Índice de la Lección 26
(Haz clic para desplegar)
LECCIÓN 26
Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.
1. Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. ²Ves el ataque como una amenaza real. ³Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar. ⁴Y lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. ⁵Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. ⁶Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra.
2. Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ataque, temerás ser atacado. ²Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable. ³Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. ⁴Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, ⁵pues se contradicen entre sí.
3. La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero. ²Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. ³De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. ⁴Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. ⁵Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres.
4. Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o la invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. ²Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. ³Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. ⁴Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así.
5. La idea de hoy requiere seis sesiones de práctica. ²Se deben dedicar dos minutos completos a cada una de ellas, que pueden reducirse a uno en caso de que la incomodidad sea demasiado grande. ³No deben reducirse a menos de eso.
6. Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy, luego cierra los ojos y trae de nuevo a la mente aquellas cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan. ²La inquietud puede manifestarse en forma de depresión, ansiedad, ira, una sensación de coacción, miedo, malos presentimientos o preocupación. ³Cualquier problema aún sin resolver que tienda a reaparecer en tus pensamientos durante el día constituye un sujeto adecuado. ⁴No podrás abarcar muchos de ellos en cada sesión de práctica porque se debe dedicar más tiempo del habitual a cada uno de ellos. ⁵La idea de hoy debe aplicarse de la siguiente manera:
7. Primero, nombra la situación:
²Estoy preocupado acerca de _____ .
³Luego examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido en conexión con la situación que te hayan causado inquietud y refiriéndote a cada uno de ellos de manera muy concreta, di lo siguiente:
⁴Temo que lo que pueda ocurrir es que _____ .
8. Si has estado haciendo los ejercicios correctamente, deberías haber encontrado cinco o seis posibilidades desagradables para cada una de las situaciones en cuestión, y probablemente más. ²Es mucho mejor examinar detenidamente unas cuantas situaciones que revisar un número mayor superficialmente. ³A medida que la lista de los desenlaces que prevés se haga más larga, es probable que algunos de ellos, especialmente aquellos que se te ocurran hacia el final, te resulten menos aceptables. ⁴Procura, no obstante, en la medida de lo posible, tratarlos a todos por igual.
9. Después de que hayas nombrado cada desenlace que temes, di para tus adentros:
²Este pensamiento es un ataque contra mí mismo.
³Concluye cada sesión de práctica repitiendo una vez más para tus adentros la idea de hoy.
Un curso de milagros L.pI.26 www.celebrandoelmilagro.com
AUDIOS DE LA LECCIÓN 26
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
a través de Martin Musarra
VIDEOS DE LA LECCIÓN 26
Lectura de la Lección 26
Comentario por Jorge Luis Álvarez Castañeda
Ocurrir de la Lección 26
Comentario por Jorge Pellicer (desliza para ver mas videos →)
Comentario por David Hoffmeister (desliza para ver mas videos →)
Comentario por Maria Ibars (desliza para ver mas videos →)
Comentario por Kenneth Wapnick (desliza para ver mas videos →)
LECCIÓN 26 Comentada por Jorge Luis Álvarez Castañeda
Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Ayer, Jesús, decía que no soy un ego. No soy un ego porque soy el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser mismo. Y si soy el Hijo de Dios soy invulnerable, nada me puede a afectar o hacer daño. Para entender esta afirmación es necesario entender los dos niveles en que está escrito el Curso. En el nivel uno se muestra la diferencia entre la Mente Una de Dios y la mente que se cree separada. Es el nivel no-dualista, es decir, no admite sino un solo principio: Dios y Su Creación. Es la Mente o espíritu infinito que crea únicamente espíritu no material como Dios Mismo, cuya naturaleza es puro Amor, sin ira, ni ataque ni miedo. En Dios, no hay principios ni finales pues su universo es Él Mismo. Y Cristo es el Hijo de Dios, que vive en Su creador, es la extensión y la belleza de Dios, tan perfecto como su creador con capacidad de crear como Dios, aunque él no creó a Dios. Cristo es el Ser que compartimos y que nos une unos a otros y también con Dios. Cristo es invulnerable y eterno al igual que Dios.
