¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?
1. Aquel que Dios creó ilimitado es libre. 2Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad. 3Níngún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre; 4ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; 5ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?
2. Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. 2Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. 3El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí.
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Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 280
¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?
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Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Con esta lección se termina el tema especial de Cristo. Es una excelente pregunta para hacer. ¿Qué puede limitar a Cristo, al Hijo de Dios? En realidad, nada. Únicamente, nuestras propias creencias.
Nos dice Jesús:
”Aquel que Dios creó ilimitado es libre. Puedo inventar una prisión para él, más sólo en ilusiones, no en la realidad”.
El Hijo de Dios es libre. No está atado a un cuerpo porque esa no es su naturaleza. Es Espíritu, es mente.
Recordemos la relación entre mente y espíritu. Jesús lo explica en la sección 1 de la Clarificación de términos del Manual para el maestro:
”El término mente representa el principio activo del espíritu, el cual le suministra a la mente su energía creadora”. (C. 1.1:1)
La mente no tiene límites. No está sometida a las dificultades del cuerpo que, finalmente, perece. La mente es eterna. Pero si puedo aprisionar a la mente cuando tengo al ego como maestro: por mi deseo de ser especial que me lleva al conflicto, por no querer soltar el pasado con toda su carga de resentimientos y de odios, por no perdonar, por no confiar en Dios. De esa manera, utilizo la mente incorrecta. Pero, en cualquier momento, puedo escoger al Espíritu Santo como maestro para que, mediante el perdón y los milagros, sane mi mente.
Continúa Jesús:
”Ningún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de Su Padre; ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. ¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando Su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?”
Los Pensamientos de Dios son Sus Creaciones y nunca han abandonado Su Fuente, es decir, nunca han abandonado la Mente de Dios que los piensa, por eso, nunca nos hemos separado de Dios. Sólo en los sueños del ego podemos creer que le podemos poner límites al Hijo de Dios.
Y nos dice Jesús en la oración de la lección:
”Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí”.
Mi hermano es el Hijo de Dios, como yo. Sólo, siguiendo al ego, no quiero ver sino pecados en él producto de mis proyecciones de culpa y miedo que descargo sobre él.
Jesús, nos llama a rendirle honor al Hijo de Dios y nos pregunta en el capítulo 20 sección III:
”¿Te reuniste acaso jubilosamente con tu hermano para bendecir al Hijo de Dios y darle las gracias por toda la felicidad que os ha brindado? ¿Has reconocido acaso a tu hermano como el eterno regalo que Dios te dio? ¿Has visto la santidad que irradia en cada uno de vosotros para bendecir al otro? Ese es el propósito de tu relación santa”. (T-20. III. 8:6-10)
Con relación al tema de Cristo
Nos dice Jesús en el tema especial 6. ¿Qué es el Cristo?:
”Y por cuanto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más que el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcanzado? Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. Al contemplar Su gloria, sabremos que no tendremos necesidad de aprender nada, ni de percepción, ni de tiempo ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el Cristo que Dios creó como Su Hijo”.
La faz de Cristo es una experiencia, en la mente, de ver inocencia y santidad en todas las cosas más allá de las sensaciones físicas. Se ve desde el lugar de la paz que genera el perdón y el aceptar la Expiación para mí mismo.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
Kenneth Wapnick
”¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?”
Lección 280
"Necesito reconocer que al imponerte límites con mis juicios, los impongo sobre mí, porque el Hijo de Dios es uno. No puede ser de otra manera, en la realidad y en los sueños - somos uno en el Cielo y en nuestra necesidad de regresar allí.
(1) «Aquel que Dios creó ilimitado es libre. Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad. Ningún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre, ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. ¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?»
Esa es otra declaración del principio de que «las ideas no abandonan su fuente». Si bien soy libre dentro de mi sueño de creer cualquier cosa que elija, lo que creo no tiene ningún efecto sobre la realidad. Este es el principio de Expiación del Espíritu Santo que enseña que los sueños de separación y limitación no han cambiado nada en el Cielo. A medida que transcurran tus días, por lo tanto, debes esforzarte por aceptar que el Hijo de Dios es uno. Si limitas a otro con tus pensamientos de especialismo de ira, juicio y necesidad, no haces más que limitarte a ti mismo. La pregunta, entonces, en última instancia, es: ¿Es esta limitación lo que realmente quiero, en lugar de tener mi mente curada a través del perdón y el recuerdo de mi Ser ilimitado?
“Quien siempre fue únicamente espíritu ya no se ve a sí mismo como un cuerpo, y ni siquiera como que se halla dentro de un cuerpo. Por lo tanto, es ilimitado. Y al no tener límites, sus pensamientos están unidos eternamente a los de Dios...Es eternamente uno porque es tal como Dios lo creó. Ha aceptado a Cristo y se ha salvado.” (M-12.1:4-6, 9-10)
(2) «Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí.»
Al final, nuestro propósito para cada día se vuelve muy simple: perdonar nuestras relaciones especiales. El mundo limitado de los ídolos de amor y odio especial del ego nunca ha demostrado ser un sustituto satisfactorio para el ilimitado Hijo de Dios. A través de nuestra percepción curada le devolvemos el honor que le fue concedido en su creación, cuando Dios extendió Su Amor ilimitado, abrazando a toda la creación con Su grandeza:
“No es la forma en sí lo que andas buscando. ¿Qué forma puede ser un substituto del Amor de Dios el Padre? ¿Qué forma puede ocupar el lugar de todo el amor que reside en la Divinidad de Dios el Hijo? ¿Qué ídolo puede dividir en dos lo que es eternamente uno? ¿Y se podría acaso limitar lo que es ilimitado? Tú no deseas ningún ídolo, pues ésa no es tu voluntad. Ningún ídolo puede concederte el regalo que buscas... Mas eso nunca podrá ser tu voluntad porque lo que comparte toda la creación no puede contentarse con ideas triviales o con cosas insignificantes.” (T-30.III.2:1-8, 11)
¿Quién en su sano juicio elegiría alguna vez las "ideas triviales y las cosas insignificantes" de los ídolos de limitación y forma del ego, cuando ante ellos Jesús ha puesto la paz de Dios, y el poder para llevar esta paz a todo aquel que deambula en el mundo inseguro, solo, y preso del miedo (T-31.VIII.7: 1)"
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.