LECCIÓN 132 Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era.

“Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera” Ken Wapnick
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Índice de la Lección 132
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LECCIÓN 132

Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era.

1. ¿Qué es lo que mantiene al mundo prisionero sino tus propias creencias? ²¿Y qué puede salvar al mundo excepto tu Ser? ³Las creencias son ciertamente poderosas. ⁴Tus pensamientos tienen poder, y los efectos que las ilusiones producen son tan potentes como los efectos que produce la verdad. ⁵Los locos creen que el mundo que ven es real, por lo tanto, no lo ponen en duda. ⁶No se les puede persuadir cuestionando los efectos de sus pensamientos. ⁷Sólo cuando se pone en tela de juicio su fuente, es cuando por fin alborea en ellos la esperanza de libertad.

2. No obstante, la salvación se puede lograr fácilmente, pues todo el mundo es libre de cambiar de mentalidad, y al hacerlo todos sus pensamientos cambian también. ²Ahora la fuente de los pensamientos ha cambiado, pues cambiar de mentalidad significa que has efectuado un cambio en la fuente de todas las ideas que tienes ahora, que alguna vez hayas tenido o que algún día puedas tener. ³Liberas al pasado de todo lo que pensabas antes. ⁴Liberas al futuro de todos tus antiguos pensamientos de ir en busca de lo que realmente no deseas encontrar.

3. El único tiempo que queda ahora es el presente. ²Y ahí, en el presente, es donde el mundo queda liberado. ³Pues al dejar que el pasado quede cancelado y al liberar el futuro de tus viejos temores, encuentras la forma de escapar y se la ofreces al mundo. ⁴Has esclavizado al mundo con todos tus temores, dudas y aflicciones, con todo tu dolor y todas tus lágrimas; y todas tus penas lo oprimen y lo mantienen prisionero de tus creencias. ⁵La muerte lo azota por doquier porque albergas en tu mente amargos pensamientos de muerte.

4. El mundo en sí no es nada. ²Tu mente tiene que darle significado. ³Y lo que contemplas en él es la representación de tus deseos, de modo que puedas verlos y creer que son reales. ⁴Tal vez pienses que no fuiste tú quien construyó este mundo, sino que viniste en contra de tu voluntad a lo que ya estaba hecho, un mundo que no estaba precisamente esperando a que tus pensamientos le confiriesen significado. ⁵Pero la verdad es que encontraste exactamente lo que andabas buscando cuando viniste.

5. No existe ningún mundo aparte de lo que deseas, y en esto radica, en última instancia, tu liberación. ²Cambia de mentalidad con respecto a lo que quieres ver, y el mundo cambiará a su vez. ³Las ideas no abandonan su fuente. ⁴Esta idea central se menciona con frecuencia en el texto, y debes tenerla presente si quieres entender la lección de hoy. ⁵No es el orgullo el que te dice que fuiste tú quien construyó el mundo que ves y que ese mundo cambia según tú cambias de mentalidad.

6. Pero sí es el orgullo el que sostiene que has venido a un mundo que está completamente separado de ti, que es insensible a lo que piensas y totalmente diferente de lo que puedas pensar que es. ²¡El mundo no existe! ³Éste es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar. ⁴No todos están listos para aceptar esto, y cada cual irá tan lejos a lo largo del camino que conduce a la verdad como se permita a sí mismo ser guiado. ⁵Regresará e irá todavía más lejos o tal vez retroceda un poco para luego regresar de nuevo.

7. Mas la curación es el regalo que se les hace a aquellos que están listos para aprender que el mundo no existe y que pueden aceptar esta lección ahora. ²El hecho de que estén listos hará que la lección les llegué en una forma que ellos puedan entender y reconocer. ³Algunos la entienden de súbito al borde de la muerte y se levantan para enseñarla. ⁴Otros la encuentran en una experiencia que no es de este mundo, lo cual les demuestra que el mundo no existe porque lo que contemplan tiene que ser la verdad a pesar de que contradice claramente al mundo.

8. Y algunos la encontrarán en este curso y en los ejercicios que hoy llevaremos a cabo. ²La idea de hoy es verdad porque el mundo no existe. ³Y si en verdad es un producto de tu imaginación, puedes entonces liberarlo de todo lo que has pensado que era cambiando simplemente todos aquellos pensamientos que le daban su apariencia. ⁴Los enfermos se curan a medida que abandonas todo pensamiento de enfermedad, y los muertos resucitan cuando permites que los pensamientos de vida reemplacen a todos los pensamientos de muerte que alguna vez hayas albergado.

9. Ahora tenemos que subrayar nuevamente una lección que ya se ha mencionado antes, pues contiene los sólidos cimientos de la idea de hoy. ²Eres tal como Dios te creó. ³No hay lugar en el que puedas sufrir ni tiempo que pueda alterar tu eterna condición. ⁴¿Cómo iba a poder existir un mundo de espacio y tiempo, si tú sigues siendo tal como Dios te creó?

10. ¿Qué es la lección de hoy sino otra manera de decir que conocer tu Ser es la salvación del mundo? ²Liberar al mundo de toda clase de dolor no es otra cosa que cambiar de mentalidad con respecto a ti mismo. ³El mundo no existe aparte de tus ideas porque las ideas no abandonan su fuente, y tú mantienes el mundo intacto en tu mente mediante tus pensamientos.

11. Mas si eres tal como Dios te creó, no puedes pensar de manera diferente de cómo piensa Él ni fabricar lo que no comparte Su Intemporalidad y Amor. ²¿Son acaso Éstos inherentes al mundo que ves? ³¿Crea acaso este mundo tal como lo hace Él? ⁴A menos que lo haga, no puede ser real ni tiene existencia alguna. ⁵Si tú eres real, el mundo que ves es falso, pues la Creación de Dios es diferente del mundo desde cualquier punto de vista. ⁶Y así como fuiste creado mediante Su Pensamiento, así también son tus pensamientos los que dieron lugar al mundo y los que tienen que liberarlo para que puedas conocer los Pensamientos que compartes con Dios.

12. ¡Libera al mundo! ²Tus verdaderas creaciones están esperando a que lo liberes para concederte la paternidad, y no una paternidad de ilusiones, sino una de verdad como la de Dios. ³Dios comparte Su Paternidad contigo que eres Su Hijo, pues no hace distinción entre lo que Él es y lo que sigue siendo Él Mismo. ⁴Lo que crea no está separado de Él, y no hay ningún lugar en el que el Padre acabe y el Hijo comience como algo separado.

13. El mundo no existe porque es un pensamiento separado de Dios, concebido para separar al Padre del Hijo y segregar una parte de Dios Mismo, destruyendo de esta manera Su Completitud. ²¿Podría acaso ser real un mundo que emana de esta idea? ³¿Dónde se le podría encontrar? ⁴Niega las ilusiones, pero acepta la verdad. ⁵Niega que seas una sombra brevemente superpuesta sobre un mundo moribundo. ⁶Libera tu mente y contemplarás un mundo liberado.

14. Nuestro propósito hoy es liberar al mundo de todos los pensamientos vanos que hayamos tenido acerca de él y acerca de todos los seres vivos que vemos en él. ²No pueden estar ahí ³ni nosotros tampoco. ⁴Pues nos encontramos, junto con todos ellos, en la morada que nuestro Padre creó para nosotros.⁵Y nosotros, que seguimos siendo tal como Él nos creó, queremos liberar hoy al mundo de cada una de nuestras ilusiones para así poder ser libres.

15. Comienza cada una de las dos sesiones de quince minutos de práctica de hoy con lo siguiente:

²Yo, que sigo siendo tal como Dios me creó, quiero liberar al mundo de todo lo que alguna
vez pensé que era. ³Pues yo soy real porque el mundo no lo es, y quiero conocer mi propia realidad.

⁴Luego simplemente descansa, alerta pero sin tensión, y permite que en la quietud se efectúe un cambio en tu mente, de manera que el mundo quede libre y tú junto con él.

16. No es necesario que te des cuenta de que cuando envías estos pensamientos para bendecir al mundo, la curación les llega a muchos de tus hermanos en remotos lugares del mundo, así como a aquellos que ves a tu alrededor. ²Y sentirás que te has liberado, aunque tal vez aún no comprendas del todo que nunca habrías podido ser liberado solo.

17. Haz que la liberación que a lo largo del día envías a todo el mundo mediante tus ideas sea cada vez mayor, y siempre que sientas la tentación de negar el poder de este simple cambio de mentalidad, di:

²Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era y, en su lugar, elijo mi propia realidad.


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LECCIÓN 132 Comentada por Jorge Luis Álvarez Castañeda

Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era.

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Esta es una lección que nos llama a la responsabilidad. Soy responsable del mundo que veo debido a los pensamientos que tengo. Si cambio los pensamientos veré un mundo diferente y es muy posible que me relacione con él de manera distinta. Eso es lo que nos propone Jesús en este día.

Jesús nos dice:

 ”¿Qué es lo que mantiene al mundo prisionero sino tus propias creencias? 

El mundo que vemos es efecto de nuestros pensamientos. Claramente Jesús nos explica esto en la lección 130 Es imposible ver dos mundos.

