LECCIÓN 137 Cuando me curo no soy el único que se cura.

LECCIÓN 137

Cuando me curo no soy el único que se cura.

 


1. La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación. ²Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. ³Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. ⁴Ésta se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado y donde se le mantiene aislado y solo.

2. La enfermedad es aislamiento. ²Pues parece mantener a un ser separado del resto para que sufra lo que los otros no sienten. ³Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en un confinamiento solitario, fraccionada, y cuyas partes se mantienen sujetas por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede superar.

3. El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. ²Es imposible que alguien pueda curarse solo. ³En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. ⁴Mas la curación es el resultado de su decisión de volver a ser uno y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes. ⁵Si está enfermo, su Ser parece estar desmembrado y sin la unidad que le da vida. ⁶Mas la curación se logra cuando comprende que el cuerpo no tiene poder para atacar la Unicidad universal del Hijo de Dios.

4. El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras tienen que ser la verdad. ²Mas la curación demuestra que la verdad es verdad. ³La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad nunca tuvo lugar. ⁴Curar es meramente aceptar lo que siempre fue la simple verdad y que seguirá siendo tal como siempre ha sido. ⁵No obstante, a los ojos acostumbrados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso. ⁶Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad no es real.

5. La curación podría considerarse, por lo tanto, como un contra-sueño que anula el sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí. ²Así como el perdón pasa por alto todos los pecados que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que nunca tuvieron lugar. ³Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca sucedió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imaginarios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo como imágenes de la verdad.

6. Mas no pienses que curar no es algo digno de ser tu función aquí. ²Pues el anticristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. ³El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. ⁴Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única realidad que puede verse, justificarse y comprenderse plenamente.

7. Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad. ²Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostienen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas. ³Y entonces esas leyes dejan de valorarse y obedecerse.

8. La curación es libertad. ²Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. ³La curación es algo que se comparte. ⁴Y mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario. ⁵La curación es fuerza. ⁶Pues por medio de su delicada mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas dentro de un cuerpo quedan libres para unirse a otras mentes y así ser fuertes para siempre.

9. La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te urge a que lo sigas. ²Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salvación y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte. ³Su vida se vuelve la tuya propia a medida que extiendes la poca ayuda que Él te pide para liberarte de todo lo que alguna vez te causó dolor.

10. Y según te dejas curar, te das cuenta de que junto contigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. ²Tal vez no los reconozcas a todos ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permites que la curación venga a ti. ³Mas no te curas solo. ⁴Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.

11. Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. ²Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den. ³Lo que se opone a Dios no existe, y aquel que no acepta en su mente lo que se opone a Él se convierte en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. ⁴Pues ahí es donde se otorga la verdad y ahí es donde todas las ilusiones se llevan ante la verdad.

12. ¿No le ofrecerías refugio a la Voluntad de Dios? ²Pues con ello estarías invitando a tu Ser a estar en su propia casa. ³¿Y podría acaso rechazarse semejante invitación? ⁴Pide que ocurra lo inevitable y nunca fracasarás. ⁵La otra opción es pedir que lo que no puede ser sea, y esto nunca podrá suceder. ⁶Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.

13. Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la Paz de Dios. ²¿No vale la pena, acaso, dar un minuto de cada hora a cambio de semejante regalo? ³¿Y no es un poco de tiempo un coste mínimo a cambio del regalo de lo que lo es todo?

14. Mas debemos estar preparados para semejante regalo. ²De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche:

 

³Cuando me curo no soy el único que se cura. ⁴Y quiero compartir mi curación con el mundo a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.

 

15. Permite que la curación se efectúe en ti hoy mismo. ²Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar a medida que recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todo pensamiento absurdo que alguna vez imaginaste. ³Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque. ⁴No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propósito con este pensamiento:

 

⁵Cuando me curo no soy el único que se cura. ⁶Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré con ellos, tal como ellos se curarán conmigo.


AUDIOS de la Lección 137
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 137
A través de Mariano Noé 


Ocurrir de la Lección 137
a través de Martin Musarra


Lección 137
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda
























LECCIÓN 137

 Cuando me curo no soy el único que se cura.

 

Comentada por:

Jorge Luis Álvarez Castañeda

 

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

 

Esta lección es el complemento de la lección de ayer. Ayer, estudiamos la enfermedad. Hoy, como salir de ella a través de la curación.


 Jesús nos propone como propósito para la lección: 


_”Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo”_. 

Tanto la enfermedad como la curación suceden en la mente y son decisiones de ella.


Jesús, hace un paralelo entre la enfermedad y la curación: 


Enfermedad. 

La enfermedad es aislamiento, es rehusar la unión con los hermanos.

Le da al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real, quiere que sólo nos centremos en el cuerpo y olvidemos que tenemos una mente, que somos espíritu. 


Recordemos que son la mente y el espíritu como nos dice Jesús en la sección 1 de la Clarificación de términos:


 _”El término mente se utiliza para representar el principio activo del espíritu, el cual le suministra a éste su energía creativa. Cuando el término va con mayúscula se refiere a Dios o a Cristo (es decir, a la Mente de Dios o a la Mente de Cristo). El Espíritu es el Pensamiento de Dios que Él creó a semejanza de Sí Mismo. El Espíritu unificado es el Hijo de Dios, o Cristo”_. C. 1. 1: 1-4



_”El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad”_, dice Jesús en la lección.


 La enfermedad es un engaño. Desconoce nuestro verdadero Ser.


Curación:

La curación es unión:

 _”es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes”_.


La curación demuestra que


 ”la enfermedad no es real”


 Lo real pertenece al plano de la realidad. La realidad para Jesús se refiere a un reino trascendental conocido como el Cielo, el Reino de Dios o la eternidad. La realidad es espíritu puro, no cambia, es eterna. No tiene diferentes niveles ni grados. En la realidad la parte y el todo son idénticos. Nosotros hacemos parte de la realidad pero  hemos decidido olvidarlo.


La curación podría considerarse ”como un anti- sueño que desplaza el sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí.” 

Actúa en nombre de la verdad, en nombre de Dios.


Jesús, también hace otro paralelo entre la curación y el perdón:


Perdón:


”El perdón pasa por alto todos los pecados que nunca se cometieron.” 


Recordemos que pecado es la creencia en la realidad de nuestra separación de Dios. Esta creencia nos lleva a que, inevitablemente, caigamos en la creencia en la necesidad del castigo. El perdón no ve el error. Esto es lo que se llama el perdón–para-salvar. 


_”El perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado”_.


Recordemos que el mundo real es un estado mental de felicidad y alegría donde nos hemos liberado de la proyección de la culpa, donde se ve con la visión de Cristo, un mundo perdonado y de amor. El mundo real es la meta del viaje y cuando se adquiere ya se está a las puertas del Cielo donde Dios da el último paso y nos lleva a su Reino.


Curación:

_”La curación es libertad. Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. La curación es algo que se comparte”_. 


Los sueños, las ilusiones,  nos encadenan a la fabricación de nuestros mundos particulares donde queremos justificar el deseo de ser especiales, de ser mejores y diferentes de nuestros hermanos.


”La curación es algo que se comparte.” 


Recordemos que la curación de mi hermano no me puede ser indiferente, pues, al Cielo nadie entra solo.


_”La curación es fuerza”_. 


Contrasta  la debilidad de las mentes aprisionadas en unos  cuerpos con la unidad de las mentes cuando son sanadas mediante el perdón para ”así ser fuertes para siempre:”


Jesús, destaca también el papel del Espíritu Santo y de los medios de que se vale: 

”La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas.”


