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LECCIÓN 88
Hoy repasaremos estas ideas:
1. (75) La luz ha llegado.
2 Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. 3 La salvación es una decisión que ya se tomó. 4 El ataque y los resentimientos no existen como opciones. 5 Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está. 6 La luz ha llegado.7 Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. 8 La luz ha reemplazado a la obscuridad, y ésta ha desaparecido.
2. Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:
2 Esto no puede mostrarme la obscuridad, pues la luz ha llegado.
3 Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver.
4 No quiero ver en esto más que lo que realmente se encuentra ahí.
3. (76) No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
2 He aquí la perfecta declaración de mi libertad. 3 No me gobiernan otras leyes que las de Dios. 4 La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. 5 Sufro únicamente porque creo en ellas. 6 Pero en realidad no me afectan en absoluto. 7 Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. 8 Y las Suyas son las leyes de la libertad.
4. Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:
2 Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
3 Veo únicamente las Leyes de Dios operando en esto.
4 Que sean las Leyes de Dios las que operen en esto y no las mías.
LECCIÓN 88
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús nos dice:
Hoy repasaremos estas ideas:
1. (75) La luz ha llegado
Jesús, nos dice, muchas veces, que ya hemos sido salvados del sueño de la separación y que le debemos agradecer a Dios por:
_“habernos dado Tu Palabra de que hemos sido salvados.”
(Lección 234 Padre, hoy vuelvo a ser Tu Hijo.).
Ya hemos visto que la separación nunca ocurrió sino que pensamos que así fue. Como producto, de esa creencia, la mente colectiva, que se creyó separada de Dios, fabrica al mundo y al cuerpo. Ese es el fundamento de la Expiación en la cual tenemos a todo momento, si queremos hacerlo, la oportunidad de entregarle al Espíritu Santo nuestros errores para que los corrija e ir sanando nuestra mente, de tal manera, que podamos de ir hacia la luz existente en nuestra mente con la cual podamos mirar el mundo con la visión de Cristo y ver así el mundo real: el mundo perdonado, el mundo del Amor de Dios.
Para alcanzar el mundo real, en nuestra mente, tenemos el perdón que es el único medio para alcanzar la visión de Cristo y superar el ataque hacia nuestros hermanos y nosotros mismos y trascender el pecado o separación, la culpa y el miedo del ego. Creamos, convenciéndonos de su certeza, que la luz ha llegado. Necesitamos recuperar nuestra paz interior, tener pensamientos amorosos para extender al mundo que veamos, de tal manera, que no contribuyamos a una mayor separación y conflicto. Esta es la mayor contribución que les podemos hacer a nuestros hermanos que creen sufrir en este mundo de conflicto. Digo, creen, porque realmente un Hijo de Dios no puede sufrir si no ha sido esa su decisión. Es posible que, en este mundo de sueño, el cuerpo pueda afectarse pero nuestra mente no la puede afectar nada ni nadie, si no lo queremos. Recordemos la lección 31 No soy víctima del mundo que veo.
Jesús nos dice que las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:
Esto no puede mostrarme la obscuridad, pues la luz ha llegado.
La obscuridad del ego llámese resentimientos, conflictos, miedo, culpa, ataque-defensa, relaciones especiales, separación, sufrimiento, sacrificio, etc., no puede impedir que vea la luz que me habita cuando reconozco mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Esa es mi voluntad y me decido a no hacerle caso al ego que quiere sumirme en la obscuridad.
Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver.
Comparto con mi hermano todas las características de Hijo de Dios. Cuando no acepto esto caigo en la culpabilidad porque quiero que mi hermano sea cosa distinta de lo que es como Hijo de Dios. Ataco su verdadera identidad y, por ende, la mía porque somos uno. Dar es lo mismo que recibir, nos ha enseñado Jesús. Si doy amor, recibo amor. Si doy ataque, recibo ataque.
No quiero ver en esto más que lo que realmente se encuentra ahí.
Con la visión de Cristo, veo la luz, donde antes veía obscuridad y conflicto. Me centro en el presente y cualquier situación que sienta que me incomode, la perdono. No permito que el pasado sea la luz que me guíe. Todo lo que vea será una oportunidad para perdonar y lo puedo convertir en un milagro al corregir los pensamientos no amorosos del ego por los pensamientos amorosos del Espíritu Santo.
2. (76) No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
Si la luz ha llegado a nuestras mentes podemos ver un mundo diferente del mundo de la separación, del conflicto, del ataque, de la culpa, del miedo donde las leyes del mundo del ego no nos gobiernen. Donde veamos, a un hermano, como un Hijo de Dios, no como un enemigo o un competidor al que hay que vencer a como dé lugar pues, es él o soy yo; donde se trabaje, siempre, por la unidad y no por la separación; donde se vea siempre la inocencia en mis hermanos y no la culpa; donde se privilegié siempre la paz, en lugar del conflicto; donde nos relacionemos con los demás mediante expresiones de amor - de amabilidad, de alegría, de respeto, de bondad - y no mediante peticiones de amor o de ayuda - con miedo e ira - ; donde tengamos mente abierta y no cerrada; donde, sólo, haya dicha y felicidad y no sufrimiento y sacrificio; donde haya responsabilidad y no victimismo; donde haya seguridad y no inseguridad, etc. Todo esto tiene que ver con las leyes de Dios. Hacia estos aspectos es hacia donde debemos trabajar. Recordemos la lección 74 No hay más voluntad que la de Dios. Y la Voluntad de Dios es que seamos felices, es decir, que cumplamos sus leyes para poder lograrlo.
Jesús nos dice que para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:
Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
La manera como vea cualquier situación me indica el maestro que está al frente de mis pensamientos. Las leyes del ego: de la separación, del conflicto, del miedo y la culpa, de los resentimientos…no son reales, es decir, no fueron creadas por Dios. Son sólo producto de las ilusiones del ego en las que decido creer y, en la medida en que crea en ellas, no puedo sino perder la paz y sufrir. Pero, si pido la Ayuda divina y perdono, cambiaré mi percepción y veré con las leyes de Dios: de la Unidad, del Amor, de la paz, de la bondad, de la felicidad.
Veo únicamente las Leyes de Dios operando en esto.
En el instante santo sólo prevalecen las leyes de Dios. Se presenta la perfecta unidad con mis hermanos y con Dios, dejo de lado el pasado y voy más allá del cuerpo al trascender las leyes del espacio y el tiempo. Y sentimos una dicha y paz plenas al reconocer nuestra verdadera santidad y plenitud en Dios. Esto es posible lograrlo con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús y sanando los conflictos con el perdón. Cuando se tienen esos instantes santos se avanza muchísimos años a nivel espiritual. La meta sería hacer de cada instante un instante santo para que se dé una perfecta unión con Dios.
Que sean las Leyes de Dios las que operen en esto y no las mías.
Ante cualquier situación que se nos presente siempre estamos eligiendo entre las leyes de Dios y las del ego. Podemos decidirnos a seguir únicamente las leyes de Dios que nos producen paz y amor, paz y amor que podemos extender a nuestros hermanos. Siempre está en nuestras manos hacerlo y así avanzar en la salvación.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leerse la introducción al Segundo repaso, realizar la lección como se les propone y escuchar el mensaje de Dios, que los está esperando. No realizarla solos sino con el Espíritu Santo y con Jesús. Sin olvidarse de reír, porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
¡Muchas, muchísimas, bendiciones!
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Lección 88
Repaso II
(75) “La luz ha llegado”
(76) “No me gobiernan otras leyes que las de Dios”
(1:1) (75) «La luz ha llegado.»
“La luz ha llegado porque la luz siempre ha estado en nuestras mentes. Esto se refleja en la primera frase:
(1:2) «Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí.»
Es por eso que “la luz ha llegado”. La luz de la Expiación está en nuestras mentes, pero cuando la elegimos la experimentamos como viniendo a nosotros. En verdad, sin embargo, hemos venido a ella. Dejamos la luz cuando elegimos la oscuridad del ego, y ahora hemos regresado.
Llegar a la luz es la salvación, así como dejarla constituyó el primer ataque, reflejado en los ataques específicos dentro de nuestras vidas que son meramente los fragmentos sombríos del pensamiento original.
(1:3-5) «La salvación es una decisión que ya se tomó. El ataque y los resentimientos no existen como opciones. Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está ahí.»
Dentro del sueño somos libres de creer que podemos elegir el ataque y los resentimientos. En realidad, sin embargo, no elegimos nada, porque el sistema de pensamiento del ego es inexistente. Esto refleja la idea fundamental de que creemos que tenemos el poder de elegir ilusiones, pero la única elección significativa que se nos ofrece es deshacer la creencia en las ilusiones que nunca existieron.
(1:6-8) «La luz ha llegado. Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. La luz ha reemplazado a la obscuridad, y la obscuridad ha desaparecido.»
