LECCIÓN 329 He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.




Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM

LECCIÓN 329

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.

1. Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra voluntad más poderosa que la Tuya. 2En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. 3Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. 4Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. 5Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. 6Esa decisión se tomó para siempre. 7No puede cambiar ni oponerse a sí misma. 8Padre, mi voluntad es la Tuya. 9Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha interminable porque así lo dispone Tu Voluntad.

2. Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. 2No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. 3A través de Ella reconocemos que somos uno solo. 4A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.




AUDIOS de la Lección 329
de CELEBRANDO EL MILAGRO


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Lección 329
comentada por 
Jorge Luis Álvarez Castañeda


































LECCIÓN 329

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.


Comentada por: 
Jorge Luis Álvarez Castañeda

¡Que la paz sea con nosotros hoy!

Esta es una lección de unidad y confianza en Dios. Si elegimos lo que la Voluntad de Dios dispone, se acaban las dudas que surgieron cuando se dio la creencia en la separación de Dios. Nos unimos a Dios. No tenemos que seguir dudando ni tampoco eligiendo. La capacidad de elegir surge con el ego, con la mente dividida. Cuando se está en la Unidad de Dios no hay nada que elegir: todo es perfecto. Se está en el Conocimiento. 

Recordemos que el Conocimiento o el Cielo es el mundo de Dios y de Su Hijo que existía antes de que se diera la creencia en la separación. Este es un mundo de perfecta unidad, no hay diferencias de formas como en la percepción. Es pura no dualidad en la que no existe la oposición entre sujeto y objeto. Cuando se da la creencia en la separación aparece la percepción con la división sujeto – objeto: hay un sujeto que percibe y un objeto percibido. Hay polaridades – grande, pequeño; luz, obscuridad; vida, muerte, etc. -, por lo tanto, se requiere comparar y evaluar lo que implica la necesidad de tener que elegir. 

”Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra voluntad más poderosa que la Tuya”, nos dice Jesús.

Cuando creí haberme separado de Dios caí en la incertidumbre, en la duda, en la inseguridad, en la desvalorización, en el ataque. Quise hacer mi voluntad y contraponérsela a la de Dios y buscar culpables afuera a quien atribuirles todos los problemas originados por la creencia en la separación de Dios. 


Dice Jesús:

”En realidad, no obstante,  no soy otra cosa que Tu Voluntad, extendida y extendiéndose. Eso es lo que soy, y eso nunca habrá de cambiar. Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo”.

La extensión es otra ley de Dios. Mediante ella los pensamientos se extienden hacia afuera, sin abandonar la mente, causando efectos iguales a su naturaleza y a su semejanza.

Ese proceso de extensión nos lo explica Jesús en capítulo 15 sección VI:

”Dios es una Idea, y, por consiguiente, tu fe en Él se fortalece al compartirla. Lo que te resulta difícil de aceptar es el hecho de que, al igual que Tu Padre, tú eres una idea. Y al igual que Él te puedes entregar totalmente sin que ello suponga ninguna pérdida para ti, sino sólo ganancias. En esto reside la paz, pues no hay conflicto”. T-15. VI. 4: 4-7 

Aquí, Jesús, habla de nuestra naturaleza como Espíritu, la misma de Dios. La mente, donde se producen los pensamientos, representa el principio activo del Espíritu el cual le suministra a esta su energía creativa. El Espíritu no cambia, es eterno, perfecto, no tiene nada que ver con el cuerpo físico, no tiene, por lo tanto, forma. Al decidirme elegir a Dios como mi único objetivo avanzo hacia mi retorno a la Unidad con Dios.

”Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya”.

En mi creación acepté mi Unidad con Dios. Mi voluntad estaba comprometida con Dios. Pero surge, en el interior de la mente, la idea loca de quererse separar de Dios y, esa mente colectiva, proyecta el mundo y el cuerpo. Pero, como nos ha enseñado Jesús, la separación nunca ocurrió, aunque se crea que fue cierto. 

Continúa Jesús: 

”Esa decisión se tomó para siempre. No puede cambiar ni oponerse a sí misma. Padre, mi voluntad es la Tuya. Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha interminable porque así lo dispone Tu Voluntad”.

La decisión de ser Uno con Dios es eterna. Dios no va cambiar de parecer de considerarnos Su Hijo amado, así creamos lo contrario. Si me decido por hacer de Dios mi único objetivo, de aceptar que mi voluntad y la Suya es la misma sólo puedo gozar de una seguridad y dicha interminable. 

Finalmente nos dice Jesús:

”Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su voluntad. A través de ella reconocemos que somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. Por medio de ella reconocemos que somos uno solo. Por medio de ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios”.

Si soy coherente con la afirmación de que estoy unido a mi Creador no realizo actos de ataque hacia mis hermanos mediante juicios. A Dios no puedo llegar sin mis hermanos y para ello tengo que, continuamente, perdonar cualquier pensamiento de ataque que se me presente.  


Con relación al tema de la Creación.

Nos dice, Jesús, en el tema especial 11. ¿Qué es la Creación?:

”Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo para que Su Voluntad se haga en la tierra, para que se nos restituya nuestra cordura y para ser solamente tal como Dios nos creó”.

Para cumplir esta función de recordar a Dios que Él nos encomiendó necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, necesitamos perdonar y aceptar la Expiación para nosotros mismos para que vayamos a nuestra mente recta, de tal manera, que deshagamos las percepciones distorsionadas del ego, basadas en el pecado, la culpa y el miedo. Y si, además, extendemos los Pensamientos de Dios a nuestros hermanos, avanzaremos en el recuerdo de Dios y se nos darán los medios que necesitemos para hacerlo como, Jesús, nos ha enseñado en la lección de hoy.

