Capítulo 19
LA CONSECUCIÓN DE LA PAZ
Índice del Capítulo (Haz clic para desplegar)
- I. La curación y la fe
- II. El pecado en contraposición al error
- III. La irrealidad del pecado
- IV. Los obstáculos a la paz
- A. El primer obstáculo: El deseo de deshacerte de la paz
- i. La atracción de la culpabilidad
- B. El segundo obstáculo: La creencia de que el cuerpo es valioso...
- i. La atracción del dolor
- C. El tercer obstáculo: La atracción de la muerte
- i. El cuerpo incorruptible
- D. El cuarto obstáculo: El temor a Dios
- i. El descorrimiento del velo
I. La curación y la fe
1. Dijimos anteriormente que cuando una situación se ha dedicado completamente a la verdad, la paz es inevitable. ²Su logro es el criterio por medio del cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue total. ³Mas también hemos dicho que es imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la verdad mediante la fe. ⁴Esta fe abarca a todo aquel que esté involucrado en la situación, pues sólo de esta manera se percibe la situación como significativa y como un todo. ⁵Y todo el mundo tiene que estar involucrado, pues, de no ser así, implicaría que tu fe es limitada y que tu dedicación no es total.
2. Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. ²Y éste se cura porque tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. ³Ves, por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. ⁴Y puesto que la comparte, la ha dado y, así, Él cura a través de ti. ⁵Unirse a Él en un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real porque tú lo completas. ⁶Y esto es la curación. ⁷El cuerpo se cura porque viniste sin él y te uniste a la Mente en la que reside toda curación.
3. El cuerpo no puede curarse porque no puede causarse enfermedades a sí mismo. ²No tiene necesidad de que se le cure. ³El que goce de buena salud o esté enfermo depende enteramente de la forma en que la mente lo perciba y del propósito para el que lo use. ⁴Es obvio que un segmento de la mente puede verse a sí mismo separado del Propósito Universal. ⁵Cuando esto ocurre, el cuerpo se convierte en su arma, que usa contra ese Propósito para demostrar el “hecho” de que la separación tuvo lugar. ⁶De este modo, el cuerpo se convierte en el instrumento de lo ilusorio, actuando en conformidad con ello: viendo lo que no está ahí, oyendo lo que la verdad nunca dijo y comportándose de forma demente, al estar aprisionado por la demencia.
4. No pases por alto nuestra afirmación anterior de que la falta de fe conduce directamente a las ilusiones. ²Pues percibir a un hermano como si fuera un cuerpo es falta de fe, y el cuerpo no puede ser usado para alcanzar la unión. ³Si ves a tu hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una condición en la que unirse a él es imposible. ⁴Tu falta de fe te ha separado de él y os ha privado a ambos de la curación. ⁵De este modo, tu falta de fe en él se ha opuesto al propósito del Espíritu Santo y ha dado lugar a que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. ⁶Y el cuerpo parecerá estar enfermo, pues lo habrás convertido en un “enemigo” de la curación y en lo opuesto a la verdad.
5. No puede ser difícil darse cuenta de que la fe tiene que ser lo opuesto a la falta de fe. ²Mas la diferencia en cómo ambas operan no es tan obvia, aunque se deriva directamente de la diferencia fundamental que existe entre ellas. ³La falta de fe siempre limita y ataca; la fe desvanece toda limitación y brinda plenitud. ⁴La falta de fe siempre destruye y separa; la fe siempre une y sana. ⁵La falta de fe interpone ilusiones entre el Hijo de Dios y su Creador; la fe elimina todos los obstáculos que parecen interponerse entre Ellos. ⁶La falta de fe está totalmente dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la verdad. ⁷Una dedicación parcial es imposible. ⁸La verdad es la ausencia de ilusiones; las ilusiones, la ausencia de la verdad. ⁹Ambas no pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. ¹⁰Dedicarte a ambas es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se intenta alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que se procura encontrar la realidad mediante el ataque. ¹¹La otra parte quiere sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.
6. La transigencia que inevitablemente se hace es creer que el cuerpo, y no la mente, es el que tiene que ser curado. ²Pues este objetivo dividido ha otorgado la misma realidad a ambos, lo cual sería posible sólo si la mente estuviera limitada al cuerpo y dividida en pequeñas partes que aparentan ser íntegras, pero que no están conectadas entre sí. ³Esto no le hará daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema de pensamiento ilusorio. ⁴La mente, pues, es la que tiene necesidad de curación. ⁵Y en ella es donde se encuentra. ⁶Pues Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad ni estableció el remedio donde la enfermedad no puede estar. ⁷La enfermedad y el remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro, reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente, donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. ⁸Mas cuando éstas se llevan ante la verdad y se ve que desde cualquier punto de vista son completamente irreconciliables con ella, se abandonan.
7. No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. ²Esto será así eternamente, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas. ³Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sí, tal como lo está la verdad. ⁴Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de pensamiento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro. ⁵Percebir esto es reconocer dónde se encuentra la separación y dónde debe subsanarse. ⁶El resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. ⁷La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la mente con él. ⁸Tú crees que al ocultar esta conexión estás protegiendo al cuerpo, ya que ocultarla parece mantener tu identificación a salvo del “ataque” de la verdad.
8. ¡Si sólo comprendieras cuánto daño le ha hecho a tu mente este extraño encubrimiento y cuánta confusión te ha causado con respecto a tu Identidad! ²No comprendes la magnitud de la devastación que tu falta de fe ha ocasionado, pues la falta de fe es un ataque que parece estar justificado por sus resultados. ³Pues al negar la fe ves lo que no es digno de ella, y no puedes mirar más allá de esta barrera a lo que se encuentra unido a ti.
9. Tener fe es sanar. ²Es la señal de que has aceptado la Expiación y, por consiguiente, de que deseas compartirla. ³Mediante la fe, ofreces el regalo de liberación del pasado que recibiste. ⁴No te vales de nada que tu hermano haya hecho antes para condenarlo ahora. ⁵Eliges libremente pasar por alto sus errores, al mirar más allá de todas las barreras que hay entre tú y él y veros a los dos cual uno solo. ⁶Y en esa unidad que contemplas, tu fe está plenamente justificada. ⁷La falta de fe nunca está justificada. ⁸La fe, en cambio, siempre lo está.
10. La fe es lo opuesto al miedo y forma parte del amor tal como el miedo forma parte del ataque. ²La fe es el reconocimiento de la unión. ³Es el benévolo reconocimiento de que cada hermano es un Hijo de tu amorosísimo Padre, amado por Él como lo eres tú y, por lo tanto, amado por ti como si fueses tú mismo. ⁴Su Amor es lo que te une a tu hermano, y debido a Su Amor no desearías mantener a nadie excluido del tuyo. ⁵Cada hermano aparece tal como se le percibe en el instante santo, unido a ti en tu propósito de ser liberado de la culpa. ⁶Al ver al Cristo en él, él sana porque contemplas en él lo que hace que tener fe en todos esté justificado eternamente.
11. La fe es el regalo de Dios, a través de Aquel que Él te ha dado. ²La falta de fe contempla al Hijo de Dios y lo juzga indigno de perdón. ³Pero a través de los ojos de la fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y que está libre de toda la culpa que él mismo se echó encima. ⁴La fe lo ve sólo como es ahora porque no se fija en el pasado para juzgarle, sino que únicamente ve en él lo mismo que vería en ti. ⁵No ve a través de los ojos del cuerpo ni recurre a cuerpos para darse validez a sí misma. ⁶La fe es el heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar testigos que den testimonio de su llegada y para devolverte sus mensajes.
12. La fe puede intercambiarse tan fácilmente por el Conocimiento como el mundo real. ²Pues la fe surge de la percepción del Espíritu Santo, y es señal de que compartes esa percepción con Él. ³La fe es un regalo que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo, y es tan aceptable para el Padre como para el Hijo. ⁴Por lo tanto, te lo ofreces a ti mismo. ⁵Tu relación santa, con su nuevo propósito, te ofrece fe para que se la des a tu hermano. ⁶Tu falta de fe os ha separado, y así, no ves tu salvación en él. ⁷La fe, no obstante, os une en la santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo, sino en la visión de Aquel que os unió y en Quien estáis unidos.
13. La gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. ²Y la mente que la percibe mira instantáneamente más allá del cuerpo y ve el santo lugar donde fue curada. ³Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada y donde se encuentra. ⁴Ofrécele, entonces, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. ⁵Y dejad que la gracia os cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.
14. En el instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el Altar que Dios se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. ²Dejad a un lado la falta de fe y venid a Él juntos. ³En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la fe. ⁴Y en Él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar. ⁵Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva el milagro de curación a todos los errores con la misma facilidad. ⁶Pues lo que se les encomienda hacer a los mensajeros del amor ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el Altar desde donde ellos fueron enviados.
15. De la misma manera en que la falta de fe mantendría vuestros míseros reinos yermos y separados, del mismo modo la fe ayudará al Espíritu Santo a preparar el terreno para el santísimo jardín en que Él quiere convertirlo. ²Pues la fe brinda paz, y así, le pide a la verdad que entre y embellezca lo que ya fue preparado para la hermosura. ³La verdad sigue muy cerca a la fe y a la paz y completa el proceso de embellecimiento que ellas comienzan. ⁴Pues la fe sigue siendo una de las metas del aprendizaje, que deja de ser necesaria una vez que la lección se ha aprendido. ⁵La verdad, en cambio, jamás se ausentará.
16. Dedícate, por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello ni a convertirlo en un esclavo del tiempo. ²Pues lo que crees hacerle a lo eterno te lo haces a ti mismo. ³Aquel a quien Dios creó como Su Hijo no es esclavo de nada, pues es señor de todo, junto con su Creador. ⁴Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres y no pueden ser aprisionadas o limitadas en algún modo, excepto por la mente que las concibió. ⁵Pues permanecen unidas a su fuente, que se convierte en su carcelero o en su libertador, según el objetivo que la mente acepte para sí misma.
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II. El pecado en contraposición al error
1. Es esencial que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace que la salvación sea posible. ²Pues el error puede ser corregido, y lo torcido, enderezado. ³Pero el pecado, de ser posible, sería irreversible. ⁴La creencia en el pecado está necesariamente basada en la firme convicción de que son las mentes, y no los cuerpos, las que atacan. ⁵Y así, la mente es culpable y lo será siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella pueda darle la absolución. ⁶El pecado exige castigo del mismo modo en que el error exige corrección, y la creencia de que el castigo es corrección es claramente una locura.
2. El pecado no es un error, pues el pecado comporta una arrogancia que la idea del error no posee. ²Pecar supondría violar la realidad, y lograrlo. ³El pecado es la proclamación de que el ataque es real y de que la culpabilidad está justificada. ⁴Da por sentado que el Hijo de Dios es culpable y que, por lo tanto, ha conseguido perder su inocencia y también convertirse a sí mismo en algo que Dios no creó. ⁵De este modo, la Creación se ve como algo que no es eterno, y la Voluntad de Dios como susceptible de ser atacada y derrotada. ⁶El pecado es la gran ilusión que subyace a toda la grandiosidad del ego. ⁷Pues debido al pecado, Dios Mismo cambia y se le priva de Su Plenitud.
3. El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo. ²Pero no puede pecar. ³No puede hacer nada que en modo alguno altere su realidad o que haga que realmente sea culpable. ⁴Eso es lo que el pecado quisiera hacer, pues ése es su propósito. ⁵Mas a pesar de toda la salvaje demencia inherente a la idea del pecado, éste sigue siendo imposible. ⁶Pues el costo del pecado es la muerte, mas ¿cómo podría perecer lo que es inmortal?
4. Uno de los principales dogmas de la descabellada religión del ego es que el pecado no es un error, sino que es verdad, y que la inocencia es la que pretende engañarnos. ²La pureza se considera arrogancia, y la aceptación de nuestro ser como algo pecaminoso se percibe como santidad. ³Y es esta doctrina la que substituye a la realidad del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó y tal como dispuso que fuera para siempre. ⁴¿Es esto humildad? ⁵¿O es más bien un intento de desgajar a la Creación de la verdad y mantenerla aparte?
5. El ego siempre considerará injustificable cualquier intento de reinterpretar el pecado como un error. ²La idea del pecado es absolutamente sacrosanta en su sistema de pensamiento, y sólo puede abordarse con respeto y temor reverente. ³Es el concepto más “sagrado” del sistema del ego: bello y poderoso, completamente cierto, y protegido a toda costa por cada una de las defensas que el ego tiene a su disposición. ⁴Pues en el pecado radica su “mejor” defensa, a la que todas las demás sirven. ⁵El pecado es su armadura, su protección y el propósito fundamental de la relación especial tal como el ego la interpreta.
6. Puede ciertamente afirmarse que el ego edificó su mundo sobre el pecado. ²Únicamente en un mundo así podría ser todo a la inversa. ³Ésta es la extraña ilusión que hace que las nubes de la culpabilidad parezcan densas e impenetrables. ⁴La solidez que los cimientos de este mundo parecen tener descansa en ello. ⁵Pues el pecado ha hecho que la Creación, de ser una Idea de Dios, pase a ser un ideal del ego: un mundo que él rige, compuesto de cuerpos inconscientes y capaces de caer presa de la corrupción y decadencia más absolutas. ⁶Si esto es un error, la verdad puede des-hacerlo fácilmente, ⁷pues todo error puede ser corregido sólo con que se le permita a la verdad juzgarlo. ⁸Pero si al error se le otorga el rango de verdad, ¿ante qué se podría llevar? ⁹La “santidad” del pecado se mantiene intacta debido únicamente a este extraño mecanismo. ¹⁰Si el pecado fuera verdad, sería inviolable, y todo se llevaría ante él para ser juzgado. ¹¹Mas si es un error, es él el que tiene que ser llevado ante la verdad. ¹²Es imposible tener fe en el pecado, pues el pecado es falta de fe. ¹³Mas es posible tener fe en el hecho de que cualquier error puede ser corregido.
7. No hay un solo baluarte en toda la ciudadela fortificada del ego más celosamente defendido que la idea de que el pecado es real y de que es la expresión natural de lo que el Hijo de Dios ha hecho de sí mismo y de lo que es. ²Para el ego eso no es un error. ³Pues ésa es su realidad: la “verdad” de la que nunca se podrá escapar. ⁴Ése es su pasado, su presente y su futuro. ⁵Pues de alguna manera el Hijo se las ha arreglado para corromper a su Padre y hacerle cambiar de parecer por completo. ⁶”¡Llora, pues, la muerte de Dios, a Quien el pecado asesinó!” ⁷Éste sería el deseo del ego, que en su demencia cree haberlo logrado.
8. ¿No preferirías que todo esto no fuera más que una equivocación, completamente corregible, y de la que fuera tan fácil escapar que rectificarla totalmente sería tan sencillo como atravesar la neblina y llegar hasta el sol? ²Pues eso es todo lo que es. ³Quizá te sientas tentado de coincidir con el ego en que es mucho mejor ser pecador que estar equivocado. ⁴Mas piensa detenidamente antes de permitirte a ti mismo tomar esa decisión. ⁵No la tomes a la ligera, pues es la elección entre el Cielo y el infierno.
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III. La irrealidad del pecado
1. La atracción de la culpabilidad reside en el pecado, no en el error. ²El pecado volverá a repetirse por razón de esta atracción. ³El miedo puede hacerse tan agudo que al pecado se le niega su expresión. ⁴Pero mientras la culpabilidad continúe siendo atractiva, la mente sufrirá y no abandonará la idea del pecado. ⁵Pues la culpa todavía la llama; y la mente la oye y la desea ardientemente y se deja cautivar voluntariamente por su enfermiza atracción. ⁶El pecado es una idea de perversidad que no puede ser corregida, pero que, sin embargo, será siempre deseable. ⁷Al ser parte esencial de lo que el ego cree que eres, siempre la desearás. ⁸Y sólo un vengador, con una mente diferente de la tuya, podría acabar con ella valiéndose del miedo.
2. El ego no cree que sea posible que lo que realmente invoca el pecado es al amor, y no al miedo, y que el amor siempre responde. ²Pues el ego lleva el pecado ante el miedo, exigiendo castigo. ³Mas el castigo no es sino otra forma de proteger la culpa, pues lo que merece castigo tuvo que haber sucedido realmente. ⁴El castigo es siempre el gran protector del pecado, al que trata con respeto y a quien honra por su perversidad. ⁵Lo que clama por castigo, tiene que ser verdad. ⁶Y lo que es verdad no puede sino ser eterno, y seguirá repitiéndose sin cesar. ⁷Pues deseas lo que consideras real y no lo abandonas.
3. Un error, en cambio, no ejerce atracción. ²Lo que ves claramente como una equivocación deseas que se corrija. ³A veces un pecado se comete una y otra vez, con resultados obviamente angustiosos, pero sin perder su atractivo. ⁴Mas de pronto cambias su condición, de modo que de ser un pecado pase a ser simplemente un error. ⁵Ahora ya no lo seguirás cometiendo; simplemente no lo volverás a hacer y te desprenderás de él, a menos que todavía te sigas sintiendo culpable. ⁶Y en ese caso no harás sino cambiar una forma de pecado por otra, reconociendo que era un error, pero impidiendo su corrección. ⁷Eso no supone realmente un cambio en tu percepción, pues es el pecado, y no el error, el que exige castigo.
4. El Espíritu Santo no puede castigar el pecado. ²Reconoce los errores y Su deseo es corregirlos tal como Dios le encargó que hiciera. ³Pero no conoce el pecado ni tampoco puede ver errores que no puedan ser corregidos. ⁴Pues la idea de un error incorregible no tiene sentido para Él. ⁵Lo único que el error pide es corrección, y eso es todo. ⁶Lo que pide castigo no está realmente pidiendo nada. ⁷Todo error es necesariamente una petición de amor. ⁸¿Qué es, entonces, el pecado? ⁹¿Qué otra cosa podría ser sino una equivocación que quieres mantener oculta, una petición de ayuda que no quieres que sea oída y que, por ende, se queda sin contestar?
5. En el tiempo, el Espíritu Santo ve claramente que el Hijo de Dios puede cometer errores. ²En esto compartes Su visión. ³Mas no compartes Su criterio con respecto a la diferencia que existe entre el tiempo y la eternidad. ⁴Y cuando la corrección se completa, el tiempo se convierte en eternidad. ⁵El Espíritu Santo puede enseñarte a ver el tiempo de manera diferente y a ver más allá de él, pero no podrá hacerlo mientras sigas creyendo en el pecado. ⁶En el error puedes creer, pues éste puede ser corregido por la mente. ⁷Pero el pecado es la creencia de que tu percepción es inalterable y de que la mente tiene que aceptar como verdadero lo que le dicta la percepción. ⁸Si la mente no obedece, se la juzga como desquiciada. ⁹De ese modo la mente, que es el único poder que podría cambiar la percepción, se mantiene en un estado de impotencia y restringida al cuerpo por miedo al cambio de percepción que su Maestro, que es uno con ella, le brindaría.
