LECCIÓN 136 La enfermedad es una defensa contra la verdad.

“Con lentitud, constancia y amabilidad se gana esta carrera” Ken Wapnick
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Índice de la Lección 136
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LECCIÓN 136

La enfermedad es una defensa contra la verdad.

1. Nadie puede sanar a menos que comprenda cuál es el propósito que aparentemente tiene la enfermedad. ²Pues entonces comprende también que este propósito no tiene sentido. ³La enfermedad, al no tener causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista. ⁴Una vez que se reconoce esto, la curación es automática. ⁵Pues este reconocimiento desvanece esta ilusión sin sentido valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.

2. La enfermedad no es un accidente. ²Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de autoengaño. ³Y al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante montón de partes desconectadas. ⁴El objetivo de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra. ⁵Las partes se ven como si cada una de ellas fuese completa en sí misma.

3. Las defensas no son involuntarias ni tampoco se forjan inconscientemente. ²Son como varitas mágicas secretas que agitas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. ³Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. ⁴En ese segundo o fracción de segundo en que tomas la decisión, reconoces exactamente lo que te propones hacer y luego lo das por hecho.

4. ¿Quién sino tú considera que existe una amenaza, decide que es necesario escapar de ella y erige una serie de defensas para contrarrestar la amenaza que ha juzgado como real? ²Nada de esto puede hacerse de manera inconsciente. ³Mas una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo causaste.

5. La rapidez con la que te olvidas del papel que desempeñas en la fabricación de tu “realidad” es lo que hace que las defensas no parezcan estar bajo tu control. ²Mas puedes recordar lo que has olvidado si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente sellada en el olvido. ³El hecho de que no te acuerdes no es más que la señal de que esa decisión todavía está en vigor en lo que se refiere a tus deseos. ⁴No confundas esto con un hecho. ⁵Las defensas hacen que los hechos sean irreconocibles. ⁶Ése es su propósito y eso es lo que hacen.

6. Las defensas toman fragmentos de la totalidad, los ensamblan sin tener en cuenta la verdadera relación que existe entre ellos y, de esta manera, tejen ilusiones de una totalidad que no existe. ²Este proceso es lo que produce la sensación de amenaza, y no cualquier desenlace que pueda tener lugar. ³Cuando se arrancan partes de la totalidad y se consideran como algo separado y como un todo en sí mismas, se convierten en símbolos que representan un ataque contra la totalidad y al en efecto lograrlo, ésta no se puede volver a ver como la totalidad que es. ⁴Sin embargo, has olvidado que dichas partes sólo representan tu decisión de lo que debe ser real a fin de que ocupe el lugar de lo que sí que lo es.

7. La enfermedad es una decisión. ²No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, que te debilita y te hace sufrir. ³Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. ⁴Ahora enfermas para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus dominios.

8. ¿Por qué crees que la enfermedad puede escudarte de la verdad? ²Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo tanto, tú no puedes sino estar separado de la verdad. ³Experimentas dolor porque el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él. ⁴De esta, manera, tu “verdadera” identidad queda a salvo, y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. ⁵Pues fíjate, ese puñado de polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades, pararte el corazón y ordenarte que mueras y dejes de existir.

9. De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la verdad, la cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de querer morir. ²Y así, el cuerpo es más poderoso que la vida eterna, el Cielo más frágil que el infierno, y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. ³El Hijo no es más que polvo, el Padre está incompleto y el caos se sienta triunfante en Su trono.

10. Tal es el plan que has elaborado para tu defensa. ²Y crees que el Cielo tiembla ante ataques tan irracionales como éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la verdad transformada en mentiras y todo el universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas pretenden imponerle. ³Mas ¿quién podría creer en ilusiones salvo el que las inventó? ⁴¿Quién sino él podría verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la verdad?

11. Dios no sabe nada de tus planes para modificar Su Voluntad. ²El universo permanece indiferente a las leyes con las que has creído gobernarlo. ³Y el Cielo no se ha inclinado ante el infierno ni la vida ante la muerte. ⁴Lo único que puedes hacer es elegir pensar que mueres o que sufres enfermedades, o que de alguna manera tergiversas la verdad. ⁵Lo que ha sido creado no guarda relación alguna con nada de eso. ⁶Las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser atacado. ⁷Lo que es inalterable no puede cambiar. ⁸Y lo que es absolutamente impecable no puede pecar.

