Diccionario de un Curso de Milagros: La Valía
18. El milagro es un servicio. ²Es el máximo servicio que le puedes prestar a otro. ³Es una manera de amar al prójimo como a ti mismo, ⁴ en la que reconoces simultáneamente tu propia valía y la de él.
(T1.I.18)
10. Mientras continúe habiendo percepción, la oración será necesaria. 2 Puesto que la percepción se basa en la escasez, los que perciben no han aceptado totalmente la Expiación ni se han entregado a la verdad. 3 La percepción se basa en un estado de separación, así que todo aquel que de alguna manera percibe tiene necesidad de curación. 4 El estado natural de los que gozan de conocimiento es la comunión, no la oración. 5 Dios y Su milagro son inseparables. 6 ¡Cuán bellos son en verdad los Pensamientos de Dios que viven en Su Luz! 7 Tu valía está más allá de la percepción porque está más allá de toda duda. 8 No te percibas a ti mismo bajo ninguna otra luz. 9 Conócete en la Única Luz en la que el milagro que eres se alza en perfecta claridad. (T3.V.10)
7. El que enseñes o aprendas no es lo que establece tu valía. 2 Tu valía la estableció Dios. 3 Mientras sigas oponiéndote a esto, todo lo que hagas te dará miedo, especialmente aquellas situaciones que tiendan a apoyar la creencia en la superioridad o en la inferioridad. 4 Los maestros tienen que tener paciencia y repetir las lecciones que enseñan hasta que se aprendan. 5 Yo estoy dispuesto a hacer eso porque no tengo derecho a fijar los límites de tu aprendizaje por ti. 6 Una vez más, nada de lo que haces, piensas o deseas es necesario para establecer tu valía. 7 Este punto no es debatible excepto en fantasías. 8 Tu ego no está nunca en entredicho porque Dios no lo creó. 9 Tu Espíritu no está nunca en entredicho porque Él lo creó. 10 Cualquier confusión al respecto es ilusoria, y mientras esta ilusión perdure ninguna forma de dedicación es posible.
(T4.I.7)
7. Sólo un Hijo de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otro. 2 En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo. 3 Siempre te enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios y lo hace con infinita paciencia, nacida del Amor infinito en nombre del cual habla. 4 Todo ataque es un llamamiento a Su paciencia, puesto que Su paciencia puede transformar los ataques en bendiciones. 5 Los que atacan no saben que son benditos. 6 Atacan porque creen que les falta algo. 7 Por lo tanto, comparte tu abundancia libremente y enseña a tus hermanos a conocer la suya. 8 No compartas sus ilusiones de escasez, o te percibirás a ti mismo como alguien necesitado.
(T7.VII.7)
2. La gracia es el estado natural de todos los Hijos de Dios. 2 Cuando no están en estado de gracia, están fuera de su medio ambiente y, por lo tanto, no se desenvuelven bien. 3 Todo lo que hacen les produce tensión porque no fueron creados para el medio ambiente que ellos mismos se han labrado. 4 No pueden, por lo tanto, adaptarse a él ni hacer que dicho ambiente se adapte a ellos. 5 De nada sirve intentarlo. 6 Un Hijo de Dios es feliz únicamente cuando sabe que está con Dios. 7 Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corresponde estar. 8 Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar.
(T7.XI.2)
8. Siempre que pongas en duda tu valía, di: 2 Dios Mismo está incompleto sin mí.
(T9.VII.8)
10. Eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. 2 Nadie más puede ocupar tu lugar en Ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto simplemente aguardará tu regreso. 3 Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. 4 Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. 5 No puedes reemplazar al Reino ni puedes reemplazarte a ti mismo. 6 Dios, que conoce tu valía, no lo permitiría y, por lo tanto, no puede suceder. 7 Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. 8 Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. 9 Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.