Jesús, también se refiere a nuestro compromiso en el proceso de la curación:


 ”Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den.”


     Sigue, Jesús, en el principio básico de sus enseñanzas de que dar es lo mismo que recibir. Asumen el papel de ministros o mensajeros de Dios. El mensajero de Dios recibe un mensaje (la Palabra de Dios), lo entrega, lo da a sus hermanos y, luego de que lo ha dado a sus hermanos, lo reconoce, lo asimila, lo interioriza.


Vale la pena que asumamos la sanadora enseñanza de Jesús en la lección:


”Permite que la curación se efectúe en ti hoy mismo. Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar a medida que recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todo pensamiento absurdo que alguna vez imaginaste. Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque. No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propósito con este pensamiento:

 

Cuando me curo no soy el único que se cura. Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré con ellos, tal como ellos se curarán conmigo.


Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo realizar la lección tal como se les propone de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Sin olvidarse de reír. Recordemos que estamos curando nuestra mente de la seriedad y rigidez del ego.


Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda







Kenneth Wapnick



 ”Cuando soy sanado no soy sanado solo.”



LECCIÓN 137


Esta lección continúa el tema de la enfermedad, aquí definida como separación. Esto significa que la sanación es unidad: Aceptamos nuestra unidad como Cristo, el Hijo único de Dios, al unirnos con Jesús en nuestras mentes correctas, el proceso que deshace la enfermedad. Jesús también equipara la enfermedad con el pecado y la creencia de que el mundo físico es real. Así pues, él equipara la sanación con el perdón de los pecados y la percepción del mundo real, lo que deshace la creencia en la realidad del mundo. En el mundo real estamos fuera de la materialidad, y con el amor de Jesús a nuestro lado nos damos cuenta de que el mundo es un sueño. Miramos nuestros cuerpos y vemos que esto no es lo que somos, porque son simplemente figuras en el sueño de la mente. En resumen, el mundo real, el perdón y la sanación son equiparados, así como la enfermedad, el pecado y el mundo físico. 

La idea de la lección -"Cuando soy sanado no soy sanado solo"- refleja hacia nosotros la unidad del Hijo de Dios: uno en el cielo como Cristo, uno en el sueño. Cuando me uno al amor de Jesús en el instante santo y soy sanado, la filiación también es sanada, porque estoy sin mi ego y por lo tanto sin creer en la separación y la individualidad. En ese instante sé que el Hijo de Dios es uno, y yo soy parte de esa unidad. El manual expresa la misma idea al responder la pregunta: "¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?" (M-12)-uno. Jesús es una manifestación de ese único maestro, y puesto que hay un solo Hijo, en nuestra sanación nos convertimos en ese también. La unidad del Hijo de Dios es nuestra. 

(1) La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el cual descansa la salvación. Porque la curación es lo opuesto de todas las ideas del mundo que se refieren a la enfermedad y a los estados separados. La enfermedad es una retirada de los demás, y un cierre de la unión. Se convierte en una puerta que se cierra sobre sí misma, y la mantiene aislada y sola. 

La enfermedad original es el pensamiento de que estoy solo. Comienzo por retirarme de mi unidad con Dios, que me establece como separada y autónoma, aislada y sola. A través de la evolución del sistema defensivo del ego, ese pensamiento de separación se manifiesta como un cuerpo separado, manteniéndome separado de todos los demás. Cuando tengo síntomas físicos o psicológicos, mi dolor me aísla aún más de los demás, porque no puedo amar cuando estoy sufriendo, ya que todo lo que busco es alivio: el amor y el dolor son estados mutuamente excluyentes. Por lo tanto, el dolor es una decisión de separarse del amor. Cuando tengo dolor, sólo amo a aquellos que lo reducirán. Esta es mi necesidad especial, y el objeto especial de amor es el que la alivia. Si el dolor es psicológico, esa persona especial me "ayuda" con una llamada telefónica, una visita o una carta; si es físico, me ayuda la mejoría del síntoma. Sin embargo, esto no es una verdadera unión, ya que nuestras necesidades e intereses separados excluyen la conciencia de nuestro propósito compartido. La enfermedad divide nuestro propósito; la curación lo une. Recordar: 

Ninguna mente está enferma hasta que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. Y así es su decisión conjunta de estar enfermos. Si usted retiene el acuerdo y acepta el papel que desempeña en hacer realidad la enfermedad, la otra mente no puede proyectar su culpa sin su ayuda para permitir que se perciba a sí misma como separada y aparte de usted. Así el cuerpo no es percibido como enfermo por ambas mentes desde puntos de vista separados. Unirse con la mente de un hermano previene la causa de la enfermedad y los efectos percibidos. La sanación es el efecto de las mentes que se unen, ya que la enfermedad viene de mentes que se separan (T-28.III.2). 

(2:1-2) La enfermedad es aislamiento. Porque parece mantener a uno mismo separado de todos los demás, para sufrir lo que los demás no sienten. 

Cuando estoy enfermo, no me importas. Probablemente más que en cualquier otro momento de mi vida, mi dolor me hace el centro del universo. Sólo me importa que mi dolor se alivie. Existes en mi sueño sólo para servir el propósito de aliviar mi malestar. Siguiendo la cuarta ley del caos del ego -"tienes lo que has tomado" (T-23.II.9:3)- 

paradójicamente culpamos al ayudante de nuestra dolorosa situación. Así: Si estás libre de dolor, debes haberme quitado mi estado de felicidad y no lo devolverás, dejándome solo en mi sufrimiento. Como dice la ley dolorosamente familiar del ego: 

... Porque los enemigos no se dan voluntariamente unos a otros, ni buscan compartir las cosas que valoran (T-23.II.9:6). 

Así, la enfermedad nos mantiene separados, reforzando la decisión de la mente de estar separados: 

La causa del dolor es la separación, no el cuerpo, que es sólo su efecto (T-28.III.5:1). 

Sólo devolviendo nuestra conciencia a la mente enferma podemos ser sanados, reconociendo que somos uno en el sufrimiento, así como somos uno en la sanación. 

(2:3) Le da al cuerpo el poder final para hacer real la separación, y mantener la mente en una prisión solitaria, separada y mantenida en pedazos por una sólida pared de carne enferma, la cual no puede superar. 

Jesús habla aquí de la proyección del pensamiento original de la enfermedad de la mente sobre el cuerpo. Como vimos en la lección anterior, un cuerpo enfermo establece más allá de toda sombra de duda que el pensamiento de la separación y el cuerpo son reales, y por lo tanto Dios no lo es. Así, un cuerpo enfermo protege el pensamiento enfermo, manteniendo "la mente en una prisión solitaria". El dolor arraiga sólidamente mi atención en el cuerpo, y la idea de tener una mente, y mucho menos una persona que toma decisiones, está tan lejos de mi experiencia que incluso concebirla es imposible. Todo lo que importa es que mis necesidades corporales sean atendidas: la satisfacción del placer o la evitación del dolor. 

(3:1) El mundo obedece las leyes a las que sirve la enfermedad, pero la curación opera aparte de ella. 

Esto es así porque la curación ocurre en la mente que está fuera del tiempo y del espacio, y por lo tanto fuera del cuerpo. El cuerpo, y la enfermedad física específicamente, son cortinas de humo que ocultan la mente trans-mundana -la fuente de la enfermedad del cuerpo. 

(3:2) Es imposible que alguien sea sanado solo. 

