LECCIÓN 336 El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

 LECCIÓN 336  El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.



Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

1. El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.

2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.





AUDIOS de la Lección 336
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 336
A través de Mariano Noé


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a través de Martin Musarra


Lección 336
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda






































LECCIÓN 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Bueno. Es importante entender lo que quiere decir Jesús acá. Cuando se da la creencia en la separación de Dios esta mente colectiva o ego que se creyó separada proyecta el mundo y el cuerpo y pareció fraccionarse en billones de fragmentos que se unieron a cuerpos. En realidad, no hay muchas mentes. Hay una sola mente que cree separarse en muchas partes. 

Jesús, no lo aclara así en el capítulo 18 sección VI:

”Las mentes están unidas; los cuerpos no. Sólo al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la separación. Y es la mente la que parece ser algo privado y estar fragmentada y sola. Proyecta su culpabilidad, que es lo que la mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que se conozca su Identidad”. T-18. VI. 3:1-5

Aquí, Jesús, nos habla desde el nivel uno o nivel metafísico del Curso. Desde el nivel de la no-dualidad donde la única realidad es Dios y Sus Creaciones. En ese nivel nunca nos hemos separado de Dios, siempre hemos estado en Su Mente, en la Mente Una. No ha existido este mundo ni ningún cuerpo. Y el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser nunca ha dejado la Mente Una de Dios. En el nivel uno no hay diferencias de formas, sólo hay abstracción pura. Las formas surgen cuando aparece la percepción  que necesita comparar y esto se da en el nivel dos o en este mundo proyectado por el ego. 

Nos dice Jesús en la lección:

”El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin”.

La percepción, al servicio del ego, implica separación, conflicto. Procede de la proyección. Si veo, internamente, culpa, miedo, resentimientos, eso será lo que perciba.

La percepción al servicio del Espíritu Santo puede convertirse, mediante el perdón, en una oportunidad para corregir la creencia en la separación. Se convierte en la percepción verdadera, es decir, ver con la visión de Cristo: ver amor, paz, bondad, ver un mundo perdonado, sin conflicto. Para llegar a la percepción verdadera necesitamos el perdón.

Dice Jesús en la lección:
 
”El Conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su elevado alcance”.

La percepción influenciada por el ego con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, y valiéndose del perdón, previa petición de ayuda, puede transformarse en percepción verdadera. La percepción verdadera puede situarnos en el umbral del Cielo, no puede pasar de ahí. Dios, dará el último paso, y nos conducirá al Conocimiento, al Cielo. Será la última utilización de la percepción. Recordemos que el Cielo o Conocimiento es el mundo de la creación unificada que existía antes de la creencia en la separación. En él no hay diferencias de formas, sólo hay abstracción pura.

Dice Jesús:

”Pues, en el mejor de los casos, las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos”.

Como todo en este mundo la percepción se puede poner al servicio del plan de Dios para la salvación. Cualquier situación que se presente en este mundo puede convertirse en una oportunidad para perdonar la percepción equivocada que se tenga y permitir que obre el milagro que corrija mi percepción. Siempre con la guía del Espíritu Santo y de Jesús.

Continúa Jesús:

”El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera pues ahí y sólo ahí, se reinstaura, la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo”.

En el interior de nuestra mente siempre hay un altar a Dios al cual podemos acudir cuando queramos, luego de haber despejado nuestra mente de todos los pensamientos de separación del ego. Siempre está el perdón de por medio. A Dios le llevamos las azucenas de nuestro perdón. Es la ofrenda que le hacemos. 

Hagamos la oración a lo largo del día:

”¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro así mismo el recuerdo de Ti”.

Con relación al tema del ego.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 12. ¿Qué es el ego?:

”Qué puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpa, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?”

El Hijo de Dios, el Cristo, el Ser Mismo, no sabe de las características del ego. Su naturaleza es Amor y Paz perfectas. No tiene nada que ver con el castigo y el miedo del ego, originados en la creencia en la separación de Dios. En el mundo del ego el sufrimiento, el odio, el conflicto, la enfermedad, la muerte, son permanentes. Dios, creó, en el instante en que surge la falsa creencia en la separación, al Espíritu Santo, para que nos ayude a salir del sueño de la separación mediante el perdón, la aceptación de la Expiación para nosotros mismos y los milagros o la corrección de nuestra mente de las ilusiones del ego.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.











Kenneth Wapnick 

«El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.»

Lección 336

"En Un Curso de Milagros, pecado y separación son virtualmente sinónimos. El pecado es la creencia de que la separación es real, y es deplorable porque se logró a través de un ataque vicioso. Sin embargo, si las mentes están unidas, no puede haber separación o diferencias y, por lo tanto, no hay pecado. De hecho, no hay nada sino Dios y Cristo, Su Unicidad totalmente inalterada por lo que nunca sucedió. Pedir ayuda para cambiar nuestra percepción del mundo - el significado del perdón - nos permite entender que somos verdaderamente uno solo: en mente y en Mente.

(1:1-2) «El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance.» 

Primero pedimos ayuda para pasar de la percepción falsa del ego a la percepción verdadera del Espíritu Santo. Cuando Su visión ha limpiado todos los pensamientos erróneos albergados en nuestras mentes, todo lo que queda es que Dios dé Su último paso. Así, a la percepción le llega su fin, como dice la clarificación de términos, en una “deslumbrante luz”, y lo que ocupa su lugar es el conocimiento inmutable de nuestro Ser (C-4.7).

(1:3) «Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos.» 

Las imágenes y los sonidos del mundo perceptual pueden servir para ayudar a deshacer la ilusión. En sí misma, la percepción no es verdadera, y cuando el cuerpo ha cumplido su función como instrumento de comunicación y aula de aprendizaje, ambos desaparecen. El recuerdo de Dios despunta en nuestras mentes perdonadas, y estamos en reposo.

(1:4) «El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto.» 

El altar oculto está dentro de la mente, donde el tomador de decisiones elige la verdad en lugar de la ilusión. El perdón desvela el altar para que podamos presentar el regalo de azucenas a nuestro ser.

(1:5-6) «Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.»

El llamado a regresar es el llamado para que nuestro tomador de decisiones cambie de mentalidad; otra forma de decir que se nos pide que no miremos hacia fuera, sino que permitamos que lo que perciben nuestros ojos refleje lo que primero hemos elegido ver dentro. Solo así podremos cambiar de mentalidad acerca de sus percepciones falsas y abrirle la puerta a Dios y a Su paz.

(2) «Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.»

La Palabra de Dios es la Expiación, cuya aceptación deshace el sistema de pensamiento del ego. Primero necesitamos pedirle ayuda a Jesús para que cambiemos nuestra percepción de nuestro hermano, lo que permite que nuestro pecado proyectado sea devuelto a la mente donde se originó. Luego miramos en nuestro interior la decisión de mentalidad errada de la mente en favor del ego, reconocemos nuestra elección errónea y elegimos correctamente, volviendo por fin a casa al amor en nuestros corazones."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.












LECCIÓN 336

"El perdón me enseña que todas las mentes están unidas."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

El Curso nos dice que no existen pensamientos privados, por la sencilla razón que somos parte de una sola Mente que se cree dividida y fragmentada. El perdón deshace la separación y restablece la unidad. 

"El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin." Lo que nos hace ver como separados y fragmentados es la percepción, con sus respectivos órganos que nos llevan a ver, oír, sentir, oler o degustar formas y objetos que creemos están fuera de nosotros. La percepción nos lleva a ver afuera, el perdón nos lleva a ver adentro. De ahí que el perdón le pone fin a la percepción. 

Lo opuesto a la percepción es el Conocimiento todo abarcante de la que goza Dios y Su Hijo en el estado del Cielo. Es la visión de la totalidad de la cual goza también el Espíritu Santo, por lo cual puede ayudarnos a trascender las limitaciones de la percepción. "El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance." El perdón al transformar la percepción nos despeja el camino para acceder al Conocimiento. Al perdonar, nuestra percepción cambia, de una percepción falsa  a una percepción verdadera, y en esas condiciones, "las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos." al pasar de la percepción al conocimiento a través del perdón, las imágenes y los sonidos que la percepción me mostraba, serán sólo recuerdos, pues habremos pasado de un mundo ilusorio basado en una percepción falsa, a un mundo real, basado en la percepción verdadera, un mundo feliz y perdonado que nos prepara para acceder al Conocimiento, la visión todo abarcante del Amor que compartimos con Dios y todos nuestros hermanos. 

"El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto." El perdón es como nuestro oftalmólogo interior, (el Espíritu Santo) Quien nos ayuda a ponernos los lentes internos iluminados por la luz del amor, con los que veremos la Verdad de lo que somos, y que el ego nos la ocultaba. "Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera." El perdón siempre nos llevara a mirar dentro de nosotros mismos la causa de nuestras culpas y proyecciones. Al traer la culpa y los miedos a su origen en nuestra mente, allí las podemos deshacer a través del perdón, en ese momento nos damos cuenta que toda búsqueda externa era inútil, "Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo." al sanar nuestras mentes de todo pensamiento de conflicto y sufrimiento, lo único que queda es el amor, la paz interior en la que mora Dios Mismo pues no somos más que una extensión de Su Amor. 

ORACIÓN DEL DÍA:

"Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón."

Para perdonar debemos aquietar nuestra mente, para así poder observar nuestros pensamientos falsos y proceder a soltarlos, entregándoselos al Espíritu Santo para que los deshaga por nosotros, y remplazándolos por el amor que somos, en ese momento constatamos que el Amor de Dios todavía reside en nuestro corazón. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "12. ¿Qué es el ego?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 









CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!





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