Capítulo 12
EL PROGRAMA DE ESTUDIOS DEL ESPÍRITU SANTO
Índice del Capítulo (Haz clic para desplegar)
Introducción
1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. ²Tanto el tiempo como la eternidad se encuentran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eternidad. ³No podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de cualquier cosa que te esté ocurriendo se encuentra en factores externos a ti. ⁴Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabilidad. ⁵Puedes violar las Leyes de Dios en tu imaginación, pero no puedes eludirlas. ⁶Fueron promulgadas para tu protección y son tan inviolables como tu seguridad.
2. Dios no creó nada a excepción de ti, y nada a excepción de ti existe, pues formas parte de Él. ²¿Qué puede existir excepto Él? ³Nada puede tener lugar aparte de Él porque nada excepto Él es real. ⁴Tus creaciones, al igual que tú, representan una aportación para Él, pero ni tú ni ellas le aportan nada que sea diferente porque todo ha existido siempre. ⁵¿Qué otra cosa puede trastornarte salvo lo efímero, y cómo puede ser lo efímero real si tú eres la única creación de Dios y Él te creó eterno? ⁶Tu santa mente determina todo lo que te ocurre. ⁷La respuesta que das a todo lo que percibes depende de ti porque es tu mente la que determina tu percepción de ello.
3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues no duda de Sí Mismo. ²Y lo que conoce se puede conocer porque no se lo reserva sólo para Sí. ³Te creó para Sí Mismo, pero te dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueras como Él. ⁴Por eso es por lo que tu mente es santa. ⁵¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios? ⁶¿Qué podría haber, entonces, que fuese más grande que tu voluntad? ⁷Nada externo a tu voluntad te puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. ⁸Cree esto, y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. ⁹Cuando tu paz interior se vea amenazada por algo, pregúntate: “¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?” ¹⁰Acepta luego Su decisión, que es ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. ¹¹Dios nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciera, estaría decidiendo contra Sí Mismo.
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I. El juicio del Espíritu Santo
1. Se te ha dicho que no le otorgues realidad al error, y la manera de hacer esto es muy simple. ²Si deseas creer en el error, tienes que otorgarle realidad porque el error en sí no es real. ³Mas la verdad es real por derecho propio, y para creer en ella no tienes que hacer nada. ⁴Comprende que no reaccionas a nada directamente, sino a tu propia interpretación de ello. ⁵Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones. ⁶Por eso es por lo que analizar los motivos de otros es peligroso. ⁷Si decides que alguien está realmente tratando de atacarte, abandonarte o esclavizarte, reaccionarás como si realmente lo hubiese hecho, al haberle otorgado “realidad” a su error. ⁸Interpretar el error es conferirle poder, y una vez que haces eso pasas por alto la verdad.
2. Analizar los motivos del ego es algo muy complicado, muy confuso y nunca se hace sin la participación de tu propio ego. ²Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. ³Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fueran correctas. ⁴Puedes entonces controlar tus reacciones en lo que respecta a tu comportamiento, pero no en lo que respecta a tus emociones. ⁵Esto obviamente divide o ataca la integridad de tu mente, poniendo a uno de sus niveles contra otro.
3. Sólo hay una forma sensata de interpretar motivos. ²Y por tratarse del juicio del Espíritu Santo, no requiere esfuerzo alguno por tu parte. ³Todo pensamiento amoroso es verdadero. ⁴Todo lo demás es una petición de ayuda y de curación, sea cual sea la forma que adopte. ⁵¿Cómo puede estar justificado reaccionar con ira ante la súplica de un hermano? ⁶Ninguna reacción podría ser apropiada, excepto estar dispuesto a ayudarle, pues eso y sólo eso, es lo que está pidiendo. ⁷Ofrécele cualquier otra cosa, y te estarás arrogando el derecho de atacar su realidad al interpretarla como mejor te parezca. ⁸Tal vez no esté completamente claro para ti el peligro que esto supone para tu mente. ⁹Si crees que una petición de ayuda es otra cosa, reaccionarás a esa otra cosa. ¹⁰Tu reacción, por lo tanto, será inadecuada a la realidad tal como ésta es, pero no a la percepción que tú tienes de ella.
4. No hay nada que te impida reconocer todas las peticiones de ayuda exactamente como lo que son, excepto tu imaginaria necesidad de atacar. ²Esta necesidad es lo único que hace que estés dispuesto a entablar interminables “batallas” con la realidad, en las que niegas que la necesidad de curación sea real haciéndola irreal. ³No harías eso si no fuera por el hecho de que no estás dispuesto a aceptar la realidad tal como es y, por consiguiente, te privas de ella.
5. Decirte que no juzgues lo que no entiendes es ciertamente un buen consejo. ²Nadie que sea parte interesada puede ser un testigo imparcial porque la verdad se habrá convertido para él en lo que él quiere que sea. ³Si no estás dispuesto a percibir una petición de ayuda como lo que es, es porque no estás dispuesto a prestar ayuda ni a recibirla. ⁴Dejar de reconocer una petición de ayuda es negarse a recibir ayuda. ⁵¿Mantendrías que no la necesitas? ⁶Sin embargo, eso es lo que mantienes cuando te niegas a reconocer la súplica de un hermano, pues sólo respondiendo a su súplica puedes tú mismo ser ayudado. ⁷Niégate a ayudarle, y no podrás reconocer la respuesta que Dios te dio. ⁸El Espíritu Santo no necesita tu ayuda para interpretar motivos, pero es indudable que tú necesitas la Suya.
6. La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. ²Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las percibes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia. ³Toda sensación de esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. ⁴¡Cuán simple es, entonces, el plan de Dios para la salvación! ⁵No hay sino una sola manera de reaccionar ante la realidad porque la realidad no suscita conflicto alguno. ⁶No hay sino un solo Maestro de la realidad, el Cual entiende lo que ésta es. ⁷Este Maestro no cambia de parecer con respecto a la realidad porque la realidad no cambia. ⁸Si bien tus interpretaciones de la realidad no tienen sentido en tu estado dividido, las Suyas son por siempre fieles a la verdad. ⁹Él te las da porque son para ti. ¹⁰No intentes “ayudar” a un hermano a tu manera, pues no puedes ayudarte a ti mismo. ¹¹Mas oye sus ruegos que claman por la Ayuda de Dios y, de este modo, reconocerás la necesidad que tú mismo tienes del Padre.
7. Las interpretaciones que haces de las necesidades de tu hermano son las interpretaciones que haces de las tuyas propias. ²Al prestar ayuda la estás pidiendo, y si percibes tan sólo una necesidad en ti serás sanado. ³Pues reconocerás la Respuesta de Dios tal como deseas que sea y, si de verdad la deseas, ciertamente será tuya. ⁴Cada súplica a la que respondes en el Nombre de Cristo acerca más a tu conciencia el recuerdo del Padre. ⁵En interés de tu propia necesidad, pues, oye toda petición de ayuda como lo que es, para que Dios te pueda responder a ti.
