Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 318
Soy el medio para la salvación, así como su fin.
1. En mí—el santo Hijo de Dios—se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo. ²¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo propósito y una misma meta? ³¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviera mayor o menor importancia que los demás? ⁴Soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí. ⁵Fui creado como Aquello tras lo cual ando en pos. ⁶Soy el objetivo que el mundo anda buscando. ⁷Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. ⁸Soy el medio para la salvación, así como su fin.
2. Que asuma hoy, Padre mío, el papel que me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. ²Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti.
AUDIOS de la Lección 318
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 318
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 318
a través de Martin Musarra
Lección 318
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 318
Soy el medio para la salvación, así como su fin.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Esta lección retoma el tema de la forma y el contenido. Ayer, Jesús, nos enseñó que podemos tener muchas funciones especiales pero que todas tienen un mismo contenido: el plan de Dios para la salvación.
Nos dice Jesús en la lección:
”En mí – el santo Hijo de Dios – se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo. ¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo propósito y una misma meta?”
En mí, el Hijo de Dios, se reconcilian la forma y el contenido. Son lo mismo. La meta: Dios, que sería el contenido, y, el perdón que sería la forma, el propósito, el camino para llegar a Él. Para llegar a Dios, el Hijo de Dios necesita perdonarse a sí mismo, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para, de esa manera, recobrar la Unidad que creyó haber dejado cuando aceptó la creencia en la separación de Dios.
Aquí, se presenta un aspecto muy importante que se presenta con la creencia en la separación. El Hijo de Dios empieza a buscar las soluciones de sus problemas fuera de sí mismo.
Esto nos lo explica Jesús en el capítulo 29 sección VII:
”No busques fuera de ti mismo. Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone… No busques fuera de ti mismo pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. ¿Y qué pasaría si no estuviese allí? ¿Preferirías tener razón a ser feliz?” (T-29. VII. 1:2-2, 6-7)
Fuera de mí mismo, de mi mente, no están las soluciones. Busco cosas externas creyendo que me van a dar la salvación, llámense cuerpos, lugares, objetos, sustancias, logros, etc.
Jesús, nos hace una pregunta muy importante: ¿prefiero tener la razón a ser feliz? Con el ego, respondemos que tener la razón pues esto significa que soy distinto, que soy especial, que estoy separado. Con el Espíritu Santo reconozco mi plenitud, mi felicidad, inherente a mi condición de Hijo de Dios y no necesito que me den la razón.
Dice Jesús en la lección:
”Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor importancia que los demás?”.
Jesús es claro. Dios no hace excepciones. No hay unos Hijos de Dios más especiales que otros. Por eso nos dice en el capítulo 3 sección IV:
”No puedo elegir por ti, pero puedo ayudarte a que elijas correctamente. “Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” debería rezar: ”Todos son llamados, pero son pocos los que eligen escuchar.” Por lo tanto, no eligen correctamente. Los “escogidos” son sencillamente los que eligen correctamente más pronto. Las mentes sanas pueden hacer esto más pronto ahora, y al hacerlo hallarán descanso para sus almas”. (T-3.IV 7:11-15)
Todos, algún día corregiremos nuestros errores, perdonaremos, como vimos en el tema del Segundo Advenimiento. Se trata, como dice Jesús, de hacerlo lo más pronto posible.
Continúa Jesús en la lección:
”Soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí. Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. Soy el objetivo que el mundo anda buscando. Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. Soy el medio para la salvación así como su fin”.
De nuevo, Jesús, nos habla de la unidad. No hay separación entre el fin que soy como Hijo de Dios, unido a mi Creador y el medio que utilizo para reconocer mi unidad y ver el Hijo de Dios también en mis hermanos: el perdón.
La oración de la lección nos hace un llamado a aceptar la Expiación para nosotros mismos para restablecer la unidad con Dios. Recordemos que la Expiación hace relación a la sanación de nuestra manera de pensar, a aceptar la manera de pensar de la mente recta, aunque sea por un instante, lo que conlleva, de inmediato a extender la sanación a mis hermanos.
Reiteremos su lectura a lo largo del día:
“Que asuma hoy, Padre mío, el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti”_.
Con relación al tema del Juicio Final
Nos dice, Jesús, en el tema especial 10. ¿Qué es el Juicio Final?:
”No tengas miedo del amor, pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágrimas y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. No tengas miedo de eso”.
Le tenemos miedo al amor, que es sentirse unido a todo y a todos, es decir, sentirse unido a Dios. El amor va unido al perdón que implica perdonar los errores míos y de mis hermanos. Cuando perdono siento amor. El amor y el perdón se retroalimentan.
También le tenemos miedo a la responsabilidad que nos corresponde como Hijos de Dios, y preferimos desconocer, como dice la lección de hoy que Soy el medio para la salvación, así como su fin.
Proceso de práctica de la lección
1.Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2.Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3.Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4.Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.»
Lección 318
"Este título recuerda la hermosa declaración al final de la Lección 302: “Él es el Fin que perseguimos, así como los Medios por los que llegamos a Él.” En esa lección, Dios es a la vez los Medios y el Fin. En esta lección, «somos» el medio y el fin - el fin es el Hijo de Dios como Cristo, y el medio para alcanzarlo es el Hijo de Dios que elige perdonarse a sí mismo.
(1:1) «En mí -el santo Hijo de Dios- se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo.»
La teología cristiana tradicional ha enseñado que el Hijo de Dios - Jesús - fue quien reconcilió al hombre pecador con el Amor de Dios. Así Jesús toma esa misma idea y la aplica al Hijo de Dios en todos nosotros. Este Hijo no es la figura mágica llamada Jesucristo que vino al mundo para expiar por nuestros pecados a través de su muerte sufriente y sacrificial. Más bien, es el Hijo de Dios - otra vez, «todos nosotros» - que reconcilia al Hijo de Dios con él mismo. Esto significa que «nosotros» deshacemos la creencia en el pecado, el prerrequisito para darnos cuenta de nuestra unicidad con Dios.
(1:2-3) «¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo propósito y una misma meta? ¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor o menor importancia que los demás?»
Las «partes» hacen referencia a los aparentes fragmentos de la Filiación. En otra parte del Curso, Jesús se refiere a estos como «aspectos» (por ejemplo, T-13.VI.6: 4). El valor de usar términos neutrales tales como «partes» o «aspectos» es que ello enfatiza que el Hijo de Dios no es sólo el homo sapiens, pues cada fragmento separado - animado o inanimado - es una sombra fragmentaria del único Hijo dormido. Cada parte de la Filiación comparte un propósito y un objetivo, que marca el fin del especialismo de la separación. A medida que avance tu día, por lo tanto, trata de ver con qué frecuencia tomarás partido y juzgarás las partes del Hijo de Dios como mejores o peores, más o menos importantes, más o menos espirituales. Y entonces pídele a Jesús que te ayude a ver la igualdad inherente en el único Hijo de Dios.
(1:4-8) «Yo soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí. Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. Soy el objetivo que el mundo anda buscando. Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.»
El «fin» es darme cuenta de que soy el Hijo de Dios como Cristo, y el «medio» para alcanzarlo es ver al Hijo de Dios en todos, incluyéndome a mí mismo, reconociendo nuestro único propósito y objetivo. Viendo al fin que compartimos el mismo ser, me despierto a la verdad de que compartimos un único Ser. Así, «soy» el Hijo de Dios, y «busco» al Hijo de Dios.
(2:1) «Permíteme hoy, Padre mío, asumir el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo.»
Estrictamente hablando, no es Dios Quien hace esta petición, sino Jesús o el Espíritu Santo - nuestros Maestros del perdón.
(2:2) «Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti.»
Nos convertimos en uno a través del perdón, el significado de «se reconcilia»: uno como Hijo separado de Dios; uno como Cristo, en uno con Su Fuente."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
https://www.facebook.com/travesiainterior
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LECCIÓN 318
"Soy el medio para la salvación, así como su fin."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
"En mí —el santo Hijo de Dios— se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo." Cuáles serían "¿los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo.?" La respuesta es yo mismo. El aspecto Hijo de Dios, como Cristo en su total unicidad con nuestro Padre. Y el aspecto Hijo de Dios, que se perdona toda creencia en la separación, la culpa, el pecado y el miedo, y reconoce su santidad y se reconcilia con ella. Cuando acepto y reconozco quien Soy, la salvación se ha consumado, y los aspectos que aparentemente estaban separados se han reconciliado.
Yo soy el objeto y el sujeto de la Salvación. Yo soy la causa y el efecto de la separación. Yo soy el destinatario del "plan celestial para la salvación del mundo." La respuesta de Dios a la creencia en la separación. Yo soy la causa de la misión del Espíritu Santo, de ayudarme a despertar del sueño de separación, y soy quien debo elegir el amor y no el miedo. Soy yo quien debo perdonar lo que no es verdad en mi.
Cuando acepto el plan de Dios para la salvación, cuando acepto la guía del Espíritu Santo, cuando acepto perdonar todo lo que niegue mi verdadero ser, "¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo propósito y una misma meta?" todos los aspectos son todas las mentes que se creen separadas, pero que compartimos "un mismo propósito y una misma meta" todos esos aspectos los vamos unificando en la medida que vamos perdonando y aceptando el plan de Dios para la salvación.
"¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviera mayor o menor importancia que los demás?" una condición de mi propia sanación es reconocer la perfecta igualdad de todos los hijos de Dios, no hay ninguno que sea superior o inferior, toda supuesta jerarquía es ilusoria, y refuerza la separación. Cada hermano es una parte de mi, como yo soy una parte de la totalidad.
"Soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva porque el propósito de la salvación es encontrar la impecabilidad que Dios ubicó en mí." El fin es encontrar mi propia impecabilidad, mi santidad, mi inocencia, ese es mi propósito, y eso lo logro a través del perdón, ese es mi medio.
"Fui creado como Aquello tras lo cual ando en pos. Soy el objetivo que el mundo anda buscando. Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. Soy el medio para la salvación, así como su fin." Fui creado como el Cristo, el perfecto e inocente Hijo de Dios, y en este mundo ando tras lo que verdaderamente soy, el Cristo que vive en mi. Ese Cristo que habita en mi mente y en mi corazón y que con mucha dulzura me recuerda quien Soy, y me invita a despertar en mi Ser. En este mundo creo estar buscando lo que no soy, pues la percepción me llevaba a buscar afuera, cuando todo lo que tenía que hacer es mirar dentro de mí, y contemplar la luz y el Amor que siempre me han habitado, lo que en verdad Soy.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Que asuma hoy, Padre mío, el papel que me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti."
Aceptar la Expiación en mi, es aceptar el camino de amor y perdón que el Espíritu Santo me ofrece, es reconocerme tal como Dios me creó, reconciliar mi ser con mi Ser, es reconciliar a toda la Creación consigo misma, es reconciliar mi amor con el Amor de Dios.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "10. ¿Qué es el Juicio Final?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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