Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 309
Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.
1. Dentro de mí se encuentra la eterna inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí por siempre y para siempre. 2 Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo cambiar esto en absoluto. 3 Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. 4 Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi voluntad tal como Dios la creó y como es. 5 Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real. 6 Mas no tiene efectos. 7 Dentro de mí se encuentra la Santidad de Dios. 8 Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.
2. El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños de pecado. 2 Tu Altar se alza sereno e incólume. 3 Es el santo Altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera identidad.
AUDIOS de la Lección 309
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 309
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 309
a través de Martin Musarra
Lección 309
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 309
Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
El llamado que nos hace hoy, Jesús, es a no tener miedo de mirar dentro de nosotros pues no hay nada que temer: nuestro interior es puro, santo, inocente. Sólo el ego pretende que no veamos nuestro verdadero Ser.
Por eso, nos dice Jesús:
”Dentro de mí se encuentra la eterna inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí por siempre y para siempre. Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo cambiar esto en absoluto”.
Dios quiere que haga Su Voluntad y que me reconozca como lo que soy: inocente, ahora. Dios quiere que recuerde que soy tal como me creó, que soy Su Hijo eternamente, que fui creado a Su Semejanza, que la Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad y que siempre soy y, seré, inocente. Recordemos que estamos hablando del Ser con mayúscula, del Hijo de Dios, nuestra verdadera identidad y no del ser con minúscula, del personaje, que he fabricado con el ego.
Por eso, Jesús, nos dice en la pregunta 1 del Manual para el maestro:
”El contenido del curso, no obstante, nunca varía. Su tema central es siempre: “El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación”. M.1.3:4-5
Continúa Jesús en la lección:
”Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi voluntad tal como Dios la creó y cómo es”.
Mi voluntad no se contrapone a la Voluntad de Dios. Cuando me decido por el ego y hago mi propia voluntad, sufro, porque he negado mi Identidad como Hijo de Dios. La Voluntad de Dios es que nadie sufra. La Voluntad de Dios para mí es paz y dicha absoluta.
Continúa Jesús:
”Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creó que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real”.
He construido, en mi mente, un mundo que tengo que salvar, como veíamos en la lección anterior. Y tengo que salvarlo porque no es real, es una ilusión que me niego a dejar porque no quiero dejar mi especialismo, porque no quiero soltar el pasado. Ahora, Jesús, nos llama a creer que mi voluntad es la Voluntad de Dios que sólo quiere para mí la más perfecta dicha y paz
”Mas no tiene efectos. Dentro de mí se encuentra la Santidad de Dios. Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él”, dice Jesús.
En la mente del Hijo de Dios siempre ha estado el recuerdo de Dios. Esa es la luz que siempre nos ha acompañado desde cuando surgió la creencia en la separación, que originó la percepción. Por eso, Jesús, nos dice que para salir de la percepción necesito ayuda. Necesito la ayuda del Espíritu Santo cuya Voz me guiará pero necesito pedir su ayuda para que lo pueda hacer. ¿Y qué es lo que me dice la Voz del Espíritu Santo a todo momento?: ¡Perdona, perdona!
En la oración Jesús hace referencia al altar que hay en mi mente. Jesús, es claro: para alcanzar ese altar en mí mente necesito al Espíritu Santo como guía y perdonar. Esas son las ofrendas que deposito ante el altar al Nombre de Dios, que es el mío propio. Si no perdono, no puedo llegar a Dios.
Hagamos la oración de la lección a lo largo del día:
”El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. Tu Altar se alza sereno e incólume. Es el santo Altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera identidad”.
Con relación al tema del Segundo Advenimiento
Nos dice Jesús en el tema especial 9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento?:
”En esta igualdad se reinstaura a Cristo como una sola Identidad, en la cual los Hijos reconocen que todos ellos son uno solo. Y Dios el Padre le sonríe a Su Hijo, su única creación y Su única dicha”.
