Las Cartas de Jeshua

Las Cartas de Jeshua 

Este es un libro motivador e introductorio para La vía de la Maestría, en la que Jeshua Ben Joseph te invita al despertar, ofreciéndote una guía directa y amorosa.
Fue dado a través de Jayem, en comunión con  Jeshua.
Esta edición contempla exclusivamente las Cartas, donde Jeshua habla directamente a Jayem. En otras ediciones está el texto donde Jayem narra su experiencia en el proceso de canalización. 

 


 Carta 1era 

 

Ahora, comenzamos.

Comienza a abrir tus ojos, Marc.
Y aun así, permite que tu consciencia se mantenga Conmigo.

 

Las palabras son tanto vistas cómo oídas, apareciendo contra un fondo vacío. Pero, más que eso, puedo sentirlas.
 

Soy ese que el mundo conoce como Jesús,
y ahora has venido adonde YO SOY.
Nuestros primeros encuentros serán breves.
Deberían considerarse un ejercicio en el que aprendes a aclimatarte a lo que podría llamarse “Mi frecuencia”.
En verdad, donde YO SOY no es algo que en ningún momento esté inaccesible para ti, ni para ninguno de los hijos del Padre, 
puesto que es, por supuesto, donde vosotros estáis;  
todos y cada uno de vosotros. 
El tiempo del rememorar ha llegado para ti.  
¿Quién de entre vosotros elegirá despertar del sueño,
que elegisteis soñar hace tanto tiempo?
Lo que te contaré en estas primeras comunicaciones,
no es lo que denominarías “sabiduría profunda”
Sin embargo, si recapacitas lo que te voy a contar, puede que, ciertamente, se acelere tu propio viaje de vuelta a casa.
He estado contigo siempre.
Siempre, Me has conocido. 
Eres un servidor de esa Luz que muchos llaman Dios. 
 

Eso es todo lo que siempre has sido, incluso a través de las muchas experiencias -que llamas “encarnaciones”- y que creaste para poder esconderte de la verdad que siempre has sido.
Es aceptable renunciar a tu sueño. Ya no te puede servir más.

Te ha llevado a reconocer -mediante la experiencia- todas las formas de evasión que el alma haya jamás concebido,
¡y todo porque se considera a sí misma indigna de su herencia!
Te contaré mi mensaje final para los hijos del Dios viviente.
Cuando esta tarea sea completada, regresaré a donde Yo Soy, esperando la proclamación de la Nueva Era de Luz sobre este plano físico.
Es pronto para manifestarse.
Ahora, te dejaré.
Me gustaría imprimir en ti la convicción de la Verdad que ya conoces.

Confía en tu voz interior.
No te falla ni te engaña.
Es en una silente humildad donde habla la voz del Padre.
Reconoce que yo, 
el que conoces como Jeshua,
estoy realmente contigo siempre,
por toda la eternidad.
Permanece en paz.

Amén.

 

 

 

 Carta 2da 

 


 Ahora, comenzamos.

Tengo tal amor por los hijos de Dios…, 
y ya sea que estén momentáneamente identificados como hombres o como mujeres, puesto que -en Verdad- el Hijo es Uno.
El Hijo es aquello que brota eternamente,
del Santo Padre que es inefable, y que, no obstante, 
siempre está presente en plenitud.
Por tanto, el Amor que siento es el Amor que YO SOY.
Y este término no solo se refiere a lo que soy yo, como “Jeshua” sino a la Verdad y a la Realidad de lo que todos nosotros somos. Permitíos sentir la verdad que esto contiene,
la de que todos y cada uno de vosotros está aquí por una sola razón: constatar la Verdad y volver de nuevo a casa.
Para llevar a cabo esto, 
nunca ha habido sobre la tierra una oportunidad como la de ahora. Incluso aunque el hijo esté ante la puerta, llamando,
y el Padre ya la haya abierto, 
el hijo sigue siempre encontrándose ante una elección.
¿Cuál será la tuya?

Amén.

 

 Carta 3ra 

 

Ahora, comenzamos.

Es al buscar, y al pedir, aquello que sea lo más alto,
en ti y fuera de ti, como se llega así a lo más alto.
Querido Hijo, tú, que has viajado tanto sin Mí,
reconoce que ciertamente has llegado a casa de nuevo.
Soy El Que Soy.
Nunca has estado sin Mí,
porque vuestros mundos no son sino un instante de ilusión.
Querría hablar contigo, en este tiempo,
que es el más glorioso de los tiempos,
de Aquello que únicamente es lo Real.
Querría hablar contigo de Aquello que, únicamente, es Vida.
Querría hablar contigo sobre Aquello que, únicamente, es lo que puede capacitar, al viajero de mil mundos, para regresar a casa.
Querido Hijo, lo que es Real, YO SOY.
Lo irreal, no existe.
Soy la Luz y la Vida de todo.
Mi esplendor no conoce fronteras, mi pureza no está manchada. En ese comienzo sin comienzo, te hice nacer como el pensamiento de perfecto Amor en la forma. Solo esto es lo que tú eres.
La tierra es Mi cuerpo.
Abrázala, pues te enseñará sobre Mí.
El mundo es tu ilusión, no puede enseñarte nada,
pues lo que no es Real no contiene conocimiento sobre Mí. Querido Hijo, tu alma es Mi aliento.
Cuando te creé, al principio, ya estabas completo.
Nunca te has apartado de aquello que fuiste creado para ser. Eres Mi deleite, y en ti reconozco aquello que YO SOY.
 Tu único pensamiento ha sido este: el de separación de Mí.
Sobre esto descansa la creación de milenios de ilusiones.
Los mundos que has experimentado, los miedos, las dudas, los esfuerzos, los logros, todo lo que jamás hayas imaginado, o todo lo que hayas hecho o sido, y todo lo que puedas jamás imaginar que podrías ser y hacer, no es sino la imaginación de un instante.
Y todo ello reside en ese solo pensamiento.
Esto te doy como Camino de Vida: 
renunciar a ese pensamiento hace que,
nazca el reconocimiento de lo único Real.
Ningún esfuerzo consigue llevar el Hijo al Padre.
Ninguna oración ni súplica puede lograrlo, 
pues esas cosas residen en el mundo de tus creaciones, 
y así, no albergan nada de Realidad en ellas.
Tu viaje no ha sido.
Por siempre descansas en Mí, siempre moras en Mí.
Lo únicamente Real reside en ti como tu propia alma.
Es tu corazón, y verdaderamente puede ser conocido.
El silencio es el umbral de esta sabiduría divina.
A menudo vendré a ti, a menudo te hablaré, 
pues te has cansado de viajar. 
Ahora, estás en casa Conmigo.
Repito, para aquellos que elijan escuchar, 
lo que de ahora en adelante va a ser dado:
el Camino es fácil, y sin esfuerzo.
Pues lo que llega con esfuerzo es de tu mundo, no Mío.
Soy reconocido solo cuando eliges entregar, plenamente, el único pensamiento que hayas jamás albergado, pues sobre él se apoya el surgimiento de todos los mundos.
Solamente yo, soy el fin del mundo.
Aquí reside la paz que va más allá de todo entendimiento.

Amén.

 

 

 

 

 









Carta 4ta



Ahora, comenzamos.

Mora Conmigo aún un poco más.
Deseo comunicarme contigo ahora, antes de que vayas a tu oficina. ¿Estás dispuesto a unirte a Mí ahora? 

Sí, murmuro bajo mi respiración. Estoy seguro de que he perdido lo poco de cordura que aún tenía, así que, ¿por qué no?

Entonces, toma la libreta y el bolígrafo, pues te hablaré sobre aquello que es Vida, Verdad, y que únicamente es lo Real.
Soy Jeshua, y escucho tu llamada.
He estado contigo desde hace mucho, Marc.
Desde antes de vuestra Lemuria, estoy contigo.
No hay nada que se te vaya a ocultar en esta vida,
pues estás regresando al hogar con el Padre.
¿No querrías morar en paz ahora?
No hablo de un momento de respiro antes de continuar tu jornada. Hablo solo de la paz final que no conoce contradicción,
y ningún contraste.
Es la paz que mora en el Padre, dada gratuitamente a Su Hijo desde el primer momento de la creación del pensamiento de Separación. Observo tu pensamiento, y te digo que sí, que es precisamente así, sin importar cómo de inverosímil te parezca todo, y cómo insistas en que te lo parezca.
Pues en el Padre, la ilusión no es.
No hay separación, pues ni existe el pensamiento sobre ello. Lo que enseño, otros lo enseñan.
Muchos son los profesores, una sola la enseñanza. De tu apego a esas últimas hebras de tu separación, depende toda la insatisfacción que sientes.
Incluso ahora, eres intensamente consciente de esto. 
El mundo ha perdido todo su sabor para ti,
pues tú has trascendido el mundo.
Mora en nosotros, Marc.
El mundo, con todas sus enseñanzas no conoce nada sobre nosotros, la Santa unión de Padre e Hijo.
Pocos quieren realmente renunciar a sus sueños.
Te he hablado de que a través de ti elijo dar mi mensaje final,
al Hijo que permanece en la ilusión. Y así será.
Se acerca el momento rápidamente, ahora,
pues estas llegando a la presencia del Padre.
Benditos son los niños de la Luz.
Benditos, aunque inconscientes.
Solo al final de todo viaje, es cuando la bendición es reconocida.
Y la bendición del Padre reside en esto:
el Hijo nunca ha sufrido realmente,
nunca se ha ido a ningún lado.
Ningún dolor ha sido vencido.
Ningún esfuerzo ha sido empleado.
Cuando se reconoce esto, el final del mundo es encontrado,
un mundo que es siempre ilusión, sin importar la forma.
El mundo puede ser uno de dolor, puede ser de lo que muchos llaman gozo, aunque, más allá de eso, está la Verdad de lo Real.
Que es la morada del Padre, y de este,
el Hijo, que nunca ha partido.
Esta es la verdad más alta que se pueda expresar. Esto es lo que llegas ahora a reconocer.
No desesperes, pues estoy contigo.
Permite la disolución de tus sueños.
Lo que tú eres es lo que el Padre te ha creado para ser, y en ello se encuentra tu verdadero gozo.
En este día, permítete a ti mismo percibir toda tu experiencia, como el final de tu ilusión: el nacimiento de la Vida.
Pronto vendré con más instrucciones para ti.
Síguelas, pues ha llegado el momento para la tierra. Muchos están casi preparados para escuchar la Palabra, y despertar de la ilusión.


Ve ahora en paz. 
Te amo enormemente, 
pues YO SOY el Amor.

 Amén

 





Carta 5ta



Ahora, comenzamos.

Marc, escúchame bien.
Pues así como has venido a Mí, ahora llego hasta ti.
Como he dicho, se te darán instrucciones, a ti,
que has pedido el final de la ilusión.
Síguelas y, ciertamente, llegará la aurora de lo has anhelado recordar. Descansa ahora por un instante, y cierra esos tus ojos, que querrían mostrarte solo el mundo de tu ilusión, y, en este descanso, yo llegaré hasta ti, y Mi presencia servirá de sanación para ti.
Descansa ahora…

(Lo que aconteció nunca he sido capaz de ponerlo en palabras. Fue como si todo mi ser se viera fundido en luz. Nunca he sentido una paz tan completa.)
Y ahora, el final de la tristeza se cierne sobre nosotros.
Ya no saldré más del Santo lugar del Padre.
Ciertamente, he vencido el mundo.
Y con esto no es que pensemos que la tarea esté finalizada,
pues la única tarea es la salvación del mundo.
Esto lo hacemos juntos, hasta que los hijos de Dios,
se reconocen a sí mismos solo como el unigénito; Cristo.

Aquí reside la paz.

Amén.






Carta 6ta



Ahora, comenzamos.

Primero, es preciso que comprendas que,
en prácticamente cada ocasión de infelicidad que sientas, se encuentra eso que llamaremos dependencia de la ilusión de las circunstancias. Contempla esto por un instante,
y creo que fácilmente llegarás a entender que esto es cierto.
¡Ahí está! Te llevó solo un instante, ¿no es así?
Reconoces muy bien que, en esos momentos que están justo antes de ese instante en que surgen esos sentimientos que eliges etiquetar como “de infelicidad”, se da primero el sutil pensamiento sobre “las circunstancias”
¿Qué son las circunstancias, Marc?

