Lea la Introducción al Sexto Repaso de Un Curso de Milagros aquí
LECCIÓN 220
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
1. (200) No hay más paz que la paz de Dios.
2Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. 3Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.
4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.
AUDIOS de la Lección 220
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 220
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 220
a través de Martin Musarra
Lección 220
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 220
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
(200) No hay más paz que la de Dios.
Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. Mas si sigo a Aquel que me conduce a mi hogar, la paz será tan segura como el Amor de Dios.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
No hay más paz que la de Dios.
Si bien el objetivo final de Un curso de milagros es recordar a Dios para llegar a este objetivo necesitamos tener paz interior primero. Es que la paz es lo primero que hay que garantizar antes de emprender cualquier actividad. Si actuamos sin tener paz nos expondremos a tener conflictos y nos sentiremos mal. El Curso nos ha enseñado como tener paz: pedimos ayuda al Espíritu Santo o a Jesús, nos aquietamos y esperamos confiados en que la paz vendrá. Una vez tengamos la paz, haremos lo que se nos inspire hacer.
Jesús, nos reitera la importancia de la paz en el proceso de regresar a casa:
Que no me desvíe del sendero de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése.
El ego me lleva por el camino del miedo a Dios. Ése miedo no se justifica porque Dios no está enfadado conmigo ni me va a castigar. Necesito la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, para que me ayuden, mediante el perdón, a sanar mi mente y adquirir la paz necesaria para llegar a Dios, pues a Él no puedo llegar si tengo miedo.
Continúa Jesús en la lección:
Más si sigo a Aquel que me conduce a mi hogar, la paz será tan segura como el Amor de Dios.
No estoy solo. Tengo al Ayudante ideal: el Espíritu Santo. Jesús nos lo aclara en el capítulo 8 sección IX:
_”Dije antes que el Espíritu Santo es la Respuesta. Y es la Respuesta a todo porque conoce la respuesta a todo”_. T-8. IX.1:1-2
Reconozcamos que no sabemos nada. Este es el principio del cambio. Por eso, no se justifica hacer juicios. Más bien confiemos en el juicio de Aquel que sí sabe y, así, avanzaremos en el proceso de adquirir la paz de Dios siempre siendo conscientes de que necesitamos valernos del perdón y perdonar con Dios tal como vimos en la lección 46 Dios es el Amor en el que perdono.
Proceso de práctica de la lección
1. Tiempo de quietud por la mañana y por noche.
Tiempo mínimo 15 minutos. Ideal 30 minutos o más. Trata de dedicarle todo el tiempo que puedas y un poco más.
Repite y reflexiona sobre estas ideas de Jesús:
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
No hay más paz que la de Dios.
Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. Mas si sigo a Aquel que me conduce a mi hogar, la paz será tan segura como el Amor de Dios.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
Cierra los ojos. Aquieta la mente. Te olvidas del miedo del ego y recuerdas el amor que eres como Hijos de Dios. Perdona, con la Ayuda de Dios, lo que te esté quitando la paz.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser. Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
No engancharse en pensamientos distractores. Pide la guía del Espíritu Santo. Si llega algún pensamiento distractor le ordenas a tu mente que no le preste atención y dices:
No quiero este pensamiento. El que quiero es: _No hay más paz que la de Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz.
La idea de hoy es:
No hay más paz que la de Dios.
2. Recordatorios cada hora.
Repite:
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
No hay más paz que la de Dios.
Perdona, con Dios, lo que te haya quitado la paz en esa hora. Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza.
Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. Dale gracias por los regalos de la hora que ha pasado. Y deja que Su Voz te diga lo que Él quiere que hagas en esta hora que empieza.
3. Respuesta a la tentación.
No dejar ningún pensamiento trivial sin cuestionarlo. Si llega alguno le aseguras a tu mente que eso no es lo que quieres.
Le dices:
No quiero este pensamiento. El que quiero es: No hay más paz que la de Dios.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior. Les recomiendo leer la introducción al SEXTO REPASO. De igual manera, realizar las prácticas como se les propone en la introducción, siempre de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Y sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Lección 220
comentada por Ken Wapnick
( Lección 220– Repaso VI )
(1) (200) «No hay más paz que la paz de Dios.»
«Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.»
