LECCIÓN 363 Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.






LECCIONES 361-365

Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.

1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.






AUDIOS de la Lecciones 361-365
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lecciones 361 - 365
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


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a través de Martin Musarra


Lecciones 361 - 365
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda









































LECCIONES 361-365

Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará la paz.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Nos encontramos en la parte final de las lecciones. Podemos decir que las 360 lecciones anteriores son la preparación para este momento. Este es un Curso para aprender a perdonar todos los pensamientos de separación y de conflicto del ego que nos hacen perder la paz. Pero para ello, Jesús, nos ha llamado a que pidamos la intervención del Espíritu Santo para que nos ayude a corregir el sistema de pensamiento del ego que nos   ha traído sólo dolor y sufrimiento. Pues bien, lo que pretende, Jesús, es que, de ahora en adelante, dejemos nuestras vidas a cargo de nuestro Maestro interior: el Espíritu Santo, Quien siempre nos acompaña y que continuamente nos dice: perdona, perdona, perdona… para, así, sanar nuestra mente y poder contribuir al plan de Dios para la salvación.

Nos dice Jesús en la lección:

“Te entrego este instante santo”.

Recordemos que el instante santo es aquel momento de unión con Dios y nuestros hermanos, donde dejamos de lado las preocupaciones del pasado y el futuro y nos centramos en lo que más se le puede parecer a la eternidad: el presente. Dejamos también las preocupaciones por el cuerpo y reconocemos nuestra identidad como Espíritu. Es un estado de paz, de dicha, de amor, de bondad, de seguridad, de confianza en Dios, indescriptible. En este instante podemos avanzar mucho tiempo en nuestro desarrollo espiritual. El objetivo a lograr es hacer de cada situación un instante santo para que vivamos en paz y llenos del Amor de Dios. Pero para ello necesitamos convencernos de que necesitamos ayuda y la pedimos al Espíritu Santo que siempre está a nuestro lado. Por eso, le entregamos este instante santo.

Continúa Jesús:
”Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará la paz”.

Reconozco que no sé nada. Y que no sé cómo proceder en lo que me suceda. No tengo todos los elementos de una situación porque estoy atrapado en el reino de la percepción y de los sentidos y, de esa manera, razono. Además, estoy atado al pasado. Por eso, no entiendo. Jesús, nos llama, ahora, a reconocer que hay Alguien a mi lado que sí sabe y a Quien puedo acudir con la seguridad de que voy a hallar, siempre, la respuesta. Para oír la respuesta necesito hacer silencio en mi mente de todo el ruido del ego y eso lo consigo pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Es mi pequeña dosis de buena voluntad. Es lo único que me pide el Espíritu Santo que haga. Necesito contarle lo que me sucede porque Él no se mete en nuestro sueño pues haría realidad la ilusión de separación del ego. Recordemos que por el principio de la Expiación la separación de Dios nunca ocurrió. Sólo fue un sueño del cual, como dice Jesús, el Hijo de Dios se olvidó de reírse. El papel del Espíritu Santo es ayudarnos a salir de dicho sueño. 

Necesitamos convencernos que sólo con la dirección del Espíritu Santo y de Jesús, nuestro hermano mayor, quien es la manifestación del Espíritu Santo, pues perdonó completamente y acepto la Expiación para sí mismo, es decir, le entregó completamente al Espíritu Santo sus errores para que Él los corrigiera, podremos encontrar la paz. Por eso, nos ponemos bajo Su dirección.
 
Finalmente nos dice Jesús:

Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.

Esta es una hermosa descripción de la función del Espíritu Santo: ayudarnos a despertar del sueño de la separación de Dios para que podamos regresar a casa. Así: si necesito una palabra de aliento porque perdí la confianza y la fe en Dios, Él me la dará. Si necesito un pensamiento amoroso: de paz, de unidad, de bondad, de fortaleza, Él me lo dará. Y si necesito quietud en mi mente, es decir, que pare los juicios de ataque, para tener una mente receptiva y serena, Él también me la dará. Coloco a cargo de mi vida al Espíritu Santo y de Él sólo recibiré los dones de la paz, de la dicha, del amor, de la bondad, del perdón, de la Gracia y me ayudará a reconocer el principal don que me dio mi Padre: mi condición de Hijo de Dios. Y me oirá porque Él siempre cumple la función que Dios le encargo cuando surgió la creencia en la separación de Dios y caí en el sueño del mundo de las ilusiones del ego.

El libro de lecciones buscaba ayudarnos a cambiar nuestro manera de  pensar basada en el sistema de pensamiento del ego por el sistema de pensamiento del Espíritu Santo. 

El ego habla de: pecado o separación o ausencia de amor, culpa y miedo; de ilusiones; de conflicto; de desconfianza; de relaciones especiales; de pasado y futuro; de que somos un cuerpo que perece; de no perdonar; de sentirse víctima de los demás y del mundo; de escasez pues siempre me falta algo que me complete; de sufrimiento y sacrificio; de malestar; de  relacionarse con los demás mediante peticiones de amor o de ayuda con miedo e ira; de infelicidad; de no apreciar nada; de enfermedad; de mente cerrada; de no compartir; de inseguridad; de debilidad; de hacer excepciones y excluir; de encadenar; de fabricación; de guiarse por la ley del miedo: lo que le quito a mi hermano me lo quito a mí mismo.

