LECCIÓN 129 Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.



LECCIÓN 129

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.


1. Este pensamiento es el que sigue al que practicamos ayer. ²No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. ³Nuestro énfasis no está en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte paz. ⁴¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?


2. Quizá valga la pena dedicar un poco de tiempo a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. ²Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. ³El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de un odio despiadado. ⁴Da pero sólo para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. ⁵En él no se puede encontrar amor duradero porque en él no hay amor. ⁶Ése es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.


3. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eternamente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sentido? ²¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? ³Incluso estas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues pasarás de ese mundo donde las palabras son completamente inútiles a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.


4. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, permanece ilimitada por toda la eternidad. ²Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. ³El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no se puede simbolizar. ⁴Su conocimiento es directo, perfectamente compartido y perfectamente uno. ⁵¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! ⁶Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!


5. Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. ²Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás volver a mirar el mundo que ya no deseas. ³He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimiedades que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. ⁴No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. ⁵Valóralas, y te parecerán reales.


6. Ésas son tus opciones. ²¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? ³Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! ⁴Deja que se te conceda hoy. ⁵Ese mundo espera tan sólo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.


7. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias. ²Comienza con lo siguiente:



³Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.


⁴Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.




⁵Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa obscuridad observa cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una hasta que deja de ser relevante dónde comienza una y dónde termina la otra, al fundirse todas en una sola.


8. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. ²He aquí una luz que los ojos no pueden percibir. ³Sin embargo, la mente puede verla claramente y entender. ⁴Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. ⁵Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.


9. Ahora comprendemos que la pérdida es imposible. ²Pues por fin hemos visto su opuesto y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. ³Recuerda cada hora la decisión que has tomado y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:


⁴El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.


 ⁵Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.





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Lección 129
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

 

















LECCIÓN 129

 Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
 
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
 
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
 
Esta es una lección bella y esperanzadora. Jesús, quiere que avancemos hacia visualizar un mundo mejor del que estamos viendo: el mundo real.
 
     Jesús nos dice en la lección:
 ”Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practicamos ayer. No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que haya algo más por el que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino que lo intercambies  por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría  y capaz de ofrecerte paz. ¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?” 

La lección de ayer era fuerte y Jesús entiende que no puede dejarnos en simplemente rechazar este mundo, en no valorar este mundo. Nos ofrece otra salida: ver otro mundo más allá de éste. No nos pide que renunciemos al mundo sino que lo cambiemos por algo mejor: el mundo real.  Podríamos hacer un paralelo entre los dos mundos. 

El mundo del ego

Producto de la creencia en la separación de Dios. La mente colectiva, que se cree separada, proyecta este mundo en el que existe el tiempo, el tiempo lineal de pasado, presente y futuro, donde todas las cosas cambian y tienen un comienzo y un final. Existe también el espacio  donde las cosas se encuentran separadas, solas y atrapadas en un cuerpo, que es también otra proyección de la mente.  En este mundo reina el miedo producto de la ancestral creencia de que Dios nos va a castigar por la separación.
 
Jesús, nos lo describe así:

”El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. En él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor. Dicho mundo es el mundo del tiempo donde a todo le llega su fín”
 
El hacedor de este mundo es el ego. El ego es un sistema de pensamiento que guía nuestro razonamiento en el cual tenemos un concepto falso acerca de nuestra verdadera identidad como como Hijos de Dios. Es un intento de pensar y decidir aparte de Dios. Es una ilusión, es todo lo contrario a la verdad. Es la parte de nuestra mente que quiere sentirse como un individuo independiente y que continuamente está haciendo juicios con los cuales justifica el ataque y la separación.

El mundo real

Es el mundo de felicidad y de alegría creado por el Espíritu Santo en nuestra mente y que el perdón y  la visión de Cristo me muestra:

”El mundo tiene otro Hacedor, el corrector simultáneo de la creencia desquiciada de que es posible establecer y mantener algo sin un vínculo que lo mantenga dentro de las leyes de Dios” (T-25. III.4:4-1)

 En el mundo real no hay ninguna pérdida nos dice Jesús:

” ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eternamente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sentido? ¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas?”

     Aquí, Jesús, nos plantea dejar el especialismo y nuestra identificación con un cuerpo que nos  lleva  a pensar que abandonar las cosas de este mundo implica sacrificio y pérdida. 