8. Al aplicar cada vez más la interpretación del Espíritu Santo a las reacciones de otros, irás cobrando mayor conciencia de que Su criterio es igualmente aplicable a las tuyas. ²Pues reconocer el miedo no es suficiente para poder escaparse de él, aunque sí es necesario para demostrar la necesidad de escapar. ³El Espíritu Santo tiene aún que transformar el miedo en verdad. ⁴Si se te dejase con el miedo una vez que lo hubieses reconocido, habrías dado un paso que te alejaría de la realidad en vez de acercarte a ella. ⁵No obstante, hemos señalado repetidamente la necesidad de reconocer el miedo y de encararlo sin camuflarlo como un paso crucial en el proceso de desvanecer al ego. ⁶Considera entonces lo mucho que te va a servir la interpretación que hace el Espíritu Santo de los motivos de los demás. ⁷Al haberte enseñado a aceptar únicamente los pensamientos de amor de otros y a considerar todo lo demás como una petición de ayuda, te ha enseñado que el miedo en sí es una petición de ayuda. ⁸Esto es lo que realmente quiere decir reconocer el miedo. ⁹Si no lo proteges, el Espíritu Santo lo reinterpretará. ¹⁰En esto radica el valor principal de aprender a percibir el ataque como una petición de amor. ¹¹Ya hemos aprendido que el miedo y el ataque están inevitablemente interrelacionados. ¹²Si el ataque es lo único que da miedo, y consideras al ataque como la petición de ayuda que realmente es, te darás cuenta de la irrealidad del miedo. ¹³Pues el miedo es una súplica de amor, en la que se reconoce inconscientemente lo que se ha negado.
9. El miedo es un síntoma de tu profunda sensación de pérdida. ²Si al percibirlo en otros aprendes a subsanar la sensación pérdida, se elimina la causa básica del miedo. ³De esa manera, te enseñas a ti mismo que en ti no hay miedo. ⁴Los medios para erradicarlo se encuentran en ti, y has demostrado esto al dárselos a otros. ⁵El miedo y el amor son las únicas emociones que eres capaz de experimentar. ⁶Una es falsa, pues procede de la negación, y la negación depende, para poder existir, de que se crea en lo que se ha negado. ⁷Al interpretar correctamente el miedo como una afirmación categórica de la creencia subyacente que enmascara, estás socavando su percibida utilidad al hacer que sea inservible. ⁸Las defensas que no sirven se abandonan automáticamente. ⁹Si haces que lo que el miedo oculta pase a ocupar una posición inequívocamente preeminente, el miedo deja de ser relevante. ¹⁰Habrás negado que puede ocultar al amor, lo cual era su único propósito. ¹¹El velo que habías puesto sobre la faz del amor habrá desaparecido.
10. Si deseas contemplar el amor, que es la realidad del mundo, ¿qué mejor cosa podrías hacer que reconocer en toda defensa contra él la súplica de amor subyacente? ²¿Y de qué mejor manera podrías darte cuenta de su realidad que respondiendo a esa súplica dando amor? ³La interpretación que el Espíritu Santo hace del miedo ciertamente lo desvanece, pues la conciencia de la verdad no se puede negar. ⁴De esta manera el Espíritu Santo reemplaza al miedo por el amor y transforma el error en verdad. ⁵Y de esta manera aprenderás de Él cómo reemplazar tu sueño de separación por el hecho innegable de la unidad. ⁶Pues la separación no es otra cosa que la negación de la unión, y si se interpreta correctamente, da testimonio de tu eterno conocimiento de que la unión es verdad.
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II. Cómo recordar a Dios
1. Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. ²Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. ³Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. ⁴Si supieran la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. ⁵La tarea del obrador de milagros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. ⁶Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. ⁷Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.
2. La luz brilla en todos ellos con igual intensidad independientemente de cuán densa sea la niebla que la oculta. ²Si no le otorgas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. ³Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. ⁴Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. ⁵Tú puedes recordar esto por toda la Filiación. ⁶No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también el tuyo. ⁷Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. ⁸Esto es lo que has olvidado. ⁹Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. ¹⁰Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido es la manera de recordar.
3. No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo. ²Sea cuál sea la enfermedad, no hay más que un remedio. ³Alcanzarás la plenitud a medida que restaures la plenitud de otros, pues percibir en la enfermedad una petición de salud es reconocer en el odio una súplica de amor. ⁴Y dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu Padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo. ⁵Concédele su petición de amor y la tuya quedará concedida. ⁶La curación es el amor de Cristo por Su Padre y por Sí Mismo.
4. Recuerda lo que dijimos acerca de las percepciones atemorizantes que tienen los niños pequeños, las cuales son aterradoras para ellos porque no las entienden. ²Si piden iluminación y la aceptan, sus miedos se desvanecen. ³Pero si ocultan sus pesadillas, las conservan. ⁴Es fácil ayudar a un niño inseguro, ya que reconoce que no entiende el significado de sus percepciones. ⁵Tú, sin embargo, crees que entiendes el significado de las tuyas. ⁶Criatura de Dios, estás ocultando tu cabeza bajo unas pesadas mantas que tú mismo te has echado encima. ⁷Y ocultas tus pesadillas en la obscuridad de tu falsa certeza y te niegas a abrir los ojos y a mirarlas de frente.
5. No nos quedemos con las pesadillas, pues no son ofrendas dignas de Cristo y, por lo tanto, no son regalos dignos de ti. ²Quítate las mantas de encima y hazle frente a lo que te da miedo. ³Sólo lo que tú te imaginas que ello pueda ser es lo que te da miedo, pues la realidad de lo que no es nada no puede dar miedo. ⁴No demoremos esto, pues el sueño de odio no se apartará de ti a menos que tengas ayuda, y la Ayuda ya está aquí. ⁵Aprende a mantenerte sereno en medio de la agitación, pues la quietud supone el final de la lucha y en esto consiste la jornada a la paz. ⁶Mira de frente cada imagen que surja para demorarte, pues el logro del objetivo es inevitable debido a que es eterno. ⁷Tener al amor por objetivo es algo a lo que tienes derecho, y ello es así a pesar de tus sueños.
6. Todavía quieres lo que Dios dispone, y ninguna pesadilla puede impedir que un Hijo de Dios logre su propósito. ²Pues tu propósito te fue dado por Dios y no puedes sino cumplirlo, ya que ésa es Su Voluntad. ³Despierta y recuerda tu propósito, ya que es tu voluntad recordarlo. ⁴Lo que ya se ha llevado a cabo por ti tiene que ser tuyo. ⁵No permitas que tu odio obstruya el camino del amor, pues no hay nada que pueda resistirse al amor que Cristo le profesa a Su Padre o al amor que Su Padre le profesa a Él.
