La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
1. Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! ²¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! ³Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. ⁴En Ti ya se han tomado todas las decisiones. ⁵En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. ⁶En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. ⁷Tu Paz es mía. ⁸Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. ⁹Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío.
2. La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros. ²Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. ³Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él.
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Lección 286
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Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 286
La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
¡Que lección tan hermosa! Si aquieto mi mente de los juicios de conflicto del ego, y voy al silencio de mi mente recta, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, la calma y la paz del Cielo me acompañaran.
Jesús, nos dice en la lección:
”Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! ¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. En Ti ya se han tomado todas las decisiones. En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. Tu Paz es mía. Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío”.
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Esta es otra lección en la cual, Jesús, nos habla de ir al interior de nuestra mente para alcanzar la paz interior. Utiliza el término corazón para hablar de esa parte amorosa y bondadosa que hay en nuestra mente. Jesús nos ha venido llamando a hacer silencio en nuestra mente: a no hacer juicios que fomenten la separación y los ataques, a no culpabilizar a nuestros hermanos.
Por eso, Jesús, nos dice en el capítulo 11 sección VI:
”Yo soy tu resurrección y tu vida. Y todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. ¿Cómo ibas entonces a percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? ¿Y cómo ibas a percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? Cree en la resurrección porque esta se ha consumado, y se ha consumado en ti”. (T-11.VI.4:1-6)
Jesús, nos ha enseñado sobre la importancia de ir al interior de nuestra mente, a encontrar el altar al Nombre de Dios donde depositamos “las azucenas del perdón”, que es la ofrenda que le hacemos a Dios. A Dios no podemos llegar solos, no podemos llegar sin perdonar a nuestros hermanos. Jesús, nos dice que las cosas encajan en su sitio. Hace alusión a que nunca nos hemos separado de Dios, todo está en el Cielo como antes de que se diera la creencia en la separación de Dios.
No tengo que hacer nada, nos dice Jesús. Ya estamos salvados. En el momento en que se dio la creencia en la separación, Dios, creó al Espíritu Santo para que nos ayude a regresar a casa. En Dios no hay ningún conflicto. Todas mis esperanzas, con razón, están en Él.
”Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío”.
Continúa Jesús en la lección:
”La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros. Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él”.
Hoy no vamos a dudar de la Palabra de Dios de que hemos sido salvados. Nuestro Ser sigue siendo parte de Él. Recordemos la promesa la lección 234:
”Te damos gracias por todos los dones que nos ha concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu inagotable paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido salvados”.
Con relación al tema del Espíritu Santo
Jesús, nos dice en el tema especial 7. ¿Qué es el Espíritu Santo?:
”Si supieses cuánto anhela tu Padre que reconozcas tu impecabilidad, no dejarías que Su Voz te lo pidiera en vano ni le darías la espalda a lo que Él te ofrece para reemplazar todas las imágenes y sueños atemorizantes que tú has forjado”.
Nuestro Padre sabe que estamos equivocados. Nos creó perfectos, plenos, dichosos, llenos de Amor y santidad pero elegimos seguir la senda del sufrimiento y el dolor. Cuando lo hicimos, Él creó al Espíritu Santo para que nos ayude a salir del mundo del ego y para que seamos conscientes de la impecabilidad y santidad que nos caracteriza y para que no dudemos del camino que conduce a Dios como vimos en la lección de hoy, de tal manera que podamos decir La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
Proceso de práctica de la lección
Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Jorge Luis Álvarez Castañeda
«La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.»
(Lección 286)
Kenneth Wapnick
"El tema de esta lección es el silencio y la quietud. La encantadora frase “quietud del Cielo” aparece sólo una vez más en el Curso, en “Los obstáculos a la paz”:
“Reina una quietud en el Cielo, una feliz expectativa, un pequeño respiro lleno de júbilo en reconocimiento del final de la jornada.” (T-19.1V-A.6:1)
A menudo nos hemos referido a los chillidos estridentes que hacen eco a través del sistema de pensamiento del ego, y así siempre gritamos: “Yo existo, yo existo, yo existo; pero alguien más me lo hizo.” Cada sonido que emitimos, desde el momento en que nacemos hasta el estertor de la muerte, surge de la idea de que existimos, pero otro es considerado responsable de nuestro destino. Cuando silenciamos el ruido del ego a través del perdón, habiéndonos unido con el Espíritu Santo, todo lo que queda es la quietud y el silencio. Por consiguiente, Jesús nos dice en esta lección que esta debería ser la elección de la mente (hay que recordar que «corazón» es un sinónimo para «mente»). Ten en cuenta, también, la suave aliteración de quietud, Cielo, envuelve, y corazón.
(1:1-4) «Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! ¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. En Ti ya se han tomado todas las decisiones.»