  Nos explicaba que: 

”1. La percepción es congruente. Lo que ves refleja lo que piensas. Y lo que piensas no refleja otra cosa que tu decisión de ver lo que quieres ver. Tus valores son los que lo determinan, pues no puedes sino querer ver lo que valoras, al creer que lo que ves está realmente ahí. Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya conferido valor. Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear”. (L.130. 1: 1-5)

Mis creencias, mis valores, determinan el mundo que veo. Y esos pensamientos tienen dos fuentes: el ego y el Espíritu Santo. Si la fuente de mis pensamientos es el ego veré un mundo de separación, de conflicto, de culpa, de miedo, desvalorización, de relaciones especiales, de ataque y defensa, de enfermedad, etc. Si la fuente de mis pensamientos es el Espíritu Santo veré un mundo de unidad, de amor, de paz, de inocencia, de relaciones santas…

Las ideas no abandonan su Fuente es uno de los pensamientos centrales del Curso. Soy un pensamiento en la Mente de Dios y no puedo abandonar Su Fuente. No puedo abandonar a Dios. Por más que no quiera saber nada de Dios en mi mente, que se cree separada, siempre está el recuerdo de Dios así esté oculto bajo capas y capas de resentimientos. Dios, siempre está conmigo esperando mi decisión de despertar de este sueño de separación. 

Jesús nos dice en la lección: 

” ¿Y que puede salvar al mundo excepto tu Ser?” 

Recordemos lo que es el Ser, el Ser con mayúscula. Es nuestra verdadera identidad como el Hijo de Dios, el Cristo que somos. Diferente al ser con minúscula del ego producto de la creencia en la separación. Y  ¿cuál es el mundo que tenemos que salvar? El mundo que hay al interior de mi mente. Si voy a la luz que hay al interior de mi mente, me encuentro con la visión de Cristo con la cual podré hacer lo que propone la lección: liberar al mundo de lo que alguna vez pensé que era. Si tengo pensamientos de amor y de paz eso será lo que proyectaré, de tal manera, que pueda ver un mundo diferente. Se cumple así lo que propone el Jesús: no se trata de cambiar el mundo sino la manera como se ve el mundo.

Por eso, Jesús, nos dice en la lección: 

”El mundo en sí no es nada. Tu mente tiene que darle significado. Y lo que contemples en él es la representación de tus deseos, de modo que puedas verlos y creer que son reales”.

Y yo le doy significado con mis creencias, con mi pasado, con lo que quiero ver que, en últimas, es mi deseo de ser el personaje especial, el ser con minúscula,  que me diferencie y me separe de mis hermanos. Este mundo que estoy viendo, lo fabriqué yo. 

Jesús nos dice:

”No existe ningún mundo aparte de lo que deseas, y en eso radica, en última instancia, tu liberación. Cambia de mentalidad con respecto a lo que quieres ver, y el mundo cambiará a su vez. Las ideas no abandonan su fuente”

Si cambio de mentalidad, si veo el mundo desde la mente recta, es decir, desde el amor y no desde el miedo, desde el Espíritu Santo, con el perdón y los milagros, el mundo que quiero ver, cambiará. 

Por eso, Jesús nos dice:

”¡El mundo no existe! Este es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar.”

Esta es una afirmación que cuestiona porque parece contradictoria. ¿Cómo que no existe si mis sentidos me dicen todo lo contrario? Aquí, aparecen, de nuevo, los dos niveles en que está escrito el Curso: el nivel uno o nivel metafísico que es de naturaleza no-dualista. No admite sino una sola realidad: Dios y Su creación, el Cristo. Se refiere al Cielo, al conocimiento, a la Mente Una, a la eternidad, al Amor de Dios, a la verdad, a lo real.

El nivel dos se refiere a este mundo que fue fabricado como producto de la proyección de la mente colectiva, llamada ego, que se creyó separada de Dios y que proyectó igualmente el cuerpo. Este es el mundo de la percepción, de los juicios y que al creerse separado de Dios dio pie a que surgiera el pecado, la culpa y el miedo, acompañados de los tres elementos del tiempo: el pasado, el presente y el futuro. Pero esto fue únicamente una creencia porque, por el principio de la Expiación, la separación de Dios nunca ocurrió.

Decir que el mundo no existe es una afirmación del primer nivel. En el nivel dos es casi imposible negar el mundo.

El mundo no es real, es decir, no tiene que ver con Dios, no fue creado por Dios. Cada una de las mentes que se creen separadas fabrica un mundo particular que obedece a los designios del ego y expresa las particularidades de su historia y deseo de separación, de los pensamientos y creencias que tenga en atención al maestro que escoja. El mundo no existe porque es un pensamiento separado de Dios.

El mundo no es una creación de Dios. Por eso, no es real. Recordemos que cuando se habla de lo real se habla de lo creado por Dios. El mundo es una ilusión que fabricamos para mantener la separación. Los sentidos nos pueden indicar que si existe el mundo. Lo importante es que nos abramos a sanar nuestra mente con la ayuda del Espíritu Santo  y de Jesús para llevar la sanación al mundo que vemos. Eso es liberar al mundo de todo lo que pensé que era. 

La lección insiste en que liberar al mundo de las situaciones de dolor no es más que cambiar de mentalidad con  respecto a ti mismo. Nos aclara que el mundo no existe aparte de tus ideas porque mantenemos al mundo intacto en nuestras mentes mediante nuestros pensamientos.  Y nos plantea que liberemos al mundo de todas nuestras ilusiones, y, de esa manera, sanamos nuestra mente y contemplaremos un mundo perdonado.

Les recomiendo realizar la lección como propone que, seguramente, les traerá muchas experiencias para su paz interior .Y como siempre les digo: hagan la práctica de la mano de Jesús y del Espíritu Santo sin olvidarse de reír para que puedan decir:

Libero al mundo de todo lo que alguna vez pensé que era y, en su lugar, elijo mi propia realidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda


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Lección 132 comentada por Ken Wapnick

Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era.

Esta es una de las lecciones más importantes en el libro de ejercicios, ya que proporciona una declaración explícita de la naturaleza ilusoria del mundo y su conexión con nuestros pensamientos. Las primeras lecciones del libro de ejercicios, como recordarán, se centraron en la relación entre nuestros pensamientos y las imágenes que vemos en el mundo. Las mismas ideas se mencionan aquí, pero en una manera más sofisticada que nos lleva aún más profundamente en la verdad de nuestra realidad.

(1:1) «¿Qué es lo que mantiene al mundo prisionero sino tus propias creencias?»

Nuestros sentimientos de aprisionamiento y victimización no provienen del mundo, sino de una creencia en nuestras mentes. Como veremos, si el mundo no es nada, ¿cómo puede atarnos? Es la mente la que le da al mundo su poder, porque es donde está el vínculo entre ambos. Esta primera frase en efecto anuncia el tema que la lección ahora desarrollará.

(1:2) «¿Y qué puede salvar al mundo excepto tu propio ser?»

Nuestro Ser no está en este mundo. Está en nuestras mentes, y por medio del Espíritu Santo, el símbolo del Ser, aprendemos a recordar nuestra Identidad. Así el mundo no es salvado por personas individuales, sino al recordar la Unidad de Cristo, el Ser unificado y sin forma. El perdón es el medio por el cual recordamos, y por lo tanto es el instrumento de la salvación del mundo.

(1:3-4) «El poder de las creencias es ciertamente formidable. Los pensamientos que albergas son poderosos, y los efectos que las ilusiones producen son tan potentes como los efectos que produce la verdad.»

La Lección 16 decía: “No tengo pensamientos neutros” (L-pI.16), y podemos ver de nuevo que Jesús nos está recordando un tema proveniente de las primeras lecciones. Los pensamientos tienen poder dentro del sueño, donde pueden mantenernos dormidos y hacernos creer que el sueño es la realidad. Como el texto dice:

“¿Son, entonces, peligrosos los pensamientos? ¡Para los cuerpos sí!” (T-21.VIII.1:1-2)

Mientras nos identifiquemos con nuestros cuerpos, por lo tanto, nuestros pensamientos tienen un tremendo poder: de elegir entre el infierno o el Cielo. Y lo que escojamos se hará realidad para nosotros.

(1:5-6) «Los locos creen que el mundo que ven es real, y así, no lo ponen en duda. No se les puede persuadir cuestionando los efectos de sus pensamientos.»

Jesús no se refiere solo a los enfermos clínicos, a los que certificamos y hospitalizamos, sino a todos nosotros, ya que creemos que el mundo es real. A pesar de lo que nos dicen nuestros intelectos, nuestro estudio de Un Curso de Milagros, o de cualquier otro sistema espiritual, todavía creemos que nuestros cuerpos son reales e importantes, con necesidades que exigen satisfacción de un mundo que verdaderamente está allí. Ya hemos examinado un pasaje sobre las alucinaciones (T-20.VIII.7:3-7).

Considera ahora este pasaje:

“Si decides que alguien está realmente tratando de atacarte, abandonarte o esclavizarte, reaccionarás como si realmente lo hubiese hecho, al haberle otorgado realidad a su error. Interpretar el error es conferirle poder, y una vez que haces eso pasas por alto la verdad... . Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fuesen correctas.” (T12.I.1:7-8; 2:2-3)

Así creemos que nuestras percepciones de los demás, y también del mundo, son verdaderas, simplemente porque así lo decimos. Sin embargo, es nuestro ego loco el que hace la petición, enterrado detrás de nuestra arrogante certeza.