Cristo es la unión con Dios y la demostración de que la separación de Dios nunca existió. Sólo fue una creencia loca. Toda la Filiación somos el Hijo de Dios, somos Cristo que gozamos de la extensión del Amor, la santidad y la paz de Dios. Nuestro Ser, Cristo, nunca abandonó al Padre, nunca conoció el miedo, nunca conoció la pérdida, el sufrimiento y la muerte. Caímos en un sueño al creernos separados pero en el Segundo Advenimiento despertamos de él.
Proceso de práctica de la lección
1.Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. .Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2.Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3.Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4.Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
LECCIÓN 309:
Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.
Keneth Wapnick
Esta lección es un reflejo del "Miedo a mirar hacia adentro" (T-21.IV), que describe el consejo del ego de que lo que está dentro de nosotros no es la inocencia eterna, sino la culpa y el pecado eternos, tan horribles que si alguna vez miráramos en nuestras mentes seríamos destruidos, como leemos de nuevo:
... El ego te dice en voz alta que no mires hacia adentro, porque si lo haces tus ojos iluminarán el pecado, y Dios te dejará ciego (T-21.IV.2:3).
Sin embargo, la verdad es que si miramos dentro de nosotros encontraremos sólo la Expiación, la cual buscamos enterrar bajo los velos del pecado, la culpabilidad y el temor.
(1:1-3) Dentro de mí está la inocencia eterna, porque es la voluntad de Dios que esté allí por siempre y para siempre. Yo, Su Hijo, cuya voluntad es ilimitada como la Suya, no puedo cambiar esto. Porque negar la voluntad de mi Padre es negar la mía.
Mi inocencia como Hijo de Dios está más allá de todo cambio, y por eso nunca he dejado de ser uno con la Voluntad que me creó como parte de Sí mismo:
Si la voluntad de Dios para ti es completa paz y gozo, a menos que experimentes sólo esto, debes estar rehusando reconocer Su voluntad. Su Voluntad no vacila, siendo inmutable para siempre. Cuando no estás en paz, sólo puede ser porque no crees que estás en Él. Sin embargo, Él es todo en todo. Su paz es completa, y usted debe ser incluido en ella (T-8.IV.1:1-5).
(1:4-8) Mirar hacia adentro no es más que encontrar mi voluntad tal como Dios la creó, y tal como es. Temo mirar hacia adentro porque creo que hice otro testamento que no es cierto, y lo hice realidad. Sin embargo, no tiene efectos. Dentro de mí está la santidad de Dios. Dentro de mí está la memoria de Él.
La voluntad que hicimos es el yo falso que el ego equipara con el pecado, detrás del cual está el Dios iracundo que quiere nada menos que destruirnos como castigo por lo que le hicimos a Él. Es imperativo que al trabajar con Un Curso de Milagros entendamos que el sistema de pensamiento del ego de pecado, culpa y miedo es una estratagema, parte de su estrategia para convencernos de que la mente es peligrosa, y que sólo estamos seguros fuera de ella en el cuerpo, por lo tanto, nuestro miedo a mirar hacia adentro. Sin embargo, el verdadero temor es que no encontremos nada en nuestro interior excepto la resplandeciente luz del Hijo de Dios, en cuya presencia el ego desaparece:
... El Espíritu Santo sólo enseña que el "pecado" de la sustitución en el trono de Dios no es una fuente de culpa. Lo que no puede suceder no puede tener ningún efecto que temer.... La locura puede ser tu elección, pero no tu realidad. Nunca olvides el amor de Dios, que te ha recordado. Porque es imposible que Él pueda dejar caer a Su Hijo de la Mente amorosa en la que fue creado, y en la que su morada fue fijada en perfecta paz para siempre (T-14.III.15:3-4,6-8).
(2) El paso que doy hoy, Padre mío, es mi liberación segura de los sueños ociosos de pecado. Tu altar está sereno e inmaculado. Es el altar sagrado de mi Ser, y allí encuentro mi verdadera Identidad.
