LECCIÓN 151 Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

LECCIÓN 151

Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.



1. Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. ²Eso no es juzgar. ³Es sólo una opinión basada en la ignorancia y en la duda. ⁴Su aparente certeza no es más que una capa con la que pretende ocultar la incertidumbre. ⁵Necesita una defensa irracional porque es irracional. ⁶Y la defensa parece ser sólida, convincente y estar libre de toda duda, debido a la incertidumbre subyacente.

2. No pareces dudar del mundo que ves. ²No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. ³Tampoco te preguntas por qué te lo crees, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. ⁴El que creas lo que lo que los ojos te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. ⁵¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? ⁶¿No será acaso por la duda subyacente que quieres ocultar con un alarde de certeza?

3. ¿Cómo ibas a poder juzgar? ²Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. ³No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése. ⁴Mas ¿de qué otra manera podrías juzgar al mundo que ves? ⁵Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te reportan. ⁶Crees que lo que tus dedos tocan es real y que contiene la verdad. ⁷Esto es lo que entiendes y lo que consideras más real que el testimonio que da la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

4. ¿A eso es a lo que llamas juzgar? ²Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque se te quiera negar ese derecho, ³sino porque realmente no puedes juzgar. ⁴Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. ⁵Él guía tus sentidos celosamente para probar cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

5. El ego te dice que esa cosa de la que te habla y que defendería a toda costa, es lo que tú eres. ²Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. ³Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. ⁴Es únicamente a sí mismo a quien condena. ⁵Es en sí mismo donde ve culpabilidad. ⁶Es su propia desesperación la que ve en ti.

6. No prestes oídos a su voz. ²Los testigos que te envía para probar que su maldad es la tuya y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. ³Confías ciegamente en ellos porque no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. ⁴Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.

7. Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo y dejar que sólo la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas. ²Él no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él ni en lo que su boca le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. ³Él ignora todos esos inútiles testigos, que no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. ⁴Sólo reconoce lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que contempla.

8. Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. ²Cristo no puede dudar de Sí Mismo. ³La Voz que habla por Dios tan sólo puede honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. ⁴Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpa, al no estar ahora dispuesto a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.

9. Así es como Él te juzga. ²Acepta Su palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. ³¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la Gloria del Padre y la del Hijo? ⁴¿Podría acaso oír los susurros del ego? ⁵¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? ⁶Deja asimismo que sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. ⁷Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.

10. Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. ²Te dará la visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. ³Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.

11. Seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. ²Y desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro e infalible, reinterpretará todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. ³Y verás el amor más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y sólo la bendición del Cielo sobre el mundo.

12. Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. ²Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. ³En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. ⁴Así es como verás la santa faz de Cristo en todo y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.

13. Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del período que pasamos con Dios. ²Introduciremos estos momentos con una sola y lenta repetición del pensamiento con el que comienza el día. ³Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silenciosamente a Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. ⁴Deja que evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Voluntad de Dios.

14. Entrégale tus pensamientos y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que Dios quiere para Su Hijo como prueba de Su Amor eterno. ²Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asumirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. ³Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. ⁴Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.

15. Al despertar, pasa así quince minutos y antes de irte a dormir dedica gustosamente quince más. ²Tu ministerio comienza a medida que todos tus pensamientos se van purificando. ³Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. ⁴Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. ⁵Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha reinterpretado en tu mente.

16. Tal es tu Pascua. ²Y de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. ³Mediante tu transfiguración el mundo es redimido y liberado jubilosamente de la culpabilidad. ⁴Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas contentos y llenos de agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.

17. Y cada hora recordaremos a Aquel que es la salvación y liberación. ²Y según damos las gracias, el mundo se une a nosotros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. ³Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones y de que, por mediación nuestra, la Paz de Dios les pertenece a todos.









AUDIOS de la Lección 151
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 151
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


Ocurrir de la Lección 151
a través de Martin Musarra


Lección 151
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda




























LECCIÓN 151
 
Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.
 
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
 
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
 
Esta lección es muy hermosa y sanadora. Nos habla de que nunca estamos solos. Siempre tenemos la Voz que habla por Dios – el Espíritu Santo-  a nuestro lado. No es sino pedir su  ayuda para que Él haga presencia en nuestra mente y nos ayude a despojarla de conflictos y de juicios. 
 
En la lección, Jesús, continúa desarrollando el tema central del repaso anterior Mi mente sólo alberga lo que piensa con Dios. Volvemos aquí a un tema que se ha desarrollado a lo largo del Curso: la relación entre proyección y percepción. Lo que vea en mi interior, es decir, los pensamientos que tenga, será lo que proyecte afuera lo que vea afuera,  lo que perciba afuera. Y, esto se relaciona, como todo en este mundo, con el maestro que escoja para guiar mis pensamientos: el ego o el Espíritu Santo. 

Jesús plantea en esta lección varios aspectos:
La naturaleza de los juicios.


Recordemos lo que es el juicio: proceso mental de intentar decidir lo que las cosas son, cuales consideramos deseables y cuales no. Los juicios son producto de la separación, están ligados a la percepción y no se aplican a la realidad o a lo que es de Dios, al conocimiento. Con los juicios fabricamos nuestros particulares mundos ilusorios  con los cuales nos separamos de nuestros hermanos para mantener nuestro especialismo. Los juicios se basan en el pasado pues las experiencias pasadas constituyen su base como nos dice Jesús en capítulo 4 sección IV:

”Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar” T-4. IV. 8:7, 

de acuerdo al maestro que escojamos como guía de nuestros pensamientos. 

Jesús, en la lección nos plantea la imposibilidad de juzgar basándonos en pruebas parciales, es decir, no tenemos la visión de conjunto y nos basamos en el testimonio de nuestros sentidos que continuamente nos engañan. Por eso, no podemos juzgar. Hacerlo implica creer en los juicios del ego los cuales son falsos y sólo buscan que nos veamos como seres débiles, temerosos y llenos de culpabilidad.

 
Jesús nos dice:

_”No pareces dudar del mundo que ves. No cuestionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo”_.

 Esa es la meta del ego.


Ser con mayúscula vs ser con minúscula.

Jesús nos dice:

_”El ego te dice que esa cosa de la que te habla, y que defenderías a toda costa, eres tú. Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda”_. 


Ese es el ser con minúscula, el personaje que hemos fabricado con el ego, para oponernos a nuestra verdadera Identidad como el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser que somos. Este ser egoico surge después de la separación, se opone a Dios y es un ser cambiante a diferencia del Ser con mayúscula que es inmutable y eterno. La labor del Espíritu Santo es ayudarnos a que, en nuestra mente recta, y, mediante el perdón, transformemos ese ser, ese personaje fabricado con el ego en el Ser, el Hijo de Dios, el Cristo que somos.

No oír al ego.

Nos dice Jesús:

_”No prestes oídos a su voz. Los testigos que te envía para probarte que tu propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos…Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo”_.
 

Los vasallos de que habla Jesús son nuestros sentidos, es nuestra experiencia corporal que el ego quiere que utilicemos para demostrar nuestra “maldad”.  El ego lo que pretende es que sólo nos veamos como cuerpos y no como la mente que realmente somos.
 
La salida que nos propone Jesús es:

_”dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tu creas”_.
       
La Voz que habla por Dios.

El Espíritu Santo,  la Voz que habla por Dios, si pedimos su ayuda nos da la claridad para reconocer en nuestro hermano el Hijo de Dios que es, no basándonos en lo que los sentidos nos muestran. 


Frente a las  voces descalificadoras del ego, Jesús, nos dice: 

_”Deja que Él sea el juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido”_. 


Dios, es la certeza del Espíritu Santo. Él hace parte de Dios. Lo mismo que nosotros. Esta debería ser la certeza que todos tenemos, pero que, momentáneamente, la hemos olvidado al creerle al ego, pero que con el Espíritu Santo la podremos recuperar.

 
Por eso, aceptemos lo que nos plantea Jesús: 

_”Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parezca acontecerte en este mundo. Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad”_.

 
Con respecto al dolor y al sufrimiento:

_”Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida”_.
 

El Espíritu Santo lo hará, siempre y cuando, nos decidamos a no creer en ellos, pues, mientras creamos les daremos realidad en nuestra mente.


 Continúa Jesús sobre El Espíritu Santo:

_”Te dará la visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran”_.


No nos pide que neguemos lo que los ojos del cuerpo ven sino que los miremos desde la mirada de paz y amor del Espíritu Santo y que los veamos como una manifestación de este sueño de la separación.


 Continúa Jesús:

_”Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran. Él seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles”_. 


El Espíritu Santo juzga por nosotros sólo cuando nosotros lo invitamos a hacerlo. Esa es la “pequeña dosis de buena voluntad” que Jesús nos pide que hagamos. El Espíritu Santo no cambia el mundo porque si lo hiciera lo haría real, sería aceptar que fue una creación de Dios y no de la mente colectiva ego que se creyó separada de Dios. Lo que hace es ayudarnos a cambiar la manera como lo vemos.

 
Nos dice Jesús:

_”En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. Así es como verás la santa faz de Cristo en todo y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios”_.


Se trata de permitir que la influencia benéfica y bondadosa del Espíritu Santo sane nuestra mente, de tal manera, que podamos ver a nuestros hermanos como Hijos de Dios y trascendamos los resentimientos, rencores y el aferrarnos al pasado que nos impiden perdonar. 

Resurrección.

Jesús nos dice:

_”Tal es tu resurrección, pues la vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo”_. 

La resurrección es nuestro despertar. Nuestro despertar a la plenitud de sabernos Hijos de Dios. Este despertar implica que se ha triunfado sobre el ego que quiere que nos centremos en el cuerpo y neguemos nuestra naturaleza como espíritu.


Nos dice Jesús:

_”Entrégale tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asumirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier”_.

 
A medida que permitamos que el Espíritu Santo nos guíe y nos apoye para perdonar y aceptar la Expiación para nosotros mismos permitiremos que surjan los milagros que sanen la mente dominada por el ego.

Ministerio.

_”Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos”_.
 

Para ejercer el ministerio de que habla Jesús necesitamos purificar nuestros pensamientos con el Espíritu Santo de los pensamientos del ego. Quien ejerce el ministerio  lo llama Jesús el ministro o mensajero de Dios. ¿Y que hace un mensajero? Recibe un mensaje – la Palabra de Dios-,  lo  da a sus hermanos y, una vez lo ha entregado, lo reconoce en sí mismo, lo interioriza.

Esta lección es muy hermosa y transformadora. Les recomiendo realizarla como se les propone de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír, porque recuerden que la Voluntad de Dios para nosotros es perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda






Kenneth Wapnick

LECCIÓN 151:

 Todas las cosas son ecos de la Voz de Dios.


Esta lección destaca dos temas que son vitales para la comprensión del sistema de pensamiento del ego: el papel del juicio y la importancia del cuerpo. La idea "Todas las cosas son ecos de la Voz de Dios" continúa la declaración de revisión: "Mi mente tiene sólo lo que pienso con Dios" (W-pI.rIV). Nuestro temor es que si miramos todo en este mundo -el sueño del ego- a través de los ojos del Espíritu Santo, veremos de otra manera: no hay ataque, necesidad o gratificación, sino sólo expresiones de amor o llamadas de amor (T-14.X.7:1-2). Esa visión induce miedo porque ya no seríamos especiales o únicos, habiendo aprendido que el cuerpo no tiene efecto y por lo tanto no es nada. Como ya no somos individuos separados, todo lo que creíamos sobre nosotros mismos y sobre los demás estaba mal, y abandonamos la creencia en nuestras percepciones al darnos cuenta de que todo aquí refleja el pensamiento de la mente de la separación, que defiende contra la verdad de la lección de hoy. 

(1:1-3) Nadie puede juzgar en base a evidencia parcial. Eso no es un juicio. Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y la duda. 

El punto es que continuamente juzgamos sobre la base de pruebas parciales, razón por la cual siempre nos equivocamos. Lo que se expresa aquí y a lo largo de la primera parte de la lección se amplía en un pasaje del manual que vimos antes (M-10.2-4). En lugar de repetirlo, me limitaré a extraer algunas declaraciones pertinentes: 

Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no que no debe juzgar, sino que no puede. Para juzgar algo correctamente, uno tendría que ser plenamente consciente de una gama inconcebiblemente amplia de cosas; del pasado, del presente y del futuro. Uno tendría que reconocer de antemano todos los efectos de sus juicios en todos y en todo lo que está en ellos de cualquier manera (M-10.2:1-2; 3:3-4). 

(1:4) Su aparente certeza no es más que un manto para la incertidumbre que ocultaría. 

Jesús se refiere a la aparente certeza de nuestras percepciones, y aún más al punto, a la aparente certeza de nuestra interpretación de lo que sucede en el mundo. Mientras estemos tan seguros de que tenemos razón, debemos estar equivocados. Nuestra obstinada insistencia es el soplo, y refleja la dinámica del ego de la formación de la reacción, formulada por primera vez por Freud hace un siglo, quien describió cómo la gente actúa en forma opuesta a lo que inconscientemente cree, y dio un ejemplo extremo pero instructivo en Pensamientos para los Tiempos de Guerra y Muerte, escrito en medio de la Primera Guerra Mundial: 

Una prohibición tan poderosa sólo puede ser dirigida contra un impulso igualmente poderoso. Lo que ningún alma humana desea no necesita prohibición; se excluye automáticamente. El mismo énfasis puesto en el mandamiento "No matarás" hace que sea cierto que provenimos de una serie interminable de generaciones de asesinos, que tenían el deseo de matar en su sangre, como, tal vez, nosotros mismos tenemos hoy (XIV,296). 

Los conflictos de este tipo debidos a la ambivalencia son muy frecuentes y pueden tener otro resultado típico, en el que uno de los dos sentimientos en conflicto (normalmente el del afecto) se intensifica enormemente y el otro desaparece. El grado exagerado y el carácter compulsivo del afecto por sí solo traicionan el hecho de que no es el único presente, sino que está continuamente en alerta para mantener el sentimiento opuesto bajo supresión, y nos permiten postular la operación de un proceso que llamamos represión por medio de la formación de la reacción...(XX,102).  Además, basándose en la perspicacia de Freud, Jung sostenía con frecuencia que los fanáticos religiosos ocultaban su propia falta de fe; de lo contrario, no afirmarían la suya con tal tenacidad dogmática y dogmatismo tenaz. Los Hijos de Dios en su sano juicio nunca demostrarían tal insistencia en tener razón. Su conciencia de la verdad simplemente sería. 

