LECCIÓN 227 Éste es el instante santo de mi liberación.


Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 227

Éste es el instante santo de mi liberación.


1. Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. 2Pensé hacer otra voluntad. 3Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. 4Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad. 5Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. 6Éste es el instante santo de mi liberación. 7Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya.

2. Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. 2En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. 3En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta.






AUDIOS de la Lección 227
de CELEBRANDO EL MILAGRO


Lectura de la Lección 227
A través de Mariano Noé.


Ocurrir de la Lección 227
a través de Martin Musarra


Lección 227
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda



LECTURA DE LA LECCIÓN 227


LECCIÓN 227

COMENTADA POR JORGE LUIS ALVAREZ CASTAÑEDA


OCURRIR DE LA LECCIÓN 227


LECCIÓN DAVID HOFFMEISTER


LECCIÓN KENNETH WAPNICK







LECCIÓN 227

Éste es el instante santo de mi liberación.


Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda


*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*


En esta lección, Jesús, sigue desarrollando el tema de las decisiones a tomar. Quiere que me decida por Dios. Cuando me he decidido por el ego, he sufrido. He querido hacer mi voluntad y desconocer la Voluntad de Dios que quiere para mí sólo la perfecta felicidad y la paz. 


Hoy, se trata de reconocer que he estado equivocado en mis decisiones. Siempre que me he equivocado he tomado las decisiones por mi cuenta, queriendo hacer las cosas a mi manera, decisiones que he tomado solo, por mi cuenta. Y el resultado, no ha sido muy satisfactorio. Hoy, voy a solicitar la ayuda del Espíritu Santo para que me oriente y me ayude a ir al instante santo, es decir, a ese momento que paso con Dios, en el que pienso en Dios, donde pongo mi fe en la verdad y no en las ilusiones, donde, así sea por un instante, me permito ver unidad y no separación con mis hermanos, donde siento paz, donde tengo pensamientos amorosos en los cuales me siento unido a todo y a todos, donde no excluyo a nadie, donde no hay la culpa del pasado ni el miedo del futuro, donde me sitúo en el presente, donde me siento completamente a salvo y seguro, donde tengo completa confianza en Dios: Dios ha prometido la salvación y estoy seguro que cumplirá Su Palabra. Dejo que el Espíritu Santo me envuelva completamente y me brinde paz. 


Jesús, en esta segunda parte de las lecciones, quiere que avancemos en el proceso de convertir toda situación en un instante santo, en un momento para que pensemos en Dios, para que veamos la situación con Dios, con Jesús, con el Espíritu Santo. Ese es el propósito del Espíritu Santo ayudarnos en este proceso de recordar a Dios. Puede que no lo consigamos de una vez. Se trata de persistir y persistir. Por eso, nos pide que cada hora pasemos momentos con Dios. Esa experiencia de sentirnos diferentes a cómo piensa el ego, de sentir esa paz, así consideremos que es mínima, se puede considerar un instante santo. Y así, de instante en instante, iremos adquiriendo la fe que necesitamos para avanzar en nuestro proceso espiritual de liberación del mundo del ego. Recordemos que este proceso requiere la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Recordemos lo que dice Kenneth Wapnick: _”Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera”_.


*Con relación al tema del perdón*


Jesús, nos dice del pensamiento que no perdona en el tema especial *1. ¿Qué es el perdón?*:


_“Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzarlo. Se dedica con furia a arrasar la realidad sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista”_.


El pensamiento que no perdona quiere imponer su punto de vista a como dé lugar y acomoda la realidad a lo que cree. No se abre a la posibilidad de considerar el punto de vista del hermano, de admitir que puede pensar diferente. No quiere ver sino errores y errores en el hermano. Necesita culpabilizarlo para sentir que es inocente. No reconoce ningún acto en el hermano que pueda significar amor, bondad, paz. Sólo lo mira con los ojos del pasado y sus cambios, en el presente, no le interesan. Si queremos convertir este instante, en un instante santo, en un momento en que estemos con Dios, tenemos que valernos del perdón pues sólo el perdón nos da la paz necesaria en ese momento. 


No podemos pensar en Dios atacando al hermano que es Hijo de Dios, como soy yo. Recordemos una lección donde cada hora pedíamos ayuda para perdonar los pensamientos no amorosos que habían sucedido en la hora, de tal manera que la hora siguiente estuviera limpia de dichos pensamientos. Hagamos de esto una costumbre: cuando estemos con Dios, previamente, perdonemos. Estas son las azucenas del perdón que le llevamos como ofrenda a Dios y que Él nos va agradecer. Este es el proceso de ir sanando nuestra mente, de instante en instante. Esto nos dará la libertad que merecemos como Hijos de Dios.



*Proceso de práctica de la lección*


1. _Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_


Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz. 



 Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.


En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.


Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:


_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)


2. _Recordatorios cada hora_. 


Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.   

Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.


Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 


3. _Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.


 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios.


4. _Respuesta a la tentación_.


Repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda











Kenneth Wapnick 

”Éste es el instante santo de mi liberación.” 


*Lección 227*


No hace falta decir que el tema de esta lección es el instante santo, que nos libera de las ilusiones de nuestra falsa voluntad, que se basaban en un pasado de pecado y culpabilidad que se deshizo en el instante en que pareció venir a la existencia.


(1:1-4) «Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. Pensé hacer otra voluntad. Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad.» 


Viendo claramente nuestras mentes correctas y erradas, tomamos la decisión correcta. Reconocemos nuestro error al creer que la felicidad residía en una identidad separada y especial, en la que nuestras necesidades eran de suma importancia, excluyendo a todos los demás. Las cadenas de ilusiones se disuelven en el gentil Amor del Espíritu Santo, y somos libres a medida que felizmente elegimos el reflejo de perdón de la verdad -intereses compartidos- en lugar de la fea sombra de culpabilidad y odio del ego -intereses separados.


(1:5-7) «Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. Éste es el instante santo de mi liberación. Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya.» 


En el instante santo traemos nuestras ilusiones de separación y juicio a la verdad de unidad y amor del Espíritu Santo. Allí, todas las ilusiones de especialismo desaparecen en la voluntad que compartimos con Dios y con todos nuestros hermanos:


“Tú «eres» la Voluntad de Dios. No aceptes nada más como tu voluntad, pues, de lo contrario, estarás negando lo que eres...Mas ve el Amor de Dios en ti y lo verás en todas partes porque está en todas partes. Ve Su abundancia en todos y sabrás que estás en Él junto con todos tus hermanos. Ellos forman parte de ti, tal como tú formas parte de Dios.” (T-7.VII.10:1-2, 4-6)


(2). «Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta.»


En otras palabras, completamos el viaje sin distancia y despertamos del sueño de separación y pecado. Nuestros pensamientos de mentalidad errada de odio y miedo ceden suavemente ante la santidad del Hijo de Dios. La enseñanza del Espíritu Santo se ha hecho nuestra, porque el perdón es gustosamente reconocido como el medio por el cual nosotros y nuestros hermanos volvemos del sueño de pecado a la dicha del Cielo:


“Esa pequeña mácula de pecado que aún se interpone entre vosotros está demorando el feliz momento en el que las puertas del Cielo se abrirán. ¡Cuán pequeño es el obstáculo que te impide disponer de la riqueza del Cielo! ¡Y cuán grande será el gozo en el Cielo cuando te unas al imponente coro en alabanza al Amor de Dios!” (T-26.IV.6) "


Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.





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LECCIÓN 227

Éste es el instante santo de mi liberación.


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Nuestra liberación sólo la logramos en el instante santo, en el momento presente, en el ahora. Solo sanando el pasado y poniendo el futuro en manos de Dios, nos liberaremos del tiempo, sabremos que la mortalidad es ilusoria y que nuestra condición es tan inmortal como el Amor que somos. Libres de toda culpa, la eternidad nos da la bienvenida, ya no somos prisioneros del tiempo ni del mundo, hemos regresado a casa. 


*ORACIÓN DEL DIA:*

 

*"Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. Pensé hacer otra voluntad. Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad. Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. Éste es el instante santo de mi liberación. Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya."*


Solo uniendo nuestra voluntad a la de Dios, sólo reconociendo que no hay más Voluntad que la de Dios, podremos liberarnos de este mundo, renunciando a todas la ilusiones, perdonando todos nuestros errores. *"Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos."* la liberación es un momento feliz, donde nos reiremos de todas las ilusiones que parecían separarnos de nuestro Padre. Al Cielo ingresamos riéndonos con un gozo infinito, en un estado de dicha y de una risa que no podemos contener, en ese momento no hay pasado, no hay futuro, solo un eterno presente, una danza de amor y felicidad. 


*"En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños."* la liberación no es un tema de tiempo, no la encontraremos en el futuro, solo en este día, en el presente, en el ahora que es nuestra ventana a la eternidad. 


*"En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta."* el perdón nos libera de la creencia en el pecado, sana nuestra mente, restituye nuestra identidad real, y nos abre la puertas del Cielo, nuestro verdadero hogar. 


*PRACTICA:*


Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:


*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)


No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 







Repasamos el
Capitulo 22



















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