1. El concepto que he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. 2 Si decido ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. 3 Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. 4 El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. 5 Pues en este instante el perdón ha venido a liberarme. 6 Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. 7 Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. 8 Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.
LECCIÓN 308
Este instante es el único tiempo que existe.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
En esta lección, Jesús, continúa desarrollando el tema del tiempo.
”El concepto que he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo”, nos dice.
Recordemos que mi único objetivo es Dios, es recordarlo. Y para ello tengo que hacer como mi función, en este mundo, el perdonar. Recordemos que el tiempo surge cuando se dio la creencia de la separación de Dios. Antes esa mente colectiva, que creyó separarse, estaba en la Unidad, en Dios. Con la creencia en la separación surge el tiempo lineal: el pasado asociado al pecado o a la falta cometida; el presente, asociado a la culpa que se siente por el crimen cometido contra Dios y el futuro asociado al miedo al castigo, inevitable, de Dios por la falta cometida al separarnos de Él.
Continúa Jesús:
”Si decido ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. El único intervalo en que puedo liberarme del tiempo es ahora mismo. Pues en este instante el perdón ha venido a liberarme”.
Puedo elegir ir más allá del tiempo hacia la eternidad, en el eterno presente del ahora: cuando entro en el instante santo. Recordemos que el instante santo es un intervalo en el que estamos fuera del tiempo, en el que no hacemos juicios, en el que elegimos al Espíritu Santo para que nos ayude a perdonar y no culpabilizar y atacar, elijo el presente en lugar del pasado o el futuro, estoy centrado en el Espíritu y no en el cuerpo.
Para el Espíritu Santo la función del tiempo es transitoria. Está al servicio de su función docente de ayudarnos despertar de éste sueño de la separación. El ahora, es lo que más se parece a la eternidad en este mundo. En la realidad del ahora, sin pasado ni futuro, es donde se puede empezar a apreciar la eternidad. Para el Espíritu Santo tu función en el tiempo es curar, es decir, perdonar y esto no se puede hacer en el pasado.
Dice Jesús:
”Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. Y el amor está siempre presente, aquí y ahora”.
El Cristo en mí, mi verdadero Ser, mi verdadera identidad como Hijo de Dios, sólo lo reconozco en el presente. Lo que nos impide disfrutar del Amor de Dios es nuestro apego al pasado, el no querer soltar la culpabilidad y el miedo al futuro. No somos culpables. Dios nos considera completamente inocentes.
Vale la pena incorporar la oración de la lección a nuestras oraciones diarias:
”Gracias por este instante, Padre. Ahora es cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él”.
Con relación al tema del Segundo Advenimiento
Dice Jesús, en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?:
”El Segundo Advenimiento es el único acontecimiento en el tiempo que el tiempo en sí no puede afectar”.
En la lección de hoy, se estudió la función del tiempo. El tiempo termina como ilusión de la separación. El perdón se ha hecho total. La función del tiempo en la separación, al mantenernos en el pecado, la culpa y el miedo, con el perdón, desaparece.
”Pues a todos los que vinieron a morir aquí o aún han de venir, o aquellos que están aquí ahora, se les libera igualmente de lo que hicieron”
Podemos aproximarnos a una posible explicación de esta afirmación de Jesús que nos puede parecer sorprendente, con el principio 13 de los milagros:
”Los milagros son, a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal. Son siempre afirmaciones de renacimiento, que parecen retroceder en el tiempo, pero que en realidad van hacia adelante. Cancelan el pasado en el presente y así liberan el futuro.” (T-1. I. 13: 1-3)
Imaginemos una línea horizontal donde está desplegado el tiempo linealmente en forma de pasado, presente y futuro. Imaginemos un punto en el presente, en el ahora y trazamos una línea vertical que se dirige hacia arriba, a Dios. Cada vez que se produce un milagro, se colapsa el tiempo en el presente, es decir, la carga del pasado en nuestra mente se libera, ya no hay que seguir repitiéndolo en el presente ni tampoco en el futuro. Y, de esa manera, mediante los milagros, el perdón, el instante santo, las relaciones santas, la Expiación, puedo ascender hacia Dios.
Bueno, esto no deja de ser explicación gráfica de un tema metafísico muy profundo. Que no es necesario comprender. Lo único que tenemos que tener claro es que cada vez que perdonamos ganamos más y más paz. Eso es lo importante.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Lección 308.
«Este instante es el único tiempo que existe.»
Kenneth Wapnick
"A diferencia del presente del ego, el instante santo - el verdadero presente - está fuera del tiempo, en el que suspendemos la creencia en la realidad del sistema de pensamiento del ego de separación: pecado, culpa y miedo.
(1:1-3) «El concepto que yo he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno.»
El propósito del ego para el tiempo es demostrar que su sistema de pensamiento de pecado, culpa, y miedo es verdadero, porque el tiempo lineal no es sino su sombría proyección. Habiendo elegido el propósito del ego como nuestro, nos aferramos a los pecados del pasado, deleitándonos especialmente en aferrarnos a los pecados del «pasado de alguien más», ya sea que se hayan cometido en los últimos cinco minutos, cinco meses, cinco años o cinco décadas. Así, se demuestra que el pecado es real, pero que existe en otro. Nuestra experiencia de la culpa, en lo que el ego llama el presente, justifica nuestra creencia en el pecado, y conduce a la proyección de la culpabilidad, seguida por la creencia en el castigo futuro.
Es por eso que amamos ser infelices, y por qué hacemos las mismas cosas en las que fracasaremos y por tanto seremos amonestados. El castigo prueba que el tiempo es real, así como lo son el pecado, la culpa y el miedo. Por consiguiente, el tiempo - pasado, presente y futuro - está confabulado con el ego, que ha demostrado que Jesús mintió y que un Curso de Milagros no funciona. Necesitamos ver que esto no tiene sentido, porque su locura nos deja miserables e infelices. Sin embargo, hay otro uso para el tiempo - ayudarnos a comprender que no existe ningún pecado en el pasado, por lo que no hay nada que perdonar. Además, la culpabilidad en el presente no está justificada, por lo tanto no hay ninguna base para el temor de un castigo futuro.
(1:4-5) «El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. Pues en este instante el perdón ha venido a liberarme.»
Nadie puede salvarme - ni Dios, Jesús, un Curso de Milagros, ni mis amores especiales. Sólo la parte tomadora-de-decisiones de mi mente puede ayudarme al elegir al Espíritu Santo en el instante santo - “el único intervalo en el que puedo librarme”. El perdón es el medio del Curso para traer el problema desde el mundo, donde lo coloqué, de vuelta a mi mente, donde procuré ocultarlo.
(1:6-8) «Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.»
Jesús continúa con el tema de la Navidad con esta referencia al “nacimiento de Cristo”, el cambio de mentalidad que ocurre en el ahora - no en el pasado o en algún futuro imprevisto, sino en el instante santo:
“El instante santo es verdaderamente la hora de Cristo. Pues en ese instante liberador, no se culpa al Hijo de Dios por nada y, de esta manera, se le restituye su poder ilimitado... La hora de Cristo es la hora señalada para el regalo de la libertad que se le ofrece a todo el mundo. Y al tú aceptarla, se la ofreces a todos.” (T-15.X.2: 1-2; 3:6-7)
(2) «Gracias por este instante, Padre. Ahora es cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él.»
Esto se ve reflejado en el siguiente texto, que describe la infinitud del Hijo de Dios:
“En el instante santo...lo único que se experimenta es la atracción de Dios. Al aceptarla como algo completamente indiviso te unes a Él por completo en un instante, pues no quieres imponer ningún límite en tu unión con Él.” (T-15.IX.7:3-4) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 308
"Este instante es el único tiempo que existe."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
El tiempo no existe, es una gran ilusión, lo único real es la eternidad. Desde la perspectiva de la eternidad el tiempo no es nada.
El tiempo es un mecanismo del ego para intentar separar la ley de causa y efecto, y darle una existencia ilusoria a efectos sin causa.
En este mundo percibimos el tiempo de manera lineal: pasado, presente y futuro. Esto le permite al ego superponerlo como pecado (pasado), culpa (presente), y miedo (futuro). Con lo que pretende darle realidad a este mundo, proyectando culpas, condenas y castigos. Todo lo que creemos percibir afuera pareciera que se originó de manera autónoma, cuando no es más que una proyección de nuestra mente. De ahí esa necesidad de sentirnos injustamente tratados, de sentirnos víctimas de los otros o de Dios. El perdón trae de nuevo esos efectos a la causa, a nuestra mente y los deshace. Hacernos conscientes y responsables de nuestros pensamientos sana nuestro pasado, y nos sitúa en el presente. Para ello aquietamos nuestra mente, aquietando nuestro cuerpo, y en silencio entramos en comunión con nuestro Ser, soltamos todo lo que no sea verdad ni amoroso. Ese momento sin tiempo, el Curso lo denomina instante santo, el ahora sin tiempo, en ese instante sanamos nuestra mente, en ese momento conectamos con nuestro Ser, en ese momento nos comunicamos con el Espíritu Santo, con Jesús, con Dios, y somos uno con la totalidad. En ese instante no hay miedos, ni peligros, ni enemigos, sólo paz y amor.
De ahí la importancia de reconocer que "El concepto que he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo." Si hago real al tiempo en mi mente, estaré sujeto a la percepción, al miedo y al ataque, y no podré ver el amor, pues estaré anclado en el pasado o en las expectativas o miedos del futuro, y no lograré ubicarme en el presente, el único tiempo real.
"Si decido ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo." pasar del tiempo al no tiempo, a la intemporalidad, es una decisión a favor del amor y el perdón, y para ello debo cambiar mi percepción del tiempo de la mano del Espíritu Santo, asignándole una nueva función al tiempo: la de ser un recurso para mi aprendizaje. En este caso, el propósito del tiempo tendría que cambiar. "Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno." Mientras crea vivir dentro del tiempo, el futuro no será más que una continuidad lineal del pasado, saltándome el presente, pues lo que hacemos es traer el pasado al presente, todo lo que creemos ver ahora lo hacemos con los lentes de nuestros recuerdos y memorias del pasado: nuestros odios resentimientos, nuestros conflictos, preocupaciones o miedos, esto impide que podamos ver el presente. Por eso no basta mirar el reloj para decir que estoy en el presente, en el ahora, pues nuestra mente está atrapada en el pasado, y todo lo que vemos lo interpretamos desde nuestro pasado y lo proyectamos al futuro.
Para liberarme del tiempo solo es posible hacerlo en el no tiempo, en el ahora, en el instante santo, "El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo." pero para liberarme ahora mismo debo hacer algo: perdonar. "Pues en este instante el perdón ha venido a liberarme." Al perdonar sano el pasado, libero el futuro y permito que emerja el presente, el ahora, nuestra ventana hacia la eternidad. De esta manera la consciencia cristica renace en nuestra mente, "Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro." El perdón colapsa el tiempo, el pasado y el futuro desaparecen y dan lugar al presente, a la resplandeciente luz del amor.
De esta manera el Cristo en mi "ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor." Solo en el presente es posible experimentar el Amor "Y el amor está siempre presente, aquí y ahora." el amor es nuestra verdad eterna, es inmutable y no está sujeto a cambios, y nunca lo experimentaremos en el tiempo. Ese "amor" que cambia, y se transforma en odio o resentimientos, no es amor, es enamoramiento, emociones, deseos y apegos, de un mundo de opuestos, una interacción de dualidades que el tiempo parece degradar y perecer.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Gracias por este instante, Padre. Es ahora cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él."
Las practicas diarias de las lecciones con una meditación matutina y una nocturna, buscan entrenarnos en el instante santo, en experimentar el ahora, el momento presente. Lo mismo sucede con nuestras prácticas de cada hora. Son momentos de quietud y silencio, para sanar nuestra mente y comunicarnos con Dios.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.