La decisión por el sistema de pensamiento del ego es el comienzo de la incertidumbre o duda, porque, como hemos visto antes, esa decisión implica automáticamente dudar de nuestra Identidad: 

... El ego....planteó la primera pregunta que se hizo en la vida, pero una que nunca puede responder. La pregunta "¿Qué eres tú?" fue el principio de la duda (T-6.IV.2:6-7). 

La realidad del Hijo de Dios es el espíritu y no tiene nada que ver con el cuerpo. Una vez que elijo la individualidad del ego, niego Quién soy, lo que automáticamente engendra duda e incertidumbre. Esto se defiende con la absoluta certeza de que tengo razón. Este autoconcepto, nacido de la duda, nos enseñamos a nosotros mismos y a los demás: 

... Enseñar pero refuerza lo que crees de ti mismo. Su propósito fundamental es disminuir las dudas sobre sí mismo. Esto no significa que el yo que usted está tratando de proteger es real. Pero sí significa que el yo que usted cree que es real es lo que usted enseña (M-in.3:7-10). 

Así, una vez más, nuestra incertidumbre implícita está encubierta por nuestra certeza explícita. Esto inevitablemente crea la necesidad de defender el yo ilusorio que intentamos ser, como ahora leemos: 

(1:5) Necesita una defensa irracional porque es irracional. 

El cuerpo y el mundo son las defensas irracionales que defienden contra la incertidumbre irracional en nuestras mentes. Esta es la segunda línea de defensa que nos "protege" de la primera: el sistema de pensamiento del pecado, la culpabilidad y el miedo. Una vez que estas defensas están montadas, "olvidamos" que las hicimos. Así es como nos convertimos en nuestras defensas: el cuerpo, hecho para defendernos de nuestra culpa, se convierte en nuestro ser: la culpa irracional que da origen al cuerpo irracional. 

(1:6) Y su defensa parece fuerte, convincente, y sin duda debido a todas las dudas que hay debajo. 

Vemos de nuevo una expresión de formación de reacción: nuestra incertidumbre y miedo nos llevan a la certeza arrogante de que conocemos la verdad. Tal presunta arrogancia -hubris para los antiguos griegos- se defiende contra el terror interior que dice que no sabemos nada, especialmente de nosotros mismos. Debido a que existe tanta duda en nuestras mentes, tenemos que crear un mundo que parezca tan seguro, y un cuerpo, gobernado por un cerebro, que interprete la información sensorial del mundo y proclame: "Sí, este mundo no sólo es real, sino que tiene sentido. Y si no tiene sentido para ti, en mi brillantez te lo explicaré". La gente también intenta esto con Un Curso de Milagros. Tratando de darle sentido desde su punto de vista, que en sí mismo es una defensa contra su propia incertidumbre y duda, protestan dogmática y defensivamente su certeza recurriendo a declaraciones erróneas sobre las enseñanzas del Curso. 

Ahora al cuerpo: 

(2:1-3) No pareces dudar del mundo que ves. Realmente no cuestionas lo que se te muestra a través de los ojos del cuerpo. Tampoco te preguntas por qué lo crees, a pesar de que has aprendido mucho tiempo desde que tus sentidos engañan. 

Todos han tenido la experiencia de darse cuenta de que sus sentidos han mentido. Aprendimos eso en la escuela secundaria, por ejemplo, cuando nos enseñaron en la clase de geometría que las líneas paralelas no se encuentran, a pesar de que nuestra experiencia visual nos dice lo contrario. Hemos mirado al horizonte, el aparente lugar de encuentro entre el cielo y el agua, sabiendo que no es así. Luego están las temibles experiencias de la infancia de creer que los ruidos nocturnos de las hojas que crujen en el viento, o de las ramas que chocan contra una pared exterior, son una amenaza para los intrusos o incluso para los monstruos. Esto indica que no se puede confiar en la percepción, y sin embargo mantenemos que nuestros sentidos nos traen la verdad, aunque, siguiendo los dictados del ego, fueron hechos para mentir, como hemos visto: 

... No dejéis que vuestros ojos contemplen un sueño; vuestros oídos son testigos de la ilusión. Fueron hechos para mirar a un mundo que no está allí; para escuchar las voces que no pueden hacer ningún sonido.... Porque los ojos y los oídos son sentidos sin sentido, y lo que ven y oyen no son más que informes. No son ellos los que oyen y ven, sino tú, que unes cada pieza dentada, cada trozo sin sentido y cada fragmento de evidencia, y haces un testimonio del mundo que quieres (T-28.V.5:3-4,6-7). 

(2:4) Que les creas hasta el último detalle que reportan es aún más extraño, cuando te detengas a recordar cuán frecuentemente han sido testigos defectuosos en realidad. 

Esto se aplica no sólo a nuestras percepciones físicas, sino también a nuestras interpretaciones de situaciones en las que estábamos tan seguros de que estábamos en lo cierto, sólo para darnos cuenta más tarde de que estábamos equivocados. Recordamos de nuevo un pasaje del manual citado anteriormente: 

... ¡Recuerda cuántas veces pensaste que sabías todos los "hechos" que necesitabas para juzgar, y cuán equivocado estabas! ¿Hay alguien que no haya tenido esta experiencia? ¿Sabrías cuántas veces simplemente pensaste que estabas en lo cierto, sin darte cuenta de que estabas equivocado? (M-10.4:1-3) 

(2:5) ¿Por qué confiarían en ellos tan implícitamente? 

Esta es la misma pregunta que Jesús nos hace en el texto: 

... No le preguntes a este extraño pasajero[el ego], "¿Qué soy yo?" Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. Sin embargo, es a él a quien preguntáis, y es a su respuesta a la que os adaptaríais. Este pensamiento salvaje, feroz en su arrogancia, y sin embargo tan pequeño y sin sentido que se desliza sin ser notado a través del universo de la verdad, se convierte en tu guía. A ella te diriges para preguntar el significado del universo. Y de la única cosa ciega en todo el universo de la verdad que ve, os preguntáis: "¿Cómo miraré al Hijo de Dios? 

¿Se pide juicio de lo que está totalmente desprovisto de juicio? Y si lo ha hecho, ¿creería la respuesta y se ajustaría a ella como si fuera la verdad? (T-20.III.7:5-8:2) 

(2:6) ¿Por qué sino por la duda subyacente, que ustedes ocultarían con una muestra de certeza? 

La respuesta a la pregunta anterior viene, de nuevo, a través de la comprensión de la formación de la reacción. Creemos en el cuerpo porque cumple con la estrategia del ego de preservar nuestra identidad separada al dejarnos sin mente; es decir, cuerpos que viven en un mundo sin mente. Esto culmina en nuestra absoluta certeza de que la realidad es física y externa. El propósito de esta pseudo-certidumbre es ocultar el terror que acecha en nuestras mentes, una incertidumbre nacida de la elección original de reemplazar la Certeza de Dios con la duda del ego. 

