Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 320
Mi Padre me da todo poder.
1. El Hijo de Dios no tiene límites. 2 Su fortaleza es ilimitada, así como su paz, su júbilo y todos los atributos con los que su Padre lo dotó al crearlo. 3 Lo que dispone con su Creador y con su Redentor se hace. 4 Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. 5 Soy aquel a quien todo esto se le da. 6 Soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.
2. Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. 2 Tu Voluntad no tiene límites. 3 Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.
Lectura de la Lección 320
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
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a través de Martin Musarra
Lección 320
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 320
Mi Padre me da todo poder
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Ayer, Jesús nos decía que vinimos a salvar el mundo. Esta afirmación, con la mirada del ego, parecía muy arrogante. Hoy, complementa la lección de ayer y nos dice que tenemos el poder de nuestro Padre.
Nos dice en la lección:
”El Hijo de Dios no tiene límites. Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que Su Padre lo dotó en su creación”.
Se trata de que nos conectemos con nuestro Ser, con el Cristo, con el Hijo de Dios que somos. Con esa parte de nuestra mente donde se encuentra el recuerdo de Dios. Con nuestra mente recta, con el Espíritu Santo quien nos ayudará a sanar nuestra mente mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para nosotros mismos, dejando a un lado la culpabilidad y sus consecuencias para que podamos entrar en contacto con el poder de Dios que hace parte de nuestra naturaleza como Sus Creaciones. La paz, la fortaleza, la dicha y demás atributos de Dios son ilimitados y Dios ha decidido compartirlos con Su Hijo.
Así lo explica Jesús en el capítulo 20 sección VI:
”El significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la relación que tiene con Su Creador. Si residiese en cualquier otra cosa estaría basado en lo contingente, pero no hay nada más. Y este hecho es totalmente amoroso y eterno”. T-20. VI.1: 1-3
Cuando el Hijo de Dios le hace caso al ego la relación que establece con Dios y sus hermanos es totalmente contingente, cambiante, llena de miedo, de culpa y desconocedora del verdadero poder que tiene. En cambio, la relación con Su Padre es de perfecta unión y sin ningún tipo de interrupciones.
Continúa Jesús:
”Lo que dispone con su Creador y Redentor se hace. Lo que dispone su santa voluntad jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. Yo soy aquel a quien todo esto se le da. Soy aquel en quien reside el poder de la voluntad del Padre”.
El poder del amor, que es la naturaleza del Hijo de Dios, no tiene límites y puede usarlo en beneficio de sus hermanos. Recordemos que la función del ministro o mensajero o maestro de Dios, es escuchar la llamada de Dios, aceptar recibirla, darla a sus hermanos y, luego de darla, integrarla, hacerla suya, reconocerla. Es decir, no podemos utilizar el poder de nuestro Padre sino lo compartimos.
Utilizar el poder que Dios me ha dado hacer parte de la confianza en Dios, que es la primera característica de los maestros de Dios. Confío en Dios, confío en que siempre está conmigo, confío en Su Voluntad, confío en Su Palabra de que ya he sido salvado, confío en que para mi Padre soy completamente inocente, amoroso, inmaculado, inmutable, como lo dice en el texto del Juicio Final.
Hagamos la oración de la lección a lo largo del día para tener consciencia del poder que Dios nos ha dado:
Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. Tu Voluntad no tiene límites. Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.
Con relación al tema del Juicio Final
Nos dice, Jesús, en el tema especial 10. ¿Qué es el Juicio Final?:´
”Éste es el Juicio Final de Dios: “Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Despierta, pues, y regresa a Mí. Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo”.
Esta es una reafirmación de nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios. Tenemos un Padre amoroso que nos creó inocentes y con perfecta impecabilidad. Sin culpa y sin miedo. Somos una extensión de la Mente Una de Dios.
El miedo asociado, por otras tradiciones espirituales, al Juicio Final, no tiene razón de ser. No es para determinar un castigo por los supuestos pecados cometidos. Es el milagro final, la corrección de la mente del Hijo de Dios que se creyó separado de Su Padre. Es el retorno a casa donde se regresa a la Unidad en Dios de la cual, al seguir al ego, nos creíamos separados.
El Juicio Final es el reconocimiento de todas las característica del Padre, en Su Hijo: su Amor, inocencia, paz, plenitud, Gracia, eternidad, inmutabilidad, bondad, impecabilidad, invulnerabilidad…Se trata de aceptar el llamado de Dios: ”Despierta, pues, y regresa a Mí. Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo”.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
”Mi Padre me da todo poder.”
Lección 320
"Esta declaración es otra reinterpretación de un dicho bíblico al que se hace referencia en Un Curso de Milagros. En el Nuevo Testamento, Jesús dice: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.” (Mateo 28:18), lo que significa que Dios le dio a Jesús todo poder, «no a nadie más». Suyo es el poder porque él es el Hijo de Dios. En el Curso, Jesús dice que Dios ciertamente da todo poder a Su Hijo, pero «todos somos Sus Hijos». Al comienzo de esta lección, Jesús se refiere a lo ilimitado del Hijo de Dios, sin embargo, en el sistema de pensamiento cristiano del ego, la Filiación de Dios está limitada, porque sólo hay un Hijo verdadero; el resto de nosotros somos adoptados (Efesios 1: 5). Aceptamos esta condición de segunda categoría como verdadera y la proyectamos fuera, viendo a todos como más limitados que nosotros -- el especialismo que está en el núcleo del poder del ego.
