EL CANTO DE LA ORACIÓN
La oración, el perdón, la curación
Índice del Anexo (Haz clic para desplegar)
1. LA ORACIÓN
Introducción
1. La oración es el mayor regalo con el que Dios bendijo a Su Hijo cuando lo creó. ²Ya era entonces aquello que habría de llegar a ser: la única voz que el Creador y la Creación comparten; el canto que el Hijo le entona al Padre, Quien le devuelve las gracias que el canto Le brinda. ³La armonía es perpetua, y perpetua es también la gozosa concordia de amor que eternamente se profesan el Uno al Otro. ⁴Y de este modo se extiende la Creación. ⁵Dios da gracias a Su extensión en Su Hijo. ⁶El Hijo da gracias por su creación en el canto que entona mientras crea en Nombre de su Padre. ⁷El amor que comparten es lo que toda oración habrá de ser por toda la eternidad, cuando al tiempo le llegue su fin, ⁸porque así era antes de que el tiempo pareciera existir.
2. Para ti que te encuentras brevemente en el tiempo, la oración toma la forma que mejor satisfaga tu necesidad. ²Sólo tienes una. ³Lo que Dios creó uno debe reconocer su unidad y alegrarse de que lo que las ilusiones parecían separar es por siempre uno en la Mente de Dios. ⁴La oración debe ser ahora el medio por el que el Hijo de Dios abandona sus metas e intereses separados, y se dirige en santo júbilo a la verdad de la unión con su Padre y consigo mismo.
3. Abandona tus sueños, santo Hijo de Dios, y elevándote tal como Dios te creó, prescinde de los ídolos y acuérdate de Él. ²La oración te sostendrá ahora y te bendecirá según alzas tu corazón a Él en un canto ascendente que se eleva muy alto, y luego más alto aún, hasta que tanto lo alto como lo bajo desaparecen. ³La fe en tu objetivo crecerá y te apoyará según asciendas por la luminosa escalera que te lleva a las praderas celestiales y al umbral de la paz. ⁴Pues esto es la oración, y ahí se encuentra la salvación. ⁵Éste es el camino. ⁶Éste es el regalo que Dios te hace.
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I. La verdadera oración
1. La oración es una manera de llegar a Dios que el Espíritu Santo te ofrece. ²No es simplemente una petición o una súplica. ³No tendrá éxito hasta que te des cuenta de que no pide nada. ⁴¿De qué otra manera sino podría cumplir su propósito? ⁵Es imposible orar por ídolos y esperar llegar a Dios. ⁶La verdadera oración debe evitar la trampa de convertirse en una súplica. ⁷Pide, más bien, recibir lo que ya ha sido dado, aceptar lo que ya está ahí.
2. Se te ha dicho que le pidas al Espíritu Santo la respuesta a cualquier problema específico, y que recibirás una respuesta específica si tal es tu necesidad. ²Se te ha dicho también que sólo hay un problema y sólo una solución. ³En lo que respecta a la oración, esto no es contradictorio. ⁴En este mundo hay que tomar decisiones, y hay que tomarlas tanto si son ilusorias como si no. ⁵No se te puede pedir que aceptes respuestas que se encuentran más allá del nivel de necesidad que puedes reconocer. ⁶Por lo tanto, no es la forma de la petición lo que importa ni tampoco cómo se hace. ⁷La forma de la respuesta, si es que procede de Dios, satisfará tu necesidad tal como la percibas. ⁸Mas ello es simplemente un eco de la respuesta de Su Voz. ⁹El verdadero sonido es siempre un canto de acción de gracias y de amor.
3. No puedes, por lo tanto, pedir el eco. ²El canto es lo que constituye el regalo. ³Con él vienen las resonancias, las armonías, los ecos, mas todo esto es secundario. ⁴En la verdadera oración sólo escuchas el canto. ⁵El resto simplemente se agrega. ⁶Has buscado primero el Reino de los Cielos, y todo lo demás ciertamente se te ha dado por añadidura.
4. El secreto de la verdadera oración es olvidarte de las cosas que crees que necesitas. ²Pedir algo específico es igual que ver el pecado primero y luego perdonarlo. ³Del mismo modo, al orar pasas por alto tus necesidades específicas tal como las ves, y las dejas en Manos de Dios. ⁴Ahí se convierten en los regalos que Le haces, pues Le dicen que no antepondrás otros dioses a Él y que no quieres otro amor que el Suyo. ⁵¿Cuál podría ser Su respuesta sino tu recuerdo de Él? ⁶¿Puede esto cambiarse por un insignificante consejillo para un problema de apenas un instante de duración? ⁷La respuesta de Dios es para toda la eternidad. ⁸Sin embargo, todas las pequeñas respuestas están contenidas en ella.
5. Orar es hacerse a un lado; un abandonarse, un tiempo de sosegada escucha y de amor. ²No debe confundirse con súplicas de ninguna clase, ya que es una manera de recordar tu santidad. ³¿Por qué habría de suplicar la santidad cuando tiene pleno derecho a todo lo que el Amor ofrece? ⁴Y es al Amor adonde vas cuando oras. ⁵La oración es una ofrenda; un renunciar a ti mismo para ser uno con el Amor. ⁶No hay nada que pedir porque ya no hay nada que desear. ⁷Esa nada se convierte en el altar de Dios. ⁸Y desaparece en Él.
6. Éste no es un nivel de oración que todo el mundo pueda alcanzar por ahora. ²Aquellos que aún no lo han conseguido necesitan que los ayudes con tus oraciones porque su pedir no se basa todavía en la aceptación. ³El que alguien ayude con sus oraciones no significa que otro medie entre tú y Dios. ⁴Pero sí significa que otro está a tu lado y te ayuda a elevarte hasta Él. ⁵El que se ha dado cuenta de la Bondad de Dios, ora sin temor. ⁶Y el que ora sin temor no puede sino llegar a Él. ⁷Por lo tanto, Él también puede llegar hasta Su Hijo, dondequiera que éste se encuentre y cualquiera que sea la forma que parezca adoptar.
7. Orar al Cristo en cualquiera es una verdadera oración porque constituye un regalo de agradecimiento a Su Padre. ²Pedir que Cristo no sea sino Él Mismo no es una súplica. ³Es un canto de gratitud por lo que eres. ⁴En esto radica el poder de la oración. ⁵No pide nada y lo recibe todo. ⁶Esta oración puede ser compartida porque recibe por todos. ⁷Orar con alguien que sabe que esto es verdad es haber recibido respuesta. ⁸Tal vez la forma concreta de la solución a un problema específico se le ocurra a uno de vosotros, no importa a quién de los dos sea. ⁹Tal vez os llegue a ambos, si estáis en una genuina armonía el uno con el otro. ¹⁰Mas vendrá porque os habéis dado cuenta de que Cristo habita en los dos. ¹¹Ésa es su única verdad.
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II. La escalera de la oración
1. La oración no tiene principio ni fin. ²Es parte de la vida. ³Pero cambia de forma y crece a medida que uno va aprendiendo, hasta que alcanza su estado amorfo y se funde en una comunicación total con Dios. ⁴En su aspecto peticionario no necesita apelar a Dios -que de hecho rara vez lo hace- y ni siquiera entraña creencia alguna en Él. ⁵En estos niveles la oración es un simple desear, que surge de un sentido de carencia y escasez.
2. Estas formas de oración o de pedir-desde-la-necesidad, siempre entrañan un sentimiento de debilidad e insuficiencia, y un Hijo de Dios que sepa Quién es jamás haría uso de ellas. ²Así pues, nadie que esté seguro de su Identidad, podría orar de esa manera. ³Pero no es menos cierto que nadie que no tenga certeza sobre su Identidad puede evitar hacerlo. ⁴La oración es tan continua como la vida. ⁵Todo el mundo ora sin cesar. ⁶Pide y ya has recibido, pues has decidido qué es lo que quieres.