(3) ¿Cómo se puede juzgar? Tu juicio se basa en el testimonio que tus sentidos te ofrecen. Sin embargo, el testigo nunca fue más falso que esto. ¿Pero de qué otra manera juzgas el mundo que ves? Pones una fe patética en lo que dicen tus ojos y oídos. Crees que tus dedos tocan la realidad y se acercan a la verdad. Esta es la conciencia que ustedes entienden, y piensan más real que lo que es atestiguado por la Voz eterna para Dios Mismo. Este importante tema se reitera a lo largo de Un Curso de Milagros. Jesús no está hablando simbólicamente cuando dice que no somos cuerpos. Lo dice literalmente, y lo expresa de nuevo en la siguiente lección también. Continuamente dependemos de nuestros cuerpos y cerebros para interpretar lo que pensamos que es la realidad y la verdad, y siempre estamos equivocados. La humildad es ir a Jesús, diciendo: "Gracias a Dios que estoy equivocado y tú tienes razón." Nos equivocamos en todo, incluso al pensar que sabemos lo que se enseña en este curso. Meditamos sobre el significado de sus palabras a través de nuestra necesidad de hacer realidad la individualidad y la especificidad del cuerpo. Esta identificación con nuestro ser especial ahoga "la Voz eterna de Dios", como hemos visto muchas veces antes: 

... ¿Qué respuesta te puede dar el Espíritu Santo, cuando es tu especialidad la que escuchas, la que pregunta y la que contesta? Su minúscula respuesta, sin sonido en la melodía que Dios te envía eternamente en alabanza amorosa de lo que eres, es todo lo que escuchas...... 

Usted puede defender su especialidad, pero nunca escuchará la Voz de Dios a su lado (T-24.II.4:3-4; 5:1). 

(4:1-3) ¿Puede ser esto un juicio? A menudo se le ha instado a que se abstenga de juzgar, no porque sea un derecho que se le oculte. No puedes juzgar. 

Ya hemos leído otros pasajes donde Jesús enseña acerca de nuestra incapacidad para juzgar. Aquí hay otra, del texto: 

... No juzgues porque no puedas, no porque seas un miserable pecador también (T-25.VIII.13:3). 

No debemos juzgar porque es malo o pecaminoso. No podemos juzgar. Nuestros juicios provienen siempre del sistema de pensamiento del ego que se basa en la necesidad de preservar nuestra individualidad, probando que Dios está equivocado y que nosotros estamos en lo correcto. Nunca se puede hacer un juicio válido sobre esa base, ya que su origen se basa en la ilusión y las ideas no dejan su fuente. 

(4:4) Simplemente puedes creer en los juicios del ego, todos los cuales son falsos. 

No somos libres para establecer la realidad, pero somos libres dentro de nuestro sueño para dictar cuál es esa realidad, como hemos visto muchas veces antes: 

La paz es un patrimonio natural del espíritu. Cada uno es libre de negarse a aceptar su herencia, pero no es libre de establecer cuál es su herencia (T-3.VI.10:1-2). 

(4:5) El[el ego] guía tus sentidos cuidadosamente, para probar cuán débil eres; cuán indefenso y temeroso, cuán temeroso del castigo justo, cuán negro con el pecado, cuán desdichado en tu culpa. 

El sistema de pensamiento del ego está aquí resumido en una frase: pecado, culpa y miedo al castigo. El propósito del cuerpo es probar la realidad de esta trinidad impía. Sin embargo, su realidad no está en mi mente sino en el cuerpo, causada por personas y agentes fuera de mí. Así es el sistema de pensamiento del ego una realidad dentro del sueño del mundo, sin nada que ver con la decisión de mi mente, ya que se relaciona sólo con el cuerpo-mío o el de alguien más. Esta frase también implica que el propósito del cuerpo es hacer que el dolor sea real. Considere los elaborados mecanismos sensoriales físicos/psicológicos que nuestros cuerpos poseen, los cuales reflejan su propósito subyacente. El ego hizo que el cuerpo sintiera dolor, y nosotros respondemos interpretándolo como prueba de que el pecado, la culpa y el miedo están vivos y bien, habiendo tomado su morada permanente en el cuerpo. 

(5:1) Esto de lo que habla, y aún así lo defendería, te dice que eres tú mismo. En otras partes de Un Curso de Milagros Jesús nos dice que este yo es una parodia o parodia del Yo que Dios creó. Recordar: 

... ¿Qué es esta parodia de la creación de Dios que toma el lugar de la tuya? (T-24.VII.1:11) 

... Tal es la parodia sobre la creación de Dios (T-24.VII.10:9). 

Creyendo que el cuerpo es nuestro ser, inconscientemente sentimos culpa sobre el Ser que creemos haber destruido para sobrevivir. Así el cuerpo simboliza nuestro pecado, el cual buscamos desesperadamente proyectar sobre otros, necesitando la necesidad de defendernos de sus ataques pecaminosos contra nosotros. En la lección 153 se profundizará en este círculo vicioso de defensa de ataque. 

(5:2-4) Y ustedes creen que esto es así con obstinada certeza. Sin embargo, en el fondo queda la duda oculta de que lo que te muestra como realidad con tanta convicción no lo cree. Es a sí mismo a quien condena. 

Aquí también Jesús revela nuestra arrogante terquedad al creer que tenemos razón. Debajo, sin embargo, el dedo culpable apunta a nuestras mentes, donde existe el miedo, la incertidumbre y la duda contra la que nos defendemos haciendo un mundo en el que estamos seguros de que conocemos a los pecadores. Incluso si pienso que soy el peor de todos, ahí están mis padres u otros agentes a los que puedo culpar por mi miserable estado. Por lo tanto, hay una parte de nosotros que verdaderamente sabe que somos fraudes -ocultados por la formación de reacciones- y que todo lo que creemos no es cierto. 

(5:5-6:1) Es dentro de sí mismo que ve la culpa. Es su propia desesperación la que ve en ti. 

No escuches su voz. 

La súplica familiar de Jesús a través de Un Curso de Milagros es que escuchemos su voz en vez de la del ego: 

... Renuncie ahora como su propio maestro.... porque fue mal enseñado (T-12.V.8:3; T-28.I.7:1). 

Sin embargo, antes de poder hacer lo que dice, primero debo reconocer la voz del ego. Es por eso que Jesús dedica gran parte de su curso a ayudarnos a entender el sistema defensivo de la especialidad. No puedo elegir en contra de algo que no sé que existe. 

(6:2-4) Los testigos que les envía para demostrarles que su mal es suyo son falsos, y hablan con certeza de lo que no saben. Tu fe en ellos es ciega porque no compartes las dudas que su señor no puede vencer completamente. Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo. 

Los "vasallos", los esclavos del ego, son nuestros cuerpos y su experiencia sensorial. No dudamos de ellos porque el ego nos dice que dudemos de lo que percibimos fuera nos empuja hacia atrás en lo que creemos que es real dentro de nosotros -la mente que el ego nos ha dicho que es el hogar del terror del que huimos. Recuerden, el pecado, la culpabilidad y el miedo fueron hechos como el primer nivel de defensa, lo que nos hace temer a nuestras mentes. Luego hacemos un mundo, un cuerpo y un cerebro para escondernos de lo que tanto tememos en nuestro interior. De esta manera ponemos nuestra fe en el cuerpo porque estamos aterrorizados de regresar a la mente, y en lo que ponemos nuestra fe creemos que es verdad. Así, nuestro sentido de nosotros mismos cambia de la mente al cuerpo, que se convierte en el vasallo de su señor de la culpa y el miedo. 

