Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 355
La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?
1. ¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? 2Pues Tú mantendrás Tu Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio. 3Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. 4 Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. 5Está muy cerca. 6No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. 7Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. 8Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor.
AUDIOS de la Lección 355
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 355
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 355
a través de Martin Musarra
Lección 355
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 355
La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Jesús, nos insiste en estas lecciones finales, en decidirnos a favor de Dios y de Su Creación. Ya nos hemos decidido mucho tiempo por el ego y lo que hemos obtenido es dolor. Ahora, en este instante, puedo tomar la decisión de dejar el ego.
Nos dice Jesús en la lección:
”¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que me prometiste?”.
El aplazar las decisiones, el aplazar lo que se tenga que hacer, hace parte del mecanismo de defensa de la negación que utiliza el ego para mantenernos bajo su dominio. Recordemos que en la negación lo que queremos es no enfrentar una situación que nos genera culpa y lo hacemos mediante la mentira, la disociación, la huida, las adicciones y el aplazamiento. Pero, como no podemos escapar del todo de la culpa mediante la negación, la proyectamos hacia nuestros hermanos en forma de juicios, ira, ataque.
Tanto la negación como la proyección lo que buscan es negar nuestra responsabilidad sobre lo que nos sucede. Es más fácil atribuirle a los hermanos o al mundo la causa de lo que nos sucede pues, así, podemos ir tranquilos en nuestra condición de víctimas sin asumir ninguna responsabilidad sobre lo que nos sucede. No es lo que creemos que han hecho los otros lo que nos afecta. Son nuestras interpretaciones sobre ello lo que necesitamos cambiar. Y para ello pedimos ayuda, nos aquietamos y tenemos un tiempo con Dios. Estos momentos los podemos también convertir en instantes santos.
Continúa Jesús:
”Pues mantendrás la Palabra que le diste a Tu Hijo en el exilio”.
Recordemos que la Palabra de Dios se refiere a la “respuesta” que Dios dio a la creencia en la separación. Coloco respuesta entre comillas porque la separación de Dios nunca ocurrió. Sólo fue un sueño, una ilusión. Esta “respuesta” tiene diversas formas: el Espíritu Santo, el perdón, la Expiación, los milagros, la paz, la dicha, nuestra Identidad como Hijos de Dios. También, Jesús, nos dice en la lección 234 del motivo de agradecimiento que tenemos con Dios por
“habernos dado tu Palabra de que hemos sido salvados”. (L-234. 2:2)
Continúa Jesús en la lección:
”Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. Incluso ahora mismo mis dedos ya la están tocando. Está muy cerca. No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre”.
Mi tesoro se compone del recuerdo de Dios y de todos mis pensamientos amorosos y de perdón que guardo en mi mente a los cuales puedo acudir cuando quiera. Dios nunca me ha abandonado. Hace parte de mi mente. Puedo estar en paz, para siempre, si dejo de creer en el ego y entro en mi mente recta con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. De tal manera, que pueda contribuir al plan de salvación de Dios al reconocer mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Y esta la reconozco en mí, cuando la reconozco en mi hermano, cuando lo vea tal como Dios lo creó: con impecabilidad e inocencia. Impecabilidad e inocencia que, tal vez, no vean en sí mismos, pero que pueden ver reflejada en mí.
Finalmente nos dice Jesús:
”Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. Tu Hijo quiere ser Quien Él es, y conocerte como su Padre, su Creador, y como su Amor”.
Me decido a reconocer mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Me decido a dejar las dudas y las incertidumbres de no saber quién soy y cuál es mi función en esta vida. Soy tal como Dios me creó, por algo esta es la principal lección del Curso. Y mi función es perdonar. Acepto que fui creado por Dios. Acepto que Dios es mi Padre y que su Voluntad para mí es que tenga paz y dicha, de tal manera que la pueda traducir en milagros de amor para ofrecer a mis hermanos y a Dios.
Con relación al tema de que soy.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:
”Vemos a todos como nuestros hermanos y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas”.
Todos somos Hijos de Dios. Detrás de la imagen conflictiva, carente, llena de miedo y culpa, que hemos fabricado con el ego, se encuentra, el Hijo de Dios que somos: santo, inocente, impecable, y con todas las demás características de Dios con las cuales, nuestro Padre, generosamente, ha querido dotarnos. Para Dios no hay motivo de separación entre Sus Hijos. No hay Hijos más especiales que otros. Todos somos llamados, así algunos decidan escuchar. Pero, algún día, todos vamos a escuchar. Esa es la Palabra que Dios nos ha dado: todos hemos sido salvados, así en el momento no creamos. Si veo a todos como hermanos se acaban los conflictos, no hay necesidad de atacar, ni tampoco de defenderse. Y hago en mí realidad la lección 181 Confío en mis hermanos que son uno conmigo.