3. Es posible asimismo alcanzar una forma más elevada de pedir-desde-la-necesidad, puesto que en este mundo la oración es reparadora y, por lo tanto, entraña niveles de aprendizaje. ²En ese caso, la petición puede estar dirigida a Dios con verdadera fe, pero aún sin comprensión. ³Por lo general, se ha alcanzado un vago, y con frecuencia inestable, sentido de identificación con Él, pero tiende a estar nublado por un sentimiento de pecado profundamente arraigado. ⁴En este nivel es posible que se sigan pidiendo cosas de este mundo en variedad de formas, como también es posible pedir dones tales como la bondad o la honestidad y, en particular, perdón para las muchas fuentes de culpa que inevitablemente yacen bajo cualquier oración procedente de la necesidad. ⁵Sin culpa no hay escasez. ⁶Quien está libre de pecado no tiene necesidades.
4. En este nivel surge también esa curiosa contradicción de términos conocida como “orar por nuestros enemigos”. ²La contradicción no se encuentra en las palabras mismas, sino más bien en la manera en que usualmente se interpretan. ³Mientras creas tener enemigos, habrás limitado tu oración a las leyes de este mundo, y habrás limitado también tu capacidad de recibir y de aceptar a esos mismos estrechos márgenes. ⁴Sin embargo, si tienes enemigos tienes necesidad de oración, y una gran necesidad por cierto. ⁵Entonces, ¿qué significa realmente la frase “orar por nuestros enemigos”? ⁶Significa que debes orar por ti, para que no busques aprisionar a Cristo y así perder el reconocimiento de tu propia Identidad. ⁷No traiciones a nadie o te traicionarás a ti mismo.
5. Un enemigo es el símbolo de un Cristo prisionero. ²¿Y quién podría ser Él sino tú mismo? ³Orar por los enemigos se convierte de este modo en una manera de orar por tu propia libertad. ⁴Ahora la oración ha dejado de ser una contradicción. ⁵Se ha convertido en una declaración de la unidad de Cristo y en el reconocimiento de Su impecabilidad. ⁶Ahora se ha vuelto santa, pues reconoce al Hijo de Dios tal como fue creado.
6. Nunca olvides que la oración, en cualquiera de sus niveles, es siempre para uno mismo. ²Si te unes a alguien en oración, lo haces parte de ti. ³El enemigo eres tú, al igual que eres el Cristo. ⁴Por ello, antes de hacerse santa, la oración es una elección. ⁵Tú no eliges por otro. ⁶Sólo puedes elegir por ti mismo. ⁷Ora verdaderamente por tus enemigos, pues en esto radica tu propia salvación. ⁸Perdónalos por tus pecados y ciertamente serás perdonado.
7. La oración es una escalera que llega hasta el Cielo. ²En lo alto se produce una transformación muy similar a la tuya, pues la oración es parte de ti. ³Las cosas de la tierra se dejan atrás y ya no se recuerdan más. ⁴No se hacen peticiones, puesto que nada falta. ⁵Se reconoce plenamente que la Identidad en Cristo es algo eterno, incorruptible y más allá de todo cambio. ⁶La luz ha dejado de titilar y nunca se apagará. ⁷Ahora, sin necesidades de ninguna clase y revestida para siempre con la pura impecabilidad que es el regalo de Dios para ti, Su Hijo, la oración puede convertirse otra vez en aquello para lo que se concibió. ⁸Pues ahora se eleva cual canto de gratitud a tu Creador, sin palabras, pensamientos o vanos deseos, y sin necesidad de nada en absoluto. ⁹De este modo se extiende, como estaba destinada a hacerlo. ¹⁰Y por esta ofrenda Dios Mismo da las gracias.
8. Dios es la meta de toda oración, lo cual la hace eterna en vez de temporal. ²No tiene comienzo, pues la meta nunca ha cambiado. ³En las formas que adopta inicialmente, la oración es una ilusión, ya que no se necesita escalera alguna para llegar hasta aquello de lo que uno nunca se alejó. ⁴No obstante, la oración forma parte del perdón mientras éste, que de por sí es una ilusión, continúe sin lograrse. ⁵La oración estará ligada al aprendizaje hasta que el objetivo del aprendizaje se haya alcanzado. ⁶Y entonces todas las cosas se transformarán al unísono y retornarán libres de toda mancha a la Mente de Dios. ⁷Este estado es indescriptible al encontrarse más allá del aprendizaje. ⁸No obstante, es necesario entender las etapas por las que hay que pasar para su obtención si la paz ha de ser restaurada en el Hijo de Dios, quien vive ahora en la ilusión de la muerte y en el temor a Dios.
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III. Orar por otros
1. Dijimos que siempre oras por ti mismo, y así es. ²¿Por qué, entonces, debes orar por otros? ³Y si debes hacerlo, ¿cómo lo debes hacer? ⁴Si se ha entendido correctamente, orar por otros se convierte en el medio para eliminar la culpa que has proyectado sobre tu hermano y poder reconocer que no es él quien te está haciendo daño. ⁵Antes de que se te pueda salvar de la culpa, debes renunciar al pensamiento venenoso de que él es tu enemigo, tu malvada contraparte, tu némesis. ⁶El medio para alcanzar esto es la oración, de un poder creciente y metas ascendentes, hasta que finalmente llega a Dios.
2. Las formas iniciales de la oración, en los primeros peldaños de la escalera, no están libres de envidia y malicia. ²Claman venganza, no amor. ³Tampoco proceden de alguien que entiende que son peticiones de muerte, hechas con miedo por quienes atesoran la culpa. ⁴Invocan a un dios vengativo, y es él quien parece contestarles. ⁵Nadie puede pedir el infierno para otro, y él mismo librarse de él. ⁶Sólo aquellos que están en el infierno pueden pedir el infierno. ⁷Pero aquellos que han sido perdonados y han aceptado el perdón, jamás podrían orar de esa manera.
3. Así pues, en estos niveles la meta del aprendizaje no es otra que reconocer que la respuesta a cualquier oración será idéntica a la forma en que la oración se hizo. ²Eso es suficiente. ³A partir de ahí el paso a los siguientes niveles será fácil. ⁴El próximo ascenso comienza con esto:
⁵Lo que he pedido para mi hermano no lo querría para mí.
⁶Por lo tanto, lo he convertido en mi enemigo.
⁷Es evidente que este paso no lo puede dar quien no ve la liberación de otros como algo ventajoso y de valor para sí mismo. ⁸Puede aplazarse por largo tiempo porque puede parecer peligroso en lugar de compasivo. ⁹Para los culpables ciertamente parece una ventaja tener enemigos, y este imaginado beneficio debe desaparecer si es que se ha de liberar a los enemigos.
4. La culpa se debe abandonar, no ocultar. ²Esto no se puede hacer sin cierto dolor, y tener un atisbo de la naturaleza misericordiosa de este paso puede llevar por algún tiempo a un profundo retraimiento en el miedo. ³Pues las defensas del temor son temibles en sí mismas, y cuando se reconocen, traen el miedo con ellas. ⁴No obstante, ¿qué ventaja le ha reportado jamás a un prisionero la ilusión de escape? ⁵Su verdadero escape de la culpa radica únicamente en el reconocimiento de que la culpa ha desaparecido. ⁶Mas ¿cómo puede reconocerse esto mientras la oculte en otro y no vea que es la suya propia? ⁷El miedo a escapar hace difícil dar la bienvenida a la libertad, y convertir a un enemigo en carcelero parece ofrecer seguridad. ⁸¿Cómo, entonces, se le puede liberar sin que se apodere de ti un profundo miedo? ⁹Has hecho de él tu salvación y tu escape de la culpa. ¹⁰Tu inversión en esta forma de escape es enorme, y el miedo a renunciar a ella es grande en verdad.
