LECCIÓN 219



Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí


LECCIÓN 219


 

No soy un cuerpo. Soy libre.

Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (199) No soy un cuerpo. 2Soy libre.

 3Soy el Hijo de Dios. 4Aquiétate mente mía, y piensa en esto por un, momento. 5Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna acerca de quién es aquel a quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo.

 

 

6No soy un cuerpo. 7Soy libre. 

8Pues aún soy tal como Dios me creó.




AUDIOS de la Lección 219
de CELEBRANDO EL MILAGRO

Lectura de la Lección 219
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.


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a través de Martin Musarra


Lección 219
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda






































LECCIÓN 219

Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 (199) No soy un cuerpo. Soy libre.

Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía y piensa en esto por un momento. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna con respecto a Aquel a Quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo.
 
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

No soy un cuerpo. Soy libre.

Soy el Hijo de Dios nos ha venido diciendo Jesús. Si creyéramos esta afirmación no nos crucificaríamos, no nos condenaríamos, no viviríamos llenos de culpa y de miedo, no atacaríamos, no viviríamos llenos de resentimientos, no viviríamos encerrados en las trivialidades del ego y no desconoceríamos la gloria de Dios que nos acompaña siempre. Y lo que nos mantiene alejado de nuestra Identidad como Hijos de Dios es nuestra creencia en el cuerpo. Creemos que somos un cuerpo. Se nos olvida que somos Espíritu, que somos mente, como manifestación activa del Espíritu. No somos mente y cuerpo, como nos dice el ego. Somos es mente. 

Cuando Jesús nos dice No soy un cuerpo. Soy libre, quiere hacer énfasis de que el cuerpo se convierte en una verdadera prisión del ego. Al cuerpo le dedicamos la mayor parte del tiempo: a nutrirlo, cuidarlo, a evitar que se enferme, a compararlo con otros cuerpos… El ego quiere que aprisionemos nuestra mente en el cuerpo, que no nos preocupemos por la mente. Pero, lo que nos ha enseñado Jesús es que los cambios se dan es en la mente. Tenemos que sanar nuestra mente, con la ayuda del Espíritu Santo mediante el perdón y poner el cuerpo al servicio de la salvación para que sirva como medio de comunicación con nuestros hermanos al llevarles la Palabra de Dios. 

Jesús nos dice:
” Aquiétate mente mía y piensa en esto por un momento.”

 Se trata de ir a nuestro interior, a nuestra mente recta donde está el Espíritu Santo y adquirir la conciencia de la libertad que da el ser mente y permitir que el amor reemplace todos los miedos y culpas, para luego compartirla con tus hermanos:

_”Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna con respecto a Aquel a Quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo”_.
.
Proceso de práctica de la lección

1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche. 

Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.
 

Repite y reflexiona sobre estas ideas de Jesús:

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

  No soy un cuerpo. Soy libre.

Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía y piensa en esto por un momento. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna con respecto a Aquel a Quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Cierra los ojos. Aquieta la mente. Te olvidas del miedo del ego y recuerdas el amor que eres como Hijos de Dios. Perdona, con la Ayuda de Dios, lo que te esté quitando la paz.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y dices:

No quiero este pensamiento. El que quiero es: No soy un cuerpo.  Soy libre.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.

La idea de hoy es:
No soy un cuerpo. Soy libre.


2. Recordatorios cada hora.

Repite:
No soy un cuerpo.  Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

No soy un cuerpo. Soy libre.

Perdona, con Dios, lo que te haya quitado la paz en esa hora. Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.

Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.

3. Respuesta a la tentación.

No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.

 Le dices:
 No quiero este pensamiento. El que quiero es: No soy un cuerpo. Soy libre.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les propongo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la introducción, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda















LECCIÓN 219
Kenneth Wapnick 

(1) (199) No soy un cuerpo. Soy libre. 

Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía y piensa por un momento en esto. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna con respecto a Aquel a Quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo. 

Debemos pedirle a la persona que toma las decisiones en nuestras mentes que piense en la verdad de que somos el Hijo de Dios, y no el ego. Sabemos que hemos escogido mal cada vez que sentimos dolor en cualquier forma, estamos en apuros, o creemos en la importancia de nuestras necesidades especiales. Olvidamos el propósito de nuestras relaciones y de ser un estudiante de A Course in Miracles. Este propósito del perdón se renueva cada vez que elegimos que el Espíritu Santo sea nuestro Maestro. 

Hemos visto repetidamente que el enfoque de las lecciones está en nuestras mentes, donde se encuentra la corrección del instante santo. Luego volvemos a prestar atención al mundo y a sus demandas cotidianas, pero de manera diferente a como lo hacíamos antes. Nos comprometemos con el mundo ahora con una clara comprensión de nuestro propósito: no para que nuestras necesidades sean satisfechas a expensas de otros, sino para recordarnos de nuestra identidad como el Hijo único de Dios: mente, no cuerpo. Nuestro propósito al hacer estas lecciones de revisión, por lo tanto, es llevar nuestros pensamientos equivocados acerca de nuestro propósito al corregido: desde los ataques del cuerpo hasta el perdón de la mente.



















