LECCIÓN 80 Que reconozca que mis problemas se han resuelto.

 LECCIÓN 80

Que reconozca que mis problemas se han resuelto.


1. Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. ²Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. ⁴Por lo tanto, debes sentirte en paz. ⁴La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. ⁵Un solo problema, una sola solución. ⁶La salvación se ha consumado. ⁷Se te ha liberado de todo conflicto. ⁸Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.

2. ¡Tu único problema ya se ha resuelto! ²Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción. ³Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. ⁴Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. ⁵Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. ⁶Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.

3. Hoy tienes derecho a la paz. ²Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. ³Asegúrate únicamente de no olvidarte de que todos los problemas son uno solo. ⁴Sus múltiples formas no te podrán engañar mientras te acuerdes de esto. ⁵Un solo problema, una sola solución. ⁶Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.

4. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. ²El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. ³Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. ⁴La solución es inherente al problema. ⁵Se te ha contestado y tú has aceptado la respuesta. ⁶Te has salvado.

5. Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. ²Cierra los ojos y recibe tu recompensa. ³Reconoce que tus problemas se han resuelto. ⁴Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. ⁵Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. ⁶En esto reside la simplicidad de la salvación. ⁷Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.

6. Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. ²Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. ³Y en particular, asegúrate de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. ⁴Di de inmediato:


⁵Que reconozca que este problema 

ya se ha resuelto.


7. Propongámonos no acumular resentimientos hoy. ²Propongámonos estar libres de problemas que no existen. ³Para lograr esto sólo se requiere honestidad. ⁴No te engañes con respecto a cuál es el problema, y reconocerás que se ha resuelto.





AUDIOS de la Lección 80
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 80
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 80
a través de Martin Musarra


Lección 80 comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

















LECCIÓN 80
Que reconozca que mis problemas se han resuelto.


Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Esta lección es el complemento de la lección anterior. Es una lección que proporciona mucha paz y tranquilidad porque mi único problema se ha resuelto con la mediación del Espíritu Santo.
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Jesús nos dice en la lección:
_”Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación”_.

En la lección anterior vimos que el único problema que tenemos es el creer que nos hemos separado de Dios y que, en el mismo momento en que esta creencia se dio, Dios solucionó el problema. Surge el plan de Dios para la salvación donde el Espíritu Santo es creado por Dios para que nos ayude a regresar a casa. Tenemos un guía que nos puede ayudar a tener claridad sobre los problemas que creemos tener, pero no lo utilizamos porque creemos saber y queremos hacer las cosas por nuestra cuenta. Todo lo que nos pasa lo hemos causado nosotros con nuestras interpretaciones basadas en el ego. 

Jesús nos dice en el capítulo 6 en la sección VIII:
 “Tú ocasionaste el problema que Dios ha resuelto. Por lo tanto, hazte únicamente esta simple pregunta:
   ¿Deseo el problema o la   solución? 
_Decídete por la solución y la tendrás, pues la verás cómo es, y que ya  dispones de ella”_.  (T-6. VIII. 4: 4-7)

Tenemos la solución en nuestra mente: el Espíritu Santo. Simplemente pidamos su ayuda y como veíamos en la lección anterior: esperemos pacientemente la respuesta que siempre se nos dará. 

Nos dice Jesús en lección:
_“Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. Asegúrate únicamente de no olvidarte de que todos los problemas son uno solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación”_.
 

Aquí, Jesús, nos recuerda otra vez la relación entre forma y contenido que es fundamental en su enseñanza. Aparentemente, hay miles de problemas - la forma - pero todos expresan un solo contenido: la separación. El contenido para el Curso se relaciona: con escoger al Espíritu Santo como nuestro guía, escoger la verdad en lugar de la ilusión, escoger la unidad en lugar de la separación, escoger la paz en lugar del conflicto, escoger el amor en lugar del miedo… El contenido para el ego es todo lo contrario. 

“Tenemos derecho a la paz”, nos dice Jesús. 

La paz es el indicador que nos indica si estamos en conflicto o no. Si sentimos que, así sea levemente, perdimos la paz es porque nos decidimos por el conflicto. Y en ese momento lo llamado a hacer es perdonar con la ayuda del Espíritu Santo. ¿Cuántas veces lo hacemos? Las necesarias para recuperar la paz. Hemos visto que dicha paz se relaciona directamente con la ayuda del Espíritu Santo para que perdonemos los resentimientos que tenemos. Pero la verdad es que no pedimos ayuda y cuando lo hacemos es como nosotros queremos. 

Por eso, nos dice Jesús en el capítulo 30 en la sección I:
_“El mayor problema que tienes ahora es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer”_. (T-30. I. 3:1). 

Y así, no nos salimos de los marcos del ego que busca siempre las cosas sean  a su manera. En la lección anterior y, en esta, Jesús, nos da las pautas: preguntar y esperar la respuesta. Es decir, hacernos a un lado y confiar que el Espíritu Santo nos dará una respuesta que beneficie a todas las partes implicadas en una situación. 

Les sugiero que realicen esta lección tan bella de la mano del Espíritu Santo y de Jesús tal como se propone y, naturalmente, sin olvidarse de reír, porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad. 

Muchas, muchísimas,  bendiciones!


Lección 80 comentada por Ken Wapnick

(Lección 80: “Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.” )

“Esta lección (80) expresa aún más específicamente el mensaje de la Lección 79.

(1:1) «Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno.»

Reconocer que “mis problemas se han resuelto” puede ser entendido como la presencia del Espíritu Santo en mi mente sosteniendo la solución a cada problema que tengo, independientemente de su forma o complejidad. Puesto que Él ya está en mi mente como la respuesta, esto significa que mis problemas se han ido. Recuerda este pasaje citado anteriormente sobre el papel del milagro en mostrarnos que no tenemos problemas:

“El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer. Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. No añade nada, sino que simplemente elimina. Y lo que elimina hace mucho que desapareció, pero puesto que se conserva en la memoria, sus efectos parecen estar teniendo lugar ahora. Hace mucho que este mundo desapareció. Los pensamientos que lo originaron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo. El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos.” (T-28.I.1:1-8)

Por lo tanto, nuestros problemas también desaparecieron hace mucho tiempo. Elegir el milagro del Espíritu Santo en lugar del resentimiento del ego restaura esa simple verdad a la conciencia.

(1:2-7) «Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto.»

La respuesta del ego al Espíritu Santo es conflicto: pequé contra Dios, Dios pecará contra mí, y así estamos en guerra perpetua el uno con el otro. Proyectamos ese campo de batalla – mata o te matarán – y ahora experimentamos conflictos con todos los demás en el mundo. Ser liberado de tal angustia no se produce oponiéndose o derrocando a la otra parte en el espíritu de «uno o el otro». La libertad llega al darse cuenta de que la respuesta de amor de la Expiación ya está dentro de nosotros. Esto significa que no hay separación, pecado o conflicto. La Expiación es la única respuesta que funcionará, porque realmente nos salva de nuestras percepciones erróneas de separación y odio.

(1:8) «Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.»

El lugar que nos corresponde es la aceptación de nuestra función de perdonar, que no tiene nada que ver con lo externo. En otras palabras, nuestro lugar que nos corresponde es el mismo que el de todos los demás: el perdón. Nuestra función colectiva es, por lo tanto, reconocer que hay un sólo problema – la creencia en la separación y los intereses separados; y una sola solución – la aceptación de la Expiación, reflejada en nuestro reconocimiento de que sólo existen intereses compartidos en el sueño.

(2:1-2) «¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción.»

