Capítulo 9
LA ACEPTACIÓN DE LA EXPIACIÓN
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I. La aceptación de la realidad
1. Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana haya podido concebir jamás. ²Esto no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiera estado ya tan profundamente dividida, que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es. ³La realidad sólo puede ser una “amenaza” para lo ilusorio, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. ⁴El hecho mismo de que percibas la Voluntad de Dios—que es lo que tú eres—como algo temible, demuestra que tienes miedo de lo que eres. ⁵Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya.
2. Tu voluntad no es la voluntad del ego, y por eso es por lo que el ego está contra ti. ²Lo que parece ser el temor a Dios es en realidad el miedo a tu propia realidad. ³En un estado de pánico no se puede aprender nada de manera consistente. ⁴Si el propósito de este curso es ayudarte a recordar lo que eres, y tú crees que lo que eres es algo temible, de ello se deduce forzosamente que no aprenderás este curso. ⁵Sin embargo, la razón de que el curso exista es precisamente porque no sabes lo que eres.
3. Si no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? ²La asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que no saben lo que es la verdad. ³Lo único que esto quiere decir es que estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia con algo que no deseas. ⁴Es evidente, pues, que estás juzgando algo de lo cual no tienes el menor conocimiento. ⁵Has urdido esta extraña situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que sepa cuál es tu realidad. ⁶El propósito de este Guía no es otro que el de recordarte lo que deseas. ⁷No está tratando de imponerte una voluntad ajena. ⁸Está simplemente haciendo todo lo posible, dentro de los límites que tú le impones, por restablecer tu propia voluntad en tu conciencia.
4. Has aprisionado tu voluntad más allá de tu conciencia, donde todavía se encuentra, pero desde donde no puede ayudarte. ²Cuando dije que la función del Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que Él tiene el poder de ver lo que has ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios. ³Gracias a este reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque Él está en tu mente y, por lo tanto, Él es tu realidad. ⁴Si la percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti, te está ayudando a recordar lo que eres. ⁵Lo único que puede ocasionar temor en este proceso es lo que crees que perderías. ⁶Lo único que realmente puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve.
5. He subrayado en muchas ocasiones que el Espíritu Santo nunca te pedirá ningún sacrificio. ²Pero si te pides a ti mismo el sacrificio de la realidad, el Espíritu Santo tiene que recordarte que ésa no es la Voluntad de Dios porque no es la tuya. ³No hay diferencia alguna entre tu voluntad y la de Dios. ⁴Si tu mente no estuviera dividida reconocerías que ejercer tu voluntad es la salvación porque es comunicación.
6. Es imposible comunicarse utilizando lenguas diferentes. ²Tú y tu Creador podéis comunicaros por medio de la Creación porque Ella y sólo Ella, es vuestra Voluntad conjunta. ³Una mente dividida no se puede comunicar porque habla en nombre de cosas diferentes a la misma mente. ⁴Al hacer esto, pierde la capacidad de comunicarse porque una comunicación confusa sencillamente no tiene sentido. ⁵Es imposible comunicar un mensaje a menos que tenga sentido. ⁶¿Cuán sensatos pueden ser tus mensajes, cuando pides lo que no deseas? ⁷Sin embargo, mientras sigas teniendo miedo de tu voluntad, eso es precisamente lo que estarás pidiendo.
7. Tal vez insistas en que el Espíritu Santo no te contesta, pero quizá sería más prudente examinar qué clase de peticionario eres. ²No pides únicamente lo que deseas. ³Esto se debe a que temes recibirlo, y ciertamente lo recibirías. ⁴Por eso es por lo que se lo sigues pidiendo al maestro que no puede dártelo. ⁵De él nunca podrás aprender qué es lo que deseas, y esto te da una ilusión de seguridad. ⁶Sin embargo, no puedes estar a salvo de la verdad, sino que sólo puedes estar a salvo en la verdad. ⁷La realidad es tu única seguridad. ⁸Tu voluntad es tu salvación porque es la misma que la de Dios. ⁹La separación no es más que la creencia de que es diferente.
8. Ninguna mente recta podría creer que su voluntad es más fuerte que la de Dios. ²Si una mente cree que su voluntad es diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o bien que Su Voluntad es temible. ³La primera conclusión da lugar al ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios. ⁴Cualquiera de esas dos conclusiones dementes producirá pánico, ya que el ateo cree estar solo, y el mártir que Dios lo está crucificando. ⁵No obstante, nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que muchos procuren ambas cosas. ⁶¿Puedes acaso pedirle al Espíritu Santo semejantes “regalos” y esperar recibirlos? ⁷Él no puede darte lo que tú no deseas. ⁸Cuando le pides al Dador Universal lo que no quieres, estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se creó. ⁹Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu voluntad dispuso para ti.
9. En última instancia todo el mundo tiene que recordar la Voluntad de Dios porque, en última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. ²Este reconocimiento es el reconocimiento de que su voluntad y la de Dios son Una. ³En presencia de la verdad, no hay descreídos ni sacrificios. ⁴En la seguridad de la realidad, el miedo no tiene absolutamente ningún sentido. ⁵Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible. ⁶El miedo no puede ser real sin una causa, y Dios es la única Causa. ⁷Dios es Amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. ⁸Ésa es tu voluntad. ⁹Pide esto y se te concederá porque estarás pidiendo únicamente lo que ya es tuyo.
10. Cuando le pides al Espíritu Santo lo que te podría hacer daño Él no puede satisfacer tu petición porque no hay nada que pueda hacerte daño y, por lo tanto, no estás pidiendo nada. ²Cualquier deseo que proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solicitarlo no constituye una petición. ³Es simplemente una negación en forma de petición. ⁴El Espíritu Santo no le da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene significado. ⁵El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque no existe comunicación entre ellos. ⁶Tú, en cambio, puedes pedirle todo porque las peticiones que Le haces son reales, al proceder de tu mente recta. ⁷¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? ⁸¿Y podría dejar de reconocerla en Su Hijo?
11. No te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desperdicias negando la verdad. ²¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo imposible, creyendo que lograrlo es tener éxito? ³La creencia de que para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con el principio que rige a la Creación. ⁴Dios no pudo haber dispuesto que tu felicidad dependiera de lo que nunca podrías tener. ⁵El hecho de que Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. ⁶Puedes ciertamente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. ⁷Si te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfiriendo en las leyes de la visión. ⁸Si niegas el amor, no podrás conocerlo porque tu cooperación es la ley de su existencia. ⁹No puedes cambiar las leyes que tú no promulgaste, y las leyes de la felicidad fueron creadas para ti, no por ti.
