LECCIÓN 287 Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

       LECCIÓN 287

Lea aquí la Introducción a la Segunda Parte del Libro de ejercicios




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 287

Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

1. ¿Adónde querría ir sino al Cielo? 2 ¿Qué podría substituir a la felicidad? 3 ¿Qué regalo podría preferir a la Paz de Dios? 4 ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? 5 ¿Cómo iba a preferir vivir con miedo en vez de con amor?

2. Tú eres mi meta, Padre mío. 2 ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? 3 ¿Qué otro camino sino el que conduce a Ti querría recorrer? 4 ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las substituciones fútiles de la verdad? 5 Tú eres mi única meta. 6 Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. 7 ¿De qué otra manera, si no, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?





AUDIOS de la Lección 287
de CELEBRANDO EL MILAGRO



Lectura de la Lección 287
A través de Mariano Noé 


Ocurrir de la Lección 287
a través de Martin Musarra


Lección 287
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda



































LECCIÓN 287

Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.


Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


¡Que la paz sea con nosotros hoy!


Esta es una hermosa y esperanzadora lección. Si hago a Dios como mi única meta nos pregunta Jesús:
” ¿A dónde querría ir sino al Cielo?”

No hay nada que se le compare a ese lugar de paz, de dicha, de amor, de bondad que hay en mi mente donde me encuentro con mi Padre. El Cielo es nuestro hogar en el que fuimos creados y que nunca abandonamos. El Cielo no es un lugar. Es la conciencia de la perfecta unicidad  con nuestro Padre.

”¿Qué podría substituir a la felicidad?”, nos pregunta Jesús.

No hay nada como hacer la Voluntad de Dios de que seamos perfectamente felices. Felicidad basada sobre la unidad, sobre la totalidad que no excluye a nadie y en la que nadie pierde, como pasa con el ego.

”¿Qué regalo podría preferir a la Paz de Dios?”, dice Jesús.


La Paz de Dios es ese estado mental de tranquilidad, alegría, de seguridad, fortaleza, de ausencia de miedo y de culpa, de ausencia de lucha y de conflicto, de abundancia plena donde soy consciente de que lo tengo todo y que nada me falta, ni me puede faltar. Por medio del perdón y la guía de Jesús y el Espíritu Santo, abandonamos toda duda y todo ataque. Veremos en nuestros hermanos a nuestros salvadores y no a nuestros enemigos. Salvadores porque me muestran lo que tengo que perdonarme. Los errores que veo en mis hermanos, son producto de mis proyecciones, de mis propios errores que tengo que perdonar y corregir. Todo esto y mucho más lo produce la Paz de Dios.

Sigue preguntando Jesús:

” ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad?”

Mi Identidad como Hijo de Dios, como Cristo, al compartir el mismo Ser de Dios es el mayor regalo que he recibido de mi Padre. Como Su Creación tengo las mismas características que Él. La principal lección del Curso es Soy tal como Dios me creó que se repite en las lecciones 64, 110 y 162. También, hace parte de un repaso de 20 lecciones. Si supiéramos quienes somos, realmente, no sufriríamos en este mundo del ego basado en la separación, en la culpa, en el miedo, en el conflicto.

”¿Cómo iba a preferir vivir con miedo en vez de con amor?”, dice Jesús.

Esta es una pregunta muy lógica de Jesús. Parece increíble que esta pregunta existiera. Pero, en la realidad, es lo que hacemos a todo momento: escogemos el miedo. El miedo es nuestra propia invención al pensar con el ego y no podemos sino creer en lo que nosotros mismos hemos inventado. Por eso, necesitamos la ayuda de Jesús y del Espíritu Santo para salir del miedo, para ver con los ojos del amor y no del miedo. El miedo no es sino una súplica o petición de amor o de ayuda. 

Quedémonos con esta hermosa oración de la lección. Vale la pena hacerla a lo largo del día:

”Tú eres mi meta, Padre mío. ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? ¿Qué otro camino sino el que conduce a Ti querría recorrer?  ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de la substituciones fútiles de la verdad? Tú eres mi única meta. Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. ¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer mi Ser y volverme uno con mi Identidad?”

Con relación al tema del Espíritu Santo

Nos dice, Jesús, en el tema especial 7. ¿Qué es el Espíritu Santo?:

”El Espíritu Santo entiende los medios que fabricaste para alcanzar lo que por siempre ha de ser inalcanzable. Mas si se los ofreces a Él, Él se valdrá de esos medios que inventaste a fin de exiliarte para llevar a tu mente allí donde verdaderamente se encuentra en su hogar”.

El Espíritu Santo conoce los medios que hemos utilizado para mantener la creencia en la separación. Nos hemos valido de nuestro deseo de ser especial, del odio y el resentimiento, del aferrarnos al pasado, de la ira, de la culpa, del miedo, de las relaciones especiales, para justificar la fabricación de nuestros pequeños mundos particulares en los cuales nos sentimos, supuestamente, protegidos y a salvo. Se trata de reconocer que estábamos equivocados pues estábamos dominados por el pecado, la culpa y el miedo. Se trata de aceptar su orientación para que transforme esos pensamientos no amorosos que nos han dominado en pensamientos amorosos. 

Con la ayuda del Espíritu Santo podemos aceptar de corazón el pensamiento de la lección de hoy Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú. 

Proceso de práctica de la lección


Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos  a Dios.

Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.












Kenneth Wapnick 

«Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.»

Lección 287.