Esto tiene sentido sólo cuando nos damos cuenta de que la enfermedad es una creencia en la separación. La sanación deshace esta creencia cuando elegimos a Jesús en lugar del ego. Como siempre en Un Curso de Milagros, nada de lo escrito aquí será comprensible si lo relacionas con tu experiencia en el mundo. Más bien, Jesús le pide que relacione su experiencia con su mente, y no al revés. Por lo tanto, es mejor no acercarse a este curso en términos de su experiencia física, ya que la curación no es del cuerpo. Ser "sanado solo" refleja el sistema de pensamiento defectuoso de la mente de la separación y la soledad, que se deshace cuando la sanación restaura la conciencia de nuestra inherente unidad como Hijo de Dios. No podemos ser sanados solos porque no estamos solos: 

Alabado seas tú que haces al Padre uno con su propio Hijo. Solos somos todos humildes, pero juntos resplandecemos con un brillo tan intenso que ninguno de nosotros puede ni siquiera pensar en ello (T-13.X.14:1-2). 

Este es el resplandor de la curación, resplandeciente con la luz de Cristo, el Hijo único de Dios. 

(3:3-4) En la enfermedad debe estar separado y separado. Pero la sanación es su propia decisión de ser uno de nuevo, y de aceptar su Ser con todas sus partes intactas y sin vela. 

Cuando me uno a Jesús, también me uno a la memoria de mi identidad y la de todos como Cristo, nuestro verdadero Ser. La curación nos eleva por encima del campo de batalla del sueño, desde donde miramos sus figuras, algunas de las cuales pueden estar enfermas, una puede incluso ser la persona en la que pienso que soy yo mismo. Estando fuera del sueño, recuerdo la unidad del Hijo de Dios, y sin separación no puede haber pensamiento de enfermedad. Por lo tanto, la apariencia de un cuerpo enfermo debe ser ilusoria porque proviene de la ilusión de que estoy separado de Dios. Sin embargo, si ya estoy unido con Su Amor en virtud de estar con Jesús, todo el asunto del ego está inventado, permitiéndonos recordar la Cosa Completa. Así leemos en el texto: 

La curación es una señal de que quieres hacer que todo esté completo. Y esta buena voluntad abre tus oídos a la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la integridad. Él te permitirá ir mucho más allá de la sanación que emprenderías, porque además de tu pequeña voluntad de hacer completa Su Propia y completa Voluntad, hará completa la tuya (T-11.II.4:1-3). 

Esta es la esencia de la práctica de Un Curso de Milagros: dar un paso atrás con Jesús para ver lo que tú crees que está causando tu malestar. Así mirarás al mundo de manera diferente, y los efectos de la ira, el malestar y el ansia especial desaparecerán. Todo lo que verán ahora son figuras enfermas, al darse cuenta de que la verdad está fuera del sueño, en la Totalidad y Unidad del Hijo de Dios. 

(3:5) En la enfermedad su Ser parece estar desmembrado, y sin la unidad que le da vida. 

En el instante ontológico cuando creímos que nos habíamos separado de Dios, también creímos que habíamos desmembrado el Ser de Cristo. Es otra manera de decir que crucificamos al Hijo de Dios creyendo que podía ser separado en fragmentos, como vemos en este pasaje tan importante: 

Ustedes que creen que Dios es el temor, no han hecho más que una sustitución. Ha tomado muchas formas, porque fue la sustitución de la ilusión por la verdad; de la fragmentación por la totalidad. Se ha astillado y subdividido y dividido de nuevo, una y otra vez, que ahora es casi imposible percibirlo una vez fue uno, y sigue siendo lo que era. Ese único error, que llevó la verdad a la ilusión, la infinidad al tiempo y la vida a la muerte, fue todo lo que hicisteis. Todo tu mundo descansa sobre ella. Todo lo que ves lo refleja, y cada relación especial que has hecho es parte de ello (T-18.I.4). 

La buena noticia es que estábamos equivocados: nuestro Ser nunca abandonó Su Fuente: 

Te sorprenderá escuchar cuán diferente es la realidad de lo que ves..... volverte a la calma majestuosa interior, donde en santa quietud habita el Dios viviente que nunca dejaste, y que nunca te abandonó (T-18.I.5:1; 8:2). 

(3:6) Pero la curación se logra al ver que el cuerpo no tiene poder para atacar la unidad universal del Hijo de Dios. 

La sanación ocurre cuando le pides ayuda a Jesús, saliendo del sueño para mirar hacia atrás y darte cuenta de que estás literalmente mirando un sueño o, mejor aún, una alucinación en la que las figuras caminan, viven y mueren (T-20.VIII.7:3-7). Una de esas figuras es la persona que pensabas que era tu yo, un yo que ahora te das cuenta que reside en la parte de la toma de decisiones de tu mente - el lugar de la sanación. El cuerpo, y por lo tanto el pensamiento de la separación, no tiene poder aquí, y no puede atacar la Unidad universal del Hijo de Dios. En otras palabras, la separación no tuvo ningún efecto. Este es el principio de la Expiación, que lleva de vuelta a la Unidad que nunca dejamos verdaderamente. Su propósito cumplido, sanando suavemente se desvanece en su Fuente - el Amor de Dios: 

Hay sanadores, porque son Hijos de Dios que reconocen su Fuente, y entienden que toda su Fuente crea es una con ellos. Este es el remedio que trae un alivio que no puede fallar. Permanecerá para bendecir por toda la eternidad. No sana ninguna parte, sino totalmente y para siempre. Ahora la causa de cada enfermedad ha sido revelada exactamente como es. Y en ese lugar está escrita ahora la 

santa Palabra de Dios. La enfermedad y la separación deben ser sanadas por el amor y la unión. Nada más puede sanar como Dios estableció la sanación. Sin Él no hay curación, porque no hay amor (S-3.III.5). 

(4:1-4) La enfermedad probaría que las mentiras deben ser la verdad. Pero la sanación demuestra que la verdad es verdadera. La enfermedad de la separación que impondría la enfermedad nunca ha ocurrido realmente. Ser sanado es simplemente aceptar lo que siempre fue la simple verdad, y siempre permanecerá exactamente como siempre ha sido. 

Nada ha cambiado en realidad, pero no se nos pide que neguemos ningún nivel de experiencia aquí, que nos despojemos de nuestras ropas de individualidad y que saltemos al Cielo. Sólo necesitamos mirar a través de una lente diferente lo que pensamos que era tan importante, comparando así la mentira del ego de la separación (por ejemplo, la enfermedad) con el principio de la Expiación (la separación nunca ocurrió realmente), llegando a la conclusión que Jesús ofrece cerca del final del texto: 

Qué simple es la salvación! Todo lo que dice es que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora, y nunca lo será. Lo imposible no ha ocurrido y no puede tener efectos. Y eso es todo (T-31.I.1:1-4). 

Qué sencillo, y qué encantador! 

(4:5-6) Sin embargo, los ojos acostumbrados a las ilusiones deben demostrar que lo que ven es falso. Así que la sanación nunca necesitada por la verdad, debe demostrar que la enfermedad no es real. 

Mirar con Jesús a nuestros egos es uno de los temas clave de Un Curso de Milagros, el corazón del perdón. Explica que el milagro establece que soñamos un sueño cuyo contenido no es verdadero (T-28.II.7:1). Miramos claramente nuestras experiencias y las de los demás, y nos damos cuenta de que esto es parte de un sueño en el que nada es verdad. Sin embargo, no sabré que es un sueño a menos que lo mire, lo cual no puedo hacer a menos que haya elegido la guía de la visión. Sin embargo, nuestros ojos se han acostumbrado a la oscuridad de las ilusiones, por lo que se necesita tiempo dentro del sueño ilusorio del tiempo para permitir que nuestro miedo disminuya lo suficiente como para que podamos ver. Recordemos este pasaje, inspirado en la alegoría de Platón de los prisioneros encadenados en una cueva de la oscuridad: 

Los prisioneros atados con pesadas cadenas durante años, hambrientos y demacrados, débiles y exhaustos, y con ojos tan largos echados en la oscuridad que no recuerdan la luz, no saltan de alegría en el instante en que son liberados. Toma un tiempo para que ellos entiendan lo que es la libertad (T-20.III.9:1-2). 