Cualquiera que haya trabajado con un psicótico clínico te dirá que no hay manera de convencerlos de que su sistema de pensamiento es irreal. Tales intentos meramente hacen que se aferren a sus delirios aún más tenazmente. Esto te convierte en otra forma del enemigo, que ya eres parte integrante del sistema delirante. Sin embargo, es la misma situación con el resto de la población mundial. No queremos que nos digan que nuestros pensamientos son la causa de todo lo que experimentamos, ni que la razón por la que estamos aquí es para demostrar todo lo contrario. Si fuese consciente de los efectos de mis pensamientos, los cambiaría. Al no ser consciente, puedo ser la víctima inocente de lo que el mundo ha hecho de mí. Por lo tanto, no hay esperanza de cambio y mi ego está a salvo.

(1:7) «Sólo cuando se pone en tela de juicio la fuente de éstos alborea finalmente en ellos la esperanza de libertad.»

Esta es la libertad que Jesús nos brinda en Un Curso de Milagros, y lo que nos pide a nosotros que traigamos al mundo. Esto recuerda al gran filósofo Sócrates, que les decía a los antiguos Atenienses que cuestionaran lo que creían. No dio respuestas, sino que pidió a la gente que cuestione sus suposiciones. Cuando la gente fue agitada por este tábano filosófico, lo que consiguieron fueron consecuencias nefastas, cuando las autoridades lograron silenciar para siempre a su cuestionadora y minuciosa voz. En la Introducción al Capítulo 24, Jesús nos dice que “Aprender este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada una de los valores que abrigas” (T-24.in.2:1). Él no nos exige renunciar a nuestros valores, incluido nuestro especialismo, sino que él nos pide que cuestionemos nuestro pensamiento de que tenemos razón en todo, y que consideremos que tal vez hay alguien dentro de nosotros que sabe mucho más. No hace falta decir que no podemos plantear que nuestros egos cuestionen nuestros pensamientos si no pensásemos que somos responsables de ellos. Si creemos que somos los efectos que los demás han hecho de nosotros, no aceptaremos el papel que desempeñamos en el sueño que llamamos nuestras vidas. En consecuencia, el primer paso para aprender este curso es darse cuenta de que todo se origina en nuestras mentes, y en ninguna otra parte. Por lo tanto, es en nuestra mente que el cuestionamiento debe ocurrir, el primer paso del perdón, que finalmente nos permite estar presentes ante los demás, llamándolos a cuestionar como nosotros hemos cuestionado, y a elegir como hemos elegido. Recuerda:

“Los maestros de Dios van a estos pacientes representando otra alternativa que dichos pacientes habían olvidado. La simple presencia del maestro de Dios les sirve de recordatorio. Sus pensamientos piden el derecho de cuestionar lo que el paciente ha aceptado como verdadero.” (M-5.III.2:1-3)

En ese cuestionamiento comienza nuestra curación, y la libertad por fin se hace posible.

(2:1) «La salvación, no obstante, puede alcanzarse fácilmente, pues todo el mundo es libre de cambiar de mentalidad, y al hacerlo todos sus pensamientos cambian también.»

Cambiar nuestra mente es cambiar a nuestro maestro, permitiendo que nuestros pensamientos también cambien. Con el ego, estos pensamientos consisten en pecado, culpa, miedo, sufrimiento, ataque y muerte. Con Jesús, son de perdón, paz y sanación, que deshacen el ego. Cualquiera puede hacer esta elección, porque el proceso no depende de nada externo. Es irrelevante si tú vives en un campo de concentración, en una prisión o en un barrio de gente que ha sido separada de otra, o como un miembro de la clase privilegiada; puedes cambiar de mentalidad y perdonar mientras estás acostado moribundo en una cama de hospital. El estado de tu cuerpo o el mundo que te rodea es irrelevante para la salvación, la cual tiene que ver solo con tu mente. De nuevo, este cambio nace del reconocimiento de que quizás, solo quizás, estabas equivocado. Ni siquiera tienes que ser definitivo al respecto. Solo admitir que existe tal posibilidad.

(2:2-4) «Ahora la fuente de los pensamientos ha cambiado, pues cambiar de mentalidad significa que has efectuado un cambio en la fuente de todas las ideas que tienes ahora, que jamás hayas tenido o que algún día puedas tener. Liberas al pasado de todo lo que antes pensabas. Liberas al futuro de todas tus viejas ideas de ir en busca de lo que realmente no deseas encontrar.»

Recuerda que la fuente última de nuestra libertad es el maestro que elegimos: la culpa del ego o el perdón del Espíritu Santo. Ambos están en nuestras mentes, lo que significa que el pasado se libera allí: el único enfoque del plan de estudios del Curso. Estas líneas se refieren a la lección anterior, y Jesús nos dice que lo que está pasando en este momento es parte de un pensamiento ancestral que todavía está muy presente en este momento, porque el tiempo lineal es una ilusión. A nivel individual sentimos el fragmento sombrío que todos, como un Hijo, sentimos en ese instante original. No hay diferencia porque no hay tiempo. El mundo del tiempo y el espacio del ego – cuerpos pasados, presentes, futuros y separados – se hicieron específicamente para poner una brecha entre el sistema de pensamiento original de separación que continúa vigente, y nuestras experiencias en el mundo. El propósito de Un Curso de Milagros es reducir esa brecha, lo que es la razón por la cual, a principios del texto, Jesús dice que el milagro ahorra tiempo, colapsando el intervalo de tiempo al reducir el espacio entre la causa – el ancestral momento en que elegimos el ego sobre el Espíritu Santo – y el efecto – el sufrimiento que se experimenta ahora en el cuerpo; la misma brecha que hemos introducido para mantenernos separados de uno del otro. Este importante pasaje merece una segunda cita, ya que destaca el impulso central del milagro en el Curso, que nos ahorra la miseria casi infinita de nuestra culpa:

“El milagro reduce al mínimo la necesidad del tiempo... . El milagro, no obstante, entraña un cambio súbito de la percepción horizontal a la vertical. Esto introduce un intervalo del cual tanto el que da como el que recibe emergen mucho más adelantado en el tiempo de lo que habrían estado de otra manera. El milagro, pues, tiene la propiedad única de abolir el tiempo en la medida en que hace innecesarios el intervalo de tiempo que abarca. No existe relación alguna entre el tiempo que un milagro tarda en llevarse a cabo y el tiempo que abarca. El milagro substituye un aprendizaje que podría haber durado miles de años. Lo hace en virtud del reconocimiento implícito de la perfecta igualdad que existe entre el que da y el que recibe en la que se basa el milagro. El milagro acorta el tiempo al producir su colapso, eliminando de esta manera ciertos intervalos dentro del mismo. Hace esto, no obstante, dentro de la secuencia temporal más amplia.” (T- 1.II.6:1,3-10)

Es esencial leer cuidadosamente las palabras de Un Curso de Milagros, ya que a menudo pueden tener una intención evocadora. Por lo tanto, el uso de la palabra ancestral por parte de Jesús tiene un propósito, con la esperanza de desalojarnos de nuestra muy estrecha banda de experiencia como criaturas en el tiempo y el espacio, y volver a ese ancestral – y actual – estado mental. Hay, de hecho, dos estados ancestrales: el odio, cuando creímos que destruimos el Cielo para poder existir; y la Expiación, que es el deshacimiento del odio.

(3:1-2) «El único tiempo que queda ahora es el presente. Aquí, en el presente, es donde el mundo queda liberado.»

El mundo se mantiene en cautiverio por nuestra identificación con el sistema de pensamiento del ego del pecado, la culpa y el miedo. Una vez proyectado, da lugar a un tiempo lineal: pasado, presente y futuro. En el instante santo – el significado de “el único tiempo que queda ahora es el presente” – no estamos en el mundo, lo que significa que nuestra atención no está concentrada en los cuerpos, el nuestro o el de los demás; nosotros atendemos solamente a nuestro nuevo Maestro:

“Es evidente que la percepción que el Espíritu Santo tiene del tiempo es exactamente la opuesta a la del ego. La razón de ello es igualmente clara, pues la percepción que ambos tienen del propósito del tiempo es diametralmente opuesta. Para el Espíritu Santo el propósito del tiempo es que éste se haga finalmente innecesario... . Hace hincapié, por lo tanto, en el único aspecto del tiempo que se puede extender hasta el infinito, ya que él ahora es lo que más se aproxima a la eternidad en este mundo.” (T13.IV.7:1-3,5)

Cuando estamos con el Espíritu Santo, ya no estamos separados del Amor de Dios. Por lo tanto, no hay un sistema de pensamiento del ego de pecado, culpa y miedo, y ningún mundo que pudiera surgir como protección para ese sistema de pensamiento. En el santo instante del ahora el mundo se libera, porque el mundo en ese instante no existe: “No hay ni un solo instante, en el que el cuerpo exista en absoluto” (T18.VII.3:1). En el instante santo no hay cuerpo, porque, una vez más, el cuerpo es la encarnación física del pensamiento de separación del ego (L-pI.72.2:2), que se ha ido. No hay un solo instante tampoco, en el que mundo exista, porque el mundo y el cuerpo son lo mismo, unidos en el único propósito de la separación.

(3:3) «Pues al dejar que el pasado quede cancelado y al liberar el futuro de tus viejos temores, encuentras escape y se lo ofreces al mundo.»