“Bien, pues supongo que se trata de un lugar, de un entorno de cierto tipo” 

¡Sí! Un lugar, eso está bien.
Ahora, con tu entendimiento, entra en aquello que siempre existe y que es anterior a las circunstancias.
Y lo que ahí será descubierto es el pensamiento. Tu pensamiento. O mejor dicho, lo que sin querer has identificado con algo que es tu pensamiento. Lo que te estamos pidiendo que examines, con ese aplicado intelecto que has desarrollado meticulosamente en el curso de una multitud de tiempos de vida, es simplemente esto: ¿De dónde viene ese pensamiento anterior a las circunstancias que consideras dolorosas?
Has notado que hemos igualado el dolor con la infelicidad en los ámbitos mental → emocional → físico.
Y pintamos esas flechas para indicar que el dolor implica a todo tu ser. Si llegaras a comprender bien lo lejos que este “ser” se extiende, la responsabilidad te paralizaría.
Pero todo a su debido tiempo.
Ahora, ¿de dónde viene ese pensamiento?
Considera la distinción dada algún tiempo atrás entre aquello que es del “mundo” y lo que es de la “Tierra”, pues es una distinción crítica. La tierra es lo que llamarías una “entidad”.
Es forma, de una cualidad no muy diferente de la tuya propia.
Con esto queremos decir que la Tierra elige libremente expresar en forma física, reconociendo y aceptando las limitaciones inherentes a esta elección.
Lo hace como todos los auténticos maestros lo hacen: como una elección para deleitarse en la expresión de aquello que el Padre es: Amor Incondicional que no puede albergar miedo, ni ninguna constricción de su naturaleza divina.
La tierra te ama enormemente, como a toda la humanidad.
Siente tristeza, y decimos esto muy literalmente, y no metafóricamente. Esta tristeza es el resultado del generalizado rechazo que tiene la humanidad ante la presencia y el propósito del Padre.
La separación a la que la humanidad se ha adherido incondicional- mente crea desarmonía en todo lo que es, cosa que la tierra ya no puede tolerar mucho más.
Su tristeza hace nacer una liberación que ahora comienza a expresar- se visiblemente. Esto se acelerará en los meses y años por venir.
La tierra es un sabio maestro, del cual, la humanidad, sin el más mínimo esfuerzo, podría aprender a proveerse fácilmente con todo lo que se requiere.
La humanidad apenas recuerda que esa posibilidad existe.
El mundo es siempre ilusión.
Vemos claramente la dificultad que tienes con esto.
¿Puede ser cierto?
¿Debe ser cierto?
Ya has atisbado las consecuencias de reconocer esta verdad plenamente. Y por eso es por lo que te resistes.
El mundo, Marc, no significa nada.
Esto te horroriza, aunque ya no hasta el punto de que no albergues ya, dentro de ti, la aceptación de dicha verdad.
Ahora, te daremos tu primera clave: tus sentimientos emanan de tu rechazo a permitir que esta verdad se ancle en la totalidad de tu ser. Tu grito interior, que quiere que el mundo signifique algo, es el grito de todos los que querrían insistir en la Separación con respecto al Padre.
La aceptación total de esta verdad es la muerte de la Separación,
e indica el final del mundo.
Ciertamente, desde la perspectiva en la cual la humanidad insiste tanto, esto parece ser algo terrible.
Pero reconoce esto: el horror que da pensar en el fin del mundo no es sino la elección de creer en ilusiones.
Te enviamos, al respecto, la imagen de muchos espejos que, desmenuzándose silenciosamente alrededor tuyo, no dejan nada más que una espléndida luz, para ayudarte a sentir cómo de seguro y sano es realmente renunciar a la ilusión.
El mundo es la trampa que has creado para ti mismo.
Tú, igual que ha hecho toda alma sobre esta tierra, has ayudado en la creación de esta elaborada red de ilusión, y de los engaños subsiguientes acerca de lo que es Real.
Examina muy cuidadosamente todo lo que experimentas como “circunstancias”. ¿No se trata de una lucha perpetua por discernir y agarrar aquello que se cree que es real?
¿En qué actividad participa la humanidad, a la que no le adscriba el valor de tener Realidad? La humanidad la crea, y entonces busca experimentarla -una y otra vez- y solo para poder sustanciar su creencia en que la ilusión es Realidad.
Permíteme simplificar.
¿Qué es la ilusión? El mundo.
¿Quién es su creador? La humanidad, existiendo en la elección de la Separación.
¿Y la misión de la humanidad? Demostrar que su creación tiene el valor de la Realidad.
El orgullo es el único pecado que puede decirse que exista.
Surgió cuando en un principio fue albergado esto en el pensamiento del Hijo: “estoy separado del Padre”
Secundariamente, lo que está siendo enseñado bajo la bandera de la Nueva Era es muy cierto: cada alma encarnada es un co-creador, creando el mundo con una variación infinita.
Pero esta enseñanza no fomenta la iluminación sino solo la perpetua- ción de la ilusión. Y así, esta continúa.
El mundo es una red de ilusión en la que tú, como alma, eliges libre- mente sumergirte. La red es como un vórtice, o un campo de energía que es la sola creación de la humanidad. Su fundamento descansa por entero en la Separación, sin importar lo que el orgullo del ego desee creer. Insistir en la ilusión es elegir verse limitado por esta energía, o vórtice.
No hay iluminación en el mundo, ni puede haberla.
Esta es la verdad ante la que el ego de la humanidad se resistirá con ingeniosidad hasta que llegue el agotamiento.
¿De qué? De un pensamiento momentáneo de Separación.
Solo una fantasía, y de ahí el surgimiento de todos los mundos.
La fantasía, en verdad, nunca ocurrió.
Esta es la salvación del mundo:
que todo eso no existe, y que jamás ha existido.
Este único pensamiento se te da como tu segunda clave,
y puede serle dado a cualquiera que busque salvación.
Su contemplación puede llevar a que se acabe, por momentáneo que pueda ser tal final, la identificación con la red de energía que es la mente del mundo.
Ahora, hemos completado el círculo, y percibes muy bien la auténtica fuente de toda tu infelicidad. Pues los pensamientos del mundo nunca han sido tuyos. Son ilusión. Por tanto, he aquí tu infelicidad.
Has llegado a un punto en que tienes un agudo reconocimiento de que, todo instante de identificación inconsciente con la red de energía que es la mente del mundo, es una creación de dolor, sin importar cómo lo interprete el ego, que insistiría en su realidad.
El gozo del mundo es una mentira, pues el mundo no es.
Ve ahora, Marc.
Y mora en esas cosas.

Reconoce bien que estás muy cerca de,
hacer estallar los espejos de la ilusión.
El velo está siendo rasgado.
Lo que experimentas, a tu propia manera,
es la única muerte que importa.
Es la muerte de la Separación.
Y yo conozco muy bien lo que va a emerger de ahí.
Recuerda esto, y ámate a ti mismo por ello.
Nosotros te dejamos, aunque estamos siempre contigo.
Paz, te brindo.

Amén.





Carta 7ma



Ahora, comenzamos.

Querido amigo, pues eso es ciertamente lo que tú eres,
he venido, pues esto es lo que has pedido.
Te contaré, en el curso de este encuentro,
aquello que te revelará la armonía del Reino.
Primero, notarás que prefiero el uso de una terminología claramente cristiana, aunque se debería considerar más bien como “judeo-cristiana”.
Lo hago porque esos términos son fácilmente identificables en relación al momento en que caminé entre vosotros.
Ciertamente que no es el único formato que se podría haber elegido. No estoy limitado, ni tú lo estás.
La única diferencia significativa entre nosotros es que yo he reconocido plenamente mi ilimitación, mientras que tú eliges no hacerlo. Marc, en los pocos años pasados, mientras has percibido el flujo de tu experiencia, has logrado mucha perspicacia por un buen motivo:
lo has deseado.
El deseo es, entonces, el primer factor que se requiere para poder llevar a cabo el proceso de resurgir del sueño en que has existido durante milenios.
Soy muy consciente de eso que crees que son dudas.
Considera esto: ¿podrían tratarse de miedo a lo obvio?
¿Qué cambios ocurrirían en tu vida si fueras a reconocer que tú, des- de tu deseo, has realmente conseguido que nazca, a la expresión manifiesta, la experiencia de unirte con la mente de Jeshua, el “Cristo”? Ese último término no es algo que yo haya pedido.
Me fue otorgado por aquellos que rechazaban aceptar plenamente Mi mensaje para ellos mismos.
El fracaso en hacer eso siempre es el resultado del miedo.
El miedo es la única energía que puede separarte de Reino.
No se trata de “temor de Dios”, sino del miedo al propio ser, al pro- pio yo de uno mismo, de una misma. Este miedo es colocado en el lugar equivocado al proyectarlo en Dios, que entonces, necesaria- mente, será percibido como algo completamente “otro”.
La sola contemplación de esto puede facilitar que se dé mucho movimiento dentro de la propia consciencia. Y ¿no sería acaso tal movimiento la entrega de esa limitación, que se posee como algo auto- creado?
Por tanto, mi ilimitación Me permite afirmar, sin la más mínima vacilación:

“Yo y Mi Padre somos Uno”

Se entra en el Reino cuando la obvia verdad de esa afirmación es reconocida en la propia mente. Señala la entrega de esa limitación autoimpuesta.
Deseo que quede muy claro que en Mi elección de la palabra“oscuridad”, esta debería siempre pensarse como equivalente a “miedo”, que es la única forma de energía que podrías decir que has creado.

En el Reino, eso no existe.
Eres amado plenamente.
Nunca has pecado.

La naturaleza del Soñador es creer en su Sueño.
El Sueño lo conoces muy bien. La Realidad apenas la percibes, como el eco de una melodía que vagamente regresa a ti.
Escúchala, a ella sola.
Aquí es cuando tus habilidades especiales son valiosas. 

Compartir con otros el arte de estar en silencio es lo único que puede ayudar a quienes buscan el Reino a llegar a un lugar de vulnerabilidad, donde podamos hablarles.
El Reino no puede ser perdido, pero ha sido olvidado. Aunque en su olvido se le da nacimiento a la misma sustancia del recuerdo genuino.
Usamos lo que sea que sueñes como un mecanismo para tu despertar. Si puedo permitirme alguna frivolidad aquí, aunque camines con fatiga a través de una blanca alfombra con los pies embarrados, nosotros la transformamos en un exquisito tapiz, el cual conseguirá atraer tu atención.
Precisamente de esto se trata en la armonía del Reino: de que nada, absolutamente nada, puede jamás servir para otra cosa que para alentar al Soñador a que deje de dormir.
Por eso, cuando te hablaba al principio, hace varios meses, enfaticé que tu experiencia, momento a momento, es el camino a tu iluminación. Es armónica, y solo una mirada basta para convencer incluso al más escéptico de que esto es así.
Habrás notado ya a estas alturas que cuando pides contactar con tus guías, no se requiere de nuestro consentimiento para que ocurra tal comunicación.
Tu petición es tu consentimiento a permitir lo que siempre está a tu disposición. Es un ejercicio de renuncia al miedo.
Ocurre cuando el Soñador, aunque sea vagamente, comienza a percibir que hay algo muy extraño en la naturaleza del Sueño.
El Sueño es el entero ámbito de la experiencia temerosa que ha surgido estallando a partir de aquel único pensamiento inicial:
“Estoy separado de Dios”.
Ocurrió hace incontables eras, aunque también solo hace un momento, pues el tiempo no es más que parte de tu Sueño.
Uno de tus guías ha enfatizado repetidamente que la actitud que se necesita adoptar para poder despertar del Sueño es la de:

“permitir, permitir, permitir”

Pedir guía fomenta esto, y se trata del reconocimiento implícito de que nada más ha funcionado, de que no hay nada más que haya que hacer.
Inicialmente, este acto de permitir es algo que horroriza, pues se siente como morir, ¡lo cual es una experiencia muy bien conocida para el ego separado! Por esta razón, la mayoría de buscadores permanecen siempre siéndolo, buscando alguna forma de magia que, en esencia, hará que llegue la iluminación hacia ellos.
Esto no puede funcionar, porque el despertar requiere una receptividad. Esto solo puede ocurrir en la actitud de permitir, la cual es, permitir que la muerte ocurra.
Al yo separado le parece irracional que el mayor de los “haceres” ocurra en el acto de no hacer absolutamente nada.
Por tanto,

“Mi carga es ligera y mi yugo llevadero”
No se requiere de ningún esfuerzo para entrar en el Reino.
Permitir es la llave de la puerta que lleva más allá del Sueño del Soñador. 
Solo un instante de reflexión te indicará lo cansado que estás, de tu Sueño.
 Esto inicialmente puede provocar un gran conflicto, al darse cuenta, el Soñador, de que hay algo equivocado, aunque sus hermanos no lo perciban, y aunque todos los intentos de compartir lo que se siente solo lleven a la frustración del fracaso.

Uno mismo no puede hacer que finalice el Sueño, porque el Soñador es parte del Sueño.
Permitir es el proceso de entregar el Sueño de que el propio Soñador existe. Cuando el Soñador se disuelve, entonces, también, lo hace su Sueño. Y así, solo queda el Reino, que es lo único que siempre ha existido.

Eres un Soñador despertando.

Al decir esto, reconocerás esta verdad: la única diferencia entre tú y muchos de nuestros hermanos es que reconoces el sueño y la validez de permitir como la llave del Reino.
Un aspecto de tu Sueño fueron nuestros viajes, juntos, en Caná y Galilea. Esto lo has sabido por muchas fuentes. Permíteme confirmártelo. Fuiste un esenio, y además, en esta vida te has encontrado con muchos de tus compañeros de aquel sueño. Has oído que tú, junto a tu querida amiga Kendra, estuvisteis presentes cuando hablaba a las multitudes en el Monte de los Olivos. Sí, estuviste.
Lo que te fascinó de aquel día no fue esencialmente la enseñanza, sino el reconocimiento de que tal enseñanza estaba realizada en Mí. El hijo del carpintero había viajado a tierras distantes y había regresado como maestro. Esa fue tu percepción.
Así, la vía de entrada al Reino se convirtió, para ti, en una joya que tendría que ser descubierta en el Oriente. Allá fuiste durante nueve encarnaciones consecutivas, para dominar los yogas y las filosofías. Y en esta encarnación presente, ya has terminado de completar tus materias optativas. Y este final, como bien sabes, ha consistido en el reconocimiento de que el Soñador puede dominar perfectamente su Sueño, pero aun así permanecer enredado en el mismo Sueño.
Has descubierto la simple llave -la joya-

¿y acaso no se trata del silencio del permitir?

