LECCIÓN 337 Mi impecabilidad me protege de todo daño.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 337

Mi impecabilidad me protege de todo daño.

1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguridad y mi amor imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. 2Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. 3¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? 4Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más. 5Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. 6Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.

2. Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. 2Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. 3Padre, mi sueño termina ahora. 4Amén.




AUDIOS de la Lección 337
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 337
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 337
a través de Martin Musarra


Lección 337
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda































LECCIÓN 337

Mi impecabilidad me protege de todo daño.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Jesús, nos viene hablando de la impecabilidad y de la importancia de decidirnos a aceptarla. Hoy, nos asegura que con ella nada nos hará daño, no hay nada que temer.

Dice Jesús en la lección:

”Mi impecabilidad me garantiza una perfecta paz, eterna seguridad, un amor imperecedero, mantenerme eternamente a salvo de todo pensamiento de pérdida y liberarme completamente del sufrimiento”.

Al aceptar mi impecabilidad encuentro paz: no tengo culpabilidad, prevalece el amor y la dicha, me siento unido a mis hermanos y a Dios, me siento tranquilo, no me siento atraído por el dolor, por la muerte y dejo el miedo a Dios y acepto que la paz es la condición para el regreso a Dios.

Al aceptar mi impecabilidad encuentro eterna seguridad: mi completa renuncia a la ira y al ataque. Veo a mis hermanos con la visión de Cristo y compruebo que no hay nada que temer.

Al aceptar mi impecabilidad me libero completamente del sufrimiento: el sufrimiento es resultado de la culpabilidad, de la creencia de que sufro por lo que, supuestamente, me hizo mi hermano y no por mis propios pensamientos, es caer en la tentación de verme como indefenso y víctima. Todo sufrimiento oculta algún pensamiento que niega el perdón. El perdón puede sanar toda forma de dolor. El cuerpo sufre para que la mente no pueda darse cuenta de que es víctima de sí misma. 

Nos dice Jesús: 

”Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da”.

La felicidad es la función de Dios que es la misma mía, como Su Hijo. La felicidad es constante, nunca cambia. Es la verdad. Es un atributo de Dios y de Su Creación. Tengo que ser consciente que el sufrimiento no es la Voluntad de Dios para mí. 

Nos dice Jesús en la lección:

”¿Qué  debo hacer para saber que todo esto me pertenece? Aceptar la Expiación para mí mismo y nada más”. 

Recordemos que la Expiación es el plan de corrección del Espíritu Santo para deshacer el ego y sanar la creencia en la separación. Surgió después de la aparición de la creencia en la separación de Dios. Se completará cuando cada Hijo de Dios haya cumplido su parte en la Expiación por medio del perdón total. Aceptar la Expiación para mí mismo es aceptar la sanación de mi manera de pensar, con la mente recta, así sea por un instante, con la ayuda del Espíritu Santo. Lo cual contribuirá a la sanación de mis hermanos. Es mi única responsabilidad en este mundo.
 
Continúa Jesús:

”Dios ya hizo todo lo que había que hacer. Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad—la cual se creó para mí y ahora es mía—para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama”.

Para Dios siempre seré completamente inocente. Creó al Espíritu Santo para que me ayude a despertar del sueño. No tengo que hacer nada con el ego. No tengo que creer que tengo todas las respuestas. Reconozco que no se nada pero que tengo, a mi lado, a Alguien que sí sabe y que me orientará cuando se lo pida. Sólo tengo que pedir la ayuda, aquietarme y esperar. Se trata de confiar en Dios y no en el ego. Se trata de aceptar que la Voluntad de Dios y la mía son la misma. Se trata de reconocer mi verdadera identidad como Hijo de Dios y de creer que Dios me ama y no quiere que sufra. 

En la oración reconozco que estaba equivocado al no aceptar mi impecabilidad. Puedo decidirme a aceptar que el sueño del ego termina ya.

 Hagamos la oración a lo largo del día:

”Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. Padre, mi sueño termina ahora. Amén”.

Con relación al tema del ego.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 12. ¿Qué es el ego?:

”Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación ni el costo que conlleva creer en él”.

Hablar de realidad es hablar del Reino de Dios, es hablar de Dios. La realidad no tiene nada que ver con el ego, lo mismo que el Hijo de Dios. Los pensamientos del ego expresan la separación, el conflicto, el pecado, la culpa y el miedo. 

Las leyes del ego o del caos enseñan que:
1. La verdad es diferente para cada persona. 
2. Lo hay nadie que no peque, por lo tanto, todo el mundo merece ataque y muerte. 
3. El temor a Dios 
4. El ego atribuye valor únicamente a aquello de lo que se apropia. Así, la pérdida del otro es tu ganancia.

El ego se basa en ilusiones, continuamente cambiantes, en búsqueda de una felicidad que nunca se consigue y todos sus planes están llenos de sufrimiento y de sacrificio. Nada que ver con la realidad de Dios que es perfecta Paz y Amor. 

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. 

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.












Kenneth Wapnick 

«Mi impecabilidad me protege de todo daño.»

Lección 337

"La creencia de que nuestro ataque pecaminoso contra Dios será usado contra nosotros nos lleva a recorrer el mundo en un estado de vulnerabilidad y miedo. Sin embargo, la elección de ser impecables nos ayuda a darnos cuenta de que no hay nada que temer, porque no hay ninguna proyección de la culpabilidad que exija un ataque a cambio.

(1:1-4) «Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguridad y mi amor imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. ¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más.»

