nuestra única pregunta debería ser: “¿Es un concepto útil?” ⁵Y eso depende, por supuesto, del uso que se le dé. ⁶Si se usa para reforzar el reconocimiento de la naturaleza eterna de la vida, es ciertamente útil. ⁷¿Qué otra pregunta con respecto a la reencarnación podría ser útil para arrojar luz sobre el camino? ⁸Al igual que muchas otras creencias, ésta puede usarse desacertadamente. ⁹En el mejor de los casos, el mal uso que se hace de ella da lugar a preocupaciones y tal vez a orgullo por el pasado. ¹⁰En el peor de los casos, provoca inercia en el presente. ¹¹Y entre estos dos extremos, puede dar lugar a muchísimas insensateces.
2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. ²Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, su única tarea seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. ³Si está sentando las bases para una vida futura, aun así sólo ahora puede solventar el asunto de su salvación. ⁴Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, y si eso es así, su valor es evidente. ⁵Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. ⁶Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. ⁷Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. ⁸Mas siempre hay algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.
3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura definitiva al respecto. ²Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los que creen en la reencarnación como para los que no. ³Exigirle una postura definitiva simplemente limitaría su utilidad, así como su propia capacidad de decisión. ⁴Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable para cualquier persona, independientemente de sus creencias previas. ⁵Bastante tendrá con lidiar con su ego, como para añadir controversias sectarias a su carga. ⁶Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente sólo porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.
4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el curso se propone es una completa inversión del pensamiento. ²Cuando esto finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación dejarán de tener sentido. ³Hasta entonces, es probable que sean simplemente motivo de controversia. ⁴El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que enseñar y aprender. ⁵Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que se le asignó. ⁶Si un concepto o una creencia tiene aspectos útiles, se le dirá. ⁷También se le dirá cómo usarlos. ⁸¿Qué más necesita saber?
5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la reencarnación ni discutirla con otros que sí creen en ella? ²¡Por supuesto que no! ³Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia a menos que su Maestro interno así se lo aconsejarse. ⁴Y eso es muy poco probable. ⁵Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de su alumno como para el suyo propio. ⁶En ese caso, se le recomendaría una reinterpretación, puesto que es necesaria. ⁷Lo único que se tiene que reconocer, no obstante, es que el nacimiento no fue el principio y que la muerte no es el final. ⁸Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. ⁹Él sólo necesita aceptar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible aprender. ¹⁰Su jornada habrá comenzado.
6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es cuando se te ofrece total salvación y en este momento es cuando puedes aceptarla. ²Ésa sigue siendo tu única responsabilidad. ³La Expiación se puede equiparar al escape total del pasado y a la total falta de interés por el futuro. ⁴El Cielo está aquí. ⁵No existe ningún otro lugar. ⁶El Cielo es ahora. ⁷No existe ningún otro tiempo. ⁸Los maestros de Dios no se interesan por ninguna enseñanza que no conduzca a esto. ⁹Todas las creencias apuntan a ello si han sido interpretadas correctamente. ¹⁰En este sentido, se puede decir que su verdad está determinada por su utilidad. ¹¹Todas las creencias que facilitan el progreso se deben respetar. ¹²Éste es el único criterio que este curso requiere. ¹³No se requiere nada más.
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25. ¿Son deseables los poderes “psíquicos”?
1. La respuesta a esta pregunta es muy parecida a la anterior. ²No existen poderes “antinaturales”, e inventar un poder que no existe es obviamente recurrir a la magia. ³Es igualmente obvio, sin embargo, que cada individuo tiene un sinnúmero de capacidades de las que no es consciente. ⁴A medida que su conciencia se expanda, es posible que desarrolle facultades que le parezcan muy sorprendentes. ⁵No obstante, nada que él pueda hacer puede compararse en lo más mínimo con la gloriosa sorpresa de recordar Quién es. ⁶Si deja que todo su aprendizaje y todos sus esfuerzos se dirijan hacia esa gran sorpresa final, no querrá que las pequeñas sorpresas que se puedan presentar en el camino lo retrasen.