Jesús, nos da una hermosa descripción del mundo real en capítulo 17 en el apartado 2:

_“¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas perdonado! En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o despierto, puede compararse con semejante belleza. Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él. Esta belleza no es una fantasía. Es el mundo real, resplandeciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del Sol. No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no quedan fantasías que oculten la verdad.” (T-17.II.1:1-2:3)

Entre estos dos mundos, el mundo real y el mundo del ego, existe un puente. Este puente es el perdón. Cuando nos decidimos a perdonar, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, sanamos nuestra mente egoica y podemos acceder al mundo real como nos describe Jesús en el capítulo 16 en el apartado VI:

“El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. A este lado, ves todo sumamente distorsionado y desde una perspectiva errónea. Lo que es pequeño e insignificante se enaltece, y a lo que es fuerte y poderoso no se le concede ningún valor…Este marco de referencia está construido en torno a la relación especial. Sin esta ilusión, no seguirías buscando ningún significado aquí.” (T-16.VI.7:1-3, 6-7).

Jesús, nos llama en la lección a elegir no valorar lo que no es nada, es decir, el mundo del ego y decidirnos por el mundo real. Nos propone realizar en tres ocasiones – mañana, noche e intermedia- el ejercicio de ir al interior de nuestra mente con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, comenzando diciendo:

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo. Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay aquí nada que realmente desee.

Jesús, nos llama luego a cerrar los ojos y empezar el proceso de ver la luz del Cielo que hay en tus hermanos, que es la misma tuya. Luz, que no se puede ver con los ojos del cuerpo, pero que con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, si se puede conseguir si hay un deseo genuino, de corazón, de dejar de lado todo lo que este mundo te ofrece. 

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo realizar la lección como se les propone de la mano de Jesús y del Espíritu Santo. Sin olvidarse de reír, pues este mundo no te ofrece nada que desees verdaderamente, pero hay otro que si te lo ofrece.

Muchas, muchísimas, bendiciones
Jorge Luis Álvarez Castañeda


Kenneth Wapnick

“Mas allá de este mundo hay un mundo que deseo.”

 Lección 129

“Más allá de este mundo está el mundo real, el lugar de mentalidad correcta de la verdad. Jesús apela aquí (Lección 129) al poder de nuestras mentes para elegir entre los dos: el sombrío mundo de culpabilidad y odio del ego; o el mundo de Expiación lleno de luz del Espíritu Santo que refleja Su Amor.

(1:1-2) «Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practicamos ayer. No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión.»

No es suficiente que nos digan que el mundo no tiene valor, sin el siguiente paso. Inherente a las declaraciones anteriores está el mirar con Jesús, lo que significa estar con él. Esto nos recuerda que hay otra elección que hemos tomado, en favor de otro maestro. Si miramos nuestro mundo a través de los ojos del ego, estaremos deprimidos y finalmente seremos homicidas y suicidas. El siguiente pasaje expresa este desafortunado resultado de haber adaptado la conclusión equivocada del ego a los hechos correctos:

“Todos sus caminos [los del mundo] no hacen sino conducir a la desilusión, a la nada y a la muerte…Los caminos que el mundo ofrece parecen ser muchos, pero llegará un momento en que todo el mundo comenzará a darse cuenta de cuán parecidos son los unos a los otros. Hay quienes han muerto al darse cuenta de esto porque no vieron otros caminos que los que ofrecía el mundo. Y al darse cuenta de que no conducían a ninguna parte, perdieron toda esperanza. Sin embargo, ése fue el momento en que pudieron haber aprendido la lección más importante de todas. Todo el mundo tiene que llegar a este punto e ir más allá de él. Ciertamente es verdad que el mundo no te ofrece elección alguna. Mas ésta no es la lección. La lección tiene un propósito, y con esto llegas a entender para qué es…Su propósito es la respuesta a la búsqueda que tienen que emprender los que todavía creen que se puede encontrar otra respuesta. Aprende ahora, sin dejarte abatir por ello, que no hay ninguna esperanza de encontrar respuesta alguna en el mundo…No sigas tratando de encontrar esperanzas donde no las hay. Acelera tu aprendizaje ahora, y comprende que desperdicias el tiempo si no vas más allá de lo que ya has aprendido hacia lo que aún te queda por aprender. Pues desde este punto -el más bajo- el aprendizaje te llevará a cumbres de felicidad en las que verás el propósito de la lección refulgiendo claramente, y perfectamente al alcance de tu comprensión.” (T-31.IV.2:3; 3:3-10; 4:2-3,6-8)