LECCIÓN 219

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 
 
"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."
 
1. (199) "No soy un cuerpo. Soy libre."

Jesús le da mucha importancia a este pensamiento. Pues si nos queremos liberar del ego necesitamos des-identificarnos con el cuerpo, que ha sido el vehículo del ego para  hacer real la separación, y utilizarlo como un arma de ataque, y en lugar de ello, recordar que nuestra  única realidad es que  somos una mente libre e ilimitada, y eternamente amorosa. 

Si asumimos la primacía de la mente amorosa sobre la mente falsa, el cuerpo que  por si es neutro, puede cumplir otra función, ponerse a las ordenes del Espíritu Santo como un vehículo de comunicación para perdonar y extender amor. 

"Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía, y piensa en esto por un, momento. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna acerca de quién es aquel a quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo." (L 219)

Analicemos en detalle el anterior párrafo: 
"Soy el Hijo de Dios." 
Esta no es una afirmación cualquiera, si nos la creyéramos de verdad ya nos hubiésemos liberado del ego y de nuestra identificación con el cuerpo. No nos sentiríamos culpables ni pecadores, ni llenos de miedo, ni dedicaríamos la mayor parte del tiempo, energía y recursos a cuidar y satisfacer nuestros cuerpos. 
"Soy el Hijo de Dios." es todo lo contrario a lo que pensamos que somos en este mundo. Ser el Hijo de Dios es reconocerme como una mente libre e inmortal, no estar limitado por un cuerpo, por enfermedades, y por el miedo a la escasez y la muerte. 
"Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía, y piensa en esto por un, momento." Aquí nos está diciendo que si nos aquietarnos, si aquietamos el cuerpo, aquietamos nuestra mente falsa, y eso lo logramos cerrando los ojos, entrando en un profundo silencio interior; en ese estado de quietud y silencio, podemos discernir quienes somos y podemos llegar a contemplar nuestro verdadero Ser, nuestra verdadera identidad como Hijo de Dios. 

"Luego regresa a la tierra, sin confusión"  aquí nos está indicando que la meditación que hicimos nos sacó de este mundo, nos situó fuera del cuerpo, en un espacio atemporal y amorfo, en la que  nos reconocemos como el Ser de luz que somos, en ese instante santo reconocemos a nuestro Padre y Su eterno Amor por nosotros. 

"Soy el Hijo de Dios. Aquiétate mente mía, y piensa en esto por un, momento. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna acerca de quién es aquel a quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo." (L 219)

Regresamos a la tierra llenos de confianza y seguridad de quien se ha reconocido a si mismo, ya no dudamos de nuestra verdadera identidad, y con esa convicción regresamos a perdonar todo pensamiento que niegue la verdad que somos, el amor que somos. 

De esta manera podemos entender mejor la idea del día de hoy "No soy un cuerpo. Soy libre." (L-199) 
En la lógica de los opuestos de las enseñanzas del Curso, nosotros diríamos "No soy un cuerpo. Soy Espíritu". Pero la lección hace un giro, y en lugar de decir "Soy Espíritu"  dice "Soy libre." lo que nos quiere significar, que ser libre es lo opuesto a la condición de sentirnos atados y prisioneros de un cuerpo, que niega nuestra verdadera identidad, la de ser una mente, un espíritu libre e ilimitado que es nuestra condición natural como Hijo de Dios.

 Nosotros elegimos encadenarnos a un cuerpo, y a partir de allí, nos sentimos vulnerables y llenos de miedo por creernos ser cuerpos que pueden ser castigados o destruidos. El miedo y la culpa gobiernan nuestra mente falsa.

Recuperar la libertad de nuestra mente es el propósito de este Curso y del Espíritu Santo, por ello la lección de hoy es la que más se  repite a lo largo del Libro de Ejercicios. la salvación se manifiesta como nuestra libertad. 

PRÁCTICA DIARIA:

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

199) "No soy un cuerpo. Soy libre."

"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."

Con estas  ideas nos levantaremos por la mañana, pasaremos todo el día y nos acostaremos pensando en ellas y nos levantaremos nuevamente. 
Con estas ideas meditaremos en la mañana y en la noche, mínimo 15 minutos, y haremos una pausa cada hora para recordarlas en quietud y silencio y hacerlas nuestras, para igualmente   repetirlas entre horas lo más que podamos. 

RESPUESTA A LA TENTACION:

A lo largo del día, "Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:"  

"No quiero este pensamiento. El que quiero es _______" (L–r VI. 6:1-2)

 En el caso de  hoy el pensamiento que quiero es:

"No soy un cuerpo. Soy libre."

"Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado." (L-r VI.6:4)

No  dejes pasar ni un solo pensamiento  vano en tu mente sin confrontarlo, sin perdonarlo, ya sea de ira, ataque, carencia, tristeza, culpa, miedo o cualquier otro pensamiento no amoroso que niegue tu realidad inmortal. La salvación depende que no dejes ni una sola mancha de oscuridad en tu mente, para que la luz de tu Amor ilumine al mundo y a todas las mentes que Dios creó una contigo. 














TEXTO Cap 21













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BENDICIONES! 














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