2. Ciertamente hay muchos poderes “psíquicos” que están claramente de acuerdo con los postulados de este curso. ²La comunicación no se limita únicamente a la reducida gama de canales que el mundo reconoce. ³Si así fuese, no tendría objeto tratar de enseñar la salvación. ⁴Sería imposible hacerlo. ⁵Los límites que el mundo impone a la comunicación son los mayores obstáculos para una experiencia directa del Espíritu Santo, Quien siempre está aquí y Cuya Voz está siempre presta a ser oída. ⁶Estbos límites se establecen por miedo, pues sin ellos las paredes que circundan todos los lugares separados del mundo se derrumbarían ante el santo sonido de Su Voz. ⁷Aquel que de alguna manera trasciende estos límites, está simplemente volviéndose más natural. ⁸No está haciendo nada especial y no hay nada mágico en sus logros.
3. Las facultades aparentemente nuevas que se pueden adquirir en el camino hacia Dios pueden ser muy útiles. ²Cuando se le entregan al Espíritu Santo y se usan bajo Su dirección, se convierten en recursos de enseñanza muy valiosos. ³Ante esto, la cuestión de cómo surgen es irrelevante. ⁴Lo único que hay que tener en cuenta es el uso que se les da. ⁵Si se consideran como fines en sí mismas, independientemente de cómo se haga esto, el progreso se demorará. ⁶Su valor no reside tampoco en que prueben nada: ya sean logros del pasado, conexiones insólitas con lo “invisible” o favores “especiales” provenientes de Dios. ⁷Dios no hace favores especiales, y nadie posee ningún poder que no esté al alcance de los demás. ⁸La posesión de poderes especiales sólo se puede “demostrar” mediante el uso de trucos mágicos.
4. Nada que sea genuino puede usarse para engañar. ²El Espíritu Santo es incapaz de engañar y sólo puede valerse de facultades genuinas. ³Lo que se usa con fines mágicos a Él le resulta inservible. ⁴Y lo que Él usa no se puede emplear para la magia. ⁵Existe, sin embargo, una atracción especial por las capacidades poco usuales que las hace curiosamente tentadoras. ⁶Poseen poderes que el Espíritu Santo quiere y necesita. ⁷Mas el ego ve en esos mismos poderes una oportunidad para vanagloriarse. ⁸Cuando los poderes se convierten en debilidades es ciertamente trágico. ⁹Lo que no se le entrega al Espíritu Santo, no puede sino entregársele a la debilidad, pues lo que se le niega al amor se le da al miedo y, como consecuencia, será temible.
5. Incluso los que han dejado de valorar las cosas materiales del mundo pueden dejarse engañar por los poderes “psíquicos”. ²Al dejar de interesarse por los regalos materiales del mundo, el ego se ve seriamente amenazado. ³Mas todavía puede ser lo suficientemente fuerte como para recobrarse valiéndose de esta nueva tentación a fin de recuperar fuerzas mediante artimañas. ⁴Muchos en esa situación no se percatan de las defensas del ego, si bien no es que éstas sean precisamente sutiles. ⁵Sin embargo, mientras se tenga el más mínimo deseo de ser engañado, el engaño se producirá fácilmente. ⁶Ahora el “poder” deja de ser una facultad genuina y ya no se puede contar con él. ⁷Es casi inevitable que el individuo refuerce las incertidumbres que tiene acerca de su “poder” engañándose cada vez más a sí mismo a no ser que cambie de parecer con respecto a su propósito.
6. Cualquier facultad que alguien desarrolle tiene el potencial de ser usada para el bien. ²En esto no hay excepciones. ³Y cuanto más insólito e imprevisto sea el poder, mayor será su potencial para servir de ayuda. ⁴La salvación tiene necesidad de todas las facultades, pues lo que el mundo quiere destruir, el Espíritu Santo lo quiere restaurar. ⁵Se han usado las facultades “psíquicas” para invocar al demonio, lo cual no hace otra cosa que reforzar el ego. ⁶Mas estas facultades pueden ser también un canal de esperanza y curación si se ponen al servicio del Espíritu Santo. ⁷Aquellos que han desarrollado poderes “psíquicos” no han hecho sino permitir que se erradiquen de sus mentes algunas de las limitaciones que ellos mismos les habían impuesto. ⁸Si utilizan esta mayor libertad para aprisionarse aún más, no harán sino imponerse mayores limitaciones. ⁹El Espíritu Santo tiene necesidad de esos dones, y quienes se los ofrecen a Él y sólo a Él caminan con la gratitud de Cristo en sus corazones y con Su santa visión siguiéndoles muy de cerca.
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26. ¿Es posible llegar a Dios directamente?
1. Sin duda alguna se puede llegar a Dios directamente, pues no hay ninguna distancia entre Él y Su Hijo. ²La conciencia de lo que Dios es se encuentra en la memoria de cada uno y Su Palabra está impresa en el corazón de todos. ³No obstante, dicha conciencia y dicha memoria sólo podrán traspasar el umbral del reconocimiento cuando se hayan eliminado todos los obstáculos que se oponen a la verdad. ⁴Mas ¿para cuántos es éste el caso? ⁵De ahí el papel esencial de los maestros de Dios. ⁶Y aunque ellos tampoco han alcanzado todavía el entendimiento necesario, se han unido a otros. ⁷Esto es lo que los diferencia del resto del mundo. ⁸Y esto es lo que permite que otros abandonen el mundo con ellos. ⁹Solos no son nada. ¹⁰Pero en su unión reside el Poder de Dios.
2. Hay quienes han llegado a Dios directamente, al haber dejado atrás todo límite mundano y al haber recordado perfectamente su Identidad. ²A éstos se les podría llamar Maestros de maestros porque, aunque ya no se les puede ver, todavía se puede invocar su imagen. ³Y aparecerán en el momento y en el lugar en que pueda ser de utilidad que lo hagan. ⁴A quienes su aparición les podría atemorizar, les dan sus ideas. ⁵Nadie puede invocarlos en vano. ⁶No hay nadie de quien ellos no sean conscientes. ⁷Son conscientes de todas las necesidades, y reconocen y pasan por alto todos los errores. ⁸Llegará un día en que todo esto se entenderá claramente. ⁹Mientras tanto, ellos les dan todos sus dones a los maestros de Dios que acuden a ellos en busca de ayuda, pidiendo todas las cosas en el nombre de ellos y en ningún otro.
3. Es posible que en algunas ocasiones un maestro de Dios tenga una breve experiencia de unión directa con Dios. ²Sin embargo, es casi imposible que en este mundo una experiencia así pueda perdurar. ³Tal vez se pueda alcanzar tras mucha devoción y dedicación, y luego conservarse durante gran parte de la estancia en la tierra. ⁴Mas eso es tan raro, que no se puede considerar una meta realista. ⁵Si sucede, bien. ⁶Si no sucede, bien también. ⁷Todos los estados mundanos son en cualquier caso ilusorios. ⁸Si se alcanzase a Dios directamente en una conciencia continua, el cuerpo no se podría conservar por mucho tiempo. ⁹Aquellos que han abandonado el cuerpo con el único propósito de ser de ayuda a los que aún están aquí son en verdad muy pocos. ¹⁰Y ellos necesitan ayudantes que aún se encuentren en cautiverio y que aún estén dormidos para que con su despertar pueda oírse la Voz de Dios.
4. No te desesperes, pues, por causa de tus limitaciones. ²Tu función es escapar de ellas, no que no las tengas. ³Si quieres ser oído por los que sufren, tienes que hablar su lengua. ⁴Si quieres ser un salvador, tienes que entender de qué es de lo que hay que escapar. ⁵La salvación no es algo teórico. ⁶Examina el problema, pide la respuesta y, cuando te llegue, acéptala. ⁷No tardará mucho en llegar. ⁸Se te proveerá de toda la ayuda que estés dispuesto a aceptar, y toda necesidad que tengas será satisfecha. ⁹Por lo tanto, no nos preocupemos demasiado por objetivos para los que todavía no estás listo. ¹⁰Dios te acepta en el nivel en el que estás y te da la bienvenida. ¹¹¿Qué más podrías desear, cuando esto es todo lo que necesitas?
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27. ¿Qué es la muerte?
1. La muerte es el sueño central de donde emanan todas las ilusiones. ²¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir? ³Ya hemos planteado esta pregunta anteriormente, pero ahora debemos examinarla con mayor detenimiento. ⁴La creencia fija e inalterable del mundo es que todas las cosas nacen para morir. ⁵Se considera que así es como “opera la naturaleza”, y que no se debe poner en tela de juicio, sino que debe aceptarse como la ley “natural” de la vida. ⁶Lo cíclico, lo cambiante y lo incierto; lo inestable y lo inconstante; lo que de alguna manera crece y mengua siguiendo una trayectoria determinada es lo que se considera la Voluntad de Dios. ⁷Y nadie se pregunta si un Creador benigno hubiese podido disponer algo así.