12. Cualquier intento de negar lo que simplemente es tiene necesariamente que producir miedo, y si el intento es fuerte producirá pánico. ²Querer imponer tu voluntad en contra de la realidad, aunque no es posible, puede convertirse en una obcecación, a pesar de que ése no es realmente tu deseo. ³Mas examina el resultado de esta extraña decisión: ⁴estás dedicando tu mente a lo que no deseas. ⁵¿Cuán real puede ser esa dedicación? ⁶Si realmente no deseas eso que persigues, es que nunca fue creado. ⁷Y si nunca fue creado, no es nada. ⁸¿Puedes realmente estar dedicado a lo que no es nada?
13. Dios, en Su dedicación a ti, te creó dedicado a todo y te dio aquello a lo que estás dedicado. ²De otra manera no habrías sido creado perfecto. ³La realidad lo es todo, y tú lo tienes todo porque eres real. ⁴No puedes crear lo irreal porque la ausencia de realidad es temible y él miedo no es algo que pueda ser creado. ⁵Mientras sigas creyendo que es posible tener miedo, no podrás crear. ⁶Dos órdenes de realidad que se oponen entre sí privan a la realidad de todo significado, y la realidad es significado.
14. Recuerda, pues, que la Voluntad de Dios es posible y que nada más lo será nunca. ²En esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. ³No puedes distorsionar la realidad y al mismo tiempo saber lo que es. ⁴Y si la distorsionas experimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. ⁵Cuando sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. ⁶Di, por lo tanto:
⁷Cristo está en mí, y donde Él está Dios tiene que estar,pues Cristo es parte de Él.
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II. La respuesta a la oración
1. Todo aquel que alguna vez haya tratado de usar la oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. ²Esto es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudieran ser perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente de acuerdo con lo que este curso postula. ³Esto último, en particular, puede interpretarse incorrectamente como una “prueba” de que el curso no es sincero en lo que afirma. ⁴Tienes que recordar, no obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar del miedo.
2. Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. ²Si ése fuera el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas. ³Por eso es por lo que algunas formas concretas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. ⁴Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal. ⁵Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflición. ⁶En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. ⁷Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado.
3. La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. ²El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta. ³Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. ⁴Es posible que Su respuesta no sea oída. ⁵Es imposible, sin embargo, que se pierda. ⁶Hay muchas respuestas que ya has recibido pero que todavía no has oído. ⁷Yo te aseguro que te están esperando.
4. Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. ²No pongas en duda su palabra ni lo aturdas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. ³Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es inquebrantable. ⁴¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo sinceramente y al mismo tiempo dudar de tu hermano? ⁵Cree en la veracidad de sus palabras por razón de la verdad que mora en él. ⁶Te unirás a la verdad en él y sus palabras serán verdaderas. ⁷Al oírlo a él me oirás a mí. ⁸Escuchar la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.
5. El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. ²¿Qué te está diciendo? ³¿Qué desearías que te dijera? ⁴Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje que recibes. ⁵Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y Su Voz te habla a través de él. ⁶¿Qué podría decirte un hermano tan santo, excepto la verdad? ⁷Mas ¿le escuchas? ⁸Es posible que tu hermano no sepa Quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe. ⁹El resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo posible el que las puedas oír. ¹⁰Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti. ¹¹¿Es la fe que tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oírla?
6. No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. ²La oración es la reafirmación de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las Leyes de Dios. ³En tu hermano reside tu salvación. ⁴El Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya y te contesta. ⁵No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti porque no estás solo. ⁶Y Su respuesta va dirigida únicamente a lo que eres. ⁷No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser que la extiendas. ⁸No tendrás confianza en la dirección que te ofrece el Espíritu Santo o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros. ⁹Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. ¹⁰¿Habría acaso creado Dios una Voz que fuera sólo para ti? ¹¹¿Cómo podrías oír Su Respuesta, a menos que fuera la misma que el Espíritu Santo le da a todos los Hijos de Dios? ¹²Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti, pues tú no querrías que yo fuese engañado.
7. Al igual que Dios, yo te quiero por razón de la verdad que mora en ti. ²Tal vez tus engaños te engañen a ti, pero a mí no me pueden engañar. ³Puesto que sé lo que eres, no puedo dudar de ti. ⁴Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. ⁵Si me quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se expresa. ⁶La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. ⁷Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos. ⁸No escuches nada más, pues, de lo contrario, no estarás oyendo correctamente.
8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y aprenderás que está justificado que yo crea en ti. ²Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. ³Te contestarán si aprendes a pedirles solamente la verdad. ⁴No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender cuán bendito eres. ⁵Al seguir este camino estarás buscando la verdad en ti. ⁶Esto no es ir más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. ⁷Oye únicamente la Respuesta de Dios en Sus Hijos y se te habrá contestado.
9. No creer es estar en contra o atacar. ²Creer es aceptar, y también ponerse de parte de aquello que aceptas. ³Creer no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. ⁴No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor. ⁵Por juzgar se tiene que pagar un precio porque juzgar es fijar un precio. ⁶Y el precio que fijes es el que pagarás.
10. Si pagar se equipara con obtener, fijarás el precio bajo, pero exigirás un alto rendimiento. ²Te habrás olvidado de que poner precio es evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es directamente proporcional al valor atribuido. ³Por otra parte, si pagar se asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación recíproca entre dar y recibir se reconoce. ⁴En este caso se fija un precio alto debido al valor del rendimiento. ⁵Por obtener hay que pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable el que no estimes lo que recibes. ⁶Al atribuirle poco valor, no lo apreciarás ni lo desearás.
11. Nunca te olvides, por consiguiente, de que eres tú el que determina el valor de lo que recibes y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. ²Creer que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con Dios. ³Sus Leyes son siempre justas y perfectamente consistentes. ⁴Al dar, recibes. ⁵Pero recibir es aceptar, no obtener. ⁶Es imposible no tener, pero es posible que no sepas que tienes. ⁷Estar dispuesto a dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que tienes. ⁸Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas. ⁹Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.
12. Así pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu Santo dándole algo, y sólo puedes darle algo allí donde Lo reconoces. ²Si Lo reconoces en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y cuánto habrás de recibir. ³No te negará nada porque tú no le habrás negado nada a Él y, de este modo, podrás compartirlo todo. ⁴Ésta es la manera y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. ⁵Dile, pues, a todo el mundo:
⁶Puesto que mi voluntad es conocerme amí mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como mi hermano.
