Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 317
Sigo el camino que se me ha señalado.
1. Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar. ²La salvación espera hasta que yo decida asumir ese papel como mi único objetivo. ³Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. ⁴Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos.
2. Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy. ²Allí donde me conduce, es adonde elijo ir; y lo que quiere que haga, es lo que elijo hacer. ³Tu camino es seguro y el final está garantizado. ⁴Allí me aguarda Tu recuerdo. ⁵Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, Quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos.
AUDIOS de la Lección 317
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 317
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 317
a través de Martin Musarra
Lección 317
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 317
Sigo el camino que se me ha señalado.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, en esta lección, toca el tema de cuál es mi papel, mi función, en este mundo. Y nos plantea que se nos ha dado un camino. ¿Cuál es? Es la pregunta que, muy seguramente, nos hemos hecho alguna vez en nuestra vida.
Nos dice Jesús en la lección:
”Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar. La salvación espera hasta que yo elija asumir ese papel como mi único objetivo”.
En el mundo del ego nos mueve el deseo de ser especial: tener una familia, una profesión, unos amigos, tener determinados objetos, conocer determinados sitios, etc.
Sobre ese deseo de ser especial nos dice Jesús en el capítulo 25 sección VI:
”Esta es la percepción benévola que el Espíritu Santo tiene de ser especial: valerte de lo que tú hiciste para sanar en vez de para hacer daño. Él le asigna a cada cual una función en la salvación que él solo puede desempeñar, un papel exclusivamente para él. Y el plan no se habrá llevado a término hasta que cada cual descubra su función especial y desempeñe el papel que se le asignó para completarse así mismo en un mundo donde rige la incomplección”. (T-25. VI. 4:1-3)
Aquí, Jesús, es claro: la función especial que escogimos puede ponerse al servicio del Espíritu Santo. Desde cualquier función especial que desempeñemos podemos ponerla al servicio de la salvación cuando tenemos claro que nuestro objetivo, en este mundo, es Dios. Él es nuestro referente, nuestra meta, nuestra vida. Pero, para alcanzar esta meta necesitamos perdonar todo lo que nos separe de nuestros hermanos, y, por ende, de Dios. No necesitamos cambiar de profesión, de pareja, de familia, etc., para sentirnos completos, para cumplir nuestro papel en el plan de Dios para la salvación. Todas estas situaciones son el aula de aprendizaje para que aprendamos a perdonar con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Elegimos nuestra función especial porque lo deseamos. Ahora, se nos pide que la pongamos en manos del Espíritu Santo:
Continúa Jesús en la lección:
”Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos”.
Si acepto mi función en el plan de salvación de Dios no seré esclavo del tiempo pues no viviré en función de repetir los errores del pasado, en el presente. El presente estará al servicio de la salvación, vale decir, del deshacimiento de la creencia en la separación de Dios y en la culpabilidad, mediante el perdón y la guía del Espíritu Santo y de Jesús. El presente, por tanto, será un presente feliz y en paz. No tendré que preocuparme del futuro pues lo pongo en manos de Dios como vimos en la lección 314 Busco un futuro diferente del pasado.
Jesús, insiste en que participemos en el plan de Dios con buena disposición. Dios, nunca nos va imponer nada. Si insistimos en recorrer el camino de sufrimiento y de conflicto del ego, Él, simplemente, esperará, pacientemente, hasta que nos decidamos a reconocer que siempre ha estado caminando a nuestro lado y le expresemos nuestra pequeña dosis de buena voluntad al demandar su ayuda. Ayuda que, feliz, nos brindará.
La oración de la lección es un llamado a seguir el camino que Dios nos ha señalado. Hagámosla a lo largo del día:
Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy. Allí donde me conduce, es donde elijo ir, y lo que quiero que haga, es lo que elijo hacer. Tu camino es seguro y el final está garantizado. Allí me aguarda Tu recuerdo. Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos.
Con relación al tema del Juicio Final
Nos dice, Jesús, en el tema especial 10. ¿Qué es el Juicio Final?:
El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a regresar a la paz eterna que comparte con él.
La lección de hoy nos habla de nuestra función especial en la salvación. Dios nos ha dado Su Palabra de que ya hemos sido salvados porque, por el principio de la Expiación, la separación nunca se dio. Nos dio al Espíritu Santo para que nos ayude a despertar del sueño de la separación y para que, a su vez, nosotros como maestros de Dios, lo hagamos con nuestros hermanos. No olvidemos que Dios es misericordioso y siempre quiere lo mejor para nosotros.
Proceso de práctica de la lección
1.Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2.Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3.Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4.Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Sigo el camino que se me ha señalado.»
Lección 317
"Esta lección es de gran importancia, y su tema se reitera en dos lecciones que veremos en la siguiente serie. “Sigo el camino que se me ha señalado” significa que no quiero ser el primero. Como una de estas últimas lecciones dice: “Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero” (WpII.328). Al principio le dijimos a Dios: “Yo soy la Primera Causa y Tú me sigues - yo tengo el poder y estoy a cargo”. Esta creencia es la motivación detrás del mantra que se encuentra en algunos círculos de la Nueva Era: “Yo soy Dios”. Ninguno de nosotros quiere ser un seguidor, porque queremos ser el número uno. En esta lección, por lo tanto, Jesús nos devuelve a la humildad que debemos practicar como estudiantes de su curso: “Seguiré el camino que mi maestro instruye para así poder llegar a Dios, Quien es mi Creador - Yo no soy el Suyo; Él es el mío.”