El consuelo de la presencia de Jesús a nuestro lado proporciona la suavidad de la curación, abriendo lentamente nuestros ojos, que tanto tiempo hemos mantenido cerrados. 

(5:1) La curación podría llamarse así un contra-sueño, que anula el sueño de la enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad misma. 

La verdad del Cielo no sabe nada de la enfermedad, y por lo tanto no sabe nada de la curación. Recuerde la declaración anterior en el libro de trabajo de que Dios no perdona porque nunca ha condenado (W-pI.46.1:1). El perdón y la sanación simplemente deshacen un pensamiento equivocado que nunca estuvo verdaderamente ahí. Es por eso que Jesús describe la curación como un contra-sueño, y en otras partes llama al perdón una ilusión final (W-pI.198.3) o ficción feliz (C-3.2:1), porque perdona lo que nunca sucedió: 

El perdón es para Dios y hacia Dios, pero no de Él. Es imposible pensar en algo que Él creó que pudiera necesitar perdón. El perdón, entonces, es una ilusión, pero debido a su propósito, que es el 

del Espíritu Santo, tiene una diferencia. A diferencia de todas las demás ilusiones, se aleja del error y no hacia él (C-3.1). 

De la misma manera, la curación es una ilusión porque sana lo que nunca estuvo enfermo. Aquí también vemos la ecuación de la curación con el perdón y el mundo real, contrarrestando la ecuación del pecado de separación con la enfermedad y el mundo. La siguiente hermosa línea expresa este pensamiento: 

... El sueño de sanar en el perdón miente, y gentilmente te muestra que nunca has pecado (T-28.III.8:4). 

(5:2-3) Así como el perdón pasa por alto todos los pecados que nunca fueron cumplidos, la sanación elimina las ilusiones que no han ocurrido. Así como el mundo real se levantará para tomar el lugar de lo que nunca ha sido en absoluto, la curación, pero ofrece la restitución de los estados imaginados y las ideas falsas que los sueños bordan en imágenes de la verdad. 

El proceso es siempre el mismo. Usamos diferentes palabras -el logro del mundo real, la verdadera percepción, el perdón, la curación, el milagro- porque el pensamiento de la separación toma diferentes formas: ataque, enfermedad, creencia en el cuerpo. Sin embargo, queda un problema y una solución, una ilusión corrigiendo otra. Además, como con el perdón y la curación, Jesús es también una ilusión: 

El hombre era una ilusión, porque parecía ser un ser separado, caminando por sí mismo, dentro de un cuerpo que parecía sostenerse de sí mismo, como todas las ilusiones lo hacen (C-5.2:3). 

Jesús es sólo una forma entre muchas otras, respondiendo a nuestra necesidad de salvación en una forma que podemos aceptar y reconocer; la respuesta al estado imaginario de separación, que los sueños han bordado: 

... Los ayudantes te son dados de muchas formas, aunque sobre el altar son uno. Más allá de cada uno hay un pensamiento de Dios, y esto nunca cambiará. Pero tienen nombres que difieren por un tiempo, pues el tiempo necesita símbolos, siendo en sí mismo irreal...... 

¿Es el único Ayudante de Dios? No, en efecto. Porque Cristo toma muchas formas con diferentes nombres hasta que su unidad puede ser reconocida. Pero Jesús es para ti el portador del único mensaje de Cristo del Amor de Dios. No necesitas a nadie más (C-5.1:3-5; 6:1-5). 

Como estudiantes de Un Curso de Milagros es importante reconocer que estas ayudas -el perdón, la curación y Jesús- no son más que el reflejo de la verdad, ilusiones simbólicas que corrigen las ilusiones del ego de culpa, enfermedad y separación. Como Jesús nos recuerda en el tercer obstáculo a la paz, hablando de la idea de la muerte: 

... Recordad, pues, que ni el signo ni el símbolo deben confundirse con la fuente, pues deben representar algo más que a sí mismos. Su significado no puede estar en ellos, sino que debe buscarse en lo que representan (T-19.IV-C.11:2-3). 

La sanación, el perdón y Jesús reflejan la verdad de nuestra unidad y nos llevan de vuelta a ella, pero es importante que recordemos que es la fuente que queremos, no su símbolo. 

(6:1-2) Sin embargo, piense que la curación no es digna de su función aquí. Porque el anti-Cristo se hace más poderoso que Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. 

Aunque la curación es una ilusión, no debemos pensar que no somos dignos de ella, ni creer en nuestra arrogancia, queremos saltar más allá de ella hacia la verdad. Mientras creamos que estamos aquí, creeremos que el ego ha triunfado. Así, "anti-Cristo se vuelve más poderoso que Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real". Mientras nuestras necesidades corporales nos presionen, el mundo es real, lo que significa que creemos que el anti-

Cristo-el ego y sus ídolos de especialidad-ha triunfado sobre Dios y Cristo. Jesús no nos pide que neguemos lo que creemos, sino que lo corrijamos para que se pueda deshacer. El anti-Cristo tiene poder sólo porque hemos invertido nuestra fe en él, haciendo realidad nuestros sueños locos, en los que lo imposible ha ocurrido y un ídolo se ha convertido en Dios: 

Un ídolo se establece por creencia, y cuando se retira, el ídolo "muere". Este es el anti-Cristo; la extraña idea de que hay un poder más allá de la omnipotencia, un lugar más allá del infinito, un tiempo que trasciende lo eterno. Aquí el mundo de los ídolos ha sido establecido por la idea de que este poder y lugar y tiempo son dados forma, y dan forma al mundo donde lo imposible ha sucedido. Aquí los inmortales vienen a morir, los omnicomprensivos a sufrir pérdidas, los intemporales a ser hechos esclavos del tiempo. Aquí hace el cambio inmutable; la paz de Dios, siempre dada a todos los seres vivos, da paso al caos. Y el Hijo de Dios, tan perfecto, impecable y amoroso como su Padre, viene a odiar un poco; a sufrir dolor y finalmente a morir (T-29.VIII.6). 

(6:3-4) El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo sigue siendo la única realidad que se puede ver, justificar y comprender plenamente. 

Hacerse real es el propósito que el ego da a su sistema de pensamiento de pecado, culpa y miedo, expresándose como el propósito que da: la realidad aparente del mundo físico y del cuerpo, específicamente, en este caso, la enfermedad. Así, la enfermedad prueba la realidad del cuerpo, causada por un agente externo que también se considera real. La mente poderosa queda así relegada a la impotencia y, en última instancia, a la inexistencia. Si no hay mente, ¿cómo podríamos elegir contra el ego, que permanece libre para existir dentro de su sueño temeroso, protegido de la amenaza del poder de la mente para elegir la realidad del amor? 

El siguiente párrafo comienza con la ecuación del perdón, el mundo real y los términos de sanación que se usan como sinónimos virtuales en esta lección: 

(7:1) Así como el perdón hace brillar todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que tú hiciste, así también la curación debe reemplazar las fantasías de enfermedad que tú tienes ante la simple verdad. 