Se podría decir que tu experiencia de Mi Sermón fue el primer movimiento auténtico hacia el despertar de tu Sueño.
¿Parece haber sido largo el viaje?
Recuerda, tal percepción es parte del Sueño mismo.
Te voy a pedir que comiences a pasar un poco de tiempo Conmigo diariamente. El trabajo del que hablé antes está ya completado, y podemos comenzar.
De nuevo, esto no es ningún mandato procedente de Mí, sino solo un recordatorio gentil. Esta participación está sometida a tu libre elección, como siempre necesariamente lo va a estar.
Aquello que YO SOY no sabe de compulsión, pues el amor no compele. Meramente atrae al buscador de la Realidad hacia sí mismo.
Esto no requiere de esfuerzo sino de estar disponible, pues todos y cada uno de los buscadores reconocen el Amor -por muy enterrado que esté-, ya que se reconoce que el Amor es el verdadero Ser del propio buscador.
Y esto nunca es en realidad rechazado, sino repetidamente ignorado. Nuestra tarea es entonces la de meramente llevar de forma gentil al
23Las Cartas de Jeshua
buscador a la experiencia de prestar atención a aquello que sola- mente es lo que ha existido siempre: el Reino.
Terminaremos aquí.
Estoy muy complacido por la facilidad con que has asistido y atendido al permitir. ¿Acaso este viaje no lo merece, y sin importar lo preñado de aparentes dilemas y dolores que esté?

Bendícelo, por entero.

Amén.







Carta 8va



Hola, Marc.

“Hola, Jeshua”.
Ahora, comenzamos.
¿Acaso no buscas el consuelo del conocimiento absoluto?
¿No es el consuelo de la unión absoluta lo que deseas?
Pues es una gran verdad, ya dada antes, y hoy reforzada, que el deseo es la clave primordial para la realización.
Por tanto, se necesita replantear el objeto del deseo.
Para ello comparto hoy contigo esto, y lo más enfáticamente posible: Lo que es deseado es experimentado, siempre.
Tal es la abundancia en la mesa de nuestro Padre,
tal es el amor de tu universo:

“Pide y recibirás”

Me gustaría aclarar esta afirmación, que es, por cierto, una que hice. En un tiempo futuro, dejaré claro con mayor precisión cuáles de las enseñanzas que se encuentran en las escrituras fueron dadas real - mente por Mí; muchas no lo fueron.
A través de este proceso, clarificaré el sentido de esas enseñanzas, devolviéndolas a su intención original.
“Pide y recibirás”, independientemente de lo que pides, y también de que el acto de pedir sea uno que quizá sea realizado desde eso que, generalmente, se entiende como “el inconsciente”.
La mente es profunda. El pedir del cual hablo es algo que fluye de las profundidades de tu mente.
La intención de la creación, que es el fluir, siempre presente, del Padre, es utilizar ese pedir como un mecanismo para enfocar dicho movimiento de la vida hacia la forma. El obstáculo, por supuesto, es la separación ilusoria conocida como “ego”. 
Realmente nunca miras a otro, pues no hay un “otro”

Solo te ves a ti mismo.

Se te ha dicho muchas veces que,

“ames a tu hermano como a ti mismo”

Esto es porque tu hermano es tú mismo.
Al amarlo, abrazas todos los aspectos del ego -tu ilusión- y puedes por tanto comenzar a renunciar a ellos.
A partir de esta comprensión crucial, podemos proceder a compren- der Mi afirmación: “Pide y recibirás”
Al no estar separado de Dios, todo lo que albergue tu mente como deseo, es manifestado, y lo experimentas al instante.
Puede parecerte que este no es el caso, pero te aseguro que sí lo es. La dificultad radica en que insistes en creer que tú eres solo este ser tridimensional que experimentas a diario.
Eres mucho más que eso, incluso en tu gran ilusión.
Lo que aquí estoy diciendo es que la experiencia no tiene por qué ocurrir bajo una forma física para poder ser válida. “Mira a una mujer con lujuria y ya habrás cometido adulterio en tu corazón”. Eso no debería tenerse como algo que se dice en sentido figurado. En tal caso, ya has experimentado el acto sexual, por entero.
Desde luego, esto es así para todo deseo albergado en la mente, desde el más pequeño, hasta el más grandioso.

Por tanto, lo que deseas es de la mayor importancia.
“Busca primero el Reino de Dios” 
Supone buscar la iluminación por encima de todo lo demás. 

Esto no significa que no puedan contemplarse otros pensamientos. Siempre estarán, hasta que el ego se disuelva. Sin embargo, al desear el Reino, el Padre -a través del Espíritu Santo- transformará cada experiencia que tú crees en el medio por el cual te despiertas.
No te equivoques con esto, porque cuando se alberga como deseo primordial la experiencia de Dios, ella reside siempre más allá de los límites de cualquier deseo basado en el ego.
Así, el impulso de tu alma es el de atravesar la experiencia limitada, superando cada una de ellas, cualquiera que sea. Por esta razón el buscador comienza a sentir que toda su experiencia es de cierto modo simbólica de algo que reside más allá de sí misma.
Has descrito esto a otros como un sentido creciente de transparencia. Desde luego, pues lo que crece haciéndose más transparente parece estar perdiendo su sentido Afortunadamente, está perdiendo su sentido limitado, ya que fue concebido en el limitado pensamiento del ego.
Al final, nada te satisface.
Ahora el ego está sobre un suelo tembloroso, pues su cimiento -la separación- no es sino el pensamiento limitado sobre el cual se erige todo el edificio de toda tu experiencia, y dicho pensamiento se hace, también, transparente.
Experiencialmente, esto es interpretado como muerte, y muy literal- mente lo es.

“Nacer de nuevo”

Significa solo que la identificación con el ego se desvanece.
Esto es, como es obvio, algo generalmente malentendido. Es siempre el miedo a la propia muerte lo que bloquea el reconocimiento del Reino. Para aquellos quienes han estado inmersos en las creencias distorsionadas sobre mi misión de vida sobre la tierra, me gustaría ofrecer- les esta sugerencia: Abandonad la esperanza de la salvación, pues la habéis malentendido.
Tú -identificado con tu pensamiento de un yo separado- no serás sal- vado, y no puedes ser salvado, por Mí.
Tu desesperado deseo por esto mismo crea la ilusión de la salvación, pues siempre experimentas lo que deseas.
Pero para entrar en el Reino,
el deseo debe nacer de la intención correcta.
Ahora bien, “Pide y recibirás”, es una afirmación sobre ese foco, a modo de láser, de energía creativa, que es la abundancia de la mesa del Padre.
Pide, por tanto, no por la salvación, porque tus ideas sobre ella están distorsionadas. Pide, más bien, despertar de cada último rastro de creencia en que alguna vez habrías estado separado de Dios.
Esto enfocará el impulso de tu alma hacia una intención correcta. Como recibes lo que pides, es esencial tener una cierta claridad de pensamiento.
Marc, el pensamiento que recibiste al respecto de Las cartas de Jeshua, es muy válido. Permite que llegue al Ser.
Ten por seguro que te estaremos guiando con esto a cada paso.
La etapa de tu propio proceso ahora podría ser llamada:

“la etapa del permitir”

Esta es alcanzada cuando todo intento de hacer algo en tu mundo, o de manipular tu mundo, ha fracasado por completo.
El fracaso, en tu mundo, es una bendición del mayor orden, pues marca el comienzo del final de la ilusión.
Es por eso que te hemos contado que todo el despliegue de las percepciones albergadas en la consciencia del mundo es diametralmente lo opuesto a la Verdad del Reino.
El fracaso marca la rendición o entrega del ego, y este fracaso es inevitable. Todo éxito percibido que radique en el ímpetu del ego es temporal:

“el fracaso es la única certeza”

Regocíjate por tanto al reconocer tu fracaso.
Él señala el comienzo de los últimos días de tu travesía hacia la morada del Santo Padre.
Aquí, terminaremos.

Ve siempre con bendiciones,
pues tú eres el Hijo del Padre,
y eres amado,
por sobre todas las cosas.

Amén.







Carta 9na



Ahora, comenzamos.

No creas que puedes dirigir el flujo de tu vida desde el punto de vista de tu mente consciente. No fue diseñada con esa capacidad, porque su propósito no está ahí.
Te pediría que aceptaras plenamente que la mente está diseñada no para ser directora, sino servidora.
¿Servidora de qué? Del flujo de tu vida, de ese misterioso movimiento de la Vida a través de ti.
Este es el movimiento que nace del Padre y que es algo a ser permitido y representado por el Hijo que participa en la Reconciliación.
No puede ser controlado, pues el concepto de control -incluso la mera necesidad de control- es algo que nace tras enredarse en la ilusión de la Separación.
Pues, ¿qué querrías controlar sino aquello en lo que desconfías? Quédate por un momento con esto, y luego continuaremos.
Me gustaría referirme a tu experiencia de ayer en esas montañas que estás llegando a amar tan sinceramente.
Primero, ¿no está claro que ya has superado el reconocimiento de que solo hay una Mente?
Pues las palabras que el mundo ha juzgado que Me pertenecen solo a Mí, como el hijo unigénito del Padre, brotan de ti sin ningún sentido de separación. Fuiste, de hecho, la mente que pronunció esas palabras.
Para aclararlo: en ese momento elegiste permitir que la verdadera herencia de tu ser fuera vivida conscientemente, ese nivel de la Mente que es pleno, completo, “…de una sola sustancia con el Padre”. Este nivel es el único que puede decirse que posea Realidad. Cual- quier otro es una ilusión, nacida de la elección que es inherente a la pura fantasía de la Separación.
Es precisamente hacia éste reconocimiento hacia donde los niños de Dios serán dirigidos. El Hijo es una sola Mente.
Responde al estímulo de los pensamientos del Padre, que es creativo, y que permite y representa éste pensamiento, creando en expresa imagen del Padre. Pues imagen es la forma del santo pensamiento del Padre.
No obstante querría añadir que lo que estamos llamando aquí el “santo pensamiento” del Padre es sin imagen; no es más que el fluir de la vida, la matriz de la cual el Hijo extrae el impulso para Su obra.
Esa matriz puede ser descrita como Amor Incondicional.
Así, cuando una mente es despertada a la verdad de su identidad, su representación creativa es siempre amorosa.
Sus creaciones hacen imagen de lo que el Padre es, proveyendo de una oportunidad para que aquellos cuyas mentes están intrínseca- mente asociadas a la esclavitud de la ilusión, sean testigos de la imagen de lo únicamente Real.
Cuando el Amor hecho visible es atestiguado, puede ser reconocido, y se realiza un movimiento hacia la iluminación, sin esfuerzo. Podríamos decir que la mente se ve tocada y, por un instante -por fugaz que sea-, reconoce el más alto bien que está disponible para ella. Por este motivo cada acto de amor es algo a ser apreciado.

Todas las mentes son canales para el amor,
en el grado en que elijan estar despiertas.
Las mentes de la humanidad están intoxicadas con amor. 


Anhelan el amor porque la Verdad de quienes son, y lo único que es Real, está necesariamente dentro de ellas.
El Hijo despierto meramente permite y representa el movimiento de la Vida, que es el Amor procedente del Padre, por el bien de aquellos que permanecen dormidos.
Los niños de Dios son solo en verdad aspectos del único Hijo unigénito.
Así, todo amor representado es amor a uno mismo, pues, tal y como has comenzado a reconocer, todos somos guardianes de nuestros hermanos, debido a la simple verdad de que,

“somos nuestro hermano”

Cuando esto se ve desde la perspectiva ilusoria de la Separación, es inconcebible. Cuando se ve desde la perspectiva de la Realidad, es el más obvio, y más simple, de los hechos.
En realidad concibes muy acertadamente -aunque sea experimentan- do amor en un momento de relación con una flor cubierta de nieve- que, cuando todos los niños de Dios se permitan pronunciar, sin una sola traza de resistencia, o de autoconsciencia, una sola afirmación, la Reconciliación será completada, en la tierra así como en el cielo. Y la afirmación es esta:

“Yo y Mi Padre somos Uno”.

Ahora, Marc, regresa a tu sueño.
Pero reconoce que está rápidamente llegando ese día en el cual el sueño ya no se dará más, ese día…, que llega rápidamente a la mente del único Hijo unigénito a medida que representa sobre vuestra ama- da tierra el único pensamiento del Santo Padre.
Reconoce, también, que tú eres el amado Hijo,

“en quien estoy muy complacido”

Eres siempre bendito.
Solo necesitas estirar tus brazos con las palmas de las manos abiertas y elevadas, y la abundancia de la mesa del Padre te será otorgada.
Se trata simplemente de permitir que,

“el reconocimiento sea manifestado”

Mis bendiciones sobre ti.

Amén.











Carta 10ma


 

Ahora, comenzamos.. Hola Marc.
“¡Hola, Jeshua!”.
Gracias por permitirme esta comunicación contigo.
Primero quiero contarte mis sentimientos al respecto de tu actual estatus vital. Creo que sabes a lo que me refiero.

“Bueno, si no lo sé, ¡estoy seguro de que me quedará claro!”.
Sí, así será.
Tu duda acerca de la validez de la experiencia conmigo, solo identifica claramente el grado en el cual estás todavía dominado por tu creencia en la Separación.
Pues dudar de este proceso de comunicación es negar tu propia realidad experiencial o -para decirlo sin rodeos- rechazar tu propia existencia.
Pues negar una parte, es negar el todo.
La relevancia de esto es enorme.

“¿Por qué?”.
Simplemente porque conlleva rechazar tu propia Filiación.
¿Lo ves? La iluminación es algo temible considerada desde donde estás, porque reconoces que no existe la posibilidad de estar “parcialmente” iluminado.
O bien se vive en la oscuridad, o bien en la luz.
Y cualquier otra perspectiva radica meramente en el deseo del ego de validar la actual forma de existencia que -desde mi perspectiva, es meramente inexistencia- pues su valor queda reducido a virtual- mente ninguno, cuando es sopesado frente al valor de vivir como el Hijo.
“Vengo con fuego y con una espada”
Esas palabras las pronuncié realmente, y para enfatizar que mi pro- pósito era, y es, el de amputar ese obsesivo lazo que la consciencia humana tiene con la ilusión.
Como ya sabes, el símbolo del fuego siempre ha expresado la transformación. Se trata de la incineración de cosas para crear espacio para lo nuevo.
La espada parte aquello que golpea. Separa un todo en partes, y de- tiene eficazmente a quienquiera que sea atajado por ella.

“Jeshua, algunas veces -incluso ahora que me doy prisa para poder escribir estas palabras- siento miedo sobre todo esto. ¿Por qué?”.
Es una buena pregunta, Marc.
¿Por qué sientes miedo de esto?
He dado un indicio sobre la dirección de la respuesta, pero te das cuenta de que eres tú quien debe remediar esta situación.
El acto definitivo de responsabilidad es el de responder realmente a tu propio acto inicial creativo -separación del Santo Padre- y rectificarlo.
Te he contado antes que esto se logra al permitir.
Ahora bien, si el permitir es lo que restituye el Hijo al Padre, ¿no será solo la resistencia lo que alimenta la creencia en la separación?

“De cierto modo, parece ser justo así”.
Como necesariamente lo es.
Marc, te has traído a ti mismo a este lugar como respuesta a limitaciones que has percibido que te han sido impuestas desde lo que reside fuera de ti.
No obstante, reconoces plenamente que no hay nada fuera de ti que tenga poder para limitarte sin tu permiso para que lo haga.
La única preocupación con esto es:
¿cómo responderás a lo que has creado?
Te contaré esto: no hay nada, absolutamente nada, que puedas crear y que no sea la expresión de tu anhelo por despertar. Ni puede jamás haber una creación tuya que no contenga dentro de sí la joya de tu iluminación.
Permitir es siempre la clave, el silencio es la puerta de entrada. Mi ofrecimiento para ti en esta noche es que recuerdes el propósito de tu alma al venir aquí.
Has creado deliberadamente un entorno de silencio. Todo ello lo ha sido armado por ti y para ti, pues sabes qué es lo importante, lo supremamente importante.
¿No querrás usar la llave que has descubierto, ahora que reconoces que estás ante la puerta de entrada?
“Llama a la puerta y te será abierta”
Desde luego, lo será.
Llamar a la puerta, con la actitud de un claro reconocimiento de la creación propia, es expresar el poder de la intención para entrar en el Reino.
Esta entrada es meramente un cambio de posición,
la asunción de una nueva “actitud”.
Es la diferencia entre Luz y oscuridad, entre Realidad e ilusión, entre -digamos- “Ser y no-ser”
Nunca me verás consentir a tu insistencia en la ilusión para mera- mente pacificar tu ego.
Eso sería hacerte el más flaco de los servicios.
Ahora me voy, pero siempre permanezco contigo.
Soy, aunque no soy sino tú.
En silencio, has venido para escucharme.
En silencio, vendrás a conocerme.
Escucha bien, pues yo soy tu propio yo más elevado.
Soy el Ser, el Yo de todo.
Soy el Cristo, el único unigénito del Padre,
y eso es lo que tú eres, siempre.
Recuerda, permite.
Bendiciones sobre vosotros.
                                                                                    Amén.



Carta 11era

Marc, toma tu Biblia, y mira en Mateo 7:5-8.
“Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
No deis a los perros lo santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama, se le abrirá.”

En ambas páginas, cada palabra de cada versículo, está marcada en rojo. Y entonces, su voz familiar:
Ahora, comenzamos.
Marc, esos cuatro versículos deberían leerse juntos;
son muy importantes para el despertar de la consciencia.
¿Eres consciente de lo que es esa viga?

Al contemplarlo, primero veo un tronco, o algo muy sólido metido en el ojo de alguien, bloqueando su visión. Pero la imagen no se percibe muy bien. Entonces cambia y veo como un rayo [viga y rayo se dicen igual en inglés: beam] emitido desde los ojos hacia otra figura. El rayo es multicolor. Siento como si hubiera captado algo.
“Se trata de la visión de otra persona. Es, mmm…”, no encuentro palabras. 
Es juicio, Marc.
Es el juicio lo que primero debe ser retirado,
pues él es tu única imperfección.
Con él, tu comportamiento hacia tu hermano será necesariamente un intento de salvarlo de acuerdo a tus propias consideraciones egocéntricas. Sin embargo, solo el Amor puede efectuar un cambio significativo. No puede existir el Amor donde ya hay juicio, pues el juicio es la negación del amor.
El versículo seis es casi siempre concebido mediante los ojos del juicio. “Perros” y “puercos” son algo que se evalúa como menos valioso. Pero no es así. Representan la consciencia no despierta. Ellos“pisotean” la sabiduría por su ignorancia inocente,“despedazándote” con todo lo que saben: los egos usan a otros egos.
Eso es todo lo que saben hacer.
Nunca es responsabilidad tuya el arrojar tu sabiduría ante los dormidos, sino el seguir las claves de los versículos siete y ocho: da cuando se pida, pues sin pedir, la sabiduría no tiene un espacio donde ser recibida.

Antes de ayudar a tu hermano,
“Pide, y se te darán” los pasos a seguir.
No razones sobre lo que oigas, pues lo que estás oyendo es la voz del Padre, dada a través del Espíritu Santo.
Tú no puedes saber lo que tu hermano requiere,
aunque tu juicio te conducirá a creer que sí.
¿Cómo esto puede ser aplicado en tu vida?
Recapacita sobre ello.
Bendiciones sobre ti.
                                                        Amén.






Carta 12da


 

Hola, Marc.
Me detengo y saboreo el sentimiento que llega con Su presencia. Una paz sublime.
Encontrarás un poco difícil escribir con los ojos cerrados.
De mala gana los abro, temiendo por un instante perder la conexión. No es así.
Ahora, comenzamos.
¿Qué distancias han sido cubiertas?
¿Qué caminos han sido recorridos?
¿Cuántas vidas en un abrir y cerrar de ojos?
Pues ciertamente, te digo, que cuando el alma se revuelve en sus primeros despertares de su largo dormitar, comienza un movimiento que ya nunca será negado. De esto ya te he hablado. No vamos a tratarlo más aquí.
Aquello a lo que sí nos referiremos nos llega ahora como un reflejo de los tiempos presentes, y del momento aún por venir, pronto, en tu estimación del paso de los acontecimientos.
Pues quiero que sepas esto:
el futuro es una tendencia que descansa en la elección presente.
Y no en la elección de las cosas creídas o vistas, sino en la del sentimiento al que se le permita penetrar en el corazón.
Escúchame bien: esa paz que sobrepasa todo entendimiento se hará inevitablemente manifiesta como paz visible sobre la faz de la tierra. Los esfuerzos por la paz aunque sean vistos por los ojos de vuestro mundo como nobles, no llevan a ningún lado si no hay primero paz en el corazón de aquel que querría actuar.
Por tanto, “busca primero el Reino de Dios y Su Virtud, y todas esas cosas se darán por añadidura”.
El mundo no ha escuchado aún esas palabras, dichas por mí ante él, aunque yo las oí de los labios de un Maestro que ambos hemos conocido. Sabes de quién hablo.
Querido amigo, la tendencia de la que hablo es esa conocida como agitación, conocida como trabajo, pues está cerca el momento en que la tierra ya no esperará mucho más a que el hijo del hombre despierte.
Aquellos cuyos corazones se revuelven, y comienzan a trascender los límites de la mediocridad social, aún no escuchan lo suficientemente profundo.
Pues el camino es fácil, y la carga ligera.
Desea el Reino por encima de todo.
Entonces, permite el reconocimiento de que tú eres ese Reino que ha de ser recordado.
De ese modo, descansa en la paz que por siempre sobrepasa todo entendimiento. Aquí está el corazón de todos los evangelios.
¿Y qué entendimiento es sobrepasado salvo el mundano?
No confíes en quienes vean el día en la oscuridad de la noche. Pues lo que afirmen de una cosa, no será así. Y lo que sí es, no lo saben. Ni lo preguntan, pues la pregunta aún no ha nacido en ellos.
No escuches a quienes hablan pero no saben lo que dicen.
Escucha solo la voz del Padre,
quien te habla mediante el Reconfortador.
Él es escuchado solo cuando te aquietas.
Solo cuando estás en silencio.
¿Está acaso la Vía poco clara?
Desea, permite, descansa.
Pues en el silencio está el perfecto descanso, y aquí suena la voz del Reconfortador, siempre tan apenas audible, como gotas que repiquetean contra un vaso de cristal. Reside ciertamente ahí, y solo ahí.
Querido hermano, venimos porque te amamos.
38Las Cartas de Jeshua
Eres todo lo que el Padre te ha hecho ser.
Un pensamiento, completo.
Por tanto, sé eso que tú eres,
y tú eres la Luz del mundo.
¿De qué ha valido tu sufrimiento? Una mera experiencia momentánea, una fantasía repentina. No te ha alimentado, sino con la ilusión del sustento.
El sufrimiento no es sino la persistencia de la Separación;
la acogida de tu único pensamiento propio.
Es tiempo de renunciar a tu percepción.
Al hacerlo, y esto te lo prometo, yo -que soy el único unigénito del Padre- disolveré ese pensamiento en la luminosidad de una Luz in- concebible:
la Luz que tú eres.
Y será como si el pensamiento nunca hubiera existido.
Aquí reside el significado de unas palabras a menudo leídas, pero raramente entendidas:
“Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida,
y nadie viene al Padre sino a través Mío”
Aquellos que quieran compartir Mi visión no tienen más que un deber: elegir, plenamente, descansar en la paz que ya son.
No ansiando el mundo, sino reservando antes un espacio para el Reino del bendito Padre, sirviendo a Dios, mas no mediante el hacer, sino amando la presencia del Reino por encima de todas las fantasías imaginadas, sobre lo que el mundo es.
“Pues si el hombre ama ni lo más mínimamente el mundo,
el amor del Padre ya no se encuentra en él”.
¿Cuántos se atreven a aceptar esta simple verdad?
Esta es la clave, dada gratuitamente a cualquier que quiera pasar a través del ojo de la aguja.
Te amo
¿Puedo hacer otra cosa que amar aquello que YO SOY?
Aunque hay quien no lo ve, el resplandor de tu gloria brilla ante Mí.
No veo otra cosa que a Mí Mismo, el Hijo de Dios.
Mira con esos ojos, y solamente con ellos.
En ello reside la salvación del mundo.
Bendiciones, Marc.
Querido mío, el momento está próximo.
Ve , en amor, y no temas.
                                            Amén.





Carta 13ra

 

Ahora, comenzamos.
Marc, te pediría que abrieras de nuevo tu Biblia, y te guiaremos hacia aquellas palabras que más necesites escuchar ahora.

Voy hacia mi librería, agarro mi Biblia (Dios, dos veces en solo unos pocos días; ¡a mi madre le daría un telele!) y me siento.
“Bueno”, pienso para mí mismo, “¿qué diablos se supone que voy a leer esta vez?” No, esta no es la actitud apropiada, sino solo la de renunciar a toda expectativa. Pronto me calmo, y entonces:

Dirígete a Marcos 4:9 y comienza a leer.


De nuevo está todo en rojo. ¿Estas “coincidencias” van a acabar alguna vez? ¿No puede haber algún error en alguna parte del mensaje? Quiero decir, me estoy empezando a dar cuenta de que aquí está pasando algo gordo, y si no encuentro la manera de explicarlo voy a tener que hacer algo con ello.
¿Y por qué esta idea siempre me da escalofríos de pavor?
“Y añadió: quien tenga oídos para oír, que oiga.
A vosotros se os ha concedido el misterio del Reino de…”
Siento un repentino impulso vital, como un pico de energía elevándose de golpe por mi columna.

Marc, recuerda siempre esas palabras, y las dudas sobre tu travesía no te vencerán. Ahora, dirígete a Juan 5:10.

Comienzo a leer un relato sobre cómo Jesús sanó a un hombre en el sábado judío, y cómo los judíos deseaban matarlo, pues no solo había quebrantado una ley, sino que había reclamado su igualdad con Dios. Continúo leyendo hasta que llego al versículo 23:
“para que todos honren al Hijo, como honran al Padre
El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado”.

Ahora te pido muy fuertemente tu atención, al hablarte sobre esta enseñanza. Para que aquellos que construyen sus templos y entran ahí solo para hacer plegarias a una imagen Mía creada en las mentes del hombre, y pensando que con ello “honran al Hijo”, reconozcan claramente que no lo honran.
El Hijo es uno, sin un segundo. ¿Qué significa esto?
No soy yo el Hijo, y tú un “segundo” que deba ser salvado.
No estoy por encima de ti.
Soy el Hijo como tú lo eres.
Pues el Hijo mora en el corazón de todo, ya sea en este universo ya sea en otro. Ilimitado, sin fronteras.
¿Cómo, entonces, puedes honrarme,
sin honrar al Hijo en ti mismo, al Hijo que tú eres?
Hay una gran verdad en lo dado por los profetas de tus tierras del oriente, aquellos que familiarmente se llaman “Brahman-Atman”.
Y es simplemente que el espíritu que mora en el corazón del hombre - que es espíritu antes de la identificación con ilusiones- es el único espíritu que mora en toda vida: Brahmán, o Dios el Padre.
La honra, por tanto, primero deber serle dada al Hijo que mora en el propio corazón de uno.
Es solo haciendo eso como puedes quizá alguna vez honrarme. Solo en este sentido, honrarme es honrar a Aquel que me ha enviado a ti, de forma paralela a como Él os ha enviado -a cada uno de vosotros- para expresar la plenitud del Amor que Él es.
Y si el Hijo no estuviera ya morando en todas las cosas, no os habría dicho:
“Parte madera, y ahí estoy.
Agarra una roca, y ahí también Me encontrarás”.
Ver dentro del corazón de todas las cosas es contemplar el esplendor del Hijo.
En esto se reconoce el misterio del Reino.
Mirad que siempre estoy con vosotros,
pues no somos sino Uno, el único Hijo unigénito.
Esto es suficiente por hoy.
Estoy contento de que estés entregando tus resistencias contra Mí. Con esto crecerás hacia una paz que solo vagamente has podido imaginar, y, tu imaginación, no es sino una sombra de la remembran- za de esa Luz, de la cual has brotado hacia todas tus travesías.
El Hijo Pródigo es cada alma,
es el Hijo ocultado en su elección de olvidar quién es,
para poder soñar un sueño que sucede en un solo instante.
Así, también, el despertar del Sueño,
no supone un mayor esfuerzo que el de abrir tus ojos. Permite que los ojos del Hijo, dados a cada uno, sean ahora abiertos.
                                                    Amén.




Carta 14ta


 

Ahora, comenzamos.
Aquí hablaremos contigo sobre la gloria que está por verse en el plano terrestre. Pues como ha sido escrito, así será.
Y en esos días nacerá de los cielos un sonido desconocido para los oídos mortales, aunque instantáneamente reconocido por el alma del hombre.
Es el sonido de la voz del Reconfortador, señalando el final del mundo, aunque no de la tierra, ni del espacio y el tiempo. Pues el final del mundo no es el final de la creación, sino su cumplimiento.
Con ello será atestiguado en cada corazón el despertar del Único Hijo, disipando la oscuridad de la Separación.
Esto es lo que te digo: eso sucederá en el transcurso de tu última en- carnación, que es esta que ahora vives, sobre esta tu querida tierra. Habrá “llantos y rechinar de dientes”.
No todo el mundo desea el regreso de la Luz.
No todos desean el despertar del Hijo.
Estos tendrán sus dificultades aunque estén acunados amorosamente en el abrazo del Padre, que es un padre sabio, esperando a que el sueño de Su hijo acabe, pero sin llegar por ello a perturbarlo.

Tal es la cualidad del Amor Incondicional.

No se ha visto sobre la tierra una Luz como la que vendrá.
Pues los ojos del hombre la verán salir de todos lados.
El sueño será interrumpido antes de que los ojos rebosen, y los atareados serán calmados, pues será reconocida primero en el alma. Apresúrate entonces por ir al campo pues la tierra se estremecerá según la Luz alborea en la mirada del hombre.
Regocíjate, y ten un rebosante júbilo, pues el Día del Señor estará ahí. Ya que el “Día del Señor” es el despertar del Hijo en el alma de todos aquellos que diligentemente buscan el Reino del Santo Padre.
Aquellos que no lo buscan no lo encontrarán.
Marc, te brindo oleadas de gozo.
Lo que te cuento es profecía. Compártelo.
Pues, ¿no es tarea del mensajero compartir su mensaje?
Todo lo que eres, lo has elegido ser:

verdaderamente, un mensajero del corazón.

No temas las mentes de otros, pues con esto que compartimos comienza su iluminación, o bien se profundiza.

Vive la verdad que conoces,
y conocerás la libertad que buscas.
No esperes a nadie.

¿No es acaso el momento de entregar el último rastro tembloroso de tu sueño?¿Querrías quedarte con una gota de agua cuando por todos lados te rodea un vasto océano?

Ven a casa conmigo, querido.
Verdaderamente, ven a casa.
Descansa ahora.

Diariamente vendremos a ti, pues ahora aceleramos nuestro paso, y hay mucho aún que establecer.

Sé aquello que el Padre te ha dado.

Pues como yo, que tuve necesidad de entregar y rendirme, así la tiene toda alma sobre cada plano en cada universo. La elección es simple:

la Vida, o continuar con la ilusión.

Nuestro amor es profundo, por ti que sufres,
aunque exijas que continúe tu sufrimiento. Nuestro amor es profundo, por ti, que nos buscas, solo para evitarnos.

Has pedido, y hemos respondido.
El final del Sueño es seguro.

Da suavemente tu asentimiento,
y el mundo ya no será más,
viéndose consumido para siempre en la llama de la Realidad: 

el Reino del Santo Padre.

Venid a casa,
                queridos niños, 
                                        venid a casa.

Amén.




Carta 15ta

 

Muy bien, Marc.
Puede llegar a ser tan fácil, cuando eliges la llave del permitir…
Y esta facilidad vaticina la suavidad con la cual el Reino es acogido, mientras aún estás en un mundo que no lo querría ver.
Mi misión no fue una carga, ni hay ninguna carga cuando el alma permite que el Reino brille desde adentro.
Libérate a ti mismo de este miedo sin sentido,
pues con esfuerzo no es como tendrás que actuar,
ya que solo experimentarás el gozo increíble de ser llevado por los brazos del Amor del Padre.
El camino, el método es fácil,
pues el número de los que han pedido,
se asemeja al de los que han recibido las llaves del Reino.
Habéis recibido las llaves, ahora, acéptalas.
Úsalas para abrir la puerta final, pues el tesoro está cerca, a mano. ¿Querrás retrasarte más, cuando sabes que es un despropósito el hacerlo?

Ven a casa, viajero.
Ven a casa, soñador.

Mi paz sea con vosotros.

Amén.




Carta 16ta


 

Buenas noches, Marc.

“Buenas noches, Jeshua.
¿Cómo puede ocurrir que esta comunicación suceda así, y…”.

Te sugeriría que escribieras esto, por favor.

“Vale”

Ahora, comenzamos.
Querido hermano, ¿aún no comprendes, o es meramente tu resisten- cia a lo obvio lo que te hace plantear esa cuestión?

“Bueno, sí, supongo que es mi resistencia”.

Sí, es solo eso.
Y, ¿a qué te resistes?
¿A la misma Vida que siempre has buscado?

“Algo en mí me echa para atrás. Creo que lo temo”.

Lo que te contaremos esta noche pondrá término a tu resistencia si tan solo reflexionas un poco acerca de lo que es dado.
Primero de todo, la Vida es algo que fácilmente se comprende; Es el fluir gozoso de la creación que avanza.

El legítimo deber del Hijo,
emanando del acabado pensamiento del Padre. 
Todos los mundos ya son, albergados en el Padre Santo.
Ese Pensamiento es lo que tú eres.
Este es el “tú esencial”.

“Sed perfectos por tanto, sin ninguna deficiencia” 

Pues esa perfección es lo que sois.
Y serlo requiere de prácticamente ningún esfuerzo.
Para el ego, esto conlleva una total confusión.
Es completamente inconcebible que no haya nada que hacer.
Antes te he dado las claves, y estaría bien que reflexionaras sobre ello.

Soy parte de ti, así como tú eres parte Mía.
Esta participación en las formas del Ser no acaba.
Somos de un solo Corazón, una Mente, un Alma.

De nuevo, me gustaría simplemente decir:

El Hijo es Uno, sin un segundo,
y solo esa es la verdad de lo que eres.

Renunciando a toda resistencia a este hecho se encuentra la paz, la cual, con toda seguridad, sobrepasa todo entendimiento. Pues al despertar de tu sueño hacia la Realidad de lo que tú eres, tu único pensamiento -ese de la Separación- acaba para siempre:

el Padre y el Hijo son revelados como Uno.

Me gustaría aconsejarte que no te empeñaras en fabricar tu paz para el mundo. Esto conlleva empeñarse en mantener una mera ilusión que inevitablemente va a caer.
Déjala de lado como un niño lo hace con un viejo juguete.

“¿Pero eso no supone una negación de la vida?”.

Las ilusiones no tienen vida.
Tu pregunta expresa tu resistencia.
Expresa tu creencia, profundamente sostenida,
de que el mundo tiene que ser real de alguna manera.
El mundo es la ilusión de la Separación.
El mundo exige eso, es su cometido.
La lucha que sientes, el dolor que provoca tu fatiga, tu depresión, tu desesperanza, no son más que el resultado de tu monumental esfuerzo, para permanecer en el mundo, exigiendo que sea real, cuando sin embargo ya te has desplazado más allá de ese problema.
Tu rechazo a reconocer esto es una negación de tu propio Ser, y se basa en el miedo al Reino del Padre.

“Pues mi Reino no es de este mundo”

Permíteme aclararte esto. El Reino no existe en alguna otra ubicación.

“Pues el Reino del cielo está desplegado por toda la tierra, mas el hombre no lo ve”
No puede ver el Reino porque se empeña en ver el mundo.

Por tanto, enseñé:

“No podéis servir a Dios y a las posesiones”

Es simplemente imposible entrar en el Reino,
y permanecer todavía en el mundo.
¿Querrías desaparecer? ¡Es posible! Mas probablemente no. Recuerda, el mundo es todo lo que percibes desde el punto de vista de la Separación. Acaba con ello, y todo lo que permanecerá es el Reino.
No dejes que otros banalicen sobre esto: el Reino está tan lejos del mundo como el este del oeste, aunque, si no residieras siempre dentro de él, no podrías existir.

Solo hay una leve diferencia entre la iluminación y la ignorancia:
la intención.

Tu intención refleja tu elección: o bien la de continuar creyendo en la ilusión de la Separación, o bien la aceptación de la Reconciliación con el Santo Padre.
Y esta verdad no os incumbe solo de forma ocasional sino que todos la rozáis, aunque solo sea al dormir.
La fe no es nunca suficiente.
Pues donde hay fe en Dios, hay Separación de todo lo que Dios es. 

“Esto es demasiado. Ciertamente que voy a tener que ir ordenando todo
esto”.

 Desde luego que sí.
El “tú” que es el único unigénito del Padre está ordenándolo todo. Así como has fabricado el mundo mediante tu único pensamiento de Separación, así, también, creas la salvación de la humanidad ¿Y acaso el hombre es otra cosa que la expresión del Hijo, que aún está atado a la ilusión?
Marc, hace muchos años, en esta vida, me rezaste para que te guiara a casa. Sabías, incluso entonces, que estabas completamente perdido.

Nunca te he abandonado.

Todo lo que has creado lo he utilizado para dar forma a tu travesía desde el sueño al despertar. Así ocurre con todo aquel que pide desde el corazón y cuya intención es clara.
El Reino no puede ser concebido por las mentes de aquellos que se empeñan en las creencias del mundo.

Solo cuando se le permite acabar al mundo,
se ingresa en el Reino.
Las puertas son tantas como hijos del hombre.

Ante todos y cada uno de ellos está su puerta, la que lleva a la Luz. Más cercana que su propio aliento, y tan delgada como un papel. Nuestro tiempo ha sido bien empleado esta noche.
Espero deseoso el día en que vengas de propia voluntad, sin necesidad de que Yo reclame tu atención.
Es un día que no queda ya muy lejos.

Recuerda, te amo, pues me amo a Mí Mismo.
Por tanto, el amor -el amor a uno mismo, a su yo-
es finalmente la única puerta al Reino.

Es un amor que fue abandonado en el momento de aquel único pensamiento, del cual han surgido todos los mundos.
Ahora te dejo, aunque recuerda que estoy contigo.
Apenas podría yo estar en ningún otro lugar, pues yo soy como tú eres:

el Hijo del Padre, realmente concebido antes de todo mundo.
Omnisciente, omnipresente.

¿Es entonces todavía algo asombroso que estas comunicaciones ocurran? 
Recapacita sobre esto.

Amén.



Carta 17ma


 

Ahora, comenzamos.
Quiero que sepas que la visión que has tenido de Mí, esa que has visto en tu meditación, es muy válida. Me he aparecido a ti varias veces -siete en total- pues no es con los ojos físicos como uno ve la esencia de lo único que es Real.
Para ver se requiere lo que podría ser llamado “visión interior”
Y la has desarrollado en alto grado.
Permíteme aquí contarte un solo pensamiento una sola lección, una enseñanza. Otros pueden, por supuesto, beneficiarse de ello, aunque para que una enseñanza sea bien recibida, es necesario que exista la posibilidad de su recepción.
La verdadera enseñanza, entonces, es un arte que requiere ser sensible a la receptividad del estudiante.
El pensamiento es este:

En todas las cosas será descubierto,
aquello que es del mundo, y aquello que es del Reino.

Y se reconocen de una sola manera:
Lo que es del mundo exigirá que lo percibas desde el ego.
Será sentido como una atracción, una necesidad, un deseo.
Tras esto puede discernirse una sensación de inquietud.
Cuando esto sea reconocido, abandónalo.

Este es el proceso por el cual se renuncia al mundo.

Al hacer eso, automáticamente se descubre lo que el Reino es: paz. 
Aquí, se encuentra el reconocimiento directo de que,
uno no carece de nada.