Ahora estamos familiarizados con la idea de que no hay un mundo al que le demos nada, y así que literalmente no le damos al mundo el escape que hemos encontrado. El mundo es simplemente parte de nuestras mentes, y la mente del Hijo de Dios es una. Así, la Palabra de Jesús en Un Curso de Milagros no tiene que ser predicada, enseñada o diseminada, y ciertamente no necesita una iglesia construida a su alrededor. Su Palabra es para una sola persona: tú, el lector. Cuando te identificas con el principio de la Palabra de la Expiación, tú eres la Filiación y el mundo es sanado. Así se salva el mundo, y es el por qué, cuando eres curado, no eres el único que se cura, el tema de una lección (137) que exploraremos en su momento.

En resumen, entonces, Jesús no significa literalmente que le das escape al mundo, lo que sería directamente lo opuesto a todo lo que enseña en su curso. Se le da escape al mundo en el sentido de que existe en tu mente, y en la medida en que te identificas con el ego, el mundo existe en una mente enferma, por eso hay un mundo enfermo.

Sin embargo, cuando eliges al Maestro de la curación y tu mente se cura, la Filiación se cura contigo. Si no hay separación, no hay mundo. Así se libera el mundo, el prerrequisito para su curación y suave desaparición:

“¿Puede realmente tener fin lo que no tiene principio? El mundo acabará en una ilusión, tal como comenzó. Su final, no obstante, será una ilusión de misericordia. La ilusión del perdón, completa, sin excluir a nadie, y de una ternura ilimitada, lo cubrirá, ocultando toda maldad, encubriendo todo pecado y acabando con la culpabilidad para siempre. Así acabará el mundo al que la culpabilidad dio lugar, ya que al no tener ningún propósito desaparecerá... . El mundo acabará cuando su sistema de pensamiento se haya invertido completamente. (M-14.1:1-5; 4:1) Y así, el mundo acabará en alegría, paz, risa y con una bendición.” (M-14.5:1-8)

(3:4-5) «Has esclavizado al mundo con todos tus temores, dudas y aflicciones, con todo tu dolor y todas tus lágrimas; y todas tus penas lo oprimen y lo mantienen prisionero de tus creencias. La muerte lo azota por doquier porque albergas en tu mente amargos pensamientos de muerte.»

El enfoque nuevamente está en nuestros pensamientos – el temor, la duda, la aflicción y el dolor solo existen dentro de la mente. Vienen, sin excepción, de la creencia de que existimos, lo que significa que Dios tuvo que ser destruido. Mi existencia individual era primordial y mi única preocupación, y por eso lo asesiné con gusto, ya que eso garantizaba que mi existencia continuaría. Este egoísmo es el significado real del pecado, y la idea de haber asesinado para adquirir individualidad es la fuente de nuestras lágrimas y penas.

El principio y el final de este sistema de pensamiento es la muerte: asesiné a Dios y ahora temo que Él me asesine a cambio. Recordemos que, dado que este es el mito del ego, el mundo de la mentalidad-errada sigue las reglas del ego, lo que significa que todo es posible, incluido el regreso de Dios desde los muertos. La gran cantidad de películas de terror de hoy ejemplifica bien este fenómeno. Porque la muerte es la consumación del sistema de pensamiento del ego, y es la consumación de la existencia de todos. Debe ser así, ya que el mundo no es más que la proyección de nuestros pensamientos, como se indica en esta lección. Dado que los pensamientos de la mente son de separación, pecado, culpa, miedo y muerte, el mundo del tiempo y el espacio es también un lugar de separación, pecado, culpa, miedo y muerte. Así es como un pasaje describe el uso vicioso que el ego hace del tiempo, culminando con la muerte del cuerpo y el eterno confinamiento del alma en el infierno:

“Creer en el infierno es ineludible para aquellos que se identifican con el ego. Sus pesadillas y sus miedos están asociados con él. El ego te enseña que el infierno está en el futuro, pues ahí es hacia donde todas sus enseñanzas apuntan... . ¡Cuán desolado y desesperante es el uso que el ego hace del tiempo! ¡Y cuán aterrador! Pues tras su fanática insistencia de que el pasado y el futuro son lo mismo se oculta una amenaza a la paz todavía más insidiosa... . Pero la creencia en la culpabilidad no puede sino conducir a la creencia en el infierno, y eso es lo que siempre hace. De la única manera en que el ego permite que se experimente el miedo al infierno es trayendo el infierno aquí, pero siempre como una muestra de lo que te espera en el futuro. Pues nadie que se considere merecedor del infierno puede creer que su castigo acabará convirtiéndose en paz.” (T-15.I.4:1-3; 6:1-3,5-7)

Dentro de este sistema de pensamiento loco y vicioso de pecado y castigo, culpa y muerte, no hay escapatoria. La esperanza está solo fuera de él, en la mente-correcta que trasciende tanto el sistema de pensamiento del ego como su mundo.

(4:1-3) «El mundo en sí no es nada. Tu mente tiene que darle significado. Y lo que contemplas en él es la representación de tus deseos, de modo que puedas verlos y creer que son reales.»

Una declaración muy clara. El mundo en sí no es nada, siendo solo una proyección de un pensamiento que no existe. Así, un pensamiento de nada da lugar a un mundo de nada. Nada de esto tendrá sentido, a menos que lo traspases con un maestro que esté de pie fuera de la nada, un maestro que represente el Todo de Dios. Solamente un cuerpo loco mirando un sistema de pensamiento loco, puede juzgarlo como cuerdo, porque no sabe de la realidad. Es por eso que Jesús nos llama continuamente a unirnos a él en el viaje más allá del ego:

“Cuando te unes a mí lo haces sin el ego porque yo he renunciado al ego en mí y, por lo tanto, no puedo unirme al tuyo. Nuestra unión es, por consiguiente, la manera de renunciar al ego en ti. La verdad en nosotros dos está más allá del ego.” (T-8.V.4:1-3)

(4:4-5) «Tal vez pienses que no fuiste tú quien construyó este mundo, sino que viniste en contra de tu voluntad a lo que ya estaba hecho, un mundo que no estaba precisamente esperando a que tus pensamientos le confiriesen significado. Pero la verdad es que encontraste exactamente lo que andabas buscando cuando viniste.»

Nuestra experiencia cuando nacemos – por la cual venimos como bebés inocentes, indefensos, y vulnerables – es: “¿Qué estoy haciendo aquí? Esta no es mi elección”. Desde el momento en que somos concebidos, un velo de amnesia cae en nuestras mentes y olvidamos el origen real de la nuestra concepción – el deseo de existir, pero no ser responsables de ello. Este es el pensamiento que se concibe a sí mismo como una entidad física separada. El mundo, parte del mismo sistema de pensamiento de separación, refuerza esta experiencia ya que se percibe como preexistente a nuestro nacimiento, una realidad fuera de nuestras mentes.

A pesar de la experiencia común de no haber venido voluntariamente a este mundo, la verdad es que encontramos exactamente lo que andábamos buscando cuando llegamos: un hogar para nuestro especialismo individual y, sobre todo, un hogar donde nos escapamos de toda la responsabilidad de estar aquí. Así podemos decirle a Dios: “Sí, yo existo, pero no es mi culpa. Mi vida no fue originada cuando me separé de Ti en la decisión de mi mente, sino que se originó con mis padres”. Sin embargo, la verdad, de nuevo, es que encontramos en el mundo la prueba deseada de nuestra inocencia y de nuestra culpa proyectada en nuestro hermano: nuestros deseos se representaron para que pudiéramos mirarlos y pensar que eran reales.

El libro de ejercicios no suele proporcionar la discusión metafísica en profundidad que se encuentra en el texto, debido a su propósito diferente. Esta lección, sin embargo, refleja el apuntalamiento del sistema de pensamiento del Curso, y muestra por qué Jesús declara en el comienzo del libro de ejercicios que, es la base teórica del texto lo que hace que estas lecciones tengan sentido (L-in.1:1). Este fundamento es lo que encontramos aquí, aunque indicado más superficialmente.

(5:1) «No hay ningún mundo aparte de lo que deseas, y en eso radica, en última instancia, tu liberación.»

El mundo nos dice que nuestra liberación viene desde dentro del mundo mismo, pero en realidad únicamente proviene desde el reconocimiento de que el mundo emanó de los pensamientos que representan nuestros deseos. Recuerda estas importantes palabras sobre el mundo de la percepción: “Es el cuadro externo de un deseo: la imagen de lo que tú querías que fuese verdad” (T-24.VII.8:10). Es entonces de nuestros pensamientos de los que debemos ser liberados, porque el poder de cambiarlos descansa en nosotros. En este mundo rara vez tenemos poder sobre lo que nuestros u otros cuerpos nos hacen, sin embargo, nosotros sí tenemos poder sobre nuestros pensamientos. De hecho, es nuestro único poder:

“El poder de decisión es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo. Puedes decidir ver el mundo correctamente.” (T-12.VII.9:1-2)

La decisión de ver el mundo correctamente es la decisión de verlo como la proyección de nuestro deseo secreto.

(5:2) «Cambia de mentalidad con respecto a lo que quieres ver, y el mundo cambiará a su vez.»