6. Cuando te sientas tentado de pensar que el pecado es real, recuerda esto: si el pecado es real, ni tú ni Dios lo sois. ²Si la Creación es extensión, el Creador tiene que haberse extendido a Sí Mismo; y es imposible que lo que forma parte de Él sea completamente diferente del resto. ³Si el pecado es real, Dios no puede sino estar en pugna Consigo Mismo. ⁴Tiene que estar dividido, debatiéndose entre el bien y el mal; ser en parte cuerdo y en parte demente. ⁵Pues tiene que haber creado aquello que quiere destruirlo y que tiene el poder de hacerlo. ⁶¿No sería más fácil creer que has estado equivocado que creer eso?
7. Mientras creas que tu realidad o la de tu hermano está limitada a un cuerpo, seguirás creyendo en el pecado. ²Mientras creas que los cuerpos se pueden unir, seguirás encontrando atractiva a la culpa y considerando el pecado como algo de inestimable valor. ³Pues la creencia de que los cuerpos limitan a la mente conduce a una percepción del mundo en la que la prueba de la separación parece abundar por todas partes. ⁴De este modo, Dios y Su Creación parecen estar separados y haber sido derrocados. ⁵Pues el pecado demostraría que lo que Dios creó santo no puede prevalecer contra él ni seguir siendo lo que es ante su poderío. ⁶Al pecado se le percibe como algo más poderoso que Dios, ante el cual Dios Mismo se tiene que postrar y ofrecer Su Creación a Su conquistador. ⁷¿Es esto humildad o demencia?
8. Si el pecado es real, tiene que estar permanentemente excluido de cualquier esperanza de curación. ²Pues en ese caso habría un poder que transcendería al de Dios, un poder capaz de fabricar otra voluntad que puede atacar y derrotar Su Voluntad, así como conferirle a Su Hijo una voluntad distinta de la Suya y más fuerte. ³Y cada parte fragmentada de la Creación de Dios tendría una voluntad diferente, opuesta a la Suya, y en eterna oposición a Él y a las demás. ⁴Tu relación santa tiene ahora como propósito la meta de demostrar que eso es imposible. ⁵El Cielo le ha sonreído, y en su sonrisa de amor la creencia en el pecado ha sido erradicada. ⁶Todavía lo ves porque no te das cuenta de que sus cimientos han desaparecido. ⁷Su fuente ya ha sido eliminada, y sólo puedes abrigarlo por un breve período de tiempo antes de que desaparezca del todo. ⁸Lo único que queda es el hábito de buscarlo.
9. Sin embargo, al contemplar el pecado con la sonrisa del Cielo en tus labios y con la bendición del Cielo en tu mirada, ²no seguirás viéndolo por mucho más tiempo. ³Pues en la nueva percepción, la mente lo corrige cuando parece presentarse y se vuelve invisible. ⁴Los errores se reconocen de inmediato y se llevan enseguida ante la corrección para que sean subsanados, no ocultados. ⁵Serás curado del pecado y de todas sus atrocidades en el instante en que dejes de conferirle poder sobre tu hermano. ⁶Y lo ayudarás a superar sus errores al liberarlo jubilosamente de la creencia en el pecado.
10. En el instante santo verás refulgir la sonrisa del Cielo sobre ti y sobre tu hermano. ²Y derramarás luz sobre él, en jubiloso reconocimiento de la gracia que se te ha concedido. ³Pues el pecado no puede prevalecer contra una unión que el Cielo ve con beneplácito. ⁴Tu percepción sanó en el instante santo que el Cielo te concedió. ⁵Olvídate de lo que has visto y eleva tus ojos con fe hacia lo que ahora puedes ver. ⁶Las barreras que impiden el paso al Cielo desaparecerán ante tu santa mirada, pues a ti que eras ciego se te ha concedido la visión y ahora puedes ver. ⁷No busques lo que ha sido eliminado, sino la gloria que ha sido restituida para que la veas.
11. Mira a tu Redentor y contempla lo que Él quiere que veas en tu hermano, y no permitas que el pecado se alce nuevamente y ciegue tus ojos. ²Pues el pecado te mantendría separado de él, pero tu Redentor quiere que veas a tu hermano como a ti mismo. ³Vuestra relación es ahora un templo de curación, un lugar donde todos los que están fatigados pueden venir a descansar. ⁴En ella se encuentra el descanso que les espera a todos después de la jornada. ⁵Y gracias a vuestra relación todos ellos se encuentran más cerca de ese descanso.
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IV. Los obstáculos a la paz
1. A medida que la paz comience a extenderse desde lo más profundo de tu ser para abarcar a toda la Filiación y ofrecerle descanso, se topará con muchos obstáculos. ²Algunos de ellos los tratarás de imponer tú. ³Otros parecerán provenir de otras partes: de tus hermanos o de diversos aspectos del mundo externo. ⁴La paz, no obstante, los envolverá dulcemente a todos, extendiéndose más allá de ellos sin obstrucción alguna. ⁵La extensión del propósito del Espíritu Santo desde tu relación a otras personas para incluirlas amorosamente dentro de ella, es la manera en que Él armonizará medios y fin. ⁶La paz que Él ha depositado muy hondo dentro de ti y de tu hermano, se extenderá quedamente a cada aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante felicidad y con la sosegada certeza de que gozáis de absoluta protección. ⁷Y vosotros llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel que se acerque a vuestro templo, donde la curación le espera. ⁸No tendréis que esperar para darle esto, pues lo llamaréis y él os responderá, reconociendo en vuestra llamada la Llamada a Dios. ⁹Y vosotros lo albergaréis y le daréis descanso tal como se os dio a vosotros.
2. Harás todo esto. ²Para lograrlo, no obstante, la paz que ya mora en lo más profundo de tu ser debe primero expandirse y transponer los obstáculos que situaste ante ella. ³Esto es lo que harás, pues nada que se emprenda con el Espíritu Santo queda inconcluso. ⁴No puedes estar seguro de nada de lo que ves fuera de ti, pero de esto sí puedes estar seguro: el Espíritu Santo te pide que le ofrezcas un lugar de reposo donde puedas descansar en Él. ⁵Él te contestó y entró a formar parte de vuestra relación. ⁶¿No te gustaría corresponder a Su gracia y entablar una relación con Él? ⁷Pues fue Él Quien le confirió a tu relación el regalo de la santidad, sin la cual te habría resultado eternamente imposible apreciar a tu hermano.
3. Él sólo te pide que aceptes por Él la gratitud que le debes. ²Y cuando contemplas a tu hermano con tierna benevolencia, lo estás contemplando a Él. ³Pues estás mirando allí donde Él está, y no donde no está. ⁴No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver a tus hermanos correctamente. ⁵Y la luz en ellos te mostrará todo lo que necesites ver. ⁶Cuando la paz que mora en ti se haya extendido hasta abarcar a todo el mundo, la función del Espíritu Santo aquí se habrá consumado. ⁷¿Qué necesidad habrá de ver entonces? ⁸Cuando Dios Mismo haya dado el paso final, el Espíritu Santo reunirá todas las gracias que le hayas dado y toda la gratitud que le hayas ofrecido, y las depositará dulcemente ante Su Creador en Nombre de Su santísimo Hijo. ⁹Y el Padre las aceptará en Su Nombre. ¹⁰¿Qué necesidad hay de ver en presencia de Su Gratitud?
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A. El primer obstáculo:
El deseo de deshacerte de la paz
1. El primer obstáculo que la paz debe salvar es tu deseo de deshacerte de ella. ²Pues no puede extenderse a menos que la conserves. ³Tú eres el centro desde donde ella irradia hacia fuera, para invitar a otros a entrar. ⁴Eres su hogar: su tranquila morada desde donde se extiende serenamente hacia el exterior, aunque sin abandonarte jamás. ⁵Si la dejaras sin hogar, ¿cómo podría entonces morar dentro del Hijo de Dios? ⁶Si la paz se ha de diseminar por toda la Creación, tiene que empezar contigo y desde ti extenderse a cada hermano que llame, y de este modo llevarle descanso por haberse unido a ti.
2. ¿Por qué querrías dejar a la paz sin hogar? ²¿Qué es lo que crees que tendría que desalojar para poder morar contigo? ³¿Cuál parece ser el costo que tanto te resistes a pagar? ⁴La pequeña barrera de arena todavía se interpone entre tu hermano y tú. ⁵¿La reforzarías ahora? ⁶No se te pide que la abandones sólo para ti. ⁷Cristo te lo pide para Sí Mismo. ⁸Él quiere llevar paz a todo el mundo, mas ¿cómo lo podría hacer sino a través de ti? ⁹¿Dejarías que un pequeño banco de arena, un muro de polvo, una aparente y diminuta barrera se interpusiera entre tus hermanos y la salvación? ¹⁰Sin embargo, este diminuto residuo de ataque que todavía tienes en tanta estima para poder usarlo contra tu hermano, es el primer obstáculo con el que la paz que mora en ti se topa en su expansión. ¹¹Este pequeño muro de odio todavía quiere oponerse a la Voluntad de Dios y mantenerla limitada.
3. El propósito del Espíritu Santo se encuentra en paz dentro de ti. ²Pero aún no estás dispuesto a dejar que se una a ti completamente. ³Todavía te opones un poco a la Voluntad de Dios. ⁴Y esa pequeña oposición es un límite que quieres imponerle a toda ella. ⁵La Voluntad de Dios es una sola, no muchas. ⁶No tiene opuestos, pues aparte de ella no hay ninguna otra. ⁷Lo que todavía quieres conservar detrás de tu pequeña barrera y mantener separado de tu hermano parece ser más poderoso que el universo, pues da la impresión de restringir a éste y a su Creador. ⁸Y lo que este pequeño muro pretende es nublar el propósito del Cielo y mantenerlo oculto de él.