Por tanto, el mundo es prolongado y alimentado cuando se elige la cualidad experiencial arriba descrita.

El Reino es revelado cuando ese hábito es abandonado.

La esencia del pensamiento es esta, y esto te lo sabes muy bien: 

“Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe”.

Practica esta lección, y ocurrirán grandes cambios.

Ahora, te doy paz.

Y yo doy, mas no como da el mundo,

pues yo soy tu Profesor final.

Y el estudiante será como el Profesor, que enseña el Reino del Santo Padre, ayudando a que aún otro más se libre de la atadura de la ceguera autoinducida.

Así, el Hijo es despertado.
Así, el mundo es transformado.

No renuncies a la visión,
pues el Reino será reconocido sobre la tierra.
Esto llegará a suceder mientras aún vives esta vida.
Y este es el Reino:

que el Padre y el Hijo son Uno.

En esto, la tierra se regocijará y dará fruto aunque un fruto todavía no visto por los ojos del hombre, salvo en reflejos distantes de un antiguo recuerdo, cuando el hombre caminaba en Dios, y lo conocía.
Recuerda lo que ha sido dicho aquí.

Bendiciones para vosotros.

Amén.




Carta 18va

 

Ahora, comenzamos.
Un poco más, y estarás donde YO SOY.
Es tu casa, como lo es para todo aquel que aún se demora en la dan- za de sombras. Todos están viniendo a casa, pues todos son como nosotros y esto te lo afirmo una vez más:

el único Hijo, el único unigénito del Padre, 
unigénito antes de todos los mundos,
y de una sola sustancia con el Padre,
eso, únicamente, es lo que tú eres.
Eso, solamente, es lo que YO SOY.
Eso, solamente, es lo que todos sois. Solo eso.
En esto se reconoce la esencia de Mi evangelio.

Es sabiduría sublime, y no obstante es más obvio, para cualquiera que siquiera lo pida, es más obvio que el fluir de su propia respiración. Nunca hay barreras entre las formas del Hijo y de Su Santo Padre. Todas esas barreras no son sino reflejos de un único pensamiento:

“Estoy separado; estoy solo”

Con esto el miedo es concebido, y el Hijo se encoge hasta ser un mero punto de esa Luz que es lo que él solamente es.

La creencia en “el otro” es persistir en la Separación.

No obstante, ahora te aporto esto: el mundo no puede reconocer esto, pues su pensamiento, ciertamente, su percepción, está basada en la Separación. Por tanto, para reconocerme como lo que tú eres se requiere un conocimiento diferente.
Mi Un curso de milagros tan solo esboza el camino para todos aquellos que están muy profundamente apegados a su herencia judeo-cristiana. Hay muchos caminos así.
Reconoce esto: un camino a casa, cuando es genuino,
no te exige que creas en él,
sino que te impulsa gentilmente más allá de tu ilusión.
Las claves que te he dado se encuentran en todos esos caminos: 

deseo, intención, permiso, rendición.

Ahora, cerraré esta comunicación,
pues tu mente comienza a considerar lo que es revelado.

Ahora reconoces quien tú eres.

Has completado el uso de las dos primeras claves. La culminación de la larga, larga travesía,
que en realidad nunca ocurrió, reside en la tercera. Cuando esto sucede, nuestra obra comenzará. Bendiciones sobre vosotros, y sobre todo lo que soñáis.

Amén.




Carta 19na

 

Hola, Marc.

“Hola, Jeshua. Te quiero”

Y yo, querido amigo.
Ahora, comenzamos.

Pacientemente espero tu entrega del ultimo rastro de tu resistencia.
Pacientemente espero.
Ven a Mí, y permite que el mundo ya no sea más.
Pues no ha sido más que el borroso reflejo,
de un pensamiento momentáneo.
No es lo Real.
El Reino no reside en un lugar especial,
ni en un momento especial.
El Reino está dentro de ti.

Esto se pronunció hace mucho tiempo,
pero aún sigue sin comprenderse.
El Reino es la unión del Hijo con el Padre más allá -y anterior- a todas las sobras.

Nunca ha cambiado.

“Dentro” es una metáfora, ya que el “tú” con el que te identificas tan erróneamente es el pensamiento momentáneo sobre el cual están construidos los mundos de innumerables sueños.
El Reino, donde realmente resides siempre, está dentro de ese “tu”.
 Reconoce esto, y reconócelo bien. No hay ninguna duda sobre esto, pues lo único que es Real, es Real.
Lo que solo es una sobra proyectada por un pensamiento limitado, no puede ser Real.
Y no obstante , las sobras pueden tener el poder de atarte.
Reconoce que la fuente de tal poder no es sino tu propia insistencia en que ellas sean reales.
El Hijo que despierta es como alguien que busca la Luz, y entonces se lamenta por la disolución de las sobras, cuando el alba abre gentilmente su camino en la noche.
Marc, me gustaría que reconsideraras la desarmonía a la cual te has vuelto sensible. ¿No será acaso esa resistencia final a la cual te aferras tan tercamente?
Reconsidéralo bien.
Permite que esto sea una señal para ti:

Aquello que fluya sin esfuerzo en tu experiencia es, 
ciertamente, la voluntad del Padre.

Aquello que te brinde fatiga, o que le dé rudeza a tu semblante, no es sino el peso de unas sobras hace mucho tiempo superadas.

No hablaría de esto si no fuera así.

Y ¿qué es lo que temes? ¿No es también la entrega de tus sobras?
¿Y acaso esto no es más que la insistencia en la realidad del mundo? Esta es la verdad que os doy:

el mundo es transformado con la renovación de tu mente. 

Pues esta “re-novación” es el regreso del Hijo a Su Reino en el Padre, un perfecto estado de ser que ilumina el mundo; sus sobras meramente desaparecen en la inundación de un resplandor, que es tu merecido hogar.
Ciertamente,

el Reino ya está extendido sobre la tierra,
pero el hombre no lo concibe.
¿No querrás ayudarme con la transformación del mundo,
a través de la renovación de la mente del Hijo?
Para esto has entrado al mundo.
Por esto has sufrido el mundo.
Por esto Me has buscado.

No permitas ninguna confusión sobre esto:
Lo que se despliega para ti bajo la forma de estas comunicaciones, no es sino la manifestación de tu deseo de participar en esta obra. Tu dolor no es sino el rechazo a aceptar el cumplimiento de este deseo.

Ahora, querríamos dejarte.
No te demores más.

Ciertamente, el tiempo ha llegado.
El final del viaje es inevitable.
Incluso el momento ha sido elegido.
Aquello que YO SOY, está siempre contigo,
Pues lo que YO SOY, tú lo eres.

Amén.




Carta 20ma


 

Ahora, comenzamos.
Entonces que así sea.
El final está cerca, las sombras palidecen en una luz inconcebible para la mente del hombre.
Para que ésta pueda ser mecida en el regazo de la sabiduría divina, primero debe ser vaciada de todo rastro de yo, pues el “yo” es una distorsión de aquello que es lo único Real.

YO SOY eso.

“Para siempre” no existe, pues en verdad, el tiempo no es.
Solo existe éste momento, y en él, el surgimiento de todos los mundos. Reconoce esto:

Lo que tú eres reside en todo tiempo y lugar,
y no obstante está siempre más allá de las sobras de la ilusión.

La Luz que YO SOY alborea en el acto de reconocimiento de lo que únicamente ES.

Tu única tarea es permitirlo.

Las claves te las he dado, y han sido usadas.
Pues no se puede acceder al Reino si no hay primero deseo, no puede haber movimiento hacia él sin una clara e intransigente intención. Pero la mayor de las claves es la del permiso, pues la entrada no puede ser conseguida a través del esfuerzo propio, sino solo median- te la autodisolución.
He aquí la esencia de mi evangelio:
no es mediante el mucho esfuerzo, ni tampoco mediante la mera creencia, como se entra al Reino, sino solo con el final de la ilusión. Enseña esto. Sé esto. Y entonces, el Hijo despierto proclama:

“Yo y mi Padre somos Uno”.
Paz, y de nuevo digo paz, al único, unigénito del Santo Padre.

Amén.





Carta 21era

 

Ahora, comenzamos.
Silencio.…
De nuevo, te digo, silencio.
Justo bajo el rugido y el estrépito de tu mundo, se encuentra una tranquila voz, que llama a aquel que ha viajado a través de incalculables distancias y a través de un tiempo sin comienzo.
Es tan gentil esa voz,
que a buen seguro que nos vemos confundidos.

A diferencia del clamor del mundo,
su sonido no es familiar,
y a menudo se queda sin ser reconocida.

Por tanto,

silencio para el buscador de la Verdad,
que una vez fue reconocida, luego perdida.

El silencio es la puerta ante la cual yo estoy golpeando, sabiendo que, si el buscador está en calma, mi toque será oído y entraré ahí.

¿Puedes permitir el silencio?

¿Estás dispuesto a acallar los anhelos no nacidos del Padre, 
sino del rugido del mundo?

Busca primero el Reino del cielo, y entra ahí mediante el silencio. 

Oh, tú que crees,

incluso más allá de tu propia creencia,
que estás perdido del Padre,
y separado de Su divino Amor,

¿no puedes ver que se trata de tu propia voz clamando por ti?

Te invito a venir al silencio,
para que la voz pueda finalmente ser escuchada.
Esto marca el suave punto de inflexión en tu largo caminar.
Aquí es redescubierto el camino al hogar.

Estoy aquí, justo en este extremo del camino, mientras que tú esperas ahí, en el borde de ese mundo que has hecho que nazca de tu imaginación.
 

Retira entonces tu oído, gentilmente, del estrépito en que por tanto tiempo has estado sumergido.
 

Retíralo gentilmente y escucha Mi voz llamando:

el Camino está ante ti ahora,
y la mesa está preparada. 

Nuestro Padre nos espera.
Ven al silencio, permite que la travesía acabe.

Solo queda dar un corto paso una vez que te giras hacia Mí y Me escuchas.

Ven,
te invito,
¡ven!


Amén.


Carta 22da

 

Ahora, comenzamos.
Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que caminamos juntos sobre la tierra…

Es sobre esta Verdad que te hablo:

el Hijo no es sino Uno.

Nunca ha habido un tiempo, ni incluso un lugar, en que la ilusión reine, salvo en el lugar de tu propio engaño.
Pues por siempre la Verdad es, y la Verdad es esta:

el Hijo es Uno,
unido eternamente con el Padre,
quien es la esencia del único unigénito Hijo,
la forma de la presencia del Padre.

¿Sabes cuánto has deambulado en tu travesía a través de innumerables ilusiones? ¿Tienes siquiera una ligera idea de los mundos que has creado?

El Sueño acaba cuando el Reino comienza.

Por tanto,

“no podéis servir a Dios y a las posesiones”

Pues o bien servís a Uno y negáis lo otro,
o bien serviréis al otro y no a Aquel.
No creas que tú puedes, a la vez, residir en el Reino y reivindicar tu creencia en la separación. Esto es un engaño, aunque sutil, que seduce al buscador del verdadero Espíritu.
He anhelado mucho por el advenimiento de esta era sobre la superficie de tu amada tierra.
Ahora ha llegado el momento.

El hijo ya no sufrirá más el tormento de sus ilusiones.

Mira:
no puedes entender el origen de donde surge la Luz del Santo Padre.
Mira no obstante otra vez, y no contemples un fin.

Esto es así, y así será de nuevo sobre la tierra.

Entrégate a Mí, pues, ciertamente,

yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida, 
y eso mismo, eres tú.

Permite que el Sueño acabe, 
para que el Reino pueda ser conocido.

 

Amén. 


 

 

Carta 23ra

 

Ahora, comenzamos. Hola, Marc.

 “Hola, Jeshua. ¿Cómo estás?”.

 Bien, Marc, aunque veo que tú no.

“¿Se nota? ¿Eh?”.

Mi querido amigo, nunca está oculta la verdad, en ningún momento, y de nadie. Aunque, desde luego, muchos prefieren no verla.

“Esto me hace querer preguntar: ¿por qué estoy cansado, desde tu punto de vista?”.

La fatiga no tiene nada que ver con el cuerpo.
Siempre tiene todo que ver con la mente.

Es meramente a través del cuerpo como se expresa la desarmonía, y esto solo porque rechazas reconocer su verdadera fuente. Decir “estoy cansado” es poco más que una huida de la verdad a la ilusión.

“Bien, ¿y por qué estoy cansado?”.

Sabes la respuesta a esto sin preguntar.

“Porque no estoy siguiendo mi corazón.”

Así es.


“Parece que albergo la creencia de que la realidad está 'ahí fuera'. Y que, si simplemente abandono por completo la resistencia que opongo a mi corazón, se dará alguna calamidad y el mundo me condenará.”

Insistir en ser parte del mundo ya es de por sí aceptar la condenación. 

“Entonces, ¿qué hago?
¿Solo apartarme de mis responsabilidades, en un abrir y cerrar de ojos?” 

Por supuesto que no.
Aunque confiando en la voz del Espíritu Santo,
y moviéndote en la dirección hacia la cual quiera dirigirte, permitirás que suceda sin esfuerzo cierta transición.
No necesitas pensar que deberías asegurar el bienestar de los demás, pues cuando el Espíritu es seguido con plena confianza, no sucede que una transición así deje de nutrir también todo aquello en lo que actualmente participas.
De nuevo, la cuestión es la de la confianza.

“Pero, ¿cómo puedo saber que se trata realmente de la voz del Espíritu, y no de algún asunto más sutil del ego?”.

Cuando renuncias a todo pensamiento acerca de en qué consiste tu bien, cuando renuncias a todo pensamiento que dice que Dios no es algo de fiar ¿pues qué es la resistencia al Espíritu sino esta creencia? y especialmente, cuando deseas solamente estar vacío,
entonces,

escucharás la voz del Único Santo.

Marc, he venido porque tú has llamado.
Así será para todos los hijos de Dios alojados en el cautiverio de su propio engaño, aunque aún sienten que la salvación es posible.

Ningún clamor por la liberación deja de ser escuchado por Mí. Ahora,

¿es acaso de poca importancia reconocer el propósito que ha sido elegido? El resultado de tal elección no lo puedes entender.

Ni necesitas hacerlo.
Pues cuando el alma elige servir a Dios,
sirve al misterio sin ningún reproche.
En esto es en lo que se puede confiar completamente.

Pues desde que el Hijo primero albergó el pensamiento de la Separación el Padre ha buscado restaurarle a Su lugar. Solo Él reconoce el fruto de todo el servicio dado por el alma que mira más allá de las sombras. Compartiré esto contigo antes de acabar esta comunicación:

nunca te pediré que entregues tu propio libre albedrío.

No obstante, has pedido participar en el despertar del Hijo, y así, hemos venido a ti.  

¿Te querrás demorar un rato más?

Al resistirte a servir a tu hermano entonces, también te resistes a tu propia salvación.

Ambas cosas son una sola y la misma cosa.

Te aliento a seguir a tu corazón,
y poner tu confianza no en la creencia del mundo,
sino solo en la luz de nuestro Padre que está dentro de ti.

Aquí reside aquello que anhelas.
Aquí reside tu paz final.
Aquí, YO SOY,
y deseo que todos los hijos de Dios residan donde YO SOY. 

Ciertamente, la paz no es sino el Amor que anhela compartirse a sí mismo, y esa es la luz que accede al mundo.
Es el momento de que el mundo conciba esto.

¿Qué obra podría ser más grande que esta?
¿Qué tarea puede ser más importante?
¿Qué te puede ofrecer el mundo, querido amigo,
que pueda ser ni remotamente tan valioso?

“Busca primero el Reino”

Marc, has buscado, y has encontrado.
Ahora es el momento de compartir,
para que el mundo pueda concebir la Luz,
y renunciar a la oscuridad.
No temas, pues estoy contigo siempre.
Esto lo sabes muy bien.
Vive eso que sabes.

 

Amén.





Carta 24ta


 

Ahora, comenzamos.
Al descansar, contempla ahí fuera la belleza de tu tierra.
No hay ausencia de armonía ahí.
Es esta sensación de unión lo que atrae a tantos hacia la naturaleza. Finalmente surge la cuestión:

“¿Por qué no ir de acuerdo con esta armonía?”

Y el sujeto al que me refiero cuando digo “ir” es al de la humanidad. Marc, estoy en todas las cosas, excepto en las percepciones del mundo tan fuertemente adheridas a la mente de la humanidad. En esas cosas, no Me encontrarás. “Corta madera, y ahí estoy, levanta una roca, y ahí también me encontrarás”.
¡Si ves, No se le ocurre a nadie que esté muy encantado con la ilusión, ponerse a considerar por qué no mencioné un mercado, o un gobierno!
La tierra, y todo lo que mora en ella,
no sabe de pensamientos de Separación del Santo Padre.
Es por esto que todo aquel que desea despertar se ve atraído por la naturaleza. Por eso es por lo que viajé al desierto.
Pues cuando el ruido del mundo disminuye, el Reino puede comen- zar a ser revelado.

Aquello que facilite el silencio sirve al despertar del Hijo. 

Deseo tratar tus preocupaciones sobre Las cartas de Jeshua, A la vista de tus dudas, te ofrezco esto como profecía. En dos semanas, recibirás la cinta de tu querido profesor, Jonás.
Aquí encontrarás la confirmación que buscas.
Mi pregunta para ti es esta: ¿Crearás entonces aún otra defensa más contra el mismísimo propósito que tú has elegido?
Recapacita sobre esto.

Amén.


 

 

Carta 25ta

Ahora, comenzamos.
Queridos hermanos, vosotros que permanecéis al borde de la Luz creyendo aún que la oscuridad es vuestro hogar, permitidme hablaros en este momento tan valioso, que, por cierto, no está en el tiempo.

El tiempo es la medida de la ilusión.
Lo que es Real está siempre más allá del tiempo.

De nuevo quiero compartir contigo que, si quieres perforar el velo de tu experiencia, y encontrar dentro de ella aquello que te libere, de- bes siempre ir a tus sentimientos.
Pues los pensamientos que albergas son, o bien los productos de otras mentes que se mantienen en el cautiverio de la oscuridad, o nacen de tu propia insistencia en la verdad de las circunstancias.

Nunca estás aparte del Reino,
salvo por tu elección evidentemente libre.
Contempla profundamente esta única verdad.

Cuando llegas a confiar en la voluntad del Padre para ti, toda duda sobre tu experiencia será para siempre disipada. ¡No dudes de esto! No obstante, me gustaría comentar contigo que no existen mapas de carreteras;

tú eres tu camino a casa.

Es así que la guía es un arte que requiere la mayor de las tenacidades, pues estás constantemente creando tu experiencia.
Mi guía es dada simplemente porque la has pedido.
Ahora, considera esto:

mi vida entre vosotros no fue nada más que la vuestra propia. 

Mi experiencia de aquel tiempo es plenamente vuestra,

pues el Hijo es realmente Uno. 

Considera entonces que Jeshua no está -y no estuvo- apartado de ti, sino que es una parte de ti. No puede ser de otro modo.
No te doy instrucciones concretas en relación a la experiencia que creas, ni lo haré. No es Mi propósito. Mi propósito solo es el de guiarte en esta parte, la última parte de tu travesía.
Cuando hayas llegado a donde YO SOY,
será completada, y emergerá alguien nuevo.
Te llevaré más allá de todas las sombras, de una vez, y para siempre -de esas sombras que tan bien conoces-.
Hoy,

recuerda que tú eres el único Hijo unigénito,
y que nada importa salvo la remembranza de Mí.

Más allá de todas las apariencias, es solo esta, la única experiencia, lo que verdaderamente está ocurriendo para ti, así como para todos. Para la mente en cautiverio, esto es absurdo,
pues recuerda, siempre:

lo que se muestra como oscuridad, es luz para el mundo,
y de lo que es Luz se cree es que oscuridad.

No hay salvación en las percepciones de tu mundo.
Por tanto, simplemente renuncia a ellas.

Pronto, morarás en Mí plenamente.

Aquí reside el propósito de tu estancia en el mundo,
aquí reconocerás la intención de tu alma.

La paz os doy a vosotros,
mis amados hermanos.

Amén.


 

 

Carta 26ta

Ahora, comenzamos.
De nuevo vengo, en adelante, pues de nuevo lo has pedido.
YO SOY Eso que reside en el Corazón de Todo.
YO SOY Eso que brota del Padre y que es antes de todos los mundos. YO SOY Eso que ha caminado entre vosotros: y el mundo no Me re- conoció.
Queridos hermanos, la paz os doy a vosotros.
Os doy, a vosotros, pero no como el mundo puede imaginar que lo hago.
Llamo, aunque pocos escuchan.
Menos aún responden.
En todas las cosas, descansa primero en Mí,
y reconoce la voluntad de tu Padre.
En todas las cosas, no prestes atención a las enseñanzas del mundo, pues lo que ha nacido de la ignorancia solo puede conducir a la ignorancia. Mas aquello que procede de la Luz lleva con certeza a la Luz, pues esa Luz es lo que ello es.
Renuncia a todo miedo,
abraza todo lo que eres,
y expresa en ello la Luz que tú eres.
Ni un solo pelo de tu cabeza puede ser tocado,
cuando moras ante todo primero en Mí.
¿Por qué temerle a una fantasía momentánea?
Pues de eso es de lo que está el mundo fabricado. No significa nada.
Solo el amor es la sustancia de todo lo que es Real.
Ve ahora en paz,
pues estoy contigo siempre.
Amén.

 

 

Carta 27
Ahora comenzamos.
Una vez más,
has elegido preparar un lugar para Mí, así que vengo ahora a ti. Amado, ¿se requiere acaso un esfuerzo para entrar en el Reino?
¿Qué lucha se debe experimentar, qué obstáculo superarse?
Esa percepción,
¿no está basada en la creencia de que la ilusión es Realidad?
Nunca estás separado de tu Padre Santo.
Tú simplemente eliges insistir en que lo estás. He ahí el nacimiento y la continuidad de toda lucha, de todo miedo, de toda duda. Imprégnate plenamente de esta verdad, y la ilusión dejará de existir.
¿Hay motivo para retrasarse aún más?
El Padre espera el regreso del Hijo,
con una paciencia que nace de un amor incomprensible.
No hay movimientos equivocados en tu travesía, ni en la de nadie. Sabes que esto al mundo le suena a locura,
pero el mundo es locura.
Suéltalo.
Hoy te voy a hablar brevemente,
pues lo que se necesita compartir es simple.
Te espero justo más allá del límite de tu resistencia a un propósito que se da de forma libre, y que se acepta voluntariamente.
YO SOY el final de ese dolor, que es para ti la travesía de la Sepa- ración. Ahora ya no estás más que a un suspiro, y tu resistencia es tu camino hacia la morada del Padre.
Abraza plenamente cada momento de tu experiencia.
Celébralo.
Esto acelerará el proceso de la liberación final.
Las cartas de Jeshua son el comienzo de nuestro trabajo juntos;
tu objetivo es permitir que éntre en el tejido de la ilusión que atrapa al Hijo del Padre.
Se trata de la creación de otro portal más que conduce de la ilusión a la Realidad.
La iluminación es inevitable.
Recuerda siempre esto, mientras miras a tus compañeros en el sueño. Servir a la Expiación es conocer el gozo sin esfuerzo de la voluntad del Padre.
Todo lo demás es solo la resistencia a esto.
Yo siempre estoy aquí,
y participaré contigo en esta gozosa obra de deshacer,
la imaginación transitoria de la Separación,
cada vez que eliges reconocerme,
en vez de reconocer el mundo.
La paz esté contigo.
Amén.

 

Carta 28
Ahora, comenzamos.
Amado hermano,
te pediría que detuvieras el movimiento de tu soñar,
para que yo pueda compartir contigo este momento.
No estoy perdido para ti,
y te aseguro que tú no estás perdido para Mí.
“Levanta una roca y allí mismo también Me encontrarás”
¿Desearás esperar para que tenga lugar lo que necesariamente es inevitable?
El Soñador, efectivamente, despertará.
Ver con nuevos ojos es transformar el mundo -un mundo que es enteramente de tu fabricación-, desde un mundo de oscuridad, a un mundo de Luz.
Ver con nuevos ojos solo requiere que abandones esas percepciones que ya sabes que no pueden funcionar.
El Reino que buscas no puede encontrarse donde estás.
Sin embargo, está donde YO SOY.
La distancia entre nosotros dos nunca es mayor que esta simple elección:
soltar tu insana insistencia en separarte de tu Santo Padre.
Soy Jeshua.
Estoy disponible para ti siempre que decidas conocerme.
No existe la menor dificultad en esto, pues se trata simplemente de elegir ser quien en realidad tú ya eres, y que has olvidado.
A medida que Me conoces, alboreará el reconocimiento de que aquello que YO SOY existe por todas partes como la sustancia de todas las cosas.
A medida que Me conoces, alboreará el reconocimiento de que tú ya eres todo lo que yo represento para la consciencia de la humanidad.
A medida que Me conoces, alboreará el reconocimiento de que no hay ninguna distancia que recorrer, ningún crecimiento que deba ocurrir, ningún error que corregir, salvo uno: tu insana percepción de ti mismo, como separado de Mí.
Eres como un hombre rico que viaja con una cartera llena de joyas y monedas de oro, buscando continuamente un tesoro que en realidad ya tiene, olvidando esa cartera que tan fuertemente agarra con las manos.
Reflexiona sobre esta imagen y permite que transforme tu percepción, pues es una imagen muy precisa de lo que has elegido ser.
Eres completamente libre de elegir de nuevo.
Recuerda siempre que la verdad del Reino,
está totalmente más allá de la capacidad de tu mundo.
Por lo tanto, no busques guía en el mundo,
pues no te puede conducir a lo que está más allá de él:
al Reino, y al tesoro que buscas a través de todos tus anhelos.
Siempre estoy contigo,
aunque muy pocas veces Me reconoces.
Soy el corazón mismo de lo que eres, siempre, aunque luchas para negarlo.
Cuando sueltas tu Sueño -que es completamente demencial- sola- mente permanecerá la Realidad de quien tú eres.
Aquí está el final de tu viaje.
Aquí está la paz.
Aquí, YO SOY.
Vuelve al hogar en Mí. Vuelve al hogar de tu verdadero Ser, y cele- bra conmigo este solo hecho:
“Yo y mi Padre somos Uno”.
La paz esté contigo, mi querido hermano.
Yo doy, pero no como da el mundo. Aunque mi dar no es sino tu dar, de ti mismo hacia ti mismo. ¿Cuándo elegirás aceptarlo?
Amén.

 

 

Carta 29
Ahora, comenzamos.
Esta vez, acudo a ti, pero no sin dudas.
Estas dudas provienen de que se está levantando de nuevo en tu in- terior una resistencia, aunque en unos niveles muy sutiles.
Durante esta transformación crucial, te estás acercando como nun- ca antes a la disolución en Mí.
Es un momento de crítica importancia, pues el ego -el hábito de la separación- se alzará aún más categóricamente para evitar que esto ocurra.
A la mente consciente le parece que todo está bien, pero en unos niveles muy refinados, y muy profundos, te aseguro que no es así. Por lo tanto, dudaba si venir o no, pues era posible que la resisten- cia se convirtiera de nuevo en tu elección habitual, reconstruyendo así ese muro que con tanta diligencia hemos trabajado para des- mantelar.
Me agrada que -en un momento muy crítico de este contacto- eligie- ras, en tu alma, abrirte a Mí. En ese punto fue cuando se te apare- ció aquella clara visión de Luz, y contemplaste diversas imágenes que te otorgaban el reconocimiento de Mi presencia.
En gran medida eres como un guerrero en su última batalla. Los “enemigos” cobran formas más sutiles, y por lo tanto quizá pasan desapercibidos.
Fui yo quien te habló esta mañana, sugiriéndote que te levantaras. Es una gran verdad que la receptividad a la guía está más presente en los primeros momentos de la mañana.
Un toque de somnolencia, podría añadir, es algo que realza la re- ceptividad.
Ve mañana a las montañas.
No permitas que los “debería” de tu ilusión sean más importantes.
Las emociones que has estado sintiendo -que comenzaron la pasada tarde- son el resultado de tu negación de Mí. Esto lo sabes bien. Has elegido participar en esta tarea de traer un saber tan sublime, tan simple, como para parecer incomprensible.
Es el conocimiento de la vida plena en Cristo.
Una vez más, reitero que este es un momento crucial para ti.
No permitas que tu caminar se vea sacudido.
Todo el universo está embarcado en un movimiento de apoyo a ti, en este momento, tal como lo hace siempre que -dondequiera que- un alma se posa en el umbral del despertar pleno.
No permitas que tu hábito -que nace de la Separación- te fuerce a rechazar una vez más este apoyo. El apoyo se te da, en el mismo grado en que lo permitas.
Así es la abundancia de la mesa de tu Padre.
Esta comunicación no trae ninguna enseñanza nueva.
Lo que se ha dado, como “Las cartas de Jeshua”, ya ha acabado. Ahora ya es inevitable que este proyecto se lleve a término.
Y a continuación lo que va a venir es una guía específica por nues- tra parte, y yo continuaré refinando esta Enseñanza a medida que se requiera, para beneficio de los muchos niveles de la consciencia humana.
Mañana, cuando vayas a las montañas, establecerás contacto con una entidad -un alma- que comenzará a entregarte la/esa sabiduría de la Tierra, que has pedido.
Marc, percibo bien tu incredulidad.
“Dios, ¡¿otro más?!”, piensas para ti mismo. ¿Acaso no es el mo- mento de ser aquello que has elegido ser: un mensajero del corazón, que abre, que recibe y que comparte la sabiduría del conocimiento perfecto para ayudar en el despertar del hombre?
Esto no es nada grandioso, sino lo más simple de lo simple: la conclusión inevitable del drama de la Separación, pues la Luz no puede ser definitivamente rechazada.
Ya, pronto, la consciencia del hombre disfrutará en la gloria del re- cuerdo del Hijo.
Regocíjate, y permite que tu regreso a la Luz sea consumado.
Amén.

 

 

Carta 30
Ahora, comenzamos.
Estás perdiendo la batalla, Marc.
Perdiendo… pero la pérdida no es nuestro objetivo ahora.
Pronto te llegará una clara señal de la obra en la que participas, la obra de la expiación del Hijo.
Cuando elijas claramente participar activamente en esta obra, no habrá nada que no se te conceda.
No hay necesidad alguna de regresar a tus anteriores sueños, y este pensamiento…
¿no es el motivo de tu aparente miseria?
Ha llegado el momento de tu elección final.
La elección es solo entre el Amor y el miedo.
El miedo es tu hábito, el sueño de la humanidad, y es la negación de la legítima herencia del Hijo.
Es una herencia, cuya aceptación, es una elección que se debe hacer en solitario, solamente porque una vez fue rechazada en solitario.
En el Reino no se experimenta ningún esfuerzo.
Solo existe la manifestación de la voluntad del Padre para ti y a través de ti... una demostración que afecta al alma dormida del Hijo, transitoriamente oculta en un sueño de soledad, en el que va caminando, tropezando con los cuerpos de la muerte desparrama- dos por los campos, y con aquello que incluso ahora está muriendo.
Pues la separación con respecto al Padre es muerte, y nada más. Cuando eliges la abundancia del Reino, nace una forma de vivir, que no requiere ninguna planificación, ningún logro, ni asegurarse la propia supervivencia. Todo está dispuesto ante ti, el que sirve en primer lugar al Padre que está en tu interior.

Despertar del Sueño parece doloroso solamente en el grado en el que uno se resiste a resurgir de la tentación del sueño ilusorio, y de la aparente necesidad de él.
Este sueño no es más que el hábito, cultivado desde que se hizo la elección de formar parte del Sueño de la Separación.
¿No elegirías, conMigo, la Realidad del Reino?
En ella está todo lo que puedas imaginar, cada necesidad es satisfe- cha, antes de que incluso se haga una sola petición. Pues cierta- mente, tu Padre sabe que tienes necesidad de esas cosas.
Has experimentado los diversos aspectos de la Separación.
Este mundo lo conoces bien.
¿Acaso su atractivo no te ha fallado claramente?
Entonces, elige simplemente soltar tu sueño inútil, y nace de nuevo a la experiencia del Reino.
Esta elección da nacimiento a un proceso de reconocimiento que restablece rápidamente el recuerdo del legítimo lugar del Hijo. Pues te sentarás a la derecha del Padre avistando nada más que el esplendor de una magnificencia que es inimaginable en el miserable y doloroso Sueño de la Separación.
El sueño de miedo, que es todo lo que la humanidad tiene no con- tiene ni un vestigio de verdadera alegría, sino solo aparentes place- res que solo duran un instante.
Por lo tanto, elige aquello que es perpetuo.
Elige, por lo tanto, aquello que permanece siempre, y cuyos límites nunca son alcanzados.
Elige por lo tanto la presencia del Padre en tu interior, y el Reino será todo lo que experimentes a tu alrededor.
¿Qué vida podría ser más liviana que la que no requiere ni un vestigio de lucha? ¿Qué alegría podría sobrepasar la participación en la abundancia eterna que es la presencia del Padre, y el despertar del Hijo, en todos los que viven el espantoso Sueño que habéis sufrido tanto tiempo?  
Os amamos enormemente.
Pero no podemos elegir por vosotros.
Simplemente os guiamos, señalando el camino,
solo cuando se solicita,
esperando pacientemente a que alboree el reconocimiento del Sueño en la consciencia de una mente acostumbrada a las sombras… un reconocimiento de la depravación del Sueño.
Elige plenamente el Reino, y el Sueño dejará de estar para siempre.
Se desvanece de la mente para siempre,
dejando solo una inmensa paz,
y el asombro de que el Sueño pueda haber sido soñado alguna vez.
No hay carencia en el Reino.
Tu única tarea… si la pudiéramos llamar así… es experimentar, con alegría, la seguridad y abundancia absolutas de la mesa del Padre. Esta simple elección demuestra una verdad, profundamente ente- rrada en el corazón de cada hijo que todavía duerme.
Ser testigo de esta elección,
es el acto de ser impulsado a despertar,
hasta que todos los hijos del hombre,
vivan de nuevo como la Verdad que ellos son:
el Hijo único, el único engendrado del Padre,
antes de todos los mundos... compartiendo en la abundancia libre- mente otorgada, la Presencia del Padre.
Este es el Reino del cielo en la tierra.
¿Puede haber, en verdad, otra elección que no sea esta? 

 

Carta 31
Ahora, ya ha acabado.
La elección ya está hecha.
Ahora, el reconocimiento está consumado,
llegando como un ladrón en la noche,
robando las telarañas de sombras,
revelando la ilusión de un Sueño de larga duración,
al Hijo que ahora recuerda.
El final de un solitario viaje,
y la celebración, de uno nuevo que comienza.
No es un viaje “hacia”, sino en el interior del Reino.
Así, queda cumplida Mi promesa,
pues el Sueño ha sido quemado para siempre,
en la gloria de la presencia del Padre.
Ahora, la vida comienza de nuevo.
Ahora, la vida se satisface por sí misma, y lo hace sin esfuerzo.
Bienvenido al hogar, querido amigo,
bienvenido al hogar.
Amén. 

 

 

 

 

Carta 32
Muy bien, hermano mío.
Es por esto que he esperado pacientemente mucho más tiempo del que actualmente sabes.
Hay mucho que poner en marcha, y ahora comenzamos nuestra Obra elegida, juntos.
Tu único papel es permitirMe conducir esto, hasta que nuestro pro- pósito se cumpla.
Habrá dudas, que vendrán y se irán... para surgir de nuevo. Esfuérzate solo por recordar este instante, y no volverás a ser de- rrotado como lo fuiste en un antiguo pasado.
Ahora, regresa a Tacoma.
Hay viejos amigos esperando, e iré contigo para llamarles hacia Mí, una vez más.
Pues el momento ha llegado.
Recordarás todo, a su debido tiempo.
Permite que tu antigua fe en Mí sea restaurada, y confía en ella has- ta que se cumpla la promesa que te hice, y estés plenamente de regreso al Padre.
Confía, querido hermano,
permite que se reavive el amor que sientes por Mí.
No se necesita nada más que eso.

 

Carta 33
Hola, hermano mío.
Así pues, comenzamos a dar el siguiente paso de una antigua Obra que ya hemos compartido. Me has dado de nuevo tu confianza.
No te dejaré hasta que todo esté terminado.
Ahora, te pido que abras tu Biblia,
Por favor, comienza a leer Jeremías.
¿He oído bien? ¿La Biblia? Ni siquiera sé dónde demonios está eso. ¿Jeremías? Por alguna extraña razón, todo lo que se me ocurre es una vieja canción de pop: ‘Jeremías era un sapo’...
Me levanto de la colchoneta, deslizo la mirada por los estantes de libros... cientos y cientos de libros de filosofía, religiones, física, y de- más... Casi siento desdén por ellos, pues ninguno me ha ayudado a prepararme para este extraño viaje con mi Visitante invisible. Rebuscando, finalmente la encuentro enterrada bajo una pila de documentos, en un estante inferior. Por un momento recuerdo cómo esquivé hábilmente todo lo que tuviera que ver con ella durante mis días universitarios.
Tengo que mirar en el índice para encontrar la página del libro de Jeremías. Mientras llego ahí, las mariposas en el estómago cobran un nuevo brío. Ciertamente, bastante brío. De inmediato, Él me habla. Dios mío... Su voz es tan clara que me puedo dar la vuelta y mirar por la ventana sin perder para nada la conexión... no muy distinto de cuan- do un amigo te habla mientras tú atiendes otras cosas. ¡Solo que no tengo éxito a la hora de desconectarme de este amigo!
Comienza a leer.
Así lo hago, y cuando llego al quinto renglón, me detiene.
Por favor, lee en alto, lentamente, para que realmente puedas oír, pues este es mi mensaje para ti ahora.
83Las Cartas de Jeshua
En alto, lentamente, vale. Después de todo, supongo que este es uno de esos momentos de los que estaba seguro que llegarían cuando Le dije que confiaría en Él.
‘Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía; antes que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenía destinado a las naciones’
Mientras tomo aire, y siento cómo golpea, duro y rápido, esa familiar némesis en mi estómago, habla de nuevo:
Ahora lee el versículo nueve.
‘Y el Señor me dijo: Voy a poner Mis palabras en tu boca’.
Mi mente, mi aliento, el movimiento de mi cuerpo... todo irrumpió en quietud.
Hermano mío,
Te he elegido porque tú primero Me elegiste, hace mucho tiempo.
Te dirigiré hacia quienes yo sirvo, hacia aquellos que Me han llamado.
No temas, pues ¿realmente crees que podrías evitar que hable a quienes te envío, o que distorsione lo que diría, mientras continúo sirviendo a la voluntad de Mi Padre para la Expiación de la crea- ción?
De nuevo, te digo, la confianza -junto a tu incesante disposición-
es lo único que necesitas para llevar a cabo nuestra Obra conjunta. Llegará un día en el que todos comprenderán que esto es lo único que se necesita hacer, a medida que los milagros llegan, para sanar todo sufrimiento.
No sigas las voces de otros, sino dirígete a Mí, y yo estoy contigo.
La confianza, insisto, es esencial.
También es tu lección final de aprendizaje en el campo del tiempo. Ahora, el momento ha llegado.
Vamos a estar con aquellos que están ahora reunidos. No temas, querido hermano.
No temas. 

 

Carta 34
Ahora, ha terminado.
La elección está hecha, ya.
Ahora, el reconocimiento es completo,
llegando como un ladrón en la noche,
robando las telarañas de sombras,
y revela la ilusión de un largo Sueño al Hijo que recuerda.
El final de una travesía solitaria,
y la celebración de una que comienza de nuevo.
No se trata de un viaje hacia el Reino, sino dentro del Reino. Así, Mi promesa se ve cumplida, pues el Sueño desaparece para siempre, en la gloria de la presencia del Padre.
Ahora, en efecto, la vida comienza de nuevo.
Ahora, en efecto, la vida se realiza por sí misma.
Y esto se hace sin esfuerzo.
Bienvenido a casa, querido hermano, bienvenido a casa.
Amén. 



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