"Jesús pone de relieve lo que nos enseñó en la lección 285. Si Dios es nuestra meta, entonces debemos aceptar el medio del perdón que Él nos ha dado. Como estudiantes de Un Curso de Milagros, el medio específico incluye el Curso en sí. Si somos por lo tanto serios acerca de llegar a Dios, debemos ser serios sobre lo que nos ayudará a conseguir nuestra meta. Esto significa que cuando abrigamos pensamientos de ira, juicio y deseo de ser especiales, estamos afirmando que Dios «no» es nuestra meta. Al menos no en este momento.

Por lo tanto hay un método en la locura del ego. No nos enojamos a causa de algo externo, porque la ira es una defensa contra la idea subyacente de miedo que dice: “Si voy a casa con Dios, desapareceré” Recordemos que en el «Manual Para El Maestro» Jesús habla de la ira como el pesado telón que cae rápidamente para cubrir la paz de Dios (M-20.4: 2). Si temes esta paz, solo debes pelear con alguien o contigo mismo enfermándote. El mundo es más hábil en suministrar innumerables oportunidades para nosotros - una vez que las busquemos las encontraremos, y cuando lo hacemos, se debe a que las hemos buscado para apoyar el objetivo de la separación del ego en lugar de la Unicidad viviente de Dios.

(1) «¿Adónde querría ir sino al Cielo? ¿Qué podría substituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? ¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?»

En Un Curso de Milagros, la palabra «especialismo» casi siempre está detrás de la palabra «sustituto». Sustituimos la realidad de Dios, nuestra única relación real, lo que significa que hemos elegido la meta del especialismo como sustituto del Cielo. Por consiguiente, necesitamos ver cómo continuamente tratamos de sustituir la verdad, y cómo estos intentos siempre se encontrarán con la futilidad porque los sustitutos nunca nos traerán la felicidad, que sólo Dios puede brindar. Recordemos:

“Substituir es aceptar una cosa por otra. Sólo con que examinases exactamente lo que esto implica, percibirías de inmediato cuánto difiere del objetivo que el Espíritu Santo te ha dado y quiere alcanzar por ti.” (T-18.I.1:1-2)

Para alcanzar el objetivo del Espíritu Santo, sólo necesitamos cambiar nuestros maestros y percepciones de los demás, cambiando nuestro deseo de juicio al perdón, el miedo al amor, y el infierno al Cielo.

(2) «Tú eres mi meta, Padre mío. ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? ¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las substituciones fútiles de la verdad? Tú eres mi única meta. Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. ¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?»

Para lograr nuestra meta, primero debemos alcanzar su condición de paz:

“No olvides que la motivación de este curso es alcanzar y conservar el estado de paz. En ese estado la mente se acalla y se alcanza la condición en la que se recuerda a Dios...La paz no tiene substitutos. No hay alternativa para lo que Dios crea. La verdad surge de lo que Él sabe. Y así como toda la creación surgió en Su Mente por razón de lo que Él sabe, del mismo modo tus decisiones proceden de tus creencias.” (T-24.in.1:1-2; 2:7-10)

Por lo tanto, tomamos la única decisión sensata que existe y elegimos perdonar en lugar de condenar, para que conozcamos la paz que marca el comienzo de la remembranza del Amor de Dios y de nuestro Ser."

Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.













LECCIÓN 287
Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

Recordemos que en lecciones anteriores, nos explicaban que creemos tener muchos problemas, y para cada problema buscamos una solución específica. El Curso nos dice que contrariamente a lo que pensamos, tenemos un solo problema y una sola solución. El problema es la creencia en la separación. La solución es volver a la unidad. En un principio nos puede parecer una simplificación. Pero en la medida que avanzamos en nuestro estudio y práctica nos vamos dando cuenta que tiene que ser así.  Dentro de la misma lógica se sitúa esta lección. Cuando nos plantea una sola meta: Dios. 

Siempre me ha encantado la belleza y precisión del uso del lenguaje del Curso. Nos habla de meta no de objetivo o propósito, que si bien son parecidas, tienen sus diferencias. 

Una meta es el fin hacia el que se dirigen las acciones o deseos. El prefijo meta nos viene del griego, que nos indica "más allá de",  "después de", por ejemplo, la palabra metafísica, más allá de lo físico, para referirse a los estudios filosóficos sobre el Ser absoluto, Dios, etc. 

Lo que diferencia las enseñanzas del Curso de otras, es su radicalidad, es un sistema de pensamiento que no da lugar a dudas, que no permite que se infiltre pensamientos del ego. 

Así que llegados a estas alturas del aprendizaje nos planteamos llegar a una sola meta: Dios, y todos los demás objetivos o propósitos que creemos tener se subordinan a la que será nuestra única  meta de ahora en adelante.  Para ayudarnos a tomar esta decisión la lección nos plantea una serie de preguntas que nos motivarán  a elegir a favor del amor y la paz:

"¿Adónde querría ir sino al Cielo?  ¿Qué podría substituir a la felicidad?  ¿Qué regalo podría preferir a la Paz de Dios?  ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad?  ¿Cómo iba a preferir vivir con miedo en vez de con amor?"
Si contestamos positivamente estas preguntas, avanzaremos a hacerlas realidad en nuestras mentes, y la oración del día nos ayuda a reforzar nuestra meta:

ORACIÓN DEL DÍA:

"Tú eres mi meta, Padre mío.  ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? ¿Qué otro camino sino el que conduce a Ti querría recorrer? ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las substituciones fútiles de la verdad?  Tú eres mi única meta. Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste.  ¿De qué otra manera, si no, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?"

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "7. ¿Qué es el Espíritu Santo?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad. 





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