Una vez más, Jesús no pretende que esto sea una afirmación o un mantra que simplemente dices de memoria, una y otra vez. Siempre que te sientas tentado a estar molesto y tu paz se vea perturbada, piensa en esta afirmación y date cuenta de que si tu problema ha sido resuelto, ¿por qué estás molesto? Comienza a comprender la motivación de su perturbación: quiero mantener la respuesta lejos porque en ella desaparece mi especialismo. Por lo tanto, quiero enojarme, porque eso demuestra que tengo razón y que Jesús está equivocado. Demuestra que no tengo una mente porque mi cuerpo es maltratado y tratado injustamente. A esta nueva comprensión de la naturaleza de tu problema y su propósito subyacente, trae tus problemas percibidos, y obsérvalos desvanecerse, de vuelta a la nada de la que procedieron (M-13.1: 2).

(2:3-5) «Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución.»

Eso es lo que abre el camino para que el Espíritu Santo nos dé la respuesta de Dios, lo que significa que estoy equivocado acerca de mis percepciones. Quizás lo que ven mis ojos es verdad dentro de la ilusión, pero la reacción de mi ego está lejos de serlo. Ya que todo lo que es importante es la forma en que reacciono, ¿hace alguna diferencia real si mi percepción es precisa o no? Lo que importa es si dejo que Jesús o el ego interpreten esto por mí. Elegir al ego es el problema. Al darme cuenta de que estoy equivocado, estoy diciendo que el problema no está fuera de mí, sino en mi interior, lo que significa que ahora estoy trayéndolo a la respuesta; el engaño del ego a la verdad del Espíritu Santo.

(2:6) «Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.»

El aspecto crucial en este proceso no es la respuesta como tal, sino la identificación de «dónde» y «cuál» es el problema. Nuevamente, dicho simplemente, el problema es mi decisión de alejar el Amor de Dios para poder seguir teniendo la razón, para ser un individuo especial. Ese es el problema.

Una vez que lo reconozco y puedo mirar sin juzgarme a mí mismo, me he valido de la respuesta. El proceso de sanación no consiste en afirmar la respuesta del Espíritu Santo, sino en «reconocer» el problema. Es el deshacimiento del ego al mirar sin culpa o miedo lo que permite que la respuesta de la Expiación se eleve en nuestra conciencia. Recuerda que nuestra tarea no es elegir la verdad, sino elegir “negar la negación de la verdad” (T-12.II.1: 5). Jesús hace el mismo punto sobresaliente en el siguiente pasaje del texto, que en un barrido sumario deshace nuestro dolor y sufrimiento.

“Ahora se te está mostrando que sí «puedes» escapar [del sufrimiento]. Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. ¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? Sin las nubes, el problema se vería en toda su elemental simplicidad. La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es absurdo. Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente.” (T-27.VII.2)

Mirar el problema “tal como es” significa mirar dentro de nuestra toma de decisiones errónea, para que pueda ser corregida. En ese simple acto es eliminado el escudo defensivo del pensamiento y el mundo de culpabilidad del ego.

(3:1-2) «Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar.»

Por lo tanto, si algo te perturba, debe estar inventándolo, porque la respuesta ya está dentro de ti. ¿Cómo puedes estar perturbado por algo que no existe y un problema que ya no está ahí? Esa pregunta quita el viento de las velas de tu ego. Cuando comiences a armar un caso contra ti o contra alguien más, recuerda que este es un problema inexistente – estás literalmente enojado por nada – lo que dificulta justificar tus reacciones.

(3:3-6) «Asegúrate únicamente de no olvidarte que todos los problemas son uno solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.»

Vemos con qué frecuencia Jesús repite este tema. A él le gustaría que lo repitiésemos muy a menudo, cada vez que nos sintamos tentados de olvidar su simple verdad de «un solo problema, una sola solución», eligiendo en cambio ser cegados por nuestras percepciones de debilidad.

(4:1-2) «En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar.»

