Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 339
Se me concederá todo lo que pida.
1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.
2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.
AUDIOS de la Lección 339
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 339
A través de Mariano Noé
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a través de Martin Musarra
Lección 339
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 339
Se me concederá todo lo que pida.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Esta es una lección que cuestiona. Pareciera que las situaciones que me causan dolor las hubiera pedido yo. Miremos que nos dice Jesús en la lección:
”Nadie desea el dolor. Pero puede creer que el dolor es placer. Nadie quiere eludir su felicidad, más puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso”.
Bueno, este es un tema relacionado con la culpa inconsciente que cargamos por la creencia en la separación de Dios. Ya hemos analizado esta cita de Jesús anteriormente porque es muy ilustrativa de la psicología del ego:
”El deseo de ser tratado injustamente es un intento de querer transigir combinando el ataque con la inocencia”. T-27. I. 1:1
Tiene que haber mucha culpa, acumulada a lo largo de la vida, sobre la base de la culpa ancestral de la separación de Dios, para que queramos proyectarla a nuestros hermanos, así, el costo a pagar por ello sea el aceptar ser tratados injustamente. Naturalmente, que esto es un proceso inconsciente. Esto demuestra una evidente confusión en una mente dominada por el ego.
Continúa Jesús en la lección:
”No hay nadie que no haya de recibir lo que pide. Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar”.
Podemos salir de esta confusión pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para entender que nuestro único objetivo es Dios, que mi voluntad y la Voluntad de Dios son la misma y que mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para mí mismo, puedo tener claridad sobre lo que realmente quiero.
Las cosas que pido se me conceden. Bien sean las placenteras o las que causan dolor porque creo las condiciones para que surjan. Podría preguntar ¿Cómo es posible que hubiera pedido una enfermedad? La he pedido con los juicios, con los pensamientos de ataque que he tenido con respecto a mis hermanos. Si dar es lo mismo que recibir si doy ataque, ese mismo ataque recibo y puede expresarse en el cuerpo en forma de enfermedad.
Continúa Jesús:
”¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor”.
La verdadera felicidad está en hacer la Voluntad de Dios, que es la misma nuestra. Es una felicidad basada en el Amor, en la Unidad, en la bondad, en la paz, en la confianza, en la abundancia, en la fortaleza, en la seguridad, en el perdón… Si mi deseo es hacer la Voluntad de Dios se acaban las incertidumbres y los temores, ya no deseo nada que fomente la separación de Dios y de mis hermanos y que, por consiguiente, me cause dolor y sufrimiento.
La oración de la lección podría convertirse en una oración diaria para ofrecer el día a Dios. Vale la pena hacerla:
”Padre, éste es Tu día. Es un día en que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo”.
Con relación al tema del ego.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 12. ¿Qué es el ego?:
”No obstante, una sola azucena de perdón puede transformar la obscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma”.
Jesús, ya nos ha enseñado que, en nuestra mente, tenemos un altar al Nombre de Dios donde depositamos las azucenas del perdón. Podemos acudir a él cuando nos valemos de la mente tomadora de decisiones para que se decida por el Espíritu Santo y no por el ego. Más allá del altar al Nombre de Dios se encuentra el recuerdo de Dios que siempre ha estado en la mente a la espera de nuestra decisión a favor de Dios y no del ego. Hoy, en la lección 339 Se me concederá todo lo que pida, Jesús, nos llama a no hacer nada por nuestra cuenta sino a oír al Espíritu Santo en todo lo que hagamos. El Espíritu Santo, continuamente, nos dice que perdonemos para, de esa manera, transformar la obscuridad de nuestra mente en la luz de la mente recta que nos permita superar las ilusiones y decidirnos por la verdad.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. L-71. 9:7-10
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Se me concederá todo lo que pida.»
Lección 339
"Si siento dolor es debido a que elegí el dolor, y lo elegí por su valor para mantener a Dios lejos. El sufrimiento nunca cesará, por lo tanto, hasta que cambie de mentalidad acerca de su propósito.
(1:1-4) «Nadie desea el dolor. Pero puede creer que el dolor es placer. Nadie quiere eludir su felicidad, mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso.»
Jesús discute esta idea al final del primer y segundo obstáculo a la paz (T-19.IV-A.17: 10-12, T-19.IV-B.15). Él explica que realmente no entendemos la diferencia entre placer y dolor, y que si creemos que el cuerpo puede darnos uno, también puede darnos el otro. Estamos confundidos porque hemos tomado instrucción de un maestro con un gran interés en que aprendamos: que permanezcamos en el dolor pero culpemos a alguien más por ello. Este es el método demente del ego de liberarnos de la culpa. Por lo tanto, necesitamos un Maestro que nos ayude a comprender que cualquier cosa del ego es en última instancia doloroso, y que el único placer real está en hacer la Voluntad de Dios (T-1.VII.1: 4), que en este mundo implica el aprender a perdonar .
Por lo tanto, nuestra verdadera dicha es abandonar el ego, que significa renunciar a nuestra individualidad y auto-importancia. Para nuestros egos, sin embargo, esto sólo puede ser percibido como doloroso. Jesús nos recuerda que los bebés llorarán cuando les quiten las tijeras con las que estaban jugando (T-4.II.5: 2). Para el adulto a cargo, el disfrute de un bebé es cortejar al peligro, y por tanto elimina la fuente potencial de daño. Jesús es el adulto a cargo que trata de hacer lo mismo con nosotros, excepto que no tiene el mismo poder para efectuar el cambio que un adulto tiene sobre un niño. Así que espera pacientemente hasta que cambiemos de mentalidad lo suficiente como para darnos cuenta de que él sabe mejor que nosotros. Él está tratando de quitarnos nuestro especialismo, no por la fuerza, sino mediante el recordarnos gentilmente que ello no nos hará felices.
(1:5-9) «No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. ¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.»
Una vez más, todos recibimos lo que queremos, y queremos la felicidad; pero no entendemos que lo que pensamos que nos hará felices sólo nos traerá sufrimiento y dolor. Necesitamos una definición diferente de felicidad, que viene cuando salimos con Jesús fuera del sueño - fuera de nuestra identidad personal, deseos y especialismo - y permitimos que él nos enseñe lo único que nos dará lo que queremos: el cambio perceptual de las relaciones que el perdón trae consigo. De los que son como éstos es el Reino de los Cielos en la tierra, cuando la dicha reemplaza el dolor, y el amor toma el lugar del miedo.
(2) «Padre, Te ofrezco este día. Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.»
Cuando nuestro día le es entregado al Espíritu Santo, nuestro plan es no hacer nada por nuestra cuenta. Sólo necesitamos ser conscientes de la rapidez con que olvidamos nuestra intención de mentalidad recta, a medida que somos abrumados por las presiones que trae el día. Parecerá como si éstas son las causas del olvido de nuestro Maestro, pero la práctica constante nos ayudará a recordar que somos nosotros quienes damos poder a estas presiones para alejarlo. Nada ni nadie puede apartar al Espíritu Santo de nosotros, excepto nuestro temor de Su Expiación y Amor. Al final, elegimos escuchar a Su Voz y darle la bienvenida a nuestro hogar compartido en la mente."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 339
”Se me concederá todo lo que pida.”
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Si la idea hoy se nos presentara en las primeras lecciones, lo más seguro es que lanzaríamos el libro al cesto de la basura, pues nos parecería injustificable que nos digan que todas las experiencias de dolor, enfermedad, sufrimiento, conflictos, carencias, que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas, fue lo que pedimos y se nos concedió tal como lo pedimos. Incluso a estas alturas de las lecciones finales, nos puede parecer muy confrontador lo que nos plantea esta lección.
"Nadie desea el dolor. Pero puede creer que el dolor es placer. Nadie quiere eludir su felicidad, mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso." Esta es una lección que nos muestra el comportamiento paradójico de nuestros egos.
Hay un deseo inconsciente de ser tratados injustamente, de sentirnos víctimas de algo o alguien. Tenemos una percepción equivocada de cómo llegar a ser felices, creemos que tenemos pagar un precio de sacrificio y sufrimiento.
Estamos atrapados en la percepción y eso nos lleva a ver y desear emociones y cosas, que creemos nos harán felices, pero que en realidad nos van a generar sufrimiento. Por eso nos parece desconcertante, la afirmación que "No hay nadie que no haya de recibir lo que pida." mientras no cuestionemos el sistema de pensamiento del ego, mientras no sanemos nuestra mente, lo que pediremos está relacionado con el mundo externo, con la satisfacción del cuerpo, de sus deseos y necesidades, con la obtención de cosas que nos den seguridad económica y material, o con relaciones especiales de amor o de odio, que nos involucra en conflictos o relaciones de dependencia o relaciones de poder, que se basan en la desigualdad con los demás.
Todos estos deseos y necesidades nos hacen creer que nuestra felicidad se encuentra afuera, vamos a por ella, y nos estrellamos con conflictos, carencias o resentimientos. "Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar." Obviamente cuando nos encontramos con el conflicto y el sufrimiento habrá la tendencia de buscar culpables fuera de nosotros y de evadir nuestra responsabilidad en ello.
Pero si asumimos la responsabilidad por nuestros pensamientos, y los examinamos, los podemos desechar, los podremos perdonar. En caso contrario, "¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir." eso es lo que nos sucede cuando pensamos y decidimos por nuestra cuenta, cuando pensamos y decidimos en base a los consejos del ego. Y lo que pedimos con el ego es lo que recibimos. Y luego no nos gusta lo que recibimos, y buscamos desesperadamente culpables fuera de nosotros, para descargar nuestra frustración y resentimientos.
Pero cada vez que nos equivocamos con nuestras decisiones, Jesús siempre nos va a decir que elijamos de nuevo, que elijamos a favor del amor y el perdón, y lo que recibiremos será amor, paz y dicha. "Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor." Debemos discernir entre el amor y el miedo, entre el ego y el Espíritu Santo, si lo hacemos, si decimos escuchar la Voz que habla por Dios, "Se me concederá todo lo que pida." y lo que recibiremos será todo lo que el amor nos pueda reflejar.
ORACIÓN DEL DIA:
"Padre, Te ofrezco este día. Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo."
No hacer nada por mi cuenta, es no hacer nada en base a la guía o consejos del ego. Es hacernos el propósito de solo escuchar la Voz del Espíritu Santo, la Voz del Amor, y seguir únicamente Sus amorosos consejos, es un Guía que nunca se equivoca y que me conducirá por los caminos de la paz y la felicidad. Al pedir solo amor se me concederá solo amor.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "12. ¿Qué es el ego?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
CELEBRANDO EL MILAGRO
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