Mirando a través de los ojos de Jesús, aprendemos a sonreír ante todo lo que sucede – personal y colectivamente. Esta sonrisa es imposible a menos que sus ojos sean nuestros y estemos junto a su amor. Solo entonces hemos elegido verdadera y felizmente ver otro mundo más allá de este.

(1:3-4) «No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte paz. ¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?»

Jesús no habla de un mundo tangible y físico, sino del mundo que existe en nuestros pensamientos. Por lo tanto, intercambiar el mundo significa intercambiar los pensamientos del ego que componen el mundo – especialismo y culpa – por los pensamientos de perdón y amor del Espíritu Santo, los cimientos del mundo real. Por lo tanto, la pregunta de $64 de Jesús para nosotros es si realmente creemos que nuestro mundo puede ofrecer la satisfacción, la dicha y la paz que él sí puede.

(2:1-2) «Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor.»

Jesús nos está dando por lo menos este crédito – en este punto nos damos cuenta de que el mundo no nos ofrece nada que realmente deseemos.

(2:3-6) «El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. En él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor. Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.»

La última oración es importante porque ayuda a los estudiantes a evitar la trampa de pensar que cuando Jesús dice, por ejemplo, “el mundo que ves es ciertamente despiadado”, se refiere a nuestra forma de verlo, no al mundo mismo. Esta línea deja en claro que está hablando del mundo de la percepción y el tiempo. «Todo» aquí se desvanece y en última instancia muere, porque nada en el mundo es eterno. Sin importar cuán maravillosas parezcan ser las cosas, no duran: “Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.” Hay muchos pasajes a lo largo de Un Curso de Milagros que hacen este mismo punto, hablando del mundo que percibimos – un lugar de formas, cuerpos, cambios y finalmente muerte. Al comienzo de este libro citamos quizás la declaración más poética del Curso sobre esta idea. La repetimos ahora:

“A todo lo que «parece» eterno le llegará su fin. Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser. Todas las cosas que van y vienen, la marea, las estaciones del año y las vidas de los hombres; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se marchitan, se irán para no volver jamás. Lo eterno no se encuentra allí donde el tiempo ha fijado un final para todo. El Hijo de Dios jamás puede cambiar por razón de lo que los hombres han hecho de él. Será como siempre ha sido y como es, pues el tiempo no fijó su destino, ni marcó la hora de su nacimiento ni la de su muerte.” (T-29.VI.2:7-12)

Una de las principales aportaciones de Un Curso de Milagros es la eliminación de las ilusiones de las nociones de verdad y falsedad, vida y muerte, espíritu y materia, amor y odio del mundo:

“No intentes escaparte de tus problemas aquí, pues el mundo fue concebido precisamente para que «no se» pudiese escapar de ellos.” (T-3.IV.2: 6)

Cubrir nuestro dolor con pensamientos y percepciones de belleza, bondad, verdad y amor no conduce a escapar de nuestra culpabilidad. Al contrario. Sólo el perdón produce un verdadero escape, devolviéndonos a lo eterno, y a la belleza, bondad, verdad y amor que están más allá de toda forma. Estos se reflejan en el mundo real, el último paso antes de nuestro regreso al Cielo y a nuestro Ser.

(3:1) «¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eternamente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sentido?»

Este es el mundo real, que no es un lugar sino el pensamiento de una curación perfecta. Cuando elegimos el sistema de pensamiento del Espíritu Santo de una vez por todas, nos identificamos con el principio de Su Expiación – el reflejo del Amor eterno del Cielo que nunca se perderá. Nuestras mentes son luego sanadas, y el sistema de pensamiento del ego – separación, pecado, culpa, miedo, dolor, odio y muerte – desaparece, ya que se mantuvo en su lugar solo por nuestra identificación con él.

Cuando cambiamos nuestra identidad y la ubicamos en su lugar con el Amor de Dios, el ego ha desaparecido, junto con su odio y venganza, crueldad y dolor.