El nivel dos se refiere a este mundo del ego donde creemos estar. Este mundo no lo creó Dios. Es una proyección de la mente colectiva que se creyó separada de Dios, y que también proyectó el cuerpo. Es un mundo dualista: mente y cuerpo. Es el mundo de los cambios, donde nada permanece ni es eterno. Es el mundo de los ciclos, de los comienzos y finales. Es en este nivel, centrado en el cuerpo, donde entra el tema de la vulnerabilidad. La mente del Hijo de Dios nunca puede ser atacada, siempre es invulnerable. Mientras creamos estar en este mundo podemos creer que nuestro cuerpo puede ser atacado, pero nuestra mente, no.
Jesús, nos dice en la lección:
”Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. Ves el ataque como una amenaza real. Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar. Y lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra”.
Cuando creo que puedo ser atacado me he olvidado del Ser, del Hijo, del Cristo que soy. He olvidado mi verdadera identidad y he aceptado que soy el personaje fabricado teniendo al ego como maestro que se cree vulnerable. Y si creo que puedo ser atacado es porque, previamente, yo he tenido pensamientos de ataque. Pero esto lo puedo corregir si me decido a cambiar los pensamientos de ataque que me encadenan, como vimos en la lección 23.
Por eso nos dice Jesús en el Capítulo 27 en la sección VII:
”El secreto de la salvación no es sino este: Que eres tú el que se está haciendo esto así mismo. No importa cual sea la forma del ataque eso sigue siendo verdad”. (T-27.VIII. 10:1-2)
Aquí, Jesús, es muy claro. Todo lo que me pasa tiene que ver con decisiones que tomo. Si ataco a mi hermano, me condeno, me encadeno, me ataco a mí mismo y vivo en el conflicto. Si perdono, me libero y estoy en paz.
Sigue diciendo Jesús:
”Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ataque, temerás ser atacado. Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable. Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, pues se contradicen entre sí”.
Cuando tengo pensamientos de ataque los proyecto a mis hermanos por la culpa que me generan, me olvido de mi condición de Hijo de Dios y me considero vulnerable en mi propia mente, que es donde puedo tener los pensamientos de perdón que la sanen. Cuando tengo pensamientos de ataque, actualizo el ataque que creí hacerle a Dios cuando acepté la creencia en la separación de Él y me olvido de mi Identidad como Hijo de Dios. Me decido, entonces, por el personaje fabricado por el ego que está identificado con el cuerpo y que se cree vulnerable.
Nos dice Jesús:
“La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero. Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres”.
Esta es una idea muy importante para Jesús: todo me lo hago a mí mismo: cuando ataco, me ataco a mi mismo. Jesús, ha dicho que somos una sola mente. Lo que veo en mi hermano no es de él. Es producto de las proyecciones que hago sobre él. Si tengo pensamientos de ataque estos pensamientos los proyecto en mi hermano e interpreto su conducta como que me está atacando. Lo cual hace que debilite mi propia imagen pues me veo un ser débil y vulnerable. Me juzgo, centro mi atención en mi cuerpo que está expuesto a todo tipo de males. Y la imagen, como Hijo de Dios que soy, se ha desfigurado con los pensamientos de ata que.
Nos dice Jesús:
”Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. Nada, excepto tus propios pensamientos puede atacarte. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así”.
El entrenamiento de Jesús pasa por centrar toda la atención en la mente, en los pensamientos. El ego quiere sacarnos de la mente a buscar la causa de lo que nos sucede en el mundo, en nuestros hermanos. Nos quiere colocar en situación de víctimas sin ninguna responsabilidad sobre lo que nos pasa. Sólo con mis propios pensamientos me puedo atacar y creer que soy vulnerable. No es lo que hagan o dejen de hacer mis hermanos lo que me hace sufrir, son mis interpretaciones acerca de ello. La buena noticia es que puedo cambiar de maestro al Espíritu Santo y recuperar mi verdadera identidad como Hijo de Dios completamente invulnerable. ¿Cuándo lo puedo hacer? En este instante, si me decido a perdonar y aceptar la Expiación para mí mismo con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús.