2. Si el universo que percibimos fuese tal como Dios lo creó, sería imposible pensar que Dios es amoroso. ²Pues aquel que ha decretado que todas las cosas mueran y acaben en polvo, desilusión y desesperanza, no puede sino inspirar temor. ³Tu insignificante vida está en sus manos, suspendida de un hilo que él está listo para cortar sin que Le importe o lo lamente, tal vez hoy mismo. ⁴Y aun si esperase, el final es seguro de todas formas. ⁵El que ama a un dios así no conoce el amor, ya que ha negado que la vida sea real. ⁶La muerte se ha convertido en el símbolo de la vida. ⁷Su mundo es ahora un campo de batalla, en donde reina la contradicción y los opuestos luchan en una guerra interminable. ⁸Donde hay muerte la paz es imposible.
3. La muerte es el símbolo del temor a Dios. ²La idea de la muerte oculta Su Amor y lo mantiene al margen de la conciencia cual un escudo puesto en alto para bloquear el sol. ³Lo siniestro de este símbolo basta para demostrar que la muerte no puede coexistir con Dios. ⁴La muerte muestra una imagen del Hijo de Dios en la que éste acaba “descansando en paz” en los brazos de la devastación, donde los gusanos lo esperan para darle la bienvenida y, gracias a su muerte, prolongar un poco más su propia existencia. ⁵Mas los gusanos están igualmente condenados a morir. ⁶Y de esta forma, todas las cosas viven gracias a la muerte. ⁷En la naturaleza, el devorarse unos a otros es “ley de vida”. ⁸Dios está loco y sólo el miedo es real.
4. La extraña creencia de que una parte de las cosas que mueren puede seguir existiendo separada de lo que muere, tampoco proclama a un Dios amoroso ni vuelve a sentar las bases para que se tenga confianza. ²Si la muerte es real para una sola cosa, la vida no existe. ³La muerte niega la vida. ⁴Pero si la vida es real, lo que se niega es la muerte. ⁵En esto no puede haber transigencia alguna. ⁶O bien existe un dios de miedo o bien Uno de Amor. ⁷El mundo intenta hacer miles de transigencias al respecto y tratará de hacer mil más. ⁸Ni una sola puede ser aceptable para los maestros de Dios, ya que ninguna de ellas sería aceptable para Dios. ⁹Él no creó la muerte, puesto que no creó el miedo. ¹⁰Para Él ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido.
5. La “realidad” de la muerte está firmemente arraigada en la creencia de que el Hijo de Dios es un cuerpo. ²Y si Dios hubiese creado cuerpos, la muerte sería ciertamente real. ³Pero en ese caso Dios no sería amoroso. ⁴Ningún otro punto ilustra de forma tan evidente el contraste entre la percepción del mundo real y la del mundo de las ilusiones. ⁵Si Dios es Amor, la muerte es, de hecho, la muerte de Dios. ⁶Por lo tanto, Su Propia Creación no puede sino temerle. ⁷Dios no es un Padre, sino un destructor; ⁸un vengador, no un Creador. ⁹Sus Pensamientos son aterradores y Su Imagen temible. ¹⁰Contemplar Sus Creaciones es morir.
6. “El último enemigo destruido será la muerte.” ²¡Por supuesto que sí! ³Sin la idea de la muerte no habría mundo. ⁴Todos los sueños acabarán con éste. ⁵Ésta es la meta final de la salvación, el fin de todas las ilusiones. ⁶Y todas las ilusiones nacen de la muerte. ⁷¿Qué puede nacer de la muerte y tener vida? ⁸Por otra parte, ¿qué puede originarse en Dios y morir? ⁹Las inconsistencias, las transigencias y los ritos que el mundo fomenta en sus vanos intentos de aferrarse a la muerte y al mismo tiempo pensar que el amor es real, no son más que necios trucos mágicos, ineficaces y desprovistos de sentido. ¹⁰Dios es, y en Él todas las cosas creadas no pueden sino ser eternas. ¹¹¿No ves que de no ser así Él tendría un opuesto y el miedo sería tan real como el amor?
7. Maestro de Dios, tu única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte integrante. ²No creas en la crueldad ni permitas que el ataque oculte la verdad de ti. ³Lo que parece morir, tan sólo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. ⁴De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad. ⁵Mantente firme sólo en esto: no te dejes engañar por la “realidad” de ninguna forma cambiante. ⁶La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o ante la destrucción. ⁷¿Y cuál es el final de la muerte? ⁸Nada más que esto: el reconocimiento de que el Hijo de Dios es inocente ahora y siempre. ⁹Nada más que eso. ¹⁰Pero no olvides que tampoco es menos.
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28. ¿Qué es la resurrección?
1. La resurrección, dicho llanamente, es la superación de la muerte o el triunfo sobre ella. ²Es un redespertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. ³Es la aceptación de la interpretación del Espíritu Santo con respecto al propósito del mundo; la aceptación de la Expiación para uno mismo. ⁴Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu Santo. ⁵Es el reconocimiento de los dones de Dios. ⁶Es el sueño en el que el cuerpo opera perfectamente al no tener otra función que la de ser un medio de comunicación. ⁷Es la lección con la que concluye el aprendizaje, pues con ella se consuma y se supera. ⁸Es la invitación a Dios para que dé el paso final. ⁹Es el abandono de cualquier otro propósito, cualquier otro interés, cualquier otro deseo o cualquier otro empeño. ¹⁰Es el deseo único que el Hijo tiene por su Padre.
2. La resurrección, al ser la afirmación de la vida, es la negación de la muerte. ²De esta manera, la forma de pensar del mundo se invierte por completo. ³Ahora se reconoce que la vida es la salvación, y cualquier clase de dolor o aflicción se percibe como el infierno. ⁴Ya no se le teme al amor, sino que se le da jubilosamente la bienvenida. ⁵Los ídolos han desaparecido y el recuerdo de Dios brilla en el mundo sin ninguna obstrucción. ⁶Se ve la faz de Cristo en todo ser vivo y no se mantiene nada en la obscuridad, excluido de la luz del perdón. ⁷Ya no quedan pesares sobre la tierra. ⁸El júbilo del Cielo ha descendido sobre ella.
3. Ahí termina el programa de estudios. ²De ahí en adelante no habrá necesidad de más instrucciones. ³La visión ha sido totalmente corregida y todos los errores han sido des-hechos. ⁴El ataque no tiene sentido y la paz ha llegado. ⁵Se ha alcanzado la meta del programa de estudios. ⁶Los pensamientos se dirigen hacia el Cielo y se apartan del infierno. ⁷Todo anhelo queda satisfecho, pues, ¿qué queda ahora que aún necesite respuesta o esté incompleto? ⁸La última ilusión se extiende sobre el mundo, perdonándolo todo y substituyendo todo ataque. ⁹Se ha logrado la inversión total. ¹⁰No queda nada que contradiga la Palabra de Dios. ¹¹No hay nada que se oponga a la verdad. ¹²Y ahora, por fin, la verdad puede llegar. ¹³¡Cuán pronto vendrá cuando se la invite a entrar y a envolver semejante mundo!
4. Todos los corazones palpitantes se encuentran tranquilos y llenos de una gran expectación porque la hora de lo eterno está por llegar. ²La muerte no existe. ³El Hijo de Dios es libre. ⁴Y en su libertad radica el fin del miedo. ⁵Ya no quedan en la tierra lugares ocultos que puedan dar refugio a ilusiones enfermizas, a sueños de temor o a falsas percepciones del universo. ⁶Todas las cosas se ven en la luz, y en la luz se transforma y se comprende su propósito. ⁷Y nosotros, los Hijos de Dios, nos levantamos del polvo y contemplamos nuestra perfecta impecabilidad. ⁸El canto del Cielo se escucha por todo el mundo, a medida que éste es elevado y conducido a la verdad.
5. Ahora no hay distinciones. ²Las diferencias han desaparecido y el Amor se contempla a Sí Mismo. ³¿Qué necesidad hay ahora de otro panorama? ⁴¿Queda algo que la visión pueda llevar a cabo? ⁵Ya hemos visto la faz de Cristo, Su Impecabilidad y Su Amor tras toda forma y más allá de todo propósito. ⁶¡Somos santos porque Su Santidad en verdad nos ha liberado! ⁷Y aceptamos Su Santidad como nuestra, como en efecto lo es. ⁸Y seremos eternamente tal como Dios nos creó, y lo único que deseamos es que Su Voluntad sea la nuestra. ⁹Las fantasías de otra voluntad separada desaparecen, pues hemos encontrado unidad de propósito.