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III. La corrección del error
1. La vigilancia que el ego ejerce en relación con los errores de otros egos no es la clase de vigilancia que el Espíritu Santo quiere que mantengas. ²Los egos critican basándose en el tipo de “lógica” de que son partidarios. ³Entienden esa clase de lógica porque para ellos tiene sentido. ⁴Para el Espíritu Santo, no obstante, no tiene ninguno.
2. Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalarles a otros sus errores y tratar de “corregirlos”. ²Esto tiene perfecto sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección. ³Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. ⁴Cuando corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. ⁵Puede que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando desde su ego no lo tiene. ⁶Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que tiene razón. ⁷No tienes que decírselo verbalmente si está diciendo tonterías. ⁸Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. ⁹Sigue teniendo razón porque es un Hijo de Dios. ¹⁰Su ego, por otra parte, está siempre equivocado, no importa lo que diga o lo que haga.
3. Si le señalas a tu hermano los errores de su ego, tienes forzosamente que estar viendo a través del tuyo porque el Espíritu Santo no percibe sus errores. ²Esto tiene que ser verdad, toda vez que no existe comunicación entre el ego y el Espíritu Santo. ³Lo que el ego está diciendo no tiene sentido, y el Espíritu Santo no intenta comprender nada que proceda de él. ⁴Puesto que no lo entiende, tampoco lo juzga, pues sabe que nada que el ego haga tiene sentido.
4. Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que sea, significa que no se está escuchando al Espíritu Santo. ²Él simplemente pasa por alto todos los errores, y si tú les das importancia, es que no lo estás oyendo a Él. ³Si no Lo oyes, es que estás escuchando al ego, y mostrándote tan insensato como el hermano cuyos errores percibes. ⁴Esto no puede ser corrección. ⁵Y como resultado, no sólo se quedan sus errores sin corregir, ⁶sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir los tuyos.
5. Cuando un hermano se comporta de forma demente sólo lo puedes sanar percibiendo cordura en él. ²Si percibes sus errores y los aceptas, estás aceptando los tuyos. ³Si quieres entregarle tus errores al Espíritu Santo, tienes que hacer lo mismo con los suyos. ⁴A menos que ésta se convierta en la única manera en que lidias con todos los errores, no podrás entender cómo se des-hacen. ⁵¿Qué diferencia hay entre esto y decirte que lo que enseñas es lo que aprendes? ⁶Tu hermano tiene tanta razón como tú, y si crees que está equivocado te estás condenando a ti mismo.
6. Tú no te puedes corregir a ti mismo. ²¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? ³Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. ⁴Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es. ⁵Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. ⁶Sus errores no pueden cambiar esto ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti. ⁷Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. ⁸No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado y, por lo tanto, te extraviarás.
7. Los errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú quien comete los tuyos. ²Si consideras sus errores reales, te habrás atacado a ti mismo. ³Mas si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve sólo la verdad a tu lado, pues camináis juntos. ⁴El Espíritu Santo en ti os perdona todo a ti y a él. ⁵Sus errores le son perdonados junto con los tuyos. ⁶La Expiación, al igual que el amor, no opera aisladamente. ⁷La Expiación no puede operar aisladamente porque procede del amor. ⁸Cualquier intento que hagas por corregir a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que la arrogancia del ego. ⁹La corrección le corresponde a Dios, Quien no conoce la arrogancia.
8. El Espíritu Santo lo perdona todo porque Dios lo creó todo. ²No trates de asumir Su función o te olvidarás de la tuya. ³Acepta únicamente la función de sanar mientras estés en el tiempo porque para eso es el tiempo. ⁴Dios te encomendó la función de crear en la eternidad. ⁵No necesitas aprender cómo crear, pero necesitas aprender a desearlo. ⁶Todo aprendizaje se estableció con ese propósito. ⁷Así es como el Espíritu Santo utiliza una capacidad que tú inventaste, pero que no necesitas. ⁸¡Ponla a Su disposición! ⁹Tú no sabes cómo usarla. ¹⁰Él te enseñará cómo verte a ti mismo sin condenación, según aprendas a contemplar todas las cosas de esa manera. ¹¹La condenación dejará entonces de ser real para ti y todos tus errores te serán perdonados.
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IV. El plan de perdón del Espíritu Santo
1. La Expiación es para todos porque es la forma de desvanecer la creencia de que algo pueda ser sólo para ti. ²Perdonar es pasar por alto. ³Mira entonces más allá del error y no dejes que tu percepción se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu percepción te muestre. ⁴Acepta como verdadero sólo lo que tu hermano es si quieres conocerte a ti mismo. ⁵Percibe lo que él no es, y no podrás saber lo que eres al verlo a él falsamente. ⁶Recuerda siempre que tu Identidad es una identidad compartida y que en eso reside Su realidad.
2. Tienes un papel que desempeñar en la Expiación, pero el plan de la Expiación en sí está más allá de ti. ²No sabes cómo pasar por alto los errores, pues, de lo contrario, no los cometerías. ³Creer que no los cometes o que los puedes corregir sin un Guía cuyo propósito es corregirlos, no sería más que otro error. ⁴Y si no sigues a ese Guía, tus errores no podrán ser corregidos. ⁵El plan no lo elaboraste tú debido a las limitadas ideas que tienes acerca de lo que eres. ⁶De esta sensación de limitación es de donde emanan todos los errores. ⁷La forma de des-hacerlos, por lo tanto, no procede de ti, sino que es para ti.
3. La Expiación es una lección acerca de cómo compartir, que se te da porque te has olvidado de cómo hacerlo. ²El Espíritu Santo simplemente te recuerda el uso natural de tus capacidades. ³Al reinterpretar la capacidad de atacar como la capacidad de compartir, transforma lo que tú inventaste en lo que Dios creó. ⁴Si quieres alcanzar esto por medio de Él, no puedes contemplar tus capacidades a través de los ojos del ego o las juzgarás como él lo hace. ⁵El daño que puedan ocasionar reside en el juicio del ego. ⁶El beneficio que puedan aportar reside en el juicio del Espíritu Santo.
