Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 264
El Amor de Dios me rodea.
1. Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. 2Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. 3En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. 4Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. 5No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. 6Padre, Tu Hijo es como Tú. 7Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.
2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. 2Ésta es la plegaria de la salvación. 3¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?
AUDIOS de la Lección 264
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 264
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 264
a través de Martin Musarra
Lección 264 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
El Amor de Dios me rodea.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
*¡Que la paz sea con nosotros hoy!*
Ésta lección es muy importante. Jesús nos dice sobre la oración de la lección:
_”Esta es la plegaria de la salvación”_.
_”Padre, estás delante y detrás de mí, a mí lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía”_.
La presencia de Dios en nosotros siempre es permanente, nunca cambia. Ya Jesús nos lo decía en la lección 41 *Dios va conmigo dondequiera que yo voy*.
Jesús, nos ha enseñado que lo importante es el propósito que hay detrás de todo lo que hagamos y de todo lo que nos rodea. Todo puede contribuir a nuestro despertar y a nuestra salvación, si así lo queremos. Dios, no estaría físicamente en la flor que veo, pero la belleza que me inspira puedo convertirla en un símbolo del Amor de Dios.
_”En Ti el tiempo desaparece, y la idea de lugar se vuelve una creencia absurda”_, nos dice Jesús.
El tiempo y el espacio son fabricaciones del ego. Son defensas del ego. Sirven de sustento al mundo que hemos fabricado para defendernos de Dios pues creemos que Dios nos va a castigar.
_”Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo”_.
Dios es Amor, fuimos creados por Dios y tenemos la misma naturaleza de Dios. El Amor nos protege de la demencia del ego. En el amor no hay culpa, no hay ataque, por lo tanto, no hay de quien defenderse.
Continúa Jesús:
_”No hay otra fuente que Ésa.”_
Dios es Amor, Dios es nuestra Fuente. De ahí proviene todo nuestro valor, toda nuestra certeza, nuestra seguridad.
_”Y no hay nada que no comparta Su Santidad”_.
El Amor es santo, es inocente, sin ningún tipo de culpa. Todas las creaciones de Dios comparten Su santidad.
_”nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve todas las cosas dentro de Sí”_.
No hay nada aparte de Cristo como la única creación de Dios con su naturaleza de Amor.
_”Padre, Tu Hijo es como Tú”_.
Cristo es como Tú, lo creaste a Tu Semejanza. Comparte los mismos atributos Tuyos. Su función es extender el Amor de Dios.
_”Hoy apelamos a Ti, en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor”_.
Apelamos al Nombre de Dios que es el mío propio, a mi Ser que es el mismo de Dios, tal como vimos en la lección 183 *Invoco el Nombre de Dios y el mío propio*.
Miremos con la visión de Cristo. Estamos rodeados de amor, pero no lo vemos. Recordemos que si tenemos pensamientos de amor esos serán los que extenderemos a nuestros hermanos.
*Con relación al tema del cuerpo*
Jesús nos dice en el tema especial 5. ¿Qué es el cuerpo?:
_”El cuerpo es un sueño. Al igual que otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños”_.
Después de que se da la creencia en la separación de Dios, la mente colectiva que se cree separada o ego proyecta un mundo y al cuerpo y entra en un sueño donde lo que prima es la creencia en el pecado, la culpa y el miedo. A este lo considera como la realidad, en cambio, al Cielo, al Reino de Dios, lo considera un sueño, una ilusión. Jesús, es muy claro. La cuna de todos los sueños es el miedo. En el fondo de todos los sueños está el miedo al castigo de Dios.
Nos dice Jesús:
_”Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer”_.
El antídoto para los sueños del cuerpo, para las ilusiones que se forjan alrededor de él, es la verdad de Dios. La verdad de que fuimos creados por Dios y en el Amor de Dios tal como vimos en la lección de hoy: *El Amor de Dios me rodea.*
*Proceso de práctica de la lección*
_Tener momentos con Dios por la mañana y por noche_
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
_”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”_. (L-71. 9:7-10)
_Recordatorios cada hora_.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo.
También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
_Recordatorios frecuentes de la lección entre horas_.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
_Respuesta a la tentación_.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
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Kenneth Wapnick
El Amor de Dios me rodea.
Lección 264
"Esta declaración refleja otro tema recurrente. Sólo podemos entender el significado del Curso cuando nos damos cuenta de que el "yo" del que habla Jesús es el tomador de decisiones de la mente. No estamos rodeados por el Amor de Dios como cuerpos sino como mentes - cuando elegimos recordarlo. En la mente errada el Amor de Dios no existe; sólo el odio y el miedo. Sin embargo, el Amor aguarda pacientemente por la decisión de mentalidad recta del Hijo de volver a la cordura. Debemos mantener este contenido en conocimiento mientras leemos la lección, aunque sus palabras sugieran que Dios está físicamente presente para nuestros yoes físicos.
(1) «Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.»