Proceso de práctica de la lección
Objetivo
Aprender que si me siento vulnerable no es por lo que, supuestamente, me hace el mundo sino por mis propios pensamientos de ataque que proyecto. Puedo abandonar esos pensamientos para recuperar mi invulnerabilidad como el Hijo de Dios que soy.
Ejercicio
Se requieren seis sesiones de práctica de dos minutos. Se puede reducir a uno si hay incomodidad.
Repite la idea lentamente.
Cierra los ojos. Trae a la mente aquellas situaciones sin resolver cuyos desenlaces te inquieten. La inquietud puede manifestarse como depresión, ansiedad, ira, sensación de coacción, miedos, malos presentimientos o preocupación.
Primero, nombra la situación:
Estoy preocupado acerca de.
Luego, examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido con la situación que te inquiete, di lo siguiente:
Temo que lo que pueda ocurrir es que__.
Y luego te dices a ti mismo:
Este pensamiento es un ataque contra mí mismo.
Esta es una excelente conclusión del ejercicio: tú eres el que se está atacando así mismo.
Cuando se te hayan acabado los desenlaces repites la idea del día.
Observaciones
Se hace hincapié en ser honestos en la búsqueda. Busca los desenlaces tanto los más terribles como los menos. A todos, trátalos por igual. Todos son variaciones de tu creencia de que puedes ser vulnerable.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo hacer la lección siempre en compañía del Espíritu Santo y de Jesús, sin olvidarnos de reír, pues la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Un curso de milagros L.pI.26 www.celebrandoelmilagro.com
Lección 26 Comentada por Kenneth Wapnick
Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.
"Esta es otra lección crucial y, como acabo de indicar en la lección anterior, lleva nuestro aprendizaje (y práctica) un paso más allá. Si tengo pensamientos de ataque, debo creer que soy vulnerable. Si creo que soy vulnerable, no puedo ser el Cristo porque Él es invulnerable. Si, como Jesús me recordará repetidamente, "Soy tal como Dios me creó" (Hay más de 140 apariciones de este concepto a lo largo de Un Curso de Milagros), y si mi realidad es espíritu, debo ser uno con todo y con todos. Por lo tanto, literalmente no hay nada ni nadie "allá afuera" que pueda hacerme daño. Sin embargo, en la medida en que creo que puedo ser herido - ya sea en mi propio cuerpo o en el de otra persona - estoy atestiguando mi vulnerabilidad. Además, al decir que soy vulnerable, también estoy diciendo que tengo razón en mi autoevaluación y que el Espíritu Santo está equivocado.
(1:1-3) «Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. Ves el ataque como una amenaza real. Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar.»
El hecho mismo de que estoy aquí me está demostrando que realmente puedo atacar, porque sólo pude haber llegado aquí atacando a Dios primero. Y "sé" que he atacado primero porque percibo ataque a todo mí alrededor. La dinámica de la «proyección» me ayuda a comprender cómo se produce este fenómeno de la percepción del ataque: «la proyección da lugar a la percepción» - lo que percibo afuera es la proyección de lo que he hecho real dentro, un punto que retomaremos más adelante:
(1:4-6) «Y lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra.»