El sistema de pensamiento del Espíritu santo es todo lo contrario del sistema de pensamiento del ego. El espíritu Santo habla de: la impecabilidad, la unidad, la inocencia, el amor; la verdad; la paz; de confianza;  las relaciones santas; el presente; somos Espíritu invulnerable y eterno; de perdonar; de sentirse responsable: todo lo que le sucede se debe a sus propias decisiones e interpretaciones; de abundancia, de saber que ya lo tiene todo y que es pleno; de bienestar; de relacionarse con los demás mediante expresiones de ayuda o amor con amabilidad, comprensión, alegría, bondad, respeto; de felicidad; de agradecimiento; de salud; de mente abierta; de compartir; de seguridad; de fortaleza; de no hacer excepciones e incluir; de creación; de guiarse por la ley del amor: lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo. 

Proceso de práctica de las lecciones

Durante varios meses nos hemos venido entrenando en una manera de hacer las lecciones que buscaba que desarrolláramos el hábito de tener presente a Dios durante todo el día y para ello se trabajó con el siguiente esquema: 

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche.

En estas lecciones finales no hay instrucciones específicas en ellas. Se utilizará el tiempo que se considere necesario. Las palabras se utilizan sólo al principio de la práctica y con muy pocas palabras. Nos dirigimos al Espíritu Santo para que Él nos guíe en el instante santo.

2. Recordatorios cada hora.

No hay instrucciones específicas para ellos. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

Tampoco hay instrucciones específicos para ellos.

4. Respuesta a la tentación.

Tampoco hay instrucciones específicas. 

Les recomiendo leer, con las lecciones finales, la introducción a las LECCIONES FINALES y el EPÍLOGO. Son textos muy importantes que nos ayudan a tener claridad sobre que vamos a hacer de ahora en adelante. Recuerden que el objetivo es que tengamos siempre presente a Dios en la forma que escojamos. 

Les deseo muchas experiencias con esta lecciones donde tengan una relación con el Espíritu Santo y con Jesús, que los lleve al instante santo. 

Muchas, muchísimas, bendiciones.

 










LECCIONES 361-365

"Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección  se va a repetir en los próximos 5 días, hasta llegar a la última lección del Libro de Ejercicios. Con esta lección termina nuestro entrenamiento para sanar nuestra mente de la culpa y el miedo y restablecer el amor que somos, el recuerdo de Dios y el regreso a Él. Algunos se preguntaran porque este final tan particular. Otros más despistados dirán que a Jesús se le acabaron las lecciones y decidió rellenar este vacío repitiendo las últimas lecciones. 

La razón es que esta última lección debe ser nuestra práctica diaria de ahora en adelante a lo largo de nuestra vida:
"Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz."
Con esta idea le entregamos al Espíritu Santo cada día de nuestra vida, renunciamos a cualquier decisión por nuestra cuenta, pues si lo hacemos actuaremos y pensaremos con el ego, y lo que obtendremos serán conflictos y sufrimientos. Si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo el resultado será de paz y dicha. El Espíritu Santo es la respuesta para cada problema, conflicto o incertidumbre que creamos tener:

"Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo."

Todo lo que tenemos que hacer de hoy en adelante es aprender a preguntar al Espíritu Santo y aprender a escuchar su respuesta. De eso se trata el instante santo, de aquietar la mente y aprender a escuchar la Voz del silencio, la Voz del Amor, cuya respuesta siempre será de paz y unidad. 
Espíritu Santo pongo en Tus manos todos mis pensamientos, palabras y acciones. 
Espíritu Santo por favor decide por mí en todo momento, circunstancia y lugar. 
Yo soy amor y no juzgaré nada de lo que ocurra hoy. 
Hoy no tomare ninguna decisión por mi cuenta, siempre consultaré primero y escucharé a la Voz que habla por Dios. 

PRACTICA:

No existen unas recomendaciones precisas de práctica para las últimas lecciones, pero se deben entender cómo una profundización de las prácticas anteriores. 

Repasa en los próximos 5 días el texto "LECCIONES  FINALES, introducción"
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  del día, y si logras   memorizarla mucho mejor, pues será algo así como tu fórmula para conectarte a todo momento con el Espíritu Santo, y pedir Su guía, Su consejo en cada circunstancia o situación que estés viviendo, no dejes pasar ningún momento sin preguntar al Espíritu Santo que debes hacer o decir, pues por esos entresijos que dejas el ego emergerá para quitarte tu paz. Ten la absoluta certeza que el Espíritu Santo contestará cada consulta que le hagas y te señalará el camino que debes recorrer. 

Haz tuya la idea de hoy, hazla tuya de manera permanente, pues todo tu entrenamiento consiste en poner en manos del Espíritu Santo todos tus pensamientos, palabras y acciones. De esta manera es como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 



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