(7:1) Sin embargo, debes aprender a dudar de que su evidencia despejará el camino para reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz de Dios sea la única Juez de lo que es digno de tu propia creencia.  Necesitamos un Curso de Milagros para que podamos aprender de Jesús que sólo podemos ser salvos dudando de nuestra evidencia sensorial, entendiendo que no somos un cuerpo, y reconociendo que los sistemas de pensamiento del mundo están basados en perpetuar la individualidad y especialidad del ego. Necesitamos aprender que dudar del ego y de su mundo es la salvación. El ego nos dice que dudar de ello significa que seremos destruidos por el horror dentro de la mente, y nos ha convencido de que lo único que podemos hacer contra el horror es usar el mundo y el cuerpo para defendernos de él. 

Para practicar su curso, Jesús nos dice que necesitamos la voluntad de cuestionar cada uno de nuestros valores (T-24.in.2:1), para venir a él y decirle: "Mi única fuente de felicidad es reconocer humildemente que tú eres el que entiende y tiene razón." Su comprensión no tiene nada que ver con el mundo, pero me ayuda a darme cuenta de que todo aquí es una defensa. Para volver al manual para los maestros, leemos esta exhortación a venir al único que puede juzgar por nosotros. Volverse a Él (o a Jesús) es el único medio para alcanzar la paz que deseamos: 

... Hay Alguien Contigo cuyo juicio es perfecto.... Por lo tanto, juzga, no con arrepentimiento sino con un suspiro de gratitud. Ahora estás libre de una carga tan grande que podrías simplemente tambalearte y caer debajo de ella.... Ahora puede el maestro de Dios levantarse sin carga, y caminar ligeramente sobre ella.... Su sentido de cuidado se ha ido, porque no tiene nada. Él lo ha dado, junto con el juicio. Se entregó a Aquel en cuyo juicio ha escogido confiar ahora, en vez de en el suyo propio (M-10.4.7; 5:1-2,5,7-9). 

Finalmente nos damos cuenta de la sabiduría de estas palabras, que se repiten con alegría y a menudo: 

No tienes idea de la tremenda liberación y profunda paz que viene de encontrarte a ti mismo y a tus hermanos totalmente sin juicio (T-3.VI.3:1). 

(7:2-4) Él[el Espíritu Santo] no te dirá que tu hermano sea juzgado por lo que tus ojos ven en él, ni por lo que la boca de su cuerpo dice a tus oídos, ni por lo que el tacto de tus dedos informa de él. Pasa junto a tales testigos ociosos, que simplemente dan falso testimonio del Hijo de Dios. Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que ve, todos los sueños del ego de lo que eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla. 

Para contemplar ese esplendor en nosotros mismos y en los demás, primero debemos dejar de interferir con él. Necesitamos ver nuestra inversión en creer lo que el ego nos dice, y esa realidad no tiene nada que ver con el cuerpo y el cerebro. Buscamos testigos diferentes ahora: símbolos de perdón en vez de pecado, amor en vez de odio, sanación en vez de dolor, vida en vez de muerte: 

El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. Tampoco escucha a los testigos con otros nombres que hablan de otra manera de su realidad. Él sabe que no es real.... Y por cada testimonio de la muerte del cuerpo, Él envía un testimonio de tu vida en Aquel que no conoce la muerte. Cada milagro que Él trae es testigo de que el cuerpo no es real. Sus dolores y placeres Él cura por igual, porque todos los testigos del pecado reemplazan a Él.... Así como el miedo es testigo de la muerte, así es el milagro el testigo de la vida.... El moribundo vive, el muerto resucita, y el dolor se ha desvanecido. Sin embargo, un milagro no habla por sí mismo, sino por lo que representa..... 

El amor también tiene símbolos en un mundo de pecado. El milagro perdona porque representa el perdón pasado y es verdadero.... Y la verdad será revelada a ustedes que eligieron dejar que los símbolos del amor tomaran el lugar del pecado (T-27.VI.4:1-3,7-9; 5:7,9-10; 6:1-2; 8:6). 

Al llamar a los testigos del Espíritu Santo y no a los del ego, somos capaces de ir más allá de nuestra percepción de las diferencias e intereses separados -herentes en la percepción del cuerpo- a la visión de unidad y propósito compartido -inherentes en la mente del Hijo único de Dios. 

(8:1) Que sea Juez de lo que ustedes son, pues tiene una certeza en la que no hay duda, porque descansa sobre una certeza tan grande que la duda carece de sentido ante Su rostro. 

El Espíritu Santo refleja esa certeza de Dios. Cuando elegimos en contra, nos volvimos inciertos por definición. Así comenzó la duda, la fuente de todo temor. Recordemos este hermoso pasaje que cierra "El Cristo en ti", expresando la certeza que pone fin a nuestra duda: 

Debe haber duda antes de que pueda haber conflicto. Y cada duda debe ser sobre ti mismo. Cristo no tiene duda, y de su certeza viene su tranquilidad. Él cambiará Su certeza por todas tus dudas, si estás de acuerdo en que Él es Uno contigo, y que esta Unidad es infinita, atemporal, y está a tu alcance porque tus manos son Suyas. Él está dentro de ti, pero camina junto a ti y antes, guiando el camino que Él debe recorrer para encontrarse a Sí mismo completo. Su tranquilidad se convierte en su certeza. ¿Y dónde está la duda cuando ha llegado la certeza? (T-24.V.9) 

(8:2-4) Cristo no puede dudar de sí mismo. La Voz de Dios sólo puede honrarlo, regocijándose en Su perfecta y eterna impecabilidad. A quien Él ha juzgado sólo puede reírse de la culpa, sin querer ahora jugar con los juguetes del pecado; sin hacer caso de los testigos del cuerpo ante el rapto del santo rostro de Cristo. 

Cuanto más acudamos al Espíritu Santo en busca de ayuda, menos nos tomaremos en serio este mundo y lo que sucede aquí. Así, reflejando Su Amor, nos volveremos cada vez más amorosos y disponibles a los demás. No significa, como sabemos, que le demos la espalda a nuestro sufrimiento o al de otras personas, sino simplemente que miremos el sufrimiento de manera diferente, sin dar a las defensas del ego el poder de destruir la realidad del amor en nuestras mentes. Así, los felices sueños de perdón del Espíritu Santo reemplazan las pesadillas del ego de culpa y muerte. Y podemos sonreír: 

... Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus sueños apacibles tomen el lugar de aquellos que tú soñaste en el terror y en el temor de la muerte. Él trae sueños perdonadores, en los que la elección no es quién es el asesino y quién será la víctima. En los sueños que Él trae no hay asesinato y no hay muerte. El sueño de la culpa se está desvaneciendo de tu vista, aunque tus ojos estén cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu cara de dormido. El sueño es pacífico ahora, porque estos son sueños felices (T-27.VII.14:3-8). 

(9:1) Y así los juzga. 

El Espíritu Santo no ve la ilusión, ni reconoce como verdad lo que hemos hecho realidad para nosotros mismos: el pensamiento del pecado o el cuerpo. Así recibimos Su juicio amoroso: 

... Santo eres tú, eterno, libre y completo, en paz para siempre en el Corazón de Dios. ¿Dónde está el mundo y dónde está el dolor ahora? (M-15.1:11-12) 

(9:2-7) Acepta Su Palabra por lo que eres, porque Él da testimonio de tu hermosa creación, y de la Mente cuyo Pensamiento creó tu realidad. ¿Qué puede significar el cuerpo para Aquel que conoce la gloria del Padre y del Hijo? ¿Qué susurros del ego puede oír? ¿Qué podría convencerlo de que sus pecados son reales? Que Él sea también Juez de todo lo que parece sucederte en este mundo. Sus lecciones le permitirán salvar la brecha entre las ilusiones y la verdad. 

Necesitamos la voluntad de venir a Él y decirle: "Estoy molesto porque me atrae mi especialidad, pero sé que la veo mal porque veo la fuente de placer y dolor en mi cuerpo, y no por la decisión de mi mente." Expresado en este párrafo, por lo tanto, es que el Espíritu Santo no se ocupa del cuerpo, ni de lo que creemos que son nuestros problemas aquí. Él existe en la mente y sólo ve la mente, estando más allá de las defensas del pecado, la culpa, el miedo y el cuerpo. Por lo tanto, no es engañado por las defensas de dos niveles del ego que camuflan la mente. Acudir a Él por ayuda significa que tenemos la poca voluntad de suspender la identificación con el ser físico/psicológico que llamamos por su nombre. Es la misma voluntad de dejar que el Espíritu Santo reinterprete el cuerpo y su propósito: comunicación y comunión en vez de separación y ataque: 

Recuerde que el Espíritu Santo interpreta el cuerpo sólo como un medio de comunicación. Siendo el eslabón de comunicación entre Dios y sus Hijos separados, el Espíritu Santo interpreta todo lo que usted ha hecho a la luz de lo que Él es. El ego se separa a través del cuerpo. El Espíritu Santo llega a través de ella a otros. No percibes a tus hermanos como lo hace el Espíritu Santo, porque no consideras los cuerpos únicamente como un medio para unir las mentes y unirlas con las tuyas y las mías..... 

Si usas el cuerpo para atacar, es dañino para ti. Si lo usas sólo para llegar a las mentes de aquellos que creen que son cuerpos, y les enseñas a través del cuerpo que esto no es así, entenderás el poder de la mente que está en ti.... En el servicio de unirla (el cuerpo) se convierte en una hermosa lección de comunión, que tiene valor hasta que la comunión es.... El Espíritu Santo no ve el cuerpo como tú lo ves, porque Él sabe que la única realidad de todo es el servicio que presta a Dios en nombre de la función que Él le da (T-8.VII.2:1-5; 3:1-2,4,6). 

Al unirnos a la reinterpretación del Espíritu Santo de la finalidad del cuerpo, se convierte en el medio para despertar del sueño, en el puente entre las ilusiones y la verdad, en el medio para recordar nuestra comunión con Cristo, como Cristo. 

(10:1) Él quitará toda la fe que usted ha puesto en el dolor, el desastre, el sufrimiento y la pérdida. 

Implícito aquí es que el Espíritu Santo quita nuestra fe en el dolor y el desastre una vez que le damos nuestra inversión en ellos. No puede tomarlos si aún nos aferramos a ellos. Un milagro no es magia. No podemos decirle a Jesús: "Te queremos mucho y estamos molestos. Por favor, quita el dolor." Si lo amáramos mucho, no estaríamos escogiendo el dolor para defendernos de ese amor. Por lo tanto, quita las defensas cuando se las llevamos. 

(10:2-3) Él te da una visión que puede mirar más allá de estas apariencias sombrías, y puede contemplar el rostro amable de Cristo en todas ellas. Ya no dudarás que sólo el bien puede venir a ti que eres amado de Dios, porque Él juzgará todos los acontecimientos, y enseñará la única lección que todos ellos contienen. 

No se nos pide que neguemos lo que ven los ojos de nuestro cuerpo, sino que salgamos del sueño y miremos con Jesús en su contenido. Sobre el campo de batalla con él a nuestro lado, todo parece diferente, y ahora vemos el mundo como nada más que un sueño. Lo que pensábamos que nos daba la salvación o nos traía dolor, lo entendemos ahora era parte de la misma ilusión. Así es 

... la puerta abierta para que el rostro de Cristo resplandezca sobre el que pide, en la inocencia, ver más allá del velo de las viejas ideas y los antiguos conceptos que tanto tiempo y tan queridos han estado en contra de la visión de Cristo en ti (T-31.VII.13:7). 

Mirando más allá de la apariencia del pecado -"viejas ideas y conceptos antiguos"- contemplamos el reflejo de la verdad del perdón resplandeciendo de nuestros hermanos y de nosotros mismos. Qué hermoso se vuelve entonces el mundo! 

(11:1) Él seleccionará los elementos en ellos que representan la verdad, y hará caso omiso de aquellos aspectos que no reflejan más que sueños ociosos. 

De nuevo, el Espíritu Santo no hace esto mágicamente. Él juzga por nosotros sólo cuando lo invitamos a compartir Su percepción del mundo, en lugar de pedirle que comparta la nuestra y luego la arregle por nosotros. Por lo tanto, no llevamos la verdad a la ilusión, sino la ilusión a la verdad, mirando así de manera diferente a nuestros hermanos, como sugiere este bello pasaje: 

Sueña suavemente con tu hermano sin pecado, que se une a ti en santa inocencia. Y de este sueño el Señor del Cielo despertará a Su Hijo amado. Sueña con la bondad de tu hermano en lugar de pensar en tus sueños en sus errores. Seleccione su consideración para soñar en lugar de contar las heridas que le causó. Perdonadle sus ilusiones y dadle las gracias por toda la ayuda que nos ha dado. Y no dejes de lado sus muchos dones porque no es perfecto en tus sueños (T-27.VII.15:1-6). 

Nuestro perdón "representa la verdad", mientras que nuestros agravios "reflejan sueños ociosos". 

(11:2) Y reinterpretará todo lo que veas, y todos los acontecimientos, cada circunstancia y cada acontecimiento que parezca tocarte de alguna manera desde Su único marco de referencia, totalmente unificado y seguro. 

El Espíritu Santo no cambia el sueño. Cambia la forma en que vemos el sueño. Entonces vemos todas las situaciones como oportunidades para aprender, tenemos una mente que ha escogido este sistema de pensamiento de separación, y por lo tanto una mente que puede cambiarla. 

(11:3) Y verán el amor más allá del odio, la constancia en el cambio, la pureza en el pecado, y sólo la bendición del Cielo sobre el mundo. 

Este es el juicio ahora familiar del Espíritu Santo: el comportamiento se percibe como una llamada al amor o una expresión de amor. Esto no quiere decir que las cosas aquí son reales, sino que reflejan una decisión en la mente de estar ya sea con el ego -mi comportamiento es la sombra de mi elección equivocada, por lo que pido ayuda- o el Espíritu Santo -mi comportamiento refleja Su Amor, la constancia de la bendición del Cielo sobre la inocencia pura del Hijo. 

(12:1-2) Así es tu resurrección, porque tu vida no es parte de nada de lo que ves. Está más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todo testimonio de profanación, dentro del Santo, santo como Él mismo. 

Esta lección fue tomada cerca del final de la Cuaresma, poco antes de la Pascua; de ahí la referencia a la resurrección. La "vida" a la que Jesús se refiere es el verdadero Ser más allá de la segunda línea de defensa del ego -el mundo- y su primera línea -el sistema de pensamiento del ego de pecado, culpa y miedo. A pesar de nuestro vagabundeo en el lejano país de los sueños del ego, permanecemos 

... en casa en Dios, soñando con el exilio pero perfectamente capaz de despertar a la realidad (T-10.I.2:1). 