7. Dentro de poco me verás, pues yo no estoy oculto porque tú te estés ocultando. ²Es tan seguro que te despertaré como que me desperté a mí mismo porque desperté por ti. ³En mi resurrección radica tu liberación. ⁴Nuestra misión es escapar de la crucifixión, no de la redención. ⁵Confía en mi ayuda, pues yo no caminé solo, y caminaré contigo de la misma manera en que nuestro Padre caminó conmigo. ⁶¿No sabías que caminé con Él en paz? ⁷¿Y no significa eso que la paz nos acompaña durante toda la jornada?
8. En el amor perfecto no hay miedo. ²No haremos otra cosa que mostrarte la perfección de lo que ya es perfecto en ti. ³No tienes miedo de lo desconocido, sino de lo conocido. ⁴No fracasarás en tu misión porque yo no fracasé en la mía. ⁵En nombre de la absoluta confianza que tengo en ti, confía en mí aunque sólo sea un poco, y alcanzaremos fácilmente la meta de perfección juntos. ⁶Pues la perfección simplemente es y no puede ser negada. ⁷Negar la negación de lo perfecto no es tan difícil como negar la verdad, y creerás en lo que podemos realizar juntos cuando lo veas realizado.
9. Tú que has tratado de desterrar el amor no has podido lograrlo, pero tú que eliges desterrar el miedo no podrás por menos que triunfar. ²El Señor está contigo, pero tú no lo sabes. ³Sin embargo, tu Redentor vive, y mora en ti en la paz de la cual Él fue creado. ⁴¿No te gustaría intercambiar tu conciencia de miedo por ésta? ⁵Cuando hayamos superado el miedo—no ocultándolo ni restándole importancia; ni negando en modo alguno su impacto—esto es lo que realmente verás. ⁶No puedes dejar a un lado los obstáculos a la verdadera visión a menos que primero los observes, ya que dejarlos a un lado significa que has juzgado contra ellos. ⁷Si los examinas, el Espíritu Santo los juzgará, y los juzgará correctamente. ⁸Sin embargo, Él no puede eliminar con Su luz lo que tú mantienes oculto, pues no se lo has ofrecido y Él no puede quitártelo.
10. Nos estamos embarcando, por lo tanto, en un programa muy bien organizado, debidamente estructurado y cuidadosamente planeado que tiene por objeto aprender a entregarle al Espíritu Santo todo aquello que no desees. ²Él sabe qué hacer con ello. ³Tú, sin embargo, no sabes cómo valerte de Su conocimiento. ⁴Cualquier cosa que se Le entregue que no sea de Dios, desaparece. ⁵No obstante, tienes que estar completamente dispuesto a examinar eso que Le entregas, ya que de otro modo Su conocimiento no te servirá de nada. ⁶Él jamás dejará de prestarte ayuda, pues prestar ayuda es Su único propósito. ⁷¿No es cierto acaso que tienes más razones para temer al mundo tal como lo percibes, que para mirar a la causa del miedo y abandonarla para siempre?
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III. Cómo invertir en la realidad
1. Te pedí una vez que vendieras todo cuanto tuvieses, que se lo dieras a los pobres y que me siguieras. ²Esto es lo que quise decir: si no tienes interés alguno en las cosas de este mundo, puedes enseñarles a los pobres dónde está su tesoro. ³Los pobres son sencillamente los que han invertido mal, ¡y vaya que son pobres! ⁴Puesto que están necesitados, se te ha encomendado que los ayudes, pues te cuentas entre ellos. ⁵Observa lo bien que aprenderías tu lección si te negarás a compartir su pobreza, ⁶pues la pobreza no es otra cosa que insuficiencia, y sólo hay una insuficiencia, ya que sólo hay una necesidad.
2. Suponte que un hermano insiste en que hagas algo que tú crees que no quieres hacer. ²Su misma insistencia debería indicarte que él cree que su salvación depende de que tú hagas lo que te pide. ³Si insistes en que no puedes satisfacer su deseo y experimentas de inmediato una reacción de oposición, es que crees que tu salvación depende de no hacerlo. ⁴Estás, por lo tanto, cometiendo el mismo error que él y haciendo que su error sea real para ambos. ⁵Insistir significa invertir, y aquello en lo que inviertes está siempre relacionado con tu idea de lo que es la salvación. ⁶La pregunta se compone de dos partes: primera, ¿qué es lo que hay que salvar? ⁷y segunda, ¿cómo se puede salvar?
3. Cada vez que te enfadas con un hermano, por la razón que sea, crees que tienes que proteger al ego, y que tienes que protegerlo atacando. ²Si es tu hermano el que ataca, estás de acuerdo con esta creencia; si eres tú el que ataca, no haces sino reforzarla. ³Recuerda que los que atacan son pobres. ⁴Su pobreza pide regalos, no mayor empobrecimiento. ⁵Tú que podrías ayudarles estás ciertamente actuando de forma destructiva si aceptas su pobreza como propia. ⁶Si no hubieras invertido de la manera en que ellos lo hicieron, jamás se te hubiese ocurrido pasar por alto su necesidad.
4. Reconoce lo que no importa, y si tus hermanos te piden algo “descabellado”, hazlo precisamente porque no importa. ²Niégate, y tu oposición demuestra que sí te importa. ³Eres únicamente tú, por lo tanto, el que determina si la petición es descabellada o no, y toda petición de un hermano es tu propia petición. ⁴¿Por qué te empeñas en negarle lo que pide? ⁵Pues negárselo es negártelo a ti mismo, y empobrecerte a ti y a él. ⁶Él está pidiendo la salvación, al igual que tú. ⁷La pobreza es siempre cosa del ego; nunca de Dios. ⁸Ninguna petición es “descabellada” para el que reconoce lo que es valioso y no acepta nada más.
5. La salvación es para la mente, y se alcanza por medio de la paz. ²La mente es lo único que se puede salvar, y sólo se puede salvar a través de la paz. ³Cualquier otra respuesta que no sea amor, surge como resultado de una confusión con respecto a “qué” es la salvación y a “cómo” se alcanza, y el amor es la única respuesta. ⁴Nunca te olvides de esto, y nunca te permitas creer, ni por un solo instante, que existe otra respuesta, ⁵pues de otro modo te contarás forzosamente entre los pobres, quienes no han entendido que moran en la abundancia y que la salvación ha llegado.
6. Identificarte con el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte. ²Por eso es por lo que todo aquel que se identifica con el ego se siente desposeído. ³Lo que experimenta entonces es depresión o ira, ya que lo que hizo fue intercambiar su amor hacia Sí Mismo por odio hacia sí mismo y, como consecuencia, tiene miedo de sí mismo. ⁴Él no se da cuenta de esto. ⁵Aun si es plenamente consciente de que está sintiendo ansiedad, no percibe que el origen de ésta reside en su identificación con el ego, y trata de lidiar con ella haciendo algún “trato” demente con el mundo. ⁶Siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues esto es crucial para su propia adaptación. ⁷No se da cuenta de que él es el autor de este mundo, pues fuera de sí mismo no existe ningún mundo.