Como hemos visto varias veces en estas primeras lecciones, lo interno y lo externo son uno y lo mismo. El pensamiento de atacar y el pensamiento de ser atacado provienen del mismo sistema de pensamiento. Proyectamos nuestros pensamientos de ego, y luego creemos que nos harán daño a cambio. Como Jesús enseña en el texto, en el contexto de nuestra necesidad de proyectar para ("deshacernos del") conflicto ("que no deseamos"):
“...la idea de que puedes deshacerte de algo que no deseas dándoselo a otro. Dándolo es precisamente como lo «conservas». La creencia de que viéndolo fuera de ti lo excluyes de tu interior es una distorsión total del poder de la extensión. Por eso es por lo que los que proyectan se preocupan tanto por su seguridad personal. Temen que sus proyecciones van a retornar a ellos y a hacerles daño. Puesto que creen haberlas desalojado de sus mentes, creen también que esas proyecciones están tratando de volverse a adentrar en ellas. Pero como las proyecciones no han abandonado sus mentes, se ven obligados a mantenerse continuamente ocupados a fin de no reconocer esto.” (T-7.VIII.3:6-11)
También es cierto, como hemos visto, que el Amor de Dios que permitimos que venga a través de nosotros en el perdón regresará de nuevo a nosotros de la misma forma, es ese Amor el que percibiremos alrededor de nosotros; ya sean expresiones de él o peticiones por él. Las leyes de la proyección y la extensión operan de manera similar, pero con contenidos diferentes. Es por eso que, al principio del texto, Jesús habla de la proyección como un "uso inapropiado de la extensión" (T-2.I.1: 7) - fue la misma ley de la mente, simplemente "usada indebidamente", lo que ha llevado a la creación falsa en lugar de la verdadera creación. Esta ley, en última instancia, nos salvará también en otro sentido, porque refleja que todo es una ilusión. Lo que aparenta estar afuera es una ilusión porque lo que aparenta estar adentro - el sistema de pensamiento del ego - es una ilusión. Reconocer esto es el deshacimiento del ego.
(2:1-2) «Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ataque, temerás ser atacado. Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable.»
Esto es lo que prueba que tienes razón y que Jesús está equivocado. Jesús pregunta: "¿Por qué estás tan molesto? Todo esto es un sueño". Y le decimos: "¿Qué quieres decir con que todo esto es un sueño? ¡Mira cómo me han atacado! ¡Mira cómo sufro y todo el dolor que siento! Mira lo que sienten los demás: «¡todos somos vulnerables!» Por favor, no me digas que esto es un sueño". Así es como probamos que nuestras percepciones son correctas. Nuestro dolor - ya sea en los demás o en nosotros mismos - es la prueba final de que Dios está muerto y de que existimos en Su lugar.
(2:3-5) «Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, pues se contradicen entre sí.»
Si percibo pensamientos de ataque en ti, es sólo porque primero los he hecho reales para mí, lo cual he hecho por el deseo de hacer que mi separación de Dios - el ataque original - también sea real. Solo «después» de esa decisión de establecer que el ataque es real, el plan de mi ego me pide que los proyecte, por lo que me vuelvo vulnerable a mi ataque percibido de los demás. Está claro que estos pensamientos de ataque - una vez más, que reflejan la separación de Dios y, por lo tanto, de todos los demás - "no pueden aceptarse al unísono" con nuestra invulnerabilidad tal como Dios nos creó. Esta es otra manera de decir que Dios y el ego se excluyen mutuamente. La dinámica de la «disociación» es lo que nos permite mantener estas creencias contradictorias en nuestras mentes, como lo explica el texto en estos dos pasajes:
“El ego y el espíritu no se conocen. Sólo mediante la disociación puede la mente separada mantener vigente la separación.” (T-4.VI.4:1-2)
“La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separación parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos.” (T-14.VII.4:3-8)
(3:1) «La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero.»
Para repetir, si percibo que me estás atacando y luego reacciono como si eso fuera cierto, es sólo porque ataqué primero. Esto no tiene nada que ver con el comportamiento, porque el ataque sólo existe en mi mente. La idea de hoy se refleja bien en un pasaje incisivo en el texto: “Si no te habla de Cristo, es que tú no le hablaste de Cristo a él.” (T-11.V.18: 6). La proyección es el principio dominante que gobierna la actividad de la mente, ya que determina cómo «percibimos» el mundo que nos rodea. Recuerda, la percepción es «interpretación»: «cómo» vemos, no lo «que» vemos.