6. Éstas son las cosas que nos aguardan a todos, pero aún no estamos listos para darles la bienvenida jubilosamente. ²Mientras quede una sola mente poseída por sueños de maldad, el pensamiento del infierno será real. ³Los maestros de Dios tienen como meta despertar las mentes de aquellos que duermen y ver la visión de la faz de Cristo ocupar el lugar de lo que ellas sueñan. ⁴El pensamiento de asesinato es reemplazado por bendiciones. ⁵Se abandonan los juicios y se le entregan a Aquel cuya función es juzgar. ⁶Y en Su Juicio Final se restaura la verdad del santo Hijo de Dios. ⁷Él ha sido redimido, pues ha escuchado la Palabra de Dios y ha comprendido su significado. ⁸Es libre porque ha permitido que la Voz de Dios proclame la verdad. ⁹Y todos aquellos a quienes antes pensó crucificar resucitan ahora con él, a su lado, según se prepara con ellos para encontrarse con su Dios.
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29. En cuanto a lo demás...
1. Este manual no pretende responder a todas las preguntas que tanto maestro como alumno puedan plantear. ²De hecho, solamente aborda algunas de las más obvias, a modo de un breve resumen de algunos de los principales conceptos expuestos en el texto y en el libro de ejercicios. ³No es, sin embargo, un substituto de ninguno de ellos, sino meramente un suplemento. ⁴Aunque su título es Manual para el maestro, no hay que olvidar que el tiempo es lo único que separa al maestro del alumno, de manera que la diferencia entre ellos es, por definición, temporal. ⁵Es posible que a algunos alumnos les sea más útil leer primero el manual. ⁶A otros les puede resultar mejor empezar con el libro de ejercicios. ⁷Y quizá habrá otros que necesiten empezar en el nivel más abstracto que ofrece el texto.
2. ¿Qué es mejor para unos y qué es mejor para otros? ²¿Quién sacaría mayor provecho de rezar solamente? ³¿Quién necesita tan sólo una sonrisa, al no estar aún listo para nada más? ⁴Nadie debe tratar de responder a estas preguntas por su cuenta. ⁵Es indudable que ningún maestro de Dios ha llegado hasta este punto sin haberse dado cuenta de esto. ⁶El programa de estudios es altamente individualizado, y todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo. ⁷Pregunta y Él te contestará. ⁸Ésa es Su responsabilidad, y sólo Él está capacitado para asumirla. ⁹Responder es Su función. ¹⁰Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya. ¹¹¿Querrías ser responsable de decisiones de cuyos antecedentes sabes tan poco? ¹²Alégrate de tener un Maestro que no puede equivocarse. ¹³Sus respuestas son siempre acertadas. ¹⁴¿Podrías tú decir lo mismo de las tuyas?
3. Hay otra ventaja—y muy importante por cierto—en poner cada vez más en manos del Espíritu Santo todas las decisiones. ²Aunque su importancia es obvia, tal vez no hayas pensado en este aspecto: ³seguir las directrices del Espíritu Santo es permitirte a ti mismo quedar absuelto de toda culpa. ⁴Es la esencia de la Expiación. ⁵Es el núcleo central del programa de estudios. ⁶La imaginaria usurpación de funciones que no te corresponden es la causa del miedo. ⁷El mundo que ves refleja la ilusión de que has usurpado una función que no te corresponde, haciendo que el miedo sea inevitable. ⁸Devolver dicha función a Quien le corresponde es, por lo tanto, la manera de escapar del miedo. ⁹Y esto es lo que hace posible que el recuerdo del amor retorne a ti. ¹⁰No pienses, entonces, que necesitas seguir la dirección del Espíritu Santo sólo por razón de tus insuficiencias. ¹¹Necesitas seguirla porque es la manera de escaparte del infierno.
4. He aquí una vez más la paradoja a la que frecuentemente se hace referencia en el curso. ²Decir: “No puedo hacer nada por mi cuenta” es ganar todo poder. ³Esto, sin embargo, no es más que una aparente paradoja. ⁴Tal como Dios te creó, dispones de todo poder. ⁵La imagen que has forjado de ti mismo no tiene ninguno. ⁶El Espíritu Santo conoce la verdad acerca de ti. ⁷La imagen que tú has forjado, no. ⁸Sin embargo, a pesar de su obvia y absoluta ignorancia, dicha imagen asume que lo sabe todo porque le has infundido esa creencia. ⁹Eso es lo que enseñas y lo que enseña el mundo que se fabricó para apoyarla. ¹⁰Mas el Maestro que conoce la verdad no se ha olvidado de ella. ¹¹Sus decisiones benefician a todos por igual al estar totalmente desprovistas de ataque. ¹²Y son, por lo tanto, incapaces de generar culpabilidad.