Si algo me molesta, estoy diciéndole a Jesús que él está equivocado, porque nos está diciendo aquí que no hay ningún problema, porque la respuesta de Dios nunca nos ha fallado. Sin embargo, contestamos: “Espera un minuto y te mostraré cómo me fallaste. ¡Mira lo que está pasando! ¡Mira qué triste o enfermo estoy! ¡Mira mis verdaderos problemas! “. De este modo, mantenemos el problema alejado de la respuesta y retenemos nuestra miseria y dolor; un precio que gustosamente (y locamente) pagamos para mantener nuestro “tener la razón” y la “equivocación” de Jesús.

(4:3-6) «Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado.»

El problema y la solución están en un solo lugar. La solución es inherente al problema porque el problema nunca ocurrió. ¡Ésa es la solución! Recuerda, el principio de Expiación es que la separación fue un no-evento. Además, dado que la creencia en la separación y su corrección están en la mente porque solo existe la mente – la estrategia del ego de evitar que nos percibamos como una mente es contestada y deshecha.

(5) «Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.»

La “recompensa” de la paz es el máximo motivador para elegir la respuesta sobre el problema. Reconocemos finalmente que este último nos ha traído sólo dolor, mientras que el primero sólo nos trae paz. ¡Sencillo! Así es como sabemos que es la verdad, porque la verdad es simple.

(6:1-3) «Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir.»

Una vez más, Jesús te exhorta a usar la idea del día muy específicamente cuando estés enojado. Date cuenta de lo rápido que olvidas lo que él te ha enseñado, y entonces perdónate por haberlo olvidado, por haber permitido que el motor de odio y juicio del ego se acelerara nuevamente. Cuando te sientas molesto, tan pronto como puedas, detente y di: “Pero el problema ya se ha resuelto. Insistir tercamente que estoy justificadamente molesto y correcto en mis percepciones le dice a Jesús que él está equivocado de nuevo. Mi malestar lo demuestra.” En ese momento deberías decir rápidamente:

(6:5) «Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.»

Y entonces la paz regresará felizmente.

(7) «Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen. Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.»

Para hacer este punto nuevamente, los resentimientos son una forma de decir que yo estoy en lo cierto y que Jesús está equivocado: el problema está afuera – ¡solo mira lo que estas personas terribles están haciendo conmigo! La honestidad es, por lo tanto, de vital importancia en este y todos los ejercicios; la honestidad de mirar adentro y entender que tú lo inventaste todo. Lo que te ayudará en este proceso es comprender la motivación del problema: preservar tu yo separado. Ese reconocimiento es la simple honestidad a la que se refiere Jesús. Cualquier cosa fuera de ti que te moleste o enoje está ahí porque tú la pones allí para ocultar la respuesta, en presencia de la cual tu identidad separada y especial se desvanecería suavemente. Por lo tanto, para preservarte a ti mismo, te aseguraste de tener la razón al ver los problemas externos y culpar a los demás por tu situación miserable. Como el Rey Lear observó: “De esa manera miente la locura” (III, iv, 21). Venimos a aprender a través de estas lecciones que la cordura es nuestra única elección real, ya que solo de esa decisión cuerda viene la paz y la alegría que es nuestra justa recompensa. Es eso – «y sólo eso» – lo que elegimos hoy con simple honestidad. “



LECCIÓN 80

"Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección es una continuación de la anterior (L79).

 En la lección de ayer decíamos que el único problema es la creencia en la separación de Dios, que recreamos como separación con mis hermanos, al proyectar sobre ellos la culpa que deviene en condenas y ataques. Así que cuando estoy perdonando las relaciones con mis hermanos, estoy sanando el único problema que tengo: la separación. Ya nos los veo como enemigos, los reconozco como mis hermanos. 

SI ayer reconocí que mi único problema es la separación, al reconocerlo le permito al Espíritu Santo ayudarme a solucionarlo, esto es, a perdonarlo. Por eso esta lección empieza diciéndonos que "Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno." y esto es así, porque si he sanado el único problema que tenía, el resto de problemas que creía tener desaparecen.