Encuentro paz, seguridad, amor y felicidad, no a través del cambio del mundo o de la manipulación de otros para satisfacer mis necesidades especiales, sino más bien al cambiar el sistema de pensamiento de mi mente o mi maestro. Aceptar la Expiación del Espíritu Santo para mí mismo es mi única responsabilidad (T-2.V.5: 1).

(1:5-6) «Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.»

Para citar la importante sección del texto: «No tengo que hacer nada» (T-18.VII). Todo lo que tengo que hacer es deshacer lo que mi ego me ha enseñado, lo que acepté en lugar de la verdad de la Expiación. Revertir mi decisión me permite cambiar mi identificación del pecado a la impecabilidad, de la culpa a la inocencia y del miedo al amor, porque he aceptado ahora las familiares palabras de Jesús como la verdad:

“Camina gloriosamente, con la cabeza en alto, y no temas ningún mal. Los inocentes se encuentran a salvo porque comparten su inocencia. No ven nada que sea nocivo, pues su conciencia de la verdad libera a todas las cosas de la ilusión de la nocividad. Y lo que parecía nocivo resplandece ahora en la inocencia de ellos, liberado del pecado y del miedo, y felizmente de vuelta en los brazos del amor.” (T-23.in.3:1-4)

(2:1) «Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que Soy.» 

Esto nos recuerda la tranquilizadora declaración de Jesús en el texto:

“De momento, la confianza que yo tengo en ti es mayor que la que tú tienes en mí,... Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios. El Santísimo comparte mi confianza, y acepta mis decisiones con respecto a la Expiación porque mi voluntad nunca está en desacuerdo con la Suya.” (T-4.VI.6:1, 3-4)

En la certeza de Jesús descansamos contentos - a salvo de la culpa, a salvo de los ataques, a salvo por el amor.

(2:2-4) «Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. Padre, mi sueño termina ahora. Amén.»

Una vez más vemos la idea crucial de que debemos reconocer nuestros errores - estábamos equivocados y Dios estaba en lo cierto. Una y otra vez a lo largo del Libro de Ejercicios - tanto explícita como implícitamente - Jesús nos lleva a la comprensión de que aunque percibamos, pensemos y entendamos incorrectamente, hay Alguien dentro de nosotros que conoce la verdad. Él es a Quien vamos a despertar al Cielo de los sueños infernales del ego."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.












LECCIÓN 337

"Mi impecabilidad me protege de todo daño."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta es una lección centrada en el poder de la impecabilidad, de la fortaleza de la inocencia, y de la corrección del error de creernos separados de nuestro Padre. El plan del Espíritu Santo para deshacer el ego y corregir la creencia en la separación,  es lo que el Curso denomina la Expiación. 

"Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguridad y mi amor imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento.". Esto lo logramos cuando perdonamos todas nuestras culpas y miedos, cuando renunciemos a juzgar y condenar, y sólo contemplemos la inocencia  de nuestros hermanos.

 Si lo logramos, "Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da." La felicidad es un atributo que nuestro Padre nos dio desde cuando nos creó, ese estado no ha cambiado ni cambiará. La creencia en la separación nos ha llevado a pensar que ese estado ha cambiado, y la "prueba"  de ello son nuestros miedos, conflictos  y sufrimientos. El ego a través de la culpa parece haber nublado nuestra realidad, por lo que vemos es un mundo de opuestos y desamor. 

"¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece?" Esta es una pregunta de recordatorio de todo el recorrido que hemos hecho con las lecciones hasta hoy, algo que el Curso nos ha insistido una y otra vez, aceptar el plan del Espíritu Santo para nuestra salvación, aceptar de manera permanente la guía del Amor en nuestra mente, la respuesta es: "Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más." poner en manos del Espíritu Santo todos mis pensamientos, palabras y acciones y pedirle que me ayude a decidir en todo momento, circunstancia o lugar, y no tomar ninguna decisión por mi cuenta, y cualquier error que cometa procedo a perdonarlo, entregándoselo al Espíritu Santo. 

"Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer." Quiere decir que Dios nos creó perfectos e impecables, y eso no ha cambiado ni cambiará, y para ayudarnos a despertar del sueño de separación creó al Espíritu Santo con el único propósito de ayudarnos a recordar el Amor de Dios en nuestras mentes y guiarnos en el camino de regreso a nuestro Hogar. Dios ya hizo lo que tenía que hacer, ahora nos corresponde a nosotros aceptar Su plan, aceptar la guía del Espíritu Santo, todo depende de nuestra decisión. 

"Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama." No tengo que hacer nada por mi cuenta, todo lo debo  hacer  bajo la guía del Espíritu Santo, bajo la guía del Amor, y así reconocer mi verdadera identidad, mi Ser impecable e inocente, que vive bajo el manto protector de Dios, de Su fortaleza y su eterna invulnerabilidad, por eso puedo afirmar con la idea de hoy que "Mi impecabilidad me protege de todo daño." Nada ni nadie puede hacerme daño, pues no existe nada ni nadie que pueda hacerlo, pues lo único que Existe es el Amor, y el Amor sólo sabe de paz, dicha. armonía, plenitud, felicidad y abundancia sin límites. No existe nada más, sólo Dios y Su Hijo danzando eternamente en un canto de Amor y gratitud. 

ORACIÓN. DEL DIA:

Padre,  "Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. Padre, mi sueño termina ahora. Amén."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "12. ¿Qué es el ego?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 
 







CELEBRANDO EL MILAGRO 

CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 

BENDICIONES!






Share:

Facebook comments: