Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 307
Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad.
1. Padre, Tu Voluntad es la mía y nada más lo es. 2 No hay otra voluntad que yo pueda tener. 3 Que no trate de forjar una, pues sería absurdo y únicamente me haría sufrir. 4 Sólo Tu Voluntad me puede hacer feliz y sólo Tu Voluntad existe. 5 Si he de tener aquello que sólo Tú puedes dar, debo aceptar lo que Tu Voluntad dispone para mí y alcanzar una paz en la que el conflicto es imposible, Tu Hijo es uno Contigo en ser y en voluntad y nada contradice la santa verdad de que aún soy tal como Tú me creaste.
2. Y con esta plegaria nos sumergimos silenciosamente en un estado en el que el conflicto es imposible, pues hemos unido nuestra santa voluntad a la de Dios, en reconocimiento de que son una y la misma.
AUDIOS de la Lección 307
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 307
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 307
a través de Martin Musarra
Lección 307
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 307
Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Si partimos de la definición común de deseo como un sentimiento enorme por poseer, por alcanzar un objetivo determinado la pregunta que tenemos que hacernos es ¿Qué es lo que realmente deseamos hacer con nuestra vida? Desde que se dio la creencia en la separación de Dios nuestra mente ha estado dividida de acuerdo a los dos maestros que la guían: el ego o el Espíritu Santo. La mayor parte del tiempo estamos dominados por el ego, vale decir, por la creencia en el pecado o ausencia de amor, en la culpa, en el miedo, en el conflicto.
Si nos hubiéramos decidido a hacer que nuestra voluntad fuera la expresada en la lección 256 Dios es mi único objetivo hoy y aceptáramos su enseñanza que:
”La manera de llegar a Dios aquí es mediante el perdón. No hay otra forma”. L-256.1:1-2,
seríamos felices. Seríamos felices porque nuestro deseo, nuestra voluntad, coincidiría con la Voluntad de Dios. Pero no lo hacemos porque queremos mantener nuestro especialismo, y nos negamos a soltar el pasado y a perdonar.
Nos dice Jesús en la lección:
”Padre, Tu Voluntad es la mía y nada más lo es. No hay otra voluntad que yo pueda tener. Que no trate de forjar una, pues sería absurdo y únicamente me haría sufrir. Sólo Tu Voluntad me puede hacer feliz y sólo Tu Voluntad existe”.
La Voluntad de Dios para mí es que yo sea feliz. Dios no quiere que sufra ni que me sacrifique por nada ni por nadie. Si elijo al ego, sufro. Si perdono, me libero y soy feliz. Necesito dejar la culpa de lado que hace que la proyecte en mis hermanos y me mantiene en un conflicto permanente con ellos. Jesús, nos ha reiterado varias veces que necesito mis hermanos para llegar a Dios. Necesito perdonarme por abrigar pensamientos no amorosos hacia ellos.
”Si he de tener aquello que sólo Tú puedes dar, debo aceptar lo que Tu Voluntad quiere para mí y alcanzar una paz en la que el conflicto es imposible, Tu Hijo es uno contigo en ser y en voluntad y nada contradice la santa verdad de que aún soy tal como Tú me creaste”.
El único que puede darme mi Ser, el regalo más grande recibido, es mi Padre. Nadie más puede dármelo. El ego, me pone en una búsqueda de objetivos y metas sin sentido. Jesús, nos llama a reconocer nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios. No necesitamos buscar nada. Lo único que tenemos que hacer es dejar de creer en el ego. Nada más. De esa manera, cesan los conflictos: acepto la Voluntad de Dios como la mía, acepto que soy tal como Dios me creó. Acepto que soy Su Hijo eternamente.
Finalmente nos dice Jesús:
”Y con esta plegaria nos sumergimos silenciosamente en un estado en el que el conflicto es imposible, pues hemos unido nuestra santa voluntad a la de Dios, en reconocimiento de que son una y la misma”.
Me decido a aceptar que el conflicto termina. No hay más conflicto pues mi único objetivo es Dios. Todo lo que hago, lo hago teniéndolo a Él como referente. Estoy a Su servicio. Acepto el papel de maestro, ministro o mensajero de Dios. Recordemos que el mensajero ha oído la llamada de Dios, ha recibido Su Palabra, ha aceptado darla a sus hermanos para, de esa manera, integrarla, hacerla suya, reconocerla. En ese proceso de perdón, no está solo. Cuenta con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús.
