Texto Capítulo 13 - EL MUNDO INOCENTE - Un Curso de Milagros

“Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera” Ken Wapnick
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Capítulo 13

EL MUNDO INOCENTE

Índice del Capítulo (Haz clic para desplegar)

Introducción


1. Si no te sintieras culpable no podrías atacar, pues la condenación es la raíz del ataque. ²La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. ³Y en esto radica la división, ⁴pues la mente que juzga se percibe a sí misma como separada de la mente a la que juzga, creyendo que al castigar a otra mente, puede librarse del castigo. ⁵Todo esto no es más que un intento ilusorio de la mente de negarse a sí misma y de eludir la sanción que dicha negación conlleva. ⁶No es un intento de renunciar a la negación, sino de aferrarse a ella. ⁷Pues la culpa es lo que ha hecho que el Padre esté velado para ti y lo que te ha llevado a la demencia.

2. La aceptación de la culpa en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación será su final. ²El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpa ha enloquecido. ³Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. ⁴Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. ⁵Los niños vienen al mundo con dolor y mediante el dolor. ⁶Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. ⁷Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. ⁸Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. ⁹Y parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. ¹⁰Sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. ¹¹Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.

3. Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. ²Pues ningún padre podría someter a sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso. ³El amor no mata para salvar. ⁴Si lo hiciera, el ataque sería la salvación, y ésa es la interpretación del ego, no la de Dios. ⁵Sólo el mundo de la culpa podría exigir eso, pues sólo los que se sienten culpables podrían concebirlo. ⁶El “pecado” de Adán no habría podido afectar a nadie si él no hubiese creído que fue el Padre Quien lo expulsó del Paraíso. ⁷Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no Lo comprenden podrían haber creído tal cosa.

4. Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. ²Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, éste será el mundo que verás. ³No podrás comprender esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. ⁴Él sólo merece amor porque sólo ha dado amor. ⁵No se le puede condenar porque él nunca ha condenado. ⁶La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación.


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Comentario de Carlos David Ameliach sobre este tema
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I. Inocencia e invulnerabilidad


1. Dije anteriormente que el Espíritu Santo comparte el objetivo de todos los buenos maestros, cuya meta final es hacerse innecesarios al enseñarles a sus alumnos todo lo que ellos saben. ²Eso es lo único que el Espíritu Santo desea, pues dado que comparte el Amor del Padre por Su Hijo, intenta eliminar de la mente de éste toda traza de culpa para que pueda así recordar a su Padre en paz. ³La paz y la culpa son conceptos antitéticos, y al Padre sólo se le puede recordar estando en paz. ⁴El amor y la culpa no pueden coexistir, y aceptar uno supone negar el otro. ⁵La culpa te impide ver a Cristo, pues es la negación de la irreprochabilidad del Hijo de Dios.

2. En el extraño mundo que has fabricado el Hijo de Dios ha pecado. ²¿Cómo, entonces, ibas a poder verle? ³Al hacerlo invisible, surgió el mundo del castigo procedente de la tenebrosa nube de culpabilidad que aceptaste y que en tanta estima tienes. ⁴Pues la irreprochabilidad de Cristo es la prueba de que el ego jamás existió ni jamás podrá existir. ⁵Sin culpa, el ego no tiene vida, y el Hijo de Dios está libre de toda culpa.

3. Al examinarte a ti mismo y juzgar honestamente tus acciones, puede que sientas la tentación de preguntarte cómo es posible que puedas estar libre de culpa. ²Mas ten en cuenta lo siguiente: no es en el tiempo donde no eres culpable, sino en la eternidad. ³Has “pecado” en el pasado, pero el pasado no existe. ⁴Lo que es siempre no tiene dirección. ⁵El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra extendida detrás de ti y desaparecerá. ⁶Mientras sigas creyendo que el Hijo de Dios es culpable seguirás caminando a lo largo de esa alfombra, creyendo que conduce a la muerte. ⁷Y la jornada parecerá larga, cruel y absurda, pues, en efecto, lo es.

4. El viaje en que el Hijo de Dios se ha embarcado es en verdad inútil, pero el viaje en el que su Padre le embarca es un viaje de liberación y dicha. ²El Padre no es cruel, y Su Hijo no puede herirse a sí mismo. ³La venganza que teme y que ve, nunca recaerá sobre él, pues aunque cree en ella, el Espíritu Santo sabe que no es verdad. ⁴El Espíritu Santo se encuentra al final del tiempo que es donde tú debes estar, puesto que Él está contigo. ⁵Él ya ha des-hecho todo lo que es indigno del Hijo de Dios, pues ésa fue la misión que Dios le dio. ⁶Y lo que Dios da, siempre ha sido.

5. Me verás a medida que aprendas que el Hijo de Dios es inocente. ²Él siempre anduvo en busca de su inocencia, y la ha encontrado. ³Pues cada cual está tratando de escapar de la prisión que ha construido, y la manera de encontrar la liberación no se le ha negado. ⁴Puesto que reside en él, la ha encontrado. ⁵Cuándo ha de encontrarla es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo no es sino una ilusión. ⁶Pues el Hijo de Dios es inocente ahora, y el fulgor de su pureza resplandece incólume para siempre en la Mente de Dios. ⁷El Hijo de Dios será siempre tal como fue creado. ⁸Niega tu mundo y no juzgues al Hijo de Dios, pues su eterna inocencia se encuentra en la Mente de su Padre y lo protege para siempre.

6. Cuando hayas aceptado la Expiación, te darás cuenta de que no hay culpa en el Hijo de Dios. ²Y sólo cuando veas su inocencia podrás entender su unicidad. ³Pues la idea de culpa da lugar a la creencia de que algunas personas pueden condenar a otras y, como resultado, se proyecta separación en vez de unidad. ⁴Sólo te puedes condenar a ti mismo, y hacer eso te impide reconocer que eres el Hijo de Dios. ⁵Has negado la condición de su existencia, que es su perfecta irreprochabilidad. ⁶El Hijo de Dios fue creado del amor y mora en el amor. ⁷La bondad y la misericordia le han acompañado siempre, pues él jamás ha dejado de extender el Amor de su Padre.

7. A medida que percibas a los santos compañeros que viajan a tu lado, te darás cuenta de que no hay tal viaje, sino tan sólo un despertar. ²El Hijo de Dios, que nunca ha estado dormido, no ha dejado de tener fe en ti, al igual que tu Padre. ³No hay ningún camino que recorrer ni tiempo en el que hacerlo. ⁴Pues Dios no espera a Su Hijo en el tiempo, ya que jamás ha estado dispuesto a estar sin él. ⁵Y, por lo tanto, así ha sido siempre. ⁶Permite que el fulgor de la santidad del Hijo de Dios disipe la nube de culpabilidad que nubla tu mente, y al aceptar como tuya su pureza, aprende de él que es tuya.

8. Eres invulnerable porque estás libre de toda culpa. ²Sólo mediante la culpa puedes seguir aferrado al pasado. ³Pues la culpa establece que serás castigado por lo que has hecho, por lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. ⁴Nadie que crea esto puede entender lo que significa “siempre” y, de este modo, la culpa le impide apreciar la eternidad. ⁵Eres inmortal porque eres eterno, y “ siempre” no puede sino ser ahora. ⁶La culpa, entonces, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu mente para asegurar así la continuidad del ego. ⁷Pues si se castiga el pasado, la continuidad del ego queda garantizada. ⁸La garantía de tu continuidad, no obstante, emana de Dios, no del ego. ⁹Y la inmortalidad es lo opuesto al tiempo, pues el tiempo pasa, mientras que la inmortalidad es constante.

9. Aceptar la Expiación te enseña lo que es la inmortalidad, pues al aceptar que estás libre de culpa te das cuenta de que el pasado nunca existió y, por lo tanto, de que el futuro es innecesario y de que nunca tendrá lugar. ²En el tiempo, el futuro siempre se asocia con expiar, y sólo la culpa podría producir la sensación de que expiar es necesario. ³Aceptar como tuya la inocencia del Hijo de Dios es, por lo tanto, la forma en que Dios te recuerda a Su Hijo y lo que éste es en verdad. ⁴Pues Dios nunca ha condenado a Su Hijo que, al ser inocente, es también eterno.

10. No puedes desvanecer la culpa otorgándole primero realidad y luego expiando por ella. ²Ése es el plan que el ego propone en lugar de simplemente desvanecerla. ³El ego cree en la expiación por medio del ataque, al estar completamente comprometido con la noción demente de que el ataque es la salvación. ⁴Y tú, que en tanta estima tienes a la culpa, debes también creer eso, pues, ¿de qué otra manera, salvo identificándote con el ego, podrías tener en tanta estima lo que no deseas?

11. El ego te enseña a que te ataques a ti mismo porque eres culpable, lo cual no puede sino aumentar tu culpa, pues la culpa es el resultado del ataque. ²De acuerdo con las enseñanzas del ego, entonces, es imposible escaparse de la culpa. ³Pues el ataque le confiere “realidad”, y si la culpa es real, no hay manera de superarla. ⁴El Espíritu Santo sencillamente la desvanece mediante el sereno reconocimiento de que nunca ha existido. ⁵Al contemplar la inocencia del Hijo de Dios, sabe que eso es la verdad. ⁶Y al ser la verdad con respecto a ti, no puedes atacarte a ti mismo, pues sin culpa el ataque es imposible. ⁷Por lo tanto, estás a salvo porque el Hijo de Dios es inocente. ⁸Y al ser completamente puro, eres invulnerable.


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Comentario de Lennys sobre este tema
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II. El inocente Hijo de Dios


1. El propósito fundamental de la proyección es siempre deshacerse de la culpa. ²Pero el ego, como de costumbre, trata de deshacerse de ella exclusivamente desde su punto de vista, pues por mucho que él quiera conservarla, a ti te resulta intolerable, toda vez que la culpa te impide recordar a Dios, Cuya atracción es tan fuerte que te es irresistible. ³En este punto, pues, se produce la más profunda de las divisiones, pues si has de conservar la culpa, tal como insiste el ego, tú no puedes ser tú mismo. ⁴Sólo persuadiéndote de que tú eres él, podría el ego inducirte a proyectar la culpa y de ese modo conservarla en tu mente.

2. Observa, sin embargo, cuán extraña es la solución que el ego ha urdido. ²Proyectas la culpa para deshacerte de ella, pero en realidad estás simplemente ocultándola. ³Experimentas culpa, pero no sabes por qué. ⁴Al contrario, la asocias con un extraño surtido de “ideales del ego”, en los que, según él, le has fallado. ⁵Sin embargo, no te das cuenta de que a quien le estás fallando es al Hijo de Dios al considerarlo culpable. ⁶Al creer que tú ya no eres tú, no te das cuenta de que te estás fallando a ti mismo.

3. La más tenebrosa de las piedras angulares que ocultas, mantiene tu creencia en la culpa fuera de tu conciencia, ²pues en ese lugar tenebroso y secreto yace el reconocimiento de que has traicionado al Hijo de Dios al haberlo condenado a muerte. ³Tú ni siquiera sospechas que esta idea asesina, aunque demente, yace ahí oculta, pues las ansias destructivas del ego son tan intensas que sólo la crucifixión del Hijo de Dios puede, en última instancia, satisfacerle. ⁴No sabe quién es el Hijo de Dios porque es ciego. ⁵Mas permítele percibir inocencia en cualquier parte y tratará de destruirla debido a su miedo.

4. Gran parte del extraño comportamiento del ego se puede atribuir directamente a su definición de la culpa. ²Para el ego, los inocentes son culpables. ³Los que no atacan son sus “enemigos” porque, al no aceptar su interpretación de lo que es la salvación, se encuentran en una posición excelente para poder abandonarla. ⁴Se han aproximado a la piedra angular más recóndita y tenebrosa de los cimientos del ego, y si bien el ego puede tolerar que pongas en duda todo lo demás, este secreto lo guarda con su vida, pues su existencia depende de que lo siga manteniendo oculto. ⁵Por lo tanto, es este secreto lo que tenemos que examinar, pues el ego no puede protegerte de la verdad, y en presencia de ésta él se desvanece.

5. En la serena luz de la verdad, reconozcamos que crees haber crucificado al Hijo de Dios. ²No has admitido este “terrible” secreto porque todavía desearías crucificarlo si pudieses encontrarlo. ³No obstante, este deseo ha hecho que el Hijo de Dios se mantenga oculto de ti, ya que es un deseo aterrador y, por lo tanto, temes encontrarlo. ⁴La manera en que has lidiado con este deseo de matarte es desconociendo tu Identidad e identificándote con lo que no eres. ⁵Has proyectado la culpa ciega e indiscriminadamente, pero no has podido descubrir su fuente. ⁶Pues el ego quiere destruirte, y si te identificas con él no podrás sino creer que su objetivo es también el tuyo.

6. He dicho que la crucifixión es el símbolo del ego. ²Cuando el ego se enfrentó con la verdadera inocencia del Hijo de Dios intentó darle muerte, y la razón que adujo fue que la inocencia es una blasfemia contra Dios. ³Para el ego, el ego es Dios, y la inocencia tiene que ser interpretada como la máxima expresión de culpa que justifica plenamente el asesinato. ⁴Todavía no entiendes que cualquier miedo que puedas experimentar en conexión con este curso procede, en última instancia, de esa interpretación, pero si examinases las reacciones que éste suscita en ti, te convencerías cada vez más de que eso es cierto.

7. Este curso ha afirmado explícitamente que su objetivo es tu felicidad y tu paz. ²A pesar de ello, le tienes miedo. ³Se te ha dicho una y otra vez que te liberará; sin embargo, a veces reaccionas como si estuviera tratando de aprisionarte. ⁴A menudo lo descartas con mayor diligencia de la que empleas para descartar los postulados del ego. ⁵En cierta medida, pues, debes creer que si no aprendes el curso te estás protegiendo a ti mismo. ⁶Y no te das cuenta de que lo único que puede protegerte es tu inocencia.

8. La Expiación se ha interpretado siempre como lo que libera de la culpa, y esto es cierto si se entiende debidamente. ²No obstante, incluso si yo te interpreto lo que es, puede que la rechaces y no la aceptes para ti mismo. ³Tal vez hayas reconocido la futilidad del ego y de sus ofrecimientos, pero aunque no los deseas, pode que todavía no contemples la alternativa con agrado. ⁴En última instancia, tienes miedo de la redención y crees que te aniquilaría. ⁵No te engañes con respecto a la intensidad de ese miedo, ⁶pues crees que, en presencia de la Verdad, puedes volverte contra ti mismo y destruirte.

9. Criatura de Dios, eso no es así. ²Ese “secreto por el que te sientes culpable” no es nada, y si lo sacas a la luz, la luz lo desvanecerá. ³No quedará entonces ninguna nube tenebrosa que pueda interponerse entre ti y el recuerdo de tu Padre, pues recordarás a Su inocente Hijo, que no murió porque es inmortal. ⁴Y te darás cuenta de que fuiste redimido juntó con él y de que nunca has estado separado de él. ⁵El que puedas recordar depende de que comprendas esto, pues implica que has reconocido el amor sin miedo. ⁶Con ocasión de tu vuelta a casa se producirá un gran júbilo en el Cielo y el júbilo será tuyo. ⁷Pues el hijo redimido del hombre es el Hijo inocente de Dios, y reconocerle es tu redención.


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Comentario de Adriana Caviedes sobre este tema
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III. El miedo a la redención


1. Tal vez te preguntes por qué es tan crucial que observes tu odio y te des cuenta de su magnitud. ²Puede que también pienses que al Espíritu Santo le sería muy fácil mostrártelo y desvanecerlo, sin que tú tuvieras necesidad de traerlo a la conciencia. ³Hay, no obstante, un obstáculo adicional que has interpuesto entre la Expiación y tú. ⁴Hemos dicho que nadie toleraría el miedo si lo reconociera. ⁵Pero en tu trastornado estado mental no le tienes miedo al miedo. ⁶No te gusta, pero tu deseo de atacar no es lo que realmente te asusta. ⁷Tu hostilidad no te perturba seriamente. ⁸La mantienes oculta porque tienes aún más miedo de lo que encubre. ⁹Podrías examinar incluso la piedra angular más tenebrosa del ego sin miedo si no creyeses que, sin el ego, encontrarías dentro de ti algo de lo que todavía tienes más miedo. ¹⁰No es de la crucifixión de lo que realmente tienes miedo. ¹¹Lo que verdaderamente te aterra es la redención.

2. Bajo los tenebrosos cimientos del ego yace el recuerdo de Dios, y de eso es de lo que realmente tienes miedo. ²Pues este recuerdo te restituiría instantáneamente al lugar donde te corresponde estar, del cual te has querido marchar. ³El miedo al ataque no es nada en comparación con el miedo que le tienes al amor. ⁴Estarías dispuesto incluso a examinar tu salvaje deseo de dar muerte al Hijo de Dios, si pensases que eso te podría salvar del amor. ⁵Pues este deseo causó la separación, y lo has protegido porque no quieres que ésta cese. ⁶Te das cuenta de que al despejar la tenebrosa nube que lo oculta, el amor por tu Padre te impulsaría a contestar Su Llamada y a llegar al Cielo de un salto. ⁷Crees que el ataque es la salvación porque el ataque impide que eso ocurra. ⁸Pues subyacente a los cimientos del ego, y mucho más fuerte de lo que éste pueda ser jamás, se encuentra tu intenso y ardiente amor por Dios y el Suyo por ti. ⁹Esto es lo que realmente quieres ocultar.

3. Honestamente, ¿no te resulta más difícil decir “te quiero” que “te odio”? ²Asocias el amor con la debilidad y el odio con la fuerza, y te parece que tu verdadero poder es realmente tu debilidad. ³Pues no podrías dejar de responder jubilosamente a la llamada del amor si la oyeses, y el mundo que creíste haber construido desaparecería. ⁴El Espíritu Santo, pues, parece estar atacando tu fuerza, ya que tú prefieres excluir a Dios. ⁵Mas no es Su Voluntad ser excluido.

4. Has construido todo tu demente sistema de pensamiento porque crees que estarías desamparado en Presencia de Dios; y quieres salvarte de Su Amor, pues crees que te aniquilaría. ²Tienes miedo de que pueda alejarte completamente de ti mismo y empequeñecerte porque crees que la magnificencia radica en el desafío y la grandeza en el ataque. ³Crees haber construido un mundo que Dios quiere destruir, y que amando a Dios—y ciertamente lo amas—desecharías ese mundo, lo cual es, sin duda, lo que harías. ⁴Te has valido del mundo, por lo tanto, para encubrir tu amor, y cuanto más profundamente te adentras en los tenebrosos cimientos del ego, más te acercas al Amor que yace allí oculto. ⁵Y eso es lo que realmente te asusta.

5. Puedes aceptar la demencia porque es obra tuya, pero no puedes aceptar el amor porque no fuiste tú quien lo creó. ²Prefieres ser un esclavo de la crucifixión que un Hijo de Dios redimido. ³Tu muerte individual parece más valiosa que tu unicidad viviente, pues lo que se te ha dado no te parece tan valioso como lo que tú has fabricado. ⁴Tienes más miedo de Dios que del ego, y el amor no puede entrar donde no se le da la bienvenida. ⁵Pero el odio puede, pues entra por su propia voluntad sin que le importe la tuya.

6. Tienes que mirar de frente a tus ilusiones y no seguir ocultándolas, pues no descansan sobre sus propios cimientos. ²Aparenta ser así cuando están ocultas y, por lo tanto, parecen ser autónomas. ³Ésta es la ilusión fundamental sobre la que descansan todas las demás. ⁴Pues debajo de ellas, y soterrada mientras las ilusiones se sigan ocultando, se encuentra la mente amorosa que creyó haberlas engendrado con ira. ⁵Y el dolor de esta mente es tan obvio cuando se pone al descubierto, que la necesidad que tiene de ser sanada es innegable. ⁶Todos los trucos y estratagemas que le ofreces no pueden sanarla, pues en eso radica la verdadera crucifixión del Hijo de Dios.

7. Sin embargo, no se le puede realmente crucificar. ²En este hecho radica tanto su dolor como su curación, pues la visión del Espíritu Santo es misericordiosa y Su remedio no se hace esperar. ³No ocultes el sufrimiento de Su vista, sino llévalo gustosamente ante Él. ⁴Deposita ante Su eterna cordura todo tu dolor y deja que Él te cure. ⁵No permitas que ningún vestigio de dolor permanezca oculto de Su luz, y escudriña tu mente con gran minuciosidad en busca de cualquier pensamiento que tengas miedo de revelar. ⁶Pues Él sanará cada pensamiento insignificante que hayas conservado con el propósito de herirte a ti mismo, lo expurgará de su pequeñez y lo restituirá a la Grandeza de Dios.

8. Bajo la grandiosidad que en tanta estima tienes se encuentra la petición de ayuda que verdaderamente estás haciendo. ²Le pides amor a tu Padre, tal como Él te pide que regreses a Él. ³Lo único que deseas hacer en ese lugar que has encubierto es unirte al Padre, en amoroso recuerdo de Él. ⁴Encontrarás ese lugar donde mora la verdad a medida que lo veas en tus hermanos, que si bien pueden engañarse a sí mismos, anhelan, al igual que tú, la grandeza que se encuentra en ellos. ⁵Y al percibirla le darás la bienvenida y dispondrás de ella, ⁶pues la grandeza es el derecho del Hijo de Dios y no hay ilusión que pueda satisfacerle o impedirle ser lo que él es. ⁷Lo único que es real es su amor y lo único que puede satisfacerle es su realidad.

