Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 270
Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.
1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! 3No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.
2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.
AUDIOS de la Lección 270
de CELEBRANDO EL MILAGRO
de CELEBRANDO EL MILAGRO
Lectura de la Lección 270
A través de Blanca Nivia Morales Contreras
Ocurrir de la Lección 270
a través de Martin Musarra
Lección 270 comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 270
Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Ésta lección está dedicada a la visión de Cristo y los milagros.
Jesús nos dice:
“Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. ¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista!”
Con la visión de Cristo se produce el milagro de transformar, de corregir mi manera de ver al mundo y a mi hermano: ya no lo veo como efecto de mis proyecciones de pecado, culpa y miedo, como mi enemigo, sino como mi salvador, al mostrarme lo que tengo que cambiar y perdonar. El milagro se produce cuando, por un instante, he pedido y permitido la presencia del Espíritu Santo al solicitar Su ayuda – mi pequeña dosis de buena voluntad – para que me ayude a transformar mi percepción de miedo basada en el ego a la percepción verdadera del Espíritu Santo basada en el Amor y la paz.
Al producirse el milagro en mi percepción puedo ver un mundo perdonado. Un mundo donde no hay nada que temer al ir con la visión de Cristo. Tengo plena confianza en Dios.
El milagro que produce la visión de Cristo no apoya ni fomenta los sueños de miedo del ego como en el caso de la enfermedad. Si veo enfermedad en mi hermano, que se cree enfermo, lo enfermo, al hacer real la enfermedad en su mente y ratificarle su creencia. La enfermedad es separación. En algún momento, la mente que se cree enferma decidió pensar sin amor y atacar la verdad. Como dar es lo mismo que recibir, si doy ataque este se me devuelve y una manera de hacerlo es a través de la enfermedad. Pero, lo podemos corregir mediante el perdón y con la visión de Cristo.
Continúa Jesús en la lección:
”Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ente la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. Ahora su voluntad es una con la Tuya. Ahora su función no es sino la Tuya Propia y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido”.
Esta es la visión del mundo real que permite la visión de Cristo, el perdón y los milagros, mediante la guía del Espíritu Santo. Es ese estado mental de paz, de dicha, de plenitud donde ya no se ven proyecciones de culpa y de miedo. Es el sueño feliz que, sin dejar de ser ilusorio, el Espíritu Santo proporciona cuando se perdona y se abandonan los sueños del ego. Donde a nuestros hermanos únicamente les damos bendiciones, bendiciones que se nos devuelven y nos llenan de paz y de amor.
Continúa Jesús:
”El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, por medio de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. Cristo se convierte en nuestros ojos hoy”.
Mirar al mundo, a nuestros hermanos con los ojos de Cristo. Es posible que nuestra percepción cambiara si, ante cualquier aparente conflicto, nos preguntáramos:
¿Qué pensaría Cristo de esta situación? ¿Cómo actuaría?
”Y mediante Su visión le ofrecemos curación al mundo por medio de Él, el santo Hijo que Dios creó integro; el santo Hijo a quién Dios creó como uno solo”.
Que bello panorama nos ofrece la visión de Cristo.
Con relación al tema del cuerpo
Jesús nos dice en el tema especial 5, ¿Qué es el cuerpo?:
”El amor es tu seguridad. El miedo no existe. Identifícate con el amor y estarás a salvo. Identifícate con el amor y estarás en tu morada. Identifícate con el amor y hallarás tu Ser”.
Con la visión de Cristo se acaba el miedo, no hay nada que temer como vimos en la lección de hoy. Se acaban las ilusiones porque estas son las que producen el miedo. Se acaban las ilusiones cuando se tiene a Dios como el único objetivo como vimos en la lección 256 Dios es mi único objetivo hoy. Se acaban las incertidumbres y dudas: ya no hay contradicción entre lo que se piensa hacer y lo que se hace, que es una de las causas del miedo cuando no coinciden. Al ver un mundo perdonado con la visión de Cristo, ya no hay nada que temer.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
LECCIÓN 270
"Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta es otra lección sobre la visión de Cristo, aquella que logramos gracias al perdón, donde vemos un mundo inocente y feliz. Los ojos del cuerpo, que daban testimonio de los juicios y condenas que emitíamos contra nuestros hermanos, son sustituidos por la visión de Cristo, en la que contemplamos en paz la inocencia de nuestros hermanos. Ya no utilizaremos los ojos del cuerpo para ver enemigos, y castigarlos con nuestra mirada acusadora. En lugar de ello, hay una mirada amorosa que busca la unidad de todas las cosas que comparten la misma Fuente creadora que nos dio vida.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. ¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. Y ahora su voluntad es una con la Tuya. Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido."
La visión de Cristo es un don que Dios nos ha dado, es la capacidad que tenemos de transformar nuestra percepción falsa, resultado de nuestros juicios y ataques, por una percepción verdadera, resultado de nuestro perdón, de ver más allá de nuestros errores, y contemplar con bondad la inocencia de nuestros hermanos.
La visión de Cristo nos muestra un mundo perdonado, un sueño feliz. ¿Después de ello, que nos resta por hacer? Solo "aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre," si hemos sanado todo nuestro pasado, y entregado el futuro en las manos de Dios, sólo queda un eterno presente, al tiempo le ha llegado su fin. Hemos unificado nuestra voluntad con la de Dios, nuestra mente se ha unido con la Mente de Dios, ya no y tenemos pensamientos separados, estamos listos para regresar a nuestro Hogar.
"El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo." un mundo perdonado es un mundo en paz, ¿que otra bendición podríamos pedir además de la paz?
"Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo." si logramos mirar a través de los ojos de Cristo, podremos sanar al mundo, y unir toda la Filiación en un solo propósito de paz y amor.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "5. ¿Qué es el cuerpo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.