Una vez más, Jesús no habla del mundo externo, sino de su fuente en la mente. El siguiente pasaje describe el aterrador mundo de nuestra percepción que sigue a la elección de la mente de identificarse con la culpa:

“El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. Es un mundo de terror y desesperación. En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla.” (T- 31.I.7:4-8)

Si, por otro lado, nos identificamos con el pensamiento de inocencia, percibiremos un mundo en el que no hay culpa, ataque, o dolor:

“En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge en todas partes.” (T-31.I.8:1)

Este es el punto de Jesús aquí. No es que el mundo externo cambie necesariamente – muy a menudo no cambia – pero mi percepción del mundo definitivamente lo hará, porque la percepción viene del maestro que he elegido. La proyección da lugar a la percepción: primero miro dentro, y lo que veo afuera es lo que he proyectado. Si elijo al ego como mi maestro – el maestro de la culpa – percibiré un mundo de juicios: pecado, culpa, sufrimiento y muerte. Si Jesús es mi maestro – el maestro de la inocencia – percibiré un mundo en el que no hay culpa ni castigo. El Hijo de Dios se ve así como uno, y cada uno de nosotros, los fragmentos aparentemente separados entendemos que compartimos la misma necesidad y propósito. La percepción del ego de los intereses separados cambia a la visión de Jesús del único propósito de la Expiación.

(5:3-4) «Las ideas no abandonan su fuente. Esta idea central se menciona con frecuencia en el texto, y debes tenerla presente si quieres entender la lección de hoy.»

Jesús nos está recordando este principio clave de Un Curso de Milagros. Comprender esta lección, por no mencionar el Curso en sí, se basa en una comprensión adecuada de este principio. La idea de un mundo en el que hay sufrimiento y muerte nunca ha abandonado su fuente: la culpa en nuestras mentes. El ego nos dice que la idea de culpa abandonó su fuente y fabricó un mundo real de culpa que está separado e independiente de la mente. Jesús, no obstante, sabe que eso no es posible (T23.I.2:7). El mundo que percibimos afuera no es más que la proyección del mundo que hicimos real por dentro. Ya que lo que se proyecta nunca abandona su fuente en la mente, literalmente no hay mundo externo. Así no puede haber un mundo para salvar. El principio paralelo a “las ideas no abandonan su fuente” es “la proyección da lugar a la percepción”, explicada en un pasaje ahora familiar:

“La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más... . Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa.” (T-21.in.1:1-2,5-8)

(5:5-6:1) «No es el orgullo el que te dice que fuiste tú quien construyó el mundo que ves y que ese mundo cambia según tu cambias de mentalidad. Pero sí es el orgullo el que sostiene que has venido a un mundo que está completamente separado de ti, que es insensible a lo que piensas y totalmente diferente de lo que pudieras pensar que es.»

La humildad y la arrogancia son temas centrales en Un Curso de Milagros, y parece ser el colmo de la arrogancia el afirmar que hicimos el mundo, y una marca de humildad el afirmar que no lo hicimos. Sin embargo, como lo hace a menudo, Jesús toma lo que comúnmente pensamos y le da vuelta para enseñarnos exactamente lo contrario de lo que ocurre en el sistema de pensamiento del mundo (es decir, del ego). Así, Jesús dice que no es arrogancia (orgullo) sino humildad reconocer que hicimos el mundo, y que existe solo como un pensamiento. Dado que las ideas no abandonan su fuente, este pensamiento de un mundo separado, una vez más, nunca ha abandonado su fuente en nuestras mentes. A medida que nuestra mente cambia de la culpa del ego al perdón de Jesús, nuestra experiencia del mundo cambia en consecuencia.

La arrogancia nos dice que hay un mundo fuera de nosotros, porque afirma que tenemos razón y que Dios está equivocado: nosotros creamos un mundo fuera del Cielo y estamos orgullosos de ello. Si eso fuera verdad, nosotros de hecho tendríamos el poder que podría destruir la verdad. Sin embargo, no hay nada fuera de la Mente de Dios, por lo que un universo separado es imposible. No obstante, creemos que el mundo externo es anterior a nuestra llegada, que no se ve afectado por nuestros pensamientos y que seguirá allí luego de la fecha de nuestra partida. Esto se basa en el modelo Newtoniano del universo físico, como opuesto al de los físicos cuánticos, que también concluye que el mundo es un producto del pensamiento. Como hemos visto, Un Curso de Milagros agrega que este pensamiento fundamental es nuestra culpa ilusoria.

(6:2-3) «¡El mundo no existe! Este es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar.»

Jesús es explícito – en virtud del signo de exclamación y la declaración en sí – que este pensamiento es crucial para comprender, practicar y aprender su curso. Probablemente no haya un concepto más importante en sus enseñanzas, ni uno más incomprendido. Los estudiantes de Un Curso de Milagros – en un intento mágico de autopreservación – a menudo buscan distorsionar esta declaración de la irrealidad del mundo para minimizar su naturaleza radical. Afirman que Jesús significa que el mundo que vemos es ilusorio; en otras palabras, por las malas interpretaciones que el ego hace de él. Sin embargo, sostienen, que el universo material en sí es real; en otras palabras, una extensión de Dios. Aunque a lo largo del Curso Jesús ciertamente se enfoca en nuestras percepciones erróneas, la base subyacente sobre la que presenta su sistema de pensamiento – “el pensamiento básico que este curso se propone enseñar” – es que el mundo físico, lo que significa todo el cosmos, es una defensa del ego, cuyo propósito es que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él (L-pII.3.2:4). Además, el mundo oculta lo inmutable, perfecto, y la naturaleza eterna de la realidad. El universo físico del tiempo y el espacio, siendo el opuesto del Cielo en todos los aspectos, busca probar que la realidad no-dualista es una ilusión, y la ilusión dualista es la realidad. Muchos pasajes en Un Curso de Milagros ilustran esto. Aquí están tres pasajes representativos, que hemos visto antes:

“El mundo que ves no es más que la ilusión de un mundo. Dios no lo creó, pues lo que Él crea tiene que ser tan eterno como Él. En el mundo que ves, no obstante, no hay nada que haya de perdurar para siempre. Algunas cosas durarán en el tiempo algo más que otras. Pero llegará el momento en que a todo lo visible le llegue su fin.” (C4.1)

“A todo lo que parece eterno le llegará su fin. Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser. Todas las cosas que van y vienen, la marea, las estaciones del año y las vidas de los hombres; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se marchitan, se irán para no volver jamás. Lo eterno no se encuentra allí donde el tiempo ha fijado un final para todo.” (T-29.VI.2:7-10)

“Las leyes de Dios no pueden gobernar directamente en un mundo regido por la percepción, pues un mundo así no pudo haber sido creado por la Mente para la cual la percepción no tiene sentido.” (T-25.III.2:1)

¿Por qué, entonces, los estudiantes niegan lo que Un Curso de Milagros dice tan claramente? La dinámica del ego proporciona la respuesta: si el mundo es una ilusión, también lo deben ser nuestros cuerpos, lo que significa que los seres que pensamos que somos – física y psicológicamente – debemos también ser ilusorios. Es por eso que Jesús plantea la pregunta de quién es el yo que está leyendo Un Curso de Milagros o aplicando estos principios: “¿Quién es el “tú” que vive en este mundo?” (T4.II.11:8) La respuesta correcta, por supuesto, es que no es el yo que normalmente identificamos como nosotros mismos, sino el tomador de decisiones en la mente; el soñador del sueño, no una figura dentro de él que llamamos por nuestro nombre. Como no hay mundo, tú no puedes estar viviendo aquí. Así, el ego busca preservar su identidad argumentando que el mundo realmente existe. Además, que es un mundo en el que Dios, nuestro Creador y nuestra Fuente, está directamente involucrado. Dada la “realidad” de la materialidad – de lo contrario, cómo podría Dios saber acerca de esto – nuestros seres individuales también deben ser “reales”. Así el ego una vez más parece haber triunfado sobre Dios.

(6:4-5) «No todo el mundo está listo para aceptar esto [este pensamiento], y cada cual irá tan lejos a lo largo del camino que conduce a la verdad, como se permita a sí mismo ser guiado. Regresará e ira todavía más lejos, o tal vez retrocederá un poco para luego regresar de nuevo.»

Esto parece sugerir la reencarnación: algunas de nuestras experiencias son positivas y otras negativas, y así volvemos una y otra vez hasta que aprendemos las lecciones. De hecho, hay muchos ejemplos dentro de Un Curso de Milagros donde Jesús implica que vamos reencarnando; y él aborda explícitamente el tema en el manual, pero sin tomar en cuenta una posición (M-24). Sin embargo, la conclusión es que dado que el tiempo lineal es una ilusión, como lo es el cuerpo y el mundo, no hay un mundo al que podamos entrar – una o varias veces. Más cerca de la verdad se puede tomar un modelo de la mente como holográfica, en el que se ve que todo ocurrió en un instante, y sigue ocurriendo en un instante. Por lo tanto, lo que experimentamos en nuestras vidas individuales son simplemente aspectos diferentes del mismo sueño ilusorio. Para los fines de nuestro camino de Expiación, no importa si estos diferentes aspectos ocurren dentro de una la vida o en muchas. Nuestra función sigue siendo elegir el instante santo en el presente, centrándonos en las lecciones de perdón en el aula que nuestra experiencia inmediata nos proporciona para aprender – ahora.

(7:1) «Más la curación es el regalo que se les hace a aquellos que están listos para aprender que el mundo no existe y que pueden aceptar esta lección ahora.»

Esto constituye la curación porque si no hay un mundo, no puede haber un pensamiento de separación. Así volvemos al principio de que las ideas no abandonan su fuente: la idea de un mundo separado nunca ha abandonado su fuente en la mente que la pensó. Pero si no hay un mundo, éste debe haber venido de la nada, ya que algo debe producir algo. Esto significa que el pensamiento de separación debe ser nada, ya que no “produjo” nada. Toda enfermedad, como se nos dice a lo largo de Un Curso de Milagros, proviene de la creencia en la separación. Si no hay separación, no puede haber enfermedad.

“Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas. Si te niegas a dar tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has colaborado en dejar que se perciba a sí misma como separada y aparte de ti. De este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes puntos de vista. Unirte a la mente de tu hermano bloquea la causa de la enfermedad y sus percibidos efectos.

La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan.” (T-28.III.2)

La curación, entonces, deshace el sistema de pensamiento del ego, mantenido firmemente en su lugar por la creencia de que este mundo y nuestras experiencias aquí son reales. Por lo tanto, perdonamos a nuestro hermano por lo que no ha hecho, porque nunca pasa nada en un sueño. La enfermedad refuerza esta ilusión. La curación la deshace. Como decía la Lección 80: “Un problema, una solución” (LpI.80.1:5).

(7:2) «El hecho de que estén listos hará que la lección les llegue en una forma que ellos puedan entender y reconocer.»

Esto significa que no tienes que aprender esta lección a través de este curso. Cualquier camino espiritual que enfatice el perdón en lugar del ataque, la unidad en lugar de la separación, enseña la misma lección al final. Una declaración del comienzo del manual hace que este importante punto no sea especial:

“Cada maestro de Dios tiene su propio curso. La estructura de éste varía enormemente, así como los medios particulares de enseñanza empleados. El contenido del curso, no obstante, nunca varía. Su tema central es siempre: “El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación”. Esto se puede enseñar con acciones o con pensamientos; con palabras o sin ellas; en cualquier lenguaje o sin lenguaje; en todo lugar o momento, o en cualquier forma.” (M-1.3:1-6)

(7:3-4) «Algunos la entienden de súbito al borde de la muerte y se levantan para enseñarla. Otros la encuentran en una experiencia que no es de este mundo, lo cual les demuestra que el mundo no existe porque lo que contemplan tiene que ser la verdad a pesar de que contradice claramente al mundo.»

Hay diferentes maneras de experimentar esta verdad. Algunas personas tienen lo que es comúnmente conocido como una experiencia mística, cuando son transportadas repentinamente por sus mentes más allá de este mundo y de su experiencia aquí. En ese instante reconocen la irrealidad del mundo, y saben que la Filiación unificada nunca ha abandonado su Fuente. Independientemente de cualquier temor que pueda surgir, esta experiencia se convierte en un criterio contra el cual se evalúa todo lo demás, lo que les permite no tomar este mundo tan en serio como antes. Una vez que hayas permitido la luz de la verdad en tu mente – incluso por un instante – te darás cuenta de que todo lo demás es una defensa contra la experiencia del amor perfecto.

Sin embargo, existe una gran resistencia a permitir que, entre esa luz, ya que esto significa el fin de la oscuridad del ego. Como el texto nos recuerda, confirmando nuestra experiencia:

“Según se aproxime la luz te lanzarás a la obscuridad huyendo de la verdad, refugiándote algunas veces en cosas menos temibles, y otras, en el terror más absoluto.” (T-18.III.2:1)

Este terror absoluto a veces toma la forma de suicidio, una vez que se ve que el mundo no es lo que pensamos.

“Los caminos que el mundo ofrece parecen ser muchos, pero llegará un momento en que todo el mundo comenzará a darse cuenta de cuán parecidos son los unos a los otros. Hay quienes han muerto al darse cuenta de esto porque no vieron otros caminos que los que ofrecía el mundo. Y al darse cuenta de que no conducían a ninguna parte, perdieron toda esperanza.” (T-31.IV.3:3-5)

Sin embargo, si permanecemos con la luz de nuestro Maestro, Su Amor nos permitirá pasar a través de la oscuridad de la desesperación al mundo real de la vida y la verdad.

(8:1-2) «Y algunos la encontrarán en este curso y en los ejercicios que hoy llevaremos a cabo. La idea de hoy es verdad porque el mundo no existe.»

Una vez más, Un Curso de Milagros no es la única forma de experimentar y aprender esta verdad: “algunos la encontrarán en este curso”. Además, como he enfatizado repetidamente, Jesús significa literalmente que no hay mundo. No significa simplemente un mundo de dolor, sufrimiento, o enfermedad, sino absolutamente todo en el mundo perceptivo, ya que todo en la materialidad tiene forma, cambia y finalmente muere. La idea de hoy – “Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era” – es verdad porque el mundo no existe. Si existiera, no tendríamos un poder para liberarlo, pero lo puedo hacer porque se mantiene en esclavitud, únicamente por la elección del tomador de decisiones en mi mente.

(8:3) «Y si en verdad éste no es más que un producto de tu imaginación, puedes entonces liberarlo de todo lo que jamás pensaste que era, cambiando simplemente todos aquellos pensamientos que le daban su apariencia.»

En un nivel práctico – no tenemos que ser metafísicos – siempre que me identifique con el ego y elija aprender de ello, me sentiré separado y culpable. Dado que la culpa exige castigo, el miedo me impulsa a proyectarla fuera de mí mismo de una manera inadaptada, para deshacerme de ella. Entonces creo que mi culpa – ahora presente en otros en forma de pecado y victimización – está lista para atacarme, porque esa es la naturaleza del pecado. Por lo tanto, no puedo evitar percibir un mundo en el que soy vulnerable y en el que existe una amenaza a mi alrededor. Casi siempre, hay muy poco que pueda hacer al respecto.

Sin embargo, una vez que cambio de maestro, libero mi culpa retirando su proyección. Bien podría estar en la misma situación en la que estaba antes, pero ahora estoy en paz porque el amor de Jesús está conmigo en lugar del odio del ego. Para volver a señalar este punto, cuando nuestros pensamientos cambian, es nuestra percepción del mundo la que cambia, no el mundo en sí mismo.

Por ejemplo, las personas ya no serán percibidas como enemigos, sino como amigos que están tan locos como nosotros. Así todos hacemos el mismo viaje a casa, aunque una parte de nosotros no cree que merezcamos volver a un lugar que ni siquiera creemos que esté allí. Sin embargo, en nuestras mentes correctas ya no vemos al mundo como nuestro enemigo, como Jesús nos dice más adelante en el libro de ejercicios, pues hemos decidido ser su amigo (L-pI.194.9:6).

(8:4) «Los enfermos se curan a medida que abandonas todo pensamiento de enfermedad, y los muertos resucitan cuando permites que los pensamientos de vida reemplacen a todos los pensamientos de muerte que jamás albergaste.»

Jesús no está literalmente sugiriendo que le demos la bienvenida a los muertos que, debido a la curación de nuestra mente, se levantarán de sus tumbas para agradecernos. Más bien, él está utilizando el simbolismo de la Biblia – en la que la curación de los enfermos y la resurrección de los muertos se consideran signos del regreso de Jesús (Mateo 10:1,8) – para hablar de la Segunda Venida de Cristo (no de Jesús), el despertar del Hijo de su sueño de enfermedad y muerte. El punto de Jesús es sobre mis pensamientos curados. Cuando acepte su amor como la única realidad de mi mente dividida, veré la enfermedad y la muerte como expresiones de la locura del ego, de la que ya no soy parte. Puedo volver a la locura, pero en ese instante santo, sabiendo que Jesús está conmigo, serán deshechos todos los pensamientos de separación, enfermedad y muerte.

Nuevamente, si las ideas no abandonan su fuente, la idea de un cuerpo enfermo y moribundo nunca abandonó su fuente, lo enfermo, entonces es el pensamiento de separación en la mente. Cuando me uno a Jesús este pensamiento se deshace y ya no se puede expresar como un cuerpo enfermo o moribundo. Mis ojos físicos pueden percibir enfermedad y muerte, pero mi mente curada se da cuenta de que estos son solo figuras en un sueño, y mi realidad y la de todos los demás está fuera de él. Ese es el significado de la curación. Para repetir, Jesús no está hablando de nada específico o externo. Sus palabras sugieren que, como el mundo y los cuerpos son ilusiones, la enfermedad y la muerte también deben ser ilusorias. No se puede enfatizar con suficiente frecuencia que Jesús solo habla de pensamientos. Como dice en el texto: “Este es un curso acerca de causas, no en efectos” (T-21.VII.7:8) – el efecto es el cuerpo; la causa, nuestros pensamientos.

(9:1-2) «Ahora tenemos que subrayar nuevamente una lección que ya se ha mencionado antes, pues contiene los sólidos cimientos de la idea de hoy. Eres tal como Dios te creó.»

Como se señaló anteriormente, esa lección – “Soy tal como Dios me creó” – apareció dos veces antes (L- pI.94,110), aparecerá todavía de nuevo (L-pI.162), y se convierte en la base para un período de repaso de veinte lecciones (L-pI.rvVI). Obviamente, ocupa un lugar importante en el plan de estudios de Jesús.

(9:3-4) «No hay lugar en el que puedas sufrir, ni tiempo que pueda alterar tu eterna condición. ¿Cómo iba a poder existir un mundo de espacio y tiempo, si tú sigues siendo tal como Dios te creó?»

Uniéndonos a Jesús, estas no se convierten en meras palabras, sino en nuestra realidad. Así, no nos tomamos en serio nada en nuestro mundo personal o colectivo.