(3:2) «¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas?»

Jesús nos dice: “Por supuesto que no vas a perder nada; mira el regalo eterno que ofrezco en su lugar.” Sin embargo, mientras nos identifiquemos con nuestro cuerpo y especialismo, creeremos que abandonar las cosas en este mundo implica sacrificio y pérdida. Por lo tanto, necesitamos un maestro que nos instruya de manera diferente. El siguiente poema de Helen, “Heaven’s Gift”, fue escrito para mí cuando el regalo de Helen de una medalla del Espíritu Santo fue robado. Expresa dulcemente el mensaje de Jesús para nosotros sobre la imposibilidad de la pérdida real, el mensaje reconfortante de la Expiación. Ya lo hemos citado, pero su belleza merece otra lectura completa:

“Nadie puede robar el infinito. Porque
cuando Algo es tomado, los ángeles unen sus alas
Y cierran el espacio tan rápidamente que parece
Ser una ilusión; sin ocurrir, deshecha.
Nadie puede apartarse del todo.
Su misma plenitud es una garantía
Es completo para siempre. No puede haber
Ninguna pérdida dejada sin restaurar antes de que acontezca.
Nadie puede disminuir el amor. Es en sí mismo
El Gran Restaurador No puede sino regresar
Todo lo que es tomado a sí mismo. Sabe
No conoce ninguna pérdida, ningún límite y ninguna disminución.
El Cielo solo puede dar. Esta es la señal
De que perder es imposible. Pareció
Que se había ido. Sin embargo, los ángeles vinieron rápidamente
Y prometieron que te lo devolverían.”

(Los Regalos de Dios, p.80)

(3:3) «Incluso esas cosas [los regalos del mundo real] se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las palabras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.»

Esta lección se refiere a tres mundos: «el mundo del ego», que es despiadado, inestable y cruel; «el mundo real», que corrige el ego, sus regalos amorosos que reflejan el Amor del Cielo y se convierten en el puente que le permite a Dios tomar el último paso, donde Él se inclina y nos eleva al «Cielo» (C-4.8: 3). Como dice Jesús, no hay palabras para hablar de ello, sin embargo, tenemos estos párrafos iniciales de “La morada inmutable” para reflejarnos su quietud y paz:

“Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado, y en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. Hay un lugar en ti donde el tiempo ha desaparecido y donde se oyen ecos de la eternidad. Hay un lugar de descanso donde el silencio es tan absoluto que no se oye ningún sonido, excepto un himno que se eleva hasta el Cielo para brindar júbilo a Dios el Padre y al Hijo.

Allí donde Ambos moran, allí Ambos son recordados. Y allí donde Ambos están, allí se encuentran el Cielo y la paz.

No creas que puedes cambiar el lugar donde Ellos moran. Pues tu Identidad reside en Ellos, y allí donde Ellos están, allí tienes que estar tú para siempre. La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse. La sosegada infinitud de la paz eterna te envuelve dulcemente en su tierno abrazo, tan fuerte y serena, tan tranquila en la omnipotencia de su Creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra en tu interior.” (T-29.V.1-2)

De manera sucinta, la secuencia va del mundo del ego al mundo real, y de allí al cielo. En verdad, por supuesto, no hay secuencia ni hay mundos separados; estamos en “un viaje sin distancia” (T-8.VI.9: 7). ¿Cómo podríamos viajar al Altísimo, cuando nunca lo dejamos?

(4:1-3) «La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, permanece ilimitada por toda la eternidad. Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado.»

El pasaje inicial de El Canto de la Oración expresa maravillosamente este nivel de comunicación: la canción que el Padre le canta al Hijo, y el Hijo le canta al Padre (S-1.in.1; 1.3). Esta canción no tiene notas, intervalos, armónicos, partes o forma. De hecho, está más allá de la forma por completo, y su inefabilidad se revela como el Cielo – el estado de perfecta Unicidad y Amor más allá de todas las palabras, porque está más allá de todos los símbolos:

“…tampoco existe un símbolo que represente a la totalidad. La realidad, en última instancia, sólo se puede conocer libre de cualquier forma, sin imágenes que la representen y sin ser vista…Dale la bienvenida al Poder que yace más allá…del mundo de los símbolos y de las limitaciones. Él prefiere simplemente ser, y, por lo tanto, simplemente es.” (T-27.III.5:1-2; 7:8-9)

