MANUAL PARA EL MAESTRO
5. ¿CÓMO SE LOGRA LA CURACIÓN?
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1. La curación implica entender el propósito de la ilusión de la enfermedad. ²Sin ese entendimiento la curación es imposible.
I. El propósito de la enfermedad
1. La curación se logra en el instante en que el que sufre deja de atribuirle valor al dolor. ²¿Quién elegiría sufrir a menos que pensase que ello le va a aportar algo, y algo que tiene valor para él? ³Indudablemente cree que está pagando un precio módico por algo de mayor valor, ⁴pues la enfermedad es una elección, una decisión. ⁵Es decidirse por la debilidad, debido a la equivocada convicción de que es fuerza. ⁶Cuando esto sucede, se ve a la verdadera fuerza como una amenaza y a la salud como algo peligroso. ⁷La enfermedad es un método, concebido en la locura, para sentar al Hijo de Dios en el trono de su Padre. ⁸A Dios se le ve como algo externo, poderoso y feroz, ávido por quedarse con todo el poder sólo para Sí Mismo. ⁹Únicamente con Su muerte puede Su Hijo conquistarle.
II. Un cambio de percepción
1. La curación es directamente proporcional al grado de reconocimiento alcanzado con respecto a la falta de valor de la enfermedad. ²Sólo con decir: “Con esto no gano nada” uno se curaría. ³Pero antes de poder decir esto, es preciso reconocer ciertos hechos. ⁴En primer lugar, resulta obvio que las decisiones son algo propio de la mente, no del cuerpo. ⁵Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión. ⁶Y si es una decisión, es la mente, y no el cuerpo, quien la toma. ⁷La resistencia a reconocer este hecho es enorme, ya que la existencia del mundo tal como lo percibes depende de que sea el cuerpo el que toma las decisiones. ⁸Términos tales como “instintos”, “reflejos” y otros similares, representan intentos de dotar al cuerpo con motivadores no mentales. ⁹En realidad, tales términos no hacen más que enunciar o describir el problema, ¹⁰pero no lo resuelven.
3. ¿Qué es lo único que se necesita para que este cambio de percepción tenga lugar? ²Simplemente esto: el reconocimiento de que la enfermedad es algo propio de la mente y de que no tiene nada que ver con el cuerpo. ³¿Qué te “cuesta” este reconocimiento? ⁴Te cuesta el mundo que ves, pues ya nunca más te parecerá que es el mundo el que gobierna a la mente. ⁵Con este reconocimiento se le atribuye la responsabilidad a quien verdaderamente la tiene: no al mundo, sino a aquel que contempla el mundo y lo ve como no es. ⁶Pues ve únicamente lo que elige ver. ⁷Ni más ni menos. ⁸El mundo no le hace nada. ⁹Pero él pensaba que le hacía algo. ¹⁰Él tampoco le hace nada al mundo, ya que estaba equivocado con respecto a lo que éste era. ¹¹En esto radica tu liberación de la culpa y de la enfermedad, pues ambas son una misma cosa. ¹²Sin embargo, para aceptar esta liberación, la insignificancia del cuerpo tiene que ser una idea aceptable.
4. Con esta idea, el dolor desaparece para siempre. ²Y con esta idea desaparece también cualquier confusión acerca de la Creación. ³¿Cómo podría ser de otra manera? ⁴Basta con poner causa y efecto en su verdadera secuencia con respecto a algo para que el aprendizaje se generalice y transforme al mundo. ⁵El valor de la transferencia de una idea verdadera no tiene límites ni final. ⁶El resultado final de esta lección es el recuerdo de Dios. ⁷¿Qué significado tienen ahora la culpa, la enfermedad, el dolor, los desastres y todo sufrimiento? ⁸Al no tener ningún propósito, no pueden sino desaparecer. ⁹Y con ellos desaparecen también todos los efectos que parecían tener. ¹⁰Causa y efecto no son sino una réplica de la Creación. ¹¹Vistos en su verdadera perspectiva, sin distorsiones y sin miedo, restablecen el Cielo.
III. La función del maestro de Dios
1. Si el paciente tiene que cambiar de mentalidad para poderse curar, ¿qué puede hacer el maestro de Dios? ²¿Puede cambiar la mentalidad del paciente por él? ³Desde luego que no. ⁴Para aquellos que ya están dispuestos a cambiar de mentalidad, la función del maestro de Dios no es otra que la de regocijarse con ellos, pues se han convertido en maestros de Dios junto con él. ⁵No obstante, tiene una función más específica con aquellos que no entienden lo que es la curación. ⁶Estos pacientes no se dan cuenta de que ellos mismos han elegido la enfermedad. ⁷Por el contrario, creen que la enfermedad los eligió a ellos. ⁸No tienen tampoco una mentalidad abierta al respecto. ⁹El cuerpo les dice lo que tienen que hacer y ellos obedecen. ¹⁰No tienen idea de cuán demente es este concepto. ¹¹Sólo con que lo sospecharan, se curarían. ¹²Pero no sospechan nada. ¹³Para ellos la separación es absolutamente real.
2. Los maestros de Dios acuden a estos pacientes representando una alternativa que ellos habían olvidado. ²La simple presencia del maestro de Dios les sirve de recordatorio. ³Su manera de pensar reclama el derecho de cuestionar lo que el paciente ha aceptado como verdadero. ⁴En cuanto que mensajeros de Dios, los maestros de Dios son los símbolos de la salvación. ⁵Le piden al paciente que perdone al Hijo de Dios en su propio Nombre. ⁶Representan la Alternativa. ⁷Con la Palabra de Dios en sus mentes, vienen como una bendición, no para curar a los enfermos sino para recordarles que hay un remedio que Dios les ha dado ya. ⁸No son sus manos las que curan. ⁹No son sus voces las que pronuncian la Palabra de Dios, ¹⁰sino que sencillamente dan lo que se les ha dado. ¹¹Exhortan dulcemente a sus hermanos a que se aparten de la muerte: “¡He aquí, Hijo de Dios, lo que la vida te puede ofrecer! ¹²¿Preferirías la enfermedad en su lugar?”
3. Los maestros de Dios avanzados no toman en consideración ni por un instante las formas de enfermedad en las que sus hermanos creen. ²Hacerlo sería olvidar que todas ellas tienen el mismo propósito y que, por lo tanto, no son en modo alguno diferentes. ³Los maestros de Dios tratan de oír la Voz de Dios en ese hermano que se engaña a sí mismo hasta el punto de creer que el Hijo de Dios puede sufrir. ⁴Y le recuerdan que él no se hizo a sí mismo y que, por consiguiente, aún es tal como Dios lo creó. ⁵Los maestros de Dios reconocen que las ilusiones no tienen efectos. ⁶La verdad que se encuentra en sus mentes se extiende hasta la verdad que se encuentra en las mentes de sus hermanos, y de este modo no refuerzan sus ilusiones. ⁷De manera que éstas se llevan ante la verdad; la verdad no se lleva ante ellas. ⁸Y de esta forma se disipan, no por medio de la voluntad de otro, sino por medio de la única Voluntad que existe en unión Consigo Misma. ⁹Ésta es la función de los maestros de Dios: no ver voluntad alguna separada de la de ellos ni la suya separada de la de Dios.