4. El ego tiene también un plan de perdón porque estás pidiendo uno, aunque no al maestro adecuado. ²El plan del ego, por supuesto, no tiene sentido y nunca será viable. ³Al seguir su plan te pondrás simplemente en una situación imposible que es adonde el ego siempre te conduce. ⁴El plan del ego consiste en que primero veas el error claramente y en que luego lo pases por alto. ⁵Mas ¿cómo ibas a poder pasar por alto aquello a lo que has otorgado realidad? ⁶Al verlo claramente, le has otorgado “realidad” y no lo puedes pasar por alto. ⁷En este punto es donde el ego se ve forzado a recurrir a misterios, insistiendo en que para salvarte tienes que aceptar lo que no tiene sentido. ⁸Son muchos los que han tratado de hacer esto en mi nombre, olvidándose de que mis palabras tienen perfecto sentido porque proceden de Dios. ⁹Son tan sensatas ahora como lo fueron siempre porque expresan ideas que son eternas.
5. El perdón que se aprende de mí no se vale del miedo para des-hacer el miedo. ²Ni tampoco otorga “realidad” a lo que es irreal para más tarde destruirlo. ³Perdonar a través del Espíritu Santo consiste simplemente en mirar más allá del error desde un principio, haciendo que, de esta manera, nunca sea real para ti. ⁴No dejes que ninguna creencia que afirme que el error es real se infiltre en tu mente o creerás también que para poder ser perdonado tienes que des-hacer lo que tú mismo has hecho. ⁵Lo que no tiene efectos no existe, y para el Espíritu Santo los efectos del error son inexistentes. ⁶Mediante la cancelación progresiva y sistemática de los efectos de todos los errores, en todas partes y con respecto a todo, el Espíritu Santo enseña que el ego no existe y lo demuestra.
6. Sigue, pues, las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo porque el perdón es Su función y Él sabe cómo llevarla a cabo perfectamente. ²Eso es lo que quise decir cuando dije que los milagros son naturales, y que cuando no ocurren es que algo anda mal. ³Los milagros son simplemente la señal de que estás dispuesto a seguir el plan de salvación del Espíritu Santo y de que reconoces que no sabes lo que dicho plan es. ⁴La función que a Él le corresponde llevar a cabo no es la que te corresponde a ti, y a menos que aceptes esto, no podrás saber cuál es tu función.
7. La confusión de funciones es una característica tan típica del ego que a estas alturas ya deberías estar familiarizado con ella. ²El ego cree que es él quien debe llevar a cabo todas las funciones, si bien no tiene la menor idea de lo que éstas son. ³Esto es algo más que una simple confusión. ⁴Es una combinación especialmente peligrosa de grandiosidad y confusión que predispone al ego a atacar a cualquier persona o a cualquier cosa sin ningún motivo aparente. ⁵Esto es exactamente lo que el ego hace. ⁶Sus reacciones son imprevisibles porque no tiene idea de lo que percibe.
8. Si no tienes idea de lo que está ocurriendo, ¿cómo puedes esperar reaccionar debidamente? ²Podrías preguntarte, independientemente de cómo expliques la reacción, si el carácter imprevisible del ego justifica que le des un puesto de confianza como guía tuyo. ³Déjame repetir que las cualificaciones del ego como guía son notoriamente deficientes y que elegirle como tu maestro de salvación es una pésima elección. ⁴Quien que elige un guía completamente demente no puede por menos que ser completamente demente él mismo. ⁵No es cierto tampoco que no te des cuenta de que este guía es demente. ⁶Te das cuenta de ello porque yo me doy cuenta, y tú lo juzgas siguiendo el mismo criterio que yo.
9. El ego vive literalmente de tiempo prestado y sus días están contados. ²No tengas miedo del Juicio Final, sino que por el contrario, dale la bienvenida sin más demora, pues el tiempo de que el ego dispone lo “toma prestado” de tu eternidad. ³Éste es el Segundo Advenimiento, el cual se concibió para ti de la misma manera en que el Primero fue creado. ⁴El Segundo Advenimiento es simplemente el retorno de la cordura. ⁵¿Cómo iba a ser esto temible?
10. ¿Qué podría ser temible sino las fantasías? ª¿Y quién recurre a fantasías a menos que haya perdido toda esperanza de poder encontrar satisfacción en la realidad? ²Es indudable, no obstante, que jamás encontrarás satisfacción en fantasías, de manera que tu única esperanza es cambiar de parecer con respecto a la realidad. ³Únicamente si tu decisión de que la realidad es temible es errónea, puede Dios estar en lo cierto. ⁴Y yo te aseguro que Dios está en lo cierto. ⁵Alégrate, pues, de haber estado equivocado, mas ello sólo se debió a que no sabías Quién eras. ⁶De haberlo sabido no te habrías podido equivocar, de la misma manera en que Dios no puede equivocarse.
11. Lo imposible sólo puede tener lugar en fantasías. ²Cuando buscas la realidad en ellas no la puedes encontrar. ³Los símbolos de las fantasías pertenecen al ámbito del ego, y de éstos puedes encontrar una infinidad. ⁴Mas no busques significado en ellos. ⁵Están tan desprovistos de significado como las fantasías en las que van entretejidos. ⁶Los cuentos de hadas pueden ser placenteros o atemorizantes, pero nadie cree que sean verdad. ⁷Tal vez los niños crean en ellos y así, por algún tiempo, son verdad para ellos. ⁸Mas cuando la realidad alborea, las fantasías desaparecen. ⁹En el ínterin, no obstante, la realidad no ha desaparecido. ¹⁰El Segundo Advenimiento es la conciencia de la realidad, no su retorno.
12. Criatura de Dios, ¡mira!, la realidad está aquí. ²Te pertenece a ti, a mí y a Dios, y nos satisface completamente a todos. ³Ser consciente de esto es lo único que sana porque es la conciencia de la verdad.
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V. El sanador no sanado
1. El plan de perdón del ego se utiliza mucho más que el de Dios. ²Esto se debe a que lo ponen en práctica sanadores que no han sanado, y por lo tanto, pertenece al ámbito del ego. ³Consideremos ahora con más detenimiento al sanador no sanado. ⁴Por definición, está tratando de dar lo que no ha recibido. ⁵Si un sanador no sanado es un teólogo, por ejemplo, puede que parta de la premisa: “Soy un miserable pecador y eso es lo que eres tú también”. ⁶Si es un psicoterapeuta, es más probable que parta de la creencia igualmente absurda de que el ataque es real tanto para él como para su paciente, pero que eso es algo que a ninguno de los dos debiera importar.