“Esto es una reminiscencia de la versión de Un Curso en Milagros del Padrenuestro, que se encuentra al final del Capítulo 16:
“Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna. Nuestra santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén.” (T-16.VII.12)
Cuando nos desviamos, ahora entendemos que fue nuestra decisión hacerlo. Dios Mismo no puede detenernos, pero invocar Su Amor y Su Nombre nos recuerda que tomamos un camino equivocado, y que la corrección está en nuestras mentes, esperando a que la elijamos: “Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.” Esta petición final, con la que termina la primera parte del libro de ejercicios, es dejar que el Espíritu Santo sea nuestro Maestro, y no el ego. Es importante, a medida que transcurra nuestro día, que nos demos cuenta de que esto significa que seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho, simplemente alabando de los labios para afuera a una Presencia interior amorosa.
Esto no sanará, porque nuestros pensamientos del ego permanecen sin corregir. Tener al Espíritu Santo como nuestro Maestro y Guía significa que le traemos nuestros pensamientos del ego. Por lo tanto, lo más importante en nuestras mentes no son las actividades del día que nos conciernen, sino su propósito cambiado: el perdón en vez del especialismo.
Hemos discutido antes el aspecto figura/fondo de la percepción, donde nuestras necesidades diarias se convierten en el fondo, y nuestro nuevo Maestro en el primer plano. Normalmente, es al revés: nuestras necesidades diarias son prominentes (la figura), y el Espíritu Santo es el fondo, a Quien acudimos cuando estamos en problemas. No avanzaremos mucho en Un Curso de Milagros si esa es nuestra práctica. Cuando nos despertamos por la mañana, nuestros primeros pensamientos no deberían estar en lo que nos espera – reuniones a las que asistir; problemas no resueltos del día de ayer; una cita médica; tareas que realizar; gente a la que contactar; etc – sino cómo podemos aprender mejor la lección de que no estamos separados de nadie más.
Tener la Figura prominente como nuestro nuevo enfoque dará sentido a nuestro día, y nos acelerará en el camino. Como señalamos al comienzo de este repaso, Jesús toma estos ejercicios en serio, y quiere que los tomemos en serio también, porque son el medio para despertar de nuestro sueño de olvido y recordar el Amor de nuestro Padre. ¿Qué podría ser más serio o importante?”
~ Del libro “Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM” por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 220
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."
(200) "No hay más paz que la paz de Dios."
Hay una frase bíblica que el Curso retoma que describe "la paz que sobrepasa todo entendimiento". Es la paz de Dios que no podríamos explicar con las palabras de este mundo, pues está más allá de nuestra comprensión.
Los criterios de Un Curso de Milagros para determinar la verdad son Dios y Sus atributos. Todo lo que no sea Dios y Sus atributos no es real, no es verdad, es ilusorio.
La frase de la lección de este día "No hay más paz que la paz de Dios." nos permite exponer las siguientes tesis:
1. La única paz verdadera es la paz de Dios.
2. Toda paz que no proceda de Dios, no es real, es ilusoria, es falsa.
3. Si queremos restablecer la verdad en nosotros, debemos reconocer y aceptar la paz de Dios,
4. En este mundo de opuestos, conflictos, carencias y ataques nunca podremos encontrar verdadera paz.
5. Lo que este mundo define como paz es un estado ilusorio de ausencia temporal de conflicto, confrontación o guerra.
6. Realmente la paz de este mundo se parece más a una tregua, un paréntesis de la guerra, un momento en que las partes cesan el conflicto para retomarlo después. La historia de nuestras civilizaciones ha sido la historia de guerras y confrontaciones.
7. Nuestra historia personal, la podemos definir como una sucesión de problemas y conflictos que nos acontecen a lo largo de nuestra vida, que consumen toda nuestra atención, nuestra energía y nuestros recursos. Creemos resolver un problema y surge otro nuevo. Pareciera que nuestra función en esta vida es resolver problemas, de ahí que la paz se nos convierte en un deseo irrealizable, una utopía, un anhelo inalcanzable.
8. Las guerras y conflictos que creemos ver en este mundo son un reflejo de nuestros conflictos interiores, y del ego colectivo de la mente errada del Hijo de Dios.