Si tengo la visión de Cristo todo lo que vea será bueno y bondadoso. Las cosas del mundo son neutras depende del maestro que elija para verlas. Se trata de hacer realidad la lección 349 Hoy dejo que la visión de Cristo contemple todas las cosas por mí y que en lugar de juzgarlas le conceda a cada una un milagro de amor.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Lección 355.
«La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?»
Kenneth Wapnick
"Recuerda la pregunta que Jesús planteó antes: “¿Por qué esperar al Cielo?” (Wp.131.6: 1; W-pI.188.1: 1). Aquí él nos implora: “¿Por qué seguir estando disgustado y en el dolor? Todo lo que necesitas hacer es escucharme, tomar mi mano, y permitir que te enseñe cómo mirar el mundo de otra manera. Entonces ciertamente experimentarás mi paz y alegría.”
(1:1-2) «¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? Pues Tú mantendrás Tu Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio.»
Su Palabra, de nuevo, es la Expiación. Cuando nos dormimos y soñamos con el exilio, llevamos con nosotros al sueño el recuerdo de nuestra Identidad como Hijo de Dios, Quien nunca abandonó a Su Padre. Este recuerdo es la Palabra que garantiza nuestra dicha eterna porque deshace la creencia en la separación que es la causa del dolor.
(1:3-6)«Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. Está muy cerca. No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre.»
El recuerdo del Amor de Dios ya está presente en nosotros. Está tan cerca de nosotros como lo podría estar cualquier cosa, porque es el pensamiento de nuestro Ser - la Idea del Hijo de Dios que nunca abandonó su Fuente. El instante santo restaura el tesoro de nuestra Identidad a la conciencia, la mente recta que ha esperado pacientemente por nuestro regreso a la cordura:
“Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti es tuyo. Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su propio tesoro. Allí donde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. Tú, a quien Dios ama, eres completamente bendito.” (T-8.VI.10:1-4)
(1:7) «Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo.»
Esta puede ser nuestra elección, como Jesús nos recuerda continuamente. Nuestra decisión correcta está garantizada cuando nos damos cuenta de que nuestras decisiones, siempre basadas en lo que pensamos que queremos, no nos trajeron nada más que infelicidad y dolor. La elección en favor Dios, sin embargo, asegura nuestra paz y dicha, el núcleo de nuestra Identidad como Su bienamado Hijo.
(1:8) «Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor.»
Al elegir contra nuestro yo - el hijo del ego - elegimos en favor de nuestro Ser - el Hijo de Dios - el Cristo bendecido de nuestro amoroso Creador. Esta elección ocurre cuando cambiamos nuestras percepciones de nuestros hermanos, Hijos del mismo Padre amoroso:
“No percibas nada que Dios no haya creado o lo estarás negando a Él. Suya es la única Paternidad que existe, y es tuya solamente porque Él te la dio... Con todo, la verdadera Paternidad tiene que ser reconocida si es que se ha de conocer al verdadero Hijo... Sólo aceptando la Paternidad de Dios tendrás algo, porque Su Paternidad te lo dio todo. Por eso es por lo que negarlo a Él es negarte a ti mismo.” (T-10.V.13:1-2, 5, 7-8) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 355
"La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?"
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Aceptar la Palabra de Dios en este mundo, es escuchar la Voz del Espíritu Santo recordándonos quienes en verdad somos, perdonar todo aquello que nos impedía el recuerdo de Dios y poder disfrutar de la paz y la dicha que solo el Amor me puede dar.
Cuando acepte mi verdadera identidad como el perfecto Hijo de Dios, y elija escuchar solo Su Voz, los milagros que puedo ofrecer serán ilimitados.
Esa elección sólo la puedo tomar hoy, solo la puedo tomar ahora, ¿para que esperar más?, ¿para que prolongar el sufrimiento y las carencias?, ¿para que seguir atado a los apegos de un mundo que no es nada? La decisión es mía y solo la puedo tomar hoy, pues no hay otro tiempo que ahora, el instante es ahora mismo.
ORACIÓN DEL DÍA:
"¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? Pues Tú mantendrás la Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio. Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. Está muy cerca. No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor."
Jesús siempre nos va a invitar a elegir entre el ego y Dios, entre el miedo y el amor, entre la culpa y el perdón, entre el conflicto y la paz, entre el sufrimiento y la felicidad. Cuando elegimos verlo todo desde el amor y la bondad, los tesoros de paz y felicidad brotaran desde nuestro corazón donde siempre habían estado. Somos nosotros quienes debemos abrir nuestros cofres de tesoros, pues fuimos nosotros quienes los habíamos ocultado cuando creímos habernos separado del Amor. Así que hoy no te olvides de elegir lo que quieras contemplar, elige siempre el Amor, pues Él te eligió por siempre y por siempre estará a tu lado, pues nunca te ha abandonado.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.