7. Si sólo los pensamientos amorosos del Hijo de Dios constituyen la realidad del mundo, el mundo real tiene que estar en su mente. ²Sus pensamientos descabellados tienen que estar también en su mente, pero él no puede tolerar un conflicto interno de tal magnitud. ³Una mente dividida está en peligro, y el reconocimiento de que alberga dentro de sí pensamientos diametralmente opuestos es intolerable. ⁴Proyecta, por consiguiente, la división, no la realidad. ⁵Todo lo que percibes como el mundo externo no es otra cosa que tu intento de mantener vigente tu identificación con el ego, pues todo el mundo cree que esa identificación es su salvación. ⁶Observa, sin embargo, lo que ha sucedido, pues los pensamientos tienen consecuencias para el que los piensa. ⁷Estás en conflicto con el mundo tal como lo percibes porque crees que el mundo es antagónico a ti. ⁸Ésta es la consecuencia inevitable de lo que has hecho. ⁹Has proyectado afuera aquello que es antagónico a lo que está dentro y, por consiguiente, no puedes por menos que percibirlo de esa forma. ¹⁰Por eso es por lo que debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu mente y no fuera de ella, antes de que puedas liberarte de él, y por lo que debes deshacerte de él antes de que puedas percibir el mundo tal como realmente es.
8. He dicho antes que Dios amó tanto al mundo que se lo dio a Su Hijo unigénito. ²Dios ciertamente ama el mundo real y aquellos que perciben la realidad de éste no pueden ver el mundo de la muerte, ³pues la muerte no forma parte del mundo real, en el que todo es un reflejo de lo eterno. ⁴Dios te dio el mundo real a cambio del mundo que tú fabricaste como resultado de la división de tu mente, el cual es el símbolo de la muerte. ⁵Pues si pudieras realmente separarte de la Mente de Dios, perecerías.
9. El mundo que percibes es un mundo de separación. ²Quizá estés dispuesto a aceptar incluso la muerte con tal de negar a tu Padre. ³Sin embargo, Él no dispuso que fuese así y, por lo tanto, no lo es. ⁴Tu voluntad sigue siendo incapaz de oponerse a lo que la Suya dispone, y ésa es la razón de que no tengas ningún control sobre el mundo que fabricaste. ⁵No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la voluntad. ⁶El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por “leyes” arbitrarias que no tienen sentido ni significado alguno. ⁷Se compone de lo que no deseas, lo cual has proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. ⁸Sin embargo, un mundo así sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera salvación. ⁹No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él. ¹⁰Y ciertamente tienes control sobre tu mente, dado que la mente es el mecanismo de decisión.
10. Si reconocieras que cualquier ataque que percibes se encuentra en tu mente y sólo en tu mente, habrías por fin localizado su origen, y allí donde el ataque tiene su origen, allí mismo tiene que terminar. ²Pues en ese mismo lugar reside también la salvación. ³El Altar de Dios donde Cristo mora se encuentra ahí. ⁴Tú has profanado el altar, pero no has profanado el mundo. ⁵Cristo, sin embargo, ha puesto la Expiación sobre el altar para ti. ⁶Lleva todas tus percepciones del mundo ante ese altar, pues es el Altar a la Verdad. ⁷Ahí verás tu visión transformarse y ahí aprenderás a ver verdaderamente. ⁸Desde este lugar, en el que Dios y Su Hijo moran en paz y en el que se te da la bienvenida, mirarás en paz hacia el exterior y verás el mundo correctamente. ⁹Mas para encontrar ese lugar tienes que renunciar a tu inversión en el mundo tal como lo proyectas, y permitir que el Espíritu Santo extienda el mundo real desde el Altar de Dios hasta ti.
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IV. Buscar y hallar
1. El ego está seguro de que el amor es peligroso, y ésta es siempre su enseñanza principal. ²Nunca lo expresa de este modo. ³Al contrario, todo el que cree que el ego es la salvación parece estar profundamente inmerso en la búsqueda del amor. ⁴El ego, sin embargo, aunque alienta con gran insistencia la búsqueda del amor, pone una condición: que no se encuentre. ⁵Sus dictados, por lo tanto, pueden resumirse simplemente de esta manera: “Busca, pero no halles”. ⁶Ésta es la única promesa que el ego te hace y la única que cumplirá. ⁷Pues el ego persigue su objetivo con fanática insistencia, y su juicio, aunque seriamente menoscabado, es completamente coherente.
2. La búsqueda que el ego emprende está, por ende, condenada al fracaso. ²Y como también te enseña que él es tu identidad, su consejo te embarca en una jornada que siempre acaba en una sensación de autoderrota. ³Pues el ego es incapaz de amar, y en su frenética búsqueda de amor, anda en pos de lo que teme encontrar. ⁴La búsqueda es inevitable porque el ego es parte de tu mente y, debido a su origen, no está totalmente dividido, ya que, de lo contrario, carecería por completo de credibilidad. ⁵Tu mente es la que cree en él y la que le otorga existencia. ⁶Sin embargo, es también tu mente la que tiene el poder de negar su existencia, y eso es sin duda lo que harás cuando te des cuenta exactamente de la clase de jornada en la que el ego te embarca.
3. Es sin duda obvio que nadie quiere encontrar lo que le derrotaría por completo. ²El ego, al ser incapaz de amar, se sentiría totalmente perdido en presencia del amor, pues no podría responder en absoluto. ³Tendrías entonces que abandonar su guía, puesto que sería evidente que no te puede dar la respuesta que necesitas. ⁴Por lo tanto, el ego distorsionará el amor y te enseñará que el amor en realidad suscita las respuestas que él puede enseñar. ⁵Si sigues sus enseñanzas, pues, irás en busca de amor, pero serás incapaz de reconocerlo.
4. ¿No te das cuenta de que el ego sólo puede embarcarte en una jornada que únicamente puede conducirte a una sensación de futilidad y depresión? ²Buscar y no hallar no puede ser una actividad que brinde felicidad. ³¿Es ésta la promesa que quieres seguir manteniendo? ⁴El Espíritu Santo te ofrece otra promesa, la cual te conduce a la dicha. ⁵Pues Su promesa es siempre: “Busca y hallarás”, y bajo Su dirección no podrás fracasar. ⁶La jornada en la que el Espíritu Santo es tu Guía es la jornada que conduce al triunfo, y el objetivo que pone ante ti, Él te lo dará consumado. ⁷Pues nunca engañará al Hijo de Dios a Quien ama con el Amor del Padre.