Para repetir las líneas del texto:

“Aprende, pues, el feliz hábito de responder a toda tentación de percibirte a ti mismo como débil y afligido con estas palabras:

Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo.” (T-31.VIII.5:14)

Estas palabras apuntan a la realidad de nuestro Ser, el “lugar” interior que oculta lo que el ego nos dijo que era verdad. Reflejan el pensamiento de la verdad, en presencia de la cual, la separación y el sufrimiento, el tiempo y el lugar, no pueden acudir. Como Jesús felizmente nos recuerda:

“Juntos podemos... riéndonos... darnos cuenta de que el tiempo no puede afectar a la eternidad. Es motivo de risa pensar que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad, cuando lo que ésta significa es que el tiempo no existe. Una intemporalidad en la que se otorga realidad al tiempo; una parte de Dios que puede atacarse a sí misma; un hermano separado al que se considera un enemigo y una mente dentro de un cuerpo son todos diferentes aspectos de un círculo vicioso, cuyo final empieza en su comienzo y concluye en su causa.” (T-27.VIII.6:4-7:1)

Así permanecemos alegremente tal como Dios nos creó.

(10:1) «¿Qué es la lección de hoy sino otra manera de decir que conocer tu Ser es la salvación del mundo?»

Si yo conozco a mi Ser, le he dicho “no” al ego, salvando así a mi mente de su sistema de pensamiento de culpa. Dado que las mentes están unidas y el mundo es un producto de la mente, el mundo se salva también. Este punto frecuentemente repetido va al corazón de las enseñanzas de Jesús en su curso.

(10:2-3) «Liberar al mundo de toda clase de dolor no es otra cosa que cambiar de mentalidad con respecto a ti mismo. El mundo no existe aparte de tus ideas porque las ideas no abandonan su fuente, y tú mantienes el mundo intacto en tu mente mediante tus pensamientos.»

Esto es casi exactamente lo que vimos en el párrafo 5, donde Jesús dijo: “No hay ningún mundo aparte de lo que deseas”, continuando con “Las ideas no abandonan su fuente”. Aquí, él dice: “El mundo no existe aparte de tus ideas porque las ideas no abandonan su fuente”. Debe quedar claro que el mundo estará libre de dolor y habrá sido curado del sufrimiento – incluida la creencia en la muerte – al tú cambiar tu mente, por- que tus pensamientos son la causa de tu percepción del dolor. Cambiando tu forma de pensar, el dolor se irá. Este cambio constituye recordar la proyección, reconociendo que el problema del dolor no es externo (en el cuerpo), sino interno (en la mente). Permítanme repetir este importante párrafo del texto, explicando cómo escapamos de todo sufrimiento:

“Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. ¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? Sin las nubes, el problema se vería en toda su elemental simplicidad. La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es absurdo. Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente.” (T-27.VII.2)

Así, el problema del sufrimiento – el problema en el mundo – no es más que una maquinación del ego, diseñada para oscurecer la simplicidad de la respuesta: cambiar nuestras mentes. Es imposible comprender enunciados como estos desde la perspectiva del cuerpo. Solo se pueden entender desde un punto fuera del sueño – por encima del campo de batalla. Solo así podrás mirar el mundo y el cuerpo, y sonreír con dulzura ante lo que hasta ahora había parecido tan grave. Desde dentro del mundo, una sonrisa que no se toma nada en serio, es un ataque y no es amorosa, lo que equivale a las personas que golpean a otros en la cabeza con el curso, diciendo, por ejemplo: “¿Por qué estás molesto, no sabes que el mundo es una ilusión?” Sin embargo, si realmente supieras que el mundo es una ilusión, nunca podrías decirle eso a alguien con dolor. Estas declaraciones deben ser expresadas solo cuando estén realmente claras – desde una posición fuera del sueño – que el mundo y el cuerpo son ilusorios. De lo contrario, una vez más, estas enseñanzas suaves y sanadoras terminan como ataques.

(11:1-4) «Más si tú eres tal como Dios te creó, no puedes pensar estando separado de Él, ni fabricar lo que no comparte Su intemporalidad y Su Amor. ¿Son acaso éstos inherentes al mundo que ves? ¿Crea acaso este mundo tal como Él lo hace? A menos que lo haga, no puede ser real ni tiene existencia alguna.»

Lo que no “comparte Su intemporalidad y Su Amor” es el cuerpo y el mundo que nosotros hecho. En nuestros sueños febriles, creemos que hemos hecho esto, pero en verdad solo lo hemos creído. En la siguiente lección, Jesús cita la intemporalidad como uno de los criterios para evaluar nuestras elecciones. También es uno de los argumentos que Jesús utiliza, como hemos visto, para probar que el Dios eterno y perfecto no pudo haber creado algo totalmente diferente de Él. Continúa en el mismo sentido:

(11:5) «Si tú eres real, el mundo que ves es falso, pues la creación de Dios es diferente del mundo desde cualquier punto de vista.»

Este es el criterio que Jesús nos pide que apliquemos: ¿Es el mundo una expresión del perfecto, atemporal y eterno Amor de Dios? Este criterio, entonces, forma la base para concluir que este mundo imperfecto del tiempo y la muerte no puede ser creación de Dios. Como Dios solo puede crear como Él Mismo, todo lo que Él crea debe ser tan perfecto, atemporal y eterno como Él. Esto es cierto solo para el espíritu – no para el cuerpo – por lo que esta lección es crucial para comprender el fundamento no dualista del Curso.

(11:6) «Y así fue como Su Pensamiento el que te creó, así también son tus pensamientos los que dieron lugar al mundo y los que tienen que liberarlo para que puedas conocer los Pensamientos que compartes con Dios.»

Así como Dios es el Creador del Cielo y de Cristo, así somos nosotros los falsos creadores o los hacedores de este mundo. Por lo tanto, no es responsabilidad de Dios liberarlo, sino la nuestra. Lo que Dios hace por todos – a través del Espíritu Santo, Su recuerdo en nuestras mentes – es recordarnos que el mundo está realmente en una situación lamentable, y que no hay esperanza de salvación aquí. Sin embargo, porque es una situación que nosotros fabricamos, podemos deshacerla, recordando así la verdad de nuestra realidad como un Pensamiento de Dios.

(15:1-3) «Comienza cada una de las dos sesiones de quince minutos de práctica con lo siguiente:

Yo que sigo siendo tal como Dios me creó quiero liberar al mundo de todo lo que jamás pensé que era. Pues yo soy real porque el mundo no lo es. Y quiero conocer mi propia realidad.»

Ten en cuenta el principio de uno u otro en Un Curso de Milagros: o Dios es real o el mundo es real; ya que no pueden coexistir como realidad. Puesto que Dios y el Cielo son reales, todo en este mundo – incluyendo mi cuerpo y mi personalidad – deben ser ilusorios.

(15:4) «Luego simplemente descansa, alerta pero sin tensión, y permite que en la quietud se efectúe un cambio en tu mente, de manera que el mundo pueda quedar libre junto contigo.»

Si se lee con cuidado, este pasaje se destaca como uno de los más significativos en Un Curso de Milagros. Primero, se nos pide que descansemos, que estemos “alerta pero sin tensión”. En otras palabras, esta lección no debe producir tensión, ni debemos esforzarnos por hacerla perfectamente, imponiéndonos la creencia de que realmente no estamos aquí – lo que sería algo muy tonto. Recuerda la precaución de Jesús al principio del texto:

“El cuerpo es sencillamente parte de tu experiencia en el mundo físico. Se puede exagerar el valor de sus capacidades y con frecuencia se hace. Sin embargo, es casi imposible negar su existencia en este mundo. Los que lo hacen se dedican a una forma de negación particularmente inútil.” (T-2.IV.3:8-11)

Jesús nos pide que dejemos que nuestras mentes “en la quietud se efectúe un cambio”, es decir, que el tomador de decisiones decida estar tranquilo, y en la quietud, se silencia el sistema de pensamiento del ego. Esto es no la responsabilidad de Jesús. Ya que yo soy la fuente de los chillidos estridentes que ahogan la Voz del Amor, soy el único que puede decir que ya no quiero estar aprisionado. Este es el cambio de mente efectuado en la quietud. Una vez que estoy quieto, la mente es cambiada por el Espíritu Santo, habiendo traído mis ilusiones a Él. En ese punto la oscuridad desaparece a la luz de Su verdad.

En esa frase, por lo tanto, encontramos encapsulado el proceso de sanación del Curso: llevar la oscuridad de la ilusión a la luz de la verdad. Así nuestros pensamientos son curados no por nosotros, sino por el Amor de Dios. El mundo se libera también de la carga de nuestra culpa, deshecha al n por la Expiación.

Para concluir la lección, Jesús vuelve al tema de la Unidad del Hijo de Dios:

(16:1) «No es necesario que te des cuenta de que cuando envías estos pensamientos para bendecir el mundo, la curación les llega a muchos de tus hermanos en remotos lugares del mundo, así como a aquellos que ves a tu alrededor.»

Tú no envías estos pensamientos literalmente, porque no hay nada afuera para enviarle los pensamientos. Una vez que eliges el amor de Jesús, su amor se extiende naturalmente a través de ti, lo que significa extenderse a través de la mente de la Filiación. No hay nada más. El lenguaje de Un Curso de Milagros a menudo parece sugerir que hay un interior y un exterior, la primera se extiende a la segunda. El contenido detrás de esas palabras, sin embargo, es bastante diferente. Para repetir, no puedes extender el amor hacia afuera, porque no hay afuera. Una vez eliges a Jesús como tu maestro, te has unido a la Filiación, un proceso que encuentra expresión en la declaración de que envías tus pensamientos al mundo.

