Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 330
Hoy no volveré a hacerme daño.
1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. z¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya propia. 5El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.
2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Contigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.
AUDIOS de la Lección 330
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Lección 330
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 330
Hoy no volveré a hacerme daño.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Esta es otra lección que cuestiona. Me niego a creer que nosotros mismos elijamos sufrir, pero si analizamos nuestras vidas podemos encontrar que tenemos todo un catálogo de situaciones dolorosas que hemos acumulado en nuestras vidas y que nos negamos a soltar.
Recordemos esta cita de Jesús del capítulo 27 sección I:
”El deseo de ser tratado injustamente es un intento de querer transigir combinando el ataque con la inocencia”. (T-27. I. 1:1)
Es tanta la culpa que cargo por la ancestral culpa de creer haberme separado de Dios y a la cual sumo las culpas de la vida cotidiana en este mundo del ego, que tengo que proyectarla en otro, así, para lograrlo, tenga que aceptar sufrir. Sufro, pero puedo demostrar que otro es el culpable y yo soy inocente. Además, que el ponerme en condición de víctima tiene sus ventajas: me exime de asumir mi responsabilidad frente a la dirección de mi vida.
Jesús, nos ha dicho, reiteradas veces, que no somos culpables de nada, que somos inocentes. Lo que si somos es responsables de decidir seguir manteniendo el dominio del ego en nuestras vidas, o no. Si cambiamos al Espíritu Santo, toda esta cadena de sufrimientos y de culpa desaparece mediante el perdón y la aceptación de la expiación para nosotros mismos. La Expiación es la entrega de nuestros errores al Espíritu Santo para que Él los deshaga, para que anule la creencia en la separación de Dios.
Jesús nos dice en la lección:
”Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? ¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo?”
El perdón es mi única función. Es lo que me permite sanar mi mente de las imágenes de dolor que veo. Tal como Jesús nos enseñó en la lección 325 Todas las cosas que veo son reflejo de ideas:
”Esta es la clave de la salvación: lo que veo es reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la mente lo juzga valioso, y, por lo tanto, procura encontrarlo”. (L-325. 1: 1-2)
La pregunta que debo hacerme es ¿Cuáles son las imágenes que tengo en mi mente que necesito perdonar? Si veo a mi hermano agresivo, culpable, arrogante…es porque estoy proyectando en mi hermano mi propia agresividad, culpabilidad, arrogancia… Mi hermano es mi mejor terapeuta: me muestra lo que tengo que cambiar en mi mente.
Nuestras mentes no son impotentes. Se trata de confiar en Dios. Recordemos que la confianza es el sentir de que en nosotros se encuentra el Poder de Dios con el que podremos enfrentar cualquier situación que se nos presente. Confiamos en Dios, en Su Palabra de que hemos sido salvados, de que no hay nada que temer pues el futuro lo ponemos en Sus Manos.
Dice Jesús:
”La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al Espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya propia”.
El principal regalo que Dios me dio fue mi Ser, mi Identidad como Hijo de Dios. Identidad que me sitúa en la Unidad con Dios, que hace que la Voluntad de Dios sea la misma mía. A partir de este generoso regalo o don de Dios se desprenden los demás: la paz, el amor, la dicha, la bondad, la confianza, el agradecimiento, el perdón, la Gracia, el Espíritu Santo mismo… Al aceptar los regalos de Dios corrijo la creencia impuesta por el ego de que soy un cuerpo y admito que lo que soy es Espíritu.
Continúa Jesús:
”El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos”.
Sin la creencia en el pecado, en la falta que creímos cometer cuando creímos separarnos de Dios, se acaba el miedo y la creencia en el sufrimiento y el sacrificio. Si aceptamos que Dios es nuestra Identidad no hay ninguna razón para creer sufrir: el miedo desaparece y le da lugar al Amor que siempre hemos sido pero que, siguiendo al ego, en algún momento decidimos olvidar.
Hagamos la oración durante el día:
”Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Contigo. Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser”.
Con relación al tema de la Creación.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 11. ¿Qué es la Creación?:
¬ ”Nuestro Padre nos llama. Oímos Su Voz y perdonamos a la Creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya Santidad Su Creación comparte con Él; Cuya Santidad sigue siendo todavía parte de nosotros”.
Nuestro Padre, a través de Su Voz, el Espíritu Santo, nos llama para que participemos en Su plan de salvación y esto lo hacemos mediante el perdón de las ilusiones de la separación que fabricaron el mundo del ego. Nos llama a retomar la verdad de la Santidad que compartimos con Dios y nuestros hermanos, pero que hemos olvidado al seguir al ego. La Santidad con la que Dios nos creó sigue estando y estará con nosotros en nuestra Identidad como Hijos de Dios por siempre.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios.
Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Lección 330.
«Hoy no volveré a hacerme daño.»
Kenneth Wapnick
"Esta es otra lección importante que nos recuerda de nuestra necesidad de reconocer cómo continuamente nos lastimamos al aferrarnos a los pensamientos de especialismo. Persistentemente participamos en el pensamiento y comportamiento que sabemos nos hará daño - al margen de las mentiras del ego de que ellos nos darán placer - es una manera de decir: “Quiero lastimarme, porque eso establece mi existencia sin ser responsable por ello”. Por consiguiente, necesitamos ser conscientes de cómo somos la causa de nuestro propio sufrimiento.