Proceso de práctica de la lección

1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche

Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.

Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.

Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús. 

Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.

En tu meditación intenta entrar en  contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.

Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.

Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:

”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)

2. Recordatorios cada hora. 

Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.

Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios. 

3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.

 Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.

4. Respuesta a la tentación.

Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.

Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.

Muchas, muchísimas, bendiciones.













Kenneth Wapnick 

«He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.»

Lección 329.

"Llegamos a otra lección sobre el tema de la unicidad: la unidad de nuestra voluntad y la de Dios. Nuestro Creador ha querido que siempre fuésemos parte de Él, no separados, y lo que Él quiere nunca puede no ser así.

(1:4) «Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra voluntad más poderosa que la Tuya. En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo.» 

Creímos que logramos lo imposible en la separación, habiendo vagado en el país lejano de las voluntades separadas del ego. Nuestra culpabilidad, nacida del pensamiento de que habíamos pecado contra nuestro Padre, hizo que nos convirtiéramos en sus hijos en lugar de los del Amor. Lo cierto, sin embargo, es que como una extensión de la Voluntad de Dios nunca abandonamos nuestra Fuente, y así gustosamente reconocemos el error de haber creído en las ilusiones, aceptando felizmente la verdad de nuestra creación en su lugar.

(1:5) «Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya.» 

Anteriormente me referí a la importante sección “Los votos secretos”, donde Jesús habla de la promesa de Dios de que seremos por siempre Su Hijo, siempre uno con Su Amor. El Hijo no recuerda “que le contestó: "Sí, Padre", si bien nació como resultado de esa promesa.” (T-28.VI.6: 4-6). En ese hermoso pasaje, Jesús expresa poéticamente lo que sucedió en nuestra creación, y él se refiere a ello aquí también - nosotros, como Hijo de Dios, somos eternamente uno con Su Voluntad.

(1:6-7) «Esa decisión se tomó para siempre. No puede cambiar ni oponerse a sí misma.» 

Podemos soñar que estamos en oposición a Dios y Su Voluntad, pero en verdad nada ha ocurrido para perturbar nuestra morada en el Cielo:

“No creas que puedes cambiar el lugar donde Ellos [Dios y Su Hijo] moran. Pues tu Identidad reside en Ellos, y allí donde Ellos están, allí tienes que estar tú para siempre. La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse.” (T-29. V.2:1-3)

(1:8-9) «Padre, mí voluntad es la Tuya. Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha interminable porque así lo dispone Tu Voluntad.» 

Qué mayor gozo puede haber en nuestro mundo de separación que aprender que estamos perfectamente a salvo - en cualquier lugar y en todas partes - porque nuestra voluntad y la de Dios son una.

(2) «Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. A través de Ella reconocemos que somos uno solo. A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.»

Si somos sinceros en nuestro deseo de volver a casa y despertar a nuestra Identidad como  Hijo de Dios, no podemos vernos a nosotros mismos como separados de nadie más. La Filiación de Dios es una, así en la tierra como en el Cielo, y recordar este feliz hecho «es» la manera de llegar a la casa de nuestro Padre."

~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.








LECCIÓN 329

"He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone."

Comentada por:
Oscar Gómez Díez 

El ego no es más que un pensamiento falso que cree haber sustituido la Voluntad de Dios. El ego "Es la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta una forma en que Ésta es negada." (L-PII.12.1:2) El ego se nos presenta como la  "voluntad" de un yo limitado que se contrapone o niega la Voluntad de Dios, la Voluntad del Amor, y pretende fabricar un mundo opuesto al de Dios. 

"ORACIÓN DEL DÍA:

"Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra voluntad más poderosa que la Tuya. En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. Esa decisión se tomó para siempre. No puede cambiar ni oponerse a sí misma. Padre, mi voluntad es la Tuya. Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha interminable porque así lo dispone Tu Voluntad."

Al creer que habíamos desafiado la Voluntad de Dios, dimos origen a la creencia en la separación, el pecado y la culpa. Pero la Voluntad de Dios es la única real, es inmodificable, es la Voluntad del Amor extendiéndose a sí mismo, el Hijo de Dios es Su resultado. El Creador y lo creado nunca se separan, en eso consiste su unicidad. El ego "En su demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. Y desde su terrible autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida." (L-PII.12.2:3-4) El ego es la negación de Dios y toda Su Creación, que fabrica un mundo totalmente opuesto y lo presenta como la creación de Dios, al que señala como verdadero. De  tal manera Dios siendo inmortal crea un cuerpo mortal. Dios siendo eterno crea el tiempo, y por lo tanto, lo que se degrada, enferma o parece morir. Dios que es amor crea el miedo, Dios siendo paz crea el conflicto, y siendo felicidad crea el sufrimiento. 

Al creer que ha logrado separar al Hijo de Dios de Su Padre, el ego se va a considerar la causa del mundo, al que considera real, por lo que cree que ha vencido a Dios, pues pretende  hacernos creer que este mundo del olvido y del desamor es lo único que existe. Pero "Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. A través de Ella reconocemos que somos uno solo. A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios." La única manera de deshacernos del ego es reconocer nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero origen, y aceptarlo plenamente, y eso lo logramos con el perdón. Nuestra única función en este mundo es elegir la Voluntad de Dios, pues finalmente la "voluntad" del ego no es nada, ya que no es real, pero al darle importancia nos habíamos extraviado. El perdón nos ayuda a restituir nuestra verdad. 

PRACTICA:

Repasa el tema especial de esta sección, titulado "11. ¿Qué es la Creación?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea  y la oración del día, y si logras   memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:

"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)

No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.  







CELEBRANDO EL MILAGRO 

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BENDICIONES!






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