9. La verdadera paz la podemos experimentar en este mundo como un reflejo de la paz Dios, sólo si perdonamos las causas de nuestro conflicto interior, la culpa inconsciente, la proyección de la culpa y los juicios y ataques que realizamos contra nuestros hermanos, proyección que es un esfuerzo inútil de tratar de liberarnos de nuestros pensamientos de culpa, miedo y ataque.
10. la paz no la encontraremos en este mundo mientras no cambiemos la percepción basada en los juicios, las condenas y los ataques. Mientras nuestra mente esté guiada por el ego, jamás vamos a encontrar paz.
11. Aceptar la paz de Dios es comenzar a poner fin a todo sufrimiento, y dejar de buscar la felicidad donde no se encuentra, poniendo fin a una búsqueda equivocada.
12. Seguir creyendo que la paz y la felicidad la vamos a encontrar en este mundo, es la historia de un fracaso anunciado. Pues la naturaleza de este mundo de conflictos, guerras y sufrimientos hace que la paz sea un imposible lógico.
13. Es una locura pensar que la paz y la felicidad la podremos conquistar en este mundo de la mano del ego, y que sea posible a costa de la paz y el bienestar de nuestros hermanos.
14. La paz la encontraremos cuando decidamos "cambiar de parecer con respecto al propósito del mundo." (L 199) la paz es el resultado de nuestro cambio de percepción de este mundo.
15. En el proceso de perdón, podemos reinterpretar el papel del cuerpo, que deja de ser un instrumento de ataque y separación que el ego le había asignado, a ser un instrumento de comunicación para perdonar y extender amor de la mano del Espíritu Santo.
16. Solo perdonando nuestras ilusiones en este mundo, solo perdonando nuestras culpas y miedos, comenzaremos a percibir el reflejo de la paz de Dios en nuestras mentes, que nos conducirá a las puertas de una paz que trasciende todo entendimiento, una paz que tan solo podremos experimentar pero difícilmente explicar con las palabras y símbolos de este mundo.
17. Algunos podrán creer que la solución sería morir ahora y "descansar en la paz del Señor" como se dice en nuestro entorno cuando alguien acaba de fallecer. Esa no es la solución que este Curso nos ofrece, no se trata de ponerle fin al cuerpo no sin antes realizar nuestra función de sanar nuestra mente, perdonando nuestras ilusiones, y restableciendo nuestra verdad. Nuestro despertar lo realizaremos de forma consciente, comprendiendo y aceptando nuestro origen, perdonando las causas de nuestros aparentes conflictos y problemas, liberando a nuestros hermanos de las cadenas que les pusimos cada vez que los juzgábamos y condenábamos.
18. "En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida.” (T-29. VI.1:4) Sólo el perdón nos conduce a la única verdadera paz, no hay otro camino, no hay otra opción distinta al amor.
19. Siempre debemos preguntarnos: "¿Hasta que punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor.?" (T-29. VI.1:2) la paz es una elección, y debemos desearla de corazón hasta hacerla real en nuestra mente.
20. Recuerda que "La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás este mundo." (L 199) y este puente lo cruzamos de la mano del Espíritu Santo, perdonando todo lo que creamos que nos pueda quitar la paz.
21. "Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios." (220) Cuando elegimos la paz de Dios, debemos pedir ayuda para no desviarnos de ese propósito, superando las tentaciones del ego, solo bajo la guía amorosa del Espíritu Santo podremos hacer de la paz de Dios nuestra realidad, pues la paz de Dios es nuestra herencia natural, siempre lo ha sido y lo seguirá siendo por siempre, y la reconoceremos cuando recordamos nuestra verdadera identidad de amor y gozo divino.
22. Recuerda que "La paz es la respuesta a las metas conflictivas, a las jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin sentido." (L 199)
PRÁCTICA LARGA:
Realicemos nuestras prácticas diarias con la certeza y la convicción que nos aproximamos a la paz de Dios, tanto en la meditación de la mañana y de la noche, cuando en la quietud de nuestro silencio interior hacemos nuestras estas palabras:
"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."
"No hay más paz que la paz de Dios, y estoy contento y agradecido de que así sea."
"No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó."
Cuando reconocemos y aceptamos la paz de Dios, "puedes sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor." (L 199).
Capitulo 22 Introducción
CELEBRANDO EL MILAGRO
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