Capítulo 23
LA GUERRA CONTRA TI MISMO
Índice del Capítulo (Haz clic para desplegar)
Introducción
1. ¿No te das cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debilidad es la impecabilidad? ²La inocencia es fuerza, y nada más lo es. ³Los que están libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica debilidad. ⁴El alarde de fuerza del que el ataque se quiere valer para encubrir la flaqueza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a poder ocultar lo que no es real? ⁵Nadie que tenga un enemigo es fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. ⁶Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que es débil no es la Voluntad de Dios. ⁷Y al oponerse a Ésta, se ha vuelto el “enemigo” de Dios. ⁸Y así, se teme a Dios, al considerársele una voluntad contraria.
2. ¡Qué extraña se vuelve en verdad esta guerra contra ti mismo! ²No podrás sino creer que todo aquello de lo que te vales para los fines del pecado puede herirte y convertirse en tu enemigo. ³Y así, lucharás contra ello y tratarás de debilitarlo, y creyendo haberlo logrado, atacarás de nuevo. ⁴Es tan seguro que tendrás miedo de lo que atacas como que amarás lo que percibes libre de pecado. ⁵Todo aquel que recorre con inocencia el camino que el amor le señala, camina en paz. ⁶Pues el amor camina a su lado, resguardándolo del miedo. ⁷Y lo único que ve son seres inocentes, incapaces de atacar.
3. Camina gloriosamente, con la cabeza bien alta, y no temas ningún mal. ²Los inocentes se encuentran a salvo porque comparten su inocencia. ³No ven nada que sea nocivo, pues su conciencia de la verdad libera a todas las cosas de la ilusión de la nocividad. ⁴Y lo que parecía nocivo resplandece ahora ante su inocencia, liberado del pecado y del miedo, y felizmente de vuelta al amor. ⁵Los inocentes comparten la fortaleza del amor porque vieron la inocencia. ⁶Y todo error desapareció porque no lo vieron. ⁷Quien busca la gloria la halla donde ésta se encuentra. ⁸¿Y dónde podría encontrarse sino en los inocentes?
4. No permitas que las pequeñas interferencias te arrastren a la pequeñez. ²La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el estado de inocencia. ³¡Piensa cuán feliz es el mundo por el que caminas con la verdad a tu lado! ⁴No renuncies a ese mundo de libertad por un pequeño anhelo de aparente pecado ni por el más leve destello de atracción que pueda ejercer la culpa. ⁵¿Despreciarías el Cielo por causa de esas insignificantes distracciones? ⁶Tu destino y tu propósito se encuentran mucho más allá de ellas, en un lugar nítido donde no existe la pequeñez. ⁷Tu propósito no se aviene con ninguna clase de pequeñez. ⁸De ahí que no se avenga con el pecado.
5. No permitamos que la pequeñez haga caer al Hijo de Dios en la tentación. ²Su gloria está más allá de toda pequeñez, al ser tan inconmensurable e intemporal como la eternidad. ³No dejes que el tiempo enturbie tu visión de él. ⁴No lo dejes solo y atemorizado en su tentación, sino más bien ayúdalo a que la supere y a que perciba la luz de la que forma parte. ⁵Tu inocencia alumbrará el camino a la suya, y así la tuya quedará protegida y se mantendrá en tu conciencia. ⁶Pues ¿quién puede conocer su gloria y al mismo tiempo percibir lo pequeño y lo débil en sí mismo? ⁷¿Quién puede caminar temblando de miedo por un mundo temible, y percatarse de que la Gloria del Cielo refulge en él?
6. No hay nada a tu alrededor que no forme parte de ti. ²Contémplalo amorosamente y ve la luz del Cielo en ello. ³Pues así es como llegarás a comprender todo lo que se te ha dado. ⁴El mundo brillará y resplandecerá en amoroso perdón, y todo lo que una vez considerabas pecaminoso será reinterpretado ahora como parte integrante del Cielo. ⁵¡Qué bello es caminar, limpio, redimido y feliz por un mundo que tanta necesidad tiene de la redención que tu inocencia vierte sobre él! ⁶¿Qué otra cosa podría ser más importante para ti? ⁷Pues he aquí tu salvación y tu libertad. ⁸Y éstas tienen que ser absolutas para que las puedas reconocer.
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I. Las creencias irreconciliables
1. El recuerdo de Dios aflora en la mente que está serena. ²No puede hacer acto de presencia allí donde hay conflicto, pues una mente en pugna consigo misma no puede recordar la mansedumbre eterna. ³Los medios de la guerra no son los medios de la paz, y lo que recuerda el belicoso no es amor. ⁴Si no se atribuyese valor a la creencia en la victoria, la guerra sería imposible. ⁵Si estás en conflicto, eso quiere decir que crees que el ego tiene el poder de salir triunfante. ⁶¿Por qué otra razón, si no, te ibas a identificar con él? ⁷Seguramente te habrás percatado de que el ego está en pugna con Dios. ⁸Que el ego no tiene enemigo alguno, es cierto. ⁹Mas es igualmente cierto que cree firmemente tener un enemigo al que necesita vencer, y que lo logrará.