Sostener la enfermedad ante la simple verdad describe la defensa del ego. Elegir estar enfermos o enojados, aferrarse a los juicios que hacen que el pecado sea real, viene cuando experimentamos la presencia de Jesús y el Amor de Dios. El miedo a la disolución de nuestro ser especial cuando estamos en presencia del amor, nos impulsa a buscar refugio en los brazos culpables del ego, porque una vez que surge el miedo, también surge la necesidad de defendernos a nosotros mismos. Hemos visto cómo la enfermedad es una de las principales defensas del ego contra la verdad, y el mundo real del perdón del Espíritu Santo está bloqueado por nuestras fantasías de pecado y enfermedad. La verdad debe entonces esperar nuestro regreso sanador del mundo enfermo de la ilusión. 

(7:2-3) Cuando se ha visto que la enfermedad desaparece a pesar de todas las leyes que la sostienen no puede sino ser real, entonces se han respondido las preguntas. Y las leyes ya no pueden ser apreciadas ni obedecidas. 

La causa del sufrimiento y de la ira es la decisión de ser culpable. Cuando cambiamos la decisión de tomar la mano de Jesús en vez de la del ego, la causa se va, lo que significa que el efecto también se va. Si el efecto ha desaparecido, no puede haber sido real, porque el ego dice que los efectos son eternos. Tenemos la ilusión de que se van, pero mientras la causa de la culpabilidad permanezca en nuestras mentes, su efecto pecaminoso está presente de una forma u otra: 

... Pero mientras la culpa siga siendo atractiva, la mente sufrirá, y no abandonará la idea del pecado. Porque la culpa todavía llama a ella, y la mente la oye y la anhela, convirtiéndose en un cautivo dispuesto a su llamado enfermo (T-19.III.1:4-5). 

Las "leyes" del cuerpo de la enfermedad y la curación son trascendidas a medida que retiramos la creencia en el sistema de pensamiento del pecado, poniéndolo bajo la ley del perdón de la mente, que es la única que sana. 

(8:1-2) La sanación es libertad. Porque demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. 

Esta es una declaración de que la separación de Dios nunca ocurrió: el principio de la expiación, reflejado en la curación, el perdón y la percepción del mundo real. Si, así, la separación es una ilusión, los sueños aprisionadores del ego de ira, enfermedad y juicio también deben ser ilusorios, sin efecto sobre nuestra libertad. Jesús nos ofrece estas reconfortantes palabras de verdad: 

No eres libre de renunciar a la libertad, sino sólo de negarla. No se puede hacer lo que Dios no quiso, porque lo que no quiso hacer no sucede (T-10.IV.5:1-2). 

(8:3-4) La sanación es compartida. Y con este atributo demuestra que las leyes, a diferencia de las que sostienen que la enfermedad es inevitable, son más potentes que sus opuestos enfermizos. 

La idea de que la sanación es compartida, el tema de esta lección, es el reflejo en nuestro sueño de la Unidad del Cielo. También está representado por el principio de la expiación, que se mantiene para nuestras mentes enfermas por la presencia consoladora del Espíritu Santo, vinculándonos siempre con Dios y entre nosotros: 

¿Qué Consolador puede haber para los hijos enfermos de Dios excepto Su poder a través de ti? Recuerde que no importa en qué parte de la filiación sea aceptado. Él es siempre aceptado para todos, y cuando tu mente lo recibe, el recuerdo de Él despierta a través de la filiación. Cura a tus hermanos simplemente aceptando a Dios para ellos. Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene sólo un canal para sanar porque tiene un solo Hijo. El vínculo de comunicación que Dios mantiene con todos sus hijos los une y los une a Él. Ser consciente de esto es sanarlos porque es la conciencia de que nadie está separado, y por lo tanto nadie está enfermo (T-10.III.2). 

Por eso no nos curamos solos. ¡No podemos serlo! 

Si la separación es una ilusión, también lo son las leyes de este mundo: enfermedad, envejecimiento y muerte. Recuerda la discusión de Jesús en la Lección 76: "No estoy bajo ninguna ley, sino bajo la de Dios". Las leyes del mundo sólo se mantienen mientras se mantenga el pensamiento que las hizo. Cuando hemos liberado ese pensamiento a través del Espíritu Santo, sus efectos aparentes también desaparecen, y somos sanados. 

(8:5-6) La curación es fuerza. Porque con su gentil mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas dentro de un cuerpo son libres para unirse con otras mentes, para ser por siempre fuertes. 

El ego retrocede, porque en su locura cree que es fuerza, como lo son sus amigos: ataque, enfermedad y destreza física, todo lo cual demuestra la realidad del mundo y del cuerpo, y la derrota de Dios. Para el ego, su debilidad -la separación inherente de la verdad- se ha convertido en fuerza; pero un ejemplo más de su pensamiento al revés, y el nuestro cuando nos identificamos con él. La elección entre la debilidad del ego y la fuerza de Cristo es un tema importante a lo largo de Un Curso de Milagros, y el lector puede recordar esta clara afirmación: 

... Elige una vez más si quieres ocupar tu lugar entre los salvadores del mundo, o si quieres permanecer en el infierno y retener a tus hermanos allí. 

Porque Él ha venido, y está pidiendo esto. 

¿Cómo se hace la elección? Qué fácil es explicar esto! Siempre escoges entre tu debilidad y la fuerza de Cristo en ti. Y lo que usted elige es lo que usted piensa que es real (T-31.VIII.1:5-2:4). 

Uno de los principales propósitos de Jesús en su curso es convencernos de que su amor es fuerza, y el odio del ego es debilidad. Cuando en el instante santo escogemos su mano fuerte, la filiación es una en nuestra experiencia, y todas las mentes son sanadas. Todavía pueden elegir ser separados, pero dentro de la mente sanada la filiación es sanada, porque ha sido percibida como una. El siguiente pasaje del texto describe con alegría esta sanación en el contexto de nuestra relación sanada con nuestro hermano: 

El cielo es restaurado a toda la filiación a través de vuestra relación, porque en él yace la filiación, completa y hermosa, segura en vuestro amor.... ¡Cuán hermosa y santa es vuestra relación, con la verdad resplandeciendo sobre ella! El cielo lo contempla, y se regocija de que lo hayas dejado venir a ti. Y Dios mismo se alegra de que su relación sea como fue creada. El universo dentro de ti está contigo, junto con tu hermano. Y el Cielo mira con amor lo que está unido a él, junto con su Creador..... 

Has sido llamado, junto con tu hermano, a la santísima función que este mundo contiene. Es el único que no tiene límites, y llega a cada fragmento roto de la filiación con sanidad y consuelo unificador (T-18.I.11:1,4-8; 13:1-2). 

La sanidad, el perdón y el alegre intercambio de todo el mundo del dolor por un mundo en el que la tristeza no puede entrar, son los medios por los cuales el Espíritu Santo os exhorta a seguirle. 

La sanidad, el perdón y el mundo real no son el fin, sino los medios que el Espíritu Santo usa para ayudarnos a deshacer las interferencias de la culpabilidad de la mente que nos impiden recordar Quiénes somos. Así son Sus enseñanzas los medios, y la memoria de nuestro Ser el fin que buscamos. 

(9:2) Sus amables lecciones enseñan cuán fácilmente puede ser tuya la salvación; cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú hiciste para mantenerte prisionero hasta la muerte. 