5. Aquiétate por un instante ahora mismo y piensa en lo que has hecho. ²No olvides que fuiste tú quien lo hizo y quien puede por lo tanto dejarlo ir. ³Extiende la mano. ⁴Este enemigo ha venido a bendecirte. ⁵Acepta su bendición y siente tu corazón elevarse y tu miedo desaparecer. ⁶No te aferres al miedo ni a él. ⁷Él es un Hijo de Dios, al igual que tú. ⁸No es un carcelero, sino un mensajero de Cristo. ⁹Sé esto para él, para que él lo sea para ti.
6. No es fácil darse cuenta de que orar para pedir cosas, posición social, amor humano, “regalos” externos de la clase que sean, siempre se hace para establecer carceleros y ocultarse de la culpa. ²Estas cosas se emplean como metas que substituyen a Dios y, por lo tanto, distorsionan el propósito de la oración. ³Desearlas es orar por ellas. ⁴Uno no necesita pedir explícitamente. ⁵La meta de alcanzar a Dios se pierde de vista cuando se va en pos de metas menores de la clase que sean, y la oración se convierte en una petición de enemigos. ⁶Incluso en esto se puede ver claramente el poder de la oración. ⁷Nadie que desee un enemigo dejará de encontrarlo. ⁸Mas con igual seguridad perderá de vista la única meta real que se le ofrece. ⁹Piensa en el costo que ello supone, y compréndelo bien. ¹⁰Todas las demás metas son a costa de Dios.
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IV. Orar con otros
1. Hasta que no comience al menos el segundo nivel, uno no puede unirse a otros en oración. ²Pues hasta ese punto, cada cual no puede sino pedir cosas diferentes. ³Mas una vez que se ha cuestionado la necesidad de considerar a otro como un enemigo -y la razón para hacerlo se ha reconocido aunque sea por un instante- resulta entonces posible unirse a otros en oración. ⁴Los enemigos no comparten una misma meta. ⁵En esto se basa su enemistad. ⁶Sus deseos particulares son sus arsenales; sus fortalezas de odio.
2. Ahora es posible ser de ayuda en la oración y así tú mismo subir un peldaño más. ²Con este paso se inicia un ascenso más rápido, pero todavía quedan muchas lecciones por aprender. ³El camino está libre y despejado, y hay motivos para sentirse esperanzado. ⁴Aun así, es posible que al comienzo hasta lo que piden aquellos que se unen en oración no sea la meta a la que la oración debiera realmente aspirar. ⁵Incluso pueden pedir cosas juntos, y así dar lugar a la ilusión de que comparten una misma meta. ⁶Pueden pedir juntos cosas específicas, sin darse cuenta de que están pidiendo efectos sin causa. ⁷Y esto no se les puede dar. ⁸Pues nadie puede recibir sólo efectos, al implorarle a una causa de la que no provienen que se los dé.
3. De modo que incluso unirse a otros no es suficiente, si los que oran juntos no preguntan, ante todo, cuál es la Voluntad de Dios. ²Sólo de esta Causa puede proceder la respuesta en la que todo lo específico se satisface y todos los deseos particulares se unifican. ³Orar por cosas específicas es pedir que de alguna manera el pasado se repita. ⁴Lo que antes se disfrutó, o pareció disfrutarse, y lo que era de otro y él parecía amar, no son sino ilusiones del pasado. ⁵El propósito de la oración es liberar el presente de su encadenamiento a las ilusiones del pasado, y que la dejes ser un remedio que se elige libremente para corregir cada elección errónea que se haya tomado. ⁶Lo que la oración puede ofrecer ahora excede en tal medida todo cuanto antes pedías que sería una pena que te contentases con menos.
4. Cada vez que oras estás eligiendo tener una nueva oportunidad. ²¿La sofocarías y la encarcelarías en viejas prisiones ahora que ha llegado la oportunidad de liberarte de todas ellas a la vez? ³No restrinjas tu pedir. ⁴La oración puede traer la paz de Dios. ⁵¿Qué cosa ligada al tiempo podría darte más durante el breve lapso que perdura antes de convertirse en polvo?
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V. El final de la escalera
1. La oración es un camino a la verdadera humildad. ²Y desde ahí se eleva lentamente una vez más, y crece en fuerza, amor y santidad. ³Permite que abandone el suelo desde donde comienza a elevarse hacia Dios, y la verdadera humildad vendrá por fin a agraciar la mente que pensó que se enfrentaba al mundo sola. ⁴La humildad trae paz porque no afirma que tú tengas que regir el universo ni juzgar las cosas en función de como tú quisieras que fuesen. ⁵Deja a un lado felizmente todos los insignificantes dioses, no con resentimiento, sino con honestidad y con el reconocimiento de que no sirven para nada.
2. Las ilusiones y la humildad tienen metas tan dispares que no pueden coexistir ni compartir una morada donde pudieran encontrarse. ²Allí donde una llega, la otra desaparece. ³Los que son verdaderamente humildes no tienen otra meta que Dios porque no necesitan ídolos y las defensas ya no tienen objeto. ⁴Los enemigos son inútiles ahora, pues la humildad no es confrontativa. ⁵No se oculta avergonzada porque está satisfecha con lo que es, en el conocimiento de que la Creación es la Voluntad de Dios. ⁶Su falta de egoísmo es el Ser, y esto es lo que ve en cada encuentro, en los que gustosamente se une a cada Hijo de Dios, cuya pureza reconoce comparte con él.
3. Ahora la oración se eleva por encima del mundo de las cosas, de los cuerpos y de los dioses de todo tipo, y por fin puedes descansar en santidad. ²La humildad ha venido a enseñarte cómo entender la gloria que es tuya por ser Hijo de Dios y a reconocer la arrogancia del pecado. ³Un sueño ocultaba la faz de Cristo de ti. ⁴Mas ahora puedes contemplar Su impecabilidad. ⁵La escalera ha llegado muy alto. ⁶Ya casi estás en el Cielo. ⁷Es muy poco lo que te queda por aprender antes de que la jornada finalice. ⁸Ahora puedes decir a todo aquel que venga a unirse contigo en oración:
⁹No puedo ir sin ti, pues eres parte de mí.
¹⁰Y así es en verdad. ¹¹Ahora puedes orar sólo por lo que realmente compartes con él. ¹²Pues has comprendido que nunca se marchó, y que tú, que parecías estar solo, eres uno con él.
4. Éste es el final de la escalera, pues ya no hay nada más que aprender. ²Ahora te encuentras ante el umbral del Cielo, con tu hermano a tu lado. ³Los jardines son amplios y serenos, pues ahí el lugar señalado para el momento en que debías venir ha estado esperando por ti desde hace mucho. ⁴Ahí finaliza el tiempo para siempre. ⁵En ese umbral la eternidad misma se une a ti. ⁶La oración se ha convertido en lo que siempre estuvo destinada a ser, pues has reconocido al Cristo en ti.
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2. EL PERDÓN
Introducción
1. El perdón le da alas a la oración para que su ascenso sea fácil y su progreso veloz. ²Sin su fuerte apoyo, sería inútil tratar de ir más allá del primer peldaño de la oración o incluso intentar ascender. ³El perdón es el aliado de la oración; su hermano en el plan para tu salvación. ⁴Ambos vendrán a sostenerte y a mantener tus pies firmemente plantados, y tu propósito fuerte e inalterable. ⁵Contempla la ayuda más grande que Dios ordenó que estuviese contigo hasta que llegues a Él. ⁶Y con esto llega el fin de las ilusiones. ⁷A diferencia de la naturaleza intemporal de su hermana, la oración, el perdón tiene un final. ⁸Pues se vuelve innecesario cuando el ascenso se completa. ⁹No obstante, por ahora tiene un propósito más allá del cual no puedes ir ni es necesario que lo hagas. ¹⁰Logra esto y habrás sido redimido. ¹¹Logra esto y habrás sido transformado. ¹²Logra esto y salvarás el mundo.
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I. Perdonarte a ti mismo
1. Ningún regalo del Cielo ha sido tan malinterpretado como el perdón. ²De hecho, se ha convertido en una calamidad; en una maldición allí donde debía bendecir, en una cruel burla de la gracia, en una parodia de la santa paz de Dios. ³Pero aquellos que aún no han elegido dar los primeros pasos en el camino de la oración no pueden sino usarlo de esa manera. ⁴La benevolencia del perdón resulta imperceptible al principio, porque no se entiende lo que es la salvación ni realmente se busca. ⁵Lo que se concibió para curar se usa para herir porque no se desea el perdón. ⁶La culpa se convierte en la salvación, y el remedio parece ser una terrible alternativa a la vida.
2. Así pues, el perdón-para-destruir se adapta mucho mejor al propósito del mundo que el verdadero objetivo del perdón y los honestos medios por los cuales se alcanza. ²El perdón-para-destruir no pasará por alto ningún pecado, ningún crimen ni ninguna traza de culpa que pueda buscar, encontrar y “amar”. ³Amado de su corazón es el error; y las faltas lucen enormes y crecen y se agrandan ante su mirada. ⁴Selecciona cuidadosamente todas las cosas perversas y pasa por alto lo amoroso como si de una plaga se tratase: algo odioso, teñido de peligro y de muerte. ⁵El perdón-para-destruir es la muerte, y eso es lo que ve en todo lo que contempla y odia. ⁶La Misericordia de Dios se ha convertido en un cuchillo retorcido que busca destruir al santo Hijo que Él ama.
3. ¿Te perdonarías a ti mismo por todo esto? ²Aprende, entonces, que Dios te ha dado los medios a través de los cuales puedes retornar a Él en paz. ³No veas el error. ⁴No lo hagas real. ⁵Selecciona lo amoroso y perdona el pecado al elegir en su lugar la faz de Cristo. ⁶¿De qué otra manera puede la oración regresar a Dios? ⁷Él ama a Su Hijo. ⁸¿Podrías acordarte de Él y al mismo tiempo odiar lo que creó? ⁹Odiarás al Padre si odias al Hijo que Él ama. ¹⁰Pues tal como veas al Hijo, así te verás a ti mismo, y tal como te veas a ti mismo, eso será Dios para ti.
4. De la misma manera en que siempre oras por ti, del mismo modo es a ti al que siempre se le concede el perdón. ²Es imposible perdonar a otro, pues son únicamente tus pecados lo que ves en él. ³Quieres verlos en él y no en ti. ⁴Por eso es por lo que perdonar a otro es una ilusión. ⁵Sin embargo, es el único sueño feliz en todo el mundo; el único que no conduce a la muerte. ⁶Sólo en otro puedes perdonarte a ti mismo, pues lo has hecho culpable de tus pecados y ahora tienes que encontrar tu inocencia en él. ⁷¿Quién sino el pecador necesita que se le perdone? ⁸Jamás pienses que puedes ver pecado en nadie excepto en ti mismo.
5. Éste es el gran engaño del mundo, y tú, el que más se engaña a sí mismo. ²Siempre parece que el malo es otro, y como resultado de su pecado tú sales perjudicado. ³¿Sería posible la liberación si esto fuera cierto? ⁴Pues en tal caso serías el esclavo de todos, ya que lo que cualquiera de ellos hiciera dictaría tu destino, tus sentimientos, tu desesperación o esperanza, tu desdicha o alegría. ⁵No serías libre a menos que él te concediera la libertad. ⁶Y al ser malvado, sólo puede hacer el mal. ⁷No puedes ver sus pecados sin ver los tuyos. ⁸Mas puedes liberarlo y también liberarte a ti mismo.
6. El perdón, verdaderamente concedido, es el camino en el que se encuentra tu única esperanza de libertad. ²Otros cometerán errores al igual que tú mientras esta parodia de mundo parezca ser tu hogar. ³No obstante, Dios Mismo le dio a todos Sus Hijos un remedio para todas las ilusiones que creen ver. ⁴La visión de Cristo no utiliza tus ojos, pero tú puedes mirar a través de los Suyos y aprender a ver como Él. ⁵Los errores no son sino diminutas sombras que desaparecen rápidamente, y que sólo por un instante parecen ocultar la faz de Cristo, la cual continúa inmutable tras todas ellas. ⁶Su constancia permanece en tranquilo silencio y perfecta paz. ⁷Él no sabe de sombras. ⁸Suyos son los ojos que ven más allá del error al Cristo en ti.
7. Pide entonces Su ayuda, y pregúntale cómo aprender lo que es el perdón tal como Su visión lo ve. ²Tienes necesidad de lo que Él da, y tu salvación depende de que lo aprendas. ³La oración no puede ser liberada para que llegue hasta el Cielo mientras el perdón-para-destruir permanezca contigo. ⁴La Misericordia de Dios eliminará de tu santa mente esta manera de pensar mordaz y venenosa. ⁵Cristo te ha perdonado, y en Su visión el mundo se torna tan santo como Él. ⁶Quien no ve maldad en el mundo ve como Él. ⁷Pues lo que Él ha perdonado no ha pecado, y ya no hay más culpa. ⁸El plan de la salvación se ha cumplido y la cordura ha llegado.
8. El perdón es la llamada a la cordura, pues ¿quién sino un demente se fijaría en el pecado cuando en su lugar puede ver la faz de Cristo? ²Ésta es la elección que tienes ante ti; la más simple y, sin embargo, la única que puedes hacer. ³Dios te pide que salves a Su Hijo de la muerte, ofreciéndole el Amor de Cristo. ⁴Ésta es tu necesidad, y Dios te ofrece este regalo. ⁵Tal como Él da, así tienes que dar tú también. ⁶Y de este modo, la oración se restaura a lo amorfo, a la intemporalidad más allá de todo límite, sin nada del pasado que le impida volver a unirse al perenne canto que toda la Creación le entona a su Dios.
9. Mas para alcanzar este fin debes primero aprender, y hacerlo antes de llegar allí donde el aprendizaje ya no tiene objeto. ²El perdón es la llave, mas ¿quién puede usar una llave cuando no sabe dónde está la puerta para la que se hizo y para la que únicamente sirve? ³Por lo tanto, hacemos una clara distinción, de modo que la oración pueda ser liberada de la obscuridad y llegar a la luz. ⁴El papel del perdón debe invertirse y limpiarse de todo uso malvado y de las metas de odio para las que se ha empleado. ⁵El perdón-para-destruir debe ponerse al descubierto en toda su perfidia y luego abandonarse para siempre. ⁶No debe quedar ni el más mínimo vestigio de él si el plan que Dios estableció para tu retorno ha de lograrse al fin y el aprendizaje concluir.
10. Éste es el mundo de los opuestos. ²Y tienes que elegir entre ellos a cada instante mientras el mundo siga siendo real para ti. ³No obstante, debes aprender cuáles son las alternativas que verdaderamente tienes o no serás capaz de lograr tu libertad. ⁴Deja, pues, que te quede claro lo que el perdón en realidad significa para ti y aprende lo que debería ser para hacerte libre. ⁵El nivel de tu oración depende de ello, pues ahí espera su libertad para elevarse por encima del mundo del caos y llegar a la paz.
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II. El perdón-para-destruir
1. El perdón-para-destruir adopta muchas formas, al ser un arma del mundo de las formas. ²No todas son obvias, y algunas se ocultan cuidadosamente bajo lo que aparenta ser caridad. ³Pero todas las formas que parece adoptar tienen una única meta: separar y hacer que lo que Dios creó igual sea diferente. ⁴La diferencia resulta evidente en algunos casos en los que la intencionada comparación no puede dejar de notarse, ni es realmente su propósito que no se note.
2. En este grupo se encuentra, en primer lugar, el caso en el que una persona “mejor” se digna a rebajarse para salvar a una “inferior” de lo que en realidad ésta es. ²En este caso, el perdón se basa en una actitud de refinada altivez, tan lejana del amor que jamás podría dejar de ser arrogante. ³¿Quién puede perdonar y despreciar al mismo tiempo? ⁴¿Y quién puede acusar a otro de estar inmerso en el pecado y al mismo tiempo percibirlo como el Hijo de Dios? ⁵¿Quién puede enseñar lo que es la libertad esclavizando? ⁶En esto no hay unión, sino aflicción. ⁷Eso no es realmente misericordia. ⁸Eso es la muerte.
3. Hay otro caso de perdón-para-destruir, muy parecido al anterior si se entiende correctamente, en el que la arrogancia no se manifiesta de forma tan flagrante. ²Ahí el que “perdona” a otro no proclama ser mejor. ³En lugar de ello dice que aquí hay alguien cuya pecaminosidad él comparte, y dado que ambos han sido indignos merecen la retribución de la ira de Dios. ⁴Esto puede parecer humilde e incluso inducir a una rivalidad con respecto a quién es más pecador o más culpable. ⁵Esto no es amor por la Creación de Dios ni por la santidad que es Su don eterno. ⁶¿Puede acaso Su Hijo condenarse a sí mismo y aun así acordarse de Él?
4. En este caso la meta es apartar de Dios al Hijo que Él ama y mantenerlo separado de su Fuente. ²Ésta es también la meta de aquellos que buscan ser mártires a manos de otro. ³El objetivo detrás de esto tiene que verse claramente, pues puede pasar por mansedumbre y caridad en lugar de crueldad. ⁴¿No es acaso muestra de misericordia aceptar el rencor de otro y no responder sino con silencio y una dulce sonrisa? ⁵¡Fíjate qué bueno eres, que soportas con paciencia y santidad la ira y el daño que otro te inflige sin mostrar el amargo dolor que sientes!
5. El perdón-para-destruir con frecuencia se oculta tras un manto así. ²Muestra el rostro del sufrimiento y del dolor como prueba silenciosa de la culpa y de los estragos del pecado. ³Tal es el testimonio que le ofrece a uno que podría ser su salvador y no su enemigo. ⁴Pero al habérsele convertido en enemigo, tiene que aceptar la culpa y el duro reproche que de este modo se ha descargado sobre él. ⁵¿Es esto amor? ⁶¿O se trata más bien de una traición hacia uno que necesita que lo salven del dolor de la culpa? ⁷¿Qué otro propósito podría tener esto sino mantener a los testigos de la culpa alejados del amor?
6. El perdón-para-destruir puede manifestarse también en forma de regateos y tratos. ²“Te perdono si satisfaces mis necesidades, pues en tu esclavitud radica mi liberación.” ³Dile esto a cualquiera y te vuelves un esclavo. ⁴Y tratarás de deshacerte de la culpa mediante más regateos que no ofrecen esperanza alguna, sino más dolor y miseria. ⁵¡Cuán temible se ha vuelto ahora el perdón y cuán distorsionado el fin que persigue! ⁶Ten piedad de ti mismo, tú que de este modo regateas. ⁷Dios sólo da y no pide recompensa alguna. ⁸No hay otra manera de dar excepto como da Él. ⁹Todo lo demás es una parodia. ¹⁰Pues ¿quién intentaría hacer un trato lucrativo con el Hijo de Dios y al mismo tiempo dar gracias a su Padre por su santidad?
7. ¿Qué le quieres mostrar a tu hermano? ²¿Intentarías reforzar su culpa y con ello la tuya? ³El perdón es tu medio de escape. ⁴Es una lástima convertirlo en un medio de mayor esclavitud y dolor. ⁵En el mundo de los opuestos hay una manera de utilizar el perdón para la meta de Dios y para encontrar la paz que Él te ofrece. ⁶No aceptes nada más o habrás buscado la muerte y orado para separarte de tu Ser. ⁷Cristo es para todos porque está en todos. ⁸Es Su faz lo que el perdón te permite ver. ⁹Es Su faz en la que ves la tuya.
8. Todas las formas que el perdón adopta que no te apartan de la ira, de la condena y de comparaciones de cualquier clase son la muerte. ²Pues eso es lo que sus propósitos han establecido. ³No te dejes engañar por ellas, sino abandónalas como algo sin valor, ya que lo que ofrecen es ciertamente trágico. ⁴No quieres seguir en la esclavitud. ⁵No quieres tenerle miedo a Dios. ⁶Quieres ver la luz del sol y el resplandor del Cielo refulgir sobre la faz de la tierra, redimida del pecado y en el Amor de Dios. ⁷En este punto la oración es liberada junto contigo. ⁸Tus alas han quedado libres, y la oración te elevará y te conducirá a tu hogar donde Dios quiere que estés.
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III. El perdón-para-salvar
1. El perdón-para-salvar tiene una forma y sólo una. ²No pide prueba alguna de inocencia ni pago de ninguna clase. ³No discute ni evalúa los errores que desea pasar por alto. ⁴No ofrece regalos falsamente ni promete libertad mientras ordena la muerte. ⁵¿Acaso iba Dios a engañarte? ⁶Él sólo te pide que tengas confianza y la buena voluntad de aprender cómo llegar a ser libre. ⁷Él ofrece Su Maestro a quienquiera que pida y busque comprender Su Voluntad. ⁸Su buena disposición para dar está más allá de tu comprensión y de tu simple entendimiento. ⁹No obstante, ha dispuesto que aprendas el camino que te lleva a Él, y lo que Su Voluntad dispone goza de certeza.
2. Criatura de Dios, los regalos de Dios son tuyos, no por razón de tus planes, sino por Su santa Voluntad. ²Su Voz te enseñará lo que es el perdón y cómo concederlo tal como Él dispone se debe hacer. ³Por lo tanto, no busques comprender lo que todavía está más allá de tu alcance, sino más bien deja que sea una forma de conducirte allí donde los ojos de Cristo se convierten en la manera de ver que eliges. ⁴Abandona todo lo demás, pues no hay nada más. ⁵Cuando alguien te pida ayuda de la clase que sea, Él es Quien contestará por ti. ⁶Sólo tienes que hacerte a un lado y no interferir. ⁷El perdón-para-salvar es Su tarea y es Él Quien responderá por ti.
3. No determines la forma que debe adoptar el perdón de Cristo. ²Él sabe la manera de convertir cada llamada en una ayuda para ti, conforme te apresuras a llegar por fin a casa de tu Padre. ³Ahora Él puede hacer que tu paso sea firme y tus palabras sinceras, no con tu propia sinceridad, sino con la Suya. ⁴Deja que Él se haga cargo de cómo vas a perdonar, y así cada ocasión será para ti un paso más en dirección al Cielo y a la paz.