No se puede decir con demasiada frecuencia que para comprender correctamente pasajes como estos, el estudiante debe darse cuenta de que Jesús nunca está hablando sobre lo que las personas están haciendo de manera conductual, sino sólo sobre nuestra «percepción» de lo que los demás están haciendo. Cuando sientes que otro te ha atacado, has «interpretado» su comportamiento. Esto no significa que no veas pensamientos de ataque en otras personas - Jesús ve pensamientos de ataque en todos sus estudiantes. Es en nuestros juicios que los pensamientos de ataque se hacen reales. Así leemos en el manual para los maestros:
“Tal vez sea útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho. Son siempre las interpretaciones las que dan lugar a las emociones negativas, aunque éstas parezcan estar justificadas por lo que «aparentemente» son los hechos.” (M-17.4:1-2)
(3:2-5) «Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres.»
Habiéndonos debilitado ante nuestros propios ojos (nuestra vulnerabilidad), hemos demostrado una vez más que tenemos razón y que el Espíritu Santo está equivocado; somos hijos del ego en lugar de Hijos de Dios. Ya no creemos que somos el Cristo, de lo cual el Espíritu Santo en nuestra mente recta es el recordatorio. Hemos reemplazado la verdad de quienes somos con una imagen falsa - un yo especial, único e individualizado. Nuevamente, es nuestro uso de la «disociación» lo que nos permite mantener dos imágenes contradictorias de nosotros mismos: la verdad del conocimiento que hemos elegido olvidar y la ilusión de ataque que elegimos recordar. Estos pasajes describen de manera convincente esta dinámica y su deshacimiento a través del Espíritu Santo:
“A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar...Ofrécele al Espíritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y, de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes...Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad...Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que «ya se encuentra allí». Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado...Cuando atacas te estás negando a ti mismo...Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar. Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprenderías por qué esto siempre da miedo...Todo ataque es un ataque contra uno mismo… [y] es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. Y si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él.” (T-10.II.1:1-2; 2:3,5; 3:1-2;4:1,3-4; 5:1,4-5)
(4) «Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o la invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así.»
El enfoque de nuestros ejercicios es únicamente en nuestros pensamientos, la fuente del problema y su solución. De hecho, todo es pensamiento, cuya aceptación es el objetivo del entrenamiento mental del libro de ejercicios. Estos pensamientos no son de un órgano físico, el cerebro, sino de la mente, provenientes de la identificación con el ego o con Jesús. De estos dos pensamientos o sistemas de pensamiento - culpabilidad o inocencia - surge un mundo y nuestra percepción del mundo. Si te sientes atacado, has elegido al ego como tu maestro y, por lo tanto, crees que eres vulnerable y que mereces ataque. Esto no tiene nada que ver con el comportamiento; tiene que ver sólo con la forma en que percibes el comportamiento. Por otro lado, si recordamos nuestra invulnerabilidad como la creación perfecta de Dios, nuestra percepción del mundo cambia en consecuencia. Un pasaje cerca del final del texto expresa sucintamente el principio de que «la proyección da lugar la percepción»:
“Solamente se pueden aprender dos lecciones. Cada una de ellas da lugar a un mundo diferente. Y cada uno de esos mundos se deriva irremediablemente de su fuente. El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad....En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes. No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas unirse a ti.” (T-31.I.7:1-6,9; 8:1-2)
El resto de la lección presenta un ejercicio e instrucciones con los que ya estamos familiarizados. El enfoque, como siempre, es en nuestros pensamientos y sentimientos que parecen alterarnos, contemplándolos de la manera más desapasionada posible, y con más que una atención superficial. Es esta no-evaluación consciente lo que nos permite comprender que «todos» estos enfados comparten el mismo propósito subyacente de mantenernos alejados del Amor de Dios, el cual nuestros pensamientos de ataque están intentando ocultar. En otras palabras, todas las formas de enfado reflejan el «contenido» oculto de habernos atacado a nosotros mismos mediante la negación de Quién somos como el Hijo uno de Dios.