2. He dicho repetidamente que las creencias del ego no se pueden compartir, y ésa es la razón de que sean irreales. ²¿Cómo puede ser, entonces, que “ponerlas al descubierto” las haga cobrar realidad? ³Todo sanador que busca la verdad en fantasías aún no ha sanado, pues no sabe dónde buscarla y, por lo tanto, no dispone de la solución al problema de cómo sanar.
3. La única ventaja de traer las pesadillas a la conciencia es poder mostrar que no son reales y que su contenido no significa nada. ²El sanador no sanado no puede hacer eso porque no lo cree. ³Todos los sanadores no sanados siguen de una u otra forma el plan de perdón del ego. ⁴Si son teólogos probablemente se condenan a sí mismos, enseñan a condenar y propugnan una solución temible. ⁵Al proyectar la condenación sobre Dios, hacen que Éste parezca vengativo y temen Su justo castigo. ⁶Lo único que han hecho ha sido identificarse con el ego, y al percibir lo que éste hace, se condenan a sí mismos debido a esta confusión de identidad. ⁷Es comprensible que muchos se hayan rebelado contra este concepto, pero rebelarse contra él indica que aún siguen creyendo en él.
4. Algunas de las modalidades más recientes del plan del ego son tan inútiles como las más antiguas, pues la forma en que se manifiestan es irrelevante y el contenido sigue siendo el mismo. ²En una de estas nuevas modalidades, por ejemplo, un psicoterapeuta puede interpretar los símbolos del ego que han aparecido en una pesadilla y luego valerse de ellos para probar que la pesadilla es real. ³Habiéndole otorgado “realidad”, intenta entonces desvanecer sus efectos menospreciando la importancia del soñador. ⁴Este sería un enfoque curativo siempre que también se considerara al soñador como irreal. ⁵Mas si se equipara al soñador con la mente, se niega el poder correctivo de que goza la mente a través del Espíritu Santo. ⁶Esto es una contradicción, incluso desde la perspectiva del ego, contradicción que a éste, aun en su confusión, por lo general no se le escapa.
5. Si la manera de contrarrestar el miedo es reduciendo la importancia de la mente, ¿de qué manera puede esto fortalecer al ego? ²Tales obvias incongruencias explican por qué nadie ha sido capaz todavía de explicar lo que realmente ocurre en la psicoterapia. ³En realidad no ocurre nada. ⁴Nada real le ha sucedido al sanador no sanado, y éste no puede sino aprender de lo que él mismo enseña. ⁵Su ego siempre tratará de sacar provecho de la situación. ⁶El sanador no sanado no sabe, por lo tanto, cómo dar y, consecuentemente, no puede compartir. ⁷No puede corregir porque no está actuando de forma que facilite la corrección. ⁸Cree que es a él a quien corresponde enseñarle al paciente lo que es real, a pesar de que él mismo no lo sabe.
6. ¿Qué se debe hacer entonces? ²Cuando Dios dijo: “Hágase la luz”, la luz se hizo. ³¿Puedes acaso encontrar luz analizando la obscuridad, tal como hace el psicoterapeuta o reconociendo la obscuridad en ti mismo—tal como hace el teólogo—y buscando una luz distante que la disipe al mismo tiempo que enfatizas lo lejos que está? ⁴La curación no es un misterio. ⁵Nada puede cambiar a menos que se entienda, ya que la luz es entendimiento. ⁶Un “miserable pecador” no puede curar sin la ayuda de la magia ni tampoco puede una “mente insignificante” apreciarse a sí misma sin esa misma clase de ayuda.
7. Ambas formas del enfoque del ego te llevarán forzosamente a un callejón sin salida, la típica “situación imposible” a la que el ego siempre conduce. ²Tal vez sea una ayuda para alguien el que se le indique hacia dónde se está encaminando, pero de poco le sirve si no se le ayuda además a cambiar de rumbo. ³El sanador no sanado no puede hacer eso por él, puesto que no lo puede hacer para sí mismo. ⁴La única aportación significativa que el sanador puede hacer es presentarle un ejemplo de alguien a quien se le cambió de rumbo y que ya no cree en pesadillas de ninguna clase. ⁵La luz en su mente, por lo tanto, responderá al que pregunta, que tiene que decidir con Dios que sí hay luz porque la ve. ⁶Y mediante este reconocimiento el sanador sabe que la luz está ahí. ⁷Así es como la percepción finalmente se transforma en Conocimiento. ⁸El obrador de milagros comienza percibiendo la luz, y transforma su percepción en certeza al extenderla continuamente y al aceptar el reconocimiento que le ofrece. ⁹Los efectos de la luz le confirman que ésta se encuentra ahí.
8. Un terapeuta no cura, sino que deja que la curación ocurra espontáneamente. ²Puede señalar la obscuridad, pero no puede traer luz por su cuenta, pues la luz no es de él. ³No obstante, al ser para él, tiene que ser también para su paciente. ⁴El Espíritu Santo es el único Terapeuta. ⁵Él hace que la curación sea evidente en cualquier situación en la que Él es el Guía. ⁶Lo único que puedes hacer es dejar que Él desempeñe Su función. ⁷No necesita ayuda para llevarla a cabo. ⁸Te dirá exactamente lo que tienes que hacer para ayudar a todo aquel que Él te envíe en busca de ayuda, y le hablará a través de ti si tú no interfieres. ⁹Recuerda que eres tú el que elige el guía que ha de prestar la ayuda, y que una elección equivocada no constituirá ninguna ayuda. ¹⁰Pero recuerda asimismo que la elección correcta sí lo será. ¹¹Confía en Él, pues ayudar es Su función, y Él es de Dios. ¹²A medida que despiertes otras mentes al Espíritu Santo a través de Él, y no a través de ti, te darás cuenta de que no estás obedeciendo las leyes de este mundo. ¹³Sólo las leyes que estás obedeciendo dan resultado. ¹⁴”Lo bueno es lo que da resultado” es una afirmación acertada, pero incompleta. ¹⁵Sólo lo bueno puede dar resultado. ¹⁶Nada más puede hacerlo.
9. Este curso ofrece un marco de enseñanza muy claro y muy simple, y te provee de un Guía que te dice lo que debes hacer. ²Si le obedeces, verás que lo que Él te dice es lo que da resultado. ³Los resultados que se derivan de seguir Su dirección son más convincentes que Sus palabras. ⁴Te demostrarán que las palabras son ciertas. ⁵Siguiendo al Guía adecuado, aprenderás la más simple de todas las lecciones:
⁶Por sus frutos los conoceréis, y ellos se conocerán así mismos.