Cuando Jesús habla de la poca práctica que necesitamos, parece contradecir sus palabras en muchos otros lugares donde nos recuerda cuánto necesitamos practicar. Sin embargo, él está hablando aquí desde su perspectiva, desde la cual el vasto universo, con sus problemas que abarcan millones de años, se reduce a una "pluma del deseo" de que estemos separados de Dios y que la ilusión sea verdadera (T-19.IV-A.8:1). Desde su punto de vista dentro de la mente sanada, por lo tanto, todo esto no es nada, y requiere sólo un pequeño cambio de la ilusión a la verdad. Es la misma perspectiva que se encuentra en la lección siguiente: "Estaré quieto un instante y me iré a casa" (W-pI.182). Así es como él habla aquí de cuán fácil puede ser nuestra salvación, y cuán poca práctica necesitamos. En nuestra experiencia dentro del sueño, sin embargo, esto toma una tremenda cantidad de trabajo, y no es tan fácil de lograr. El principio es fácil, sin duda, pero sólo desde arriba del campo de batalla del mundo. Para nosotros, aún prisioneros del pensamiento del ego sobre el sistema de la muerte, se necesita mucha vigilancia y diligencia, que Jesús nos guía y nos anima a desarrollar. 

(9:3) Su vida se convierte en la tuya, a medida que extiendes la pequeña ayuda que te pide para liberarte de todo lo que te ha causado dolor. 

La vida del Espíritu Santo, el símbolo de la expiación, se hace nuestra cuando lo escogemos. Así nosotros, como Jesús, llegamos a ser la Expiación, y su perdón se extiende a través de la mente unida del Hijo de Dios. La palabra extensión en Un Curso de Milagros no debe ser tomada como algo físico, porque se refiere sólo a un proceso dentro de la mente cuando se hace la elección del perdón. Si en cambio escogemos la culpa, el proceso es denotado por la 

palabra proyección, que describe las vicisitudes de la mente del ego vagando. La extensión del perdón, sin embargo, es el pensamiento reflejado del Amor del Cielo que se extiende a través de la mente única del Hijo. Que expresemos física o verbalmente el perdón de la mente correcta no es asunto nuestro. Esto sucede por sí mismo, porque cuando deshacemos las barreras de juicio de la mente, la luz de la santa relación de la mente no puede sino extenderse a través de la filiación: 

... Este[consuelo sanador y unificador] se os ofrece en vuestra santa relación. Acéptalo aquí, y darás como has aceptado. La paz de Dios te es dada con el propósito resplandeciente en el cual te unes a tu hermano. La luz santa que los unió a ustedes y a él debe extenderse, tal como ustedes la aceptaron (T-18.I.13:3-6). 

Así se extiende el consuelo de la sanación, como vemos ahora: 

(10) Y cuando te dejas curar, ves a todos los que te rodean, o que cruzan tu mente, o a los que tocas, o a los que parecen no tener contacto contigo, sanados junto contigo. Tal vez no los reconocerás a todos, ni te darás cuenta de cuán grande es tu ofrenda a todo el mundo, cuando permitas que la sanación llegue a ti. Pero nunca te curas solo. Y legiones tras legiones recibirán el regalo que ustedes reciben cuando sean sanados. 

Esta es otra maravillosa declaración de la Unidad del Hijo de Dios, la cual no tiene nada que ver con lo físico o el comportamiento. Pensar que lo hace es un gran malentendido de Un Curso de Milagros. La sanación ocurre sólo dentro de tu mente, porque sólo existe tu mente. Cuando esa mente es sanada y has elegido a Jesús como tu maestro, aunque sea por un instante, sabes que el Hijo de Dios es uno: la separación es una ilusión y su sistema de pensamiento de culpa -por no mencionar el mundo que surgió de ella- es también una ilusión. "Legiones sobre legiones" recibe tu regalo de sanidad al recordar tu unidad natural como Hijo de Dios, el regalo del milagro a la filiación que trasciende el insano sistema de pensamiento del ego de odio y enfermedad: 

El milagro es el acto de un Hijo de Dios que ha dejado de lado a todos los dioses falsos, y llama a sus hermanos a hacer lo mismo. Es un acto de fe, porque es el reconocimiento de que su hermano puede hacerlo. Es un llamado al Espíritu Santo en su mente, un llamado que se fortalece al unirse. Debido a que el hacedor de milagros ha escuchado la Voz de Dios, la fortalece en un hermano enfermo al debilitar su creencia en la enfermedad, la cual no comparte. El poder de una mente puede brillar en otra, porque todas las lámparas de Dios fueron encendidas por la misma chispa. Está en todas partes y es eterna (T-10.IV.7). 

(11:1-2) Los que son sanados se convierten en instrumentos de sanación. Tampoco transcurre el tiempo entre el momento en que son sanados, y toda la gracia de la sanación se les da para que la den. 

En el instante santo estás fuera del mundo físico, y por lo tanto no hay pensamiento de separación -pecado, culpa y temor- ni un mundo temporal/espacial -pasado, presente y futuro- que pueda surgir de él. Elimina la separación de la causa y el efecto: el mundo desaparece. En el instante santo, por lo tanto, el tiempo se ha ido y la curación es instantánea. No necesita extenderse en el tiempo y el espacio, porque no hay tiempo ni espacio. Esta es sólo otra manera de entender por qué no necesitan conscientemente buscar extender el amor y la sanación. Si lo haces -creyendo que hay gente a la que tienes que convertir, enseñar y sanar- estás de vuelta en el mundo separado del tiempo y el espacio, lo que significa que tu mente está ahora sin sanar. En el instante santo nadie es sanado, porque el reconocimiento ha amanecido en nuestras mentes hasta ahora enfermas de que todos ya han sido sanados. De hecho, nadie estaba enfermo. 

(11:3-4) Lo que se opone a Dios no existe, y quien no lo acepta en su mente se convierte en un refugio donde los cansados pueden permanecer para descansar. Porque aquí está la verdad concedida, y aquí están todas las ilusiones llevadas a la verdad. 

Cuando tu mente está curada, un mensaje sale a todos los que eligen aprovecharlo: la decisión que tomé, la mano del hermano amoroso que tomé, es tuya para que la tomes y la tomes también. En ese momento te conviertes en un refugio donde los cansados vienen a descansar. "Lo que se opone a Dios" es el ilusorio sistema de pensamiento del ego de separación y enfermedad. Aceptar su inexistencia nos permite ser un refugio pacífico para aquellos que todavía están tentados a hacer realidad el ego. Este remanso de descanso se describe en el siguiente pasaje de "El Jardín Pequeño", donde nuestro desierto de ilusiones, odio y separación se convierte en un jardín de verdad, amor y unión: 

... El desierto se convierte en un jardín, verde, profundo y tranquilo, que ofrece descanso a los que se pierden y vagan en el polvo. Dales un lugar de refugio, preparado por amor para ellos donde antes había un desierto. Y todos los que sean bienvenidos traerán amor con él del Cielo para ustedes. Entran uno por uno en este lugar santo, pero no se irán como habían venido, solos. El amor que trajeron con ellos se quedará con ellos, como se quedará con ustedes. Y bajo su beneficencia su pequeño jardín se expandirá, y alcanzará a todos los que tienen sed de agua viva, pero que se han cansado demasiado para seguir adelante solos (T-18.VIII.9:3-8). 

(12:1-3) ¿No ofrecerían ustedes refugio a la voluntad de Dios? Tú sólo invitas a tu Ser a estar en casa. ¿Y esta invitación puede ser rechazada? 