4. ¿No estás cansado del cautiverio? ²Dios no eligió esta amarga senda para ti. ³Lo que has elegido todavía puede des-hacerse, pues la oración es misericordiosa y Dios es justo. ⁴La Suya es una justicia que Él puede entender, pero tú aún no. ⁵De todos modos, te dará los medios para que la aprendas de Él y llegues por fin a entender que la condenación no es real y que fabrica ilusiones en su propio malvado nombre. ⁶Sin embargo, la forma que los sueños parezcan adoptar es irrelevante, ⁷pues las ilusiones no son ciertas. ⁸La Voluntad de Dios es la verdad, y tú eres uno con Él en Voluntad y propósito. ⁹Con esto terminan todos los sueños.
5. “¿Qué debo hacer por Tu santo Hijo?” debe ser lo único que preguntes siempre que se requiera tu ayuda y se busque el perdón. ²No necesitas juzgar la forma en que se te pide. ³Y no seas tú quien determina la manera en la que el perdón debe llegar para salvar al Hijo de Dios. ⁴La luz de Cristo en él es su liberación y es ésta la que responde a su llamada. ⁵Perdónalo tal como el Cristo decide que debes hacerlo, y contémplalo a través de Sus ojos y también habla por Él. ⁶Él conoce la necesidad; la pregunta y la respuesta. ⁷Y te dirá exactamente qué debes hacer, en palabras que puedas entender y también utilizar. ⁸No confundas Su función con la tuya. ⁹Él es la Respuesta. ¹⁰Tú, el que escucha.
6. ¿Y acerca de qué te habla Él? ²Acerca de la salvación y del regalo de paz. ³Acerca del fin del pecado, del fin de la culpa y del fin de la muerte. ⁴Y acerca del papel que Él desempeña en el perdón. ⁵Limítate a escuchar. ⁶Pues Él será escuchado por todo aquel que invoque Su Nombre y ponga su perdón en Sus manos. ⁷Le ha dado el perdón para que lo enseñe, para que lo salve de la destrucción y para hacer que los medios empleados para la separación, el pecado y la muerte se conviertan de nuevo en el santo regalo de Dios. ⁸La oración es Su Propia Mano derecha, liberada ahora para salvar conforme se permite venir al verdadero perdón desde Su eterna vigilancia y Amor. ⁹Escucha y aprende, y no juzgues. ¹⁰Es a Dios a Quien te diriges para oír lo que debes hacer. ¹¹Su respuesta será clara como el día, mas Su perdón no es lo que tú crees que es.
7. Pero Él lo sabe y eso es suficiente. ²El perdón tiene un Maestro que no fracasa en nada. ³Reflexiona sobre esto por un momento, y no intentes juzgar el perdón ni limitarlo a un marco mundano. ⁴Deja que se eleve hasta Cristo, Quien lo recibe como un regalo para Sí. ⁵Él no te dejará sin consuelo ni dejará de enviarte Sus ángeles desde lo alto para que te respondan en Su Propio Nombre. ⁶Él está junto a la puerta para la cual el perdón es la única llave. ⁷Dásela para que Él la use en tu lugar, y verás la puerta abrirse silenciosamente revelándote la radiante faz de Cristo. ⁸Contempla a tu hermano ahí, tras la puerta; el Hijo de Dios tal como Él lo creó.
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3. LA CURACIÓN
Introducción
1. La oración tiene ayudantes y testigos que hacen más llevadero y seguro el empinado ascenso, aliviando el dolor causado por el miedo y ofreciendo consuelo y promesas de esperanza. ²Testigo del perdón y ayudante en la oración, dadora de la certeza de que finalmente alcanzarás la meta, eso es la curación. ³Su importancia no debe enfatizarse demasiado, pues la curación es una señal o símbolo de la fuerza del perdón y tan sólo un efecto o sombra de un cambio de parecer con respecto a la meta de la oración.
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I. La causa de la enfermedad
1. No confundas el efecto con la causa ni pienses que la enfermedad se encuentra aparte y separada de lo que no puede sino ser su causa. ²La enfermedad es una señal, la sombra de un pensamiento malvado que parece ser real y justo de acuerdo con las normas de este mundo. ³Es la prueba externa de “pecados” internos, y da testimonio de pensamientos rencorosos que hieren y procuran hacerle daño al Hijo de Dios. ⁴Curar el cuerpo es imposible, y esto queda demostrado por la brevedad de la “cura”. ⁵El cuerpo acabará muriendo de todas formas, y así lo único que hace su curación es demorar su retorno al polvo, de donde nació y al que volverá.
2. La falta de perdón del Hijo de Dios es la causa del cuerpo. ²No ha abandonado su fuente, y esto queda claramente demostrado por su dolor y envejecimiento, y por la marca de la muerte que pesa sobre sí. ³El cuerpo les parece temeroso y frágil a quienes piensan que sus vidas están bajo su mandato y vinculadas a su inestable y nimio aliento. ⁴La muerte los contempla conforme cada momento que pasa se escapa irrevocablemente de sus avariciosas manos, las cuales no los pueden retener. ⁵Y sienten miedo cuando sus cuerpos cambian y enferman. ⁶Pues sienten el fuerte hedor de la muerte en sus corazones.
3. El cuerpo puede sanar como efecto del verdadero perdón. ²Sólo eso puede traer el recuerdo de la inmortalidad, que es el don de la santidad y del amor. ³El perdón no puede sino ser concedido por la mente que comprende que debe pasar por alto todas las sombras que cubren la santa faz de Cristo, entre las cuales la enfermedad debe considerarse una de ellas. ⁴No es nada más que esto: la señal del juicio de un hermano sobre otro hermano y del Hijo de Dios sobre sí mismo. ⁵Pues ha condenado al cuerpo a ser su prisión, y olvidó que fue él mismo quien le adjudicó ese papel.
4. Lo que el Hijo de Dios ha hecho, ahora él mismo tiene que des-hacerlo. ²Pero no solo. ³Pues se deshizo de la llave de la prisión: su santa impecabilidad y el recuerdo del Amor de su Padre. ⁴No obstante, se le ha dado ayuda a través de la Voz que su Padre puso en él. ⁵El poder de curar es ahora el don que le ha concedido su Padre, pues a través de Su Voz Él puede todavía llegar hasta Su Hijo y recordarle que el cuerpo puede convertirse en su morada elegida, pero nunca será su hogar en verdad.
5. Es necesario distinguir, por lo tanto, entre la verdadera curación y su defectuosa contraparte. ²El mundo de los opuestos es el lugar de la curación, pues ¿qué podría necesitar curación en el Cielo? ³Tal como en el mundo la oración puede pedir desacertadamente y la aparente caridad perdonar para matar, asimismo la curación puede ser tanto falsa como verdadera; testigo del poder del mundo o del eterno Amor de Dios.
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II. La falsa curación en contraposición a la verdadera
1. La falsa curación no es más que un mísero intercambio de una ilusión por otra “más agradable”; un sueño de enfermedad por uno de salud. ²Esto puede ocurrir en los primeros niveles de la oración, en combinación con un perdón bienintencionado, pero aún no comprendido del todo. ³Sólo la falsa curación puede dar lugar al miedo, y así la enfermedad es libre para arremeter de nuevo. ⁴La falsa curación puede, en efecto, eliminar ciertas formas de dolor y enfermedad. ⁵Pero la causa sigue ahí, y no cesará de producir efectos. ⁶La causa sigue siendo el deseo de morir y de vencer a Cristo. ⁷Y con este deseo la muerte es segura, pues a la oración se le da respuesta. ⁸No obstante, hay una clase de aparente muerte que tiene otra fuente. ⁹No es el resultado de pensamientos hirientes ni de una furia desenfrenada contra el universo. ¹⁰Significa simplemente que la utilidad del funcionamiento del cuerpo ha concluido, ¹¹de manera que se elige abandonarlo, en forma similar a como uno se desprende de una vestimenta raída.