(5-7) «La idea de hoy requiere seis sesiones de práctica. Se deben dedicar dos minutos completos a cada una de ellas, que pueden reducirse a uno en caso de que la incomodidad sea demasiado grande. No deben reducirse a menos de eso. Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy, luego cierra los ojos y trae de nuevo a la mente aquellas cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan. La inquietud puede manifestarse en forma de depresión, ansiedad, ira, una sensación de coacción, miedo, malos presentimientos o preocupación. Cualquier problema aún sin resolver que tienda a reaparecer en tus pensamientos durante el día constituye un sujeto adecuado. No podrás abarcar muchos de ellos en cada sesión de práctica porque se debe dedicar más tiempo del habitual a cada uno de ellos. La idea de hoy debe aplicarse de la siguiente manera: Primero, nombra la situación: Estoy preocupado acerca de _______. Luego examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido en conexión con la situación que te hayan causado inquietud, y refiriéndote a cada uno de ellos de manera muy concreta, di lo siguiente: Temo que lo que pueda ocurrir es que _______ . »
Este ejercicio refleja el principio axiomático del ego: la culpa exige castigo, un resultado que justificadamente tememos. Nuestras preocupaciones sobre lo que sucederá - "las cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan" - conducen inevitablemente al temor de lo que sucederá. Por lo tanto, no tenemos más remedio que erigir defensas contra estos objetos de nuestro miedo, predichos por nuestra culpa. Volveremos más adelante a este importante tema de la defensa.
(8-9) «Si has estado haciendo los ejercicios correctamente, deberías haber encontrado cinco o seis posibilidades desagradables para cada una de las situaciones en cuestión, y probablemente más. Es mucho mejor examinar detenidamente unas cuantas situaciones que revisar un número mayor superficialmente. A medida que la lista de los desenlaces que prevés se haga más larga, es probable que algunos de ellos, especialmente aquellos que se te ocurran hacia el final, te resulten menos aceptables. Procura, no obstante, en la medida de lo posible, de tratarlos a todos por igual. Después de que hayas nombrado cada desenlace que temes, di para tus adentros: Este pensamiento es un ataque contra mí mismo. Concluye cada sesión de práctica repitiendo una vez más para tus adentros la idea de hoy.»
Esto, por supuesto, es el punto. Traemos la oscuridad de nuestras ilusiones a la luz de la verdad de Jesús. El problema «no» está en el resultado que esperamos, sino en la decisión subyacente de atacarnos a nosotros mismos al negar a Dios. Después de estas primeras veinticinco lecciones, puedes ver cómo - paso a paso, lección tras lección - Jesús nos guía lenta y gentilmente a la experiencia «específica» de las enseñanzas más «abstractas» del texto."
Un curso de milagros L.pI.26 www.celebrandoelmilagro.com
Lección 26 Comentada por Oscar Gómez Díez
Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.
Invulnerable significa que no puede ser dañando ni destruido, ni física ni psicológicamente. Esa es la naturaleza de Dios, y del espíritu que Dios ha creado como Su Hijo. Somos invulnerables por naturaleza.
Si somos invulnerables por naturaleza, entonces nos podemos preguntar, ¿porque siento miedo? ¿Por qué creo que puedo ser dañado, atacado o destruido? ¿Porque me siento vulnerable? Esta lección nos lo explicará, y nos enseñará unos ejercicios que nos ayudarán a trascender el miedo, si somos honestos con nosotros mismos, y hacemos la práctica tal como se nos indica.
"Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. Ves el ataque como una amenaza real. Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar. Y lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra." ¿Cuál es la ley que me salvará, pero que ahora estoy usando indebidamente? La ley de causa y efecto. Lo que pienso es lo que manifestaré. Así que debo aprender a usar la ley de causa y efecto para mi beneficio, y eso sólo lo logro a través del amor y el perdón. Si perdono mis pensamientos de ataque, entonces ya no juzgaré ni proyectare culpas ni condenas contra nadie, por lo que mi mente solo conservara los pensamientos de amor.
"Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ataque, temerás ser atacado. Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable. Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, pues se contradicen entre sí." Esta lección nos está diciendo que la fuente de mis miedos está en mi mente. Si tengo pensamientos de ataque contra alguien, mi invulnerabilidad desparece, pues he introducido el ataque a mi mente. Si pienso que puedo atacar a alguien, entonces también podré ser atacado.
Jesús nos dice que el ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono. Esto quiere decir que el amor y el miedo se excluyen, el ego y el Espíritu Santo no son compatibles. Más sin embargo, creemos que tenemos una mente dividida, creemos que a nuestro interior conviven el ángel y el demonio. Entonces nos preguntamos como es posible eso? La respuesta es un concepto de la psicología que se llama la disociación, que se considera como un distanciamiento de la realidad, para Freud es un mecanismo de defensa que niega la realidad, que nos hace ver incoherentes. Esta disociación la podríamos representar simbólicamente por la figura mitológica del dios Jano, que en la cultura romana aparece con dos cabezas unidas, cuyas caras se dan la espalda, por lo que cada cara mira en dirección opuesta a la otra. Las puertas del templo del dios Jano se abrían cuando estaban en guerra y se cerraba en períodos de paz, la figura es una buena representación para describir nuestro ego: una guerra contra si mismo. "La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero. Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. Y puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres." La paz la conseguiremos cuando hayamos perdonado y nos deshagamos del ego, de ese lado oscuro de nuestra mente.
"Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o la invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así." Todo está contenido en nuestras mentes, lo que pensemos determinará lo que somos o creemos ser, lo que pensemos tendrá efectos de conflicto o de paz, de miedo o de amor, de sufrimiento o de felicidad, y ello dependerá del maestro que elijamos: el ego o el Espíritu Santo, Él miedo o el amor, la vulnerabilidad o la invulnerabilidad. De eso se trata este Curso, de conducirnos a la paz, sanando toda creencia en el ataque, la culpa y el miedo.
PRACTICA:
Seis sesiones de práctica, de dos minutos cada una.
Se da inicio repitiendo la idea de hoy:
"Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad."
"luego cierra los ojos y trae de nuevo a la mente aquellas cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan. La inquietud puede manifestarse en forma de depresión, ansiedad, ira, una sensación de coacción, miedo, malos presentimientos o preocupación. Cualquier problema aún sin resolver que tienda a reaparecer en tus pensamientos durante el día constituye un sujeto adecuado. No podrás abarcar muchos de ellos en cada sesión de práctica porque se debe dedicar más tiempo del habitual a cada uno de ellos. La idea de hoy debe aplicarse de la siguiente manera:"
"Primero, nombra la situación:"
"Estoy preocupado acerca de _____ ."
"Luego examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido en conexión con la situación que te hayan causado inquietud y refiriéndote a cada uno de ellos de manera muy concreta, di lo siguiente:"
"Temo que lo que pueda ocurrir es que _____ ."
"Si has estado haciendo los ejercicios correctamente, deberías haber encontrado cinco o seis posibilidades desagradables para cada una de las situaciones en cuestión, y probablemente más. Es mucho mejor examinar detenidamente unas cuantas situaciones que revisar un número mayor superficialmente. A medida que la lista de los desenlaces que prevés se haga más larga, es probable que algunos de ellos, especialmente aquellos que se te ocurran hacia el final, te resulten menos aceptables. Procura, no obstante, en la medida de lo posible, tratarlos a todos por igual.
Después de que hayas nombrado cada desenlace que temes, di para tus adentros:""Este pensamiento es un ataque contra mí mismo."
"Concluye cada sesión de práctica repitiendo una vez más para tus adentros la idea de hoy."
Un curso de milagros L.pI.26 www.celebrandoelmilagro.com
CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA
BENDICIONES!

_20240730_001121_0000.png)