(16:2) «Y te percatarás de tu propia liberación, aunque tal vez aún no comprendas del todo que nunca habrías podido liberarte solo.»

Jesús no nos está pidiendo que entendamos, por ejemplo, que “Cuando me curo, no soy el único que se cura” (L-pI.137), o que “Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo” (L-pI.187). Sino que experimentaremos el amor, la paz y la alegría que vendrán cuando dejemos ir los juicios y los resentimientos, y aceptemos que el amor de Jesús es todo lo que queremos. Hay una encantadora oración anónima que dice: “No tengo nada, no quiero nada, no soy más que el amor de Jesús”. En su amor la Filiación es liberada de su carga de separación como una.

(17) «Haz que la liberación que a lo largo del día, envías a todo el mundo mediante tus ideas sea cada vez mayor, y siempre que sientas la tentación de negar el poder de este simple cambio de mentalidad, di: Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era, y en lugar de ello elijo mi propia realidad.»

Jesús cierra la lección instándote a aplicar la idea para el día cuando seas tentado para negar el poder de tu mente. Sin tal aplicación, día tras día, estos principios no tendrán ningún significado. Eres tentado así, cuando te ves como víctima de algo o alguien fuera de ti, creyendo que tu cambio de humor se debe a cualquier cosa aparte del poder de tu mente. Entonces buscas algo que no sea de la mente para arreglar la situación y hacerte sentir mejor. No solo niegas el poder de tu mente para estar molesto o inquieto, sino también niegas su poder para estar pacífico. El poder de la mente se te devuelve cuando simplemente puedes decir que estabas equivocado y que Jesús tiene razón, que él es el maestro que quieres. De este modo no solo liberas al mundo de todo lo que jamás pensaste que era, sino que liberas al ego de todo lo que jamás pensaste que era también.


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LECCIÓN 132 Comentada por Oscar Gómez Díez

Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era.

Ayer hablamos que la única verdad es Dios y sus manifestaciones, y que todo lo que Dios no ha creado es falso, es ilusorio. Hoy procedemos a aplicar este principio, y la lección  lo plantea de una manera contundente, y quizás sorprendente para algunos:

"¡El mundo no existe! Éste es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar."  si afirmamos que el mundo no existe, también estaríamos afirmando que el ego y todo su sistema de creencias no existen. Afirmar que el mundo no existe, y todo lo que se desprende de esto es importante para liberarnos del mismo, ¿pero es suficiente? 

"Los pensamientos que albergas son poderosos, y los efectos que las ilusiones producen son tan potentes como los efectos que produce la verdad."

"El poder de las creencias es ciertamente formidable." 

Quién cree en la realidad de este mundo, no se le puede convencer cuestionando los efectos de sus pensamientos, pues lo que haría es reforzarlos;  recordemos que el ego siempre quiere tener la razón. Pero si ponemos en tela de juicio la fuente  de sus pensamientos, se abre una luz de esperanza y libertad en dichas mentes. 

Así que si nos proponemos trabajar sobre las causas, y actuar sobre nuestra mente, podremos cambiar de mentalidad, y por lo tanto, cambiar nuestros pensamientos sobre el mundo. De esta manera respondemos a la pregunta "¿Qué es lo que mantiene al mundo prisionero sino tus propias creencias?" ese sistema de creencias, es lo que podemos cambiar. Y que puede salvar al mundo?  La respuesta es nuestro propio Ser. Pero el mundo que salvamos, no es el mundo físico con todas las personas y objetos, sino nuestro mundo interior, nuestra percepción del mundo,  el mundo que hemos  inventado y sustentado con nuestro sistema de creencias. El mundo exterior no es sino un reflejo de nuestro mundo interior. 

EL PERDÓN Y EL TIEMPO:

Cuando perdonamos nos  liberamos del tiempo. 

"Liberas al pasado de todo lo que antes pensabas."

"Liberas al futuro de todas tus viejas ideas de ir en busca de lo que realmente no deseas encontrar."

"El único tiempo que queda ahora es el presente."

"Aquí, en el presente, es donde el mundo queda liberado."

Esto solo es posible a través del perdón. Pues toda sanación es una sanación del pasado. Al liberarnos del pasado, también nos liberamos del futuro, pues este no seguirá siendo una proyección del pasado, experimentado cómo miedo y fantasías. Al sanar el pasado y el futuro, habremos colapsado el tiempo. sólo queda el presente,  lo único real, la puerta que nos conecta con la eternidad. 

"Pues al dejar que el pasado quede cancelado y al liberar el futuro de tus viejos temores, encuentras escape y se lo ofreces al mundo." El perdón nos libera del mundo, del tiempo, del ego, de todas nuestras culpas y miedos. 

"ERES  TAL  COMO  DIOS  TE CREÓ."

"Eres tal como Dios te creó. No hay lugar en el que puedas sufrir, ni tiempo que pueda alterar tu eterna condición. ¿Cómo iba a poder existir un mundo de espacio y tiempo, si tú sigues siendo tal como Dios te creó?" el perdón nos conduce necesariamente al origen de lo que somos, pues todos los obstáculos que ocultaban el amor que somos, han sido removidos. 

Recordemos que perdonamos todo lo que no es verdad, todo lo que no es amoroso en nosotros. 

"El mundo en sí no es nada. Tu mente tiene que darle significado. Y lo que contemplas en él es la representación de tus deseos, de modo que puedas verlos y creer que son reales." El mundo, como el tiempo y las circunstancias que parecen ocurrirnos son neutros, nosotros le damos o le quitamos significado, según lo interpretemos con el ego o con el Espíritu Santo. Por eso no somos víctimas del mundo ni de las circunstancias, somos víctimas de nuestros pensamientos y deseos. El mundo que experimentamos es el mundo que pensamos. Al cambiar nuestros pensamientos cambia nuestro mundo. 

"No hay ningún mundo aparte de lo que deseas, y en eso radica, en última instancia, tu liberación."

La sanación está en nuestras manos, cuando asumimos la dirección de nuestra mente por  los senderos del amor y el  perdón. "Cambia de mentalidad con respecto a lo que quieres ver, y el mundo cambiará a su vez."

La lección nos dice que no todo el mundo está listo ahora para aceptar los postulados del Curso sobre el mundo y cómo liberarnos del mismo, así que  cada cual decide hasta dónde está dispuesto a llegar en este momento. La curación será el regalo que reciban aquellos que decidan dar el paso de liberar al mundo de nuestros pensamientos de culpa y dolor. Pero esta lección de perdón y sanación la tendremos que hacer todos en algún momento. Y será comprensible para cada cual, ya sea por discernimiento, por una crisis emocional, por estar al borde de la muerte o por seguir las enseñanzas que el Curso nos ofrece. Pero todos en algún momento de nuestras vidas volveremos nuestra mirada hacia nuestro mundo interior, la fuente de nuestros pensamientos y procederemos a sanarlos. 

"La idea de hoy es verdad porque el mundo no existe. Y, si en verdad éste no es más que un producto de tu imaginación, puedes entonces liberarlo de todo lo que jamás pensaste que era, cambiando simplemente todos aquellos pensamientos que le daban su apariencia."

El Curso de Milagros es sobre las causas, no sobre los síntomas; los efectos se  resuelven cuando sanamos la fuente de nuestros conflictos. 

"El mundo no existe aparte de tus ideas porque las ideas no abandonan su fuente, y tú mantienes el mundo intacto en tu mente mediante tus pensamientos." cambiemos la interpretación del mundo que veníamos haciendo desde el ego, a una interpretación desde el amor y el perdón bajo la guía del Espíritu Santo. 

PROPÓSITO:

"Nuestro propósito hoy es liberar al mundo de todos los pensamientos vanos que jamás hayamos tenido acerca de él y acerca de todos los seres vivientes que vemos en él."

PRÁCTICA:

Aquiétate durante 15 minutos, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:

"Yo que sigo siendo tal como Dios me creó quiero liberar al mundo de todo lo que jamás pensé que era. Pues yo soy real  porque el mundo no lo es. Y quiero conocer mi propia realidad"

"Luego simplemente descansa, alerta pero sin tensión, y permite que en la quietud se efectúe un cambio en tu mente, de manera que el mundo pueda quedar libre junto contigo."

Permite que el Espíritu Santo en ti opere sanando tu mente de todo pensamiento falso, de todo pensamiento no amoroso. La paz y tranquilidad que experimentes te indicaran la liberación del mundo de conflictos que percibías hasta ahora. 

RESPUESTA A LA TENTACION"

Cada vez que percibas una situación conflictiva, repite con frecuencia estas frases que te ayudarán a cambiar de mentalidad respecto al mundo:

"Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era, y en lugar de ello elijo mi propia realidad."

Hoy podemos liberarnos del mundo de conflicto y dolor que habíamos inventado. Hoy podemos reconocer que somos tal como Dios nos creó: inocentes, amorosos, invulnerables, y por lo tanto, el mundo que vemos no es real, y decidimos soltarlo, liberarlo, permitiendo que el mundo real del perdón y el amor irradie desde nuestro corazón hacia el mundo, bendiciéndolo con nuestra paz y con nuestro perdón.

 Si yo sano, el mundo sanará conmigo. Tomemos esta decisión ahora, pues siempre será ahora que el amor nos abriga con su dulce presencia, con su tierna sonrisa, recordándonos la  realidad de lo que somos: amor y nada más que amor. 


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