2. ¿No te das cuenta de que una guerra contra ti mismo sería una guerra contra Dios? ²Y en una guerra así, ¿es concebible la victoria? ³Y si lo fuese, ¿la desearías? ⁴La muerte de Dios, de ser posible, significaría tu muerte. ⁵¿Qué clase de victoria sería ésa? ⁶El ego marcha siempre hacia la derrota porque cree que puede vencerte. ⁷No obstante, Dios sabe que eso no es posible. ⁸Eso no es una guerra, sino la descabellada creencia de que es posible atacar y derrotar la Voluntad de Dios. ⁹Te puedes identificar con esta creencia, pero jamás dejará de ser una locura. ¹⁰Y el miedo reinará en la locura, y parecerá haber reemplazado al amor allí. ¹¹Éste es el propósito del conflicto. ¹²Y para aquellos que creen que es posible, los medios parecen ser reales.
3. Ten por seguro que no es posible que Dios y el ego se puedan encontrar, o tú y el ego. ²En apariencia lo hacéis y formáis extrañas alianzas basándoos en premisas que no tienen sentido. ³Pues vuestras creencias convergen en el cuerpo, el hogar elegido del ego, y al que tú también consideras como el tuyo. ⁴Vuestro punto de encuentro es una equivocación: un error en cómo te consideras a ti mismo. ⁵El ego se une a una ilusión de ti que tú compartes con él. ⁶Las ilusiones, no obstante, no pueden unirse. ⁷Son todas lo mismo y no son nada. ⁸Su unión está basada en lo que no es nada, pues dos de ellas están tan desprovistas de sentido como una o mil. ⁹El ego no se une a nada, puesto que no es nada. ¹⁰Y la victoria que anhela está tan desprovista de sentido como él mismo.
4. Hermano, la guerra contra ti mismo está llegando a su fin. ²El final de la jornada se encuentra en el lugar de la paz. ³¿No te gustaría aceptar la paz que allí se te ofrece? ⁴Este “enemigo” contra el que has luchado como si fuese un intruso a tu paz se transforma ahí, ante tus propios ojos, en el portador de tu paz. ⁵Tu “enemigo” era Dios Mismo, Quien no sabe de conflictos, victorias o ataques de ninguna clase. ⁶El amor que te profesa es perfecto, absoluto y eterno. ⁷El Hijo de Dios en guerra contra su Creador es una condición tan ridícula como lo sería la naturaleza oliéndole iracunda al viento, proclamando que él ya no forma parte de ella. ⁸¿Cómo iba a poder la naturaleza decretar esto y hacer que fuese verdad? ⁹Del mismo modo, no es a ti a quien le corresponde decidir qué es lo que forma parte de ti y qué debe mantenerse aparte.
5. Esta guerra contra ti mismo se emprendió para enseñarle al Hijo de Dios que él no es Quien realmente es, y que no es el Hijo de su Padre. ²A tal fin, debe borrar de su memoria el recuerdo de Él. ³En la vida corporal dicho recuerdo se olvida, y si piensas que eres un cuerpo, creerás haberlo olvidado. ⁴Mas la verdad nunca puede olvidarse de sí misma, y tú no has olvidado lo que eres. ⁵Sólo una extraña ilusión de ti mismo, un deseo de derrotar lo que eres, es lo que no se acuerda.
6. La guerra contra ti mismo no es más que una batalla entre dos ilusiones que luchan para diferenciarse la una de la otra, creyendo que la que triunfe será la verdadera. ²No existe conflicto alguno entre ellas y la verdad. ³Ni tampoco son ellas diferentes entre sí. ⁴Ninguna de las dos es verdad. ⁵Por lo tanto, no importa qué forma adopten. ⁶Lo que las engendró es una locura y no pueden sino seguir formando parte de ello. ⁷La locura no representa ninguna amenaza contra la realidad ni ejerce influencia alguna sobre ella. ⁸Las ilusiones no pueden vencer a la verdad ni suponer una amenaza para ella en absoluto. ⁹Y la realidad que niegan no forma parte de ellas.
7. Lo que tú recuerdas forma parte de ti. ²Pues no puedes sino ser tal como Dios te creó. ³La verdad no lucha contra las ilusiones ni las ilusiones luchan contra la verdad. ⁴Las ilusiones sólo luchan entre ellas. ⁵Al estar fragmentadas, fragmentan a su vez. ⁶Pero la verdad es indivisible y se encuentra mucho más allá del limitado alcance de las ilusiones. ⁷Recordarás lo que sabes cuando hayas comprendido que no puedes estar en conflicto. ⁸Una ilusión acerca de ti mismo puede luchar contra otra, mas la guerra entre dos ilusiones es un estado en el que nada ocurre. ⁹No hay ni vencedor ni victoria. ¹⁰Y la verdad se alza radiante, más allá del conflicto, intacta y serena en la Paz de Dios.
8. Los conflictos sólo pueden tener lugar entre dos fuerzas. ²No pueden existir entre lo que es un poder y lo que no es nada. ³No hay nada que puedas atacar que no forme parte de ti. ⁴Y al atacarlo das lugar a dos ilusiones de ti mismo en conflicto entre sí. ⁵Y esto ocurre siempre que contemplas alguna Creación de Dios de cualquier manera que no sea con amor. ⁶El conflicto es temible, pues es la cuna del temor. ⁷Mas lo que ha nacido de la nada no puede cobrar realidad mediante la pugna. ⁸¿Por qué llenar tu mundo de conflictos contigo mismo? ⁹Deja que toda esa locura quede des-hecha y vuélvete en paz al recuerdo de Dios, el cual brilla aún en tu mente serena.