12. Ésta es la simple verdad. ²No recurre a la fuerza ni al dominio. ³No exige obediencia ni intenta demostrar cuán lamentables e inútiles son tus intentos de planificar defensas que la pudiesen alterar. ⁴La verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ése es su propósito. ⁵Quizá exhala un pequeño suspiro cuando rechazas sus dones. ªNo obstante, sabe con absoluta certeza que recibirás lo que Dios ha dispuesto para ti.

13. Este hecho es lo que demuestra que el tiempo es una ilusión. ²Pues el tiempo te permite pensar que lo que Dios te ha dado no es verdad ahora mismo, como no puede por menos que serlo. ³Los Pensamientos de Dios son totalmente ajenos al tiempo. ⁴Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa que has urdido contra la verdad. ⁵Lo que Él dispone, no obstante, está aquí, y tú sigues siendo tal como Él te creó.

14. El poder de la verdad es muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha dado entrada a la verdad. ²Y ésta alborea en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. ³La verdad se puede encontrar en cualquier momento; incluso hoy mismo, si eliges practicar darle la bienvenida.

15. Éste es nuestro objetivo hoy. ²Dedicaremos un cuarto de hora en dos ocasiones a pedirle a la verdad que venga y nos libere. ³Y la verdad vendrá, pues nunca ha estado separada de nosotros. ⁴Tan sólo aguarda la invitación que hoy le hacemos, ⁵la cual introducimos con una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y permita que la verdad sea como siempre ha sido:

⁶La enfermedad es una defensa contra la verdad. ⁷Aceptaré la verdad de lo que soy y dejaré que mi mente sane hoy completamente.

16. La curación resplandecerá a través de tu mente abierta a medida que la paz y la verdad se alcen para ocupar el lugar de la contienda y de las imaginaciones vanas. ²No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y defender de la luz de la verdad. ³No quedarán en tu mente figuras sombrías procedentes de tus sueños, ni sus absurdos y obscuros anhelos con dobles propósitos que se persiguen descabelladamente. ⁴La mente sanará de todo deseo enfermizo que haya jamás tratado que el cuerpo obedeciera.

17. Ahora el cuerpo se ha curado porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. ²Y reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto. ³Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de enfermedad o de bienestar, de dolor o de placer. ⁴La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. ⁵Lo único que queda es su utilidad y nada más.

18. Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que le habías adjudicado. ²A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil. ³La salud del cuerpo queda plenamente garantizada porque ya no se verá limitado por el tiempo, por el clima o el cansancio, por lo que coma o beba ni por ninguna de las leyes a la que antes lo sometías. ⁴No tienes que hacer nada para que esté bien, pues la enfermedad se ha vuelto imposible.

19. Mas para conservar esta protección es preciso que te mantengas extremadamente alerta. ²Si permites que tu mente abrigue pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará enferma.

20. De ocurrir esto, remédialo de inmediato no permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. ²No te confundas con respecto a lo que necesita sanar, sino que di para tus adentros:

³He olvidado lo que realmente soy, pues me confundí a mí mismo con mi cuerpo. ⁴La enfermedad es una defensa contra la verdad. ⁵Mas yo no soy un cuerpo. ⁶Y mi mente es incapaz de atacar. ⁷Por lo tanto, no puedo estar enfermo.


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LECCIÓN 136 Comentada por Jorge Luis Álvarez Castañeda

La enfermedad es una defensa contra la verdad.

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

La lección 136 La enfermedad es una defensa contra la verdad es una de las lecciones más importantes del Curso. Mediante la enfermedad nos defendemos de la verdad, vale decir, de Dios.

     Jesús, nos aclara que es una defensa: 

”es un mecanismo demente de auto-engaño…La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra”

¿Y por qué tenemos que defendernos de Dios? Porque creemos que nos va a castigar por habernos separado de Él. Para defendernos de Dios la mente colectiva ego que creyó separarse proyecta este mundo y al cuerpo. La culpa y el miedo, producto de la separación, son proyectados, por los millones de fragmentos en que pareció dividirse esa mente colectiva, en el mundo y en el cuerpo. Surge la mentalidad dualista: sujeto- objeto, vida – muerte, mente- cuerpo, etc. Esta mentalidad dualista niega la realidad no-dualista de lo que somos: somos sólo mente y no mente y cuerpo.

En el caso de la enfermedad la enfermedad es de la mente y no del cuerpo. En el cuerpo proyectamos nuestra culpa, nuestros resentimientos y pensamientos de ataque, nuestros juicios y pensamientos no amorosos, de tal manera, que nos autocastigamos para que Dios no lo haga.  

Lo  que quiere el ego es que nos centremos en el cuerpo y en lo externo. Así, nos enfermamos es por un virus, por el medio ambiente, por la contaminación, por los desastres naturales. Nada que centre nuestra responsabilidad en nuestra mente.