4. ¿Rechazarías la salvación que te ofrece el dador de la salvación? ²Pues eso es lo que estás haciendo. ³De la misma manera en que la paz no podría alejarse de Dios, tampoco podría alejarse de ti. ⁴No tengas miedo de este pequeño obstáculo, ⁵pues no puede frenar la Voluntad de Dios. ⁶La paz fluirá a través de él y se unirá a ti sin impedimentos. ⁷No se te puede negar la salvación. ⁸Es tu meta. ⁹Aparte de eso no hay nada más que elegir. ¹⁰No tienes ninguna meta aparte de la de unirte a tu hermano ni ninguna aparte de aquella que le pediste al Espíritu Santo que compartiera contigo. ¹¹El pequeño muro se derrumbará silenciosamente bajo las alas de la paz. ¹²Pues la paz enviará a sus mensajeros desde ti a todo el mundo, y las barreras se derrumbarán ante su llegada con la misma facilidad con la que superará aquellas que tú interpongas.
5. Vencer al mundo no es más difícil que superar tu pequeño muro. ²Pues en el milagro de tu relación santa—una vez libre de esa barrera—se encuentran todos los milagros. ³No hay grados de dificultad en los milagros, pues todos ellos son el mismo. ⁴Cada uno supone una dulce victoria de la atracción del amor sobre la atracción de la culpabilidad. ⁵¿Cómo no iba a poder lograrse esto dondequiera que se emprendiera? ⁶La culpa no puede levantar barreras reales contra ello. ⁷Y todo lo que parece interponerse entre tu hermano y tú tiene que desaparecer por razón de la llamada que contestaste. ⁸Desde ti que respondiste, Aquel que te contestó quisiera llamar a otros. ⁹Su hogar reside en tu relación santa. ¹⁰No trates de interponerte entre Él y Su santo propósito, pues es también el tuyo. ¹¹Permítele, en cambio, que extienda dulcemente el milagro de vuestra relación a todos los que están incluidos en dicho milagro tal como fue concedido.
6. Reina un silencio en el Cielo, una feliz expectativa, un pequeño respiro lleno de júbilo en reconocimiento del final de la jornada. ²Pues el Cielo te conoce bien, tal como tú lo conoces a él. ³Ninguna ilusión se interpone ahora entre tu hermano y tú. ⁴No pongas tu atención en el pequeño muro de sombras. ⁵El sol se ha elevado por encima de él. ⁶¿Cómo iba a poder una sombra impedir que vieses el sol? ⁷De igual modo, las sombras tampoco pueden ocultar de ti la luz en la que a las ilusiones les llega su fin. ⁸Todo milagro no es más que el final de una ilusión. ⁹Tal fue la jornada; tal su final. ¹⁰Y en la meta de la verdad que aceptaste, a todas las ilusiones les llegará su fin.
7. El insignificante y demente deseo de deshacerte de Aquel que invitaste y expulsarlo, no puede sino generar conflicto. ²A medida que contemplas el mundo, ese insignificante deseo, desarraigado y flotando a la deriva, puede posarse brevemente sobre cualquier cosa, pues ahora no tiene ningún propósito. ³Antes de que el Espíritu Santo entrara a morar contigo parecía tener un magno objetivo: la dedicación fija e inalterable al pecado y a sus resultados. ⁴Ahora deambula sin rumbo, vagando a la deriva, causando tan sólo pequeñas interrupciones en la llamada del amor.
8. Este minúsculo deseo, esta diminuta ilusión, este residuo microscópico de la creencia en el pecado, es todo lo que queda de lo que en un tiempo pareció ser el mundo. ²Ya no es una inexorable barrera a la paz. ³Su vano deambular hace que sus resultados parezcan ser más erráticos e impredecibles que antes. ⁴Sin embargo, ¿qué podría ser más inestable que un sistema ilusorio rígidamente organizado? ⁵Su aparente estabilidad no es otra cosa que la debilidad que lo envuelve, la cual lo abarca todo. ⁶La variabilidad que el pequeño residuo produce indica simplemente cuán limitados son sus resultados.
9. ¿Cuán poderosa puede ser una diminuta pluma ante las inmensas alas de la verdad? ²¿Podría acaso oponerse al vuelo de un águila o impedir el avance del verano? ³¿Podría interferir en los efectos que el sol veraniego produciría sobre un jardín cubierto de nieve? ⁴Ve con cuánta facilidad se puede levantar y transportar este pequeño vestigio para no volver jamás. ⁵Despídete de él con alegría, no con pesar, ⁶pues de por sí no es nada ni significaba nada cuando la fe que tenías en su protección era mayor. ⁷¿No preferirías darle la bienvenida al cálido sol veraniego en lugar de poner tu atención en un copo de nieve que está derritiéndose y tiritar al acordarte del frío invernal?
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i. La atracción de la culpabilidad
10. La atracción de la culpabilidad hace que se le tenga miedo al amor, pues el amor nunca se fijaría en la culpabilidad en absoluto. ²La naturaleza del amor es contemplar solamente la verdad—donde se ve a sí mismo —y fundirse con ella en santa unión y en compleción. ³De la misma forma en que el amor no puede sino mirar más allá del miedo, así el miedo no puede ver el amor. ⁴Pues en el amor reside el fin de la culpa tan inequívocamente como que el miedo depende de ella. ⁵El amor sólo se siente atraído por el Amor. ⁶Al pasar por alto completamente a la culpa, el amor no ve el miedo. ⁷Al estar totalmente desprovisto de ataque es imposible que pueda temer. ⁸El miedo se siente atraído por lo que el amor no ve, y ambos creen que lo que el otro ve no existe. ⁹El miedo contempla la culpabilidad con la misma devoción con la que el amor se contempla a sí mismo. ¹⁰Y cada uno de ellos envía sus mensajeros, que retornan con mensajes escritos en el mismo lenguaje que se utilizó al enviarlos.
11. El amor envía a sus mensajeros tiernamente, y éstos retornan con mensajes de amor y de ternura. ²A los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que vayan en busca de culpa y que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte, y que los depositen ante su señor y amo respetuosamente. ³La percepción no puede obedecer a dos amos que piden distintos mensajes en lenguajes diferentes. ⁴El amor pasa por alto aquello en lo que el miedo se cebaría. ⁵Lo que el miedo exige, el amor ni siquiera lo puede ver. ⁶La intensa atracción que la culpabilidad siente por el miedo está completamente ausente de la tierna percepción del amor. ⁷Lo que el amor contempla no significa nada para el miedo y es completamente invisible.
12. Las relaciones que se entablan en este mundo son el resultado de cómo se ve el mundo. ²Y esto depende de la emoción a la que se pidió que enviara sus mensajeros para que lo contemplaran y regresaran trayendo noticias de lo que vieron. ³A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el terror, y tiemblan cuando su amo los llama para que le sirvan. ⁴Pues el miedo no tiene compasión ni siquiera con sus amigos. ⁵Sus mensajeros saquean culpablemente todo cuanto pueden en su desesperada búsqueda de culpa, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie, instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo que le llevan. ⁶Ni el más leve atisbo de culpabilidad se escapa de sus ojos hambrientos. ⁷Y en su despiadada búsqueda de pecados se abalanzan sobre cualquier ser vivo que vean, y dando chillidos se lo llevan a su amo para que lo devore.
13. No envíes al mundo a esos crueles mensajeros para que se den un banquete con él y se ceben en la realidad. ²Pues te traerán noticias de carne, pellejo y huesos. ³Se les ha enseñado a buscar lo corruptible y a retornar con los buches repletos de cosas podridas y descompuestas. ⁴Para ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del hambre. ⁵Pues el dolor del miedo los pone frenéticos, y para evitar el castigo de aquel que los envía, le ofrecen lo que tienen en gran estima.
14. El Espíritu Santo te ha dado los mensajeros del amor para que los envíes en lugar de aquellos que adiestraste mediante el terror. ²Están tan ansiosos de devolverte lo que tienen en gran estima como los otros. ³Si los envías, sólo verán lo bello y lo puro, lo tierno y lo bondadoso. ⁴Tendrán el mismo cuidado de que no se les escape ningún acto de caridad, ninguna ínfima expresión de perdón ni ningún hálito de amor. ⁵Y retornarán con todas las cosas bellas que encuentren para compartirlas amorosamente contigo. ⁶No tengas miedo de ellos. ⁷Te ofrecen la salvación. ⁸Sus mensajes son mensajes de seguridad, pues ven el mundo como un lugar bondadoso.
15. Si envías únicamente los mensajeros que el Espíritu Santo te da, sin desear otros mensajes que los suyos, nunca más verás el miedo. ²El mundo quedará transformado ante tu mirada, limpio de toda culpa y teñido de una suave pincelada de belleza. ³No hay ningún miedo en el mundo que tú mismo no hayas sembrado en él. ⁴Ni ninguno que puedas seguir viendo después de pedirles a los mensajeros del amor que lo desvanezcan. ⁵El Espíritu Santo te ha dado Sus mensajeros para que se los envíes a tu hermano y para que retornen a ti con lo que el amor ve. ⁶Se te han dado para reemplazar a los hambrientos perros del miedo que enviabas en su lugar. ⁷Y marchan adelante para dar a conocer que el fin del miedo ha llegado.
16. El amor también quiere desplegar ante ti un festín sobre una mesa cubierta con un mantel inmaculado, en un plácido jardín donde sólo se oye un cántico angelical y un suave y feliz murmullo. ²Es éste un banquete en honor de tu relación santa, en el que todo el mundo es un invitado de honor. ³Y en un instante santo todos bendecís la mesa de comunión juntos, al uniros fraternalmente ante ella. ⁴Yo me uniré a vosotros ahí, tal como lo prometí hace mucho tiempo y como todavía lo sigo prometiendo. ⁵Pues en vuestra nueva relación se me da la bienvenida. ⁶Y donde se me da la bienvenida allí estoy.