5. Aquel que asume un poder que no posee se está engañando a sí mismo. ²Sin embargo, aceptar el poder que Dios le ha dado, no es sino reconocer a su Creador y aceptar Sus dones. ³Y Sus dones no tienen límite. ⁴Pedirle al Espíritu Santo que decida por ti es simplemente aceptar tu verdadera herencia. ⁵¿Quiere esto decir que no puedes decir nada sin antes consultarlo con Él? ⁶¡Por supuesto que no! ⁷Eso no sería en modo alguno práctico, y el enfoque de este curso es primordialmente práctico. ⁸Si has formado el hábito de pedir ayuda en toda circunstancia o situación, puedes estar seguro de que te dará sabiduría cuando la necesites. ⁹Prepárate para ello cada mañana; recuerda a Dios cuantas veces puedas a lo largo del día; pídele ayuda al Espíritu Santo siempre que te sea posible, y por la noche, dale las gracias por Su guía. ¹⁰Tu confianza estará ciertamente bien fundada.
6. Nunca olvides que el Espíritu Santo no depende de tus palabras. ²Él comprende las peticiones de tu corazón y las colma. ³¿Quiere esto decir que mientras te siga atrayendo el ataque Él te responderá con maldad? ⁴¡Por supuesto que no! ⁵Dios le ha dado el poder de traducir las oraciones de tu corazón a Su lenguaje. ⁶El Espíritu Santo comprende que un ataque es una petición de ayuda ⁷y, por consiguiente, responde ofreciendo ayuda. ⁸Dios sería cruel si permitiese que tus palabras reemplazaran a las Suyas. ⁹Un padre amoroso no deja que su hijo se lastime ni que se destruya a sí mismo. ¹⁰El hijo podrá pedir lo que le haría daño, pero aun así su padre lo protege. ¹¹¿Y no ama tu Padre a Su Hijo muchísimo más que eso?
7. Recuerda que tú eres Su Compleción y Su Amor. ²Recuerda que tu debilidad es Su Fortaleza. ³Pero no interpretes esto a la ligera o erróneamente. ⁴Si Su Fortaleza está en ti, lo que percibes como tu debilidad no es más que una ilusión. ⁵Y Él te ha proporcionado los medios para probarlo. ⁶Pídele todo a Su Maestro y todo se te dará. ⁷No en el futuro, sino inmediatamente: ahora mismo. ⁸Dios no espera, pues esperar comporta tiempo y Él es intemporal. ⁹Olvida tus absurdas imágenes, tu sensación de debilidad y el temor a ser herido; tus sueños de peligro y todas las “cosas malas” que has hecho. ¹⁰Dios sólo conoce a Su Hijo, Quien sigue siendo exactamente tal como fue creado. ¹¹Yo te pongo en Sus Manos con plena confianza y doy gracias por ti de que así sea.
8. Y ahora, bendito seas en todo lo que hagas. ²Dios te pide ayuda para salvar el mundo. ³Maestro de Dios, Él te ofrece Su Gratitud y el mundo entero queda en silencio ante la Gracia del Padre que traes contigo. ⁴Tú eres el Hijo que Él ama, y te es dado ser el medio a través del cual Su Voz se oye por todo el mundo, para poner fin a todo lo temporal, para acabar con la visión de todo lo visible y para des-hacer todas las cosas cambiantes. ⁵A través de ti se anuncia un mundo que, aunque no se ve ni se oye, está realmente ahí. ⁶Santo eres, y en tu luz el mundo refleja tu santidad, pues no estás solo y sin amigos. ⁷Doy gracias por ti y me uno a tus esfuerzos en Nombre de Dios, sabiendo que también lo son en mi nombre y en el nombre de todos aquellos que junto conmigo se dirigen a Dios.
⁸AMÉN
Un curso de milagros Manual para el Maestro: 29 www.celebrandoelmilagro.com
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BENDICIONES!

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