9. Sálvale de sus ilusiones para que puedas aceptar la magnificencia de tu Padre jubilosamente y en paz. ²Mas no excluyas a nadie de tu amor o, de lo contrario, estarás ocultando un tenebroso lugar en tu mente donde se le niega la bienvenida al Espíritu Santo. ³Y de este modo te excluirás a ti mismo de Su poder sanador, pues al no ofrecer amor total no podrás sanar completamente. ⁴La curación tiene que ser tan completa como el miedo, pues el amor no puede entrar allí donde haya un solo ápice de miedo que malogre su bienvenida.

10. Tú que prefieres la separación a la cordura no puedes hacer que haya separación en tu mente recta. ²Estabas en paz hasta que pediste un favor especial. ³Dios no te lo concedió, pues lo que pedías era algo ajeno a Él, y tú no podías pedirle eso a un Padre que realmente amase a Su Hijo. ⁴Por lo tanto, hiciste de Él un padre no amoroso al exigir de Él lo que sólo un padre no amoroso podía dar. ⁵Y la paz del Hijo de Dios quedó destruida, pues ya no podía entender a su Padre. ⁶Tuvo miedo de lo que había hecho, pero tuvo todavía más miedo de su verdadero padre, al haber atacado su gloriosa igualdad con Él.

11. Cuando estaba en paz no necesitaba nada ni pedía nada. ²Cuando se declaró en guerra lo exigió todo y no encontró nada. ³¿De qué otra manera podía haber respondido la dulzura del amor a sus exigencias sino partiendo en paz y retornando al Padre? ⁴Si el Hijo no deseaba permanecer en paz, no podía quedarse en absoluto. ⁵Pues una mente tenebrosa no puede vivir en la luz y tiene que buscar un lugar tenebroso donde poder creer que allí es donde se encuentra aunque realmente no sea así. ⁶Dios no permitió que esto ocurriese. ⁷Tú, no obstante, exigiste que ocurriera y, por consiguiente, creíste que ocurrió.

12. “Singularizar” es “aislar” y, por lo tanto, causar soledad. ²Dios no te hizo eso. ³¿Cómo iba a poder excluirte de Sí Mismo, sabiendo que tu paz reside en Su Unicidad ? ⁴Lo único que te negó fue tu petición de dolor, pues el sufrimiento no forma parte de Su Creación. ⁵Te había creado y no iba a revocarlo. ⁶Lo único que pudo hacer fue contestar a tu petición demente con una respuesta cuerda que residiera contigo en tu demencia. ⁷Y eso fue justamente lo que hizo. ⁸No es posible oír Su respuesta sin renunciar a la demencia. ⁹Su respuesta es el punto de referencia que se encuentra más allá de las ilusiones, desde el cual puedes observarlas y ver que son dementes. ¹⁰Basta con que busques ese lugar y lo encontrarás, pues el Amor reside en ti y te conducirá hasta él.


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Comentario de Mariano Noé sobre este tema
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IV. La función del tiempo


1. Y ahora, la razón por la que tienes miedo de este curso debiera ser evidente. ²Pues éste es un curso acerca del amor, ya que es un curso acerca de ti. ³Se te ha dicho que tu función en este mundo es curar y que tu función en el Cielo es crear. ⁴El ego te enseña que tu función en la tierra es destruir y que no tienes ninguna función en el Cielo. ⁵Quiere, por lo tanto, destruirte aquí y enterrarte aquí, sin dejarte otra herencia que el polvo del que cree fuiste “creado”. ⁶Mientras el ego se encuentra razonablemente satisfecho contigo de acuerdo con sus razonamientos te ofrece el olvido. ⁷Cuando se torna abiertamente despiadado, te ofrece el infierno.

2. No obstante, ni el olvido ni el infierno te resultan tan inaceptables como el Cielo. ²Para ti, el Cielo es el infierno y el olvido, y crees que el verdadero cielo es la mayor amenaza que podrías experimentar. ³Pues el infierno y el olvido son ideas que tú mismo inventaste, y estás resuelto a demostrar su realidad para así establecer la tuya. ⁴Si se pone en duda su realidad crees que se pone en duda la tuya, ⁵pues crees que el ataque es tu realidad y que tu destrucción es la prueba final de que tenías razón.

3. Dadas las circunstancias, ¿no sería más deseable estar equivocado, aparte del hecho de que, en efecto, lo estás? ²Aunque tal vez se podría argumentar que la muerte indica que antes hubo vida, nadie sostendría que prueba que la vida existe. ³Incluso la vida previa a la que la muerte parece señalar, habría sido inútil si tan sólo hubiera desembocado en la muerte y necesitara de ésta para probar que existió. ⁴Pones en duda el Cielo, pero no pones en duda la muerte. ⁵No obstante, podrías sanar y ser sanado si la pusieras en duda. ⁶Y aunque no sabes lo que es el Cielo, ¿no sería éste más deseable que la muerte? ⁷Has sido tan selectivo con respecto a lo que pones en duda como con respecto a lo que percibes. ⁸Una mente receptiva es mucho más honesta que eso.

4. El ego tiene una extraña noción del tiempo, y ésa podría muy bien ser la primera de sus nociones que empiezas a poner en duda. ²Para el ego el pasado es importantísimo y, en última instancia, cree que es el único aspecto del tiempo que tiene significado. ³Recuerda que el hincapié que el ego hace en la culpa le permite asegurar su continuidad al hacer que el futuro sea igual que el pasado, eludiendo de esa manera el presente. ⁴La noción de pagar por el pasado en el futuro hace que el pasado se vuelva el factor determinante del futuro, convirtiéndolos así en un continuo sin la intervención del presente. ⁵Pues el ego considera que el presente es tan sólo una breve transición hacia el futuro, en la que lleva el pasado hasta el futuro al interpretar el presente en función del pasado.

5. El “ahora” no significa nada para el ego. ²El presente tan sólo le recuerda viejas heridas, y reacciona ante él como si fuera el pasado. ³El ego no puede tolerar que te liberes del pasado, y aunque éste ya pasó, el ego trata de proteger su propia imagen reaccionando como si todavía estuviera aquí. ⁴Dicta tus reacciones hacia aquellos con los que te encuentras en el presente tomando como punto de referencia el pasado, empañando así su realidad actual. ⁵De hecho, si sigues los dictados del ego, reaccionarás ante tu hermano como si se tratara de otra persona, y esto sin duda te impedirá conocerlo tal como es. ⁶Y recibirás mensajes de él basados en tu propio pasado porque al hacer que el pasado cobre realidad en el presente, no te permitirás a ti mismo dejarlo atrás. ⁷De este modo, tú mismo te niegas el mensaje de liberación que cada uno de tus hermanos te ofrece ahora.

6. De las sombrías figuras del pasado es precisamente de las que tienes que escapar. ²No son reales, y no pueden ejercer ningún dominio sobre ti a menos que las lleves contigo. ³Son las portadoras de las áreas de dolor que hay en tu mente, y te incitan a atacar en el presente como represalia por un pasado que ya no existe. ⁴Y esta decisión te acarreará dolor en el futuro. ⁵A menos que aprendas que todo el dolor que sufriste en el pasado fue una ilusión, estarás optando por un futuro de ilusiones y echando a perder las múltiples oportunidades que el presente te ofrece para liberarte. ⁶El ego quiere conservar tus pesadillas e impedir que despiertes y te des cuenta de que pertenecen al pasado. ⁷¿Cómo podrías reconocer un encuentro santo si lo percibes simplemente como un encuentro con tu pasado? ⁸Pues en ese caso no te estarías reuniendo con nadie, y compartir la salvación, que es lo que hace que el encuentro sea santo, quedaría excluido de tu visión. ⁹El Espíritu Santo te enseña que siempre te encuentras contigo mismo, y el encuentro es santo porque tú lo eres. ¹⁰El ego te enseña que siempre te encuentras con tu pasado, y que debido a que tus sueños no fueron santos, el futuro tampoco lo será y el presente no tiene ningún significado.

7. Es evidente que la percepción que el Espíritu Santo tiene del tiempo es exactamente la opuesta a la del ego. ²La razón de ello es igualmente clara, pues la percepción que ambos tienen del propósito del tiempo es diametralmente opuesta. ³Para el Espíritu Santo el propósito del tiempo es que finalmente se haga innecesario. ⁴El Espíritu Santo considera que la función del tiempo es temporal, al estar únicamente al servicio de Su función docente que, por definición, es temporal. ⁵Hace hincapié, por lo tanto, en el único aspecto del tiempo que se puede extender hasta el infinito, ya que el ahora es lo que más se aproxima a la eternidad en este mundo. ⁶En la realidad del “ahora”, sin pasado ni futuro, es donde se puede empezar a apreciar lo que es la eternidad. ⁷Pues sólo el “ahora” está aquí, y sólo el “ahora” ofrece las oportunidades de los encuentros santos en los que se puede encontrar la salvación.

8. El ego, por otra parte, considera que la función del tiempo es extenderse a sí mismo en lugar de extender la eternidad, pues, al igual que el Espíritu Santo, el ego considera que el objetivo del tiempo es el mismo que el suyo. ²El único propósito que el ego percibe en el tiempo es que, bajo su dirección, haya continuidad entre pasado y futuro, y que el presente quede excluido a fin de que no se pueda abrir ninguna brecha en su propia continuidad. ³Su continuidad, por consiguiente, te mantiene en el tiempo, mientras que el Espíritu Santo quiere liberarte de él. ⁴La interpretación que el Espíritu Santo hace de los medios para alcanzar la salvación es la que tienes que aprender a aceptar si quieres compartir Su objetivo, que no es otro que tu salvación.

9. Tú también interpretarás la función del tiempo según interpretes la tuya. ²Si aceptas que tu función en el mundo del tiempo es curar, harás hincapié únicamente en el aspecto del tiempo en el que la curación puede tener lugar. ³La curación no se puede llevar a cabo en el pasado. ⁴Tiene que llevarse a cabo en el presente para así liberar el futuro. ⁵Esta interpretación vincula el futuro al presente, y extiende el presente en vez del pasado. ⁶Mas si crees que tu función es destruir, perderás de vista al presente y te aferrarás al pasado a fin de asegurar un futuro destructivo. ⁷Y el tiempo será tal como tú lo interpretes, pues, de por sí, no es nada.


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Comentario de Isa Castrillón sobre este tema
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V. Las dos emociones


1. Dije anteriormente que sólo puedes experimentar dos emociones: amor y miedo. ²Una de ellas es inmutable aunque se intercambia continuamente, al ser ofrecida por lo Eterno a lo eterno. ³Por medio de este intercambio es como se extiende, pues aumenta al darse. ⁴La otra adopta muchas formas, ya que el contenido de las fantasías individuales difiere enormemente. ⁵Mas todas ellas tienen algo en común: son todas dementes. ⁶Están compuestas de imágenes que no se pueden ver y de sonidos que no se pueden oír. ⁷Constituyen un mundo privado que no se puede compartir. ⁸Pues únicamente tienen sentido para su hacedor y, por consiguiente, no tienen sentido en absoluto. ⁹En este mundo su hacedor ronda solo, ya que únicamente él las percibe.

2. Cada cual puebla su mundo de figuras procedentes de su pasado individual, y ésa es la razón de que los mundos privados difieran tanto entre sí. ²No obstante, las imágenes que cada cual ve jamás han sido reales, pues están compuestas únicamente de sus reacciones hacia sus hermanos y no incluyen las reacciones de éstos hacia él. ³No se da cuenta, por lo tanto, de que él mismo las forjó y de que están incompletas. ⁴Pues dichas figuras no tienen testigos, al ser percibidas únicamente por una mente separada.

3. A través de estas extrañas y sombrías figuras es como los que no están cuerdos se relacionan con su mundo demente. ²Pues sólo ven a aquellos que les recuerdan esas imágenes, y es con ellas con las que se relacionan. ³Por lo tanto, se comunican con los que no están ahí y son éstos quienes les contestan. ⁴Mas nadie oye su respuesta, excepto aquel que los invocó, y sólo él cree que le contestaron. ⁵La proyección da lugar a la percepción, y no puedes ver más allá de ella. ⁶Has atacado a tu hermano una y otra vez porque viste en él una sombría figura de tu mundo privado. ⁷Y así, no puedes sino atacarte a ti mismo primero, pues lo que atacas no está en los demás. ⁸La única realidad de lo que atacas se encuentra en tu mente, de modo que, al atacar a otros, estás literalmente atacando algo que no está ahí.

4. Los que viven engañados pueden ser muy destructivos, pues no se dan cuenta de que se han condenado a sí mismos. ²No desean morir, sin embargo no dejan de condenar. ³De esta manera, cada uno se aísla en su propio mundo, en el que reina el desorden y en el que lo que está dentro aparenta estar fuera. ⁴Mas no ven lo que está dentro, pues no pueden reconocer la realidad de sus hermanos.

5. Sólo puedes experimentar dos emociones, pero en tu mundo privado reaccionas ante cada una de ellas como si se tratara de la otra. ²El amor no puede residir en un mundo aparte, donde no se le reconoce cuando hace acto de presencia. ³Si lo que ves en tu hermano es tu propio odio, no lo estás viendo a él. ⁴Todo el mundo se acerca a lo que ama y se aleja de lo que teme. ⁵Y tú reaccionas con miedo ante el amor y te alejas de él. ⁶Sin embargo, el miedo te atrae, y tomándolo por amor, lo invitas a que venga a ti. ⁷Tu mundo privado está lleno de figuras tétricas que tú mismo has invitado, por lo tanto, no puedes ver todo el amor que tus hermanos te ofrecen.

6. Al contemplar con claridad el mundo que te rodea, no puedes sino darte cuenta de que estás sumergido en la demencia. ²Ves lo que no está ahí y oyes lo que no emite sonido. ³Las emociones que expresas reflejan lo opuesto de lo que sientes. ⁴No te comunicas con nadie, y te encuentras tan aislado de la realidad como si tú fueras lo único que existe en todo el universo. ⁵En tu demencia pasas por alto la realidad completamente, y dondequiera que tu mirada se posa no ves más que tu mente dividida. ⁶Dios te llama, mas tú no lo oyes, pues estás embebido en tu propia voz. ⁷Y no puedes ver la visión de Cristo, pues sólo te ves a ti mismo.

7. Criatura de Dios, ¿es eso lo que le quieres ofrecer a tu Padre? ²Pues si te lo ofreces a ti mismo, se lo ofreces a Él. ³Mas Él no te lo devolverá, pues no es digno de ti porque no es digno de Él. ⁴Aun así, Él quiere librarte de ello y ponerte en libertad. ⁵Su Respuesta cuerda te dice que lo que te has ofrecido a ti mismo no es verdad, pero que el ofrecimiento que Él te hizo sigue en pie. ⁶Tú que no sabes lo que haces, puedes aprender lo que es la demencia y mirar más allá de ella. ⁷Se te ha concedido poder aprender a negarla y a escapar de tu mundo privado en paz. ⁸Verás todo lo que negaste en tus hermanos al haberlo negado en ti mismo. ⁹Pues los amarás y, al acercarte a ellos, los atraerás a ti al percibirlos como los testigos de la realidad que compartes con Dios. ¹⁰Yo estoy con ellos tal como estoy contigo, y juntos los extraeremos de sus mundos privados, pues tal como nosotros estamos unidos, así nos uniremos a ellos. ¹¹El Padre nos da la bienvenida a todos con alegría, y alegría es lo que le debemos ofrecer. ¹²Pues a ti a quien Dios se dio a Sí Mismo se te han encomendado todos Sus Hijos. ¹³Y es Dios lo que les debes ofrecer, para que puedas reconocer el regalo que te hizo.

8. La visión depende de la luz. ²En la obscuridad no puedes ver. ³Mas en la obscuridad—el mundo privado que habitas cuando duermes—ves en sueños a pesar de que tus ojos están cerrados. ⁴Ahí es donde lo que ves es obra tuya. ⁵Con todo, si abandonas la obscuridad dejarás de ver todo lo que hiciste, pues verlo depende de negar la visión. ⁶Sin embargo, negar la visión no quiere decir que no puedas ver. ⁷Mas eso es lo que hace la negación, pues mediante ella aceptas la demencia, al creer que puedes construir un mundo privado y gobernar tu propia percepción. ⁸Mas para esto, la luz tiene que ser excluida. ⁹Cuando ésta llega, no obstante, los sueños se desvanecen y entonces puedes ver.

9. No intentes alcanzar la visión valiéndote de los ojos, pues tú mismo inventaste tu manera de ver para así poder ver en la obscuridad, y en eso te engañas. ²Más allá de esta obscuridad, pero todavía dentro de ti, se encuentra la visión de Cristo, Quien contempla todo en la luz. ³Tu “visión” emana del miedo, tal como la Suya emana del amor. ⁴Él ve por ti, al ser tu testigo del mundo real. ⁵Él es la manifestación del Espíritu Santo, y lo único que hace es contemplar el mundo real, invocar a sus testigos y acercártelos. ⁶Cristo ama lo que ve en ti y Su deseo es extenderlo. ⁷Y no retornará al Padre hasta que no haya extendido tu percepción de forma que incluya al Padre. ⁸Y allí acaba la percepción, pues Él te habrá llevado Consigo de vuelta al Padre.

10. Sólo puedes experimentar dos emociones. ²Una la inventaste tú y la otra se te dio. ³Cada una de ellas representa una manera diferente de ver las cosas, y de sus correspondientes perspectivas emanan dos mundos distintos. ⁴Ve a través de la visión que se te ha dado, pues a través de la visión de Cristo Él se contempla a Sí Mismo. ⁵Y al ver lo que Él es, conoce a Su Padre. ⁶Más allá de tus sueños más tenebrosos Él ve en ti al inocente Hijo de Dios, resplandeciendo con un fulgor perfecto que tus sueños no pueden atenuar. ⁷Y esto es lo que verás a medida que veas todo a través de Su visión, pues Su visión es el regalo de amor que Él te hace, que el Padre le dio para ti.

11. El Espíritu Santo es la Luz en la que Cristo se alza revelado. ²Y todos los que desean contemplarlo lo pueden ver, pues han pedido luz. ³No lo verán a Él solo, pues tal como ellos no están solos, Él tampoco lo está. ⁴Al ver al Hijo en Él, ascendieron con Él hasta el Padre. ⁵Y todo esto lo entenderán porque miraron en su interior, más allá de la obscuridad, y al ver el Cristo en ellos lo reconocieron. ⁶En la cordura de Su visión se contemplaron a sí mismos con amor y se vieron tal como el Espíritu Santo los ve. ⁷Y con esta visión de la verdad que en ellos mora, toda la belleza del mundo vino a resplandecer sobre ellos.


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Comentario de Martín Musarra sobre este tema
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VI. Cómo encontrar el presente


1. Percibir verdaderamente es ser consciente de toda la realidad mediante la conciencia de tu propia realidad. ²Pero para que esto tenga lugar no debes ver ninguna ilusión, pues la realidad no da cabida a ningún error. ³Esto quiere decir percibir a tu hermano solamente como lo ves ahora. ⁴Su pasado no tiene realidad en el presente, por lo tanto, es imposible que lo puedas ver. ⁵Las reacciones que tuviste hacia tu hermano en el pasado tampoco están ahí, y si reaccionas ante ellas, no estarás sino viendo la imagen que hiciste de él, a la cual tienes en mayor estima que a él. ⁶Cuando pongas en duda las ilusiones, pregúntate si es realmente sensato percibir el pasado como si estuviera ocurriendo ahora. ⁷Si recuerdas el pasado cuando contemplas a tu hermano, no podrás percibir la realidad que está aquí ahora.

2. Consideras “natural” utilizar tus experiencias pasadas como punto de referencia desde el que juzgar el presente. ²Sin embargo, eso es antinatural porque es ilusorio. ³Cuando hayas aprendido a ver a todo el mundo sin hacer referencia alguna al pasado, ya sea el suyo o el tuyo según lo hayas percibido, podrás aprender de lo que ves ahora. ⁴Pues el pasado no puede arrojar sombras que obscurezcan el presente, a no ser que tengas miedo de la luz. ⁵Y sólo si tienes miedo de la luz elegirías dejar que la obscuridad te acompañase, y al tenerla en tu mente, verla como una nube negra que envuelve a tus hermanos y te impide ver su realidad.

3. Esta obscuridad se encuentra en ti. ²El Cristo, tal como se revela ante ti ahora, no tiene pasado, pues es inmutable, y en Su inmutabilidad radica tu liberación. ³Pues si Él es tal como fue creado, no puede haber culpa en Él. ⁴Ninguna nube de culpabilidad ha venido a ocultarlo, y Él se alza revelado en todo aquel con quien te encuentras porque lo ves a través de Él. ⁵Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condenación. ⁶La nube que oculta al Hijo de Dios de tu vista es el pasado, y si quieres que lo pasado pasado sea, no debes verlo ahora. ⁷Si lo ves ahora en tus ilusiones, es que todavía no se ha apartado de ti, aunque no está aquí.

4. El tiempo puede liberar así como aprisionar, dependiendo de quién es la interpretación de éste que eliges usar. ²El pasado, el presente y el futuro no son estados continuos, a no ser que impongas continuidad en ellos. ³Puedes percibirlos como que son continuos y hacer que lo sean para ti. ⁴Pero no te engañes y luego creas que realmente lo son. ⁵Pues creer que la realidad es lo que a ti te gustaría que fuera, de acuerdo con el uso que haces de ella, es ilusorio. ⁶Quieres destruir la continuidad del tiempo dividiéndolo en pasado, presente y futuro para tus propios fines. ⁷Quieres prever el futuro basándote en tus experiencias pasadas y hacer planes de acuerdo con esas experiencias. ⁸Sin embargo, al hacer eso estás alineando el pasado con el futuro, y no estás permitiendo que el milagro, que podría intervenir entre ellos, te libere para que puedas renacer.

5. El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así percibirlo como que ha renacido. ²Sus errores se encuentran en el pasado, y al percibirlo sin ellos lo liberas. ³Y puesto que su pasado es también el tuyo, compartes esa liberación. ⁴No permitas que ninguna sombra tenebrosa de tu pasado lo oculte de tu vista, pues la verdad se encuentra solamente en el presente, y si la buscas ahí, la encontrarás. ⁵La has buscado donde no está, por lo tanto, no la has podido encontrar. ⁶Aprende, pues, a buscarla donde está, y ella alboreará ante los ojos que ven. ⁷Tu pasado fue engendrado con ira, y si te vales de él para atacar el presente, serás incapaz de ver la liberación que éste te ofrece.

6. Has dejado atrás los juicios y la condenación, y a no ser que los sigas arrastrando contigo, te darás cuenta de que te has liberado de ellos. ²Contempla amorosamente el presente, pues encierra lo único que es verdad eternamente. ³Toda curación reside en él porque su continuidad es real. ⁴El presente se expande hasta todos los aspectos de la Filiación simultáneamente, y esto permite que cada uno de ellos se pueda extender hasta los demás. ⁵El presente existe desde antes de que el tiempo diera comienzo y seguirá existiendo una vez que éste haya finalizado. ⁶En el presente se encuentran todas las cosas que son eternas, las cuales son una. ⁷La continuidad de esas cosas es intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas por el pasado. ⁸Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está en ninguna parte.

7. El presente te muestra a tus hermanos bajo una luz que te uniría a ellos y te liberaría del pasado. ²¿Usarías, entonces, el pasado contra ellos? ³Pues si lo haces, estarás eligiendo permanecer en una obscuridad que no existe, y negándote a aceptar la luz que se te ofrece. ⁴Pues la luz de la visión perfecta se otorga libremente del mismo modo en que se recibe libremente, y sólo puede aceptarse sin limitaciones de ninguna clase. ⁵En el presente, la única dimensión del tiempo que es inmóvil e inalterable y donde no queda ni rastro de lo que fuiste, contemplas a Cristo e invocas a Sus testigos para que derramen su fulgor sobre ti por haberlos invocado. ⁶Esos testigos no negarán la verdad que mora en ti porque la buscaste en ellos y allí la encontraste.

8. El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo. ²Extiéndele tu mano a todos tus hermanos e infúndelos con el toque de Cristo. ³En tu eterna unión con ellos reside tu continuidad, ininterrumpida porque la compartes plenamente. ⁴El inocente Hijo de Dios es únicamente luz. ⁵En él no hay obscuridad, pues goza de plenitud. ⁶Exhorta a todos tus hermanos a que den testimonio de la plenitud del Hijo de Dios, del mismo modo en que yo te exhorto a que te unas a mí. ⁷Cada voz es parte del himno redentor: el himno de alegría y agradecimiento por la luz al Creador de la Luz. ⁸La santa luz que irradia desde el Hijo de Dios da testimonio de que la luz que hay en él procede de su Padre.

9. Irradia tu luz sobre tus hermanos en recuerdo de tu Creador, pues Lo recordarás a medida que invoques a los testigos de Su Creación. ²Aquellos que cures darán testimonio de tu curación, pues en su plenitud verás la tuya propia. ³Y a medida que tus himnos de alabanza y de alegría se eleven hasta tu Creador, Él te dará las gracias mediante Su inequívoca respuesta a tu llamada, ⁴pues es imposible que Su Hijo Lo llame y no reciba respuesta. ⁵La Llamada que te hace a ti es la misma que tú le haces a Él. ⁶Y lo que te contesta en Él es Su Paz.

10. Criatura de la Luz, no sabes que la luz está en ti. ²Sin embargo, la encontrarás a través de sus testigos, pues al haberles dado luz, ellos te la devolverán. ³Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. ⁴El amor siempre conduce al Amor. ⁵Los enfermos, que imploran amor, se sienten agradecidos por él, y en su alegría resplandecen con santo agradecimiento. ⁶Y eso es lo que te ofrecen a ti que les brindaste dicha. ⁷Son tus guías a la dicha, pues habiéndola recibido de ti desean conservarla. ⁸Los has establecido como guías a la paz, pues has hecho que ésta se manifieste en ellos. ⁹Y al verla, su belleza te llama a retornar a tu hogar.

11. Hay una luz que este mundo no puede dar. ²Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. ³Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. ⁴Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo lo puede hacer. ⁵Y desecharás este mundo y encontrarás otro. ⁶Ese otro mundo resplandece con el amor que tú le has dado. ⁷En él todo te recordará a tu Padre y a Su santo Hijo. ⁸La luz es ilimitada y se extiende por todo ese mundo con serena dicha. ⁹Todos aquellos que trajiste contigo resplandecerán sobre ti, y tú resplandecerás sobre ellos con gratitud porque te trajeron hasta aquí. ¹⁰Tu luz se unirá a la suya dando lugar a un poder tan irresistible que liberará de las tinieblas a los demás según tu mirada se pose sobre ellos.

12. Despertar en Cristo es obedecer las leyes del amor libremente como resultado del sereno reconocimiento de la verdad que encierran. ²Tienes que estar dispuesto a dejarte atraer por la luz, y la manera en que uno demuestra que está dispuesto es dando. ³Aquellos que aceptan tu amor están dispuestos a convertirse en los testigos del amor que tú les diste, y son ellos quienes te lo ofrecerán a ti. ⁴Cuando duermes estás solo y tu conciencia se limita a ti. ⁵Por eso es por lo que tienes pesadillas. ⁶Tus sueños son sueños de soledad porque tienes los ojos cerrados. ⁷No ves a tus hermanos, y en la obscuridad no puedes ver la luz que les diste.

13. Sin embargo, las leyes del amor no se suspenden porque tú estés dormido. ²Las has obedecido en todas tus pesadillas, y no has dejado de dar, pues no estabas solo. ³Aun en tus sueños Cristo te ha protegido, asegurándose de que el mundo real se encuentre ahí para ti cuando despiertes. ⁴Él ha dado por ti en tu nombre, y te ha dado los regalos que dio. ⁵El Hijo de Dios sigue siendo tan amoroso como su Padre. ⁶Al tener una relación de continuidad con su Padre, no tiene un pasado separado de Él. ⁷Por eso es por lo que jamás ha cesado de ser el testigo de su Padre ni el suyo propio. ⁸Aunque dormía, la visión de Cristo nunca lo abandonó. ⁹Y ésa es la razón de que pueda convocar a los testigos que le demuestran que él nunca estuvo dormido.


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Comentario de Jorge Luis Álvarez Castañeda sobre este tema
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VII. La consecución del mundo real


1. Siéntate sosegadamente, y según contemplas el mundo que ves, repite para tus adentros: “El mundo real no es así. ²En él no hay edificios ni calles por donde sus habitantes caminan solos y separados. ³En él no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias. ⁴No está iluminado por luces artificiales ni la noche desciende sobre él. ⁵No tiene días radiantes que luego se nublan. ⁶En el mundo real nadie sufre pérdidas de ninguna clase. ⁷En él todo resplandece, y resplandece eternamente”.

2. Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. ²No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente y depende de lo que tienes en gran estima. ³La negación de uno de ellos hace posible la visión del otro. ⁴Los dos no pueden ser verdad; no obstante, cualquiera de ellos te parecerá tan real como el valor que le atribuyas. ⁵Su poder, sin embargo, no es idéntico porque la verdadera atracción que ejercen sobre ti no es igual.

3. Tú no deseas realmente el mundo que ves, pues no ha hecho más que decepcionarte desde los orígenes del tiempo. ²Las casas que erigiste jamás te dieron cobijo. ³Los caminos que construiste no te llevaron a ninguna parte y ninguna de las ciudades que fundaste ha resistido el asalto demoledor del tiempo. ⁴Todo lo que has hecho lleva impreso sobre sí el estigma de la muerte. ⁵No lo tengas en tanta estima, pues es un mundo viejo y decrépito, e incluso según lo construías estaba ya listo para retornar al polvo. ⁶Este mundo doliente no tiene el poder de influenciar al mundo viviente en absoluto. ⁷Tú no puedes conferirle ese poder, y si bien lo abandonas con tristeza, en él no habrías podido encontrar el camino que conduce más allá de él hacia el otro mundo.

4. El mundo real, por otra parte, tiene el poder de influenciarte incluso aquí porque lo amas. ²Y lo que pides con amor vendrá a ti. ³El amor siempre responde, pues es incapaz de negar una petición de ayuda o de no oír los gritos de dolor que se elevan hasta él desde todos los rincones de este extraño mundo que construiste, pero que realmente no deseas. ⁴Lo único que necesitas hacer para abandonarlo y reemplazarlo gustosamente por el mundo que tú no creaste, es estar dispuesto a reconocer que el que fabricaste es falso.

5. Has estado equivocado con respecto al mundo porque te has juzgado erróneamente a ti mismo. ²¿Qué podías haber visto desde un punto de vista tan distorsionado? ³Toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. ⁴Y no podrá ver lo que juzgue como falso. ⁵Tú que deseas juzgar la realidad no puedes verla, pues en presencia de juicios la realidad desaparece. ⁶Lo que no está en la mente no se puede ver porque lo que se niega se encuentra ahí aunque no se reconozca. ⁷Cristo sigue estando ahí, aunque no lo reconozcas. ⁸Su Ser no depende de que lo reconozcas. ⁹Vive dentro de ti en el sereno presente, y está esperando a que abandones el pasado y entres en el mundo que te ofrece con amor.

6. No hay nadie en este mundo enloquecido que no haya vislumbrado en alguna ocasión algún atisbo del otro mundo que le rodea. ²No obstante, mientras siga otorgando valor a su propio mundo, negará la visión del otro, manteniendo que ama lo que no ama y negándose a seguir el camino que el amor le señala. ³¡Cuán jubilosamente te muestra el camino el Amor! ⁴Y a medida que lo sigas, te regocijarás de haber encontrado Su compañía, y de haber aprendido de Él cómo regresar felizmente a tu hogar. ⁵Estás esperando únicamente por ti. ⁶Abandonar este triste mundo e intercambiar tus errores por la Paz de Dios no es sino tu voluntad. ⁷Y Cristo te ofrecerá siempre la Voluntad de Dios, en reconocimiento de que la compartes con Él.

7. La Voluntad de Dios es que nada, excepto Él, ejerza influencia alguna sobre Su Hijo y que nada más ni siquiera se le acerque. ²Su Hijo es tan inmune al dolor como lo es Él, Quien lo protege en toda situación. ³El mundo que lo rodea refulge con amor porque Dios ubicó a Su Hijo en Sí Mismo donde no existe el dolor y donde el amor lo envuelve eterna e ininterrumpidamente. ⁴Su paz no puede ser perturbada. ⁵El Hijo de Dios contempla con perfecta cordura el amor que lo rodea por todas partes y que se encuentra asimismo dentro de él. ⁶Y negará forzosamente el mundo del dolor en el instante en que se perciba rodeado por los Brazos del Amor. ⁷Y desde este enclave seguro mirará serenamente a su alrededor y reconocerá que el mundo es uno con él.

8. La Paz de Dios supera tu razonar sólo en el pasado. ²Sin embargo, está aquí y puedes entenderla ahora mismo. ³Dios ama a Su Hijo eternamente y Su Hijo le corresponde eternamente también. ⁴El mundo real es el camino que te lleva a recordar la única cosa que es completamente verdadera y completamente tuya. ⁵Todo lo demás te lo has prestado a ti mismo en el tiempo y desaparecerá. ⁶Pero eso otro es eternamente tuyo, al ser el regalo de Dios a Su Hijo. ⁷Tu única realidad te fue dada, pues mediante ella Dios te creó Uno con Él.

9. Primero soñarás con la paz y luego despertarás a ella. ²Tu primer intercambio de lo que has hecho por lo que realmente deseas es el intercambio de las pesadillas por los sueños felices de amor. ³En ellos se encuentran tus verdaderas percepciones, pues el Espíritu Santo corrige el mundo de los sueños, en el que reside toda percepción. ⁴El Conocimiento no necesita corrección. ⁵Con todo, los sueños de amor conducen al Conocimiento. ⁶En ellos no ves nada temible, y por esa razón constituyen la bienvenida que le ofreces al Conocimiento. ⁷El amor espera la bienvenida, pero no en el tiempo, y el mundo real no es sino tu bienvenida a lo que siempre fue. ⁸Por lo tanto, la llamada al júbilo se encuentra en él, y tu gozosa respuesta es tu despertar a lo que nunca perdiste.

10. Alaba, pues, al Padre por la perfecta cordura de Su santísimo Hijo. ²Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. ³Esto es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? ⁴En tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. ⁵El mundo en el que te encuentras es un mundo de escasez porque estás necesitado. ⁶Sin embargo, ¿podrías encontrarte a ti mismo en un mundo así? ⁷Sin el Espíritu Santo la respuesta sería no. ⁸Pero debido a Él, la respuesta es un gozoso sí. ⁹Por ser el Mediador entre los dos mundos, Él sabe lo que necesitas y lo que no te hará daño. ¹⁰El concepto de posesión es un concepto peligroso si se deja en tus manos. ¹¹El ego quiere poseer cosas para salvarse, pues poseer es su ley. ¹²Poseer por poseer es el credo fundamental del ego y una de las piedras angulares de los templos que se erige a sí mismo. ¹³El ego exige que deposites en su altar todas las cosas que te ordena obtener, pero no deja que halles gozo alguno en ellas.

11. Todo lo que el ego te dice que necesitas te hará daño. ²Pues si bien el ego te exhorta una y otra vez a que obtengas todo cuanto puedas, te deja sin nada, pues exige que le entregues todo lo que obtienes. ³E incluso de las mismas manos que lo obtuvieron, será arrebatado y arrojado al polvo. ⁴Pues donde el ego ve salvación, ve también separación, y de esta forma pierdes todo lo que has adquirido en su nombre. ⁵No te preguntes a ti mismo, por lo tanto, qué es lo que necesitas, pues no lo sabes, y lo que te aconsejes a ti mismo te hará daño. ⁶Pues lo que crees necesitar servirá simplemente para fortificar tu mundo contra la luz y para hacer que no estés dispuesto a cuestionar el valor que este mundo tiene realmente para ti.

12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. ²Y te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. ³¿Qué otra cosa podrías necesitar? ⁴Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto requieras, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. ⁵No te privará de nada mientras lo precises. ⁶Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas ya han sido satisfechas. ⁷El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. ⁸Lo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. ⁹Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores el jubiloso regreso a tu hogar.

13. Deja, entonces, todas tus necesidades en Sus manos. ²Él las colmará sin darles ninguna importancia. ³Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse en un punto tenebroso, oculto en tu mente, donde se conserva para hacerte daño. ⁴Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. ⁵El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. ⁶No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él contiene su herencia. ⁷Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.

14. Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil, que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres y di:

²El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué
otro sitio querría ir? ³¿Qué otra necesidad tengo, salvo la
de despertar en Él?

15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda poner en tu camino para alterar tu paz mental. ²No te postres ante los altares del sacrificio ni busques lo que sin duda perderías. ³Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la Paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

16. En mí ya has superado cualquier tentación que pudiera demorarte. ²Juntos recorremos la senda que conduce a la quietud, que es el regalo de Dios. ³Tenme en gran estima, pues, ¿qué otra cosa puedes necesitar sino a tus hermanos? ⁴Te devolveremos la paz mental que juntos tenemos que encontrar. ⁵El Espíritu Santo te enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. ⁶Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. ⁷Salvarse del mundo consiste sólo en eso. ⁸Mi paz te doy. ⁹Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arrebatártelo. ¹⁰Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultaremos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos.

17. Solos no podemos cantar el himno redentor. ²Mi tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la mía. ³Sin embargo, no es propiamente mía, pues así como ella es el regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a través de Su Espíritu. ⁴Su sonido desvanecerá toda aflicción de la mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflicción no puede morar. ⁵En el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su eterno reino allí donde mora la aflicción. ⁶Tú no moras aquí, sino en la eternidad. ⁷Eres un viajero únicamente en sueños, mientras permaneces a salvo en tu hogar. ⁸Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado cómo recordarte. ⁹Así es como el Hijo de Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.


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Comentario de Carlos David Ameliach sobre este tema
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VIII. De la percepción al Conocimiento


1. Toda curación es una liberación del pasado. ²Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. ³Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del Conocimiento y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. ⁴Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. ⁵Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad y no utiliza la percepción en absoluto. ⁶Por consiguiente, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto “dónde” no significa nada para ella. ⁷Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el Conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al Conocimiento. ²Cada uno de sus aspectos es total, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. ³Tú eres un aspecto del Conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. ⁴Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. ⁵La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. ⁶Incluso la percepción del Espíritu Santo—la más perfecta que puede haber—no tiene significado en el Cielo. ⁷La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. ⁸Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.

3. La percepción perfecta, pues, tiene muchos elementos en común con el Conocimiento, haciendo que sea posible su transferencia a Él. ²El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. ³La separación no ha interrumpido la Creación. ⁴La Creación no puede ser interrumpida. ⁵La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. ⁶El milagro, que no tiene ninguna función en el Cielo, es necesario aquí. ⁷Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. ⁸Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. ⁹Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eternidad.

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. ²No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. ³El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque no tiene ningún Pensamiento que no comparta. ⁴El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. ⁵Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es la realidad del Espíritu Santo. ⁶Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

5. Éste es el milagro de la Creación: que es una eternamente. ²Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verdadera percepción de un aspecto de la totalidad. ³Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz y que, por lo tanto, son uno. ⁴Cada hermano que ves libre de su pasado te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la obscuridad, capacitando así al mundo para ver. ⁵Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. ⁶Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la obscuridad y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno.

6. Todos son iguales: bellos e igualmente santos. ²Y Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. ³Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. ⁴Y cada milagro que obras contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. ⁵El único milagro que existió jamás es el santísimo Hijo de Dios, creado en la única Realidad que es su Padre. ⁶La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. ⁷Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.

7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el don de Cristo sin perder el don que tu Padre le dio a Él. ²Ofrece el don de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios por medio del Espíritu Santo te armonizan con la realidad. ³El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. ⁴El Conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. ⁵Tú que formas parte de Él y que eres todo Él, sólo necesitas darte cuenta de que el Conocimiento es del Padre y no tuyo. ⁶Tu papel en la redención te conduce al Conocimiento mediante el restablecimiento de Su Unicidad en tu mente.

8. Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a liberarte por medio de Aquel que sabe lo que es la libertad. ²Únete a mí bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas y, conforme nos hagamos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en nosotros y nadie será excluido ni dejaremos a nadie solo. ³Y de repente el tiempo cesará y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. ⁴La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. ⁵Y al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo tal como tú estás en tu Padre.

9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, del mismo modo tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. ²Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. ³Niega a cualquier hermano aquí y estarás negando los testigos de tu paternidad en el Cielo. ⁴El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. ⁵Cuando los aceptas, tanto tú como tus hermanos dejáis de necesitar curación.

10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. ²Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su Testimonio de ella. ³Tampoco das testimonio de Él, pues de la realidad se da testimonio viéndola como una sola. ⁴Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. ⁵Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. ⁶Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios Mismo las abre, ⁷pues nunca dejaría a Su bienamado Hijo afuera y apartado de Él.


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IX. La nube de culpabilidad


1. La culpabilidad sigue siendo lo único que oculta al Padre, pues la culpabilidad es el ataque que se comete contra Su Hijo. ²Los que se sienten culpables siempre condenan y, una vez que han condenado, lo siguen haciendo, vinculando el futuro al pasado tal como estipula la ley del ego. ³Guardarle fidelidad a esta ley impide el paso de la luz, pues exige que se le guarde fidelidad a la obscuridad y prohíbe el despertar. ⁴Las leyes del ego son estrictas y cualquier violación se castiga severamente. ⁵Por lo tanto, no las obedezcas, pues son las leyes del castigo. ⁶Y aquellos que las acatan creen que son culpables y, por consiguiente, no pueden sino condenar. ⁷Las Leyes de Dios tienen que intervenir entre el futuro y el pasado para que puedas liberarte. ⁸La Expiación se alza entre ellos como una lámpara que resplandece con tal fulgor que la cadena de obscuridad a la que te ataste a ti mismo desaparece.

