LECCIÓN 214



Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí


LECCIÓN 214


 

No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (194) Pongo el futuro en Manos de Dios.

 

²El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. ³Ahora estoy libre de ambos. ⁴Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. ⁵Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.


 

⁶No soy un cuerpo. ⁷Soy libre.
⁸Pues aún soy tal como Dios me creó.


AUDIOS de la Lección 214
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 214
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


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a través de Martin Musarra


Lección 214
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda













































LECCIÓN 214

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

(194) Pongo el futuro en Manos de Dios.

El pasado ya pasó y el futuro aún no ha tenido lugar. Ahora me he liberado de ambos. Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Pongo el futuro en manos de Dios.

Jesús nos asegura que
_”El pasado ya pasó y el futuro aún no ha tenido lugar”_.
 
Esto, que es de sentido común, lo podemos aceptar, lógicamente, pero, en la práctica, sabemos que no es tan fácil. Y nos cuesta aceptarlo porque volvemos al inevitable tema de la creencia en la separación de Dios que siempre está presente en nuestras vidas. El pasado no lo soltamos porque hace referencia a la culpa que sentimos  por la creen cia en la separación  de Dios, culpa que se actualiza, permanentemente, con todos los sentimientos de fracaso e insuficiencia ante los requerimientos del mundo del ego que continuamente están cambiando. Si no nos amoldamos a ellos nos sentimos mal y creemos ser mal vistos desvalorizándonos ante nuestros propios ojos. 

El futuro tiene conexión con el miedo de algo terrible que nos va a pasar, que no sabemos exactamente que es. El miedo, también hace referencia a la ancestral creencia en la separación de Dios: creemos que Dios está furioso y en cualquier momento nos va a castigar. 

Jesús nos dice:
 _”Ahora estoy libre de ambos”_.
 
Jesús, nos hace el llamado a estar en el presente. Este llamado lo escuchamos, continuamente, por muchas corrientes espirituales y psicológicas. Pero mientras estemos ligados al pasado por la culpa y al futuro por el miedo, no podremos estar en el presente. Jesús, nos da las herramientas para estarlo: el perdón, los milagros, la Expiación, la relación santa, el instante santo. 

En el instante santo estamos en un eterno presente donde nos sentimos completamente unidos a Dios y a nuestros hermanos. Donde no hay ningún lugar para la tristeza, el dolor y las preocupaciones por el cuerpo. Cada instante que se le entrega a Dios, con el anterior ya entregado, se constituye en el tiempo en que toda tristeza, dolor y sufrimiento se libera. Se trata de confiar en Dios y poner el futuro en sus manos. 

De Dios sólo podemos esperar lo mejor:

_”Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece”_.

Todo lo que nos sucede puede contribuir a la salvación si me centro en el presente y perdono. Lo importante es el propósito que hay detrás de ello y este depende del maestro que escojamos para verlo. Si escogemos al ego, veremos conflictos. Si escogemos al Espíritu Santo, veremos milagros y paz.

Confiemos en Quien sabe. Nosotros no tenemos todos los elementos en relación al futuro, pero Dios si los tiene. Dejemos que Dios, a través del Espíritu Santo y de Jesús, nos guíe. 

Proceso de práctica de la lección

1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche. 

Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.
 

Repite y reflexiona sobre estas ideas de Jesús:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Pongo el futuro en Manos de Dios.

El pasado ya pasó y el futuro aún no ha tenido lugar. Ahora me he liberado de ambos. Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Cierra los ojos. Aquieta la mente. Nos olvidamos del miedo del ego y recordamos el amor que somos como Hijos de Dios.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y  dices:

No quiero este pensamiento. El que quiero es: Pongo el futuro en manos de Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.

La idea de hoy es:
Pongo el futuro en manos de Dios.


2. Recordatorios cada hora.

Repite:

No soy un cuerpo.  Soy libre pues aún soy tal como Dios me creó.

_ Pongo el futuro en manos de Dios_.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.

3. Respuesta a la tentación.

No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.

 Le dices:
 No quiero este pensamiento. El que quiero es: Pongo el futuro en manos de Dios. 

Les deseo muchas experiencias de esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la introducción, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda















LECCIÓN 214 
Kenneth Wapnick

(1) (194) Pongo el futuro en las manos de Dios. 

El pasado ya pasó y el futuro aún no ha tenido lugar. Ahora me he liberado de ambos. Pues  lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece. 

La lección 194, como recordarán, se centra en el instante santo, en el que no hay separación de Dios porque nos hemos unido al amor de Jesús. En ese amor no puede haber ningún pensamiento de separación, y por lo tanto ningún pecado, culpa, o miedo para protegerlo. Sin estas defensas, no hay nada en nuestras mentes que proyectar: ni pecado (el pasado), ni culpa (el presente del ego), ni miedo (el futuro). En ese momento, entonces, simplemente aceptamos el Amor de Dios, que siempre ha estado presente en nosotros.















LECCIÓN 214

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

1. (194) "Pongo el futuro en Manos de Dios."

 Esta lección está centrada en la  relación tiempo y eternidad, y el  instante santo como el momento en el que experimentamos la paz y el amor. En el instante santo sanamos nuestras miedos y desdichas, llevándonos hasta el mundo real, poniéndonos ante las puertas del Cielo. Lograr esto sería un paso gigantesco en nuestra liberación. 

"El pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. Ahora estoy libre de ambos. Pues lo que Dios da sólo puede ser para el bien. Y acepto únicamente lo que Él da como lo que me pertenece." (L - 214)
Lo que Dios da me pertenece para siempre, pues sus regalos son eternos. Regalos como el amor, la paz y felicidad los podemos experimentar en el ahora, en el instante santo, como un reflejo que nos llega desde la eternidad. 

LA ILUSIÓN DEL TIEMPO:

El tiempo es una de las grandes ilusiones de este mundo, junto con la creencia que somos un cuerpo, o el miedo a la muerte. 

Nos experimentamos como un cuerpo que se deteriora con el paso del tiempo para luego morir. La muerte es nuestro mayor miedo, el mayor castigo al que supuestamente Dios nos sometió al desafiarlo. Condenados a sufrir carencias, dolor y sufrimiento hasta que la condena final de la muerte nos llegue de manera ineluctable. 

Todo nuestro sistema de creencias se basa sobre la relación cuerpo, tiempo y muerte, son  las creencias que sustentan al ego, tras ellas subyace la culpa que moldea el mundo en el que creemos vivir, es la prisión que nos hemos inventado, somos esclavos de nuestras propias percepciones, condenados por nuestros propios pensamientos de pecado, culpa y miedo. 

Tras la  separación creímos abandonar la eternidad, y en nuestra huida culposa, nos inventamos el tiempo lineal creyendo eludir la ley de causa y efecto. Creyendo que establecíamos una brecha entre el pecado y el castigo. Así el momento del pecado original (pasado),  lo  arrastramos y experimentamos como un presente de culpabilidad, para proyectarlo luego como un futuro lleno de miedos y temores por el inevitable castigo divino. 

De tal manera que el futuro no es más que la continuidad del pasado, y el presente, que es el único tiempo real, no lo experimentamos, debido a que lo que hacemos es revivir a través de la culpa un pasado que lo sentimos como presente. Pareciera que estuviésemos encadenados por el tiempo,  sin posibilidad de escapatoria. De esta manera reconocemos la inevitabilidad de la muerte, y por lo tanto, la realidad del tiempo. Con ello negamos tanto a la  eternidad como a Dios y nos negamos como el Hijo de Dios que goza de Sus mismos atributos. 

Jesús es muy consciente de lo profundamente arraigada que está en nuestras mentes la creencia en el tiempo, así que nos dice que  "No se te pide, por lo tanto, que entiendas que el tiempo no tiene realmente una secuencia lineal."  (L - 194) en estos momentos nos parece más real el tiempo que la eternidad, así que se nos invita a practicar instantes santos, momentos en que nos aquietemos y en silencio nos sumerjamos en el ahora. El ahora es la ventana que nos conecta con la eternidad. 
"Y mediante tu experiencia comprobarás que también has puesto en Sus Manos el pasado y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y ya no tendrá sentido tener miedo del futuro." (L - 194)

Cuando decimos "Pongo el futuro en Manos de Dios."  es lo mismo que decir, dejo de tener miedo al futuro, dejo de tener miedo a un hipotético castigo de Dios, dejo de tener miedo a la muerte, y me pongo en los amorosos brazos de la paz y la dicha del Señor de la eternidad, 

EL INSTANTE SANTO:

El ahora, el momento presente, el instante santo, es el único tiempo real, el pasado no existe, es un recuerdo, ya pasó, y el futuro no existe ni existirá, pues cuando el futuro "llegue" es presente. El futuro es la forma como manifestamos nuestros miedos, nuestros temores y ansiedades. El futuro no es más que una proyección mental de nuestro pasado, una continuidad mental que se salta el momento presente. Si situamos nuestra mente en el ahora el ego no podría sobrevivir ante la  presencia de la eternidad, ante la presencia del amor que sana todo miedo, ante la presencia de la paz que sana todo conflicto. 

Cada momento presente, observado con nuestro  silencio interior, en ausencia de todo juicio, tiene un efecto sanador extraordinario. Cada ilusión contemplada en el momento presente se diluye en ese instante santo, y en la medida que practicamos más y más instantes santos, el ahora se nos convierte en el único presente, en una eternidad de amor y paz que colapsa el tiempo, el pasado y el futuro desaparecen ante cada instante santo.

"Y así, cada instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entregado a Él de antemano, es un tiempo en que te liberas de la tristeza, del dolor y hasta de la misma muerte." (L - 194)

TIEMPO Y ETERNIDAD:

Cuando pones el futuro en manos de Dios, pones tu vida en manos de la eternidad que eres, recuerdas tu origen y tu verdadera identidad como perfecto Hijo de Dios, inmortal e invulnerable, todo miedo y toda incertidumbre desaparecen y la culpa ya no te atormentara más. 

"Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu presente." (L - 194) cuando  elegimos poner el futuro en manos de Dios, cuando recordamos Su Amor, nos estamos entregando a la totalidad que somos, nos estamos entregando a la eternidad.  Pasado y futuro "Para Él son lo mismo, y, por lo tanto, deberían ser lo mismo para ti también." (L - 194) El tiempo es solo una ilusión que se cree separada de la eternidad. Y ¿que son el pasado y el futuro dentro de la eternidad? Un fugaz momento, que desaparece inmediatamente despertemos del sueño de creernos separarnos del Cielo. 

"Libera el futuro. Pues el pasado ya pasó, y el presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del cautiverio de las ilusiones, por las que ha venido recorriendo su despiadado e inevitable curso." (L - 194)

En un principio no alcanzamos a dimensionar lo que verdaderamente significa liberarnos de la ilusión del tiempo y adentrarnos a la eternidad al aceptar y vivir el ahora, pues quizás aún nos falta muchas culpas que perdonar para hacer más ligero nuestro pasado y sanar muchos miedos futuros, de ahí que Jesús nos dice que, "Si pudieses ver la lección de hoy como la liberación que realmente representa, no vacilarías en dedicarle el máximo esfuerzo de que fueses capaz, para que pasase a formar parte de ti." (L -194)

Solo en el ahora desaparece todo juicio, toda condena, toda enfermedad y todo miedo. Acepta el ahora tal como es, sin juicios y sin quejas, perdona todo lo que pueda perturbar tu paz, y la paz y el amor serán tu presente, se han convertido en tu instante santo, el momento en que la eternidad desciende en forma de amor sobre el tiempo  y lo diluye. 

En el momento presente, desprovisto de todo juicio, y de toda culpa, no hay nada que proyectar, no hay a nadie a quien acusar, no hay enemigos a quien temer, nuestra mente ha sanado, la paz ha retornado y el amor y solo el amor gobiernan nuestras vidas, como ha sido siempre y lo seguirá siendo por toda la eternidad donde emana la fuente de todo Amor, de toda  paz y de toda felicidad, y disponemos de ello ahora, solo en este instante santo en que fusionamos el presente con la eternidad.  









TEXTO Cap 21


T.21.IV








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BENDICIONES! 











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