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VI. La aceptación de tu hermano
1. ¿Cómo puedes hacerte cada vez más consciente del Espíritu Santo en ti sino mediante los efectos que Él produce? ²No puedes verle con tus ojos ni oírle con tus oídos. ³¿Cómo puedes, entonces, percibirle en absoluto? ⁴Si inspiras alegría, y otros reaccionan ante ti con alegría, es que debe haber algo en ti capaz de suscitarla aunque tú mismo no la estés experimentando. ⁵Por lo tanto, si se encuentra en ti y puede suscitar alegría, y ves que ciertamente la suscita en otros, es que estás separándote de ello dentro de ti.
2. Te parece que el Espíritu Santo no suscita alegría de manera consistente en ti, debido únicamente a que tú no suscitas alegría de manera consistente en otros. ²Evalúas la consistencia del Espíritu Santo basándote en las reacciones de tus hermanos ante ti. ³Cuando eres inconsistente no siempre produces alegría, y así no siempre reconoces Su consistencia. ⁴Lo que le ofreces a tu hermano se lo ofreces a Él porque lo que Él da no puede exceder tu ofrecimiento. ⁵Esto no se debe a que Él ponga límites en lo que da, sino simplemente a que tú has puesto límites en lo que puedes recibir. ⁶La decisión de recibir es la decisión de aceptar.
3. Si tus hermanos forman parte de ti, ¿por qué no los ibas a aceptar? ²Sólo ellos pueden enseñarte lo que eres, pues lo que aprendes es el resultado de lo que les enseñaste. ³Lo que invocas en ellos lo invocas en ti. ⁴Y al invocarlo en ellos cobra realidad para ti. ⁵Dios no tiene más que un Hijo, y los conoce a todos cual uno solo. ⁶Únicamente Dios es más que ellos, pero ellos no son menos que Él. ⁷¿Quieres saber lo que esto significa? ⁸Si lo que le haces a mi hermano me lo haces a mí, y si todo lo que haces te lo haces a ti mismo porque todos somos parte de ti, todo lo que nosotros hacemos es para ti también. ⁹Todo aquel que Dios creó forma parte de ti y comparte Su Gloria contigo. ¹⁰Su Gloria le pertenece a Él, pero te pertenece igualmente a ti. ¹¹No puedes, por lo tanto, ser menos glorioso que Él.
4. Dios es más que tú únicamente porque te creó, pero ni siquiera la capacidad de crear se reservó sólo para Sí. ²Puedes, por lo tanto, crear tal como Él lo hizo y tu disociación no puede alterar eso. ³Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no veas. ⁴Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola entidad, recuerdas a toda la Creación cada vez que reconoces parte de Ella. ⁵Cada parte que recuerdas contribuye a tu plenitud porque cada parte es plena. ⁶La plenitud es indivisible, pero no puedes saber de la plenitud que gozas hasta que la veas por todas partes. ⁷Sólo puedes conocerte tal como Dios conoce a Su Hijo, pues el Conocimiento se comparte con Dios. ⁸Cuando despiertes en Él conocerás tu grandeza al aceptar que Su Infinitud te pertenece. ⁹Pero mientras tanto, juzgarás tu grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya.
5. Todavía no estás despierto, pero puedes aprender a despertar. ²El Espíritu Santo te enseña a despertar a otros de una manera muy simple. ³A medida que los veas despertar aprenderás lo que significa despertar, y puesto que has elegido despertarlos, su gratitud y aprecio por lo que les has dado te mostrará el valor de despertar. ⁴Ellos se convertirán en los testigos de tu realidad, tal como tú fuiste creado testigo de la de Dios. ⁵Mas cuando la Filiación se unifique y acepte su Unicidad se la conocerá por sus creaciones, las cuales dan testimonio de su realidad del mismo modo en que el Hijo da testimonio del Padre.
6. Los milagros no tienen cabida en la eternidad porque son reparadores. ²Sin embargo, mientras aún necesites curación, tus milagros son los únicos testigos de tu realidad que puedes reconocer. ³No puedes obrar un milagro para ti mismo porque los milagros son una forma de dar aceptación y de recibirla. ⁴En el tiempo, dar ocurre primero, pero en la eternidad, donde no pueden estar separados, dar y recibir ocurren simultáneamente. ⁵Cuando hayas aprendido que dar es lo mismo que recibir, ya no habrá necesidad de tiempo.
7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es “siempre”. ²Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuerdes los Brazos abiertos de Dios, y finalmente conozcas Su Mente receptiva. ³Al igual que Él, tú existes “siempre”; en Su Mente y con una mente como la Suya. ⁴Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación, nacida de un perfecto entendimiento. ⁵Sólo con que aceptaras una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. ⁶Todo lo demás no significaría nada para ti. ⁷El Significado de Dios está incompleto sin ti y tú estás incompleto sin tus creaciones. ⁸Acepta a tu hermano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontrarás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. ⁹No sabrás que eres un co-creador con Dios hasta que no aprendas que tu hermano es un co-creador contigo.
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VII. Las dos evaluaciones
1. La Voluntad de Dios es que tú encuentres la salvación. ²¿Cómo, entonces, no te iba a haber proporcionado los medios para encontrarla? ³Si Su Voluntad es que te salves, tiene que haber dispuesto que alcanzar la salvación fuese posible y fácil. ⁴Tienes hermanos por todas partes. ⁵No tienes que buscar la salvación en parajes remotos. ⁶Cada minuto y cada segundo te brinda una oportunidad más para salvarte. ⁷No dejes pasar esas oportunidades, no porque no vayan a repetirse, sino porque demorar la dicha es innecesario. ⁸La Voluntad de Dios es que seas completamente feliz ahora. ⁹¿Cómo podría ser que ésa no fuera también tu voluntad? ¹⁰¿Y sería posible asimismo que ésa no fuera también la voluntad de tus hermanos?
2. Ten presente, pues, que sólo en esa voluntad conjunta y sólo en ella, os encontráis unidos. ²Podrá haber desacuerdo en todo lo demás, pero no en esto. ³Ahí, pues, es donde mora la paz. ⁴Y tú moras en paz cuando así lo decides. ⁵Pero no puedes morar en paz a menos que aceptes la Expiación porque la Expiación es el camino que conduce a la paz. ⁶La razón es muy simple, y tan obvia que a menudo se pasa por alto. ⁷El ego le tiene miedo a lo obvio porque lo obvio es la característica esencial de la realidad. ⁸No obstante, tú no puedes pasarla por alto a menos que no estés mirando.