2. Librarse uno de la culpa es lo que des-hace completamente al ego. ²No hagas de nadie un ser temible, pues su culpabilidad es la tuya, y al obedecer las severas órdenes del ego, haces que su condena recaiga sobre ti y no podrás escapar del castigo que él inflige a los que lo obedecen. ³El ego premia la fidelidad que se le guarda con dolor, pues tener fe en él es dolor. ⁴Y la fe sólo se puede recompensar en función de la creencia en la que se depositó. ⁵La fe le infunde poder a la creencia, y dónde se deposita dicha fe es lo que determina la recompensa, ⁶pues la fe siempre se deposita en lo que se valora, y lo que valoras se te devuelve.

3. El mundo te puede dar únicamente lo que tú le diste, pues al no ser otra cosa que tu propia proyección, no tiene ningún significado aparte del que tú viste en él y en el que depositaste tu fe. ²Sé fiel a la obscuridad y no podrás ver porque tu fe será recompensada tal corno la diste. ³Aceptarás tu tesoro, y si depositas tu fe en el pasado, el futuro será igual. ⁴Cualquier cosa que tienes en gran estima la consideras tuya. ⁵El poder que le otorgas al atribuirle valor hace que sea así.

4. La Expiación conlleva una revaluación de todo lo que tienes en gran estima, pues es el medio a través del cual el Espíritu Santo puede separar lo falso de lo verdadero, lo cual has aceptado en tu mente sin hacer ninguna distinción entre ambos. ²No puedes, por lo tanto, valorar lo uno sin lo otro, y la culpabilidad se ha convertido en algo tan real para ti como la inocencia. ³Tú no crees que el Hijo de Dios es inocente porque ves el pasado, pero no lo ves a él. ⁴Cuando condenas a un hermano estás diciendo: “Yo que soy culpable elijo seguir siéndolo”. ⁵Has negado su libertad, y al hacer eso, has negado el testigo de la tuya. ⁶Con igual facilidad podías haberlo liberado del pasado y eliminado de su mente la nube de culpabilidad que lo encadena a él. ⁷Y en su libertad habrías encontrado la tuya.

5. No lo condenes por su culpabilidad, pues su culpa reside en el pensamiento secreto de que él te ha hecho lo mismo a ti. ²¿Le enseñarías entonces que su desvarío es real? ³La idea de que el inocente Hijo de Dios puede atacarse a sí mismo y declararse culpable es una locura. ⁴No creas esto de nadie, en ninguna forma, ⁵pues la condenación y el pecado son lo mismo, y creer en uno es tener fe en el otro, lo cual invita al castigo en lugar de al amor. ⁶Nada puede justificar la demencia, y pedir que se te castigue no puede sino ser una locura.

6. No consideres a nadie culpable entonces y estarás afirmando la verdad de tu inocencia ante ti mismo. ²Cada vez que condenas al Hijo de Dios te convences a ti mismo de tu propia culpabilidad. ³Si quieres que el Espíritu Santo te libere de ella, acepta Su ofrecimiento de Expiación para todos tus hermanos. ⁴Pues así es como aprendes que es verdad para ti. ⁵Nunca te olvides de que es imposible condenar al Hijo de Dios parcialmente. ⁶Los que consideras culpables se convierten en los testigos de tu culpabilidad, y es en ti donde la verás, pues estará ahí hasta que sea des-hecha. ⁷La culpa se encuentra en tu mente, la cual se ha condenado a sí misma. ⁸No sigas proyectando culpa, pues mientras lo hagas no podrá ser des-hecha. ⁹Cada vez que liberas a un hermano de su culpa, grande es el júbilo en el Cielo, donde los testigos de tu paternidad se regocijan.

7. La culpabilidad te ciega, pues no podrás ver la luz mientras sigas viendo una sola mancha de culpa dentro de ti. ²Y al proyectarla, el mundo te parecerá tenebroso y estar envuelto en ella. ³Arrojas un obscuro velo sobre él y esto te impide verlo porque no puedes mirar en tu interior. ⁴Tienes miedo de lo que verías, pero lo que temes ver no está ahí. ⁵Aquello de lo que tienes miedo ha desaparecido. ⁶Si mirases en tu interior, verías solamente la Expiación, resplandeciendo serenamente y en paz sobre el Altar a tu Padre.

8. No tengas miedo de mirar en tu interior. ²El ego te dice que lo único que hay dentro de ti es la negrura de la culpabilidad, y te exhorta a que no mires. ³En lugar de eso, te insta a que contemples a tus hermanos y veas la culpabilidad en ellos. ⁴Mas no puedes hacer eso sin condenarte a seguir estando ciego, ⁵pues aquellos que ven a sus hermanos en las tinieblas, y los declaran culpables en las tinieblas en las que los envuelven, tienen demasiado miedo de mirar a la luz interna. ⁶Dentro de ti no se encuentra lo que crees que está ahí, y en lo que has depositado tu fe. ⁷Dentro de ti está la santa señal de la perfecta fe que tu Padre tiene en ti. ⁸Tu Padre no te evalúa como tú te evalúas a ti mismo. ⁹Él se conoce a Sí Mismo y conoce también la verdad que mora en ti. ¹⁰Sabe que no hay diferencia alguna entre Él y dicha verdad, pues Él no sabe de diferencias. ¹¹¿Puedes acaso ver culpabilidad allí donde Dios sabe que hay perfecta inocencia? ¹²Puedes negar Su Conocimiento, pero no lo puedes alterar. ¹³Contempla, pues, la luz que Él puso dentro de ti y date cuenta de que lo que temías encontrar ahí ha sido reemplazado por el amor.


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Comentario de Adriana Caviedes sobre este tema
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X. Tu liberación de la culpabilidad


1. Estás acostumbrado a la noción de que la mente puede ver la fuente del dolor donde ésta no se encuentra. ²El dudoso servicio de tal desplazamiento es ocultar la verdadera fuente de la culpabilidad y mantener fuera de tu conciencia la percepción plena de que dicha noción es demente. ³El desplazamiento siempre se perpetúa mediante la ilusión de que la fuente de la culpabilidad, de la cual se desvía la atención, tiene que ser verdad; y no puede sino ser temible o, de lo contrario, no habrías desplazado la culpa hacia lo que creíste que era menos temible. ⁴Estás dispuesto, por consiguiente, a mirar a toda clase de “fuentes”, siempre y cuando no sea la fuente que yace más adentro con la que no guardan relación alguna.

2. Las ideas dementes no guardan ninguna relación real, pues por eso es por lo que son dementes. ²Ninguna relación real puede estar basada en la culpabilidad ni contener una sola mancha de culpa que mancille su pureza. ³Pues todas las relaciones en las que la culpa ha dejado impresa su huella se usan únicamente para evitar a la persona y evadir la culpabilidad. ⁴¡Qué relaciones tan extrañas has entablado para apoyar este extraño propósito! ⁵Y te olvidaste de que las relaciones reales son santas y de que no te puedes valer de ellas en absoluto. ⁶Son para el uso exclusivo del Espíritu Santo, y esto es lo que hace que sean puras. ⁷Si descargas tu culpa sobre ellas, el Espíritu Santo no puede entonces usarlas. ⁸Pues al apropiarte para tus propios fines de lo que deberías haberle entregado a Él, Él no podrá valerse de ello para liberarte. ⁹Nadie que en cualquier forma que sea quiera unirse a otro para salvarse él solo, hallará la salvación en esa extraña relación. ¹⁰No es una relación que se comparta, por consiguiente, no es real.

3. En cualquier unión con un hermano en la que procures descargar tu culpa sobre él, compartirla con él o percibirla en él, te sentirás culpable. ²No hallarás tampoco satisfacción ni paz con él porque tu unión con él no es real. ³Verás culpabilidad en esa relación porque tú mismo la sembraste en ella. ⁴Es inevitable que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues creen en ella. ⁵Sin embargo, aunque sufren, no buscan la causa de su sufrimiento dentro de sí mismos para así poder abandonarla. ⁶No pueden saber que aman ni pueden entender lo que es amar. ⁷Su mayor preocupación es percibir la fuente de la culpabilidad fuera de sí mismos, más allá de su control.

4. Cuando mantienes que eres culpable, pero que la fuente de tu culpabilidad reside en el pasado, no estás mirando en tu interior. ²El pasado no se encuentra en ti. ³Las extrañas ideas que asocias con él no tienen sentido en el presente. ⁴Dejas, no obstante, que se interpongan entre tú y tus hermanos, con quienes no entablas verdaderas relaciones en absoluto. ⁵¿Cómo puedes esperar valerte de tus hermanos como un medio para solventar el pasado y al mismo tiempo verlos tal como realmente son? ⁶Aquellos que se valen de sus hermanos para resolver problemas que no existen no pueden encontrar la salvación. ⁷No la quisiste en el pasado. ⁸¿Cómo puedes esperar encontrarla ahora si impones tus vanos deseos en el presente?

5. Resuélvete, por consiguiente, a dejar de ser como has sido. ²No te valgas de ninguna relación para aferrarte al pasado, sino que vuelve a nacer cada día con cada una de ellas. ³Un minuto, o incluso menos, será suficiente para que te liberes del pasado y le entregues tu mente a la Expiación en paz. ⁴Cuando les puedas dar la bienvenida a todos, tal como quisieras que tu Padre te la diese a ti, dejarás de ver culpabilidad en ti mismo. ⁵Pues habrás aceptado la Expiación, la cual seguía refulgiendo en tu interior mientras soñabas con la culpa, si bien no la veías porque no buscabas dentro de ti.

6. Mientras de algún modo creas que está justificado considerar a otro culpable, independientemente de lo que haya hecho, no buscarás dentro de ti, donde siempre encontrarías la Expiación. ²A la culpabilidad no le llegará su fin mientras creas que está justificada. ³Tienes que aprender, por lo tanto, que la culpa es siempre demente y que no tiene razón de ser. ⁴El propósito del Espíritu Santo no es desvanecer la realidad. ⁵Si la culpa fuera real, la Expiación no existiría. ⁶El propósito de la Expiación es desvanecer las ilusiones, no considerarlas reales y luego perdonarlas.

7. El Espíritu Santo no conserva ilusiones en tu mente a fin de atemorizarte ni te las enseña con miedo para mostrarte de lo que te ha salvado. ²Eso de lo que te ha salvado ha desaparecido. ³No le otorgues realidad a la culpa ni veas razón alguna que la justifique. ⁴El Espíritu Santo hace lo que Dios quiere que haga, y eso es lo que siempre ha hecho. ⁵Ha visto la separación, pero sólo conoce la unión. ⁶Enseña a sanar, pero sabe también lo que es la Creación. ⁷El Espíritu Santo quiere que veas y enseñes tal como Él lo hace, y a través de Él. ⁸No obstante, lo que Él sabe tú lo desconoces aunque es tuyo.

8. Ahora se te concede poder sanar y enseñar para dar lugar a lo que algún día será ahora, ²pero que de momento aún no lo es. ³El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad, solo en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. ⁴Cuando haya mirado dentro de sí y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. ⁵Y le parecerá increíble que hubiese podido alguna vez pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. ⁶En el momento en que te des cuenta de que la culpa es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendrás miedo de contemplar la Expiación y aceptarla totalmente.

9. Tú que has sido despiadado contigo mismo, no recuerdas el Amor de tu Padre. ²Y al contemplar a tus hermanos sin piedad, no recuerdas cuánto Lo amas. ³Tu amor por Él, no obstante, es por siempre verdadero. ⁴La perfecta pureza en la que fuiste creado se encuentra dentro de ti en paz radiante. ⁵No temas mirar a la excelsa verdad que mora en ti. ⁶Mira a través de la nube de culpabilidad que empaña tu visión, más allá de la obscuridad, hasta el santo lugar donde verás la luz. ⁷El Altar de tu Padre es tan puro como Aquel que lo elevó hasta Sí Mismo. ⁸Nada puede impedir que veas lo que Cristo quiere que veas. ⁹Su Voluntad es como la de Su Padre, y es misericordioso con todas las criaturas de Dios tal como quisiera que tú lo fueras.

10. Libera a otros de la culpa como tú quisieras ser liberado. ²Ésa es la única manera de mirar en tu interior y ver la luz del amor refulgiendo con la misma constancia y certeza con la que Dios Mismo ha amado siempre a Su Hijo. ³Y con la que Su Hijo lo ama a Él. ⁴En el amor no hay cabida para el miedo, pues el amor es inocente. ⁵No hay razón alguna para que tú, que siempre has amado a tu Padre, tengas miedo de mirar en tu interior y ver tu santidad. ⁶Tú no puedes ser como has creído ser. ⁷Tu culpabilidad no tiene razón de ser porque no está en la Mente de Dios, donde tú estás. ⁸Y ésta es la sensatez que el Espíritu Santo quiere restituirte. ⁹Él sólo desea desvanecer tus ilusiones. ¹⁰Pero quiere que veas todo lo demás. ¹¹Y en la visión de Cristo te mostrará la perfecta pureza que se encuentra por siempre dentro del Hijo de Dios.

11. No puedes entablar ninguna relación real con ninguno de los Hijos de Dios a menos que los ames a todos y que los ames por igual. ²El amor no hace excepciones. ³Si otorgas tu amor a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpa en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. ⁴Sólo puedes amar tal como Dios ama. ⁵No intentes amar de forma diferente de como Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. ⁶Hasta que no reconozcas que esto es verdad, no tendrás idea de lo que es el amor. ⁷Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la Paz de Dios. ⁸Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando, y eso significa que no se ha contemplado a sí mismo. ⁹A él le digo:

¹⁰Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y permanece
muy quedo. ¹¹Contempla serenamente su santidad y dale
gracias a su Padre por el hecho de que la culpa jamás
haya dejado huella alguna en él.

12. Ni una sola de las ilusiones que has albergado contra él ha mancillado en forma alguna su inocencia. ²Su radiante pureza, que no se ve afectada en modo alguno por la culpabilidad y es completamente amorosa, brilla dentro de ti. ³Contemplémosle juntos y amémosle, ⁴pues en tu amor por él radica tu inocencia. ⁵Y sólo con que te contemples a ti mismo, la alegría y el aprecio que sentirás por lo que veas erradicará la culpabilidad para siempre. ⁶Gracias, Padre, por la pureza de Tu santísimo Hijo, a quien creaste libre de toda culpa eternamente.

13. Al igual que tú, yo deposito mi fe y mi creencia en lo que tengo en gran estima. ²La diferencia es que yo amo solamente lo que Dios ama conmigo, y por esa razón el valor que te otorgo transciende el valor que tú te has atribuido a ti mismo, y es incluso igual que el valor que Dios Mismo te otorgó. ³Amo todo lo que Él creó y le ofrezco toda mi fe y todo el poder de mi creencia. ⁴Mi fe en ti es tan inquebrantable como el amor que le profeso a mi Padre. ⁵Mi confianza en ti es ilimitada y está desprovista del temor de que tú no me oigas. ⁶Doy gracias al Padre por tu hermosura y por los muchos dones que me permitirás ofrecerle al Reino en honor de su plenitud, que es la de Dios.

14. Alabado seas tú que haces que el Padre sea uno con Su Propio Hijo. ²Por separado no somos nada, pero unidos, brillamos con un fulgor tan intenso que ninguno de nosotros por sí solo podría ni siquiera concebir. ³Ante el glorioso esplendor del Reino la culpabilidad se desvanece, y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que antes fue. ⁴Cada reacción que experimentes estará tan purificada que será digna de ser ofrecida como un himno de alabanza a tu Padre. ⁵Ve en lo que Él ha creado únicamente una alabanza a Él, pues Él nunca cesará de alabarte a ti. ⁶Nos hallamos unidos en esta alabanza ante las puertas del Cielo donde sin duda habremos de entrar debido a nuestra inocencia. ⁷Dios te ama. ⁸¿Y cómo iba a poder yo, entonces, no tener fe en ti y amarlo a Él perfectamente?


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Comentario de Mariano Noé sobre este tema
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XI. La paz del Cielo


1. Las mejores alternativas que el ego ofrece para contrarrestar lo que se percibe como la ruda intromisión de la culpabilidad en la paz son: el olvido, el sueño y la muerte. ²Aun así, nadie piensa que está en conflicto y abatido por una guerra cruel, a menos que crea que ambos contendientes son reales. ³Al creerlo, se ve obligado a escapar, pues una guerra así pondría fin a su paz mental y, por lo tanto, lo destruiría. ⁴Mas sólo con que se diera cuenta de que la guerra es entre un poder real y uno irreal, podría mirar en su interior y ver su libertad. ⁵Nadie pensaría estar abatido y atormentado por interminables batallas si él mismo percibiera que no tienen absolutamente ningún significado.

2. No es la Voluntad de Dios que Su Hijo viva en estado de guerra. ²Por lo tanto, el imaginado “enemigo” que Su Hijo cree tener es totalmente irreal. ³No estás sino tratando de escapar de una guerra encarnizada de la que ya te has escapado. ⁴La guerra ya terminó, ⁵pues has oído el himno de la libertad elevarse hasta el Cielo. ⁶Grande es la dicha y el regocijo de Dios por tu liberación porque tú no creaste la libertad. ⁷Y de la misma manera en que no creaste la libertad, tampoco creaste una guerra que pudiera poner en peligro dicha libertad. ⁸Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. ⁹La guerra, la culpa y el pasado desaparecieron al unísono en la irrealidad de donde vinieron.

3. Cuando todos estemos unidos en el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. ²Pues nada de lo que valoras aquí lo valoras completamente, por ende, no lo valoras en absoluto. ³Sólo aquello a lo que Dios otorgó valor tiene valor, y el valor de lo que Dios aprecia no es susceptible de ser juzgado, pues ya se fijó. ⁴Su valor es absoluto. ⁵Las únicas alternativas que tienes ante ti son apreciarlo o no. ⁶Valorarlo parcialmente significa que se desconoce su valor. ⁷En el Cielo está todo lo que Dios valora, y nada más. ⁸Allí nada es ambiguo. ⁹Todo es claro y luminoso, y suscita una sola respuesta. ¹⁰En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. ¹¹Nada varía ¹²ni sufre interrupción alguna. ¹³Lo único que se experimenta es una sensación de paz tan profunda, que ningún sueño de este mundo ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha paz es.

4. No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. ²La percepción perfecta tan sólo puede mostrarte lo que se puede compartir plenamente. ³Puede mostrarte asimismo lo que resulta de ese compartir mientras todavía tengas presente los resultados de no compartir. ⁴El Espíritu Santo señala calladamente el contraste sabiendo que, en última instancia, dejarás que Él juzgue por ti la diferencia, permitiéndole que te muestre cuál de las dos alternativas es cierta. ⁵Tiene perfecta fe en tu juicio final porque sabe que es Él Quien lo emitirá por ti. ⁶Dudar de eso sería dudar de que Él vaya a llevar a cabo Su misión. ⁷Mas ¿cómo iba a ser posible eso cuando Su misión es de Dios?

5. Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabilidad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le encomendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpa que Su amado Hijo se haya echado encima. ²Su misión no puede fracasar, ³pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. ⁴La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y sean cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. ⁵Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. ⁶Él es tan estable como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda.

6. En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. ²Sólo aquí tienes necesidad de contrastes. ³Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos aprendes lo que debes evitar y lo que debes procurar. ⁴Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. ⁵La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. ⁶Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la Verdad, ésta vendrá hasta ti quedamente sin diferencias de ninguna clase, ⁷pues no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso y sólo eso es lo que quieres. ⁸No temas que el Espíritu Santo vaya a fracasar en la misión que tu Padre le ha encomendado. ⁹La Voluntad de Dios no fracasa en nada.

7. Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. ²Ni tus percepciones falsas más absurdas ni tus imaginaciones más extrañas o pesadillas más aterradoras significan nada. ³No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. ⁴El Espíritu Santo restaurará tu cordura porque la demencia no es la Voluntad de Dios. ⁵Si eso es suficiente para el Espíritu Santo, también es suficiente para ti. ⁶No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. ⁷Su Voz se oirá.

8. El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. ²Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comunicación que Dios desea mantener contigo. ³Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. ⁴Gozarás de paz porque Su Paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. ⁵Dispones de ella en este mismo instante. ⁶El Espíritu Santo te enseñará a usarla y, al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. ⁷Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá otra cosa para ti. ⁸Lo único que el Espíritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. ⁹Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él.

9. Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. ²Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. ³La salvación es algo tan seguro como Dios. ⁴Y Su Certeza es suficiente. ⁵Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él. ⁶Él aprenderá la lección del despertar. ⁷Dios vela por él y la luz le rodea.

10. ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? ²Él no se puede separar de lo que está en él. ³Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. ⁴Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la Creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. ⁵No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. ⁶Lo es. ⁷Mas para saberlo, tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.

11. El Espíritu Santo des-hará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. ²Ésta es la reconciliación con la que el ego quisiera substituir tu reconciliación con la cordura y con la paz. ³El Espíritu Santo tiene pensado para ti un tipo de reconciliación muy diferente, y lo pondrá en práctica tan inexorablemente como que al ego le será imposible poner en práctica lo que se propone. ⁴El fracaso es cosa del ego, no de Dios. ⁵No puedes alejarte de Él; y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consumado. ⁶Serás liberado y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. ⁷Pues ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad o no recordar lo que siempre lo ha sido? ⁸En esta reconciliación con la verdad y sólo con la verdad radica la paz del Cielo.


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Comentario de Isa Castrillón sobre este tema
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