(1:1-3) «Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? ¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es Suyo?»
Las imágenes de dolor son las que experimentamos como cuerpos, pero son sólo sombras del dolor de la culpabilidad de la mente. Jesús nos pide que cuestionemos el que hayamos hecho impotente a la mente, lo cual hacemos siempre que nos identificamos con el sufrimiento del cuerpo. Si el cuerpo sufre y culpamos a otro, negamos el poder de la mente para elegir el dolor. Hacemos así real a la figura del sueño, porque deseamos ocultar el papel de la mente como el soñador. Reconociendo nuestro error, ya no queremos enseñar nuestra impotencia, sino más bien que nuestro sufrimiento proviene de la elección de la mente - el mundo nunca puede herirnos, pero nos lastimamos a nosotros mismos mediante nuestras decisiones equivocadas.
(1:4) «La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya propia.»
Jesús nos ayuda a llevar la imagen de dolor, que se experimenta en el mundo y el cuerpo, de vuelta a la mente que es la sede de todo poder. Así podemos elegir de nuevo para aceptar los regalos de Dios en lugar de los del ego - la libertad y la dicha en lugar del aprisionamiento y el dolor.
(1:5-6) «El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.»
Recordemos esta hermosa línea que representa el cambio del miedo al Amor de Dios, que es nuestro Ser:
«No pienses que ninguno de los regalos que el miedo ofrece es digno de un instante de vacilación, cuando las puertas del Cielo están ante ti y el Cristo de Dios está esperando tu regreso.»
(Los Regalos de Dios, págs. 121-22).
(2) «Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y Si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Contigo. Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.»
Implícito en esta declaración está el propósito de todo sufrimiento - percibido en nosotros mismos y en los demás - impedir que conozcamos nuestra Identidad. Cuando recordamos quiénes somos como el único Hijo de Dios, ya no somos el ego - un yo especial, único e individual. Por lo tanto, para asegurar que no lo recordemos, solo necesitamos sufrir, y luego culpar a alguien o algo más. Por lo tanto, nuestra atención debería centrarse en aprender el propósito inherente en el dolor. Lo que hace que Un Curso en Milagros sea único entre los sistemas espirituales es que Jesús nos ayuda a entender «por qué» elegimos estar en este mundo y nuestro cuerpo, «por qué» elegimos sufrir y «por qué» elegimos permanecer aquí en un estado tan doloroso. Hay, pues, un método en la locura del ego: mantener el recuerdo de Dios enterrado para siempre en la mente, más allá de nuestra capacidad como cuerpos sin mente para aceptarlo."
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 330
"Hoy no volveré a hacerme daño."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Nada ni nadie puede hacerme daño excepto mis propios pensamientos.
¿Cuando nos hacemos daño? Cuando juzgamos y condenamos, ya sea a nuestros hermanos o a nosotros mismos. Cuando atacamos, nos atacamos a nosotros mismos. La causa del daño, del conflicto y del sufrimiento, está en nuestras mentes, y sólo en nuestras mentes, y no en el mundo. El mundo es sólo el espejo de los pensamientos que hemos proyectado sobre él.
Reconociendo este hecho, sólo tenemos una opción: aceptar "Hoy que el perdón es nuestra única función." Si reconocemos que nuestra mente errada es la fuente de todo dolor, y aceptamos el perdón como nuestra única función, entonces nos podemos preguntar, "¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor?" parece absurdo, y así lo es. Tenemos un deseo inconsciente de sufrir, de ser tratados injustamente.
El ego pretende enseñarnos que el dolor, la enfermedad y la muerte, son nuestra condición natural, pero Jesús nos recuerda lo contrario, "¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo?" Ese es el propósito del ego, enseñarnos lo que no somos, ocultar nuestra verdadera identidad, que somos el perfecto Hijo de Dios, y que por lo tanto, no podemos sufrir, y nada ni nadie nos puede hacer daño.
"La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya propia." Para llegar aceptar los regalos que Dios nos ofrece, tenemos que aceptar primero que somos Sus hijos, que fuimos creados a Su semejanza, que somos tan impecables e invulnerables como nuestro Padre, y en ese momento reconocemos que, "El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir." Y esto solo lo logramos a través del perdón.
Cuando reconocemos el amor que somos, el miedo y el sufrimiento desaparecen y nuestras mentes son reinstauradas al espíritu, y extendemos nuestro amor y nuestra dicha, pues nos hemos unido a Voluntad de nuestro Padre. "Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos." Nuestro problema de fondo es que creímos tener otra identidad, forjamos un "yo" separado de Dios, y la culpa y el miedo, nos atrapan en una espiral de dolor, carencias, conflictos y ataques, que se alimentan a sí mismas, hasta que decidamos ver las cosas de otra manera, desde el amor que somos y no del miedo que no somos.
ORACIÓN DEL DIA:
"Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Contigo. Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "11. ¿Qué es la Creación?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.
CELEBRANDO EL MILAGRO
CELEBRA LA CORRECCIÓN QUE OCURRE AHORA
BENDICIONES!