3. Es perfectamente obvio que si el Espíritu Santo contempla con amor todo lo que percibe, también te contempla a ti con amor. ²La evaluación que hace de ti se basa en Su conocimiento de lo que eres y es, por lo tanto, una evaluación correcta. ³Y esta evaluación tiene que estar en tu mente porque Él lo está. ⁴El ego está también en tu mente porque aceptaste que estuviese ahí. ⁵La evaluación que él hace de ti, no obstante, es exactamente la opuesta a la del Espíritu Santo, pues el ego no te ama. ⁶No es consciente de lo que eres, y debido a que sus percepciones son tan variables desconfía totalmente de todo lo que percibe. ⁷El ego, por lo tanto, es capaz de ser desconfiado en el mejor de los casos, y cruel en el peor. ⁸Ésa es la gama de sus posibilidades. ⁹No puede excederla debido a su incertidumbre. ¹⁰Y no puede ir más allá de ella porque nunca puede estar seguro de nada.
4. Tienes, pues, dos evaluaciones conflictivas de ti mismo en tu mente y ambas no pueden ser ciertas. ²Todavía no te has dado cuenta de cuán extremadamente diferentes son porque no entiendes cuán elevada es realmente la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti. ³El Espíritu Santo no se engaña con respecto a nada de lo que haces porque nunca se olvida de lo que eres. ⁴El ego se engaña con respecto a todo lo que haces, especialmente cuando respondes al Espíritu Santo, ya que en esos momentos su confusión aumenta. ⁵Es muy probable, pues, que el ego te ataque cuando reaccionas amorosamente, puesto que te ha evaluado como incapaz de ser amoroso y estás contradiciendo su juicio. ⁶El ego atacará tus motivos tan pronto como éstos dejen de estar claramente de acuerdo con la percepción que tiene de ti. ⁷En ese caso es cuando pasa súbitamente de la sospecha a la perversidad, ya que su incertidumbre habrá aumentado. ⁸Es evidente, no obstante, que no tiene objeto devolverle el ataque, ⁹pues ¿qué podría significar eso sino que estás de acuerdo con su evaluación acerca de lo que eres?
5. Si eliges considerarte a ti mismo como incapaz de ser amoroso no podrás ser feliz. ²Te estarás autocondenando y no podrás por menos que considerarte inadecuado. ³¿Acudirías entonces al ego para que te ayude a escapar de la sensación de insuficiencia que él mismo ha provocado y que tiene que preservar para proteger su existencia? ⁴¿Cómo ibas a poder escapar de su evaluación de ti valiéndote de los mismos métodos que él utiliza para conservar esa imagen intacta?
6. No puedes evaluar un sistema de creencias demente desde su interior. ²Su campo de acción impide esa posibilidad. ³Lo único que puedes hacer es salirte de él, examinarlo desde una perspectiva de cordura y notar la diferencia. ⁴Sólo mediante este contraste puede la demencia ser juzgada como demente. ⁵Aunque dispones de la Grandeza de Dios, has elegido ser insignificante y lamentarte de tu pequeñez. ⁶Dentro del sistema que impuso esta elección, lamentarse es inevitable. ⁷En él tu pequeñez se da por sentada y no te detienes a preguntar: “¿Quién decidió esto?” ⁸La pregunta no tiene ningún sentido dentro del sistema de pensamiento del ego, ya que pondría en entredicho todo el sistema en sí.
7. He dicho que el ego no sabe lo que es una verdadera pregunta. ²La falta de conocimiento, de la clase que sea, está siempre asociada con una renuencia a saber, y esto da lugar a una completa ausencia de conocimiento simplemente porque el Conocimiento es total. ³No cuestionar tu pequeñez, por lo tanto, es negar todo conocimiento y mantener intacto todo el sistema de pensamiento del ego. ⁴No puedes conservar sólo una parte de un sistema de pensamiento, ya que éste únicamente se puede poner en duda cuestionando sus cimientos. ⁵Y esto se debe hacer desde fuera de él porque dentro, sus cimientos se mantienen firmes. ⁶El Espíritu Santo juzga contra la realidad del sistema de pensamiento del ego simplemente porque sabe que sus cimientos son falsos. ⁷Por lo tanto, nada que proceda de él tiene significado alguno. ⁸El Espíritu Santo juzga cualquier creencia que tengas de acuerdo con su procedencia. ⁹Si procede de Dios, sabe que es verdadera. ¹⁰Si no procede de Él, sabe que no significa nada.
8. Siempre que pongas en duda tu valía, di:
²Dios Mismo está incompleto sin mí.
³Recuerda esto cuando el ego te hable y no le oirás. ⁴La verdad acerca de ti es tan sublime que nada que sea indigno de Dios puede ser digno de ti. ⁵Decide, pues, lo que deseas desde este punto de vista y no aceptes nada que no sea digno de ser ofrecido a Dios. ⁶No deseas nada más. ⁷Devuélvele tu parte, y Él te dará la totalidad de Sí Mismo a cambio de la devolución de lo que es Suyo y de lo que le restaura Su Plenitud.
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sobre los primeros párrafos de este tema
VIII. La Grandeza en contraposición a la grandiosidad
1. La Grandeza es de Dios y sólo de Él. ²Por lo tanto, se encuentra en ti. ³Siempre que te vuelves consciente de Ella, por vagamente que sea, abandonas al ego automáticamente, ya que en presencia de la Grandeza de Dios la insignificancia del ego resulta perfectamente evidente. ⁴Cuando esto ocurre, el ego cree—a pesar de que no lo entiende—que su “enemigo” lo ha atacado, e intenta ofrecerte regalos para inducirte a que vuelvas a ponerte bajo su “protección”. ⁵El autoengrandecimiento es la única ofrenda que puede hacer. ⁶La grandiosidad del ego es la alternativa que él ofrece a la Grandeza de Dios. ⁷¿Por cuál de estas dos alternativas te vas a decidir?