Cuando elegimos la luz, reconocemos que la oscuridad nunca estuvo allí. En nuestro sueño delirante, creímos en la oscuridad de la separación y el ataque. Sin embargo, cuando elegimos tomar la mano de Jesús y recorrer el sendero que nos despierta del sueño, la oscuridad desaparece y nos damos cuenta de que ni siquiera estaba allí.
Nuestras tres aplicaciones destacan esta elección:
(2:2-4) «Esto no puede mostrarme la obscuridad, pues la luz ha llegado.
Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver.
No quiero ver en esto más que lo que hay ahí.»
Confrontados por las percepciones de especialismo del ego – el mundo oscurecido de culpa, juicio, odio, castigo y miedo – acudimos rápidamente a Jesús para que podamos ver la situación de otra manera. Su visión – todas las personas pidiendo amor o expresándolo; «todas» las personas que comparten la locura del odio del ego y la cordura del perdón del Espíritu Santo – refleja la luz del Cielo. Esta luz, nacida de nuestra igualdad inherente como el Hijo de Dios, ahora la deseamos ver en los demás, porque es lo que deseamos ver en nosotros mismos.
(3:1) (76) «No me gobiernan otras leyes que las de Dios.»
Pasamos un tiempo considerable discutiendo esto cuando leímos la Lección 76, por lo que esta lección es realmente un repaso.
(3:2-3) «He aquí la perfecta declaración de mi libertad. No me gobiernan otras leyes que las de Dios.»
Esto es lo mismo que decir “No hay más voluntad que la de Dios”. Todas las leyes que creemos gobiernan nuestras vidas física y psicológicamente tienen efectos solo porque elegimos ser un ego. Por lo tanto, al elegir ser un individuo separado y colocarnos bajo la guía “divina” del ego, debemos suscribirnos a sus leyes. Por otro lado, cuando elegimos a Jesús como nuestro maestro y nos elevamos por encima del campo de batalla, fuera del sueño, las “leyes” del mundo – que reflejan las “leyes” de la mente equivocada – no tienen ningún poder.
Ahí radica nuestra libertad.
(3:4-6) «La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto.»
Estas son palabras importantes. Por ejemplo, creemos en las leyes del cuerpo: si ingerimos veneno o comemos alimentos dañinos, nos sentimos mal; si nos exponemos a un virus, nos enfermamos. Entonces creemos que nuestra angustia se debe a los elementos nocivos que recibimos del exterior. Sin embargo, la verdad es que solo sufrimos debido a nuestra creencia en estas leyes. Sin embargo, Jesús ciertamente no está diciendo que debemos sentirnos culpables porque nos sentimos mal, pero nos está pidiendo que seamos conscientes de la verdadera fuente de nuestro dolor. Esto no se encuentra en los cuerpos, ni en nada externo, sino en la decisión de la mente de afirmar su individualidad y rechazo de Cristo. Por lo tanto, estamos involucrados con las leyes del odio y su justificación. Esta decisión de separarse, protegida por proyección, es la causa de todo sufrimiento.
(3:7-8) «Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. Y las Suyas son las leyes de la libertad.»
Por otro lado, al elegir aprender de Jesús, aprendemos que las únicas leyes que verdaderamente son válidas son las de Dios. Puesto que nada fuera de Su Mente es real, también debe ser que ninguna ley fuera de Él es válida. Por lo tanto, las leyes del mundo no pueden tener efecto a menos que, una vez más, elijamos creer que sí. Nuestra libertad radica en la decisión de ser libres; sin que nos gobiernen otras leyes excepto las de Dios
Vemos ahora nuestras tres aplicaciones:
(4:2-4) «Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen.
Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto.
Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías.»
Todo lo que percibimos afuera nos muestra que creemos en las “leyes que no existen” del ego. Por lo tanto, nuestra práctica diaria consiste en mirar primero al mundo a través de los ojos del ego de intereses especiales y separados, el reflejo de su ley fundamental de separación. Reconocer esta percepción falsa me permite, a continuación, pedirle a mi nuevo Maestro que me enseñe su corrección. Y así el Espíritu Santo me instruye amablemente en la práctica del perdón, el reflejo en la tierra de la ley del amor de Dios. Independientemente de la situación en la que me encuentre, independientemente del dolor (o el placer) que me proporcione una relación, puedo ver las leyes de Dios reflejadas al ver la oportunidad de aprender cómo los intereses separados conducen al infierno, mientras que el propósito compartido conduce al Cielo que realmente nunca abandoné – el Hogar de las leyes de amor y vida de Dios.”