El Espíritu Santo es la memoria de ese hogar, y el perdón el medio que Él usa para despertarnos del sueño de la muerte, la definición del Curso de la resurrección (M-28.1:1-4). 

(12:3-4) En todos y en todo Su Voz no te hablará de nada más que de tu Ser y de tu Creador, Quien es uno con Él. Así verán el rostro santo de Cristo en todo, y no oirán en todo ningún sonido excepto el eco de la Voz de Dios. 

No se trata de la percepción física. Ver el rostro santo de Cristo significa que vemos la inocencia de nuestro hermano, porque nos damos cuenta de que los pecados de los que lo acusamos son proyecciones de los pecados de los que nos acusamos a nosotros mismos -todos ilusorios. Así pasamos de la fealdad del odio del ego a la belleza del rostro del perdón, escuchando más allá de los gritos asesinos del ego al suave eco de la Voz de Dios. Qué gozosa es la visión recién nacida que saluda nuestros ojos! Piensen en la hermosura que verán, que caminan con Él. Y piensa en lo hermoso que tú y tu hermano se verán el uno para el otro! Qué felices serán de estar juntos, después de un viaje tan largo y solitario en el que caminaron solos. Las puertas del Cielo, que se abren ahora para ti, se abrirán ahora para los afligidos. Y nadie que mire al Cristo en ti se regocijará. Qué hermosa la vista que viste más allá del velo, la cual traerás a la luz los ojos cansados de aquellos que ahora están tan cansados como antes. Cuán agradecidos estarán de verte venir entre ellos, ofreciendo el perdón de Cristo para disipar su fe en el pecado (T-22.IV.4). 

Jesús se vuelve al lado de los períodos de práctica para esta lección: 

(13:1-2) Practicamos sin palabras hoy, excepto al principio del tiempo que pasamos con Dios. Introducimos estos tiempos con una sola y lenta repetición del pensamiento con el que comienza el día. 

Esto significa que me doy cuenta de cuánto deseo ver todas las cosas como ecos de la voz de mi dios -la voz de la separación y la especificidad- sin embargo, una percepción de la que no quiero ser responsable. Por lo tanto, primero tenemos que ver todo lo que percibimos como prueba de que tenemos razón y de que Jesús está equivocado. Esta percepción equivocada, una vez en conciencia, puede ser llevada a su presencia sanadora. Tal es el propósito de este y de cada período de práctica. Note la falta de énfasis en palabras específicas para guiar nuestros tiempos de quietud. Esta falta de énfasis aumentará a medida que continuemos con el programa de capacitación de un año del libro de trabajo. 

(13:3) Y entonces observamos nuestros pensamientos, apelando silenciosamente a Aquel que ve los elementos de la verdad en ellos. 

El elemento de verdad en mi deseo de estar separado es que elegí esto no porque fuera pecador, sino porque temía el Amor no específico de Dios, todavía presente en mi mente aunque me movía en contra de él. Por eso mis pensamientos piden ayuda y no expresan el pecado. Note, también, el regreso del tema de la observación de la mente, el núcleo de estos ejercicios del libro de trabajo. 

Que evalúe cada pensamiento que le venga a la mente, que quite los elementos de los sueños y que los devuelva como ideas limpias que no contradicen la voluntad de Dios. 

El Espíritu Santo evaluará mis pensamientos sólo si se los doy a Él, mi papel en el perdón. Debo estar consciente de estos pensamientos especiales para que Él pueda ayudarme a verlos de manera diferente. Por lo tanto, he dejado de invertir en el ego, lo que lo hace desaparecer. Lo que queda es el reflejo correcto de la expiación. Esta idea nos recuerda la súplica de Jesús de ser honesto con él, el requisito previo para tomar su mano y que nos conduzca al Reino que ambos tenemos y somos: 

Observe cuidadosamente y vea qué es lo que realmente está pidiendo. Sé muy honesto contigo mismo en esto, porque no debemos ocultarnos nada el uno al otro. Si realmente tratas de hacer esto, has dado el primer paso para preparar tu mente para que el Santo entre. Nos prepararemos para esto juntos..... ¿Hasta cuándo le negarás Su Reino? (T-4.III.8) 

(14) Dadle vuestros pensamientos y Él os los devolverá como milagros que proclaman gozosamente la plenitud y la felicidad que Dios quiere para su Hijo, como prueba de su eterno Amor. Y a medida que cada pensamiento es así transformado, toma el poder sanador de la Mente que vio la verdad en él, y no fue engañado por lo que fue falsamente añadido. Todos los hilos de la fantasía se han ido. Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección en todas partes. 

Mi trabajo es reconocer que lo que he juzgado esencial para mi felicidad es simplemente un hilo de fantasía. Necesito darme cuenta de que simplemente fui engañado por lo que mi ego me dijo que era la realidad. Sin embargo, debo ser consciente de mi identificación con él y con el cuerpo que refleja su sistema de pensamiento. 

Sólo entonces puede ser reemplazado por el "pensamiento perfecto que ofrece su perfección en todas partes": la mente del Hijo unificado de Dios. Antes citamos la primera estrofa del poema de Helen,"La segunda oportunidad". Aquí está parte de la segunda estrofa, que representa el milagro del amor de Jesús, simbolizado por la estrella que recibimos a cambio de nuestros pensamientos de odio: 

Lo abracé con fuerza y lo escondí en mi corazón, y aún así lo sostuve de Su Amor aparte. Hasta que un día mis ojos se encontraron con los suyos, y entonces mis dedos se abrieron y mi corazón. Y cuando Miré hacia otro lado, una estrella estaba en mi mano; otra en mi corazón (Los dones de Dios, p. 45). 

(15:1-2) Pasa quince minutos así cuando te despiertes, y dale con gusto otros quince más antes de irte a dormir. Su ministerio comienza cuando todos sus pensamientos son purificados. 

Como veremos en una lección subsiguiente (W-pI.154), nuestro ministerio no tiene nada que ver con lo externo, sino simplemente con aceptar la Expiación para nosotros mismos. ¿Qué otra cosa podría ser, ya que sólo la mente del Hijo de Dios necesita ser sanada? Es esa mente a la cual ministramos mientras buscamos purificarla de nuestros pensamientos de pecado. 

(15:3-5) Así se les enseña a enseñar al Hijo de Dios la lección santa de su santidad. Nadie puede dejar de escuchar, cuando escuchas la Voz de Dios dando honor al Hijo de Dios. Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha retraducido en tu mente. 

Aquí también vemos el tema de que el Hijo de Dios es uno: "Cuando soy sanado no soy sanado solo" (W-pI.137). Cuando elijo al Espíritu Santo como mi Maestro, elijo en contra de la separación. En ese instante santo yo soy el Hijo de Dios, que es uno. Entonces, ¿cómo no escuchar la Voz del Espíritu Santo proclamando la santidad de Cristo como nuestra? 

(16) Así es tu Pascua. Así que pones el regalo de lirios blancos como la nieve sobre el mundo, reemplazando a los testigos del pecado y de la muerte. A través de tu transfiguración el mundo es redimido y liberado gozosamente de la culpabilidad. Ahora levantamos nuestras mentes resucitadas con alegría y gratitud a Aquel que nos ha restaurado la cordura. 

