LECCIÓN 335 Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 335

Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.

1. Perdonar es una elección. 2Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción. 3Lo que veo en él es simplemente lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad. 4A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos. 5Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo. 6La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. 7Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.

2. ¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? 2Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. 3En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti.




AUDIOS de la Lección 335
de CELEBRANDO EL MILAGRO



Lectura de la Lección 335
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 335
a través de Martin Musarra


Lección 335
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda









































LECCIÓN 335
Elijo ver la impecabilidad de mi hermano


Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Esta es otra lección donde, Jesús, continúa desarrollando el tema de la impecabilidad y de la responsabilidad de la manera como elegimos ver a nuestros hermanos.

”Perdonar es una decisión”, dice Jesús.

Ya hemos visto que las elecciones o decisiones se dan únicamente en el mundo del ego. En el Cielo, en la Unidad con Dios, en el Conocimiento, no hay nada que elegir o decidir. Todo goza de perfecta plenitud y perfección. Las elecciones o decisiones surgen en el mundo del de la percepción del ego: hay un sujeto que percibe y un objeto percibido y existen las polaridades – grande, pequeño; luz, obscuridad, etc. Y todo funciona con base a comparaciones.

Perdonar es una decisión que tomo a todo momento de acuerdo al maestro que elija como guía. Con el ego, voy a ver a mi hermano pecador, culpable, separado. Con el Espíritu Santo, lo veré impecable, inocente, en la unidad.

 Cuando sienta que he perdido la paz en la relación con mi hermano es el indicativo de que estoy reaccionando sin amor con mi hermano, de que le he asignado una función a desempeñar y, si, a mi juicio, no la ha cumplido, esto me produce ira. Es el momento de elegir perdonar. Pero recordemos que no perdonamos solos: lo hacemos con Dios como nos enseñó Jesús en la lección 46 Dios es el Amor en el que perdono.

Dice Jesús:

”Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción”.

A mi hermano lo veo desde la percepción, desde la separación. No lo veo desde la Unidad, desde el Conocimiento o el Cielo, desde su condición del Hijo de Dios, del Cristo, del Ser que es. No es posible que puede verlo como realmente es con los ojos del cuerpo. Necesito verlo con la visión de Cristo que trasciende la percepción y para ello necesito la ayuda de Jesús y el Espíritu Santo y perdonar. Necesito trascender el pasado y verlo en el momento presente sin ninguna referencia al pasado tal como verdaderamente es: inocente, con impecabilidad.

 Dice Jesús:

”A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos”.

Respondo a lo que creo que es verdad para mí. Respondo a mis interpretaciones de lo que veo. Esto es muy importante. Nadie nos hace nada. Nadie nos saca la rabia. Decidimos valernos de una situación con un hermano que, está pidiendo ayuda cuando, aparentemente, nos ataca y, en lugar de responder a su petición de ayuda o de amor, decidimos responderle en la misma forma. Esa fue mi elección. Pude, con el Espíritu Santo, ver en mi hermano su inocencia e impecabilidad, pero no lo hice. Por lo tanto, no fue la conducta de mi hermano lo que me hizo perder la paz. Fue mi decisión de pensar con el ego. Esto es muy importante tenerlo claro. 

Dice Jesús:

”Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo”.

Elijo lo que percibo con base a los pensamientos que tengo. La atención es selectiva. Pongo mi atención en lo que considero importante para mí y es mi deseo. A lo que le presto atención lo hago real para mí. Jesús, nos llama a ver la inocencia e impecabilidad de mi hermano. A no juzgarlo. A verlo como lo que es: un Hijo de Dios. 

Continúa Jesús:

”La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de la inocencia”.

Es mi responsabilidad decidir ver inocencia e impecabilidad en mi hermano. Esta decisión no depende de lo que, aparentemente, haga mi hermano. La responsabilidad de verlo con los ojos del miedo o del amor es, únicamente, mía. Puedo ver a mi hermano en el momento presente y quitarle toda la carga de juicios y resentimientos con que lo he visto anteriormente. Elijo ver su impecabilidad y al hacerlo, la veo en mí.

En la oración de la lección Jesús nos llama a ver la inocencia de mi hermano. Y cuando la veo, la veo en mí mismo. Mi hermano es mi espejo. Lo veo como un Hijo de Dios y así me veo.

Hagamos la oración a lo largo del día:

”¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti”.

Con relación al tema del ego.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 12. ¿Qué es el ego?:

”El Hijo de Dios no tiene ego. ¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? ¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna?”

El ego es una creencia falsa o un sueño que el personaje, que hemos fabricado con el ego, acepta de sí mismo y que desconoce nuestra naturaleza como Hijos de Dios. Es la aspiración a pensar y a ser separados de Dios. Dios mora en todas las mentes que se creen separadas de la Mente Una de Dios, en todas está el recuerdo de Dios. El sufrimiento, el dolor, la enfermedad la muerte no tienen nada que ver con el Hijo de Dios que siempre ha disfrutado y disfrutará de la dicha, la paz y el Amor perfecto de Dios. Así el ego no lo acepte.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.










Lección 335. 
«Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.»

Kenneth Wapnick 

"Esto reafirma lo que Jesús nos hizo elegir al final de la lección anterior. Ahora elegimos la visión de la impecabilidad de nuestro hermano en vez del pecado, porque elegimos ver la inocencia en nosotros mismos.