Con relación al Segundo Advenimiento
Jesús, en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento? dice:
”El Segundo Advenimiento es el único acontecimiento en el tiempo que el tiempo en sí no puede afectar. Pues a todos los que vinieron a morir aquí o aún han de venir, o a aquellos que están aquí ahora, se les libera igualmente de lo que hicieron”.
Desde la lógica del ego del tiempo lineal – pasado, presente, futuro -, no es posible entender lo que dice Jesús. El Segundo Advenimiento, nos ha dicho, Jesús, es la corrección de los errores de la creencia en la separación tales como el tiempo. El tiempo no lo afecta porque en el instante santo, se colapsa el tiempo por medio de la Expiación y los milagros, de tal manera, que se avance regresando al momento en que surge la creencia en la separación y el ser con minúscula del ego se funde con el Ser con mayúscula, con el Cristo, con el Hijo de Dios. El pasado ni el futuro cuentan: sólo cuenta la unidad con Dios y los hermanos en el eterno presente.
Proceso de práctica de la lección
1.Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2.Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3.Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4.Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad.»
Lección 307
"Estar en un perpetuo estado de conflicto es común para todos nosotros. Parte de nosotros reconoce nuestra miseria y quiere volver a casa. Como sus estudiantes, reconocemos en Un Curso de Milagros nuestra forma de la verdad, por lo que sinceramente queremos practicarlo y vivirlo. «Sin embargo, no lo hacemos». Por consiguiente, el conflicto dentro de nuestras mentes divididas: una parte quiere volver a nuestro Ser, mientras que la otra parte - generalmente fuera de la conciencia - está aterrorizada de perder su identidad y estar equivocada.
(1:1-3) «Padre, Tu Voluntad es la mía, y nada más lo es. No hay otra voluntad que yo pueda tener. Que no trate de forjar otra, pues sería absurdo y únicamente me haría sufrir.»
Hemos visto cómo Jesús espera ganar nuestra lealtad a través de nuestro egoísmo. No queremos ser infelices, ni queremos estar en el dolor. Él nos dice que si dejamos ir el juicio y nuestra obstinada insistencia en tener la razón, seremos verdaderamente felices. “No piensas así ahora”, nos dice, “porque crees que sabes mejor que yo. Pero tu dolor proviene de pensar que tienes una voluntad que está en conflicto con la mía, y por eso crees que está en conflicto con la de Dios.” Esa creencia es cómo comenzó la separación, y nuestra aceptación de la Expiación - “Tu Voluntad es la mía, y nada más lo es”- es su final.
(1:4-5) «Sólo Tu Voluntad me puede hacer feliz, y sólo Tu Voluntad existe. Si he de tener aquello que sólo Tú puedes dar, debo aceptar lo que Tu Voluntad dispone para mí y alcanzar una paz en la que el conflicto es imposible, Tu Hijo es uno Contigo en ser y en voluntad, y nada contradice la santa verdad de que aún soy tal como Tú me creaste.»
Una vez más, Jesús quiere que entendamos y aceptemos que nunca seremos felices si estamos en conflicto, creyendo que Dios (o cualquier autoridad) es nuestro enemigo. No sólo nuestra voluntad es una con la de Dios, también es una con la de nuestros hermanos, ya que la única Voluntad del Cielo es nuestro Ser. Sólo mediante la aceptación de nuestra mente unida encontraremos el verdadero placer de la felicidad y la paz, como explica este enunciado a principios del texto:
“Todo placer real procede de hacer la Voluntad de Dios. Esto es así porque no hacer Su Voluntad es una negación del Ser. La negación del Ser da lugar a ilusiones, mientras que la corrección del error nos libera del mismo.” (T-1.VII.1:4-6)
(2) «Y con esta plegaria nos sumergimos silenciosamente en un estado en el que el conflicto es imposible, pues hemos unido nuestra santa voluntad a la de Dios, en reconocimiento de que son una y la misma.»
El fin del conflicto es la aceptación de la unidad de voluntad - Padre e Hijo - que deshace todos los pensamientos de dolor y sufrimiento. De hecho, nuestra oración por este silencioso estado de paz son las únicas palabra significativas que podemos pronunciar, porque no hay nada más que necesitemos. El perdón es el medio que el Espíritu Santo utiliza para responder a nuestra oración en busca de ayuda, corrigiendo nuestras percepciones erróneas de nuestros hermanos y de nosotros mismos. Esto inevitablemente conduce a la curación de la mente dividida a través de la visión que refleja la Unicidad de Dios y Su Hijo:
“Bienaventurado tú que estás aprendiendo que oír la Voluntad de tu Padre es conocer la tuya. Pues tu voluntad es ser como Él, Cuya Voluntad es que así sea. La Voluntad de Dios es que Su Hijo sea Uno y que esté unido a Él en Su Unicidad. Por eso es por lo que la curación representa el inicio del reconocimiento de que tu voluntad es la Suya.” (T-11.I.11:6-9) "
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 307
"Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La lección identifica los deseos conflictivos como fuente de sufrimiento. Pues todo deseo es un interés o apetencia que alguien tiene para conseguir algo: una posesión material o inmaterial, por ejemplo, deseo tener una linda casa, o deseo ir a la montaña y contemplar el paisaje, o deseo tener una pareja, deseo tener relaciones sexuales, deseo tener hijos, deseo tener dinero, o deseo estudiar en la universidad, etc.
Los deseos y las necesidades parecen ir de la mano. Tengo hambre deseo comer. Me gusta alguien deseo aparearme, estoy cansado deseo descansar o dormir, o ir de vacaciones. O deseos más trascendentes: deseo cantar, deseo pintar, deseo compartir con mi familia. Deseo estar en paz, deseo ser feliz.
Hay otros que alimentan nuestro deseo de ser especial, diferente y reconocido por los demás. Deseo fama, prestigio, deseo ser apreciado, deseo ser amado por alguien, etc.
En la base de nuestros deseos están las carencias, pues perdimos nuestra plenitud y abundancia con la salida del paraíso, por lo que sentimos un impulso de satisfacer nuestras carencias y de completarnos a través de otras personas, emociones o cosas. Y creemos estar en un mundo de recursos escasos, por lo que obtener lo que deseo implica luchar por ellos, contra algo o alguien que lo posee o me lo puede arrebatar. Esa es la fuente de todo conflicto, de todo ataque y sufrimiento. "Abrigar deseos conflictivos no puede ser mi voluntad." pero he separado mi voluntad a la de Dios, y por eso abrigo deseos conflictivos, he perdido la paz, la felicidad y la plenitud, simplemente porque he negado al amor. Por lo que debo reemplazar la falsa voluntad del ego por la verdadera voluntad del amor.
La mayoría de nuestros deseos tienen que ver con nuestro cuerpo, con sus necesidades, apetencias, y supuestas carencias. Tienen que ver con nuestra identificación con el cuerpo y la imagen que hemos forjado de nosotros mismos.
En este mundo siempre vamos a experimentar deseos conflictivos. Pues desde que nos separamos de nuestra Fuente creemos tener una voluntad distinta a la de Dios, allí está el origen de nuestro sufrimiento.
La opción es no abrigar deseos conflictivos, y la única manera es volver a unir mi voluntad a la de Dios, salir de la ilusión y regresar a la verdad de lo que soy. Volver al Amor es volver al estado de plenitud y abundancia del estado del Cielo. Y eso lo logramos a través del perdón.
Los deseos no conflictivos son todos aquellos basados en el amor, como la paz, la felicidad, la unicidad, la plenitud y la abundancia absoluta, son aquellos deseos que buscan contemplar todo lo que veo a través de la visión de Cristo, la visión del amor, donde ya no veo enemigos sino hermanos, donde veo inocencia en lugar de ataques, donde siento que no necesito nada pues lo tengo todo.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, Tu Voluntad es la mía y nada más lo es. No hay otra voluntad que yo pueda tener. Que no trate de forjar una, pues sería absurdo y únicamente me haría sufrir. Sólo Tu Voluntad me puede hacer feliz y sólo Tu Voluntad existe. Si he de tener aquello que sólo Tú puedes dar, debo aceptar lo que Tu Voluntad dispone para mí y alcanzar una paz en la que el conflicto es imposible, Tu Hijo es uno Contigo en ser y en voluntad y nada contradice la santa verdad de que aún soy tal como Tú me creaste."
En este mundo de carencias y opuestos, el conflicto es un resultado lógico de los pensamientos del ego. Abrigar conflictos y resentimientos es producto de creer que tengo una voluntad independiente de Dios. Pero puedo tener deseos no conflictivos, y eso sucede cuando elijo el amor y la paz, y pido hacer solo la Voluntad de Dios, para ello sólo debo pronunciar la oración del día y sumergirme en una profunda meditación, en la que voy en busca de la paz de Dios, al unir mi voluntad con la de mi Padre, pues es una sola, como es uno el Amor que me creó. "Y con esta plegaria nos sumergimos silenciosamente en un estado en el que el conflicto es imposible, pues hemos unido nuestra santa voluntad a la de Dios, en reconocimiento de que son una y la misma."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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