(4:4-6) «Su conocimiento es directo, perfectamente compartido y perfectamente uno. ¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas! »

Ninguna individualidad existe en el estado Celestial de perfecta Unicidad. Sin embargo, no pasamos de nuestra experiencia corporal directamente a casa, sino del mundo del cuerpo al mundo real de la mente. Este paso intermedio nos hace mirar la culpa y darnos cuenta de que es ficticia, disolviendo así su existencia. Cuando la culpa desaparece, todo lo que queda es el amor en nuestras mentes correctas – el mundo real. Así estamos a la puertas del Cielo, traídos por el perdón de nuestro hermano, quien se transforma en nuestro ser:

“Perdona el pasado y olvídate de él, pues «ya» pasó. Ya no te encuentras en el espacio que hay entre los dos mundos. Has seguido adelante y has llegado hasta el mundo que yace ante las puertas del Cielo. Nada se opone a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que repitas una jornada que hace mucho que concluyó. Mira a tu hermano dulcemente, y contempla el mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un mundo de amor.” (T-26.V.14)

(5:1-2) «Ahora el último paso es seguro, ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas.»

No puedes mirar hacia atrás porque el mundo contra el que has elegido ha desaparecido. Cuando despertamos del sueño, no hay nada que recordar, porque despertar es comprender desde dentro: no una conciencia intelectual, sino un saber de que la separación nunca ocurrió. Esto significa que el mundo nunca sucedió, por lo que no hay nada que recordar:

“Y cuando el recuerdo de Dios te haya llegado en el santo lugar del perdón, no recordarás nada más y la memoria será tan inútil como el aprendizaje, pues tu único propósito será crear. Mas no podrás saber esto hasta que toda percepción haya sido limpiada y purificada, y finalmente eliminada para siempre. El perdón deshace únicamente lo que no es verdad, despejando las sombras del mundo y conduciéndolo -sano y salvo dentro de su dulzura- al mundo luminoso de la nueva y diáfana percepción. Allí se encuentra tu propósito ahora. Y es allí donde te aguarda la paz.” (T-18.IX.14)

El perdón ha cumplido su función de remover los obstáculos a la conciencia de la presencia del amor (T-in.1: 7). La paz de Dios permanece, para ser reemplazada instantáneamente por la Paz Misma en Su último paso, el cambio final del mundo real por el cual despertamos totalmente del sueño.

(5:3-5) «He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimiedades que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. Valóralas, y te parecerán reales.»

Las cosas que percibimos en el mundo son simplemente sombras de los pensamientos de separación, pecado y culpa de la mente. Es únicamente de estos pensamientos que nos liberamos. El tomador de decisiones mira al ego con Jesús y dice: “Cometí un error. Ya no quiero el sistema de pensamiento de individualidad sino tu amor. Ya no necesito al mundo como una defensa para proteger y preservar mi identidad separada manteniendo mi mente oculta “.

Recuerda que el propósito del ego para el mundo es evitar que tomemos conciencia de que somos mente, lo cual logra inculcando el temor de cambiar de mentalidad y elegir un Maestro diferente. Cuando ya no le tememos a Su amor, valoramos más el Amor de Dios que el especialismo del ego, dejamos de tratar de protegernos de la mente, que se convierte en la ayuda para elegir a Aquel que nos llevará a casa. Por lo tanto, no tenemos necesidad de un mundo, porque no tenemos ninguna necesidad de mantenernos insensatos (sin mente).

El punto principal, nuevamente, es que no liberamos nuestras mentes de las cosas del mundo, sino de la culpabilidad que le da al mundo su propósito. Una vez liberados de la nada de la culpa, nuestras mentes son libres de regresar al Espíritu Santo, Quien gustosamente nos lleva a través del puente hacia el mundo real, el lugar de la verdad y la belleza:

“Lo que la culpabilidad ha forjado es feo, temible y muy peligroso. No veas ninguna ilusión de verdad y belleza en ello. Y siéntete agradecido de que «haya» un lugar donde la verdad y la belleza te aguardan. Ve gustosamente a su encuentro y descubre lo mucho que te espera por el simple hecho de estar dispuesto a abandonar lo que no es nada precisamente «porque» no es nada.” (T-16.VI.10:4-7)

(6:1-2) «Ésas son tus opciones. ¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada?»