(1:1-4) «El Hijo de Dios no tiene límites. Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que su Padre lo dotó en su creación. Lo que dispone con su Creador y Redentor se hace. Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente, y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo.»
La fuerza de la ausencia de límites de Dios es la respuesta a todos los problemas que se perciben aquí:
“La unidad que existe entre el Creador y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que eres...No hay circunstancia en la que no se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su misericordiosa luz.” (T-7.VI.10:4-5; T-26.VII.18:5)
(1:5-6) «Yo soy aquel a quien todo esto se le da. Yo soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.»
Una vez más, derivado de la Lección 319, esto no es arrogancia, sino la humildad que dice que este poder no está sólo en mí, un individuo que domina a otros despóticamente. Es el poder de Cristo, el único Hijo de Dios tal como Él lo creó, y sé que el poder es verdaderamente mío cuando comparto su fuerza y amor con el mundo:
“Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio como respuesta a todos los errores de Su Hijo para así liberarlo. Pero sí es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un nimio e insensato deseo en vez de lo que Su Voluntad dispone.” (T-26.VII.18:1-3)
(2:1) «Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí.»
Cuando mi mente es curada, el Hijo de Dios es uno, y dado que «las ideas no abandonan su fuente», el mundo es uno conmigo también.
(2:2-3) «Tu Voluntad no tiene límites. Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.»
La conclusión de “The Singing Reed” de Helen expresa muy bien esta unidad de Padre e Hijo:
«Cuán santos son mis pasos, que sólo van
A hacer la voluntad de Dios, de Quien soy Hijo.
Y cuán perfecta es mi voluntad,
que de ninguna manera está separada de la Suya.»
(Los Regalos de Dios, p. 3) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 320
"Mi Padre me da todo poder."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Un Curso de Milagros está escrito en lenguaje cristiano y retoma algunos pasajes Bíblicos, como aquel de Mateo 28:18 en la que el Jesús resucitado se le aparece a sus discípulos y les dice que su Padre le ha concedido todo poder tanto en el Cielo como en la tierra. El tema de esta lección es similar, pero con una cualidad ampliada, el poder que el Padre concede es a todos sus hijos por igual.
Ya en los primeros capítulos del Texto Jesús nos decía que él era nuestro hermano, tan igual como cualquier otro, la diferencia es temporal, en tanto que él ya completó el plan de estudios del Espíritu Santo. Y por eso nos decía que la reverencia no era apropiada entre iguales, que sólo es apropiada ante Dios y no ante él que es nuestro hermano.
Reconocer la perfecta igualdad de los hijos de Dios es una condición fundamental para deshacer las relaciones especiales y conflictivas que sostenemos en este mundo, y eso lo hacemos perdonando toda creencia en las diferencias o desigualdades de toda índole, ya sean raciales, económicas, sexuales, religiosas, políticas o ideológicas, al fin y al cabo todos somos una sola Mente, el Cristo que somos.
En la lección anterior mencionaba que el ego no sólo es un pensamiento de separación, sino también de limitación. El cuerpo es un límite. Limitado por las carencias, por el tiempo, la merma, la degradación, la enfermedad y la muerte. Contrariamente "El Hijo de Dios no tiene límites. Su fortaleza es ilimitada, así como su paz, su júbilo y todos los atributos con los que su Padre lo dotó al crearlo." Esta es la condición del Hijo de Dios en el estado del Cielo, y será la condición que disfrutaremos cuando perdonemos todos los obstáculos que nos impiden experimentar nuestra verdad.
"Lo que dispone con su Creador y con su Redentor se hace. Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo." El poder de Dios brilla en nuestras mentes rectas, en nuestras mentes santas. El Amor no tiene límites de ninguna índole, y accedemos a su poder cuando unimos nuestra voluntad con la de Dios.
"Soy aquel a quien todo esto se le da. Soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre." Aquí aparecemos junto con Jesús, proclamando nuestro origen y nuestra verdadera identidad como los perfectos hijos de Dios, creados a Su semejanza, y por lo tanto, disfrutando de todo Su Poder y toda Su gloria. Reconocer y aceptar nuestra realidad inmortal es un paso esencial en nuestra sanación y en nuestra liberación de las limitaciones de este mundo. Por eso con certeza y convicción me digo a mi mismo: "Mi Padre me da todo poder." y ese poder reside en el Amor que ilumina mi santa mente.
ORACIÓN DEL DÍA:
Padre "Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. Tú Voluntad no tiene límites. Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder."
La voluntad de Dios no tiene límites y lo que Dios dispone no es posible cambiarlo o modificarlo. Su Voluntad ha dispuesto que todo Su Amor y todo Su poder se extienda a Su Hijo, y a través nuestro se extienda a todo el mundo. Nuestra naturaleza es Amor y nuestra función es extender el Amor por siempre en un gozoso canto de paz y gratitud.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "10. ¿Qué es el Juicio Final?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.