2. Esto es lo que debiera ser la muerte: una elección tranquila, que se lleva a cabo felizmente y con una sensación de paz, pues el cuerpo se ha usado con bondad para ayudar al Hijo de Dios en el camino que lo lleva a Dios. ²Le damos gracias al cuerpo por el servicio que nos ha prestado. ³Pero nos sentimos agradecidos también de que ya no haya necesidad de seguir transitando por el mundo de las limitaciones ni de alcanzar al Cristo en formas borrosas y, a lo sumo, poder verlo claramente en amorosos destellos. ⁴Ahora podemos contemplarle sin velos, en la luz que hemos aprendido a ver de nuevo.
3. Llamamos a eso muerte, pero es libertad. ²No se presenta en formas que parecen imponérsele con dolor a una carne renuente, sino como una dulce bienvenida a la liberación. ³Si ha habido una verdadera curación, ésa puede ser la forma en que la muerte llegue cuando sea el momento de descansar por un rato de una labor gustosamente realizada y gustosamente concluida. ⁴Ahora nos dirigimos en paz a una atmósfera más despejada y climas más suaves, donde no es difícil ver que los regalos que dimos nos fueron salvaguardados. ⁵Cristo nos resulta más claro ahora; Su visión es más sostenida en nosotros, y Su Voz, la Palabra de Dios, más claramente la nuestra.
4. Este sereno pasar a un nivel de oración más elevado y a un tierno perdón de las cosas del mundo sólo puede recibirse con agradecimiento. ²Pero primero la verdadera curación tiene que haber bendecido a la mente con amoroso perdón por los pecados con los que ésta soñó y descargó sobre el mundo. ³Ahora sus sueños se desvanecen en un tranquilo descanso. ⁴Ahora su perdón viene a sanar el mundo y está lista para partir en paz, pues la jornada ha llegado a su fin y las lecciones se han aprendido.
5. Eso no es muerte de acuerdo con el pensar del mundo, pues la muerte es cruel ante sus atemorizados ojos y se presenta en forma de castigo por los pecados. ²¿Cómo podría entonces ser una bendición? ³¿Y cómo puede dársele la bienvenida cuando se le debe temer? ⁴¿Qué curación ha tenido lugar en semejante visión de lo que no es sino la apertura del portal a un nivel de oración más elevado y a la dispensación de una amorosa justicia? ⁵La muerte es una recompensa, no un castigo. ⁶Pero este punto de vista sólo puede proceder de una curación que el mundo no puede concebir. ⁷No hay tal cosa como una curación parcial. ⁸Lo que sólo intercambia ilusiones no ha hecho nada. ⁹Lo que es falso no puede ser parcialmente cierto. ¹⁰Si has sanado, tu curación es total. ¹¹El perdón es el único regalo que puedes dar y el único que puedes recibir.
6. La falsa curación se basa en la sanación del cuerpo, pero deja la causa de la enfermedad intacta, lista para arremeter de nuevo hasta que, en aparente victoria, provoca una muerte cruel. ²Se puede mantener a raya por algún tiempo, y puede haber un breve respiro mientras aguarda para descargar su venganza contra el Hijo de Dios. ³Mas no se puede superar hasta que toda la fe que se había depositado en ella se deje a un lado y se ponga en cambio en el substituto que Dios ha provisto para los sueños malvados: un mundo en el que no hay un velo de pecado que lo mantenga en las tinieblas y desconsolado. ⁴Por fin las puertas del Cielo se abren de par en par y el Hijo de Dios es libre para entrar al hogar que está listo para darle la bienvenida, y que fue preparado antes de que el tiempo fuese y aún continúa esperando por él.
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III. La separación en contraposición a la unión
1. La falsa curación sana al cuerpo en parte, pero no completamente. ²Sus metas separadas se pueden apreciar claramente en esto, pues la falsa curación no elimina la maldición del pecado que yace sobre el cuerpo. ³Por consiguiente, todavía engaña. ⁴No es realizada por uno que comprende que el otro es exactamente igual que él, ⁵que es lo que hace posible la verdadera curación. ⁶Cuando es falsa, hay un poder que uno de ellos posee, que no ha sido otorgado a ambos por igual. ⁷Con esto se corrobora la separación. ⁸Y con esto se pierde el significado de la verdadera curación, y surgen ídolos para opacar la unidad que es el Hijo de Dios.
2. Curar-para-separar puede parecer una idea extraña. ²Sin embargo, lo mismo se puede decir de toda forma de curación basada en cualquier tipo de desigualdad. ³Esas formas pueden sanar el cuerpo y, de hecho, generalmente se limitan a eso. ⁴Alguien sabe más, se ha adiestrado mejor o es quizá más talentoso y sabio. ⁵Por lo tanto, puede curar a alguien que se encuentra por debajo de él y bajo su amparo. ⁶El cuerpo se puede sanar de esta manera porque, en sueños, la igualdad no es permanente. ⁷El sueño se compone de modificaciones y cambios. ⁸Curarse parece consistir en encontrar a alguien más sabio, quien, mediante sus artificios y conocimientos, lo consiga.
3. Alguien sabe más: ésta es la frase mágica por medio de la cual el cuerpo parece ser el objeto de la curación tal como el mundo la concibe. ²Y a este alguien más sabio el otro se dirige para beneficiarse de su conocimiento y habilidad; para encontrar en él remedio para su dolor. ³¿Cómo puede ser eso? ⁴La verdadera curación no puede proceder de una asumida desigualdad, que posteriormente se acepta como la verdad, y luego se usa para ayudar a sanar a los heridos y calmar la mente que sufre de la agonía de la duda.
4. ¿Existe, entonces, un papel que uno pueda desempeñar en la curación para ofrecer ayuda a otro? ²Desde la arrogancia la respuesta tiene que ser “no”. ³Pero desde la humildad ciertamente hay un lugar para los que quieren ayudar. ⁴Es como el papel del que ayuda en la oración, que deja que el perdón sea aquello para lo que se concibió. ⁵No te consideras el portador del don especial que da lugar a la curación. ⁶Lo único que haces es reconocer tu unidad con el que está pidiendo ayuda. ⁷Pues en esta unidad desaparece su sentido de separación que es lo que lo enfermó. ⁸No tiene sentido administrar remedio alguno excepto allí donde radica la fuente de la enfermedad, pues de otra manera ésta nunca podría curarse verdaderamente.
5. Sanadores los hay, pues son Hijos de Dios que reconocen su Fuente y comprenden que todo lo que su Fuente crea es uno con ellos. ²Ése es el remedio que brinda alivio infalible. ³Ése es el remedio que seguirá bendiciendo por toda la eternidad. ⁴No cura sólo en parte, sino completamente y para siempre. ⁵Ahora la causa de toda dolencia se ha puesto al descubierto exactamente como es. ⁶Y en ese lugar se halla ahora escrita la santa Palabra de Dios. ⁷La enfermedad y la separación deben curarse mediante el amor y la unión. ⁸Nada más puede curar tal como Dios estableció lo que es la curación. ⁹Sin Él no hay curación, pues sin Él no hay amor.
6. Sólo la Voz de Dios puede decirte cómo curar. ²Escucha, y nunca dejarás de ofrecer Su amoroso remedio a quienes Él te envía, de permitir que Él los sane ni de bendecir a todos aquellos que colaboran con Él en nombre de la curación. ³El cuerpo sanará porque la causa de su enfermedad ha desaparecido. ⁴Y ahora, al no tener causa alguna, no puede volver a presentarse en otra forma. ⁵Tampoco se le temerá a la muerte porque se ha comprendido lo que es. ⁶Aquel que verdaderamente se ha curado no tiene miedo, pues el amor ha entrado allí donde antes estaban los ídolos y el miedo ha cedido finalmente ante Dios.