Jesús nos asegura que no perderemos nada al elegir contra la nada. Sin embargo, en el sistema de pensamiento del ego, el sacrificio y la pérdida son factores importantes: tengo que renunciar a algo para obtener algo a cambio – si he de tener el especialismo que necesito para sobrevivir, debo pagar por él; si he de ser redimido por Dios por lo que Le robé, tengo que recompensarlo. Además, el ego enseña que siempre hay pérdida si tomo la mano de Jesús.

Sin embargo, se nos enseña de manera diferente:

“Se tiene que haber aprendido mucho, tanto para darse cuenta de que el mundo no tiene nada que ofrecer como para aceptar este hecho. ¿Qué puede significar el sacrificio de lo que no es nada? No puede significar que como resultado de ello tengas menos. De acuerdo con el pensar del mundo, no hay sacrificio que no incluya al cuerpo. Piensa por un momento en aquello a lo que el mundo llama sacrificio. El poder, la fama, el dinero, los placeres físicos, ¿quién es el “héroe” que posee todas esas cosas? ¿Qué significado podrían tener excepto para un cuerpo? Mas un cuerpo no puede evaluar. Al ir en pos de tales cosas, la mente se identifica con el cuerpo, negando su Identidad y perdiendo de vista lo que realmente es.

Una vez que se ha producido esta confusión, a la mente le resulta imposible entender que todos los “placeres” del mundo no son nada. Pero el sacrificio que éstos conllevan, ¡eso sí que es un sacrificio! Pues ahora la mente se ha condenado a sí misma a buscar sin la posibilidad de hallar nada, a estar insatisfecha y descontenta para siempre, y a no saber lo que realmente quiere hallar.” (M-13.2:1-3:3)

Incidentalmente, los cuatro valores mundanos enumerados en 2: 6 están tomados de la famosa declaración de Freud en sus Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, dicho del artista:

Él está oprimido por necesidades instintivas excesivamente poderosas. Él desea ganar honor, poder, riqueza, fama y el amor de las mujeres …. *

Así aprendemos que nuestra elección del mundo real del Espíritu Santo sobre el mundo de separación y dolor del ego no conlleva ninguna pérdida, sino la ganancia de nuestra Identidad, cuya conciencia aparentemente habíamos perdido en ese instante de locura:

“Maestro de Dios, no te olvides de lo que realmente es el sacrificio, y recuerda lo que cada decisión que tomas significa en función de su costo. Decide en favor de Dios, y todo se te dará sin costo alguno. Decide contra Él, y escoges lo que no es nada, a costa de la conciencia de lo que es todo.” (M-13.8:1-3)

(6:3-5) «Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! Deja que se te conceda hoy. Ese mundo espera tan solo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.»

Jesús está apelando una vez más a nuestra sensatez y razón para tomar la elección correcta, que en realidad no es una elección en absoluto una vez que las dos alternativas son sopesadas cuidadosamente:

“Los maestros de Dios no sienten ningún pesar al renunciar a los placeres del mundo. ¿Cómo podría ser un sacrificio renunciar al dolor? ¿Lamentan acaso los adultos abandonar los juguetes que tenían de niños? Y el que ha vislumbrado la faz de Cristo, ¿podría sentir nostalgia por lo que ocurre en un matadero? Nadie que se haya escapado del mundo y de todos sus males lo contempla con condenación…¿Quién, en su sano juicio, escogería lo que no es nada como substituto de lo que lo es todo?” (M-13.4:1-5, 10)

(7:1) «Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.»

La recomendación es practicar durante treinta minutos, pero es evidente que a Jesús le gustaría que pensemos a lo largo del día en lo que realmente queremos, especialmente cuando estamos tentados a olvidar.

(7:2-4) «Comienza con lo siguiente:

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo. Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.»