5. No podrás por menos que emprender una búsqueda, ya que en este mundo no te sientes a gusto. ²Y buscarás tu hogar tanto si sabes dónde se encuentra como si no. ³Si crees que se encuentra fuera de ti, la búsqueda será en vano, pues lo estarás buscando donde no está. ⁴No recuerdas cómo buscar dentro de ti porque no crees que tu hogar esté ahí. ⁵Pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti y te guiará a tu hogar porque ésa es Su misión. ⁶A medida que Él cumpla Su misión te enseñará a cumplir la tuya, pues tu misión es la misma que la Suya. ⁷Al guiar a tus hermanos hasta su hogar estarás siguiéndolo a Él.
6. Contempla el Guía que tu Padre te ha dado, para que puedas aprender que posees vida eterna, ²pues la muerte no es la Voluntad de tu Padre ni la tuya, y todo lo que es verdad es la Voluntad del Padre. ³La vida no te cuesta nada, pues se te dio, pero por la muerte tienes ciertamente que pagar, y pagar un precio exorbitante. ⁴Si la muerte es tu tesoro, venderás todo lo demás para comprarla. ⁵Y creerás haberla comprado, al haber vendido todo lo demás. ⁶No obstante, no puedes vender el Reino de los Cielos. ⁷Tu herencia no se puede comprar ni vender. ⁸Ninguna parte de la Filiación puede quedar desheredada, pues Dios goza de plenitud y todas Sus extensiones son como Él.
7. La Expiación no es el precio de tu plenitud; es, no obstante, el precio de ser consciente de ella. ²Lo que decidiste “vender” tuvo que ser salvaguardado, ya que no lo habrías podido volver a “comprar”. ³Aun así, tienes que invertir en ello, no con dinero, sino con espíritu. ⁴Porque el espíritu es voluntad, y la voluntad es el “precio” del Reino. ⁵Tu herencia aguarda únicamente tu reconocimiento de que has sido redimido. ⁶El Espíritu Santo te guía hacia la vida eterna, pero tienes que abandonar tu interés por la muerte o, de lo contrario, no podrás ver la vida aunque te rodea por todas partes.
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V. El programa de estudios cuerdo
1. Sólo el amor es fuerte, puesto que es indiviso. ²Los fuertes no atacan, pues no ven que haya necesidad de ello. ³Antes de que la idea de atacar pudiese entrar en tu mente, tuviste que haberte percibido a ti mismo como alguien débil. ⁴Puesto que te atacaste a ti mismo y creíste que el ataque tuvo éxito, te consideras a ti mismo debilitado. ⁵Al dejar de percibir la igualdad que existe entre tus hermanos y tú, y al considerarte a ti mismo más débil, intentas “equilibrar” la situación a la que tú mismo diste lugar. ⁶Y para hacerlo te vales del ataque porque crees que el ataque logró debilitarte.
2. Por eso es por lo que el reconocimiento de tu propia invulnerabilidad es tan importante para el restablecimiento de tu cordura. ²Pues al aceptar tu invulnerabilidad estás reconociendo que el ataque no tiene efectos. ³Aunque te has atacado a ti mismo, demuestras que en realidad no ocurrió nada. ⁴Por lo tanto, al atacar no hiciste nada. ⁵Una vez que te des cuenta de esto, atacar dejará de tener sentido para ti, pues resultará evidente que ni es efectivo ni te puede proteger. ⁶Con todo, el reconocimiento de tu invulnerabilidad te aporta todavía mucho más que eso. ⁷Si tus ataques contra ti mismo no han podido debilitarte, eso quiere decir que aún eres fuerte. ⁸Por lo tanto, no tienes que “equilibrar” ninguna situación para demostrar tu fuerza.
3. No podrás darte cuenta de cuán inútil es el ataque hasta que no reconozcas que los ataques que lanzas contra ti mismo no tienen efectos. ²Pues otros ciertamente reaccionan ante el ataque si lo perciben, y si estás tratando de atacarles, no podrás sino interpretar su reacción como un refuerzo de tu creencia en el ataque. ³El único lugar donde puedes cancelar todo refuerzo es en ti mismo. ⁴Pues tú eres siempre el primer blanco de tus ataques, y si éstos nunca han tenido lugar, tampoco pudieron haber tenido consecuencias.
4. El Amor del Espíritu Santo es tu fortaleza, pues el tuyo está dividido y, por lo tanto, no es real. ²No puedes confiar en tu propio amor cuando lo atacas. ³No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal estudiante. ⁴Trataste de hacer que la separación fuese eterna porque querías conservar las características de la Creación, aunque con tu propio contenido. ⁵La Creación, sin embargo, no procede de ti, y los malos estudiantes tienen ciertamente necesidad de una enseñanza especial.
5. Tienes problemas de aprendizaje en un sentido muy literal. ²Ciertas áreas de tus facultades para aprender están tan deterioradas, que sólo puedes progresar bajo una dirección clara, precisa y constante, suministrada por un Maestro que pueda trascender tus limitados recursos. ³Él se convierte en tu Recurso, ya que por tu cuenta no puedes aprender. ⁴La situación de aprendizaje en la que te has puesto a ti mismo es imposible, y es obvio que en esta situación necesitas un Maestro especial así como un programa de estudios especial. ⁵A los malos estudiantes no se les debería elegir como maestros de sí mismos o de otros. ⁶No te dirigirías a ellos para establecer el programa de estudios que les permitiría escapar de sus limitaciones. ⁷Si comprendieran lo que se encuentra más allá de ellos, no tendrían limitaciones.
6. No sabes cuál es el significado del amor y ésa es tu limitación. ²No intentes enseñarte a ti mismo lo que no entiendes, ni trates de establecer los objetivos del programa de estudios cuando los tuyos claramente han fracasado. ³El objetivo de tu aprendizaje ha sido no aprender, y esto no puede conducir a un aprendizaje fructífero. ⁴No puedes transferir lo que no has aprendido, y el menoscabo de tu capacidad de generalizar es un fallo fundamental de tu aprendizaje. ⁵¿Les preguntarías a los que no han podido aprender para qué sirven los recursos de enseñanza? ⁶Ellos no lo saben. ⁷Si los pudieran interpretar correctamente, habrían aprendido de ellos.