El Ser no puede ser rechazado porque una vez que lo escoges, ya está allí. La memoria de Quién eres como Hijo de Dios, tu Ser como Cristo, está totalmente presente en tu mente. Cuando lo eliges, simplemente has elegido aceptarlo donde siempre ha estado. Dejamos nuestro hogar sólo en sueños, y el tiempo para soñar ha terminado, apresurado como perdonamos. Así invitamos a nuestros hermanos separados a despertar del sueño del odio y la enfermedad, así como invitamos a Dios y a Cristo, la Unidad de nuestro Ser, a venir a donde Ellos están, como se refleja en este inspirador pasaje de "Porque Ellos Han Llegado": 

...Ellos[Dios y Cristo] han venido a morar dentro del templo[del perdón] que les han ofrecido, para ser su lugar de descanso así como el tuyo. Lo que el odio ha liberado al amor se convierte en la luz más brillante del resplandor del Cielo. Y todas las luces del Cielo crecen más brillantes, en gratitud por lo que ha sido restaurado.... Nadie en la tierra no ofrece más que gracias a alguien que ha restaurado su hogar, y lo ha protegido del invierno amargo y del frío helado. ¿Y el Señor del Cielo y Su Hijo darán menos en gratitud por mucho más? 

Ahora es el templo del Dios viviente reconstruido como hostia de nuevo a Aquel por quien fue creado. Donde Él mora, Su Hijo mora con Él, nunca se separa. Y Ellos dan gracias que por fin son bienvenidos (T-26.IX.6:4-6; 7:3-8:3). 

(12:4-5) Pide lo inevitable para que ocurra, y nunca fallarás. La otra opción es preguntarse qué no puede ser, y esto no puede tener éxito. 

Todos tratamos de hacer esto, por supuesto, que es por lo que nada funciona en este mundo. No importa cuán brillantes sean los cerebros que conciban la solución -política, educativa, económica o médica-, al final fracasará, porque pidió que el pensamiento de la separación fuera real: "lo que no puede ser". Como no es real, todo lo que automáticamente se desprende de ese error será igualmente ilusorio. Sin embargo, esto no significa que no podamos elegir seguir durmiendo y soñando que lo que es, lo que no es, y lo que no es, lo es: 

...¿quién puede pararse en una orilla lejana y soñar al otro lado del océano, en un lugar y un tiempo que hace tiempo que han pasado? ¿Cuán real puede ser un obstáculo para que este sueño llegue a donde realmente está? Porque esto es un hecho, y no cambia los sueños que tiene. Sin embargo, ¿puede imaginar que está en otro lugar y en otro momento? En el extremo, puede engañarse a sí mismo de que esto es verdad, y pasar de la mera imaginación a la creencia y a la locura, muy convencido de que donde preferiría estar, está. 

¿Es esto un obstáculo para el lugar en el que se encuentra? ¿Hay algún eco del pasado para que pueda escuchar un hecho en lo que hay para escuchar dónde está ahora? ¿Y cuánto pueden sus propias ilusiones sobre el tiempo y el lugar producir un cambio en el lugar donde realmente se encuentra? (T-26.V.6:6-7:3) 

Sin embargo, mientras somos libres de establecer nuestra realidad, no somos libres de hacer que nuestro deseo se convierta en realidad (T-3.VI.10:2). 

(12:6) Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de sanidad salgan hoy de lo que ha sido sanado a lo que aún debe ser sanado, conscientes de que ambos ocurrirán como uno solo. 

La mente del Hijo de Dios es una. Cuando tu mente es sanada -"lo que es sanado"- te das cuenta de que todos los demás que creen que aún necesitan ser sanados ya están sanados -"lo que aún debe ser sanado". Desde la perspectiva de la mente sanada -estar con el Espíritu Santo en el instante santo- todas las enfermedades y problemas se han ido, porque son parte de un sueño del que ya no eres parte, reconociendo que todo aquí es una ilusión. El pensamiento sanador de amor con el que ahora se identifican se convierte en un faro que señala a todos los que todavía eligen permanecer fuera de ese amor, que vienen a esa luz y descansan en la unidad del Hijo de Dios, como lo han hecho ustedes. Esa es nuestra función los unos para los otros, al unirnos en la luz que hace brillar las tinieblas de la enfermedad y el odio, la separación y la ilusión. El siguiente pasaje nos inspira a recordar nuestra función de ser esa luz para el mundo: 

Ni una sola luz en el cielo, pero va contigo. Ni un solo Rayo que brille por siempre en la Mente de Dios, sino que brille sobre ti. El Cielo está unido a ti en tu avance al Cielo. Cuando esas grandes luces se han unido contigo para darle a la pequeña chispa de tu deseo el poder de Dios mismo, ¿puedes permanecer en la oscuridad? Tú y tu hermano están volviendo a casa juntos, después de un largo e insignificante viaje que emprendieron separados y que no condujo a ninguna parte. Has encontrado a tu hermano, y os iluminaréis mutuamente. Y de esta luz los Grandes Rayos se extenderán de regreso a las tinieblas y hacia adelante hacia Dios, para resplandecer el pasado y así hacer espacio para Su Presencia eterna, en la cual todo está radiante en la luz (T-18.III.8). 

(13) Recordaremos, cuando llegue la hora, que nuestra función es dejar que nuestras mentes sean sanadas, para que podamos llevar la curación al mundo, intercambiando maldición por bendición, dolor por gozo, y separación por la paz de Dios. ¿No vale la pena dar un minuto de la hora para recibir un regalo como este? ¿No es un poco de tiempo un pequeño gasto para ofrecer por el regalo de todo? 

A medida que pase el día, hágase la siguiente pregunta: ¿Vale la pena aferrarse a este dolor y a este enojo, cuando a cambio podría tener la bendición, el gozo y la paz de Dios? Esa es tu función: estar en el instante santo cuando deshaces tu elección por el ego eligiendo al Espíritu Santo. Una vez más, ¿realmente quieres aferrarte a los pensamientos y comportamiento del ego, considerando su costo? Monitorear su mente a lo largo del día refleja la respuesta correcta a esta pregunta. Por lo tanto, siempre que te permitas estar consciente de la ira, el dolor, la depresión, el dolor o la rectitud, da un paso atrás y pregunta si tal especialidad vale la pena el precio: ¿Por qué no elegiría tener la bendición, el gozo y la paz de Dios en lugar de la maldición del dolor de la separación? Observen esta maravillosa línea de Deuteronomio, donde Moisés viene ante los Hijos de Israel, diciendo: "He puesto ante ti la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida..." (Deuteronomio 30:19-20). Jesús pone la misma elección ante nosotros. 

(14:1) Sin embargo, debemos estar preparados para este don. 

Jesús parece contradecir lo que dijo antes sobre la necesidad de una "pequeña práctica". Él nos hace saber que tenemos que practicar durante todo el día, y nuestra preparación para el instante santo es nuestro deseo. Recordar: 

El instante santo es el resultado de su determinación de ser santo. Es la respuesta. El deseo y la voluntad de dejarlo venir preceden a su venida. Preparas tu mente para ello sólo hasta el punto de reconocer que la quieres por encima de todo lo demás (T-18.IV.1:1-4). 

Este es, pues, el desafío de Jesús como nuestro maestro: ayudarnos a darnos cuenta de que realmente queremos ser felices, y que sólo el perdón nos traerá el deseo de nuestro corazón. 

(14:2-4) Y así comenzaremos el día con esto, y daremos diez minutos a estos pensamientos con los cuales concluiremos también hoy por la noche: 

Cuando soy sanado no soy sanado solo. Y compartiría mi sanación con el mundo, para que la enfermedad sea desterrada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser. 

