Lea aquí la Introducción al 4to Repaso
LECCIÓN 144
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(127) No hay otro amor que el de Dios.
(128) En el mundo que veo no hay nada que yo desee.
LECCIÓN 144
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(127) No hay otro amor que el de Dios.
(128) El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, nos da las pautas para hacer las prácticas de este Cuarto repaso. En dos ocasiones de cinco minutos al comenzar y terminar el día, nos dice Jesús:
_”Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte”_.
La libertad y la paz nos van a guiar en estas prácticas. ¿Y de qué libertad y paz se trata? De la libertad y la paz que experimentamos cuando nos sentimos unidos a Dios, seguros y protegidos por Dios, confiados en Dios, sabedores de Su Amor, sabedores de que contamos con su fortaleza, con su luz, con su verdad, con su inagotable paciencia, con Su Palabra de que hemos sido salvados…Todo esto y más encierra el pensamiento central de la lección ”Mi mente sólo alberga lo que pienso con Dios.” Este pensamiento nos cuesta aceptarlo porque no queremos perdonar y nos cuesta soltar el rencor y los resentimientos. Pero contamos con la guía del Espíritu Santo y de Jesús que, si se lo solicitamos, nos ayudarán a perdonar.
A este pensamiento nos propone, Jesús, que le dediquemos cinco minutos, que sólo pensemos en este pensamiento y sintamos las bondades que se derivan de él. Sintamos la libertad y la paz que se derivan de sentirnos unidos a Dios y _”para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir en ese Día”_.
Estemos decididos a tener sólo los Pensamientos de Dios. Ante cualquier situación que nos haga perder la paz podríamos preguntarnos: “Qué pensaría Dios en esta situación?” Eso nos podría ayudar a retornar a la senda del perdón.
Después de este período de preparación de nuestra mente que, Jesús, nos propone sea de cinco minutos, nos dice que cerremos los ojos, repitamos las ideas lentamente y pensemos en las dos ideas del repaso que se presentan sin comentarios. Pídele ayuda al Espíritu Santo para que sea Él quien te explique los pensamientos tal como nos lo describe Jesús:
_”Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él”_.
También, Jesús, nos propone hacer repasos, cuando marque la hora, en los cuales repitamos, lentamente, las dos ideas del día y nos demos un tiempo de recogimiento y de paz sin ninguna premura
_”con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti”_.
Y, Jesús, nos dice finalmente:
”Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cumplimiento de Su Palabra.”
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(127) No hay otro amor que el de Dios.
Jesús, nos dice en la introducción al cuarto repaso que, si bien en nuestra mente se presentan los pensamientos del ego con toda su carga de pecado, culpa y miedo originada por la creencia en la separación,
_”Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. Tus autoengaños no pueden ocupar el lugar de la verdad”_.
Los autoengaños del ego pretenden desconocer la realidad de la verdad (que fuimos creados por Dios y no por el ego, que Dios es Amor, que hay una realidad trascendental o Cielo más allá del tiempo y el espacio, que la única realidad es Dios) y pretenden reemplazarlas por ilusiones. Es ese el llamado que Jesús nos hace en este repaso. A ir solamente a esa parte de nuestra mente orientada por el Espíritu Santo.
Jesús nos dice: *No hay otro amor que el de Dios: En el mundo del ego lo que prima es el amor especial centrado en el cuerpo, cambiante según llene mi sentimientos de carencia, manipulador, lleno de culpa y de conflictos, que hace diferencias según las personas, que excluye y separa. Este no es el amor de Dios.
Para Dios el amor es uno y no cambia. No hace diferencias, ni tiene niveles ni grados, no selecciona, siempre incluye. El amor de Dios nunca juzga. El amor de Dios es total: está unido a todo y a todos. El amor de Dios es compartir. Fui creado como una extensión de los Pensamientos amorosos de Dios, por lo tanto, en mi mente sólo puede haber pensamientos amorosos. Esa es mi realidad no el amor especial del ego. Si estoy en el amor de Dios no estoy encadenado a juicios de separación que fomenten la separación, por lo tanto, me siento libre y en paz.
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(128) El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
Si Mi mente sólo alberga lo que pienso con Dios, es decir, pensamientos amorosos, es claro que En el mundo que veo no hay nada que yo desee. ¿Por qué? Porque este es un mundo de conflicto, de miedo, de separación, de culpa, de enfermedad, de muerte… El ego quiere que nos centremos afuera, que busquemos la felicidad con hechos o personas externas. Pero, siempre que lo intentamos, casi siempre fracasamos. La propuesta de Jesús es que miremos en nuestro interior y con la ayuda del Espíritu Santo, ir a la fuente de amor y de paz que hay en nuestro interior donde se encuentra la verdadera felicidad.
Si en algún momento perdemos la paz podemos hacer lo que nos propone Jesús:
”Examina honestamente que es lo que has pensado que Dios no habría pensado y que no has pensado que Dios habría querido que pensases.” (T-4. 2: 4-5).
Recordemos una de las enseñanzas centrales de Jesús: El problema no es el mundo, sino la manera como vemos el mundo. Pues bien, lo que nos propone, Jesús, es que veamos el mundo con la visión amorosa de Cristo. Si hacemos esto, pues, obtendremos la paz y la libertad que necesitamos.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leer la introducción al Cuarto repaso y hacer la lección como se les propone de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que seamos felices.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 144
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
"Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios."
(127) "No hay otro amor que el de Dios."
(128) "En el mundo que veo no hay nada que yo desee."
PRÁCTICA:
Aquiétate durante 5 minutos, en dos ocasiones en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:
"Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios."
Después de unos minutos en que introduces esta frase, en la que afirmas la indisoluble unidad de tu mente con la de Dios, excluyendo de tu mente cualquier pensamiento contrario al amor, procedes a incluir las dos ideas de repaso, así:
(127) "No hay otro amor que el de Dios."
(128) "En el mundo que veo no hay nada que yo desee."
Repite estas dos ideas ”sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos."
Y en la medida que estas palabras se asientan en tu consciencia, te relajas y te dejas ir de la mano de Quien nos guía con amor y "Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz."
PRACTICAS CORTAS Y FRECUENTES:
Cada hora te aquietas durante un minuto y pasa un momento de recogimiento con el pensamiento que empezó el día, cierra los ojos y las repites lentamente para tus adentros.
"Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios."
(127) "No hay otro amor que el de Dios."
(128) "En el mundo que veo no hay nada que yo desee."
Terminaremos este día de práctica tal como lo empezamos, con una meditación de 5 minutos en la noche.
Si reconozco y acepto que no hay otro amor que el de Dios, que ese Amor lo es todo y lo abarca todo, que me completa, me nutre, pues fue el amor Quien me creó, y que me dotó de todos sus atributos, que es lo único real, ya que es inmutable, un amor que no cambia y que nada lo podrá hacer cambiar, que ni el tiempo ni las ilusiones podrán afectar la realidad de ese amor, de la que soy parte indisoluble, un amor de cuya paz y gozo disfruto, un amor que no da lugar a ilusiones que lo nieguen, ni fantasías que lo distorsionen. No hay mundo que me pueda ofrecer algo que yo desee distinto al amor, pues el Amor, es lo que Soy, mi naturaleza, mi origen y mi destino, no hay otro amor y no habrá otro en el mundo que lo sustituya, ni que lo reemplace por algo mejor, pues el mundo que veo, no me puede ni podrá ofrecer lo que el amor me ha dado y me seguirá dando por toda la eternidad.
TEXTO
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