7. He dicho que la regla del ego es: “Busca, pero no halles”. ²Traducido al lenguaje del programa de estudios eso significa: “Trata de aprender, pero no lo logres”. ³El resultado de este objetivo de aprendizaje es obvio: ⁴hará que se interprete erróneamente todo recurso de enseñanza legítimo, toda instrucción real y toda dirección sensata, ya que el propósito de éstos es facilitar el aprendizaje al que se opone ese absurdo programa de estudios. ⁵Si estás tratando de aprender cómo no aprender y el objetivo de lo que enseñas es que no logre enseñar nada, ¿qué puedes esperar sino confusión? ⁶Un programa así no tiene sentido. ⁷Este intento de “aprender” ha debilitado tanto a tu mente que no puedes amar, ya que el programa que has escogido es contrario al amor, y no es más que un curso en cómo atacarte a ti mismo. ⁸Un objetivo suplementario de ese programa es no aprender cómo superar la división que da credibilidad a su objetivo principal. ⁹Y no te será posible superar esa división siguiendo dicho programa, ya que todo lo que aprendas será en su favor. ¹⁰Mas tu mente se pronuncia en contra de tu aprendizaje, tal como tu aprendizaje se pronuncia en contra de tu mente, y así, te opones a todo aprendizaje y lo consigues, pues eso es lo que quieres. ¹¹Pero puede que todavía no te hayas dado cuenta de que hay algo que sí quieres aprender y de que lo puedes aprender porque eso es lo que has decidido hacer.
8. Tú que has intentado aprender lo que no deseas, debes animarte, pues aunque el programa de estudios que estableciste es en verdad deprimente, si lo examinas con detenimiento es simplemente ridículo. ²¿Cómo iba a ser posible que la manera de alcanzar un objetivo fuera no alcanzándolo? ³Renuncia ahora a ser tu propio maestro. ⁴Esta renuncia no te conducirá a la depresión. ⁵Es simplemente el resultado de haber evaluado honestamente lo que te has enseñado a ti mismo y los resultados que se han derivado de ello. ⁶Bajo las condiciones de aprendizaje adecuadas, que tú no puedes proveer ni comprender, llegarás a convertirte en un alumno y maestro excelente. ⁷Pero aún no lo eres, y no lo serás hasta que la situación de aprendizaje tal como la urdiste se invierta.
9. Tu potencial para aprender, si se entiende debidamente, es ilimitado porque te conducirá hasta Dios. ²Puedes enseñar el camino que conduce a Él y aprenderlo, si sigues al Maestro que conoce el camino que lleva a Dios, y que sabe cómo se aprende Su programa de estudios. ³El programa está desprovisto de toda ambigüedad porque su objetivo no está dividido y los medios y el fin están en completo acuerdo. ⁴Lo único que necesitas hacer es ofrecerle tu atención indivisa. ⁵Todo lo demás se te proveerá, ⁶pues la verdad es que quieres aprender debidamente, y nada puede oponerse a la decisión del Hijo de Dios. ⁷Lo que él puede aprender es tan ilimitado como él mismo.
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VI. La visión de Cristo
1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y perder tu alma. ²El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. ³Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. ⁴No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es inmenso. ⁵Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. ⁶No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. ⁷No puedes percibir tu alma, y mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa, no la podrás conocer.
2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como Espíritu. ²Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. ³Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. ⁴Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. ⁵Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Padre. ⁶Dios está en tu memoria por causa de Él. ⁷Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. ⁸Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo.
3. Tú no deseas el mundo. ²Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. ³Eso le confiere la única realidad que tendrá jamás. ⁴Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. ⁵De la misma forma en que la propia valía procede de la auto-extensión, de igual modo la percepción de la propia valía procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. ⁶Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece.
4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. ²La misión del Espíritu Santo es abrirles los ojos a los ciegos, pues sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duermen. ³Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. ⁴Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya. ⁵El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. ⁶En Su visión el Hijo de Dios es perfecto y Él anhela compartir Su visión contigo. ⁷El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. ⁸A través del Espíritu Santo, el Padre exhorta a Su Hijo a recordar. ⁹El despertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a reinvertir en sí mismo. ¹⁰Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos.
5. Cuando hayas visto el mundo real—como sin duda lo verás—te acordarás de Nosotros. ²Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido y negarte a pagarlo. ³Sólo entonces decidirás despertar. ⁴Y entonces el mundo real aparecerá ante ti, pues Cristo nunca ha estado dormido. ⁵Cristo está esperando a que lo veas, puesto que nunca te ha perdido de vista. ⁶Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe del amor que Su Padre Le profesa. ⁷Y sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. ⁸Él te aguarda en el Altar del Padre en perfecta paz, ofreciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. ⁹Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo los espera como su Ser.
6. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su Ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. ²El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. ³Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el Altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el Conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la Santidad será sencillamente su extensión natural. ⁴El amor se transfiere al Amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. ⁵A medida que percibas más y más elementos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrenamiento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. ⁶Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. ⁷Una vez que esto se logra, la percepción y el Conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las Leyes de Dios.
7. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el Conocimiento. ²En el Altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el Espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con Ella. ³Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, amando la Extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. ⁴El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. ⁵Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. ⁶Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. ⁷El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti.
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VII. Introspección
1. Los milagros demuestran que el aprendizaje ha tenido lugar bajo la debida dirección, pues el aprendizaje es invisible y lo que se ha aprendido sólo se puede reconocer por sus resultados. ²Su generalización se demuestra a medida que lo pones en práctica en más y más situaciones. ³Reconocerás que has aprendido que no hay grados de dificultad en los milagros cuando los apliques a todas las situaciones. ⁴No hay situación a la que los milagros no sean aplicables, y al aplicarlos a todas el mundo real será tuyo. ⁵En esta santa percepción te volverás íntegro, y por tu propia aceptación de la Expiación, ésta irradiará hacia todos aquellos que el Espíritu Santo te envíe para que les des tu bendición. ⁶La Bendición de Dios mora en todos Sus Hijos, y en la bendición que les das a ellos radica la bendición que Dios te da a ti.
2. Cada uno debe desempeñar el papel que le corresponde en la redención del mundo para poder reconocer que el mundo ha sido redimido. ²No puedes ver lo invisible. ³Mas si ves sus efectos sabes que tiene que estar ahí. ⁴Al percibir sus obras, reconoces su existencia. ⁵Y por lo que hace, te das cuenta de lo que es. ⁶Tú no puedes ver tus propios puntos fuertes, pero puedes tener cada vez mayor confianza en su existencia a medida que te capacitan para actuar. ⁷Y los resultados de tus acciones tú los puedes ver.
3. El Espíritu Santo es invisible, pero puedes ver los resultados de Su presencia, y por ellos te darás cuenta de que Él está ahí. ²Está claro que lo que Él te capacita para hacer no es de este mundo, pues los milagros violan todas las leyes de la realidad tal como este mundo la juzga. ³Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas, pues lo que el Espíritu Santo te capacita para hacer está claramente más allá de todas ellas. ⁴Al percibir Sus resultados, comprenderás dónde debe estar Él, y por fin sabrás lo que Él es.
4. No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver Sus manifestaciones. ²Y a menos que las veas no te darás cuenta de que Él está ahí. ³Los milagros son Sus testigos y hablan de Su Presencia. ⁴Lo que no puedes ver sólo cobra realidad para ti a través de los testigos que hablan en su favor. ⁵Puedes cobrar conciencia de lo que no ves, y puede volverse increíblemente real a medida que su presencia se ponga de manifiesto a través de ti. ⁶Lleva a cabo la labor del Espíritu Santo, pues compartes Su función. ⁷De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. ⁸Dios comparte Su función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra. ⁹Mientras sigas creyendo que tienes otras funciones, seguirás teniendo necesidad de corrección, ¹⁰pues esta creencia supone la destrucción de la paz, objetivo éste que está en directa oposición con el propósito del Espíritu Santo.