En la verdad de Dios, la elección en favor de la Expiación ya ha sido hecha, deshaciendo la decisión original de la mente de estar separada. Esta es la elección que felizmente afirma: “Estoy equivocado y el Espíritu Santo ha estado en lo cierto todo este tiempo.”
(1:5-9) «En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. Tu paz es mía. Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío.»
Jesús pide nuevamente que acallemos los chillidos estridentes del ego - sus ataques vociferantes a todo y a todos, incluyendo a Dios. Él nos pide que elijamos contra esa cacofonía llena de odio y la reemplacemos con el ferviente deseo de que la quietud del Cielo sea nuestra verdad, la paz de Dios sea nuestra, y que recordemos su amor, porque es nuestro - como nos recuerda Helen en su "Canción de Amor" a su amado Señor:
«Mi Señor, mi Amor, mi Vida, yo vivo en ti.
No hay vida aparte de lo que Tú eres.
El mundo que veo es mi enemigo
Cuando olvido que mi entrañable Amor eres Tú.»
(Los Regalos de Dios, p.53)
(2) «La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros. Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él.»
Por lo tanto, oramos a Jesús, en las palabras poéticas de Helen de “La Última Oración”:
«Extiende Tu Mano al fin, mi Señor, hacia mí,
Y elévame a la Certeza final.»
(Los Regalos de Dios, p. 47) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 286
La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta es una hermosa lección que nos muestra la sutil pedagogía del Curso. En las primeras lecciones Jesús se acerca hasta nuestro nivel de comprensión cuando creemos que la culpa es del otro, y nos ayuda a perdonarlo. Después avanzamos en perdonarnos a nosotros mismos, pues nuestros hermanos jamás nos han hecho nada. En ese proceso de deshacer el ego nuestras prácticas se van incrementando, ya sean las repeticiones diarias y las meditaciones matutinas y nocturnas que alcanzan un promedio sugerido de media hora cada una. Nos enseña a acostarnos con Dios, a levantarnos pensando en Dios, y dejando que el Espíritu Santo guíe cada paso de nuestro día. A contemplar lo que parece acontecernos con la visión de Cristo, con la visión del amor, y si hemos hecho lo mejor posible nuestras prácticas, (no si las hemos hecho perfectamente, pues lo más seguro es que no), entonces podemos llegar al nivel de comprensión de esta lección:
"La quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón."
Ya estamos en la paz del cielo. No tenemos que hacer nada para Ser lo que somos: el perfecto Hijo de Dios que vive feliz al lado de Su Padre soñando en el exilio de la separación. No tenemos que cambiar nada porque lo que Es no está sujeto a cambios. Somos el Cristo, nunca lo hemos dejado de Ser. De ahí que el Curso nos dice que la iluminación no es un cambio sino un reconocimiento. Siempre hemos estado iluminados solo que soñamos que somos pecadores y culpables. Ahora lo único que tenemos que hacer es despertar del sueño y reconocernos como lo que siempre hemos sido: los eternos hijos de Dios.
ORACION DEL DÍA:
"Padre, ¡qué día tan sereno el de hoy! ¡Cuán armoniosamente cae todo en su sitio! Éste es el día señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. En Ti ya se han tomado todas las decisiones. En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. En Ti ya se han colmado todas mis esperanzas. Tu Paz es mía. Mi corazón late tranquilo y mi mente se halla en reposo. Tu Amor es el Cielo y Tu Amor es mío."
La palabra "quietud" tiene varios significados: ausencia de movimiento, reposo y sosiego (paz). Todas ellas son aplicables a la lección de hoy.
Si hay movimiento tiene que haber espacio por donde se desplace lo que se mueva, y por lo tanto, tiempo para medir ese desplazamiento entre dos puntos del espacio. La lección de hoy nos sustrae de la dinámica tiempo y espacio. Quienes hayan tenido experiencias místicas saben que es un estado de quietud donde no hay espacio. No hay arriba ni abajo, ni horizonte ni distancia, no hay bordes ni límites, es una luz que está en todas partes, pues se siente que estás en todas partes, es un estado de paz y gozo infinito, esa es la "La quietud del Cielo (que) envuelve hoy mi corazón."
Esa quietud, es no movimiento, es paz, reposo, sosiego, de ahí la insistencia de las prácticas del Curso de aquietar la mente, del silencio interior que nos conduce al instante santo. "La quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos completamente seguros."
En esos instantes santos de quietud, pasamos de las dudas a las certezas, del miedo a un amor gozoso que todo lo sana y todo lo abarca, hemos depositado toda nuestra confianza en nuestro Padre y gustosamente nos dejamos guiar hacia Él "Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos ha prometido. Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue siendo uno con Él."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "7. ¿Qué es el Espíritu Santo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.