No puedes decir estas palabras y decirlas de corazón siempre que busques preservar tu especialismo. Por lo tanto, debes prestar cuidadosa atención a este deseo, de lo contrario, estas serán palabras vacías que no significan nada. Los ejercicios no funcionarán, y creerás que hiciste tu parte, pero que Jesús y su curso te fallaron. Intenta ponerte en contacto con el pensamiento que dice: “Valoro mi individualidad, especialismo y tener la razón más que el Amor de Dios.” Ahora puedes hacer una elección significativa, como lo explica este pasaje, describiendo la inutilidad de buscar lo que queremos del mundo:

“¿Quién estaría dispuesto a darle la espalda a todos los caminos del mundo, a menos que se diese cuenta de su auténtica futilidad? ¿No es menester acaso que éste sea su punto de partida, en vez de buscar otro camino? Pues mientras vea alternativas donde no las hay, ¿qué poder de decisión podría ejercer? Sólo cuando se aprende dónde tiene realmente utilidad ese poder puede éste ejercerse plenamente. ¿Y qué poder puede tener cualquier decisión si se aplica a situaciones en las que no hay elección posible?” (T-31.IV.5)

La elección es simple una vez que vemos las dos opciones una al lado de la otra. Ahora viene esta hermosa frase:

(7:5) «Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa obscuridad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola.»

A medida que practiques con el tiempo, verás la luz en alguien más – no una luz física – porque la habrás visto en ti mismo. Al hacer esto de manera más consistente, día tras día, te darás cuenta de que la luz es la misma en todos. Entonces la declaración “donde comienza una [luz] y donde termina la otra” se vuelve sin sentido, porque te das cuenta de que la luz en tus hermanos y en ti mismo es la misma, como lo es en Jesús. Es la única luz en tu mente, porque es la luz de Dios: una sola presencia unificada sin principio ni fin. Sin embargo, necesitas practicar con todas las circunstancias y relaciones, incluso contigo mismo, en las cuales sientas la tentación de ver solo oscuridad y aspectos de especialismo. Así tus ojos se cerrarán a la separación y se abrirán a la unidad:

“No podrás conocer al Creador a menos que percibas Su creación tal como es, ya que Dios y Su creación no están separados. La unidad que existe entre el Creador y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que eres.” (T-7.VI.10:3-5)

(8:1-2) «Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar.»

La referencia no es a la luz física o a las auras, sino a la luz de la Expiación que resplandece en nuestras mentes. Incluso si experimentamos este pensamiento curativo de la luz físicamente, debemos recordar que es solo un reflejo simbólico del pensamiento de luz de la mente. También es importante ir más allá de la belleza poética de estas palabras a su verdadero significado:

No hay ninguna luz externa que nos ilumine, porque la luz está adentro. De hecho, la luz «es» nosotros y recuperamos la conciencia en el instante en que renunciamos a la oscuridad.

(8:3) «Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender.»

Tus ojos no pueden verla, porque tus ojos fueron hechos para no ver y conocer la luz de la mente. De hecho, los ojos no fueron hechos para ver la oscuridad de la culpabilidad de la mente tampoco. Sin embargo, cuando elijas a Jesús como tu maestro, contemplarás el mundo y verás solo expresiones de amor o peticiones de ello (T-14.X.7: 1), dándote cuenta de que la expresión y la petición son una. La culpabilidad ciega nuestra visión de esta verdad única; el perdón la libera.

(8:4-5) «Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.»

Lo que “temías perder” era el pensamiento de individualidad del ego, que no es nada. Este yo individual representa la pérdida de nuestra Identidad como Cristo, que es todo. Nuestro perdón nos permite reconocer la diferencia entre la insignificancia de la nada y el valor del todo. Y recordamos lo que realmente deseamos:

“Tal vez pienses que este curso requiere que sacrifiques todo aquello que tienes en gran estima. En cierto sentido eso es cierto, pues tienes en gran estima cosas que crucifican al Hijo de Dios, y el objetivo de este curso es liberarlo. Pero no te equivoques con respecto a lo que el sacrificio realmente significa. El sacrificio es siempre la renuncia a lo que quieres. ¿Y qué es, oh maestro de Dios, lo que quieres? Dios te ha llamado y tú has contestado. ¿Sacrificarías ahora esa Llamada?” (M-13.6:1-7)

¿Quién en su mente recta alguna vez elegiría sacrificar esa Llamada, una vez que recordaran que era suya, llamándolos a la gracia que disuelve todos los pensamientos de sacrificio y pérdida?

(9) «Ahora comprendemos que es imposible perder. Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:

El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.»

No solo es importante recordar su decisión cada hora, sino también a lo largo del día. Cuando te vuelvas consciente de los pensamientos de ego – juicio, ataque y especialismo – no te sientas culpable sino que acude rápidamente a Jesús en busca de ayuda para ver la situación de otra manera. Esto significa mirar el propósito que le has dado a la situación, defenderte contra su propósito de perdón que ahora está listo para aceptar.

Crucial para este proceso es reconocer que parte de tu mente no quiere el mundo de luz y amor, pero otra parte sí; de lo contrario, no estarías haciendo estas lecciones. Tomar conciencia de esta división te permite pedirle a Jesús que te ayude a cambiar de mentalidad, diciendo así, y verdaderamente de todo corazón:

«El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.»

Estamos listos ahora para la lección que concluye esta serie, que refuerza el poder de nuestras mentes para elegir lo único que nos hará felices.”


 Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.

LECCIÓN 129

"Más allá de este mundo hay un mundo que deseo."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección es una continuidad lógica de la de ayer, que nos planteaba que "el mundo que veo no me ofrece nada que yo desee." Si nos quedáramos solo con esa lección nos podría llevar a un callejón sin salida.  "No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión."

La lección nos clarifica el alcance de lo que nos está proponiendo: "Nuestro énfasis no está en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebosante de alegría y capaz de ofrecerte paz"

Nos vuelve a reiterar que este mundo no tiene ningún valor, y no podrá nunca ofrecernos paz. "¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso? " Este mundo solo te ofrece conflictos y sufrimiento, y nada se pierde al dejar de asignarle valor a un mundo que no lo tiene. 

"El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente."

"Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar."

"En él no se puede encontrar amor duradero, porque en él no hay amor."

"Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin."

Ese es el mundo que ya no queremos ver mas, es el mundo del ego y la culpabilidad. 

Mientras estemos encadenados con el ego, nos encontraremos lejos del mundo real de paz y amor, pero "¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!"

Así que si decidimos no desear este mundo de opuestos y conflictos, se nos presenta la alternativa. Un nuevo mundo que se nos concede cuando lo elijamos, y en ese momento reemplazamos el mundo del ego por el mundo perdonado de amor y paz. 

PROPÓSITO'

Enseñarnos que más allá del mundo que no deseamos, hay un mundo que sí deseamos, un mundo de amor, paz y felicidad. 

PRÁCTICA:

Aquiétate durante 10 minutos, en tres ocasiones durante el día. El objetivo de la meditación es abandonar todo pensamiento que le de valor a este mundo con sus deseos y apegos que nos atan al mismo, y reemplazarlo por el mundo real, el mundo que deseo de amor, paz y felicidad. 

En la medida que nos aquietamos, podemos acompañar nuestra  respiración con la idea del día, cada vez que inhalamos y exhalamos podemos decir:
”Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.”
”Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.”

 Después de repetir varias veces la idea del día, mientras respiras, te relajas, y te dejas ir: "Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa oscuridad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse  todas en una sola."

"Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas."

Las luces que veras no las podrás ver con los ojos del cuerpo, pero si con la mente que vuela a encontrarse con su Fuente. 

"He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender."

Ábrete a la posibilidad de ver una luz que no es de este mundo, y que te da la bienvenida cuando la contemplas y te dice que ese es tu hogar eterno donde moras por siempre, pues no hay otro mundo, no hay otro tiempo ni otro lugar, solo Amor. 

PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES :

Recuérdate cada hora repetir la lección del día, repite cada hora y en silencio que:

"El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee."

"Más allá de este mundo hay un mundo que deseo."

Reconoce tu anhelado mundo, no te olvides quien eres, no te dejes desviar de tu propósito. 

Si logras volver un propósito de tu vida desapegarte del mundo que ves, y sustituirlo por un mundo de amor y paz, perdonando cada emoción, cada apego y cada conflicto que se te vaya presentando, poco a poco las luces del nuevo mundo irán apareciendo ante ti, iluminando tu camino, hasta que las estrellas se inclinen ante ti para darte la bienvenida por tu regreso a casa. 


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BENDICIONES!





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