En algunas lecciones Jesús dirá lo mismo, pero más específicamente con respecto al «propósito». Lo que verdaderamente nos rodea dentro de nuestro sueño es el propósito de Dios, ya que Su Amor no está presente aquí en absoluto. Este propósito es nuestro aprendizaje del perdón a través de la visión de Cristo, que enseña que todo lo que vemos es un salón de clases en el que recordamos que nuestra Identidad se encuentra en nuestras mentes. Elegimos contra este Ser y ahora podemos elegir en favor de Él. Sin embargo, cuando el contenido subyacente de estas palabras es malinterpretado, nos vemos atrapados al tomarlas como una verdad literal, ya que sólo pueden ser verdad en el nivel de su contenido. Para reafirmar este importante punto, el propósito de Dios es que veamos en todas las cosas el reflejo de Su amorosa Unicidad, la unión de mentalidad recta que refleja la unidad de nuestro Ser.
(2:1) «Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy.»
Jesús nos habla aquí en primera persona. Si el Amor de Dios está en nuestras mentes, la unión con Jesús debe ser también en nuestras mentes, no en él mundo de los cuerpos. Este ha sido su constante ruego - que lleguemos a donde él está para que nos pueda ayudar a tomar otra decisión. Al decir, por lo tanto: “uníos a mí en esto”, Jesús pide que nos unamos en la oración de la mente para que reconozcamos nuestra unidad inherente.
“Al igual que Dios, yo te quiero... Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. Si me quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se expresa. La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos.” (T-9.II.7:1, 4-7)
(2:2-3) «Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?»
Queremos unirnos a la plegaria de la salvación de darnos cuenta de que el Hijo de Dios es uno, perfectamente uno con su Padre. Si el Ser de Dios es perfecto Amor y Unidad, y somos semejantes a Él, debemos compartir esa unidad y amor. Nuestra plegaria, por lo tanto, es que nos ayuden a cambiar de mentalidad acerca de los Hijos que hemos percibido erróneamente y que hemos convertido en objetos de especialismo. Aunque esto no es posible en el nivel de la «forma», en el nivel del «contenido» hacemos que el amor sea todo-inclusivo al no excluir a nadie de su gentil abrazo. Así recordamos que el Amor de Dios nos rodea, junto con todos nuestros hermanos que estaban aparentemente separados por el pecado y la culpabilidad."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 264
El Amor de Dios me rodea.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta es una lección que nos puede confundir sino conocemos la metafísica de Un Curso de Milagros. Pues nos puede llevar a pensar que Dios rodea nuestros cuerpos y no nuestra mente. Esta es una lección que nos enseña los límites de las palabras, aquí las palabras no alcanzan a transcribir el profundo significado del Amor, pues en este mundo sólo alcanzaremos a experimentar un reflejo del Amor de Dios.
Vamos a examinarlo a partir de esta hermosa oración del día:
*ORACION DEL DÍA:*
*"Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. Padre, Tu Hijo es como Tú. Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor."*
El verbo rodear significa que una cosa está alrededor de alguien o algo, es una relación de formas, que tienen bordes y límites. La palabra rodear, desde una interpretación de nuestro ego, implicaría que Dios es una forma física externa a nosotros, que rodea nuestros cuerpos. Pero la oración comienza a precisar:
*"En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo."*
Quienes hayan tenido una experiencia mística saben que el cuerpo desaparece, que no hay un arriba ni un abajo, ni un aquí y un allá que marque una distancia entre dos objetos, y por lo tanto, no hay un tiempo que mida el recorrido entre un objeto y el otro, el tiempo simplemente no existe, todo es un eterno ahora, tampoco el espacio es real, sólo hay una luz que todo lo abarca, sin límites de ninguna clase, y una sensación de gozo infinito de SER y de "estar" en el Amor, un sentimiento de paz y plenitud que es muy difícil describir.
El amor es todo lo que existe, y no está sujeto ni al tiempo ni al espacio, ni a las leyes que rigen al tiempo y el espacio. El amor se rige por la ley del amor, que trasciende los límites del espacio tridimensional, así como las leyes del tiempo lineal. El amor se desenvuelve en una dimensión atemporal, y lo cubre todo, y se extiende a sí mismo sin ningún límite espacial, el amor impregna toda la existencia, a tal punto que el amor es la existencia misma.
La oración comienza a describirnos metafóricamente que el Amor de Dios rodea nuestro espacio corporal, pues parte desde nuestra percepción del mundo para llevarnos a experimentar el amor que no tienes límites, para luego elevar nuestra plegaria que sólo queremos descansar en el Amor de Dios: *"Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor."* más allá de lo metafórico, estamos dentro del eterno Amor de Dios, esa es nuestra realidad metafísica.
*"Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?"* Jesús nos invita a unirnos a Él en una plegaria de amor al Padre, en la que no sólo pedimos que el amor de Dios nos envuelva sino que también nos impregne, pues el Amor es la vida misma, que nosotros venimos negando en este mundo con nuestra creencia en la muerte, como si la vida y el Amor estuvieran sujetas al tiempo y no a la eternidad.
*PRACTICA:*
Repasa el tema especial de esta sección, titulado *"5. ¿Qué es el cuerpo?"* Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
*"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo."* (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.