Debe quedar claro aquí, como mencioné al principio de esta lección, que la enfermedad es separación. No es un síntoma físico, aunque lo experimentamos de esa manera. La incomodidad que podemos sentir en nuestros cuerpos es una expresión directa de la incomodidad que sentimos en nuestras mentes por elegir ser correctos en vez de felices, por estar separados del amor de Jesús en vez de estar unidos a él. Una vez más, queremos preguntarnos a lo largo del día: ¿Vale la pena permanecer separado de mi hermano, de mi Yo y de mi Dios? 

(15:1-3) Que la sanidad sea a través de ti en este mismo día. Y mientras descansan en silencio, prepárense para dar lo que reciben, para retener lo que dan, y para recibir la Palabra de Dios para tomar el lugar de todos los pensamientos insensatos que siempre fueron imaginados. Ahora nos reunimos para curar a todos los que estaban enfermos, y para bendecir donde hubo un ataque. 

Nada de esto es posible a menos que primero te des cuenta de los tontos pensamientos de enfermedad y ataque. Volvemos así al tema principal -el tema de la próxima lección- que la sanación, la corrección y el perdón no tienen sentido si no tienen un problema al que puedan aplicarlos. Por lo tanto, debes ser consciente de tu atracción por estar enojado, enfermo y juzgador, y sentirte herido, victimizado y deprimido; y preguntarte a ti mismo, de nuevo: ¿Realmente vale la pena para mí? En ese punto, entonces, estás listo para soltar la mano del ego y permitir que Jesús te guíe suavemente a la mente que es la fuente de la enfermedad así como de la curación. 

(15:4-6) Ni dejaremos que esta función se olvide cuando cada hora del día pase, recordando nuestro propósito con este pensamiento: 

Cuando soy sanado no soy sanado solo. Y bendeciré a mis hermanos, porque seré sanado con ellos, como ellos son sanados conmigo. 

La ira que tengo contra ti es la ira que tengo contra mí mismo. Mi decisión de excluirte de mi amor, y por lo tanto del Amor de Dios, es una decisión, hecha en secreto, de excluirme de ese mismo Amor. Siempre tenemos que hacer la pregunta: "¿Es la enfermedad de la separación lo que realmente quiero?" Somos sanados al elegir la tranquilidad del perdón, que nos permite escuchar las suaves palabras de Jesús exhortándonos a recordar nuestro Ser y ser felices al fin: 

Ustedes son como Dios los creó, y también lo es cada cosa viviente que miran, sin importar las imágenes que vean. Lo que contempláis como enfermedad y como dolor, como debilidad y como sufrimiento y pérdida, no es más que tentación de percibiros indefensos y en el infierno. No te rindas a esto, y verás todo el dolor, en todas sus formas, dondequiera que ocurra, pero desaparecerás como la niebla ante el sol. Un milagro ha llegado para sanar al Hijo de Dios, y cerrar la puerta a sus sueños de debilidad, abriendo el camino a su salvación y liberación. Elige una vez más lo que quieres que sea, recordando que cada elección que hagas establece tu propia identidad tal como la verás y creerás que es (T-31.VIII.6). 

Un último recordatorio: Esta no es una práctica que hacemos una vez por la mañana y otra vez por la noche. Jesús nos pide que apliquemos vigilantemente nuestra voluntad de recordar a lo largo del día. Así la bendición de su perdón cae sobre nosotros y sobre todos nuestros hermanos en un abrazo sanador de amor. El milagro ha llegado por fin para sanar al Hijo de Dios.







LECCIÓN 137

"Cuando me curo no soy el único que se cura."


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


Si en la lección 136 aprendimos que la sanación se logra cuando permitimos que se reestablezca la verdad de lo que somos en nuestras mentes, en esta lección nos plantea que la sanación es el resultado del restablecimiento de la unicidad entre todas las mentes de los Hijos de Dios con la  Mente de Su Padre, a través de compartir la curación. Esta es otra aplicación del principio de dar y recibir. 


ENFERMEDAD Y SEPARACIÓN


El ego nos ha hecho creer que somos cuerpos separados y mentes separadas. La enfermedad da testimonio de la separación. "La enfermedad es aislamiento." "Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad." La enfermedad parece otorgarle al cuerpo el poder de hacer real la separación, al "mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender."  la enfermedad nos hace creer que la mente es la prisionera del cuerpo, con lo que se distorsiona nuestra realidad. El cuerpo no es más que un instrumento de la mente, cuyas culpas, miedos y ataques los descarga sobre el cuerpo, y al enfermar este, creemos que es independiente de la mente. Buscamos curar el cuerpo, ignorando la causa, esto es, la mente. 


La curación se logra al "comprender que el cuerpo no tiene el poder de atacar la universal unicidad del Hijo de Dios." La curación es el resultado de nuestra decisión de ser una sola mente, nuestros hermanos ya no serán "los otros" o mis enemigos, sino que son parte integral de mi único Ser.  "Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue."


El perdón y la curación tienen similitudes complementarias: "Así como el perdón pasa por alto todos los pecados, que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar."  Así como el perdón sana nuestra creencia en el pecado, pasando por alto todos los  errores, la curación desvanece las ilusiones de creer que el cuerpo es real y que puede enfermar aparte de la mente que lo gobierna. "Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad."


LA  CURACIÓN:


La lección nos describe algunas de las características de la curación de nuestra mente:


"La curación es libertad." pues libera nuestra mente de la supuesta esclavitud del cuerpo. 


"La curación es algo que se comparte." al curarme ayudó a curar a mis hermanos. 


"La curación es fuerza." su tierna mano, trasciende la debilidad del cuerpo y la enfermedad, la mente recupera su libertad y fortaleza para unirse a otras mentes. 

Si el ego nos ha ofrecido miedo, culpa, enfermedad y sufrimiento; el Espíritu Santo es la alternativa del amor que nos ofrece perdón y curación


"Mas nunca te curas solo." cuando mi mente se cura, reconozco mi unidad con mis hermanos y con Dios, se restablece la unicidad de toda la Filiación. 


PROPÓSITO:


Restablecer la unidad de las mentes del Hijo de Dios con nuestro Padre, compartiendo la curación, de tal manera que "sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono." 


PRÁCTICA:


Aquiétate durante 10 minutos, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:


"Cuando me curo no soy el único que se cura."

"Y quiero compartir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser."


Y en la medida que estas palabras se asientan en tu consciencia, te relajas y te dejas ir de la mano de Quien con la luz de la verdad y el amor viene a restablecer la unidad de nuestras mentes, compartiendo la curación con todos nuestros  hermanos, sanándolos de toda creencia en la separación y la enfermedad. 


"Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo."


"Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar tal como recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que jamás se concibieron."


"Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque."


PRÁCTICA CORTAS Y FRECUENTES:


Cada hora, preferiblemente a la hora en punto, "recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios."

Así que cada hora del día recordaremos nuestro propósito con el siguiente pensamiento:


"Cuando me curo no soy el único que se cura."  

"Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré junto con ellos, tal como ellos se curarán junto conmigo."


El perdón reconoce la verdad e ignora el error. La curación niega la  realidad del cuerpo, y que este sea la causa de la enfermedad, y al reconocer la verdad de lo que somos sana la mente. Al sanar nuestra mente restablecemos la consciencia de unidad con mis hermanos y con nuestro Padre. 

Con la certeza que nunca me curo solo, y cuando elijo  sanar mi mente, estoy sanando todas las mentes a través de mis bendiciones. El amor al unir y sanar a todo lo que se creía separado y enfermo, restablece la verdad de lo que somos: el perfecto Hijo de Dios, inocente, impecable e integro





 TEXTO







CELEBRANDO EL MILAGRO 


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BENDICIONES!





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