Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 356
La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios. El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.
1. Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. 2No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. 3Él es Tu Hijo, y Tú le contestarás. 4El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. 5Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. 6Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nombre él invoca el suyo propio.
AUDIOS de la Lección 356
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 356
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 356
a través de Martin Musarra
Lección 356
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 356
La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios. El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
En esta lección, Jesús, retoma el tema de mi Identidad, de mi Ser, expresado en el Nombre de Dios que es mi herencia. Dios me ha dado mi Ser. Ese es el mayor regalo que me ha dado. Me ha creado a Semejanza de Él. Mi Ser no puede enfermarse porque es Espíritu. Únicamente, cuando aparece la creencia en la separación puedo creer que es real el cuerpo y que, por lo tanto, este puede enfermarse.
El cuerpo, al igual que el mundo, es una proyección de la mente colectiva que se creyó separada de Dios y se fabricó, por parte de la mente colectiva ego, para que mantenga la atención puesta en él y no en la mente donde se pueden dar los verdaderos procesos de curación. Recordemos la lección 136 La enfermedad es una defensa contra la verdad.
Cuando me centro en la mente a corregir, con la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús, todos los pensamientos de pecado, culpa y miedo, mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para mí mismo, se produce la curación de mi mente porque he recordado a Dios. Se ha producido un milagro: una corrección en mi mente de la creencia equivocada de que podía enfermar, de que era un cuerpo.
Nos dice Jesús en la lección:
”Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. No importa donde esté, cual parezca ser su problema o en que crea haberse convertido, él es Tu Hijo, y Tú le responderás. El milagro es un reflejo de Tu Amor, por lo tanto, es la contestación que él recibe”.
Dios, siempre me contesta. Puede que no le escuche y no entienda Su respuesta. Si estoy haciendo peticiones desde el ego, desde la separación, desde mi deseo de ser especial, desde mis pensamientos de ataque, Dios me llamará a perdonar y me ofrecerá la ayuda del milagro de la corrección de mi mente. Dios, me dio al Espíritu Santo para que me ayude a corregir mi mente y a recordar que El Nombre de Dios es mi herencia L-184 y que, por lo tanto, no necesito nada de este sueño. El Nombre de Dios, es mi Ser, el mismo que comparto con Dios. Representa el sistema de pensamiento del Espíritu Santo, de la mente recta, de la visión de Cristo, con el cual me decido por la verdad de Dios y dejo la ilusión del ego.
Finalmente nos dice Jesús:
”Tu Nombre reemplaza todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. Tu Nombre es la Respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nombre el invoca el Suyo propio”.
El Nombre de Dios es mi Ser, que comparto con Dios. Cuando invoco el Nombre de Dios invoco el Amor que soy, mi Unidad con Dios y con toda la Filiación, invoco la bondad infinita de Dios, Su perfección, Su Santidad, Su inocencia. Invocar el Nombre de Dios es invocar la paz de Dios y la justicia de Dios. El Nombre de Dios es la respuesta a cualquier problema que pueda percibir con el ego. Con el Nombre de Dios reconozco la verdad de Dios y me reafirmo en que Dios es mi único objetivo. No necesito nada más.
Con relación al tema de que soy.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:
”No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. El Conocimiento volverá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nuestro papel. Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad”.
El objetivo del Curso no es ir más allá del Cielo porque se entraría en el terreno del Conocimiento, de la Unidad en Dios. El Curso está pensado para que nos ayude a remover todos los obstáculos que, siguiendo al ego, ponemos al Amor de Dios. Mediante la guía del Espíritu Santo y de Jesús, removeremos esos obstáculos de resentimientos, pecado, culpa, miedo mediante el perdón y la aceptación de la Expiación para nosotros mismos.
Cuando lleguemos al umbral del Cielo dejaremos la percepción y Dios dará el último paso y nos llevará al Conocimiento, a la Unidad, al Cielo. Nuestro papel es aceptar la verdad de nuestra verdadera identidad como Hijos de Dios, de esa manera, removemos todos los obstáculos que nos impiden el recuerdo de Dios que siempre ha estado en la mente al igual que el Espíritu Santo como nos dice Jesús en la lección352:
”Dentro de mí yace Tu recuerdo, así como Uno que me lleva hasta Él”. L-352. 1:7.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Lección 356
«La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios. El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.»
Kenneth Wapnick
"El milagro, como sabemos, no es más que una corrección. Elegimos el pecado como nuestra identidad, y de esa base demente, surgió la enfermedad. Cuando en su lugar elegimos el milagro del Espíritu Santo, la creencia en la separación es deshecha, lo que a su vez elimina los pilares de todo dolor. Este cambio en los maestros es el corazón de la curación, ya que en nuestro sueño de pecado el Espíritu Santo es otro nombre para Dios y así, al elegirlo como nuestro Maestro, se abre la puerta para nuestro regreso a casa.
(1:1-3) «Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. Él es Tu Hijo, y Tú le contestarás.»