El altar es la mente, que creemos que mancillamos con pecado y culpabilidad, y luego destruimos con temor. Sin embargo, todo lo que está en nuestras mentes es el principio de la expiación, recordándonos serenamente que no pasó nada. Jesús nos pide que no tengamos miedo de mirar hacia adentro, ni de temer la ira, el malestar, la enfermedad y la ansiedad que son parte de la estrategia del ego, sin ninguna justificación real. Su propósito es mantener nuestra mirada enfocada en lo que está afuera, y nada mejor para enfocar nuestra atención que el dolor, el sufrimiento y la especialidad en cualquiera de sus múltiples formas.
LECCIÓN 309
"Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Cuando Jesús nos pide que no tengamos miedo de mirar dentro de nosotros, es porque en el fondo le tenemos mucho miedo mirar a nuestro interior. El ego nos tiene acostumbrados a mirar hacia afuera y cualquier intento de mirar dentro nos produce temor y desasosiego.
El cuerpo, sus órganos de percepción están diseñados para ver fuera, no para ver dentro. El cuerpo está diseñado para proyectar afuera nuestros conflictos interiores, las culpas, los miedos, los ataques.
Percibimos al mundo como la fuente de nuestras desgracias y expectativas. Mirar dentro de nosotros no ha estado en nuestra agenda. Y cuando en algún momento se nos ocurre mirar dentro, nos horrorizamos con nuestros propios demonios, así que rápidamente giramos nuestra mirada afuera.
Necesito darme cuenta que "Dentro de mí se encuentra la eterna inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí por siempre y para siempre." para ello debo haber perdonado todas mis culpas y miedos, lo que despeja los obstáculos que no me dejaban ver el amor, y reconocer la voluntad de Dios. En ese momento puedo proclamar que "yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo cambiar esto en absoluto."
No puedo cambiar la Voluntad de Dios, y tampoco puedo cambiar la mía, pues es la misma que la de Dios. Solo en sueños llegué a pensar que podía tener una voluntad diferente a la de Dios. Pero "negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia." y eso fue lo que hice con la separación.
De ahí que debo de elegir de nuevo, y con la guía del Espíritu Santo puedo darme cuenta que "Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi voluntad tal como Dios la creó y como es." pero no lo puedo hacer solo, pues me encontraría con la falsa voluntad del ego, y esta me enseñará todos mis miedos e inseguridades, mis culpas y mis resentimientos, y en ese momento tengo dos opciones:
1. proyectar afuera mi infierno interior culpando a otros, o,
2. evadirlo, por ejemplo, ver una película en la tv, irme de copas con amigos, o cualquier otra actividad externa que no me permita aquietarme y examinar mi mente.
Por eso Jesús nos dice que no podemos corregirnos solos, siempre debemos pedir Su ayuda o la del Espíritu Santo.
Esta es una lección centrada sobre la voluntad. La falsa voluntad del ego, y la verdadera Voluntad de Dios. Por ello siempre debo apelar a la Voluntad de Dios, pues es la única real y la única que me puede sanar. "Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real."
Solo el perdón me permitirá deshacer las falsas creencias que han anidado en mi mente, y contemplar con la visión de Cristo las ilusiones que he tejido y que me han atormentado. Con la visión del amor, puedo contemplarme internamente y reconocer que el miedo no es real, que no tiene efectos, pues "Dentro de mí se encuentra la Santidad de Dios. Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él."
Así que hoy me aquietaré, y en profundo silencio interior voy en busca de la Santidad, y del recuerdo de Dios dentro de mí, y lo hago con la confianza y la certeza que no voy a fracasar pues Jesús me acompaña en este propósito.
ORACIÓN. DEL DÍA:
"El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños de pecado. Tu Altar se alza sereno e incólume. Es el santo Altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera identidad."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "9. ¿Qué es el Segundo Advenimiento ?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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