9. ¡Observa cómo desaparece el conflicto que existe entre las ilusiones cuando se lleva ante la Verdad! ²Pues sólo parece real si lo ves como una guerra entre verdades conflictivas, en la que la vencedora es la más cierta, la más real y la que derrota a la ilusión que era menos real, que al ser vencida se convierte en una ilusión. ³Así pues, el conflicto es la elección entre dos ilusiones, una a la que se coronará como real, y la otra que será derrotada y despreciada. ⁴En esta situación el Padre jamás podrá ser recordado. ⁵Sin embargo, no hay ilusión que pueda invadir Su hogar y alejarlo de lo que Él ama eternamente. ⁶Y lo que Él ama no puede sino estar eternamente sereno y en paz porque es Su hogar.
10. Tú, Su Hijo bienamado, no eres una ilusión, puesto que eres tan real y tan santo como Él. ²La quietud de tu certeza acerca de Él y de ti mismo es el hogar de Ambos, donde moráis como uno solo y no como entes separados. ³Abre la puerta de Su santísimo hogar y deja que el perdón elimine todo vestigio de la creencia en el pecado, la cual priva a Dios de Su hogar y a Su Hijo con Él. ⁴No eres un extraño en la casa de Dios. ⁵Dale la bienvenida a tu hermano al hogar donde Dios Mismo lo ubicó en serenidad y en paz, y donde mora con él. ⁶Las ilusiones no tienen cabida allí donde mora el Amor, pues Éste te protege de todo lo que no es verdad. ⁷Moras en una paz tan ilimitada como la de Aquel que la creó, y a aquellos que quieren recordarlo a Él se les da todo. ⁸El Espíritu Santo vela Su hogar, seguro de que su paz jamás puede ser perturbada.
11. ¿Cómo iba a ser posible que el santuario de Dios se volviera contra sí mismo y tratase de subyugar al que allí mora? ²Piensa en lo que ocurre cuando la morada de Dios se percibe a sí misma dividida: ³el altar desaparece, la luz se vuelve tenue y el templo del Santísimo se convierte en la morada del pecado. ⁴Y todo se olvida, salvo las ilusiones. ⁵Las ilusiones pueden estar en conflicto porque sus formas son diferentes. ⁶Y batallan únicamente para establecer qué forma es real.
12. Las ilusiones encuentran ilusiones; la verdad se encuentra a sí misma. ²El encuentro de las ilusiones conduce a la guerra. ³Mas la paz se extiende a sí misma al contemplarse a sí misma. ⁴La guerra es la condición en la que el miedo nace, crece e intenta dominarlo todo. ⁵La paz es el estado donde mora el amor y donde busca compartirse a sí mismo. ⁶La paz y el conflicto son opuestos. ⁷Allí donde uno mora, el otro no puede estar; donde uno de ellos va, el otro desaparece. ⁸Así es como el recuerdo de Dios queda nublado en las mentes que se han convertido en el campo de batalla de las ilusiones. ⁹Mas Su recuerdo brilla muy por encima de esta guerra insensata listo para ser recordado cuando te pongas de parte de la paz.
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II. Las leyes del caos
1. Puedes llevar las “leyes” del caos ante la luz, pero nunca las podrás entender. ²Las leyes caóticas no tienen sentido, por lo tanto, se encuentran fuera de la esfera de la razón. ³No obstante, aparentan ser un obstáculo para la razón y para la Verdad. ⁴Contemplémoslas, pues, detenidamente, para poder ver más allá de ellas y entender lo que son y no lo que quieren probar. ⁵Es esencial que se entienda cuál es su propósito porque su fin es crear caos y atacar la Verdad. ⁶Éstas son las leyes que rigen el mundo que tú fabricaste. ⁷Sin embargo, no gobiernan nada ni necesitan violarse; necesitan simplemente contemplarse y transcenderse.
2. La primera ley caótica es que la verdad es diferente para cada persona. ²Al igual que todos estos principios, éste mantiene que cada cual es un ente separado, con su propia manera de pensar que lo distingue de los demás. ³Este principio procede de la creencia en una jerarquía de ilusiones: que algunas son más importantes que otras y, por lo tanto, más reales. ⁴Cada cual establece esto para sí mismo, y le confiere realidad atacando lo que otro valora. ⁵Y el ataque se justifica porque los valores difieren, y los que tienen distintos valores parecen ser diferentes y, por ende, enemigos.
3. Observa cómo parece ser esto un impedimento para el primer principio de los milagros, ²pues establece grados de verdad entre las ilusiones, haciendo que algunas parezcan ser más difíciles de superar que otras. ³Si uno pudiese darse cuenta de que todas ellas son la misma ilusión y de que todas son igualmente falsas, sería fácil entender entonces por qué razón los milagros se aplican a todas ellas por igual. ⁴Cualquier clase de error puede ser corregido precisamente porque no es cierto. ⁵Cuando se lleva ante la verdad en vez de ante otro error, simplemente desaparece. ⁶Ninguna parte de lo que no es nada puede ser más resistente a la verdad que otra.