(1:1-3) «Perdonar es una elección. Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción. Lo que veo en él es simplemente lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad.» 

Más allá de la percepción está mi realidad como Cristo, pero dentro del sueño puedo percibir el pecado o la impecabilidad como la verdad, dependiendo del maestro que elija y  las lecciones que desee aprender: las que refuerzan mi sueño de individualidad o las que me ayudan a despertar de él. Así, la manera en que te veo viene de la manera en que me veo a mí mismo - «la proyección da lugar a la percepción». Lo que he juzgado real e importante en mi mente es lo que veré como real e importante fuera de mí en el cuerpo. Si juzgo que mi individualidad es valiosa, eso es lo que veré en ti; pero también veré allí el pecado, y no dentro. Como aprendimos en la lección 161, el ego nos hizo hacer el mundo de los específicos precisamente para que pudiéramos tener personas sobre las cuales pudiésemos proyectar la responsabilidad por nuestra existencia individual y separada.

(1:4) «A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos.» 

Este es uno de los principios fundamentales de Un Curso de Milagros. Parece que nos afecta lo que está fuera de nosotros; pero, en verdad, solo nos afecta la decisión de la mente en favor del especialismo del ego o el perdón del Espíritu Santo.

(1:5-7) «Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo. La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.»

En un nivel práctico, esto no significa que deberíamos sentirnos culpables porque veamos asesinato, dolor, muerte y enfermedad a nuestro alrededor. Recuerda que la percepción es una interpretación (por ejemplo, M-17.4: 1-2). No es lo que nuestros ojos "objetivamente" ven lo que está en juego, sino la interpretación de lo que ven nuestros ojos. Por lo tanto, no negamos lo que otros cuerpos hacen, pero sí negamos la interpretación del ego, que sería que el pecado es endémico, ya sea en nosotros mismos o en los demás. El cambio que queremos efectuar en nuestras mentes es ver en nosotros mismos y en los demás expresiones de amor o peticiones de amor, no de pecado y maldad.

(2) «¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti.»

Lo que restaura el recuerdo de Dios para nosotros, y nuestro recuerdo de Quiénes somos como Cristo, es dejar ir la creencia en la realidad del pecado. Al eliminar los obstáculos de separación que habíamos colocado entre nosotros y nuestros socios especiales, quitamos el velo del olvido que nos impidió tomar conciencia de Dios en nuestras mentes. El perdón es el medio del Espíritu Santo para levantar este velo, permitiendo que el recuerdo de Dios regrese, y estamos contentos y agradecidos de que así sea."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.











LECCIÓN 335

"Elijo ver la impecabilidad de mi hermano."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Este es el mundo de la percepción y estamos atrapados en ella, percibir de otra manera requiere de la ayuda del Espíritu Santo y de la voluntad de ver las cosas de otra manera. En caso contrario, seguiremos siendo esclavizados por nuestras culpas y miedos. De ahí que Jesús nos insista que "Perdonar es una elección." esa es una decisión que tenemos que tomar día tras día, a lo largo de nuestra vida en este mundo. Elegir siempre el amor en lugar del juicio y la condena. 

Este es un Curso para practicarlo de manera permanente, podemos terminar sus lecciones, y de estudiar sus textos, pero no podemos dejar de perdonar, si dejamos de hacerlo,  el ego recuperara el terreno que había perdido. 

"Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción." Ver a mi hermano tal como es, impecable, inocente, amoroso, está más allá de la percepción, está más allá de nuestros órganos de los sentidos, está más allá de nuestros juicios, está más allá de verlo como un cuerpo con sus diversas formas. Requiere que aprendamos a verle con la visión de Cristo, con la visión del amor.  "Lo que veo en él es simplemente lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad." Son nuestros deseos los que determinan lo que quiero ver en este mundo, no lo que creo que sucede en el mundo, de ahí que intentar cambiar el mundo, solo nos conduce a seguir en el mundo, atrapados en la percepción. Lo único que debemos hacer es cambiar de mentalidad respecto al mundo, respecto a nosotros mismos. 

No debemos responder a lo que sucede en el mundo, sino a lo que sucede en nuestra mente, "A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos." Mientras no perdonemos, estaremos gobernados por las leyes de la percepción, que dicen que: "Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo." Así que solo puedo elegir ver con la mente errada o con la mente correcta, con el ego o con el Espíritu Santo, con el miedo o con el amor. 

"La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia." Cuando elijo ver la inocencia de mi hermano, cuando renuncio a juzgarlo, no sólo estoy eligiendo ver la impecabilidad de mi hermano, estoy eligiendo ver la mía, estoy eligiendo sanar mi mente, estoy eligiendo el amor y ver solo a través del amor. "Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia." 

Una vez tomada nuestra decisión de ver solo la inocencia de mi hermano, nada me impedirá verla, pues perdonaré todo aquello que me impedía verla, y el Espíritu Santo responderá inmediatamente a mi deseo de contemplar el amor que somos, que lo veré reflejado en los rostros de mis hermanos. 

ORACIÓN DEL DIA:

"¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti."

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "12. ¿Qué es el ego?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  








CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!






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