LECCIÓN 338 Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.

“Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera” Ken Wapnick
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Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 338

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.

1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.

2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.




AUDIOS de la Lección 338
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 338
A través de Mariano Noé


Ocurrir de la Lección 338
a través de Martin Musarra


Lección 338
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda








































LECCIÓN 338

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.

Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Jesús, desde las primeras lecciones, nos ha enseñado que, en todas las situaciones de conflicto, de dolor, de sufrimiento que parecen afectarnos no vamos a encontrar su causa afuera, sino adentro, en nuestros propios pensamientos.

 En la lección 281 Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño, decía: 

”Padre, Tu Hijo es perfecto. Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho daño, es porque me he olvidado de Quien soy y de que soy tal como Tú me creaste”. L-281. 1:1-2

Es decir, he olvidado mi verdadera identidad como Hijo de Dios. En la lección de hoy, continúa desarrollando la idea. Jesús, nos ha hablado, últimamente, de nuestra impecabilidad y de nuestra inocencia y como esta nos protege de todo daño si la asumimos sin ninguna duda. Cuando dudo, cuando pierdo la confianza en Dios, vuelvo a caer en el ego, la parte de mi mente que cree en la separación. 

Nos dice Jesús en la lección:

”Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo se libera del miedo. Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. No tiene enemigos, y está salvo de todas las cosas externas”.

Recordemos que la salvación o la Expiación es el deshacimiento de la creencia en la separación de Dios, es dejar de lado los pensamientos de culpa y de miedo, originados por dicha creencia. El secreto de la salvación no es sino este: que yo soy el que se está haciendo todo así mismo. Por lo tanto, nadie me va a salvar. Es mi labor, cambiando los pensamientos que me causan dolor, sufrimiento y miedo.

 Recordemos, nuevamente la relación entre proyección y percepción: lo que vea internamente, lo proyecto afuera y esto será lo que determine lo que vea, lo que perciba, afuera. Si tengo pensamientos de miedo, eso será lo que buscaré y encontraré afuera. Si cambio mis pensamientos dominados por el ego, si acepto al Espíritu Santo como maestro, veré con la visión de Cristo, veré paz, amor, bondad, perdón, unidad. No tengo nada que temer pues estoy viendo un mundo perdonado y estoy convencido de mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Si, en algún momento, tengo la tentación de tener miedo, pido ayuda, me aquieto y confío en que la ayuda se me brindará.

Continúa Jesús:

”Sus pensamientos pueden asustarlo, pero puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos y substituir cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. Se crucificó a sí mismo. Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido”.

Cuando tengo pensamientos de miedo me he olvidado de mi verdadera identidad como Hijo de Dios. He decidido hacerle caso y creer en el ego que quiere que desconozca mi naturaleza como amor.
 
Y puedo decir, cómo nos ha enseñado, Jesús:

“No quiero este pensamiento no amoroso. El que quiero es”.
 
Y lo cambio por otro pensamiento de las enseñanzas de Jesús. Recordemos que tenemos un reino que gobernar: nuestra propia mente como nos ha enseñado Jesús en la lección 236 Gobierno mi mente, la cual sólo yo debo gobernar.

Nos hemos fabricado sueños de miedo. Con el Espíritu Santo podemos tener un sueño feliz, un sueño de amor y de paz. Es nuestra decisión el querer hacerlo o no.

En la oración, Jesús, nos dice que sólo el plan de Dios no fracasará por que se basa en la corrección de la mente. Es en la mente donde tengo que hacer los cambios: del sistema de pensamiento del ego basado en el miedo, al sistema de pensamiento del Espíritu Santo basado en el amor. No hay ninguna razón para tener miedo a Dios – la raíz de todos los miedos -, pues Dios nos dio Su Palabra que hemos sido salvados.

Hagamos la oración a lo largo del día:

”Padre mío, sólo Tu plan es infalible. Todos los demás fracasarán. Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán y no me llevarán a ninguna parte. Más el Pensamiento que Tú me diste promete llevarme a casa porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo”.

Con relación al tema del ego.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 12. ¿Qué es el ego?:

”Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en el ego es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. Y la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir”.

La lección de hoy, Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme, es una clara explicación de la crucifixión del ego que nos hacemos cuando decidimos seguirlo. Ante cualquier situación externa que parezca afectarnos, siempre, podemos elegir el crucificarnos a nosotros mismos con nuestros pensamientos de ataque, vale decir, con resentimientos, ira, culpa, miedo, desvalorización, juicios, odio, o elegir la resurrección, como símbolo de la liberación de la culpabilidad por medio de la inocencia que si puede ser compartida a nuestros hermanos. Esto implica pedir la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para que nos ayuden a perdonar y aceptar la Expiación para nosotros mismos. 


Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.


Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.


Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.










Kenneth Wapnick 

«Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.»

Lección 338

"En esta lección y las dos que siguen, Jesús nos recuerda cómo librarnos del sufrimiento. Puesto que el dolor no se origina fuera, la liberación de él no puede ser buscada allí. Pensamos que nos afecta todo menos nuestros pensamientos: el clima, los gérmenes, los insultos, el deterioro del cuerpo, etc. Sin embargo, dado que este es nuestro sueño, sólo podemos ser afectados por nuestros pensamientos. Esta realización marca el final del dolor. Como dice Jesús en “El soñador del sueño”, la manera de estar libre de todo sufrimiento es ver el problema tal como es, no de la manera en que lo hemos urdido (T-27.VII.2). Nuestro plan era atribuir la causa de nuestra angustia a algo externo. Ver el problema tal como es, sin embargo, es aceptar la causa interna del sufrimiento - la decisión de la mente en favor de la culpabilidad y la falta de perdón.

(1:1-4) «Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas.» 

La salvación arriba cuando entiendo que sólo soy afectado por mis pensamientos. Si el mundo no es más que una proyección de mi pensamiento, cuando este pensamiento cambia, mi percepción del mundo cambia también. Dentro del sueño nuestros cuerpos no están a salvo; de hecho, fueron hechos para ser vulnerables. Sin embargo, no estamos hablando del héroe corporal del sueño. Las enseñanzas de Jesús sólo pueden entenderse cuando somos capaces de salir del sueño y ya no nos vemos más como figuras dentro de él. Al estar por encima del campo de batalla con Jesús (T-23.IV), entendemos que atrajimos hacia sobre nosotros mismos, porque nuestro propósito era demostrar que somos víctimas inocentes, no victimarios pecaminosos. Así vemos que sólo podemos ser afectados por nuestros pensamientos victimizadores, y nada más y, por lo tanto, estamos a salvo de toda amenaza y liberados del miedo.

(1:5-7) «Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos substituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. Se crucificó a sí mismo. Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.» 

El plan de Dios - la Expiación - deshace nuestros pensamientos erróneos. Nuestro primer paso es darnos cuenta de que el problema no está fuera, sino en nuestros «pensamientos» sobre lo que está fuera. Por eso Un Curso en Milagros nos da una verdadera esperanza, porque podemos hacer algo con respecto a nuestros pensamientos. Puesto que es nuestro sueño, podemos cambiarlo, pero si somos víctimas del sueño de otro, no hay esperanza para nosotros, excepto ataque.

(2) «Padre mío, sólo Tu plan es infalible. Todos los demás fracasarán. Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo Mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.»

El plan de Dios es devolver el problema a la mente, ya que es allí donde se deshace. Los planes del mundo - religiosos, económicos, políticos, educativos - están dirigidos a hacer mejor el sueño. Por esa razón fracasan en última instancia. El único plan que funcionará - la Expiación - nos conduce fuera del cuerpo y de la mente errada al tomador de decisiones, donde comenzó el sueño, y donde elegimos despertar del sueño. Reconocemos humildemente que nuestros planes para minimizar el dolor y maximizar el placer nunca funcionarán. De una forma u otra, ese es el plan de todas las personas cuando despiertan cada mañana: ¿Cómo puedo hacerme sentir mejor? Podemos conseguir lo que queramos durante el día, pero al final el placer o la felicidad nunca perdurarán. El plan de Expiación de Dios es el único que puede cumplir Su promesa de felicidad eterna para Su Hijo."

Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.















LECCIÓN 338

"Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Esta lección sitúa nuevamente la responsabilidad de la sanación en nosotros mismos. Este es un tema recurrente en el Curso. Cada vez que nos habla de elegir, decidir, libre albedrio, voluntad, lo que nos dice que no hay ninguna amenaza externa, que lo que vemos afuera no es más que nuestra condición interna, una proyección mental que hemos puesto sobre una pantalla que llamamos mundo.

Así que el problema y la solución no están afuera, sino adentro en nuestra mente, en nuestros pensamientos. Asumir esa responsabilidad es un paso decisivo en nuestra sanación. 

"Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo." El mundo son mis pensamientos, cuando me hago responsable de ellos, los reconozco, elijo deshacerme de ellos, me he perdonado, me he liberado del miedo. 

"Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas." Si me perdono todas mis culpas y miedos, me daré cuenta que no hay ningún amenaza afuera. El perdón me conduce a la impecabilidad, y esta me salvaguarda de todo supuesto peligro. 

EL NÚCLEO DEL PERDÓN

El siguiente párrafo describe el núcleo del perdon:
"Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor."

El perdón consiste básicamente en una sustitución, en un reemplazo en nuestra mente de todos los pensamientos que nieguen el amor, tales como  la culpa, el miedo, el ataque, la carencia o el sufrimiento, todos esos pensamientos que representan al ego, después de identificarlos y reconocerlos, los abandonamos, los soltamos, y como resultado de ello, son sustituidos por pensamientos de amor y paz. 

El perdón opera en nuestra mente, en el mismo lugar donde se originaron los pensamientos de conflicto y separación, y requiere de una permanente auto observación y corrección de nuestros pensamientos falsos, es el único camino que nos conduce a la paz interior y a la dicha del Ser. 

 La causa de nuestros miedos son nuestros pensamientos de culpa, carencias y ataque. Asumir la responsabilidad de ellos, es la única alternativa real y amorosa para con nosotros mismos, es decidir ser los pilotos, los conductores de nuestra propia mente, y por lo tanto, llevarla por los terrenos de la paz, el amor, la plenitud y la dicha. Y eso lo logramos a través del perdón. 

"Se crucificó a sí mismo. Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido." Habíamos elegido equivocadamente, habíamos elegido la separación y el conflicto, elegimos el dolor y el sufrimiento, nos habíamos sacrificado a nosotros mismos. Pero nuestro Padre elaboró un plan para ayudarnos a despertar de este sueño de locura: la Expiación a cargo del Espíritu Santo, un Guía infalible y amoroso, pues sólo el Amor puede sanar al amor. 

ORACIÓN DEL DIA:

"Padre mío, sólo Tu plan es infalible. Todos los demás fracasarán. Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo."

Renunciar a tener pensamientos propios, es renunciar a los pensamientos de juicio y ataque del ego. La salvación consiste  es acoger únicamente los pensamientos del Espíritu Santo, los pensamientos de amor y perdón. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "12. ¿Qué es el ego?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  






CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!







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