Los lirios son un símbolo encantador del perdón de A Course in Miracles. Cuando escojo en contra de la culpa y a favor de la inocencia, escojo para todos: la mente del Hijo de Dios es una. Nuestro don de lirios deshace así la crucifixión de la separación, y restaura a nuestras mentes redimidas y resucitadas la conciencia de nuestra identidad como un solo Hijo. Este pasaje de Pascua es maravillosamente paralelo a este pensamiento: 

Este es el camino (la inocencia nacida del perdón) al Cielo y a la paz de la Pascua, en la que nos unimos con la alegre conciencia de que el Hijo de Dios ha resucitado del pasado y ha despertado al presente. Ahora es libre, ilimitado en su comunión con todo lo que está dentro de él. Ahora los lirios de su inocencia no son tocados por la culpa, y están perfectamente protegidos del frío frío frío del miedo y de la marchita plaga del pecado por igual...... 

Aquí está tu salvador y tu amigo, liberado de la crucifixión a través de tu visión, y libre para guiarte ahora donde él estaría.... Y con gusto tú y tu hermano caminarán juntos por el camino de la inocencia, cantando al contemplar la puerta abierta del Cielo y reconocer el hogar que te llamó (T-20.II.10:1-3; 11:1,3). 

(17) Y cada hora nos acordaremos de Aquel que es salvación y liberación. Al dar gracias, el mundo se une a nosotros y acepta felizmente nuestros pensamientos santos, que el Cielo ha corregido y purificado. Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar por todo el mundo la alegre noticia de que la verdad no tiene ilusiones, y que la paz de Dios, a través de nosotros, es de todos.  Vemos de nuevo que el mundo es uno con nosotros, y al aceptar este mensaje en nuestras mentes, es aceptado también para el mundo: 

Mira a tu Redentor[el Espíritu Santo], y mira lo que Él te mostrará en tu hermano, y no permitas que el pecado se levante de nuevo para cegar tus ojos. Porque el pecado te mantendría separado de él, pero tu Redentor quiere que veas a tu hermano como a ti mismo. Su relación es ahora un templo de sanación; un lugar donde todos los cansados pueden venir y descansar. Aquí está el resto que espera a todos, después del viaje. Y es acercada a todos por vuestra relación (T-19.III.11). 

Esta es la experiencia que espera la liberación del juicio al elegir la visión del perdón. Nuestra voz ahora hace eco de la Voz que une al Hijo de Dios, la identidad que felizmente recordamos cuando nos unimos a nuestros hermanos para dar gracias a Jesús, quien nos trajo a este lugar santo de la resurrección. Hoy lo recordamos con gratitud cada minuto mientras decidimos en contra del juicio y a favor de la verdad.




LECCIÓN 151


Comentada por:

Oscar Gómez Díez 


"Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios."


"Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. Eso no es juzgar. Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda."

En este mundo emitimos juicios en cada momento y circunstancia y le damos validez a nuestros juicios, pues la identidad del ego depende de ello. 


Todo lo que percibimos no es más que el resultado de juicios que habíamos proyectado, y que al retornar a nosotros en forma de percepción, lo interpretamos de acuerdo con el  sistema de pensamiento del ego. "El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defendería a toda costa, es lo que tú eres. Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda."


Lo que percibimos da testimonio de los pensamientos que previamente habíamos proyectado, y lo utilizamos como la confirmación de que tenemos razón y de que  es la verdad. "Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad."


 Los juicios reafirman y profundizan la creencia en la separación, al condenar a nuestros hermanos por las culpas que proyectamos sobre ellos. 


Pese a que sabemos que lo que vemos y oímos, está limitado por nuestros ojos y oídos, elegimos elevar a la categoría de verdad tan precaria percepción. Contrariamente, el Espíritu Santo, al igual que Dios goza de una visión de totalidad, que el Curso define con el nombre de Conocimiento, que es la visión todo abarcante de la que carecemos en este mundo perceptual. "¿Cómo ibas a poder juzgar? Tus juicios se basan en el testimonio que te ofrecen los sentidos. No obstante, jamás hubo testimonio más falso que ése."


Solo el Espíritu Santo tiene la capacidad de ver todos los lados y variantes de alguna situación, y por lo tanto, tiene la capacidad de juzgar completamente cualquier situación. Nuestra arrogancia consiste en creer que podemos juzgar correctamente pese a las limitaciones de nuestros cuerpos y sus órganos de percepción. 

"Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. Cristo no puede dudar de Sí Mismo. La Voz que habla por Dios puede tan sólo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad."


Al identificarnos con el cuerpo, y con lo que nos muestran los órganos de percepción del cuerpo, que están diseñados para ver afuera, nos identificamos  con esa "realidad"  externa y creemos que somos eso, ignorando nuestra realidad interna y eterna,  "tu vida no forma parte de nada de lo que ves. Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo."


PRÁCTICA:


Hoy practicaremos en silencio, sin palabras, excepto al principio de la meditación, mientras nos aquietamos y conectamos con Dios, y repetimos de manera lenta el pensamiento del día, y solo observaremos nuestros pensamientos y apelamos a "Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Voluntad de Dios."


Aquiétate durante 15 minutos, en dos ocasiones  en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la  otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo  en tu consciencia las siguientes palabras:


"Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios."


Después que te hayas relajado lo suficiente, tu cuerpo y tu mente se hayan aquietado, haces tu meditación con la postura del observador. Vas a ver como van apareciendo pensamientos de toda índole, pero no te involucras con ellos, simplemente los observas como quien ve una película en una pantalla de cine o TV, y le pides al Espíritu Santo que los juzgue por ti. Él purificara tu mente de todos aquellos pensamientos que no sean verdaderos, que no sean amorosos. No tienes que hacer nada, solo observar y permitir que el Espíritu Santo haga lo que tenga que hacer. Solo expresa gratitud y amor por la sanación de tu mente, y podrás ver más allá del odio el amor,  más allá del conflicto la paz,  tú papel es solo observar y no juzgar, contemplar con desapego y gratitud como la verdad va sustituyendo a la ilusión, y  el amor al miedo. Ofrécele tus pensamientos y el se los devolverá sanos, plenos y luminosos. 


PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:


Cada hora a lo largo del día. Busquemos hacer una pausa en nuestra jornada y recordemos a Dios y la Voz que habla por Él y mientras repetimos lentamente la idea del día, le pedimos que purifique nuestra mente de todo lo que no sea amor:


"Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios."


Una vez que hayas invitado al Espíritu Santo para que sane tu mente, observa, y no juzgues, recuerda que no puedes juzgar. 

No puedes juzgar sólo, pues si lo haces el ego juzgará por ti, así que invita al Espíritu Santo para que juzgue por ti, pues Aquel que todo lo abarca y todo lo ve, puede separar lo falso de lo verdadero y devolverte tus auténticos  pensamientos, los que compartes con Dios y los que compartirás con tus hermanos cuando reconozcas la verdad y el amor en ti. Y da gracias al Padre por los regalos recibidos y sentirás Sus bendiciones, que siempre han fluido hacia ti pero que tu no veías por los oscuros  juicios que emitías en contra del amor y de la paz. Regocíjate de ver la luz de nuevo, del  amanecer de tu despertar, de escuchar las dulces melodías de amor que el Cielo canta para ti que ahora contemplas la Creación con la visión de Cristo. 


TEXTO




CELEBRANDO EL MILAGRO 


CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA 


BENDICIONES!




Share:

Facebook comments: