Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 351
Mi hermano impecable es mi guía a la paz: Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré.
1. ¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo? 2Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. 3Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás. 4Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. 5Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. 6Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. 7Pues sólo Él juzga en Tu Nombre.
AUDIOS de la Lección 351
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 351
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 351
a través de Martin Musarra
Lección 351
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 351
Mi hermano impecable es mi guía a la paz. Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Bueno. Ya estamos en la recta final de este maravilloso Curso que busca que avancemos hacia nuestro hogar en Dios y que mantengamos contacto permanente con nuestro maestro interior.
Jesús, nos ha dado todas las herramientas para que tengamos claro el tema de esta última sección: ¿Qué soy? El ego quiere que contestemos esta pregunta diciendo que somos seres carentes, débiles, conflictivos, llenos de miedo y de culpa, indignos, pecadores, separados de Dios y de nuestros hermanos. Y para mantener esta manera de vernos tenemos que acudir a los juicios con los cuales sustentamos la culpabilidad de mi hermano y la inocencia mía. Por fortuna, tenemos como guías al Espíritu Santo y a Jesús, quienes, ante situaciones que creamos ver de violencia y de conflicto, nos enseñan que esta no es la Voluntad de Dios porque la Voluntad de Dios es que seamos felices y no suframos. Esa es una situación para perdonar y practicar la lección 349 Hoy dejo que la visión de Cristo contemple todas las cosas por mí, y que, en lugar de juzgarlas, le conceda a cada una un milagro de amor. Con la visión de Cristo no tengo nada que temer: me reafirmo en mi verdadera
identidad como Hijo de Dios.
Jesús nos dice en la lección:
”¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo?”
Mi hermano es el Hijo de Dios, el Cristo, el Ser, como yo. Mi hermano no es el ser que he fabricado con mis proyecciones de culpa y miedo. Mi hermano no es responsable de lo que me sucede. Mi hermano, al igual que yo, es el Hijo amado de Dios. Dios, no está completo sin él, al igual que sin mí. Mi hermano es el tesoro de Dios, al igual que yo. Mi hermano es completamente inocente e impecable, al igual que yo. Mi hermano y yo somos uno: hacemos parte de la Filiación, de las creaciones de Dios y tal como nos enseña la Expiación, nunca nos hemos separado de Dios.
Continúa Jesús:
”Más si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrador. Más percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás”.
Jesús, nos ha enseñado, repetidamente, la relación entre proyección y percepción por eso nos dice en la lección 250:
”Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él me veré a mí mismo” L-250. 2:3
Lo que vea en mi hermano es producto de los pensamientos que tengo en mi interior. Si veo conflicto en él, en mi interior tengo conflicto. He estado dominado por mucho tiempo por la lógica de la separación del ego. Y de esta lógica, no salgo solo. Necesito ayuda. Necesito al Espíritu Santo y a Jesús. Mi hermano, a quien considero como mi enemigo, o, como la persona con la que no estoy de acuerdo, me hace el favor de mostrarme como soy internamente. Por ejemplo, si veo en mi hermano agresividad, la pregunta que debería hacerme es: ¿Cómo es mi agresividad? Y si la encuentro, la perdono.
Continúa Jesús:
”Puedo así mismo ver a mi hermano exento de pecado y como Tu santo Hijo. Y si esta es la alternativa por la que me decido, veré mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. Decide, pues, por mí Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. Pues sólo Él juzga en Tu Nombre”.
Si veo con la visión de Cristo veo el camino despejado de los obstáculos que coloca el ego en mi mente. Siento la fortaleza de Dios en mí y afirmo con claridad lo que dice la lección 48 No hay nada que temer.
Le pido al Espíritu Santo que elija por mí. Se trata de confiar en el papel que le ha asignado Dios en el proceso de deshacer la creencia en la separación. Y esta es una decisión que tenemos que tomar a cada momento: veo a mi hermano impecable o lo veo como pecador. Si me decido por el Espíritu Santo doy pasos firmes en el camino de regreso a casa.
Con relación al tema de Que soy?
Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:
Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. En mí Su Creación se santifica y se le garantiza vida eterna. En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. Soy el santo hogar de Dios Mismo. Soy el Cielo donde Su Amor reside. Soy Su santa Impecabilidad Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.
Esta es una declaración de independencia del sistema de pensamiento del ego. No soy un ego. No soy el personaje fabricado por el ego, el ser con minúscula, carente y que se considera lleno de pecado, culpa y miedo, separado de Dios y lleno de resentimientos y conflictos.
Soy todo lo contrario del ego. Soy el Hijo de Dios. Soy el Hijo de la naturaleza de Dios: el Amor. Por lo tanto, el miedo es imposible. Me siento unido a todo y a todos. Mi Padre, en su infinita generosidad, ha querido compartir todas sus características conmigo, toda su santidad, toda su perfección e impecabilidad, toda su pureza. Soy la morada de Dios, quien reside en mi mente recta.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Mi hermano impecable es mi guía a la paz. Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré.»
Lección 351
"Como veremos, estas lecciones finales están compuestas solamente de oraciones a Dios. Las dos primeras son similares al presentar los sistemas de pensamiento opuestos de la mente: pecaminosidad e impecabilidad (Lección 351), y juicio y amor (Lección 352) - y nuestra capacidad para elegir entre ellos. También podríamos decir: elijo ver uno o el otro - pecado o impecabilidad - y contemplando mi elección, lo hago real en mi percepción. Así, la manera en que te percibo me mostrará cómo me he percibido a mí mismo.
(1:1) «¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo?»
Recuerda, el Hijo de Dios es uno y, por lo tanto, la forma en que te veo debe ser la forma en que yo me veo. Creer algo distinto de ese principio niega la Expiación y afirma la aparente realidad de la separación.
(1:2-3) «Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás.»
La única manera de dejar ir esta percepción es darnos cuenta de que es una elección que nos trae dolor - el punto de inflexión en nuestro viaje. Jesús apela así a la necesidad egoísta en todos nosotros de sentirnos mejor. El problema es, como ya hemos visto, que no sabemos qué nos hará sentir mejor. Creemos que el placer es dolor y que el dolor es placer. De ahí nuestra necesidad de que un Maestro nos instruya en la diferencia, ayudándonos a entender que el perdón sólo trae placer, mientras que una vida de ataque y temor refuerza el dolor de nuestra separación y soledad. Una vez que este entendimiento se hace claro para nosotros, la elección no es difícil de hacer.
(1:4-7) «Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. Pues sólo Él juzga en Tu Nombre.»
Hemos visto que Dios no elige. Estas palabras sólo simbolizan a Jesús recordándonos que somos nosotros quienes tenemos que elegir al Espíritu Santo - nuestro Consolador y Amigo - como la corrección para la elección original y en marcha en favor del sistema de pensamiento de separación, pecado y odio del ego. Así, el Amor del Espíritu Santo se convierte en la base para nuestro juicio del Hijo de Dios como impecable, el medio seguro para que volvamos a casa por el camino del perdón, y la forma en que recordamos que el Nombre de Dios es nuestro - nuestra herencia como Su bienamado y unificado Hijo. Así decimos a nuestro hermano inocente, en las palabras del poema de Helen: “La Semejanza de Dios”:
«¡Cuán santo eres, Hijo de Dios! Cuán puros
Tus pensamientos; cuán inocente tu mente. En ti
Veo al Anfitrión de Dios; Su Amor, Su Dicha,
Su creación única e indivisible.
Eres tan semejante a Dios como yo a ti,
Y siendo semejante a ti, soy semejante a Él.»
(Los Regalos de Dios, p. 17)"
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 351
"Mi hermano impecable es mi guía a la paz: Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Esta y las siguientes lecciones hasta la 360, sólo contienen la idea y la oración del día, y se suprimen los textos explicativos.
Estamos finalizando el libro de ejercicios, nos encontramos en una fase en la que hemos aprendido a perdonar, se nos ha explicado hasta la saciedad como funciona el ego y su mundo falso, como es la verdad y como podemos determinarla.
Ahora solo buscamos comunicarnos con Dios, y la oración siempre será el eterno canto de Amor y gratitud en la que Padre e Hijo se comunican.
Primero perdonamos, luego oramos, y así nos curamos. Entremos en quietud y silencio para escuchar a Dios hablarnos de Su amor infinito, y decirnos como hacer Su Voluntad.
Entreguémosle al Espíritu Santo todo juicio contra nuestros hermanos, para que podamos contemplar su santidad y la nuestra, y experimentemos la paz y el amor que los juicios parecían habernos arrebatado.
ORACIÓN DEL DÍA:
"¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo? Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consiguiente, volverme atrás. Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. Pues sólo Él juzga en Tu Nombre."
En este mundo vemos a los otros con los ojos del juicio y la condena, no los vemos como nuestros hermanos, esta es una fuente de conflictos y sufrimientos.
Tal como los vea así me veré a mi mismo. Si los veo como pecadores me veré como un pecador y culpable. Si los veo como los inocentes hijos de Dios, así me veré. Así que ambas han sido elecciones, conscientes o inconscientes.
Cada vez que emita un juicio, estoy eligiendo verlos con el ego. Ahora puedo dar marcha atrás y elegir de nuevo lo que quiero contemplar. El perdón y la guía del Espíritu Santo nos ayudan a elegir a favor del amor y los milagros. Todo dependerá nuestra voluntad. Elijamos unir nuestra voluntad a la de Dios y escuchemos sólo la Voz que habla por Él. El resultado no será otro que una sensación de paz y felicidad, que siempre deseamos, y que este mundo jamás ha podido brindarnos.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.