Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.
1. Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. 2Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. 3Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. 4Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. 5Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.
2. Así es como debería ser cada día. 2Practica hoy el final del miedo. 3Ten fe en Aquel que es tu Padre. 4Deja todo en Sus Manos. 5Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.
LECTURA DE LA LECCIÓN 232
LECCIÓN 232
COMENTADA POR JORGE LUIS ALVAREZ CASTAÑEDA
OCURRIR DE LA LECCIÓN 232
LECCIÓN DAVID HOFFMEISTER
LECCIÓN KENNETH WAPNICK
LECCIÓN 232
Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Ésta es una hermosa lección. Es expresión de la lección anterior. Si mi voluntad es recordar a Dios implica que Él permanezca en mi mente todo el día. Es decir, que esté en el sistema de pensamiento del Espíritu Santo y no en el del ego lo que implica estar en un proceso continúo de sanar la mente mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para nosotros mismos. Proceso que no podemos hacer solos, porque del mundo de la percepción, de las ilusiones del ego, nadie sale sin ayuda: necesitamos la Ayuda de Dios a través del Espíritu Santo y de Jesús.
Nos dice Jesús en la lección:
_Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierto y derrama Tu luz sobre mí todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estarás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando Te llame”_.
Le pedimos a Dios que permanezca en nuestra mente desde el momento en que nos despertemos. Que derrame sobre nosotros su luz, vale decir, sus enseñanzas, su Certeza, su Amor, su Paz, su abundancia, su confianza, su claridad, su bondad…
Que hagamos de cada minuto una oportunidad para sentir la presencia amorosa de Dios que, ante cualquier tentación de ataque, nos dice, amorosamente, que perdonemos. Tenemos a la mano la posibilidad de invocar el Nombre de Dios que nos ayuda a centrarnos y no caer en los juicios del ego. Camino con Dios sintiéndome completamente seguro. Miro a mis hermanos con amor y ellos reconocen, en mi mirada el Hijo de Dios, que son.
Es una excelente práctica, que debería constituirse en una verdadera costumbre, el agradecer a Dios, cada hora. Agradecerle los dones que nos ha dado: el habernos creado a Su Semejanza al darnos nuestro Ser junto con la dicha, la paz, el perdón, la gracia; agradecerle Su Palabra de que hemos sido salvados; el que siempre está a nuestro lado dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos; le agradecemos la paciencia infinita que tiene con nosotros y que nunca se cansa de nuestros desplantes y ataques a Él o a nuestros hermanos; le agradecemos la confianza que tiene en nosotros que nunca está en duda; le agradecemos haber creado al Espíritu Santo en el momento que creímos habernos separado de Él…en fin, cada uno tiene sus motivos particulares de agradecimiento a Dios que vale la pena recordar y agradecer.
Continúa Jesús:
_”Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu Cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo”_.
Si pido la presencia de Dios, si estoy con la visión de Cristo, no hay nada que temer. En la noche, perdono con Dios, lo que tenga que perdonar del día y me dispongo a descansar en Dios. Seguro de los cuidados de Dios y
_“felizmente consciente de que soy Tu Hijo”_.
Me duermo confiado en mi verdadera identidad como Hijo de Dios. No hay nada que temer, no hay nada de que culpabilizarse, no hay nada de que sentirse carente. Sólo tenemos dicha y paz.
Finalmente, nos dice Jesús:
_”Así es como debería ser cada día. Practica hoy el final del miedo. Ten fe en Aquel que es tu Padre. Deja todo en Sus Manos. Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo”_.
Si hacemos de la practica de agradecer a Dios cada hora un sanador hábito podemos estar seguros de que se acaba el miedo. Con Dios no hay nada que temer. Se trata de hacer realidad este llamado de Jesús en la lección 196 *No es sino a mí mismo a quien crucifico*:
_” Aléjate del miedo y dirígete al amor”_. L-196. 11:6
Dejamos todo en manos de Dios. Le depositamos nuestra perfecta confianza. No tenemos porque cargar las culpas del pasado ni el miedo del futuro. Hacemos realidad la lección 194 *Pongo el futuro en manos de Dios*.
*Con relación al tema de la salvación*
Jesús, en el tema especial *2. ¿Qué es la salvación?*, nos dice que la salvación:
_”Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él”_.
Si he sanado mi mente no se justifica ya la separación y todas las consecuencias de ésta como el tiempo, desaparecen. Los pensamientos de pecado ligados al pasado o separación, los de culpa al presente y de miedo, al futuro, que caracterizan al tiempo lineal del ego, pierden su razón de ser. Sólo queda el eterno presente de la unión con Dios que se da en el instante santo y en la llegada al Cielo, cuando Dios dará el último paso y nos llevará a su seno. La lección de hoy apunta en ese sentido: *Permanece en mi mente todo el día, Padre mío*.
*Proceso de práctica de la lección*
1. _Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
2. _Recordatorios cada hora_.
Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. _Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. _Respuesta a la tentación_.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Viaje x Lecciones UCDM - Lección 232 - Kenneth Wapnick
Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.
"Hemos visto a Jesús hablar a menudo en estas lecciones sobre el «propósito». El ego querría hacernos jugar con tanto especialismo como podamos en nuestras relaciones, mientras que el Espíritu Santo quiere que aprendamos el perdón a través del salón de clases de estas mismas relaciones especiales. Así, cuando Jesús nos pide que oremos para que Dios permanezca en nuestras mentes, su punto es que debemos ser conscientes del único propósito - el perdón - que nos devolverá a nuestro Padre y a Su Amor.
(1) «Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Tí y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo.»
Desde el momento en que nos despertamos hasta el momento en que nos vamos a la cama, nuestro propósito debe ser siempre recordar por qué estamos aquí. Recuerda que el propósito del ego fue huir de Dios y nunca volver, mantener intacta nuestra individualidad a través de la relación especial. El propósito de Jesús, sin embargo, es que seamos conscientes de que todo es una lección de perdón que él quiere que aprendamos, deshaciendo así nuestra elección en favor de la condenación y el ataque. Si somos realmente sinceros sobre nuestro deseo de volver a casa, debemos reforzar entonces este deseo mediante la continua atención sobre este nuevo propósito, especialmente cuando estemos tentados a buscar y hallar sustitutos especiales para el Amor del Cielo, ninguno de los cuales satisfará el anhelo por nuestro Padre. Sólo el perdón de nuestro hermano nos llevará a nuestra Fuente:
“En tu relación con tu hermano, donde el Espíritu Santo se ha hecho cargo de todo a petición tuya, Él ha fijado el rumbo hacia adentro, hacia la verdad que compartís…Dentro de ti amas a tu hermano con un amor perfecto. Ésa es tierra santa en la que ninguna substitución puede tener lugar y donde sólo la verdad de tu hermano puede morar...Estáis tan firmemente unidos en la verdad, que sólo Dios mora allí...Regresa conmigo [Jesús] al Cielo, y caminando junto con tu hermano ve a otro mundo más allá de éste, hasta llegar a la belleza y alegría que ese otro mundo te ofrece.” (T-18.I.9:1, 3-4; 10:3; 12:4)
(2) «Así es como debería ser cada día. Practica hoy el final del miedo. Ten fe en Aquel que es tu Padre. Deja todo en Sus Manos. Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.»
Ese último párrafo es crucial. Para el ego, lo peor sería que recordásemos que somos el Hijo de Dios, porque en ese recuerdo el mundo y nuestra identidad especial como carne y hueso son vistos apropiadamente como ilusorios. Así, mientras que reconocer que somos el Hijo de Dios es una noticia terrible para el ego, para nuestra mente correcta es la única buena noticia que hay. A pesar de nuestros pensamientos erróneos y sueños tontos, nunca hemos dejado de ser el Hijo de nuestro Padre, y ciertamente nunca hemos sido el del ego. Por lo tanto, dejar todo en Sus Manos no tiene nada que ver con confiar ciegamente en un dios que mágicamente satisfará nuestras necesidades especiales. Más bien, significa la feliz realización de que Él ha estado en lo cierto todo el tiempo y que nosotros hemos estado equivocados. Y en esa verdad nos regocijamos en gratitud por nuestro Maestro que nos trajo a casa."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 232
Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
La idea del día de hoy es una petición y un propósito. Y no es una petición o un propósito cualquiera. Podríamos decir que son nuestra principal oración y nuestro principal propósito. Si tomáramos la idea y la oración de hoy de todo corazón y la hiciéramos nuestra, no necesitaríamos nada más para despejar las puertas del Cielo en nuestras mentes.
*ORACIÓN DEL DÍA:*
*"Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. Y que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente consciente de que soy Tu Hijo."*
Esta oración nos está proponiendo tener a Dios en nuestras mentes a toda hora, en todo momento y lugar. Desde que nos levantamos hasta que nos acostemos pensando en Dios para luego pronunciar su sagrado nombre cuando nos volvamos a despertar. Se trata que Dios y Su Amor ocupen la totalidad de nuestra mente sin darle ningún espacio al ego. Si lo logramos nuestra salvación habrá culminado, y el himno celestial entonará sus melodías dándonos la bienvenida por el retorno a casa.
Cada oración del siguiente párrafo, es como una instrucción de lo que deberíamos hacer, veámoslas de manera separada:
1. *”Así es como debería ser cada día."* tener permanentemente en nuestra mente a Dios y Su Amor, practicar y practicar hasta que nos fundamos con nuestro anhelo de estar en Dios y estar con Dios.
2. *"Practica hoy el final del miedo."* solo practicando tener al Amor todo el tiempo en nuestra mente, le ponemos fin a todo miedo que creímos haber experimentado. De esta manera habremos desterrado al ego de nuestra consciencia.
3. *"Ten fe en Aquel que es tu Padre."* si ponemos toda nuestra confianza en Dios, haremos nuestra Su fortaleza y Su guía.
4. *"Deja todo en Sus Manos."* si le entregamos a Dios todos nuestros problemas o preocupaciones, y nos dejamos guiar por Su Voz en todo momento y lugar, será garantía que siempre estaremos en las Manos de Dios.
5. *"Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo."* si te entregas completamente a Dios, y deshaces todo miedo a través del perdón, permitirás que Él se te revele y te enseñe el camino de regreso a casa. En ese instante santo todo desánimo, pesar o tristeza serán reemplazados por el júbilo del Amor y la Paz del Cielo que se reflejarán en nuestros corazones.
*PRACTICA:*
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mejor, hazla tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.