2. El propósito de la grandiosidad es siempre encubrir la desesperación. ²No hay esperanzas de que pueda hacerlo porque no es real. ³Es un intento de contrarrestar tu sensación de pequeñez, basado en la creencia de que la pequeñez es real. ⁴Sin esta creencia la grandiosidad no tendría sentido y no la desearías en absoluto. ⁵La esencia de la grandiosidad es la competencia porque la grandiosidad siempre implica ataque. ⁶Es un intento ilusorio de eclipsar, pero no de des-hacer. ⁷Dijimos anteriormente que el ego oscila entre la sospecha y la perversidad. ⁸Permanece receloso mientras te desesperes contigo mismo. ⁹Pasa a la perversidad cuando decides no tolerar más tu autodegradación e ir en busca de ayuda. ¹⁰Entonces te ofrece como “solución” la ilusión del ataque.
3. El ego no entiende la diferencia que hay entre la grandeza y la grandiosidad porque no ve la diferencia que hay entre los impulsos milagrosos y las extrañas y egocéntricas creencias que él mismo ha inventado. ²Te dije que el ego es consciente de que su existencia está amenazada, pero no hace distinciones entre estos dos tipos de amenaza tan diferentes. ³Su profunda sensación de vulnerabilidad le impide juzgar, excepto con ataques. ⁴Cuando el ego se siente amenazado, su única elección estriba en si atacar ahora o retirarse y atacar más tarde. ⁵Si aceptas su oferta de grandiosidad atacará inmediatamente. ⁶Si no, esperará.
4. El ego queda inmovilizado en presencia de la Grandeza de Dios porque Su Grandeza establece tu libertad. ²Aun la más leve indicación de tu realidad expulsa literalmente al ego de tu mente ya que deja de interesarte por completo. ³La grandeza está totalmente desprovista de ilusiones y, puesto que es real, es extremadamente convincente. ⁴Mas la convicción de que es real te abandonará a menos que impidas que el ego la ataque. ⁵El ego no escatimará esfuerzo alguno por rehacerse y movilizar sus recursos en contra de tu liberación. ⁶Te dirá que estás loco, y alegará que la grandeza no puede ser realmente parte de ti debido a la pequeñez en la que él cree. ⁷Pero tu grandeza no es ilusoria porque no fue invención tuya. ⁸Inventaste la grandiosidad y le tienes miedo porque es una forma de ataque, pero tu grandeza es de Dios, Quien la creó como expresión de Su Amor.
5. Desde tu grandeza tan sólo puedes bendecir porque tu grandeza es tu abundancia. ²Al bendecir la conservas en tu mente, protegiéndola así de las ilusiones y manteniéndote a ti mismo en la Mente de Dios. ³Recuerda siempre que no puedes estar en ninguna otra parte, excepto en la Mente de Dios. ⁴Cuando te olvidas de esto, te desesperas y atacas.
6. El ego depende exclusivamente de que estés dispuesto a tolerarlo. ²Si estuvieras dispuesto a contemplar tu grandeza no podrías desesperarte y, por ende, no podrías desear al ego. ³Tu grandeza es la Respuesta de Dios al ego porque es verdad. ⁴La pequeñez y la grandeza no pueden coexistir ni tampoco sucederse alternadamente. ⁵La pequeñez y la grandiosidad, por otra parte, no tan sólo pueden, sino que se ven obligadas a alternar, puesto que ninguna de las dos es verdad y se encuentran, por lo tanto, en el mismo nivel. ⁶Al ser ése el nivel de los cambios, se experimenta como un constante alternar, siendo los extremos su característica principal.
7. La verdad y la pequeñez se niegan mutuamente porque la grandeza es verdad. ²La verdad no cambia; siempre es verdad. ³Cuando pierdes la conciencia de tu grandeza es que la has reemplazado con algo que tú mismo inventaste. ⁴Quizá con la creencia en la pequeñez; quizá con la creencia en la grandiosidad. ⁵Mas cualquiera de ellas no puede sino ser demente porque no es verdad. ⁶Tu grandeza nunca te engañará, pero tus ilusiones siempre lo harán. ⁷Las ilusiones son engaños. ⁸No puedes triunfar, pero estás exaltado. ⁹Y en tu estado de exaltación buscas a otros que son como tú y te regocijas con ellos.
8. Es fácil distinguir la grandeza de la grandiosidad, pues el amor puede ser correspondido, pero el orgullo no. ²El orgullo no producirá milagros y, de este modo, te privará de los verdaderos testigos de tu realidad. ³La verdad no está velada ni oculta, pero el que sea evidente para ti depende del gozo que lleves a sus testigos, que son quienes te la mostrarán. ⁴Ellos dan testimonio de tu grandeza, pero no pueden dar testimonio del orgullo porque el orgullo no se puede compartir. ⁵Dios quiere que contemples lo que Él creó porque lo que Él creó es Su Gozo.
9. ¿Cómo puede ser que tu grandeza sea arrogancia cuando Dios Mismo da testimonio de ella? ²¿Y puede lo que no tiene testigos ser real? ³¿Qué beneficio se podría derivar de ello? ⁴Si no se puede derivar ninguno, el Espíritu Santo no puede usarlo. ⁵Lo que Él no puede transformar en la Voluntad de Dios no existe en absoluto. ⁶La grandiosidad es algo ilusorio porque su propósito es reemplazar a tu grandeza. ⁷Pero lo que Dios ha creado no puede ser reemplazado. ⁸Dios está incompleto sin ti porque Su Grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de Ella.
10. Eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. ²Nadie más puede ocupar tu lugar en Ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto simplemente aguardará tu regreso. ³Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. ⁴Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. ⁵No puedes reemplazar al Reino ni puedes reemplazarte a ti mismo. ⁶Dios, que conoce tu valía, no lo permitiría y, por lo tanto, no puede suceder. ⁷Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. ⁸Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. ⁹Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.
11. Sin embargo, si la verdad es indivisible, tu evaluación de ti mismo tiene que ser la misma que la de Dios. ²Tú no estableciste tu valía, y ésta no necesita defensa. ³Nada puede atacarla ni prevalecer contra ella. ⁴No varía. ⁵Simplemente es. ⁶Pregúntale al Espíritu Santo cuál es tu valía y Él te lo dirá, but no tengas miedo de Su respuesta, pues procede de Dios. ⁷Es una respuesta exaltada por razón de su Fuente y como la Fuente es verdad, la respuesta lo es también. ⁸Escucha y no pongas en duda lo que oigas, pues Dios nunca engaña. ⁹Él quiere que reemplaces la creencia del ego en la pequeñez por Su Propia Respuesta exaltada de lo que tú eres, de modo que puedas dejar de ponerla en duda y la conozcas tal como es.
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