LECCIÓN 319 Vine a salvar al mundo.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 319

Vine a salvar al mundo.

1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. ²Pues la arrogancia se opone a la verdad. ³Mas cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y ocupa el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. ⁴Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos. ⁵El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. ⁶La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se les concede a todos.

2. Padre, Tu Voluntad es total. ²Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. ³¿Qué otro objetivo, sino la salvación del mundo, podrías haberme encomendado? ⁴¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?




AUDIOS de la Lección 319
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 319
A través de Blanca Nivia Morales Contreras


Ocurrir de la Lección 319
a través de Martin Musarra


Lección 319
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


































Lección 319

Vine a salvar al mundo.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Este pensamiento nos cuestiona. Primero, veamos de qué mundo estamos hablando. Jesús, en la lección 308 Este instante es el único tiempo que existe, nos dice: 

”Gracias por este instante, Padre. Ahora es cuando soy redimido. Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él.” (L-308. 2:1-3)

Se trata de salvar el mundo que hay en mi mente, vale decir, corregir las ideas de separación y de conflicto que la animan cuando estoy con el ego. La salvación, de este mundo, debe ser mi prioridad y debo comprometerme con ello como lo pide, Jesús, en el capítulo 4 sección III:

”Examina detenidamente que es lo que estas pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro”. T-4. III. 8: 1-2

Aquí, Jesús es muy claro. Necesitamos ser honestos con nosotros, saber qué es lo que pedimos y desearlo. Así, preparamos nuestra mente para la llegada de Dios. Preparamos nuestra mente, salvamos el mundo que hay en ella, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, valiéndonos del perdón. Es en la mente donde tenemos que hacer el trabajo de corrección del sistema de pensamiento del ego. Si tenemos una mente en paz y en amor, se extenderá a mis hermanos y se establecerán con ellos relaciones santas, relaciones distintas a las del ego.

Jesús nos dice en la lección:

”He aquí el pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. Pues la arrogancia se opone a la verdad. Más cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras”.

Es arrogante oponerse a la Voluntad de Dios que lo que quiere es que seamos felices. Es querer llevarle la contraria, hacer las cosas a nuestra manera y elegir el sufrimiento en lugar de la felicidad y de la dicha. La arrogancia del ego pretende que fuimos creados por él. Contrario a la verdad, que dice que fuimos creados por Dios. La verdad se contrapone a las ilusiones del ego. Al reconocer la verdad de Dios se acaban las dudas, los temores, se estimula la tolerancia y el respeto, se incrementa la confianza al saber que dentro de nosotros se encuentra el poder de Dios, el júbilo y la paz nos llenan…y todo esto es lo que extendemos a nuestros hermanos. De esa manera, contribuimos a que nuestros hermanos lleven la obscuridad del ego ante la luz de la verdad de Dios. 

Continúa Jesús en la lección:

”Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos. El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se les concede a todos”. 

Recordemos que la cuarta ley del caos o del ego, plantea el atribuirle valor a aquello de lo que se apropia. Y si alguien se apropia de algo, a alguien se  le tiene que haber quitado y para que alguien gane, otro tiene que perder. Esta es la lógica que justifica el robo, la corrupción, la violencia… que prima en este mundo y que se basa en la carencia. Por el contrario, la lógica del Espíritu Santo se basa en la abundancia. 

Jesús, nos lo aclara en el capítulo 4 sección III: 

”En tu propia mente, aunque negado por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: Dios te ha dado todo. Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortalmente”.  T-4. III. 9: 1-3

Dios nos ha dado todo. No somos carentes. Sólo siguiendo al ego puedo verme limitado y carente. Se trata de recordar que lo tengo todo y que soy todo por ser tal como Dios nos creó. 

La oración de la lección es una ratificación de lo anterior. Hagámosla a lo largo del día:

Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. ¿Qué otro objetivo, sino la salvación del mundo, podrías haberme encomendado? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?. 

Con relación al tema del Juicio Final

Nos dice, Jesús, en el tema especial 10. ¿Qué es el Juicio Final?:

”La salvación te pide que le des la bienvenida. Y el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará”.

El Juicio Final nos lleva a la perfecta paz y al perfecto amor. No hay que tener miedo del amor que contribuye, desde mi mente recta, a la salvación. Salvación que implica liberar el mundo de mi mente donde se presentan los pensamientos no amorosos que me separan de Dios y de mis hermanos. Y cuando lo hago, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, puedo extender dichos pensamientos a mis hermanos, aportando, de esa manera, a la salvación.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.















Kenneth Wapnick 

”Vine a salvar al mundo.”

Lección 319

"Recordemos la lección anterior: “De mí depende la salvación del mundo.” (W-pI.186). Como Jesús nos dice, esta no es una declaración de arrogancia, sino de humildad:

(1:1-3) «He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. Pues la arrogancia se opone a la verdad. Mas cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras.» 

Nuestra función es ser conscientes de la interpretación arrogante del ego de “Soy la salvación del mundo”, darnos cuenta de su locura, y pedir la ayuda de Jesús para verlo de otra manera. A través de sus ojos nos damos cuenta de que somos la salvación del mundo, no por algo que hacemos, sino por la unidad que es nuestro Ser. Llevar humildemente nuestra arrogancia a la verdad permite a la verdad simplemente ser.

(1:4-5) «Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos. El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde.» 

Esta es una declaración maravillosamente sucinta de lo que sucedió en el instante original. Debido al principio de «uno o el otro», ganar nuestra individualidad significó perder la totalidad: el ego y el mundo así nacieron y fueron salvos cuando creímos que matamos a la totalidad y al Amor perfecto. Sin embargo, la verdadera salvación del mundo viene al darse cuenta de que todo esto fue un error, sin verdaderos efectos.

(1:6) «La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.»

La roca sobre la que descansa la salvación, nos dice Jesús en el texto, es que nadie pierde y todos ganan. Ser el Hijo de Dios no significa que Dios tenga que ser destruido. Significa que somos uno con nuestro Padre, como lo es cualquier otro fragmento aparentemente separado. Así, leemos cómo el Espíritu Santo convierte el mundo demente de separación del ego en un mundo cuerdo de perdón, deshaciendo la creencia del ego en «uno o el otro»:

“El Espíritu Santo tiene el poder de transformar todos los cimientos del mundo que ves en algo distinto: en una base que no sea demente, sobre la que se puedan sentar los cimientos de una percepción sana y desde la que se puede percibir otro mundo: un mundo en el que nada se opone a lo que conduciría al Hijo de Dios a la cordura y a la felicidad, y en el que nada da testimonio de la muerte ni de la crueldad, de la separación o de las diferencias. Pues ahí todo se percibe como uno, y nadie tiene que perder para que otro gane.” (T-25.VII.5)

(2) «Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. ¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?»

Para recordar que la Voluntad de Dios abarca la mía, así como la de la Filiación en su totalidad, debo compartir el único propósito del perdón con mi hermano. Así somos salvos juntos, y el mundo con nosotros:

“Tú y tu hermano sois lo mismo, tal como Dios Mismo es Uno, al no estar Su Voluntad dividida. Y no podéis sino tener un solo propósito, puesto que Él os dio el mismo propósito a ambos. Su Voluntad se unifica a medida que unes tu voluntad a la de tu hermano, a fin de que se restaure tu plenitud al ofrecerle a él la suya. No veas en él la pecaminosidad que él ve, antes bien, hónrale para que puedas apreciarte a ti mismo así como a él. Se os ha otorgado a cada uno de vosotros el poder de salvar, para que escapar de las tinieblas a la luz sea algo que podáis compartir, y para que podáis ver como uno solo lo que nunca ha estado separado ni excluido de todo el Amor de Dios, el cual Él da a todos por igual.” (T-25.II.11)"

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.













LECCIÓN 319

"Vine a salvar al mundo"

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

En nuestro medio "salvar al mundo" es una función asignada a los súper héroes de las películas de Hollywood. Así que cuando decimos que venimos a salvar el mundo, podrían pensar que somos unos arrogantes, y podríamos pensar que son arrogantes quienes hagan esta afirmación. Pero ese no es el mundo que venimos a salvar desde la perspectiva del Curso. 

La lección nos dice todo lo contrario, "He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad." salvar nuestro mundo de todo pensamiento de culpa, miedo, conflicto o ataque, no es arrogancia, "Pues la arrogancia se opone a la verdad." y lo que venimos es a salvar al mundo de las ilusiones de la percepción falsa, de todo lo que niegue la verdad que somos, de todo lo que niegue el amor que es lo único real y eterno en nosotros. 

Salvar el mundo es perdonar todos nuestros errores de percepción, es liberarnos del miedo, es deshacer de nuestra consciencia todo pensamiento falso, y sustituirlo por la verdad, por el amor. "Mas cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y ocupa el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras."

El ego no sólo es un pensamiento de separación, es un pensamiento de limitación. Limitado por las carencias, por el tiempo, la merma, la degradación, la enfermedad y la muerte. El ego se basa en relaciones especiales exclusivas y excluyentes, donde cree que gana si el otro pierde, "Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos." todos los propósitos del ego son limitados, pues la naturaleza del ego es la limitación misma. 

Lo que el ego busca salvar no tiene salvación, pues el tiempo y las limitaciones subyacentes condenan las fabricaciones del ego. 

El Hijo de Dios goza de los mismos poderes de Su Padre. El Amor sólo sabe dar y dar ilimitadamente, con generosidad, con abundancia infinita. Por el contrario, "El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde." Esa es la naturaleza de la creencia de la separación, lo importante es que mi "yo" individual gane así los demás pierdan, pues he perdido la dimensión de la totalidad de la que hago parte, y no soy consciente de que si otros pierden yo también, pues soy parte de un  todo del que no puedo excluirme. 

Por eso, "La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se les concede a todos." Ese aprendizaje lo realizaré exitosamente de la mano de Jesús, del Espíritu Santo, renunciando a toda arrogancia. Solo la guía del Amor me llevará a la consciencia de la unidad, y al regreso a mi Hogar eterno. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella comparte su totalidad.  ¿Qué otro objetivo, sino la salvación del mundo, podrías haberme encomendado? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?"

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "10. ¿Qué es el Juicio Final?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 
 




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