17. Se me da la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que finalmente me has perdonado. ²Pues me convertí en el símbolo de tu pecado, y por esa razón tuve que morir en tu lugar. ³Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. ⁴Se considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue asesinado en tu lugar. ⁵Mas ¿iba acaso a ofrecerte mi cuerpo a ti a quien amo, sabiendo lo insignificante que es? ⁶¿O, por el contrario, te enseñaría que los cuerpos no nos pueden separar? ⁷Mi cuerpo no fue más valioso que el tuyo; ni fue tampoco un mejor instrumento para comunicar lo que es la salvación, si bien no su Fuente. ⁸Nadie puede morir por otro, y la muerte no expía los pecados. ⁹Pero puedes vivir para demostrar que la muerte no es real. ¹⁰El cuerpo ciertamente parecerá ser el símbolo del pecado mientras creas que puede proporcionarte lo que deseas. ¹¹Y mientras creas que puede darte placer, creerás también que puede causarte dolor. ¹²Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo; y limitar la felicidad de la que podrías gozar es recurrir al dolor para que llene tus escasas reservas y haga tu vida más plena. ¹³Esto es compleción tal como el ego lo entiende. ¹⁴Pues la culpa se infiltra subrepticiamente allí donde se ha desplazado a la felicidad y la substituye. ¹⁵La comunión es otra forma de compleción, que se extiende más allá de la culpa porque se extiende más allá del cuerpo.
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B. El segundo obstáculo:
La creencia de que el cuerpo es valioso por razón de lo que ofrece
1. Dijimos que el primer obstáculo que la paz tiene que superar es tu deseo de deshacerte de ella. ²Allí donde la atracción de la culpabilidad impera, no se desea la paz. ³El segundo obstáculo que la paz tiene que superar, el cual está estrechamente vinculado al primero, es la creencia de que el cuerpo es valioso por razón de lo que ofrece. ⁴Pues aquí la atracción de la culpabilidad se pone de manifiesto en el cuerpo y se ve en él.
2. Ése es el tesoro que crees que la paz te arrebataría. ²De esto es de lo que crees que te despojaría, dejándote sin hogar. ³Y ésta es la razón por la que le negarías a la paz un hogar. ⁴Consideras que ello supone un “sacrificio” enorme, y que se te está pidiendo demasiado. ⁵Mas ¿se trata realmente de un sacrificio o de una liberación? ⁶¿Qué te ha dado realmente el cuerpo que justifique tu extraña creencia de que la salvación radica en él? ⁷¿No te das cuenta de que eso es la creencia en la muerte? ⁸En esto es en lo que se centra la percepción según la cual la Expiación es un asesinato. ⁹He aquí la fuente de la idea de que el amor es miedo.
3. A los mensajeros del Espíritu Santo se les envía mucho más allá del cuerpo, para que exhorten a la mente a unirse en santa comunión y a estar en paz. ²Tal es el mensaje que yo les di para ti. ³Sólo los mensajeros del miedo ven el cuerpo, pues van en busca de lo que puede sufrir. ⁴¿Es acaso un sacrificio que se le aparte a uno de lo que puede sufrir? ⁵El Espíritu Santo no te exige que sacrifiques la esperanza de obtener placer a través del cuerpo, pues no hay esperanza alguna de que el cuerpo te pueda proporcionar placer. ⁶Pero tampoco puede hacer que tengas miedo del dolor. ⁷El dolor es el único “sacrificio” que el Espíritu Santo te pide y lo que quiere eliminar.
4. La paz se extiende desde ti únicamente hasta lo eterno, y lo hace desde lo eterno en ti. ²Fluye a través de todo lo demás. ³El segundo obstáculo no es más impenetrable que el primero, ⁴pues tú no quieres ni deshacerte de la paz ni limitarla. ⁵¿Qué otra cosa pueden ser esos obstáculos que quieres interponer entre la paz y su avance, sino barreras que sitúas entre tu voluntad y su logro? ⁶Deseas la comunión, no el festín del miedo. ⁷Deseas la salvación, no el dolor de la culpa. ⁸Y deseas tener por morada a tu Padre y no a una mísera choza de barro. ⁹En tu relación santa se encuentra el Hijo de tu Padre, ¹⁰el cual nunca ha dejado de estar en comunión con Él ni consigo mismo. ¹¹Cuando acordaste unirte a tu hermano reconociste esto. ¹²Reconocer eso no te cuesta nada, sino que te libera de tener que hacer cualquier clase de pago.
5. Has pagado un precio exorbitante por tus ilusiones, y nada de eso por lo que tanto has pagado te ha brindado paz. ²¿No te alegra saber que el Cielo no puede ser sacrificado y que no se te puede pedir ningún sacrificio? ³No puedes interponer ningún obstáculo en nuestra unión, pues yo ya formo parte de tu relación santa. ⁴Juntos superaremos cualquier obstáculo, pues nos encontramos ya dentro del portal, no fuera. ⁵¡Cuán fácilmente se abren las puertas desde dentro, dando paso a la paz para que bendiga a un mundo agotado! ⁶¿Cómo iba a sernos difícil pasar de largo las barreras cuando te has unido a lo ilimitado? ⁷En tus manos está poner fin a la culpa. ⁸¿Te detendrías ahora a buscar culpabilidad en tu hermano?
6. Deja que yo sea para ti el símbolo del fin de la culpa, y contempla a tu hermano como me contemplarías a mí. ²Perdóname por todos los pecados que crees que el Hijo de Dios cometió. ³Y a la luz de tu perdón él recordará Quién es y se olvidará de lo que nunca fue. ⁴Te pido perdón, pues si tú eres culpable, también lo tengo que ser yo. ⁵Mas si yo superé la culpa y vencí al mundo, tú estabas conmigo. ⁶¿Qué quieres ver en mí, el símbolo de la culpa o el del fin de ésta? ⁷Pues recuerda que lo que yo signifique para ti es lo que verás dentro de ti mismo.
7. Desde tu relación santa la verdad proclama la verdad y el amor se contempla a sí mismo. ²La salvación fluye desde lo más profundo del hogar que nos ofrecisteis a mi Padre y a mí. ³Y allí estamos juntos, en la serena comunión en la que el Padre y el Hijo están unidos. ⁴¡Venid, oh fieles, a la santa unión del Padre y del Hijo en vosotros! ⁵Y no os mantengáis aparte de lo que se os ofrece como muestra de agradecimiento por haberle dado a la paz su hogar en el Cielo. ⁶Llevad a todo el mundo el jubiloso mensaje del fin de la culpa, y todo el mundo contestará. ⁷Piensa en lo feliz que te sentirás cuando todos den testimonio del fin del pecado y te muestren que el poder de éste ha desaparecido para siempre. ⁸¿Dónde puede seguir habiendo culpabilidad una vez que la creencia en el pecado ha desaparecido? ⁹¿Y dónde está la muerte, una vez que se ha dejado de oír para siempre a su gran defensor?
8. Perdóname por tus ilusiones y libérame del castigo que me quieres imponer por lo que no hice. ²Y al enseñarle a tu hermano a ser libre, aprenderás lo que es la libertad que yo enseñé y, por lo tanto, me liberarás. ³Formo parte de tu relación santa, sin embargo, preferirías aprisionarme tras los obstáculos que interpones a la libertad e impedirme llegar hasta ti. ⁴Mas no es posible mantener alejado a Uno que ya está ahí. ⁵Y en Él se hace posible que nuestra comunión, en la que ya estamos unidos, sea el foco de la nueva percepción que derramará la luz que reside en ti por todo el mundo.
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i. La atracción del dolor
9. Tu pequeño papel consiste únicamente en entregarle al Espíritu Santo la idea del sacrificio en su totalidad ²y aceptar la paz que Él te ofrece a cambio sin imponer ningún límite que impida su extensión, lo cual limitaría tu conciencia de ella. ³Pues lo que Él otorga tiene que extenderse si quieres disponer de su poder ilimitado y utilizarlo para liberar al Hijo de Dios. ⁴No es de este poder de lo que quieres deshacerte y, puesto que ya dispones de él, no puedes limitarlo. ⁵Si la paz no tiene hogar, tampoco lo tenemos ni tú ni yo. ⁶Y Aquel que es nuestro hogar se queda sin hogar junto con nosotros. ⁷¿Es eso lo que quieres? ⁸¿Deseas ser un eterno vagabundo en busca de paz? ⁹¿Pondrías tus esperanzas de paz y felicidad en lo que no puede sino fracasar?
10. Tener fe en lo eterno está siempre justificado, pues lo eterno es siempre benévolo, infinitamente paciente y completamente amoroso. ²Te aceptará totalmente y te colmará de paz. ³Pero sólo se puede unir a lo que ya está en paz dentro de ti, que es tan inmortal como lo es lo eterno. ⁴El cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegría ni dolor. ⁵Es un medio, no un fin. ⁶De por sí no tiene ningún propósito, sino sólo el que se le atribuye. ⁷El cuerpo parecerá ser aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes. ⁸Sólo la mente puede fijar propósitos y sólo la mente puede discernir los medios necesarios para su logro, así como justificar su uso. ⁹Tanto la paz como la culpabilidad son estados mentales que se pueden alcanzar. ¹⁰Y esos estados son el hogar de la emoción que los suscita, que, por consiguiente, es compatible con ellos.
11. Examina, entonces, qué es lo que es compatible contigo. ²Ésta es la elección que tienes ante ti, y es una elección libre. ³Y todo lo que radica en ella vendrá con ella, y lo que crees ser jamás puede estar separado de ella. ⁴El cuerpo aparenta ser el gran traidor de la fe. ⁵En él residen la desilusión y las semillas de la falta de fe, mas sólo si le pides lo que no puede dar. ⁶¿Puede acaso ser tu error causa razonable para la depresión, la desilusión y el ataque como represalia contra lo que crees que te ha fallado? ⁷No uses tu error para justificar tu falta de fe. ⁸No has pecado, pero te has equivocado con respecto a lo que significa tener fe. ⁹Mas la corrección de tu error te dará motivos para tener fe.
12. Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. ²Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado. ³En realidad no es punitiva en absoluto. ⁴Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor. ⁵Pues le abre las puertas al miedo, haciendo que se convierta en tu propósito. ⁶La atracción de la culpabilidad no puede sino entrar con él, y cualquier cosa que el miedo le ordene hacer al cuerpo es, por lo tanto, dolorosa. ⁷El cuerpo compartirá el dolor de todas las ilusiones, y la ilusión de placer se experimentará como dolor.
13. ¿No es acaso esto inevitable? ²El cuerpo, a las órdenes del miedo, irá en busca de culpa y servirá a su amo, cuya atracción por la culpabilidad mantiene intacta toda la ilusión de su existencia. ³En esto consiste, pues, la atracción del dolor. ⁴Regido por esta percepción, el cuerpo se convierte en el siervo del dolor, lo persigue con un gran sentido del deber y acata la idea de que el dolor es placer. ⁵Ésta es la idea que subyace a la excesiva importancia que el ego le atribuye al cuerpo. ⁶Y mantiene oculta esta relación demente, si bien, se nutre de ella. ⁷A ti te enseña que el placer corporal es felicidad. ⁸Mas a sí mismo se susurra: “Es la muerte”.
14. ¿Por qué razón es el cuerpo tan importante para ti? ²Aquello de lo que se compone ciertamente no es valioso. ³Y es igualmente cierto que no puede sentir nada. ⁴Te transmite las sensaciones que tú deseas. ⁵Pues el cuerpo, al igual que cualquier otro medio de comunicación, recibe y transmite los mensajes que se le dan. ⁶Pero éstos le son completamente indiferentes. ⁷Todos los sentimientos con los que se revisten dichos mensajes los proporcionan el emisor y el receptor. ⁸Tanto el ego como el Espíritu Santo reconocen esto, y ambos reconocen también que aquí el emisor y el receptor son uno y lo mismo. ⁹El Espíritu Santo te dice esto con alegría. ¹⁰El ego te lo oculta, pues no quiere que seas consciente de ello. ¹¹¿Quién transmitiría mensajes de odio y de ataque si entendiera que se los está enviando a sí mismo? ¹²¿Quién se acusaría, se declararía culpable y se condenaría a sí mismo?
15. El ego siempre proyecta sus mensajes fuera de ti, al creer que es otro y no tú el que ha de sufrir por tus mensajes de ataque y culpa. ²E incluso si tú sufres, el otro ha de sufrir aún más. ³El supremo embaucador reconoce que esto no es verdad, pero como “enemigo” de la paz que es, te incita a que proyectes todos tus mensajes de odio y así te liberes a ti mismo. ⁴Y para convencerte de que esto es posible, le ordena al cuerpo que busque dolor en el ataque contra otro, lo llame placer y te lo ofrezca como tu liberación del ataque.
16. No hagas caso de su locura ni creas que lo imposible es verdad. ²No olvides que el ego ha consagrado el cuerpo al objetivo del pecado y que tiene absoluta fe de que el cuerpo puede lograrlo. ³Sus sombríos discípulos entonan incesantemente alabanzas al cuerpo, en solemne celebración del poderío del ego. ⁴No hay ni uno solo que no crea que sucumbir a la atracción de la culpabilidad es la manera de escaparse del dolor. ⁵Ni uno solo de ellos puede dejar de identificarse a sí mismo con su propio cuerpo, sin el que moriría, pero dentro del cual, su muerte es igualmente inevitable.
17. Los discípulos del ego no se dan cuenta de que se han consagrado a sí mismos a la muerte. ²Se les ha ofrecido la libertad, pero no la han aceptado, y lo que se ofrece se tiene también que aceptar para que sea verdaderamente dado. ³Pues el Espíritu Santo es también un medio de comunicación, que recibe los mensajes del Padre y se los ofrece al Hijo. ⁴Al igual que el ego, el Espíritu Santo es a la vez emisor y receptor. ⁵Pues lo que se envía a través de Él retorna a Él, buscándose a sí mismo en el trayecto y encontrando lo que busca. ⁶De igual manera, el ego encuentra la muerte que busca y te la devuelve.
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C. El tercer obstáculo: La atracción de la muerte
1. A ti y a tu hermano, en cuya relación especial el Espíritu Santo entró a formar parte, se os ha concedido liberar —y ser liberados—del culto a la muerte. ²Pues esto fue lo que se os ofreció y vosotros lo aceptasteis. ³No obstante, tenéis que aprender más acerca de este extraño culto, pues encierra el tercer obstáculo que la paz debe superar. ⁴Nadie puede morir a menos que elija la muerte. ⁵Lo que parece ser el miedo a la muerte es realmente su atracción. ⁶La culpa es asimismo algo temido y temible. ⁷Mas no ejerce ningún poder, excepto sobre aquellos que se sienten atraídos por ella y la buscan. ⁸Y lo mismo ocurre con la muerte. ⁹Concebida por el ego, su tenebrosa sombra se extiende sobre todo ser vivo porque el ego es el “enemigo” de la vida.
2. Mas una sombra no puede matar. ²¿Qué es una sombra para los que viven? ³Basta con que la pasen de largo para que desaparezca. ⁴¿Y qué ocurre con aquellos cuya consagración es no vivir; los “pecadores” enlutados, el lúgubre coro del ego, quienes se arrastran penosamente en dirección contraria a la vida, tirando de sus cadenas y marchando en lenta procesión en honor de su sombrío dictador, señor y amo de la muerte? ⁵Toca a cualquiera de ellos con las dulces manos del perdón y observa cómo desaparecen sus cadenas junto con las tuyas. ⁶Ve cómo se despoja del ropaje de luto con el que iba vestido a su propio funeral y óyele reírse de la muerte. ⁷Gracias a tu perdón puede escapar de la sentencia que el pecado quería imponerle. ⁸Esto no es arrogancia. ⁹Es la Voluntad de Dios. ¹⁰¿Qué podría ser imposible para ti que elegiste que Su Voluntad fuese la tuya? ¹¹¿Qué significado podría tener la muerte para ti? ¹²Tu dedicación no es a la muerte ni a su amo. ¹³Cuando aceptaste el glorioso propósito del Espíritu Santo en vez de el del ego, renunciaste a la muerte y la substituiste por la vida. ¹⁴Ya sabemos que ninguna idea abandona su fuente. ¹⁵Y la muerte es el resultado del pensamiento al que llamamos ego, tan inequívocamente como la vida es el resultado del Pensamiento de Dios.
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i. El cuerpo incorruptible
3. El pecado, la culpa y la muerte se originaron en el ego, en clara oposición a la vida, a la inocencia y a la Voluntad de Dios Mismo. ²¿Dónde puede hallarse semejante oposición, sino en las mentes enfermizas de los desquiciados, que se han consagrado a la locura y se oponen firmemente a la paz del Cielo? ³Pero una cosa es segura: Dios, que no creó ni el pecado ni la muerte, no dispone que tú estés aprisionado por ellos. ⁴Pues Él no conoce el pecado ni sus resultados. ⁵Las figuras amortajadas que marchan en la procesión fúnebre no lo hacen en honor de su Creador, CuYa Voluntad es que vivan. ⁶No están acatando Su Voluntad, sino oponiéndose a ella.
4. ¿Y qué es ese cuerpo vestido de negro que quieren enterrar? ²Es un cuerpo que ellos consagraron a la muerte, un símbolo de corrupción, un sacrificio al pecado, ofrecido a éste para que se cebe en él y, de este modo, siga viviendo; algo condenado, maldecido por su hacedor y lamentado por todos los miembros de la procesión fúnebre que se identifican con él. ³Tú que crees haber sentenciado al Hijo de Dios a esto eres arrogante. ⁴Pero tú que quieres liberarlo no haces sino honrar la Voluntad de su Creador. ⁵La arrogancia del pecado, el orgullo de la culpa, el sepulcro de la separación son todos parte de tu consagración a la muerte, lo cual aún no has reconocido. ⁶La purpurina de culpa con la que revestiste al cuerpo no haría sino destruirlo. ⁷Pues lo que el ego ama, lo mata por haberle obedecido. ⁸Pero no puede matar a lo que no lo obedece.
5. Tienes otra consagración que puede mantener al cuerpo incorrupto y en perfectas condiciones mientras sea útil para tu santo propósito. ²El cuerpo es tan incapaz de morir como de sentir. ³No hace nada. ⁴De por sí, no es ni corruptible ni incorruptible. ⁵No es nada. ⁶Es el resultado de una insignificante y descabellada idea de corrupción que puede ser corregida. ⁷Pues Dios ha contestado a esta idea demente con una idea Suya, una Respuesta que no se ha alejado de Él y que, por lo tanto, lleva al Creador a la conciencia de toda mente que haya oído Su Respuesta y la haya aceptado.
6. A ti que estás dedicado a lo incorruptible se te ha concedido, mediante tu aceptación, el poder de liberar de la corrupción. ²¿Qué mejor manera puede haber de enseñarte el primer principio fundamental de un curso de milagros, que mostrándote que el que parece ser más difícil se puede lograr primero? ³El cuerpo no puede hacer otra cosa que servir a tu propósito. ⁴Tal como lo consideres, eso es lo que te parecerá que es. ⁵La muerte, de ser real, supondría la ruptura final y absoluta de la comunicación, lo cual es el objetivo del ego.