Recordemos esta hermosa oración de Jesús en capítulo 21 sección II:

Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido y se me concede tal como lo pedí.

T-21. II. 2: 3-5

“Todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido y se me concede tal como lo pedí”, nos dice Jesús. 

De entrada rechazamos esta afirmación. ¿Cómo así que yo pedí que me diera  esta enfermedad? ¿Cómo lo hice? Bueno, no es sino que analicemos los múltiples pensamientos de ataque hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos que tenemos diariamente: que se mueran, que les pase algo negativo, que fracasen, que les vaya mal, etc. 

Recordemos que los pensamientos tienen poder como lo vimos en la lección 19 No soy el único que experimenta los efectos de mis pensamientos. Así que no podemos ir por el mundo agrediendo y agrediéndonos con nuestros pensamientos sin que esto no nos afecte. Jesús, nos ha dado una salida para estos pensamientos no amorosos: la Expiación o el entregarle estos pensamientos al Espíritu Santo para que los transforme en pensamientos amorosos.

Nos dice Jesús:

”La enfermedad es una decisión. No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus falsos castillos”.

     Aquí, está muy claro el proceso de la enfermedad como decisión de la mente. Supongamos, que estamos con un hermano y algo de lo que dice o hace, no nos gusta. En ese momento, podemos tomar una decisión de acuerdo al maestro que elijamos. Si elegimos al ego, tendremos pensamientos de ataque. Si elegimos al Espíritu Santo miraremos que lo que hace el hermano es hacernos una petición de ayuda o de amor. Y nos perdonamos, con la ayuda del Espíritu Santo, cualquier pensamiento no amoroso que hayamos tenido al respecto. Y la situación no fue sino una hermosa situación de perdón.

 En el caso, de decidirnos por el ego este pensamiento no amoroso, de ataque se nos devuelve. Recordemos una de las enseñanzas fundamentales de Jesús: Dar es lo mismo que recibir. Si doy pensamientos de ataque, estos pensamientos de ataque los recibimos nosotros. Cualquier síntoma o enfermedad expresa que, en algún momento, ante una situación que reclamaba que aceptara la verdad, es decir, que viera en un hermano un Hijo de Dios y no lo juzgara y atacara en mi mente o externamente, en ese momento, se presentó una ausencia de perdón. Si la situación de no perdón me es clara, bien. Si no la ubico, simplemente la perdono porque seguro que estuvo presente. 

Jesús, nos dice que la enfermedad no es un accidente, no se debe a algo externo sino que obedece a una decisión para defendernos de la verdad, vale decir, de Dios. 

Las defensas no son involuntarias ni inconscientes. Hay un pensamiento detrás de ellas, así sea en un microsegundo, donde se decide pensar no amorosamente, se decide no pensar con Dios y, en ese instante, se decide utilizar la enfermedad como defensa contra la verdad. Por eso, Jesús, nos dice que este proceso no puede hacerse de manera inconsciente. Otra cosa es que, inmediatamente, lo olvidemos y creamos que la enfermedad se debe a motivos externos.

También, nos dice Jesús, que la enfermedad es una decisión que nuestra mente toma cuando se está ante la verdad. La verdad es que la Voluntad de Dios es que seamos felices. Pues cuando enfermamos nuestro cuerpo le decimos a Dios que no es más poderoso que nosotros pues nosotros somos más poderosos que Él pues le llevamos la contraria y enfermamos.  

Dios, no sabe de nuestros planes para cambiar Su Voluntad. Si los supiera haría real este mundo. Las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser derrotado: la verdad. Y la verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ese es su propósito. Sabe con absoluta certeza que recibirás lo que Dios ha dispuesto para ti. No intenta convencerte ni imponerte la verdad. 

Para acceder a la verdad se necesita que la queramos, que la pidamos. Es la  pequeña dosis de buena voluntad de que habla Jesús. La curación se presentará en tu mente a medida que la paz y la verdad ocupen el lugar de las imaginaciones vanas de este mundo. Ahora el cuerpo sana porque la mente, como la fuente de la enfermedad, está dispuesta a recibir alivio. Todo esto atravesado, de principio a fin, por el perdón.

Esta es una lección muy importante. Les recomiendo que la estudien y hagan la práctica como se les plantea, de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Sin olvidarse de reír. La plegaria de curación la pueden utilizar ante cualquier síntoma que se les presente en cualquier momento:

La enfermedad es una defensa contra la verdad. Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane   hoy completamente.

Muchas, muchísimas, bendiciones.

Jorge Luis Álvarez Castañeda


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Lección 136 comentada por Ken Wapnick

LA ENFERMEDAD ES UNA DEFENSA CONTRA LA VERDAD.

Esta es una de las lecciones más importantes del libro de ejercicios, no solo por lo que dice sobre la enfermedad, sino por sus comentarios más generales sobre cómo nos defendemos contra la verdad. Para repasar brevemente, el plan del ego afirma que el pecado y la culpa son reales, una estrategia para hacer que temamos a la mente y entonces la abandonemos, proyectando nuestro ser pecaminoso y culpable para que sea percibido en otra persona. Así vemos pecado y culpa en el cuerpo de otra persona - ataque - o en el nuestro propio - enfermedad. Sin embargo, tanto si la culpa y el dolor se ven en tu cuerpo o en el mío, me olvido de su fuente en mi mente, cumpliendo así el objetivo del ego de mantenernos sin mente, y por lo tanto incapaces de elegir la verdad.

Así, mientras Jesús habla específicamente sobre la enfermedad, especialmente en la segunda parte de la lección, él podría decir fácilmente que el juicio es una defensa contra la verdad, como son la ira, la depresión, la ansiedad y el especialismo en cualquier forma. El contenido de todo lo que sentimos que es un problema aquí - lo que requiere nuestra atención y planificación - es el mismo. Las formas pueden diferir, pero ver problemas en el mundo aleja nuestra atención de la mente - el propósito del ego para todo. De esta manera nunca recordaremos que el verdadero problema está dentro. Por eso es tan tentador ver a Jesús y al Espíritu Santo haciendo algunas cosas para nosotros en el mundo. El hacer cosas, significa que hay problemas reales aquí, demostrando la realidad del mundo y haciendo más fácil olvidar que la mente es la única fuente de los problemas y su solución.

(1:1) «Nadie puede sanar a menos que comprenda cuál es el propósito que aparentemente tiene la enfermedad.»

Este importante tema se refleja en las declaraciones del texto y del manual para el maestro:

“La enfermedad es una forma de demostrar que puedes ser herido. Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección.” (T-8.VIII.6:1-3)

“Para que la curación pueda tener lugar, es necesario que se entienda el propósito de la ilusión de la enfermedad. Sin ese entendimiento la curación es imposible.

La curación se logra en el instante en que el enfermo deja de atribuirle valor al dolor. ¿Quién elegiría sufrir a menos que pensase que con ello podría ganar algo, y algo que tiene valor para él? Indudablemente cree que está pagando un precio módico por algo de mayor valor, pues la enfermedad es una elección, una decisión.” (M-5.1:1-I.1:4)

Recordemos que en Un Curso de Milagros, el propósito lo es todo. Cuando entiendes el propósito de algo, puedes hacer algo al respecto. Por eso es importante comprender la estrategia y el propósito fundamental del ego: mantenernos enraizados en el cuerpo para que así olvidemos que tenemos una mente. La verdadera curación es imposible a menos que nos demos cuenta del "propósito que aparentemente tiene la enfermedad". No es que la enfermedad nos haya elegido, o que haya venido sin ser vista, la hemos elegido.

(1:2-3) «Pues entonces comprende también que dicho propósito no tiene sentido. Al no tener la enfermedad causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista.»

Se nos dice en el manual que "todas ellas [las formas de enfermedad] tienen el mismo propósito, y que, por lo tanto no son en modo alguno diferentes” (M-5.III.3:2). Su finalidad es protegernos del pecado y la culpa en nuestras mentes. Sin embargo, dado que el pecado y la culpa no están realmente allí, el propósito del ego no tiene sentido. Si decimos que el pecado es la causa de la enfermedad, pero en realidad no hay ningún pecado, entonces la enfermedad, como el efecto, es tanto una ilusión como la creencia de que estamos separados de Dios. Ver, por ejemplo:

“Toda enfermedad tiene su origen en la separación. Cuando se niega la separación, la enfermedad desaparece. Pues desaparece tan pronto como la idea que la produjo es sanada y reemplazada por la cordura. Al pecado y a la enfermedad se les considera causa y consecuencia respectivamente, en una relación que se mantiene oculta de la conciencia a fin de mantenerla excluida de la luz de la razón.” (T-26.VII.2)

Dicho de otra manera, el propósito de la enfermedad es probar la existencia del pecado, pero el pecado no tiene causa porque proviene de la nada: nunca nos separamos verdaderamente de Dios. Por lo tanto, al proceder de la nada, el pecado en sí mismo debe ser nada, como lo es la defensa contra él. Como dijo el rey Lear: "Nada saldrá de la nada" (I, i). El mundo y el cuerpo son nada y provienen de la nada. El problema es que pensamos que el pecado es real, y por lo tanto pensamos que necesitamos una defensa; es decir, la enfermedad. Una vez más, lo que es nada causando que nada sea defendido por nada.

(1:4) «Una vez que se reconoce esto, la curación es automática.»

Esto es porque la enfermedad es la creencia de que la separación es real. Ya que la enfermedad no tiene nada que ver con el cuerpo, la curación no tiene nada que ver con el cuerpo. La manifestación de la enfermedad en los síntomas físicos no es más que la proyección del pensamiento enfermo o de separación de la mente. Porque las ideas no abandonan su fuente, la idea de la enfermedad física nunca ha abandonado su fuente en la mente - el pensamiento que dice que estoy separado de Dios. La Expiación deshace la separación a medida que la curación deshace la enfermedad - a medida que la verdad deshace la ilusión. Este, entonces, es el núcleo de la curación: un cambio de mentalidad sobre la realidad - desde la separación hasta la Expiación - lo cual no tiene nada que ver con el cuerpo en absoluto. El siguiente pasaje del manual para el maestro hace que la naturaleza de la curación sea clara:

“La curación es directamente proporcional al grado de reconocimiento alcanzado con respecto a la falta de valor de la enfermedad. Sólo con decir: “Con esto no gano nada” uno se curaría. Pero antes de uno poder decir esto, es preciso reconocer ciertos hechos. En primer lugar, resulta obvio que las decisiones son algo propio de la mente, no el cuerpo. Si la enfermedad no es más que un enfoque defectuoso de solventar problemas, tiene que ser entonces una decisión. Y si es una decisión, es la mente, y no el cuerpo, la que la toma….. La base fundamental de la curación es la aceptación del hecho de que la enfermedad es una decisión que la mente ha tomado a fin de lograr un propósito para el cual se vale del cuerpo. Y esto es cierto con respecto a cualquier clase de curación….. ¿Qué es lo único que se necesita para que éste cambio de percepción tenga lugar? Simplemente esto: el reconocimiento de que la enfermedad es algo propio de la mente, y que no tiene nada que ver con el cuerpo.” (M-5.II.1:1-6; 2:1-2; 3:1-2)

(1:5) «Pues dicho reconocimiento desvanece esta ilusión sin sentido, valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.»

Llevas las ilusiones a la verdad, no al revés. Cuando le pides a Jesús que te ayude en este mundo, traes su verdad a tu ilusión, pensando que el Cielo te está ayudando aquí. Sin embargo, solo se ayuda al ego, porque esto perpetúa la ilusión de separación por medio de reforzar la realidad del mundo y del cuerpo, y de que los problemas aquí son la causa de tu infelicidad. En cambio, Jesús te pide que traigas esta ilusión a la mente, dándote cuenta de que el problema no es tu cuerpo enfermo o el de otro, sino la elección por el ego. La ilusión oculta es que el ego dice la verdad, y el problema es creerla. Así llevas la ilusión del cuerpo a la ilusión en tu mente, y después, al tomador de decisiones que corrige la elección equivocada. La curación es el feliz resultado de este proceso de traer la oscuridad del ego a la luz del Espíritu Santo:

“La Expiación….. lleva simplemente lo que no es santo ante la santidad; o, en otras palabras, lo que inventaste ante lo que eres. Llevar las ilusiones ante la verdad, o el ego ante Dios, es la única función del Espíritu Santo.” (T-14.IX.1:1,3-4)

(2:1-2) «La enfermedad no es un accidente. Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de auto-engaño.»

Otro término para mecanismo demente es magia, que se describe en el Curso como el tratar de resolver un problema que no existe, y que, por lo tanto, no está allí. La enfermedad es "un mecanismo demente de auto-engaño", ya que nos engañamos al pensar que hay un problema en el cuerpo, que necesita una solución - otra forma de magia - y así remediar el cuerpo enfermo:

“Todos los remedios materiales que aceptas como medicamento para los males corporales son re-afirmaciones de principios mágicos.” (T-2.IV.4:1)

La magia es auto-engaño porque el problema no es el cuerpo enfermo, sino la mente enferma. Nunca nos daremos cuenta de que esta mente es también una ilusión hasta que primero recordemos que tenemos una mente. La enfermedad, entonces, es una de las formas más persuasivas del ego de mantener nuestra atención arraigada en el cuerpo; una forma específica de la estrategia más general del ego de mantenernos sin mente.

(2:3-5) «Y al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante montón de partes desarmadas. La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra. Las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese un todo en sí misma.»

Esto se puede entender en dos niveles. Primero, creer que hay partes separadas - órganos, sistemas biológicos, etc. - dentro de mi cuerpo. En ese sentido, una de las frecuentes críticas en contra de la medicina occidental es que no trata a toda la persona o cuerpo, sino solo sus partes: un hígado enfermo, una pierna fracturada, malestar estomacal, dolor de cabeza, etc. En segundo lugar, veo a este cuerpo como el problema. Si lo veo o no holísticamente no tiene importancia, ya que el cuerpo todavía se ve como separado de otro, por no hablar de una mente de la cual ni siquiera soy consciente.

La verdad del Hijo de Dios es que él es íntegro - como espíritu. En el sueño de este mundo de la fragmentación, de hecho, parece como si estuviéramos separados: cada uno de nosotros es un universo en sí mismo. Si yo me cuido a mí mismo, lo que le pase a alguien más es irrelevante, ya que no tiene ningún efecto en mí - en marcada comparación con la famosa frase de John Donne: "Ningún hombre es una isla entera por sí mismo". Sin embargo, el ego nos haría creer que el Hijo de Dios ha sido destruido en fragmentos, atacando así su Identidad como espíritu unificado. Así pensamos que estamos separados el uno del otro, y que los sistemas en cada cuerpo separado actúan independientemente. Por lo tanto, decimos nuevamente, que tenemos malestar estomacal, dolor de garganta o un ataque de ansiedad. En otras palabras, pensamos en términos de síntomas específicos, exactamente lo que el ego quiere. La separación es así un hecho real, con la enfermedad como un medio poderoso para reforzar esa "realidad", y en eso radica su propósito.

Jesús ahora deja la discusión de la enfermedad, a la que volverá, y aborda las defensas en general, describiendo cómo el ego cumple con su estrategia de mantenernos sin mente.

(3:1-2) «Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer.»

Digamos que te encuentras cada vez más sintiendo la presencia de Jesús y creyendo en lo que enseña su curso. Lo practicas con mayor frecuencia, ya que reconoces que el juicio ya no te hace feliz, ni haces las cosas por tu cuenta. Por lo tanto, el pedirle ayuda a Jesús te trae paz, al igual que el hecho feliz de estar equivocado. Pero todavía hay una vocecita que te susurra no tan dulcemente al oído que, si continúas identificándote con Jesús y sus enseñanzas serás aniquilado, perdiendo tu individualidad y especialismo, y pronto no quedará nada de ti. Escuchando este amenazante mensaje, nos asustamos y alejamos a Jesús para que vuelvan nuestros aliados de culpa, miedo, ataque, y enfermedad, creyendo que estamos a salvo una vez más. Esta dinámica de miedo a las represalias del ego por nuestro rechazo se refleja en este pasaje ya citado:

“Cuando te unes a mí lo haces sin el ego porque yo he renunciado al ego en mí y, por lo tanto, no puedo unirme al tuyo. Nuestra unión es, por consiguiente, la manera de renunciar al ego en ti. La verdad en nosotros dos está más allá del ego….. Siempre que el miedo se interpone en el camino hacia la paz, es porque el ego ha intentado unirse a nuestra jornada, aunque en realidad no puede hacerlo. Presintiendo la derrota e irritado por ella, se considera rechazado y se vuelve vengativo.” (T-8.V.4:1-3; 5:5-6)

Tal represalia constituye nuestras defensas, siendo la enfermedad una de las armas favoritas del ego.

Estas defensas parecen ser algo que simplemente nos sucede. Sin embargo, como nosotros veremos en breve, hubo una fracción de segundo cuando nos dimos cuenta de la amenazante naturaleza del mensaje amoroso de Jesús. En ese instante lo arrojamos lejos rápidamente. Así quedamos abrumados por la culpa porque una vez más nos separamos del Amor de Dios - recordamos el instante original cuando creímos que desechamos el amor - y no podemos sino negar nuestra culpa y proyectarla. Así, la fuente de nuestra repentina angustia es vista fuera de nosotros - la varita mágica secreta del ego se ha vuelto a agitar. Lo que se percibe como externo puede incluir personas, circunstancias, el clima o nuestros propios cuerpos. La forma no es lo importante - todo lo que le importa al ego es poner nuestra atención en una causa externa para nuestra molestia, reflejando otra exitosa defensa contra la verdad.

(3:3-4) «Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. En ese segundo, o fracción de segundo en que decides emplearlas, reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.»

Esto no es solo una declaración de lo que hacemos y de cómo se hizo el mundo en sí, sino de cómo nuestros mundos individuales se hacen continuamente - día tras día. El propósito de Un Curso de Milagros - en el contexto de este pasaje - puede entenderse como una ayuda para regresar a ese instante que hemos reprimido, para que podamos elegir nuevamente. Cambiar nuestras mentes no tiene sentido a menos que vayamos al momento cuando tomamos la decisión de decirle a Dios: "No Te quiero. Mi individualidad y mi especialismo son más importantes". Debemos regresar a ese momento, el cual no está en el tiempo, siendo ahora el mismo momento como lo era entonces. Recuerda:

“Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no hacer sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor.” (T-26.V.13:1)

El progreso en Un Curso de Milagros se puede medir por la rapidez con que reducimos la brecha entre el efecto - nuestra miseria y dolor - y su causa original - decirle a Dios que Su Amor no es suficiente. Por lo tanto, no queremos tomar la mano de Jesús y salir del sueño, sino que en cambio buscamos traerlo a él al sueño, para que podamos ser felices aquí. Nos pide que nos demos cuenta de lo que nosotros estamos haciendo, no de lo que se nos está haciendo a nosotros. Este es el significado de la cláusula: "reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho"- donde empujamos lejos a Jesús para preservar nuestro especialismo, pero culpando a otro por ello.


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LECCIÓN 136 Comentada por Oscar Gómez Díez

"La enfermedad es una defensa contra la verdad."

Esta es una lección muy metafísica en su exposición conceptual y muy sanadora en la práctica de sus ejercicios. 

Esta lección nos plantea una contraposición entre la enfermedad y la verdad. "La enfermedad es una defensa contra la verdad." si examinamos esta  idea, vemos que la enfermedad aparece como una negación de algo que tiene identidad propia: la Verdad, entendida esta como Dios y sus leyes. 

Así que recordemos que es la verdad para que comprendamos mejor el alcance de esta lección. El tema de la verdad lo abordamos hace poco en la lección 134 y se definía de la  siguiente manera:
"La verdad es la creación de Dios" (L-134)
"Todo lo que es verdad le pertenece a Él, refleja Sus leyes e irradia Su Amor." (L-134)

La verdad es Dios y su creación. Los atributos de Dios, además del amor, la paz y la dicha, también lo son la plenitud, la invulnerabilidad y la eternidad, por lo que tendríamos que concluir, que la enfermedad no tiene nada que ver con Dios. 

En el estado del Cielo los cuerpos, la enfermedad y la muerte no existen. En la lección de ayer (L135) aprendimos que toda defensa es un ataque. Hoy estudiaremos que la enfermedad es un ataque contra la verdad, pero como "Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su Voluntad." Él no ve ataques. El Amor ve solo Amor. El ego cree que está atacando a Dios, pero en realidad es que "todo ataque es un ataque contra uno mismo” (T.10.II.5:1). Es un ataque contra la mente del Hijo de Dios que se cree separado del Padre. 
Dios no está en guerra contra el ego, Dios no está en conflicto consigo mismo, como si sucede con el ego, con la mente que se cree separada. 

La mente ilusoria busca afirmar la separación  por medio de la enfermedad. De ahí la importancia de comprender "cuál es el propósito que aparentemente tiene la enfermedad." El cuerpo es una proyección de la mente, una imagen que esta fabricó, y "Al no tener la enfermedad causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista." Una vez que la examinamos desde las causas, que la enfermedad no es real, "se reconoce esto, la curación es automática."

Y ahora entramos en el terreno de las definiciones: "La enfermedad no es un accidente." la enfermedad no es algo que "nos ocurre" independientemente de nuestra mente. Es un recurso de nuestra mente falsa, "Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de auto-engaño."

Y ¿cuál es el propósito de ese mecanismo de auto engaño?  "su propósito es ocultar la realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y reducirla a un insignificante montón de partes desarmadas."
El ego necesita demostrar la inexistencia de Dios y de nuestro Ser, necesita demostrar que la  totalidad, y su  unidad no existen. 
"La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra." Los mecanismos de percepción del ego nos muestran un mundo de personas separadas y en conflicto, objetos separados, circunstancias separadas, como si nada se pudiese relacionar y unir. La enfermedad es  "un ataque contra la totalidad" 

"La enfermedad es una decisión. No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir."

"Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas," es mi mente quien elige enfermarse, la que elige mostrarse como víctima de algo que la ataca, con el propósito de evadir a la verdad. Pero, ¿para que hace el ego todo este auto engaño de enfermarse?  "Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo tanto, tú no puedes por menos que estar separado de la verdad." la enfermedad hace que mi mente se identifique con el cuerpo y se olvide de mi Ser. 
"Experimentas dolor cuando el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él." de esa manera la "identidad" del ego queda preservada, y mi verdadera identidad como Hijo de Dios con todos sus atributos queda oculta. Pero el ego no puede cambiar lo inalterable. La culpa no puede afectar la absoluta inocencia del Hijo de Dios. Nuestro Padre no tiene  nada que ver con lo que aparentemente nos ocurre en este mundo, "La verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ése es su propósito." Esta es la verdad que nos recuerda el Espíritu Santo. Los sueños de separación no han afectado la verdad de lo que soy: "El poder de la verdad es muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha dado entrada a la verdad." La verdad florecerá nuevamente en toda mente que este dispuesta a deponer sus armas, a renunciar al juego de la separación, y reconocer su unidad indisoluble con Dios y todo lo creado. 

PROPOSITO:

Pedirle a la verdad que me libere de este sueño de separación. Encontrar la verdad de lo que soy, salir a su encuentro, darle la bienvenida, unirme a ella, y al hacerlo toda enfermedad desaparece, el  cuerpo se sana y cumple una nueva función, se pone  al servicio del amor y el perdón. 

PRÁCTICA:

Aquiétate durante 15 minutos, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo  en tu consciencia "una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y permita que la verdad sea como siempre ha sido:" memoriza las siguientes palabras, cierra los ojos e introdúzcalas en tu conciencia repitiéndolas:

"La enfermedad es una defensa contra la verdad. Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente."

Y en la medida que estas palabras se asientan en tu consciencia, te relajas y te dejas ir de la mano de Quien te trae la luz de la verdad y te libera de toda creencia en la enfermedad y la separación.   "Y la verdad vendrá, pues jamás ha estado separada de nosotros."

"Tan sólo aguarda la invitación que hoy le hacemos."  esta práctica nos recuerda el pasaje bíblico en la que Jesús nos decía que: "la verdad os hará libres" (Juan 8:31-38)

Si hacemos bien la práctica, la lección es muy explícita sobre los benéficos resultados que obtendremos: "No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la verdad."
"La mente sanará de todo deseo enfermizo que jamás haya tratado que el cuerpo obedeciera."

"Ahora el cuerpo está sano porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio."

Y además nos entrega unos medios de verificación sobre los resultados sanadores que podemos obtener, nos ofrece por lo menos 6 indicadores de sanación:

1. "reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto."

2. "Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de enfermedad o de bienestar, de dolor o de placer."

3. "La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. Lo único que se conserva es su utilidad y nada más."

4. "Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que le habías adjudicado."

5. "A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil."

6. "La salud del cuerpo queda plenamente garantizada porque ya no se ve limitado por el tiempo, por el clima o la fatiga, por lo que come o bebe, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías."

PRÁCTICAS FRECUENTES Y RESPUESTA A LA TENTACION:

Todos los beneficios sanadores de las prácticas de esta lección pueden ser permanentes o temporales, ello depende si nos mantenemos alerta a favor de la verdad y el amor. 

" Si permites que tu mente abrigue pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará enferma."

De ocurrir eso, nos pide que lo remediemos de inmediato, no permitiendo nuevos ataques contra mi mismo que me hagan daño, y no confundiéndome respecto a lo que de verdad necesita sanarse: mi mente. En esos casos me digo mentalmente:

"He olvidado lo que realmente soy, pues me confundí a mí mismo con mi cuerpo."
"La enfermedad es una defensa contra la verdad."
 "Mas yo no soy un cuerpo."
"Y mi mente es incapaz de atacar."
"Por lo tanto, no puedo estar enfermo."

 

En esta hermosa lección Jesús pone en práctica su antigua enseñanza de que "la verdad os hará libres", nos explica el alcance de este postulado y nos enseña a practicarlo. Depende de nosotros aceptar la verdad que nos habita, reconocerla y pedirle que nos sane. La verdad siempre estará disponible, siempre responderá nuestro llamado, nuestra pequeña dosis de buena voluntad consiste en llamar a la verdad, tocar sus puertas, en ese momento descubriremos que las puertas del Amor siempre han estado abiertas, pues la  totalidad no tiene muros, ventanas ni puertas, su infinita paz lo abarca todo, su dicha no la contiene nada, en ese momento descubrimos que al renunciar al ego no perdemos nada y lo conquistamos todo. 

Oscar Gómez Díez 


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