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IV. La santidad de la curación
1. ¡Cuán santos son los que han sanado! ²Pues ante su presencia sus hermanos comparten su curación y su amor. ³Portadores de paz—la voz del Espíritu Santo, a través de quienes Él habla en favor de Dios, Cuya Voz Él es—tales son los sanadores de Dios. ⁴Ellos sólo hablan en favor de Él y nunca en favor de sí mismos. ⁵No tienen más dones que los que han recibido de Dios. ⁶Y los comparten porque saben que ésa es Su Voluntad. ⁷No son especiales. ⁸Son santos. ⁹Han optado por la santidad y renunciado a todo sueño de poseer atributos especiales mediante los cuales habrían otorgado regalos desiguales a los menos afortunados. ¹⁰Su curación ha restaurado su plenitud, de manera que pueden perdonar y unirse al canto de la oración en el que los que han sanado cantan acerca de su unión y agradecimiento a Dios.
2. En cuanto que testigo del perdón, ayuda en la oración y efecto de la misericordia verdaderamente enseñada, la curación es una bendición. ²Y el mundo responde en animado coro a través de la voz de la oración. ³El perdón irradia su misericordioso indulto sobre cada brizna de hierba y ala emplumada, así como sobre todos los seres vivos de la tierra. ⁴El miedo no puede encontrar refugio ahí, pues el Amor ha llegado en toda su santa unidad. ⁵El tiempo continúa sólo para permitir que el último abrazo de la oración descanse sobre la tierra un instante, conforme el mundo desaparece en la luz. ⁶Este instante es la meta de los verdaderos sanadores, a quienes el Cristo ha enseñado a ver Su semejanza y a enseñar como Él.
3. ¡Imagínate lo que significa ayudar a Cristo a curar! ²¿Puede haber algo más santo? ³Dios da gracias a Sus sanadores, pues sabe que la Causa de la curación es Él Mismo, Su Amor, Su Hijo, reinstaurado como Su compleción y de regreso para compartir con Él la santa dicha de la Creación. ⁴No pidas curación parcial ni aceptes un ídolo en lugar del recuerdo de Aquél Cuyo Amor nunca ha cambiado ni cambiará jamás. ⁵Eres tan preciado para Él como lo es la totalidad de Su Creación, pues ésta se encuentra en ti como Su regalo eterno. ⁶¿Qué necesidad tienes de sueños cambiantes en un mundo triste? ⁷No te olvides de la gratitud de Dios. ⁸No te olvides de la santa gracia de la oración. ⁹No te olvides de perdonar al Hijo de Dios.
4. Primero perdonas, luego oras y de este modo te curas. ²Tu oración se ha elevado y ha invocado a Dios, Quien escucha y responde. ³Has comprendido que sólo te perdonas a ti mismo y que, igualmente, sólo oras por ti. ⁴Y mediante esta comprensión sanas. ⁵Te has unido a tu Fuente en oración y comprendes que jamás te separaste de Ella. ⁶Este nivel no se puede alcanzar hasta que ya no quede nada de odio en tu corazón ni deseo alguno de atacar al Hijo de Dios.
5. Nunca olvides esto: eres tú quien es el Hijo de Dios, y tal como elijas ser con él, así serás contigo mismo y así será Dios para ti. ²Tus juicios se extenderán incluso hasta Dios porque le asignarás a Él el papel que veas en Su Creación. ³Elige bien, pues de otro modo creerás que eres tú el creador y no Él y, por ende, que Él ya no es Causa, sino tan sólo un efecto. ⁴Ahora la curación es imposible, pues lo culpas a Él de tu engaño y de tu culpabilidad. ⁵Él, que es Amor, se convierte en la fuente del miedo, pues sólo el miedo puede justificarse ahora. ⁶Suya es la venganza. ⁷Y la muerte, Su gran destructor. ⁸La enfermedad, el sufrimiento y las dolorosas pérdidas se vuelven la suerte de todo el mundo en la tierra, que Él abandonó al cuidado del demonio, jurando que no la volvería a liberar nunca más.
6. Venid de nuevo a Mí, criaturas Mías, sin ninguno de esos tergiversados pensamientos en vuestros corazones. ²Seguís siendo santos junto con la Santidad que os creó en perfecta impecabilidad y que aún os rodea con los brazos de la paz. ³Soñad ahora con la curación. ⁴Luego, levantaos y dejad atrás todo soñar para siempre. ⁵Sois Aquel a Quien vuestro Padre ama, Aquel que nunca abandonó Su hogar ni vagó por un mundo salvaje con los pies ensangrentados y el corazón endurecido, cerrado al amor que es la verdad en vosotros. ⁶Entregad todos vuestros sueños a Cristo y dejad que Él sea vuestro Guía a la curación y que os conduzca en oración más allá del penoso alcance del mundo.
7. Él viene en Mi lugar y os comunica Mi Palabra. ²Deseo que Mi fatigado Hijo regrese a Mí, y pase de sueños malvados al dulce abrazo del Amor eterno y la perfecta paz. ³Mis Brazos están abiertos para recibir al Hijo que amo, que no sabe que ha sanado ni que sus oraciones jamás han dejado de entonar su jubiloso canto de agradecimiento al unísono con toda la Creación, en la santidad del Amor. ⁴Aquiétate un instante. ⁵Bajo los ásperos y amargos sonidos de lucha y de derrota hay una Voz que te habla de Mí. ⁶Escúchala un instante y te habrás sanado. ⁷Escúchala un instante y te habrás salvado.
8. Ayúdame a despertar a Mis Hijos del sueño de castigo y de una corta vida llena de miedo, que termina tan pronto que bien podría no haber sido nunca. ²En lugar de ello, deja que te recuerde la eternidad, en la que tu dicha aumenta a medida que tu amor se extiende junto con el Mío más allá del infinito, donde el tiempo y la distancia no significan nada. ³Mientras esperas apesadumbrado, la melodía del Cielo está incompleta porque tu canto es parte de la eterna armonía del amor. ⁴Sin ti la Creación no está completa. ⁵Regresa a Mí que nunca abandoné a Mi Hijo. ⁶Escucha, Hijo Mío, tu Padre te llama. ⁷No rehúses escuchar la Llamada del Amor. ⁸No le niegues a Cristo lo que es Suyo. ⁹El Cielo está ahí y el Cielo es tu hogar.
9. La Creación se inclina a través de las barreras del tiempo para liberar al mundo de su pesada carga. ²Elevad vuestros corazones en grata bienvenida a su llegada. ³Ved las sombras desvanecerse calladamente y las espinas desprenderse de la ensangrentada frente de aquel que es el santo Hijo de Dios. ⁴¡Qué hermoso eres, Criatura de la Santidad! ⁵¡Cuán parecido a Mí! ⁶¡Cuán amorosamente te sostengo en Mi Corazón y en Mis Brazos! ⁷¡Cuán querido es para Mí cada regalo que Me has hecho, tú que sanaste a Mi Hijo y lo bajaste de la cruz! ⁸Levántate y deja que te dé las gracias. ⁹Y con Mi gratitud llegará primero el regalo del perdón, y luego, la paz eterna.
10. Devuélveme ahora, pues, tu santa voz. ²El canto de la oración queda en silencia sin ti. ³El universo aguarda tu liberación porque es la suya propia. ⁴Sé bondadoso con él y contigo mismo, y luego sé bondadoso Conmigo. ⁵Sólo te pido una cosa: que halles consuelo y no vivas más en el terror y el dolor. ⁶No abandones el Amor. ⁷Y recuerda esto: sea lo que fuere que pienses acerca de ti mismo, sea lo que fuere que pienses acerca del mundo tu Padre te necesita y te seguirá llamando hasta que por fin regreses a Él en paz.
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