7. Aquellos que tienen miedo de la muerte no ven con cuánta frecuencia y con cuánta fuerza claman por ella, implorándole que venga a salvarlos de la comunicación. ²Pues consideran que la muerte es un refugio: el gran salvador tenebroso que libera de la luz de la verdad, la respuesta a la Respuesta, lo que acalla la Voz que habla en favor de Dios. ³Sin embargo, abandonarte a la muerte no pone fin al conflicto. ⁴Sólo la Respuesta de Dios es su fin. ⁵El obstáculo que tu aparente amor por la muerte supone y que la paz debe superar parece ser muy grande. ⁶Pues en él yacen ocultos todos los secretos del ego, todas sus insólitas artimañas, todas sus ideas enfermizas y sus extrañas imaginaciones. ⁷En él radica la ruptura final de la unión, el triunfo de lo que el ego ha fabricado sobre la Creación de Dios, la victoria de lo que no tiene vida sobre la Vida Misma.
8. Bajo el polvoriento contorno de su mundo distorsionado, el ego quiere dar sepultura al Hijo de Dios, a quien ordenó asesinar y en cuya putrefacción reside la prueba de que Dios Mismo es impotente ante el poderío del ego e incapaz de proteger la vida que Él creó contra el cruel deseo de matar del ego. ²Hermano mío, Criatura de Dios, esto no es más que un sueño de muerte. ³No hay funeral ni altares tenebrosos; no hay mandamientos siniestros ni distorsionados ritos de condena a los que el cuerpo te pueda conducir. ⁴No pidas que se te libere de eso. ⁵Más bien, libera al cuerpo de las despiadadas e inexorables órdenes a las que lo sometiste y perdónalo por lo que tú le ordenaste hacer. ⁶Al exaltarlo lo condenaste a morir, pues sólo la muerte podía derrotar a la vida. ⁷¿Y qué otra cosa, sino la demencia, podría percibir la derrota de Dios y creer que es real?
9. El miedo a la muerte desaparecerá a medida que la atracción que ejerce ceda ante la verdadera atracción del amor. ²El final del pecado, que anida quedamente en la seguridad de tu relación, protegido por tu unión con tu hermano y listo para convertirse en una poderosa fuerza al servicio de Dios está muy cerca. ³El amor protege celosamente los primeros pasos de la salvación, la resguarda de cualquier pensamiento que la pudiera atacar y la prepara silenciosamente para cumplir la imponente tarea para la que se te concedió. ⁴Los ángeles dan sustento a tu recién nacido propósito, el Espíritu Santo le da abrigo y Dios Mismo vela por él. ⁵No tiene necesidad de que lo protejas; él es tu protección. ⁶Pues es inmortal, y en él reside el final de la muerte.
10. ¿Qué peligro puede asaltar al que es completamente inocente? ²¿Qué puede atacar al que está libre de culpa? ³¿Qué temor podría venir a perturbar la paz de la impecabilidad misma? ⁴Si bien lo que se te ha concedido todavía se encuentra en su infancia, está en completa comunicación con Dios y contigo. ⁵En sus diminutas manos se encuentran, perfectamente a salvo, todos los milagros que has de obrar y te los ofrece. ⁶El milagro de la vida es eterno, y aunque ha nacido en el tiempo, se le da sustento en la eternidad. ⁷Contempla a ese tierno infante, al que diste un lugar de reposo al perdonar a tu hermano, y ve en él la Voluntad de Dios. ⁸He aquí el bebé de Belén renacido. ⁹Y todo aquel que le dé abrigo lo seguirá, no a la cruz, sino a la resurrección y a la vida.
11. Cuando alguna cosa te parezca ser una fuente de miedo, cuando una situación te llene de pavor y haga que tu cuerpo se estremezca y que el frio sudor del terror lo envuelva, recuerda que siempre es por la misma razón: el ego ha percibido la situación como un símbolo de miedo; como un signo de pecado y de muerte. ²Recuerda entonces que ni el signo ni el símbolo se deben confundir con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. ³Su significado no puede residir en ellos, sino que se debe buscar en aquello que representan. ⁴Y así, puede que no signifiquen nada o que lo signifiquen todo, dependiendo de la verdad o falsedad de la idea que reflejan. ⁵Cuando te enfrentes con tal aparente incertidumbre con respecto al significado de algo, no juzgues la situación. ⁶Recuerda la santa Presencia de Aquel que se te dio para que fuera la Fuente del juicio. ⁷Pon la situación en Sus manos para que Él la juzgue por ti y di:
⁸Te entrego esto para que lo examines y juzgues por mí.
⁹Que no lo vea como un signo de pecado y de muerte ni lo use para destruir.
¹⁰Enséñame a no hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por mí para facilitar su llegada.
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D. El cuarto obstáculo: El temor a Dios
1. ¿Qué verías si no tuvieras miedo de la muerte? ²¿Qué sentirías y pensarías si la muerte no te atrajera? ³Simplemente recordarías a tu Padre. ⁴Recordarías al Creador de la Vida, la Fuente de todo lo que vive, al Padre del universo y del universo de los universos, así como de todo lo que se encuentra más allá de ellos. ⁵Y conforme esta memoria surja en tu mente, la paz tendrá todavía que superar el obstáculo final, tras el cual se consuma la salvación y al Hijo de Dios se le restituye completamente la cordura. ⁶Pues ahí acaba tu mundo.
2. El cuarto obstáculo a superar pende como un denso velo ante la faz de Cristo. ²No obstante, a medida que Su faz se revela tras él, radiante de júbilo porque Él mora en el Amor de Su Padre, la paz descorrerá suavemente el velo y se apresurará a encontrarse con Él y a unirse finalmente a Él. ³Pues este velo obscuro, que hace que la faz de Cristo se asemeje a la de un leproso y que los radiantes rayos del Amor de Su Padre que iluminan Su rostro con gloria parezcan chorros de sangre, se desvanecerá ante la deslumbrante luz que se encuentra más allá de él una vez que el miedo a la muerte haya desaparecido.
3. Este velo, que la creencia en la muerte mantiene intacto y que su atracción protege, es el más tenebroso de todos. ²La dedicación a la muerte y a su soberanía no es más que el voto solemne, la promesa que en secreto le hiciste al ego de jamás descorrer ese velo, de no acercarte a él y de ni siquiera sospechar que está ahí. ³Ése es el acuerdo secreto al que llegaste con el ego para mantener eternamente en el olvido lo que se encuentra más allá del velo. ⁴He aquí tu promesa de no permitir jamás que la unión te haga abandonar la separación; la profunda amnesia en la que el recuerdo de Dios parece estar totalmente olvidado; la brecha entre tu Ser y tú: el temor a Dios, el último paso de tu disociación.
4. Observa cómo la creencia en la muerte parece “salvarte”. ²Pues si ésta desapareciera, ¿a qué le podrías temer sino a la vida? ³La atracción de la muerte es lo que hace que la vida parezca ser algo feo, cruel y tiránico. ⁴Tu miedo a la muerte no es mayor que el que le tienes al ego. ⁵Ambos son los amigos que has elegido, ya que en tu secreta alianza con ellos has acordado no permitir jamás que el temor a Dios se revoque, de manera que pudieras contemplar la faz de Cristo y unirte a Él en Su Padre.
5. Cada obstáculo que la paz debe superar se salva de la misma manera: el miedo que lo originó cede ante el amor que se encuentra detrás y, de este modo, el miedo desaparece. ²Y lo mismo ocurre con este último obstáculo. ³El deseo de deshacerte de la paz y de ahuyentar al Espíritu Santo se desvanece en presencia del sereno reconocimiento de que amas a Dios. ⁴La exaltación del cuerpo se abandona en favor del Espíritu, al que amas como jamás podrías haber amado al cuerpo. ⁵Y la atracción de la muerte desaparece para siempre a medida que la atracción del amor despierta en ti y te llama. ⁶Desde más allá de cada uno de los obstáculos que te impiden amar, el Amor Mismo ha llamado. ⁷Y cada uno de ellos ha sido superado mediante el poder de atracción que ejerce lo que se encuentra tras ellos. ⁸El hecho de que desearas el miedo era lo que hacía que parecieran insuperables. ⁹Mas cuando oíste la Voz del Amor tras los obstáculos, contestaste y éstos desaparecieron.
6. Y ahora te encuentras aterrorizado ante lo que juraste no volver a mirar nunca más. ²Bajas la vista, al recordar la promesa que les hiciste a tus “amigos”. ³La “belleza” del pecado, la sutil atracción de la culpabilidad, la “santa” imagen encerada de la muerte y el temor de la venganza del ego a quien le juraste con sangre que no lo abandonarías, se alzan todos, rogándote que no levantes la mirada. ⁴Pues te das cuenta de que si miras ahí y permites que el velo se descorra, ellos desaparecerían para siempre. ⁵Todos tus “amigos”, tus “protectores” y tu “hogar” se desvanecerían. ⁶No recordarías nada de lo que ahora recuerdas.
7. Te parece que el mundo te abandonaría por completo sólo con que alzases la mirada. ²Sin embargo, lo único que ocurriría es que serías tú quien lo abandonaría para siempre. ³En esto consiste el restablecimiento de tu voluntad. ⁴Mira con los ojos bien abiertos a eso que juraste no mirar, y nunca más creerás que estás a merced de cosas que se encuentran más allá de ti, de fuerzas que no puedes controlar o de pensamientos que te asaltan en contra de tu voluntad. ⁵Tu voluntad es mirar ahí. ⁶Ningún deseo desquiciado, ningún impulso trivial de volverte a olvidar, ninguna punzada de miedo ni el frío sudor de lo que aparenta ser la muerte pueden oponerse a tu voluntad. ⁷Pues lo que te atrae desde más allá del velo es algo que se encuentra muy profundo dentro de ti, algo de lo que no estás separado y con lo que eres completamente uno.