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 88
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Hoy repasaremos estas ideas:
(75) "La luz ha llegado."
(76) "No me gobiernan otras leyes que las de Dios."
Estas dos lecciones de repaso tienen como denominador común nuestra capacidad de elegir. Elegimos el Amor entendido como luz, y el Amor entendido como la ley de Dios. Las dos lecciones son afirmaciones de la luz y las leyes de Dios, y por ende, una negación de la oscuridad y de las supuestas "leyes" del ego. La dos lecciones son una afirmación de lo que realmente somos y una negación de lo que no somos.
La primera lección de repaso (L76) "La luz ha llegado" parece muy apropiada en un momento que el mundo parece oscurecerse por la pandemia del corona virus, (año 2020) la lección nos muestra una luz de esperanza, nos pide levantar la mirada y contemplar más allá del dolor y la desolación, y ver una luz de esperanza y alegría esperándonos, es la luz del amor, que sana todo miedo, toda creencia en la enfermedad y la muerte.
Perdonamos todo lo que no es amoroso, y volvemos la mirada hacia nuestro interior y podremos ver nuestra luz reflejada, quizás como una voz muy familiar, por un poema, una melodía, un paisaje muy querido, una oración que nos sale del corazón, son situaciones o experiencias que nos recuerdan que la vida palpita en ti, pues tu eres la vida misma, recuérdalo e irradia al mundo el amor que eres. La luz es lo que somos, la habíamos negado y olvidado, pero podemos regresar a ella solo con desearla, con elegirla.
La luz se nos presenta como una elección, realmente no es que llegue a nosotros, pues siempre ha estado en nosotros, realmente elegimos verla, así como habíamos elegido la oscuridad, solo que la oscuridad es una percepción falsa de la realidad. "Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa." y cuando tomo la decisión correcta, podré comprobar que "La luz ha reemplazado a la oscuridad, y la oscuridad ha desaparecido." esta última frase parece situarnos en un "futuro" donde nos hemos realizado en el amor.
Lo que parece que estamos experimentando ahora como humanidad podríamos traducirlo de la siguiente manera:
La luz ha reemplazado a la oscuridad del corona virus, y la oscuridad de la pandemia han desaparecido.
(76) "No me gobiernan otras leyes que las de Dios."
La segunda lección de repaso (L76) nos dice que "No me gobiernan otras leyes que las de Dios" que es lo mismo que afirmar que no me gobiernan otras leyes que las del Amor o de la Luz. Si aceptaremos totalmente esta idea, sin la menor duda, estaríamos ante una "perfecta declaración de mi libertad." y esto es así pues nos habremos liberado de la esclavitud del ego, de la oscuridad, la enfermedad y la muerte. Pero como no me lo he creído, caigo en "La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente." ese es el costo de elegir al ego como mi guía, al verme separado, me sentiré vulnerable frente a los peligros del mundo. Pero si elijo la guía del Espíritu Santo, si elijo al perdón y el amor, "Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios." Elegir es uno de los verbos claves de Un Curso de Milagros. Elije siempre el amor y jamás te equivocaras.
PRÁCTICA:
Recuerda aquietarte durante unos 15 minutos. Revisa las instrucciones que se nos plantea al inicio de este repaso. Recuerda también que vamos a permanecer en silencio para escuchar el mensaje del Espíritu Santo.
Las variantes de las lecciones de práctica están diseñadas para aplicarlas en situaciones especificas que podamos tener durante el día. Así que si se te presenta alguna situación no amorosa puedes decir:
(L75)
"Esto no puede mostrarme la oscuridad, pues la luz ha llegado."
Puedes utilizar por ejemplo, esta variante:
La oscuridad que esta pandemia parece mostrarme, no existe, pues la luz ha llegado.
"Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver."
Aplica esta variante para aquellos hermanos que se sienten enfermos o que tienen miedo de enfermar o morir.
(L76)
"Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen."
Puedes utilizar por ejemplo, esta variante:
Mi percepción de esta pandemia me muestra que creo en leyes que no existen.
"Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto."
"Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías."
Puedes utilizar por ejemplo, esta variante:
Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen sobre esta pandemia que creo percibir, y no las mías.
Hoy más que nunca es necesario llevar las aplicaciones prácticas de las lecciones a las experiencias que estamos viviendo en estos momentos. Elijamos la luz del amor, y las leyes de Dios, y dejémonos arropar por ellas, la oscuridad desaparece ante la presencia de la luz, así como el miedo desaparece ante la presencia del amor.
TEXTO
CELEBRANDO EL MILAGRO
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