11. Sin embargo, si la verdad es indivisible, tu evaluación de ti mismo tiene que ser la misma que la de Dios. 2 Tú no estableciste tu valía, y ésta no necesita defensa. 3 Nada puede atacarla ni prevalecer contra ella. 4 No varía. 5 Simplemente es. 6 Pregúntale al Espíritu Santo cuál es tu valía y Él te lo dirá, pero no tengas miedo de Su respuesta, pues procede de Dios. 7 Es una respuesta exaltada por razón de su Fuente y como la Fuente es verdad, la respuesta lo es también. 8 Escucha y no pongas en duda lo que oigas, pues Dios nunca engaña. 9 Él quiere que reemplaces la creencia del ego en la pequeñez por Su Propia Respuesta exaltada de lo que tú eres, de modo que puedas dejar de ponerla en duda y la conozcas tal como es.
(T9.VIII.10;11)
6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2 El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3 En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. 4 No es mi mérito lo que te aporto, sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5 Cuando no te consideras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. 6 Cuando dije: “Mi paz os doy”, eso es exactamente lo que quise decir. 7 La paz te llega de parte de Dios por mediación mía. 8 Es para ti aunque tú no la pidas.
7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. 2 Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. 3 Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. 4 Yo puedo curarte porque te conozco. 5 Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6 Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7 Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje y ese mensaje es verdad. 8 Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí.
(T10.III.6;7)
2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como Espíritu. 2 Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3 Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4 Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5 Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Padre. 6 Dios está en tu memoria por causa de Él. 7 Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8 Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo.
3. Tú no deseas el mundo. 2 Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3 Eso le confiere la única realidad que tendrá jamás. 4 Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5 De la misma forma en que la propia valía procede de la auto-extensión, de igual modo la percepción de la propia valía procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6 Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece.
(T12.VI.2;3)
5 En el instante santo compartimos la fe que tenemos en el Hijo de Dios porque juntos reconocemos que él es completamente digno de ella, y en nuestro aprecio de su valía no podemos dudar de su santidad. 6 Y, por lo tanto, le amamos.
(T15.VI.2.5-6)
3. Es imposible sobrestimar la valía de tu hermano. 2 Sólo el ego hace eso, pero ello sólo quiere decir que desea al otro para sí mismo y, por lo tanto, que lo valora demasiado poco. 3 Lo que goza de incalculable valor obviamente no puede ser evaluado. 4 ¿Eres consciente del miedo que se produce al intentar juzgar lo que se encuentra tan fuera del alcance de tu juicio que ni siquiera lo puedes ver? 5 No juzgues lo que es invisible para ti o, de lo contrario, nunca lo podrás ver. ªMás bien, aguarda con paciencia su llegada. 6 Se te concederá poder ver la valía de tu hermano cuando lo único que le desees sea la paz. 7 Y lo que le desees a él es lo que recibirás.
4. ¿Cómo podrías estimar la valía de aquel que te ofrece paz? 2 ¿Qué otra cosa podrías desear, salvo lo que te ofrece? 3 Su valía fue establecida por su Padre, y tú te volverás consciente de ella cuando recibas el regalo que tu Padre te hace a través de él. 4 Lo que se encuentra en él brillará con tal fulgor en tu agradecida visión, que simplemente lo amarás y te regocijarás. 5 No se te ocurrirá juzgarlo, pues, ¿quién puede ver la faz de Cristo y aun así insistir en que juzgar tiene sentido? 6 Pues esa insistencia es propia de aquellos que no ven. 7 Puedes elegir ver o juzgar, pero nunca ambas cosas.
7. ¿Cómo ibas a poder calcular la valía de quien te ofrece semejante regalo? 2 ¿Cambiarías ese regalo por otro? 3 Ese regalo restituye las Leyes de Dios nuevamente a tu memoria. 4 Y sólo por recordarlas, te olvidas de las leyes que te mantenían prisionero del dolor y de la muerte. 5 No es éste un regalo que el cuerpo de tu hermano te pueda ofrecer. 6 El velo que oculta el regalo, también lo oculta a él. 7 Él es el regalo, sin embargo, no lo sabe. 8 Tú tampoco lo sabes. 9 Pero ten fe en que Aquel que ve el regalo en ti y en tu hermano lo ofrecerá y lo recibirá por vosotros dos. 10 Y a través de Su visión lo verás, y a través de Su entendimiento lo reconocerás y lo amarás como tuyo propio.
(T20.V.3;4;7)
8. Verás tu valía a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será liberado cuando vea a su salvador en el lugar donde antes pensó que había un agresor.
(T22.VI.8.1)
3. ¿Cómo ibas a poder reconocer tu valía mientras te domine el deseo de ser especial?
(T24.VII.3.1)
10. ¿Cómo se le iba a poder privar de algo a aquel que todo lo merece? 2 Pues eso sería una injusticia, y ciertamente no sería justo para toda la santidad que hay en él, por mucho que no la reconozca. 3 Dios no sabe de injusticias. 4 Él no permitiría que Su Hijo fuera juzgado por aquellos que quieren destruirlo y que no pueden ver su valía en absoluto.
(T25.VIII.10.1-4,)
11. ¡Que la paz sea contigo a quien se le ofrece curación! 2 Y comprenderás que se te da la paz cuando aceptas la curación para ti mismo. 3 No necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has beneficiado de ella. 4 Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. 5 Tu curación, así como la de tu hermano, será uno de sus efectos. 6 Dondequiera que vayas contemplarás sus múltiples efectos. 7 Todos los testigos que contemples, no obstante, serán sólo una fracción de los que realmente existen. 8 La infinitud no se puede entender contando todas sus partes separadas. 9 Dios te da las gracias por tu curación, pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo y, por lo tanto, un regalo que se le hace a Él.
(T25.VII.11)
2. No dejes que las formas que adoptan te engañen, 2 pues los ídolos no son sino substitutos de tu realidad. 3 De alguna manera crees que completan tu pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que percibes como peligroso, en el que hay fuerzas que se han aglutinado a fin de quebrantar tu confianza y destruir tu paz. 4 Crees que los ídolos tienen el poder de remediar tus deficiencias y de proporcionarte la valía que no tienes. 5 Todo aquel que cree en ellos se convierte en esclavo de la pequeñez y la pérdida.
(T30.VIII.2.1-5)
2. La salvación es un des-hacer. 2 Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen ningún sentido. 3 Alguien aparece y luego desaparece al morir; otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. 4 Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo un instante después. 5 ¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio? a ¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo?
(T31.VI.2.1-5)
3. Da gracias de que Él no te haya abandonado y de que Su Amor por siempre refulgirá sobre ti, eternamente inalterable. 2 Da gracias asimismo por tu inmutabilidad, pues el Hijo que Él ama es tan inmutable como Él Mismo. 3 Agradece que se te haya salvado. 4 Alégrate de tener una función que desempeñar en la salvación. 5 Siéntete agradecido de que tu valía exceda con mucho los míseros regalos que le diste a quien Dios creó como Su Hijo y los mezquinos juicios que emitiste en su contra.
(L123.3)
3. Escápate hoy de las cadenas con las que aprisionas a tu mente cuando percibes la salvación aquí. 2 Pues aquello que valoras lo consideras parte de ti tal como te percibes a ti mismo. 3 Todo aquello que persigues para realzar tu valor ante tus propios ojos te limita todavía más, oculta de tu conciencia tu valía y añade un cerrojo más a la puerta que conduce a una verdadera conciencia de tu Ser.
(L128.3)
1. No seamos hoy ni arrogantes ni falsamente humildes. 2 Ya hemos superado tales necedades. 3 No podemos juzgarnos a nosotros mismos ni hace falta que lo hagamos. 4 Eso no haría más que aplazar la decisión que tenemos que tomar y demorar nuestro compromiso con nuestra función. 5 No es a nosotros a quien corresponde juzgar nuestra valía, ni tampoco podríamos saber cuál es el mejor papel para nosotros o qué es lo que podemos hacer dentro de un plan más amplio que no podemos captar en su totalidad. 6 Nuestro papel se nos asigna en el Cielo, no en el infierno. 7 Y lo que pensamos que es debilidad puede ser fortaleza, y lo que creemos que es nuestra fortaleza a menudo es arrogancia.
(L154.1)