En otras palabras, nada ha cambiado a Dios ni a Su amorosa Respuesta. Sin importar dónde estemos en el sueño - un sueño es un sueño es un sueño - no tiene ningún efecto sobre nuestra realidad. Por eso no puede haber jerarquía en las ilusiones ni grados de dificultad en los milagros. Todas las ilusiones son iguales, porque son deshechas con la única Respuesta, como nos señala el poema de Helen "Before We Ask" («Antes De Que Pidamos»):
«No nos cuestionemos, sino estemos tranquilos por un rato.
Se nos da una respuesta antes de hacer la pregunta;
una solución a todos los conflictos y el dolor y la turbulencia;
una puerta al silencio y a la absolución.
El Hijo de Dios es respondido. Exhausto, finalmente,
vuelve a invocar el Nombre de su Padre.»
(Los Regalos de Dios, p. 34)
El Nombre de nuestro Padre es la respuesta a todos los problemas y preocupaciones, como vemos ahora:
(1:4-6) «El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nombre él invoca el suyo propio.»
Recordemos nuestras discusiones anteriores sobre el «Nombre de Dios» (W-pI.183,184), donde discutimos cómo el uso de Jesús de ese término simbolizó el sistema de pensamiento de mentalidad recta que ahora elegimos en lugar de los pequeños nombres que el ego ha hecho en su lugar: pecado, individualidad y especialismo. El milagro reemplaza nuestro deseo de ser especiales y únicos, y así invocar el Nombre de Dios es invocar el Nombre de nuestro Ser - escuchando la respuesta de amor de Dios cuando Él nos creó uno con Él como Su único Hijo:
“El milagro no hace sino invocar tu Nombre ancestral, que reconocerás porque la verdad se encuentra en tu memoria... Tu Nombre ancestral es el nombre de todos ellos, tal como el de ellos es el tuyo. Invoca el nombre de tu hermano y Dios te contestará, pues es a Él a Quien invocas. ¿Podría Él negarse a contestar cuando ya ha contestado a todos los que lo invocan? Un milagro no puede cambiar nada en absoluto. Pero puede hacer que lo que siempre ha sido verdad sea reconocido por aquellos que lo desconocen; y mediante este pequeño regalo de verdad se le permite a lo que siempre ha sido verdad ser lo que es, al Hijo de Dios ser él mismo y a toda la creación ser libre para invocar el Nombre de Dios cual una sola.” (T-26.VII.16:1; 20) "
~ Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 356
"La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios. El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Un Curso de Milagros trabaja sobre las causas, no sobre los efectos. La causa de la enfermedad está en la mente, y es en nuestra mente donde debemos sanar.
La llamada enfermedad física es sólo un efecto de lo que está sucediendo en nuestra mente. Toda enfermedad es mental. Es una decisión, un ataque contra nosotros mismos, una proyección de la culpa inconsciente sobre el cuerpo.
La idea de hoy puede generar confusión a un estudiante que recién se aproxima a Un Curso de Milagros. Metafísicamente hablando, para el curso la única enfermedad es la creencia en el pecado, la creencia en que no hemos separado de Dios. De esa creencia surge la culpa y el miedo, las emociones que alimentan los pensamientos del ego. Dado que el pecado implica castigo, el curso sustituye este término (pecado) por error, que implica corrección, con ello busca liberarnos de la culpa inconsciente y facilitar el perdón, que no es más que un proceso para deshacer toda creencia que niegue el amor que somos, al deshacer lo que no sea amoroso en nosotros, quedando sólo el amor que somos.
El ego invirtió la percepción de nuestra realidad inmortal. Solo en sueños podríamos separarnos de Dios, por lo que el Curso denomina demente la creencia en la separación. Todos nuestros conflictos, carencias, enfermedades, miedos tienen su origen en esta creencia originaria. De ahí que el Curso nos plantea que debemos trabajar sobre las causas no sobre los efectos.
La causa está en nuestra mente, y es allí donde debemos sanar. Pues toda enfermedad es mental. Por eso la idea del día equipara la creencia en el pecado con la creencia en la enfermedad: "La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado.", en ningún momento se está refiriendo a las enfermedades físicas, pues éstas son tan ilusorias como el cuerpo que cree padecerlas. Si la principal enfermedad es nuestra creencia en el pecado de la separación de Dios, la curación no es más que el retorno de nuestras mentes a Dios a través del perdón.
La curación es el proceso de deshacer el ego y de volver al Amor de la mano del Espíritu Santo, que al sanar nuestra mente, nos despierta del sueño de separación, regresando a casa, en un viaje que nunca realizamos, pues tan sólo fue un sueño.
De ahí que el milagro no es más que la invocación del nombre de Dios en toda mente que creía haberse separado de Su Padre.
ORACIÓN DEL DÍA:
"Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. Él es Tu Hijo, y Tú le contestarás. El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nombre él invoca el suyo propio."
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.