5. Ves lo que esperas ver, y esperas ver aquello que invitas. ²Tu percepción es el resultado de tu invitación y llega a ti tal como la pediste. ³¿De quién son las manifestaciones que quieres ver? ⁴¿De qué presencia quieres convencerte? ⁵Pues creerás en aquello que manifiestes, y tal como contemples lo que está fuera, así mismo verás lo que está dentro. ⁶En tu mente hay dos maneras de contemplar al mundo, y tu percepción reflejará el asesoramiento que hayas elegido.
6. Yo soy la manifestación del Espíritu Santo y cuando me veas, será porque lo has invitado a Él. ²Pues Él te enviará Sus testigos sólo con que desees verlos. ³Recuerda que siempre ves lo que buscas, y lo que buscas es lo que encontrarás. ⁴El ego encuentra lo que busca y nada más. ⁵No encuentra amor porque no es eso lo que está buscando. ⁶Mas buscar es lo mismo que encontrar y si vas en pos de dos objetivos opuestos los encontrarás, pero no podrás reconocer ninguno de los dos. ⁷Creerás que son lo mismo porque deseas alcanzar ambos. ⁸La mente siempre busca su propia integración, mas si está dividida y quiere conservar la división, seguirá creyendo que sólo tiene un objetivo haciendo que parezca uno solo.
7. Dije anteriormente que lo que proyectas o extiendes depende de ti, pero tienes que hacer una u otra cosa, ya que ello es una ley de la mente, y antes de mirar afuera tienes que mirar adentro. ²Al mirar adentro eliges al guía cuya visión deseas compartir. ³Y luego miras afuera y contemplas sus testigos. ⁴Por eso es por lo que siempre encuentras lo que buscas. ⁵Lo que desees para ti es lo que manifestarás, y lo aceptarás del mundo porque al desearlo lo ubicaste en él. ⁶Cuando crees que estás proyectando lo que no deseas, es porque todavía lo deseas. ⁷Esto conduce directamente a la disociación, puesto que representa la aceptación de dos objetivos, cada uno de los cuales se percibe en un lugar diferente y separado del otro porque hiciste que fueran diferentes. ⁸La mente ve entonces un mundo dividido fuera de sí misma, pero no dentro de ella. ⁹Esto le da una ilusión de integridad y le permite creer que está yendo en pos de un solo objetivo. ¹⁰Sin embargo, mientras sigas percibiendo un mundo dividido, no habrás sanado. ¹¹Pues haber sanado es ir en pos de un solo objetivo, al haber aceptado sólo uno y no desear más que uno solo.
8. Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más. ²La naturaleza contradictoria de los testigos que percibes es sencillamente el reflejo de tus invitaciones conflictivas. ³Has mirado en tu mente y has aceptado que en ella hay oposición al haberla buscado allí. ⁴Mas no creas entonces que los testigos de la oposición son verdaderos, ya que sólo dan testimonio de tu decisión acerca de la realidad y te devuelven los mensajes que tú les diste. ⁵El amor, asimismo, se reconoce por sus mensajeros. ⁶Si manifiestas amor, sus mensajeros vendrán a ti porque los invitaste.
9. El poder de decidir es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo. ²Puedes decidir ver el mundo correctamente. ³Lo que hiciste de él no es su realidad, pues su realidad es sólo la que tú le confieres. ⁴No puedes realmente darle a nada ni a nadie nada que no sea amor, ni tampoco puedes realmente recibir de ellos nada que no sea amor. ⁵Si crees que has recibido cualquier otra cosa, es porque miraste dentro de ti y creíste haber visto ahí la capacidad de poder dar otra cosa. ⁶Fue únicamente esa decisión la que determinó lo que encontraste, pues dispuso lo que tenías que buscar.
10. Tienes miedo de mí porque miraste dentro de ti y lo que viste te dio miedo. ²Pero lo que viste no pudo haber sido la realidad, pues la realidad de tu mente es lo más bello de todas las Creaciones de Dios. ³Y puesto que procede únicamente de Dios, su poder y grandeza sólo habrían podido brindarte paz, si realmente la hubieses contemplado. ⁴Si tienes miedo es porque viste algo que no estaba allí. ⁵Sin embargo, en ese mismo lugar pudiste haberme visto a mí y a todos tus hermanos, en la perfecta seguridad de la Mente que nos creó a todos. ⁶Pues nos encontramos ahí, en la Paz del Padre, CuYa Voluntad es extenderla través de ti.
11. Cuando hayas aceptado tu misión de extender paz hallarás la paz, pues al manifestarla la verás. ²Sus santos testigos te rodearán porque los invocaste, y ellos vendrán a ti. ³He oído tu llamada y la he contestado, pero no has querido verme ni oír la respuesta que buscabas. ⁴Esto se debe a que eso no es todavía lo único que deseas. ⁵Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas. ⁶Y cuando mires dentro de ti me verás, y juntos contemplaremos el mundo real. ⁷A través de los ojos de Cristo, sólo el mundo real existe y es lo único que se puede ver. ⁸Tu decisión determinará lo que veas. ⁹Y lo que veas dará testimonio de tu decisión.
12. Cuando mires dentro de ti y me veas, será porque habrás decidido manifestar la Verdad. ²Y al manifestarla la verás tanto fuera como dentro. ³La verás afuera porque primero la viste dentro. ⁴Todo lo que ves afuera es el juicio de lo que viste dentro. ⁵Si es tu propio juicio, será erróneo, pues tu función no es juzgar. ⁶Si es el juicio del Espíritu Santo será correcto, pues Su función es juzgar. ⁷Compartes Su función sólo cuando juzgas tal como Él lo hace, sin juzgar nada por tu cuenta. ⁸Juzgarás contra ti mismo pero Él juzgará a tu favor.
13. Recuerda, pues, que cada vez que miras fuera de ti y no reaccionas favorablemente ante lo que ves, te has juzgado a ti mismo como indigno y te has condenado a muerte. ²La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un criminal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. ³La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. ⁴Deseando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir sólo para que esperes la muerte. ⁵Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mueras, ⁶pues tu destrucción es el único fin que anhela y el único que lo dejará satisfecho.
14. El ego no traiciona a Dios, a Quien es imposible traicionar. ²Pero te traiciona a ti que crees que has traicionado a tu Padre. ³Por eso es por lo que la erradicación de la culpa es un aspecto esencial de las enseñanzas del Espíritu Santo. ⁴Pues mientras te sientas culpable estarás escuchando la voz del ego, la cual te dice que has traicionado a Dios y que, por lo tanto, mereces la muerte. ⁵Pensarás que la muerte procede de Dios y no del ego porque, al confundirte a ti mismo con él, creerás que deseas la muerte. ⁶Y de lo que deseas, Dios no te puede salvar.
15. Cuando te sientas tentado de sucumbir ante el deseo de la muerte, recuerda que yo no morí. ²Te darás cuenta de que esto es cierto cuando mires dentro de ti y me veas. ³¿Cómo iba yo a haber superado la muerte para mí solo? ⁴¿Y cómo iba a haberme dado el Padre vida eterna a mí, a no ser que también te la hubiera dado a ti? ⁵Cuando aprendas a ponerme de manifiesto jamás verás la muerte, ⁶pues habrás contemplado lo inmortal en ti mismo y, así, al contemplar un mundo que no puede morir, sólo verás lo eterno.
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sobre párrafos 1 al 7 de este tema
sobre párrafos 8 al 15 de este tema
VIII. La atracción del amor por el Amor
1. ¿Crees realmente que puedes matar al Hijo de Dios? ²El Padre ha ocultado a Su Hijo dentro de Sí Mismo, manteniéndolo a salvo y alejado de tus pensamientos destructivos, por causa de los cuales no conoces al Padre ni al Hijo. ³Atacas el mundo real cada día, cada hora y cada minuto y, sin embargo, te sorprende que no lo puedas ver. ⁴Si buscas amor a fin de atacarlo, nunca lo hallarás, ⁵pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder encontrarlo excepto a través de sí mismo? ⁶Ofrece amor, y el amor vendrá a ti porque se siente atraído por sí mismo. ⁷Ofrece ataque, y el amor permanecerá oculto, pues sólo puede vivir en paz.
2. El Hijo de Dios se encuentra tan a salvo como su Padre, pues el Hijo sabe que su Padre lo protege y, por lo tanto, no puede temer. ²El Amor de su Padre lo mantiene en perfecta paz y, al no necesitar nada, no pide nada. ³Sin embargo, aunque tú eres su Ser, él se encuentra lejos de ti, porque al elegir atacarlo él desapareció de tu vista y buscó refugio en su Padre. ⁴Él no cambió, pero tú sí. ⁵Pues el Padre no creó una mente dividida ni tampoco las obras de ésta, y ni aquélla ni éstas podrían existir si tuvieran conocimiento de Él.
3. Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti. ²No obstante, de por sí no puede ser invisible, pues el Espíritu Santo lo ve con perfecta claridad. ³Es invisible para ti porque estás mirando otra cosa. ⁴Mas no es a ti a quien le corresponde decidir lo que es visible y lo que es invisible, tal como tampoco te corresponde decidir lo que es la realidad. ⁵Lo que se puede ver es lo que el Espíritu Santo ve. ⁶La definición de la realidad es la que Dios provee, no la tuya. ⁷Él la creó y, por ende, sabe lo que es. ⁸Tú, que sabías lo que era, lo olvidaste, y si Él no te hubiese proporcionado la manera de recordar, te habrías condenado a ti mismo al olvido total.
4. Por razón del amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvidarte de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. ²Puedes negarlo, pero no puedes perderlo. ³Una Voz responderá a cada pregunta que hagas, y una visión corregirá la percepción de todo lo que veas. ⁴Pues lo que hiciste invisible es lo único que es verdad, y lo que no has oído, la única respuesta. ⁵Dios quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación. ⁶Estás esperando sólo por Él, mas no lo sabes. ⁷Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y no puede ser borrado. ⁸No es ni del pasado ni del futuro, al ser un eterno siempre.
5. No tienes sino que pedir este recuerdo y te vendrá a la memoria. ²Mas el recuerdo de Dios no puede aflorar en una mente que lo ha borrado y que quiere que continúe así. ³Pues dicho recuerdo sólo puede alborear en una mente que haya elegido recordar y haya renunciado al demente deseo de querer controlar la realidad. ⁴Tú, que ni siquiera puedes controlarte a ti mismo, no deberías aspirar a controlar el universo. ⁵Contempla, más bien, lo que has hecho de él y regocíjate de que no sea verdad.
6. ¡Hijo de Dios, no te conformes con lo que no es nada! ²Lo que no es real no se puede ver ni tiene valor alguno. ³Dios no pudo haberle ofrecido a Su Hijo lo que no tiene valor ni Su Hijo habría podido recibirlo. ⁴Fuiste redimido en el mismo instante en que pensaste que habías abandonado a tu Padre. ⁵Nada de lo que has forjado ha existido jamás, y es invisible porque el Espíritu Santo no lo ve. ⁶Pero lo que Él ve es tuyo para que lo contemples, y a través de Su visión tu percepción sanará. ⁷Has hecho invisible la única verdad que este mundo encierra. ⁸Al valorar lo que no es nada, has buscado lo que no es nada. ⁹Al conferirle realidad a lo que no es nada, lo has visto. ¹⁰Pero no está ahí. ¹¹Y Cristo es invisible a causa de lo que has hecho que sea visible para ti.
7. No importa cuánta distancia hayas tratado de interponer entre tu conciencia y la Verdad, ²al Hijo de Dios se le puede ver porque la visión es algo que se comparte. ³El Espíritu Santo contempla al Hijo de Dios en ti y no ve nada más. ⁴Lo que es invisible para ti, es perfecto en Su visión y lo abarca todo. ⁵Él se ha acordado de ti porque no se ha olvidado del Padre. ⁶Tú contemplaste lo que no era real y hallaste desesperación. ⁷Mas ¿qué otra cosa podías haber encontrado al ir en pos de lo irreal? ⁸El mundo irreal es desesperante, pues nunca podrá ser real. ⁹Y tú que compartes el Ser de Dios con Él, nunca podrás sentirte satisfecho sin la realidad. ¹⁰Lo que Dios no te dio no tiene poder sobre ti, y la atracción del amor por el Amor sigue siendo irresistible. ¹¹La función del Amor es unir todas las cosas en Sí Mismo, y mantenerlas unidas extendiendo Su Plenitud.
8. Dios te dio el mundo real en amoroso intercambio por el mundo que tú construiste y que ves. ²Recíbelo simplemente de la mano de Cristo y contémplalo. ³Su realidad hará que todo lo demás sea invisible, pues contemplarlo es una percepción total. ⁴Y al contemplarlo recordarás que siempre fue así. ⁵Lo que no es nada se hará invisible, pues por fin habrás visto verdaderamente. ⁶Una percepción redimida se convierte fácilmente en Conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. ⁷Al ser corregida da paso al Conocimiento, que es la única realidad eternamente. ⁸La Expiación no es sino el camino de regreso a lo que nunca se había perdido. ⁹El Padre nunca pudo haber dejado de amar a Su Hijo.
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