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i. El descorrimiento del velo
8. No olvides que tú y tu hermano habéis llegado hasta aquí juntos. ²Y ciertamente no fue el ego el que os guio. ³Ningún obstáculo a la paz se puede superar con su ayuda. ⁴El ego no revela sus secretos ni te pide que los examines y los transciendas. ⁵No quiere que veas su debilidad ni que te des cuenta de que no tiene poder alguno para mantenerte alejado de la verdad. ⁶El Guía que os condujo hasta aquí aún está con vosotros, y cuando alcéis la vista estaréis listos para mirar cara a cara al terror sin temor alguno. ⁷Pero primero, alza la vista y contempla a tu hermano con inocencia nacida del completo perdón de sus ilusiones y a través de los ojos de la fe que no las ve.
9. Nadie puede enfrentarse al temor a Dios sin experimentar terror, a menos que haya aceptado la Expiación y haya aprendido que las ilusiones no son reales. ²Nadie puede enfrentarse a este obstáculo solo, pues no habría podido llegar a este punto si su hermano no lo hubiera acompañado. ³Y nadie se atrevería a enfrentarse a dicho temor sin haber perdonado a su hermano de todo corazón. ⁴Quédate ahí un rato, pero sin temblar. ⁵Ya estás listo. ⁶Unámonos en un instante santo, aquí, en este lugar al que el propósito que se te señaló en un instante santo te ha conducido. ⁷Y unámonos con la fe de que Aquel que nos condujo a todos juntos hasta aquí también te ofrecerá la inocencia que necesitas, consciente de que la aceptarás por mi amor y por el Suyo.
10. No es posible tampoco enfrentarse a esto demasiado pronto. ²Éste es el lugar al que todo el mundo tiene que llegar cuando esté listo. ³Una vez que ha encontrado a su hermano está listo. ⁴Sin embargo, llegar simplemente hasta ahí no es suficiente. ⁵Pues una jornada desprovista de propósito sigue siendo algo absurdo e incluso cuando ha concluido no parece haber tenido sentido alguno. ⁶¿Cómo podrías saber que ha finalizado a menos que te dieras cuenta de que su propósito se ha consumado? ⁷Ahí, con el final de la jornada ante ti, es cuando ves su propósito. ⁸Y es ahí donde eliges hacerle frente al obstáculo o seguir vagando sin rumbo, sólo para tener que regresar y elegir de nuevo.
11. Hacerle frente al temor a Dios requiere cierta preparación. ²Sólo los cuerdos pueden mirar de frente a la absoluta demencia y a la locura delirante con piedad y compasión, pero sin miedo. ³Pues sólo les podría parecer temible si la comparten, y tú la compartes mientras no contemples a tu hermano con perfecta fe, con perfecto amor y con perfecta ternura. ⁴Mientras no lo perdones completamente, tú sigues sin ser perdonado. ⁵Tienes miedo de Dios porque tienes miedo de tu hermano. ⁶Temes a los que no perdonas. ⁷Y nadie alcanza el amor con el miedo a su lado.
12. Este hermano que está a tu lado todavía te sigue pareciendo un extraño. ²No lo conoces, y la interpretación que haces de él es temible. ³Y lo sigues atacando para mantener a salvo lo que crees ser. ⁴Sin embargo, en sus manos está tu salvación. ⁵Ves su locura, que detestas porque la compartes con él. ⁶Y toda la piedad y el perdón que la curaría dan paso al miedo. ⁷Hermano, necesitas perdonar a tu hermano, pues juntos compartiréis la locura o el Cielo. ⁸Y juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en absoluto.
13. A tu lado se encuentra uno que te ofrece el cáliz de la Expiación, pues el Espíritu Santo está en él. ²¿Preferirías guardarle rencor por sus pecados o aceptar el regalo que te hace? ³¿Es este portador de salvación tu amigo o tu enemigo? ⁴Decide cuál de esas dos cosas es, sin olvidar que lo que has de recibir de él dependerá de lo que elijas. ⁵Él tiene el poder de perdonar tus pecados, tal como tú tienes el de perdonar los suyos. ⁶Ninguno de vosotros puede conferirse ese poder a sí mismo. ⁷Vuestro salvador, no obstante, se encuentra al lado de cada uno de vosotros. ⁸Deja que él sea lo que es, y no trates de hacer del amor tu enemigo.
14. Contempla a tu Amigo, al Cristo que está a tu lado. ²¡Qué santo y hermoso es! ³Pensaste que había pecado porque arrojaste sobre Él el velo del pecado para ocultar Su hermosura. ⁴A pesar de ello, Él te sigue extendiendo el perdón para que compartas con Él Su santidad. ⁵Este “enemigo”, este “extraño”, te sigue ofreciendo la salvación por ser tu Amigo. ⁶Los “enemigos” de Cristo, los adoradores del pecado, no saben a Quién atacan.
15. Éste es tu hermano, que ha sido crucificado por el pecado y que aguarda para ser liberado del dolor. ²¿No le concederías tu perdón, cuando él es el único que te lo puede conceder a ti? ³A cambio de su redención, él te dará la tuya, tan indudablemente como que Dios creó cada ser vivo y lo ama. ⁴Y te la dará de verdad, pues la redención será ofrecida así como recibida. ⁵No hay gracia del Cielo que no puedas ofrecerle a tu hermano y recibir de tu santísimo Amigo. ⁶No permitas que te la niegue, pues al recibirla se la ofreces a él. ⁷Y él recibirá de ti lo que tú recibiste de él. ⁸La redención se te ha concedido para que se la des a tu hermano y para que de esta manera la recibas. ⁹Liberas al que perdonas, y participas de lo que das. ¹⁰Perdona los pecados que tu hermano cree haber cometido, así como toda la culpa que crees ver en él.
16. Éste es el santo lugar de resurrección, al que venimos de nuevo y al que retornaremos hasta que la redención se haya consumado y recibido. ²Antes de condenar a tu hermano, recuerda Quién es él. ³Y da gracias a Dios de que sea santo y de que se le haya dado el regalo de la santidad para ti. ⁴Únete a él con alegría, y elimina todo vestigio de culpa de su perturbada y torturada mente. ⁵Ayúdale a levantar la pesada carga de pecado que echaste sobre sus hombros y que él aceptó como propia, y arrójala lejos de él sonriendo felizmente. ⁶No la oprimas contra su frente como si fuese una corona de espinas ni lo claves a ella, dejándolo irredento y sin esperanzas.
17. Ten fe en tu hermano, pues la fe, la esperanza y la misericordia son tuyas para que las des. ²A las manos que dan, se les da el regalo. ³Contempla a tu hermano, y ve en él el regalo de Dios que quieres recibir. ⁴Ya es casi la Pascua, la temporada de la resurrección. ⁵Concedámonos la redención unos a otros y compartámosla, para podernos levantar unidos en la resurrección y no separados en la muerte. ⁶Contempla el regalo de libertad que le di al Espíritu Santo para ti. ⁷Y liberaos juntos, al ofrecerle al Espíritu Santo ese mismo regalo. ⁸Y al dárselo, recibidlo de Él a cambio de lo que le disteis. ⁹Él nos conduce a ti y a mí para que nos podamos encontrar aquí, en este sagrado lugar, y juntos tomar la misma decisión.
18. Libera a tu hermano aquí, tal como yo te liberé a ti. ²Hazle el mismo regalo y contémplalo sin ninguna clase de condena. ³Considéralo tan inocente como yo te considero a ti, y pasa por alto los pecados que él cree ver en sí mismo. ⁴Ofrécele su libertad y completa emancipación del pecado en este huerto de aparente agonía y muerte. ⁵De esta manera, allanaremos juntos el camino que conduce a la resurrección del Hijo de Dios y le permitiremos elevarse de nuevo al feliz recuerdo de su Padre, Quien no conoce el pecado ni la muerte, sino sólo la vida eterna.
19. Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos, sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea, sino para que se nos conozca. ²Y al gozar de Conocimiento, no quedará nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. ³Éste es el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendría sentido. ⁴He aquí la Paz de Dios, que Él te dio para siempre. ⁵He aquí el descanso y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo. ⁶El Cielo es el regalo que le debes a tu hermano, la deuda de gratitud que le ofreces al Hijo de Dios como muestra de agradecimiento por lo que él es y por aquello para lo que su Padre lo creó.
20. Piensa detenidamente cómo vas a considerar al dador de este regalo, pues tal como lo consideres a él, así mismo te parecerá el regalo. ²Según lo consideres, ya sea como el portador de la culpabilidad o como el de la salvación, así verás y recibirás su ofrenda. ³Los crucificados infligen dolor porque están llenos de dolor. ⁴Pero los redimidos ofrecen alegría porque han sido curados del dolor. ⁵Todo el mundo da tal como recibe, pero primero tiene que elegir qué es lo que quiere recibir. ⁶Y reconocerá lo que ha elegido por lo que da y por lo que recibe. ⁷Y no hay nada en el infierno o en el Cielo que pueda interferir en su decisión.
21. Has llegado hasta este punto porque elegiste emprender la jornada. ²Y nadie emprende nada que crea que es insensato. ³Aquello en lo que tenías fe sigue siendo fiel, y te cuida con fe tan tierna y, al mismo tiempo, tan poderosa, que te elevará muy por encima del velo y pondrá al Hijo de Dios a salvo dentro de la segura protección de su Padre. ⁴He aquí el propósito que le confiere a este mundo y a la larga jornada a través de él el único significado que pueden tener. ⁵Aparte de esto, no tienen sentido. ⁶Tú y tu hermano os alzáis juntos, todavía sin la convicción de que el mundo y la jornada tienen un propósito. ⁷Mas os es dado poder ver este propósito en vuestro santo Amigo y reconocerlo como propio.
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BENDICIONES!
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