(1:1) «Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar.»
Aquí podemos ver otro ejemplo de Jesús usando la palabra «especial» para el Espíritu Santo, cuando casi siempre está reservada para el ego. Nuestra misión «especial» es nuestra función «especial», la cual es perdonar nuestras relaciones «especiales», como él explica en el texto:
“Aquí, donde las leyes de Dios no rigen de forma perfecta, él todavía puede hacer una cosa perfectamente y llevar a cabo una elección perfecta. Y por este acto de lealtad especial hacia uno que percibe como diferente de sí mismo, se da cuenta de que el regalo se le otorgó a él mismo y, por lo tanto, de que ambos tienen que ser necesariamente uno.” (T-25.VI.5:1-2)
(1:2-4) «La salvación espera hasta que yo elija asumir ese papel como mi único objetivo. Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos.»
Es nuestra elección y la de nadie más. Una vez más, nuestro único papel es perdonar, que no tiene nada que ver con el comportamiento o con algo externo.
(2:1) «Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy.»
Esta es otra referencia más a la oración final en la Lección 189: “Padre, no sabemos cómo llegar a Ti.” Nuestro Padre nos llama a través de Su Voz, y nosotros le seguiremos - la esencia de la humildad.
(2:2-4) «Allí donde me conduce, es adonde elijo ir; y lo que quiere que haga, es lo que elijo hacer. Tu camino es seguro y el final está garantizado. Allí me aguarda Tu recuerdo.»
El enfoque nuevamente está en nuestra elección, y ahora gustosamente elegimos el camino de Dios. El viaje termina con el regreso de Su recuerdo - el mundo real - logrado mediante el perdón, que no excluye a nadie de la Filiación.
(2:5) «Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos.»
El mundo surgió de la creencia de que de hecho nos habíamos alejado de los amorosos Brazos de Dios. El ego nos dijo que estos Brazos no eran amorosos, y que fuimos sabios en huir - si nos hubiéramos quedado, Dios seguramente nos habría destruido. Jesús nos dice, sin embargo, que no somos pecadores, sino que efectivamente hicimos una elección equivocada, reflejando la bien conocida línea del texto: “Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivocado.” (T- 10.V.6: 1)."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 317
"Sigo el camino que se me ha señalado."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Cuál es el camino que se me ha señalado? Y quién me lo ha señalado?
El camino es aquel que nos enseña el Espíritu Santo, para regresar a Dios a través del perdón y la oración, camino que al recorrerlo sana nuestra mente y nos revela la Verdad que somos.
"Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar." La misión especial que debo cumplir, es lograr mi propia curación. La sanación de mi mente de todo pensamiento conflictivo, la liberación definitiva del sistema de pensamiento del ego, y como resultado, el recuerdo de Dios, del amor que es mi única Fuente, el retorno a mi hogar eterno. Y ese papel solo lo puedo desempeñar yo, pues fui yo quien decidí separarme de mi Fuente, y soy yo quien debo regresar, a través del perdón. Soy el Hijo prodigo que regresa a su Hogar.
Tanto el amor como el perdón son una elección, y mientras no tome esa decisión, "La salvación espera hasta que yo decida asumir ese papel como mi único objetivo. Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano." La salvación me espera, el Espíritu Santo me espera, Jesús me espera, la eternidad no tiene afán, pero soy yo quien cree vivir en el tiempo, y en el tiempo las esperas pueden ser dolorosas.
Mientras no me decida a recorrer los caminos del amor y el perdón, estaré condenado a experimentar las vicisitudes del destino humano, todos sus conflictos, sufrimientos, oscilando entre el placer y el dolor.
"Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos, y a mí junto con ellos." Cuando tome la decisión de aceptar el plan de Dios para la salvación, cuando acepte completamente la guía del Espíritu Santo, recorreré el camino que se me ha señalado, con entusiasmo, con la confianza de que estoy en las manos correctas, y con la certeza de que llegaré al final de la jornada, donde el amor y la paz me aguardan. En ese instante reconozco que la salvación ha llegado tanto para mí como para todos mis hermanos.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy. Allí donde me conduce, es adonde elijo ir; y lo que quiere que haga, es lo que elijo hacer. Tu camino es seguro y el final está garantizado. Allí me aguarda Tu recuerdo. Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, Quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos."
Recorrer el camino del amor y el perdón, es el único camino que debemos recorrer en este mundo, el camino que nos conduce a Dios, y en la medida que lo recorremos vamos soltando las cargas del pasado, nos vamos liberando de todo sufrimiento, vamos abandonando todo juicio y conflicto, nos vamos volviendo ligeros de equipaje, pues el Amor es más liviano que el aire y más esperanzador que un nuevo amanecer.
Recorramos nuestro camino con certeza y alegría, y con la confianza que el Espíritu Santo camina a nuestro lado mostrándonos el camino que habremos de recorrer, el final es tan seguro como el Amor mismo, pues finalmente el recorrido no es más que el amor que se encamina hacia el Amor, un encuentro largamente esperado, un anhelo realizado, un canto eterno de dicha y gratitud.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "10. ¿Qué es el Juicio Final?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
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