Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 233
Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
1. Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de ellos. 3En su lugar, dame los Tuyos. 4Te entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.
2. Hoy nos dirige un solo Guía. 2Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. 3Éste es Su día. 4Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros.
LECCIÓN 233
Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
En esta lección nos llama Jesús, a dejar la pretensión de querer hacer las cosas a nuestra manera con miras a satisfacer nuestro deseo de ser especial con el cual, nos separamos de nuestros hermanos y de Dios. Centramos la mirada en el cuerpo al cual le dedicamos la mayor parte de nuestra atención y nos olvidamos de la mente que es donde, realmente, podemos hacer los cambios que necesitemos. Para ello necesitamos pensar con el Espíritu Santo y con Jesús y no con el ego.
Nos dice Jesús en la lección:
_”Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. No quiero quedarme con ninguno. En su lugar, dame los Tuyos. Te entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones”_.
Confío en Dios. Dios, quiere que sea feliz y que esté en paz y no en conflicto. Le entrego todos mis pensamientos que me sitúan en el especialismo y con los cuales quiero defender el personaje que he fabricado con el ego; le entrego los pensamientos que me llevan a resentimientos y rabia que tengo con mis hermanos y que me niego a perdonar; le entrego los pensamientos que me atan al pasado y que me impiden asumir el presente con responsabilidad y no desde el lugar de la víctima; le entrego mis pensamientos que me generan culpabilidad y miedo; le entrego mi miedo a Dios que no se justifica porque Dios no es castigador; le entrego los pensamientos que desconocen la fortaleza de Dios que me acompaña, etc. Le entrego, en fin, todo el sistema de pensamiento del ego.
Le entrego, también, mis actos no amorosos, que fomentan la separación. Si tengo claro el objetivo que me mueve – Dios -, y si tengo claro que mi función es perdonar en este mundo del ego, mis actos serán coherentes con los pensamientos amorosos que tengo con el Espíritu Santo, de esa manera me acercaré a la Paz y el Amor de Dios.
Continúa Jesús en la lección:
_“Hoy vengo a Ti. Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. Sé Tú el Guía y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que me haces”_.
Me haré a un lado. Reconozco que no se nada, de nada. Reconozco que no sé cómo actuar ahora. Reconozco que no sé porque las personas actúan como actúan. Pero, por fortuna, siempre, a mi lado, hay Alguien que sí sabe y que está presto a ayudarme cuando se lo pida: Dios, a través del Espíritu Santo y de Jesús. Nunca estoy sólo. Ahora, me decido a aceptar la presencia de Dios. Y el futuro se lo dejo a Dios. No hay nada de que preocuparse. La preocupación y el temor indican que he decidido confiar en mis propias fuerzas y no en las de Dios. Acepto que Dios sea el Guía y yo el seguidor.
Finalmente nos dice Jesús:
_“Hoy nos dirige un solo Guía. Y mientras caminamos juntos, Le entregamos este día sin reserva alguna. Éste es Su día. Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros”_.
Hoy me decido a aceptar la Guía de Dios sin ninguna reserva. He fracasado multitud de veces cuando he querido hacer las cosas por mi cuenta. Los dones de Dios siempre han estado a mi disposición pero me he negado a aceptarlos. Ahora, me decido a aceptarlos de corazón. Tengo derecho a los milagros y a todos los dones de Dios. Y puedo decir con toda decisión: Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
Con relación al tema de la salvación
Nos dice Jesús, en el tema especial *2. ¿Qué es la salvación?*:
_“El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo instante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era”_.
Cuando surge la creencia en la separación, en la mente que se creyó separada, aparece el conflicto y se necesita el pensamiento de la paz. En el Cielo no había necesidad de ese pensamiento. Se estaba en la completa Unidad con Dios. Pero en el mundo del ego la paz es su mayor enemigo, pues requiere la guerra para seguir alimentando y manteniendo la separación. Cuando estamos bajo la guía del ego necesitamos el conflicto para vernos inocentes y proyectar la culpa hacia nuestros hermanos. Pero, esto no tiene por qué ser así, nos ha enseñado Jesús. Siempre podemos tomar la decisión de dejar el conflicto y decidirnos por la paz. Siempre podemos perdonar y aceptar la Expiación para nosotros mismos. Se trata de hacer nuestra la enseñanza de la lección de hoy: Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
1. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Perdonamos, con Dios, lo que nos haya quitado la paz en esa hora.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. Pueden ser o 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
2. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
3. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe.
Lección 233
"Lo interesante de esta lección es que Jesús habla específicamente de Dios como nuestro Guía, considerando que hemos visto todo el tiempo que este papel le pertenece al Espíritu Santo. Un guía es alguien que nos lleva a un lugar al que hemos perdido el camino. Puesto que en la Mente de Dios no podemos estar perdidos porque nunca nos fuimos de casa, no hay ninguna necesidad de que Él nos guíe hacia donde ya estamos. Así, en esta lección - como en otros lugares del libro de ejercicios - Dios simboliza Su recuerdo en nuestras mentes que es sostenido por el Espíritu Santo, Quien nos recuerda de lo que realmente sabemos, pero que hemos olvidado.
(1:1-4) «Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. No quiero quedarme con ninguno de ellos. En su lugar, dame los Tuyos. Te entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones.»
Este es otro reconocimiento de nuestro error. Nuestros pensamientos y acciones han estado equivocados porque ocurrieron bajo la guía del maestro equivocado. Sin embargo, las ideas y los pensamientos de Dios a través del Espíritu Santo han estado en lo cierto, y son éstos los que elegimos para que podamos hallar el objetivo de la verdad que buscamos en nuestras relaciones y estar al fin en paz:
“Cuando aceptaste la verdad como el objetivo de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan irremediablemente como que tu Padre te dio paz.” (T-17.VIII.6:1)
(1:5-6) «Hoy vengo a Ti. Me haré a un lado y simplemente Te seguiré.»
Esto es una reminiscencia de la Lección 155: “Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.” En esa lección el "Él" es el Espíritu Santo, a Quien ahora seguimos en el Nombre de Dios.
(1:7) «Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces.»
Continuamente cuestionamos la sabiduría de Dios y Su Voz, por no mencionar la sabiduría de este Curso. Si Un Curso de Milagros fuera cierto, entonces todo sobre nosotros es falso - nuestros disgustos, así como lo que creemos nos traerá felicidad y paz. Así hablamos de nuevo de reconocer con alegría y gratitud que estamos equivocados y que Jesús tiene razón. Sin embargo, eso es lo más difícil de hacer para nosotros, porque requiere confianza en un amor y una sabiduría que no podemos comprender.
(2) «Hoy nos dirige un solo Guía. Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. Éste es Su día. Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros.»
Sé consciente, a medida que transcurra este día y todos los días, de cuán comprometido estás en pedir la ayuda del Espíritu Santo para que te ayude con algunas cosas, pero no con todas. Quedan ciertas partes de tu vida de las que crees que sabes más que Él. Necesitas mirar esta arrogancia, entregando a Él todo lo que te detendría de tu objetivo de paz:
“Aquel que conoce el plan que Dios quiere que sigas puede enseñarte lo que éste es. Sólo Su sabiduría puede guiar tus pasos en dicho plan...Permítele, por lo tanto, ser el único Guía que sigues hacia la salvación. Él conoce el camino y te conduce gustosamente por él.... No te olvides de Él y Él tomará todas tus decisiones por ti, las cuales serán en favor de tu salvación y de la paz de Dios en ti.” (T-14.III.13:1-2; 14:1-2, 7)"
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 233
"Hoy le doy mi vida a Dios para que Él la guíe."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Hoy vamos a practicar entregarnos a Dios, pero esta no es una entrega parcial o limitada, como podría pretender algún tipo de espiritualidad que le hace concesiones al ego, creyendo que la salvación se logra con un pie en la tierra y otro en el Cielo. Le entregamos a Dios nuestros pensamientos, todos nuestros pensamientos que habían negado el amor y los sustituimos por los de Dios. Le entregamos todos nuestros actos y solo hacemos la Voluntad de Dios. Nos hacemos a un lado y dejamos que Él guíe nuestros pasos, con el propósito de experimentar Su Amor. La entrega es total o no lo es, no existen verdades a medias ni un amor limitado y manipulable.
La eternidad no participa de nuestros infantiles juegos de separación, el Amor se conoce a Sí Mismo y goza de total certeza, por eso no ha habido ni habrá ilusión que pueda afectar la más mínima ”nota del himno celestial.” (T.26.V.5:4).
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, hoy te entrego todos mis pensamientos. No quiero quedarme con ninguno de ellos. En su lugar, dame los Tuyos. Te entrego asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. Hoy vengo a Ti. Me haré a un lado y simplemente Te seguiré. Sé Tú el Guía hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabiduría de lo Infinito, ni del Amor cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me haces."
" Hoy nos dirige un solo Guía." hoy nos hemos entregado totalmente a Dios, hemos excluido al ego, y sólo escucharemos la Voz de Dios, sólo nos gobierna el amor.
"Y mientras caminamos juntos le entregamos este día sin reserva alguna. Éste es Su día. Y por eso es un día de incontables dones y de infinitas mercedes para nosotros."
PRACTICA:
Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mejor, hazlas tuyas, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.