4. La segunda ley del caos, muy querida por todo aquel que venera el pecado, es que no hay nadie que no peque y, por lo tanto, todo el mundo merece ataque y muerte. ²Este principio, estrechamente vinculado al primero, es la exigencia de que el error merece castigo y no corrección. ³Pues la destrucción del que comete el error lo pone fuera del alcance de la corrección y del perdón. ⁴De este modo, interpreta lo que ha hecho como una sentencia irrevocable contra sí mismo que ni siquiera Dios puede revocar. ⁵Los pecados no pueden ser perdonados, al ser la creencia de que el Hijo de Dios puede cometer errores por los cuales su propia destrucción se vuelve inevitable.
5. Piensa en las consecuencias que esto parece tener en la relación entre Padre e Hijo. ²Ahora parece que nunca jamás podrán ser Uno otra vez. ³Pues Uno de Ellos no puede sino estar por siempre condenado, y por el Otro. ⁴Ahora son diferentes y, por ende, enemigos. ⁵Y Su relación es una de oposición, de la misma forma en que los aspectos separados del Hijo convergen únicamente para entrar en conflicto, mas no para unirse. ⁶Uno de ellos se debilita y el otro se fortalece con la derrota del primero. ⁷Y su temor a Dios y el que se tienen entre sí parece ahora razonable, pues se ha vuelto real por lo que el Hijo de Dios se ha hecho a sí mismo y por lo que le ha hecho a su Creador.
6. En ninguna otra parte es más evidente la arrogancia en la que se basan las leyes del caos que como sale a relucir aquí. ²He aquí el principio que pretende definir lo que debe ser el Creador de la Realidad; lo que debe pensar y lo que debe creer; y, creyéndolo, cómo debe responder. ³Ni siquiera se considera necesario preguntarle si eso que se ha decretado que son Sus creencias es verdad. ⁴Su Hijo le puede decir lo que ésta es, y la única alternativa que Le queda es aceptar la palabra de Su Hijo o estar equivocado. ⁵Esto conduce directamente a la tercera creencia descabellada que hace que el caos parezca ser eterno. ⁶Pues si Dios no puede estar equivocado, tiene entonces que aceptar la creencia que Su Hijo tiene de sí mismo y odiarlo por ello.
7. Observa cómo este tercer principio refuerza el temor a Dios. ²Ahora se hace imposible recurrir a Él en momentos de tribulación, ³pues se ha convertido en el “enemigo” que la causó y no sirve de nada recurrir a Él. ⁴La salvación tampoco puede encontrarse en el Hijo, ya que cada uno de sus aspectos parece estar en pugna con el Padre, y siente que su ataque está justificado. ⁵Ahora el conflicto se ha vuelto inevitable e inaccesible a la ayuda de Dios. ⁶Pues ahora la salvación jamás será posible, ya que el salvador se ha convertido en el enemigo.
8. No hay manera de librarse o escapar. ²La Expiación se convierte en un mito, y lo que la Voluntad de Dios dispone es la venganza, no el perdón. ³Desde allí donde todo esto se origina, no se ve nada que pueda ser realmente una ayuda. ⁴Sólo la destrucción puede ser el resultado final. ⁵Y Dios Mismo parece estar poniéndose de parte de la destrucción para derrotar a Su Hijo. ⁶No pienses que el ego te va a ayudar a escapar de lo que él desea para ti. ⁷Ésa es la función de este curso, que no le concede ningún valor a lo que el ego tiene en gran estima.
9. El ego atribuye valor únicamente a aquello de lo que se apropia. ²Esto conduce a la cuarta ley del caos, que, si las demás son aceptadas, no puede sino ser verdad. ³Esta supuesta ley es la creencia de que haces tuyo aquello de lo que te apropias. ⁴De acuerdo con esa ley, la pérdida de otro es tu ganancia y, por consiguiente, no reconoce el hecho de que nunca puedes quitarle nada a nadie, excepto a ti mismo. ⁵Mas las otras tres leyes no pueden sino conducir a esto. ⁶Pues los que son enemigos no se conceden nada de buen grado el uno al otro ni procuran compartir las cosas que valoran. ⁷Y lo que tus enemigos ocultan de ti debe ser algo que vale la pena poseer, ya que lo mantienen oculto de ti.
10. Todos los mecanismos de la locura se hacen patentes aquí: el “enemigo” que se fortalece al mantener oculto el valioso legado que debería ser tuyo; la postura que adoptas y el ataque que infliges, los cuales están justificados por razón de lo que se te ha negado; y la pérdida inevitable que el enemigo debe sufrir para que tú te puedas salvar. ²Así es como los culpables declaran su inocencia. ³Si el comportamiento inescrupuloso del enemigo no los forzara a este vil ataque, sólo responderían con bondad. ⁴Pero en un mundo despiadado los bondadosos no pueden sobrevivir, de modo que tienen que apropiarse de todo cuanto puedan o dejar que otros se apropien de lo que es suyo.
11. Y ahora queda una vaga pregunta por contestar, que aún no ha sido “explicada”. ²¿Qué es esa cosa tan preciada, esa perla de inestimable valor, ese tesoro oculto que con justa indignación debe arrebatársele a éste el más pérfido y astuto de los enemigos? ³Debe de ser lo que siempre has anhelado, pero nunca hallaste. ⁴Y ahora “entiendes” la razón de que nunca lo encontraras. ⁵Este enemigo te lo había arrebatado y lo ocultó donde jamás se te habría ocurrido buscar. ⁶Lo ocultó en su cuerpo, haciendo que éste sirviera de refugio para su culpa, de escondrijo de lo que es tuyo. ⁷Ahora su cuerpo se tiene que destruir y sacrificar para que tú puedas tener lo que te pertenece. ⁸La traición que él ha cometido exige su muerte para que tú puedas vivir. ⁹Y así, sólo atacas en defensa propia.
12. Pero ¿qué es eso que deseas que exige su muerte? ²¿Cómo puedes estar seguro de que tu ataque asesino está justificado, a menos que sepas cuál es su propósito? ³Aquí es donde el “último” principio del caos acude en tu “auxilio”. ⁴Este principio alega que hay un substituto para el amor. ⁵Ésta es la magia que curará todo tu dolor, el elemento que falta que curaría tu locura. ⁶Ésa es la razón de que tengas que atacar. ⁷He aquí lo que hace que tu venganza esté justificada. ⁸He aquí, revelado, el regalo secreto del ego, arrancado del cuerpo de tu hermano donde se había ocultado con malicia y con odio hacia aquel a quien verdaderamente le pertenece. ⁹Él te quiere privar de ese ingrediente secreto que le daría significado a tu vida. ¹⁰El substituto del amor, nacido de vuestra mutua enemistad, tiene que ser la salvación. ¹¹Y no tiene substituto, pues sólo hay uno. ¹²Y así, el propósito de todas tus relaciones es apropiarte de él y convertirte en su dueño.
13. Mas nunca podrás poseerlo del todo. ²Y tu hermano jamás cesará de atacarte por lo que le robaste. ³La venganza de Dios contra vosotros dos tampoco cesará, pues en Su locura Él tiene también que poseer ese substituto del amor y destruiros a ambos. ⁴Tú que crees ser cuerdo y caminar por tierra firme en un mundo en el que se puede encontrar significado, considera lo siguiente: Éstas son las leyes en las que parece basarse tu “cordura”. ⁵Éstos son los principios que hacen que el suelo que pisas parezca firme. ⁶Y es ahí donde tratas de encontrar significado. ⁷Ésas son las leyes que promulgaste para tu salvación. ⁸Apoyan firmemente al substituto del Cielo que prefieres. ⁹Ése es su propósito, pues para eso es para lo que fueron promulgadas. ¹⁰No tiene objeto preguntar qué significado tienen. ¹¹Eso es obvio. ¹²Los medios de la locura no pueden sino ser dementes. ¹³¿Estás tú igualmente seguro de que comprendes que su objetivo es la locura?
14. Nadie desea la locura, ni nadie se aferra a su propia locura si ve que eso es lo que es. ²Lo que protege a la locura es la creencia de que es la verdad. ³Usurpar el lugar de la verdad es la función de la demencia. ⁴Y para poder creer en ella tiene que considerarse la verdad. ⁵Y si es la verdad, entonces su opuesto, que antes era la verdad, tiene que ser ahora la locura. ⁶Tal inversión, en la que todo está completamente al revés; en la que la demencia es cordura, las ilusiones verdad, el ataque bondad, el odio amor y el asesinato bendición, es el objetivo que persiguen las leyes del caos. ⁷Ésos son los medios que hacen que las Leyes de Dios parezcan estar invertidas. ⁸Ahí las leyes del pecado parecen mantener cautivo al amor y haber puesto al pecado en libertad.
15. Ésos no parecen ser los objetivos del caos, pues gracias a la gran inversión parecen ser las leyes del orden. ²¿Cómo podría ser de otra manera? ³El caos es la ausencia total del orden y de leyes. ⁴Para que se pueda creer en él, sus aparentes leyes tienen que percibirse como reales. ⁵Su objetivo de demencia tiene que verse como cordura. ⁶Y el miedo, con labios mortecinos y ojos que no ven, obcecado y de aspecto horrible, es elevado al trono del amor, su moribundo conquistador, su substituto, el que te salva de la salvación. ⁷¡Cuán bella hacen lucir a la muerte las leyes del miedo! ⁸Dale gracias al héroe que se sentó en el trono del amor y que salvó al Hijo de Dios para entregárselo al miedo y a la muerte.
16. Sin embargo, ¿cómo es posible que se pueda creer en semejantes leyes? ²Hay un extraño mecanismo que hace que ello sea posible. ³Es algo que nos resulta familiar, pues hemos visto en innumerables ocasiones cómo parece funcionar. ⁴En realidad no funciona en absoluto, mas en sueños, donde los protagonistas principales son sólo sombras, parece ser muy poderoso. ⁵Ninguna de las leyes del caos podría coaccionar a nadie a que creyese en ella, si no fuera por el énfasis que se pone en la forma y por el absoluto desprecio que se hace del contenido. ⁶Nadie que crea que una sola de estas leyes es verdad se da cuenta de lo que estipula. ⁷Algunas de las formas que adoptan parecen tener sentido, pero eso es todo.
17. ¿Cómo es posible que algunas formas de asesinato no signifiquen muerte? ²¿Puede acaso un ataque, sea cual sea la forma en que se manifieste, ser amor? ³¿Qué forma de condena podría ser una bendición? ⁴¿Quién puede incapacitar a su salvador y hallar la salvación? ⁵No dejes que la forma que adopta el ataque contra tu hermano te engañe. ⁶No puedes intentar herirlo y al mismo tiempo salvarte. ⁷¿Quién puede estar a salvo del ataque atacándose a sí mismo? ⁸¿Cómo iba a importar la forma en que se manifiesta esta locura? ⁹Es un juicio que se derrota a sí mismo, al condenar lo que afirma querer salvar. ¹⁰No te dejes engañar cuando la locura adopte una forma que a ti te parece hermosa. ¹¹Lo que está empeñado en destruirte no es tu amigo.
18. Sostienes—y piensas que es verdad—que no crees en estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. ²Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. ³Hermano, crees en ellas. ⁴Pues de no ser así, ¿cómo podrías percibir la forma que adoptan, con semejante contenido? ⁵¿Podría acaso ser sostenible cualquiera de las formas que adoptan? ⁶Sin embargo, crees en ellas debido a la forma que adoptan y no adviertes el contenido. ⁷Éste nunca cambia. ⁸¿Puedes acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo? ⁹¿Y puede acaso satisfacerte la ilusión de que estás vivo?
19. Fuera del Cielo no hay vida. ²La vida se encuentra allí donde Dios la creó. ³En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que una ilusión. ⁴En el mejor de los casos parece vida, en el peor, muerte. ⁵Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. ⁶Fuera del Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuentra en el Cielo no se encuentra en ninguna parte. ⁷Fuera del Cielo lo único que hay es un conflicto de ilusiones, de todo punto insensato, imposible y más allá de la razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. ⁸Las ilusiones no son sino formas. ⁹Su contenido nunca es verdad.
20. Las leyes del caos gobiernan todas las ilusiones. ²Las formas que éstas adoptan entran en conflicto, haciendo que parezca posible concederle más valor a unas que a otras. ³Sin embargo, cada ilusión se basa, al igual que todas las demás, en la creencia de que las leyes del caos son las leyes del orden. ⁴Cada una de ellas apoya dichas leyes completamente y ofrece un testimonio inequívoco de que son verdad. ⁵Las formas de ataque que en apariencia son más benévolas no son menos inequívocas en su testimonio o en sus resultados. ⁶Es indudable que el miedo que engendran las ilusiones se debe a las creencias que las originan y no a su forma. ⁷Y la falta de fe en el amor, sea cual sea la forma en que se manifieste, da testimonio de que el caos es la realidad.
21. La fe en el caos es la consecuencia inevitable de la creencia en el pecado. ²El que sea una consecuencia es lo que hace que parezca ser una conclusión lógica, un paso válido en el pensamiento ordenado. ³Los pasos que conducen al caos proceden metódicamente desde su punto de partida. ⁴Cada uno de ellos se manifiesta de forma diferente en el proceso de invertir la verdad, y conduce aún más profundamente al terror y más allá de ella. ⁵No pienses que un paso es más corto que otro, ni que el retorno desde uno de ellos es más fácil que desde otro. ⁶En cada uno de ellos reside el descenso desde el Cielo en su totalidad. ⁷Y allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar.
22. Hermano, no des ni un solo paso en el descenso hacia el infierno. ²Pues una vez que hayas dado el primero, no podrás reconocer el resto como lo que son. ³Y cada uno de ellos seguirá al primero. ⁴Cualquier forma de ataque te planta en la tortuosa escalera que te aleja del Cielo. ⁵Sin embargo, en cualquier instante todo esto se puede des-hacer. ⁶¿Cómo puedes saber si has elegido las escaleras que llevan al Cielo o el camino que conduce al infierno? ⁷Muy fácilmente. ⁸¿Cómo te sientes? ⁹¿Estás en paz? ¹⁰¿Tienes certeza con respecto a tu camino? ¹¹¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar? ¹²Si la respuesta es no, es que caminas solo. ¹³Pídele entonces a tu Amigo que se una a ti y te dé certeza con respecto a qué camino seguir.
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III. Salvación sin transigencias
1. ¿No es cierto acaso que no reconoces algunas de las formas en las que el ataque se puede manifestar? ²Si es cierto que el ataque en cualquiera de sus formas te hará daño, y que te hará tanto daño como lo haría cualquiera de las formas que sí reconoces, entonces se puede concluir que no siempre reconoces la fuente del dolor. ³Cualquier forma de ataque es igualmente destructiva. ⁴Su propósito es siempre el mismo. ⁵Su única intención es asesinar, y ¿qué forma de asesinato puede encubrir la inmensa culpabilidad y el terrible temor a ser castigado que el asesino no puede por menos que sentir? ⁶Puede que niegue ser un asesino y que justifique su infamia con sonrisas mientras la comete. ⁷Sin embargo, sufrirá y verá sus intenciones en pesadillas en las que las sonrisas habrán desaparecido, y en las que su propósito sale al encuentro de su horrorizada conciencia para seguir acosándolo. ⁸Pues nadie que piense en asesinar puede escaparse de la culpabilidad que dicho pensamiento conlleva. ⁹Si la intención del ataque es la muerte, ¿qué importa la forma que adopte?
2. ¿Podría cualquier forma de muerte, por muy hermosa y caritativa que parezca, ser una bendición y un signo de que la Voz que habla por Dios le está hablando a tu hermano a través de ti? ²La envoltura no hace el regalo. ³Una caja vacía, por muy bella que sea y por mucha gentileza que se tenga al darse, sigue estando vacía. ⁴Y tanto el que la recibe como el que la da no podrían seguir engañándose por mucho más tiempo. ⁵Niégale el perdón a tu hermano y lo estarás atacando. ⁶No le estarás dando nada y sólo recibirás de él lo que le diste.
3. La salvación no transige en absoluto. ²Transigir es aceptar únicamente una parte de lo que quieres: es tomar sólo un poco y renunciar al resto. ³La salvación no renuncia a nada. ⁴Se les concede a todos enteramente. ⁵Si se le permite la entrada a la idea de transigir, se pierde la conciencia del propósito de la salvación porque no se reconoce. ⁶Dicho propósito se niega cuando la idea de transigir se ha aceptado, pues es la creencia de que la salvación es imposible. ⁷La idea de transigir mantiene que puedes atacar un poco, amar un poco, y ser consciente de la diferencia. ⁸De esta manera, pretende enseñar que un poco de lo mismo puede ser diferente y, al mismo tiempo, permanecer intacto, cual uno solo. ⁹¿Tiene sentido esto? ¹⁰¿Es acaso comprensible?
4. Este curso es fácil precisamente porque no transige en absoluto. ²Aun así, parece ser difícil para aquellos que todavía creen que es posible transigir. ³No se dan cuenta de que si lo fuera, la salvación sería un ataque. ⁴Es indudable que la creencia de que la salvación es imposible no puede propiciar la calmada y serena certeza de que ésta ha llegado. ⁵El perdón no se puede negar sólo un poco. ⁶Tampoco es posible atacar por una razón y amar por otra, y entender lo que es el perdón. ⁷¿No te gustaría poder reconocer lo que constituye un asalto a tu paz si ésa es la única manera de no perderla de vista? ⁸Si no la defiendes, puedes mantenerla brillando ante tu visión, eternamente diáfana y sin jamás perderla de vista.
5. Los que creen que es posible defender la paz y que está justificado atacar en su nombre, no pueden percibir que la paz se encuentra dentro de ellos. ²¿Cómo iban a saberlo? ³¿Cómo iban a poder aceptar el perdón y al mismo tiempo seguir albergando la creencia de que algunas formas de asesinato mantienen la paz a salvo? ⁴¿Cómo iban a estar dispuestos a aceptar el hecho de que su brutal propósito va dirigido contra ellos mismos? ⁵Nadie se une a su enemigo ni comparte su propósito. ⁶Y nadie transige con un enemigo sin seguir odiándolo por razón de lo que éste le privó.
6. No confundas una tregua con la paz ni la transigencia con el escape del conflicto. ²Haber sido liberado del conflicto significa que éste ha cesado. ³La puerta está abierta; te has retirado del campo de batalla. ⁴No te has quedado allí con la esperanza cobarde de que el conflicto no se reanude sólo porque los cañones se han acallado por un momento y el miedo que asola el lugar de la muerte no es evidente. ⁵En un campo de batalla no hay seguridad. ⁶Lo puedes contemplar a salvo desde lo alto sin que te afecte. ⁷Pero dentro de él no puedes encontrar ninguna seguridad. ⁸Ni uno solo de los árboles que aún quedan en pie puede ofrecerte cobijo. ⁹Ni una sola fantasía de protección puede servir de escudo contra la fe en el asesinato. ¹⁰He aquí el cuerpo, vacilando entre el deseo natural de comunicarse y la intención antinatural de asesinar y de morir. ¹¹¿Crees que puede haber alguna forma de asesinato que ofrezca seguridad? ¹²¿Podría acaso la culpa estar ausente de un campo de batalla?
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IV. Por encima del campo de batalla
1. No sigas estando en conflicto, pues sin ataque no puede haber guerra. ²Tenerle miedo a Dios es tenerle miedo a la vida, no a la muerte. ³Sin embargo, Dios sigue siendo el único refugio. ⁴En Él no hay ataques ni el Cielo se ve acechado por ninguna clase de ilusión. ⁵El Cielo es completamente real. ⁶En él las diferencias no tienen cabida, y lo que es lo mismo no puede estar en conflicto. ⁷No se te pide que luches contra tu deseo de asesinar. ⁸Pero sí se te pide que te des cuenta de que las formas que dicho deseo adopta encubren la intención del mismo. ⁹Y es eso lo que te asusta, no la forma que adopta. ¹⁰Lo que no es amor es asesinato. ¹¹Lo que no es amoroso no puede sino ser un ataque. ¹²Toda ilusión es un asalto contra la verdad y cada una de ellas es una agresión contra la idea del amor porque éste parece ser tan verdadero como ellas.
2. Mas ¿qué puede ser igual a la verdad y sin embargo diferente? ²El asesinato y el amor son incompatibles. ³Si ambos fueran ciertos, tendrían entonces que ser lo mismo e indistinguibles el uno del otro. ⁴Y así deben serlo para aquellos que ven al Hijo de Dios como un cuerpo. ⁵Pero no es el cuerpo lo que es como el Creador del Hijo. ⁶Y lo que carece de vida no puede ser el Hijo de la Vida. ⁷¿Puede acaso el cuerpo extenderse hasta abarcar todo el universo? ⁸¿Puede acaso crear y ser lo que crea? ⁹¿Y puede ofrecerle a sus creaciones todo lo que él es sin jamás sufrir pérdida alguna?
3. Dios no comparte Su función con un cuerpo. ²Él le encomendó a Su Hijo la función de crear porque es la Suya Propia. ³Creer que la función del Hijo es asesinar no es un pecado, pero sí es una locura. ⁴Lo que es lo mismo no puede tener una función diferente. ⁵La Creación es el medio por el que Dios se extiende a Sí Mismo, y lo que es Suyo no puede sino ser de Su Hijo también. ⁶Pues, o bien el Padre y el Hijo son asesinos o bien ninguno lo es. ⁷La Vida no crea a la muerte, puesto que sólo puede crear a Semejanza Propia.
4. La hermosa luz de tu relación es como el Amor de Dios. ²Mas aún no puede asumir la sagrada función que Dios le encomendó a Su Hijo, puesto que todavía no has perdonado a tu hermano completamente y, por ende, el perdón no se puede extender a toda la Creación. ³Toda forma de asesinato y ataque que todavía te atraiga y que aún no hayas reconocido como lo que realmente es, limita la curación y los milagros que tienes el poder de extender a todo el mundo. ⁴Aun así, el Espíritu Santo sabe como multiplicar tus pequeñas ofrendas y hacerlas poderosas. ⁵Sabe también como elevar tu relación por encima del campo de batalla para que ya no se encuentre más en él. ⁶Esto es lo único que tienes que hacer: reconocer que cualquier forma de asesinato no es tu voluntad. ⁷Tu propósito ahora es pasar por alto el campo de batalla.
5. Elévate, y desde un lugar más alto, contémplalo. ²Desde ahí tu perspectiva será muy diferente. ³Aquí, en medio de él, ciertamente parece real. ⁴Aquí has elegido ser parte de él. ⁵Aquí tu elección es asesinar. ⁶Mas desde lo alto eliges los milagros en vez del asesinato. ⁷Y la perspectiva que procede de esta elección te muestra que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella. ⁸Los cuerpos pueden batallar, pero el choque entre formas no significa nada. ⁹Y éste cesa cuando te das cuenta de que nunca tuvo comienzo. ¹⁰¿Cómo ibas a poder percibir una batalla como inexistente si participas en ella? ¹¹¿Cómo ibas a poder reconocer la verdad de los milagros si el asesinato es tu elección?
6. Cuando la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver la batalla desde más arriba. ²Incluso cuando se presenta en formas que no reconoces, conoces las señales: ³una punzada de dolor, un ápice de culpa, pero sobre todo, la pérdida de la paz. ⁴Conoces esto muy bien. ⁵Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino elige inmediatamente un milagro en vez del asesinato. ⁶Y Dios Mismo, así como todas las luces del Cielo, se inclinarán tiernamente ante ti para apoyarte. ⁷Pues habrás elegido permanecer donde Él quiere que estés, y no hay ilusión que pueda atacar la Paz de Dios cuando Él está junto a Su Hijo.
7. No contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. ²No tienes un punto de referencia desde el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado. ³Pues sólo los cuerpos pueden atacar y asesinar, y si éste es tu propósito, eso quiere decir que eres un cuerpo. ⁴Sólo los propósitos unifican, y aquellos que comparten un mismo propósito son de un mismo pensar. ⁵El cuerpo de por sí no tiene propósito alguno y no puede sino ser algo solitario. ⁶Desde abajo, no se puede trascender. ⁷Pero desde arriba, las limitaciones que les impone a aquellos que todavía batallan desaparecen y se hace imposible percibirlas. ⁸El cuerpo se interpone entre el Padre y el Cielo que Él creó para Su Hijo precisamente porque no tiene ningún propósito.
8. Piensa en lo que se les concede a los que comparten el propósito de su Padre sabiendo que es también el suyo: ²no tienen necesidad de nada; ³cualquier clase de pesar es inconcebible; ⁴son conscientes únicamente de la luz que aman y sólo el amor brilla sobre ellos para siempre. ⁵El amor es su pasado, su presente y su futuro: siempre el mismo, eternamente pleno y completamente compartido. ⁶Saben que es imposible que su felicidad pueda jamás sufrir cambio alguno. ⁷Tal vez pienses que en el campo de batalla todavía hay algo que puedes ganar. ⁸Sin embargo, ¿podría ser eso algo que te ofreciese una calma perfecta y una sensación de amor tan profunda y serena que ninguna sombra de duda pudiera jamás hacerte perder la certeza? ⁹¿Y podría ser algo que durase eternamente?
9. Los que son conscientes de la Fortaleza de Dios jamás podrían pensar en batallas. ²¿Qué sacarían con ello sino la pérdida de su perfección? ³Pues todo aquello por lo que se lucha en el campo de batalla tiene que ver con el cuerpo: con algo que éste parece ofrecer o poseer. ⁴Nadie que sepa que lo tiene todo podría buscarse limitaciones ni valorar las ofrendas del cuerpo. ⁵La insensatez de la conquista resulta evidente desde la serena esfera que se encuentra por encima del campo de batalla. ⁶¿Qué puede estar en conflicto con lo que lo es todo? ⁷¿Y qué hay que, ofreciendo menos, pudiera ser más deseable? ⁸¿A quién que esté respaldado por el Amor de Dios podría resultarle difícil elegir entre los milagros y el asesinato?
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