Por eso en esta lección nos dicen que "Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz." si he  resuelto mi único problema, el resultado es que obtengo paz, pues los demás problemas que creía tener han desaparecido. 

TRASCENDER LA PERSPECTIVA DEL TIEMPO:

La lección nos plantea una petición que es difícil de  aceptar por parte de nuestro ego:  "La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto." Para nuestra mente es posible aceptar que la separación es mi único problema, pero eso "que entiendas que ya se ha resuelto." es de difícil aceptación, pues en nuestra vida cotidiana creemos experimentar diversos problemas. Si perdono el pasado, ya no lo arrastro al presente, vivo el ahora libre de ataduras. 

La lección es muy insistente: "Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado." la  última oración está escrita en  pasado "La salvación se ha consumado." o sea, si reconozco la causa, (la separación) y procedo con la solución (el perdón), la separación se ha resuelto, me he salvado. Pero esta perspectiva de tiempo nos sigue desconcertando. 

En el siguiente párrafo vuelve y profundiza en la misma tesis: "Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación." aquí la perspectiva es que me he sanado y entonces asumo mi papel "en el plan de Dios para la salvación."

Así que por mucha resistencia que ponga a la lección por el manejo de los tiempos, después de haberla leído y releído, me  daré cuenta, que  lección parece escrita en tiempo pasado, o desde otra perspectiva, estoy viendo los resultados desde. "un futuro" donde todo ha sido perdonado. Tanto el tiempo y la eternidad están en nuestras mentes. El Espíritu Santo nos habla desde la eternidad, el ego desde el tiempo, el primero desde la paz, el segundo desde el conflicto, el ego nos habla del pasado o del futuro, el Espíritu Santo nos habla desde el ahora, ¿a cual vas a escuchar hoy? 

El enfoque del ejercicio es que desarrollemos la convicción de que he resuelto mi único problema, y esto es así ya que: "puedes reconocer la solución porque has identificado el problema." la esencia del ejercicio es que has identificado el problema y la solución se la has entregado al Espíritu Santo. 

PRÁCTICA  LARGA:

Recuerda aquietarte durante 10 o 15 minutos "En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado." Así que repite para tus adentros:

"Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto."

"El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar."  el Espíritu Santo no puede fallar ayudándonos a corregir todos nuestros errores. 

"Al haber reconocido el problema has reconocido la solución." al elegir reconocer el único problema (la separación) necesariamente reconozco la solución, elijo el perdón. 

"La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado." Aquí se une causa y efecto. Al reconocer el problema (la separación) y su irrealidad, y por lo tanto, la perdono; quiere decir, que he aceptado la respuesta del Espíritu Santo, (recordemos la lección de ayer). 

"Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda." si he reconocido (identificado) el problema y la solución, la consecuencia para mi es la paz.  "Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz."

"Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada." El texto es reiterativo debo reconocer un solo problema y una sola solución. Todo pensamiento opuesto debo elevarlo al perdón. 

"Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios." la clave esta en reconocer el problema, cuando lo observo, lo llevo ante la verdad (El Espíritu Santo) y este lo deshace por mi (lo he perdonado). 

REPETICIONES FRECUENTES:

 "¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción."

Cuando me pongo a repetir que mi único problema se ha resuelto. Mi único problema se ha resuelto. Lo que viene a mi mente es que no debo de preocuparme por nada, pues no tengo problemas, soy un Ser libre, estoy en paz conmigo mismo y con el universo. 

"Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. Di de inmediato:"

"Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto."

 "Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen: Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto."

Este es un ejercicio que desarrolla la convicción y la confianza, de que el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. Que mi pequeña dosis de buena voluntad, consiste en reconocer cuál es el problema y cuál es la solución, en perdonar cada situación de conflicto y separación, y permitir que la luz del amor ilumine mi corazón y el corazón de todos mis hermanos. La luz ha llegado.


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