Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 357
La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.
1. El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. 2Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. 3Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. 4Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser: 5"Contempla su impecabilidad y sé curado".
AUDIOS de la Lección 357
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 357
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 357
a través de Martin Musarra
Lección 357
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 357
La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo primero con milagros, y luego retornando a nosotros para ser ella misma.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Cuando invocamos, cuando llamamos a Dios, aparece la verdad de nuestra condición de Hijos de Dios; la verdad de nuestra grandeza, impecabilidad y santidad; la verdad de la dicha y seguridad que da el saberse unido a la Totalidad de Dios; la verdad de la aceptación de que no somos un cuerpo sino Espíritu; la verdad de que mi naturaleza es amor, dicha y perfección; la verdad, Dios, es todo lo contrario de la ilusión del ego y, por lo tanto, nunca cambia y siempre es una.
Y si invocamos a Dios, corregimos nuestra mente y podemos bendecir al mundo con milagros. Nos ponemos en el camino de regreso a Dios.
Para ello necesitamos el perdón como nos dice Jesús en la lección 352:
”El perdón ve sólo la impecabilidad y no juzga. Esta es la manera de llegar a Ti”. L-352.1:1-2
Nos dice, Jesús, en la lección:
”El perdón – reflejo de la verdad – me enseña como ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir”.
Recordemos la lección 23 en la cual Jesús nos enseñaba los tres pasos del perdón: primero, se reconocía la causa del problema que está en mi mente por haberme decidido a pensar con el ego. Segundo, se abandona, se deja ir. Se le dice no al ego de corazón: no acepto tus pensamientos no amorosos de pecado, culpa y miedo. Esa decisión por el sistema de pensamiento del Espíritu Santo permite que pueda ser reemplazada la causa del problema. Este es el tercer paso. Los dos primeros pasos los doy yo. El tercero, lo da el Espíritu Santo. De tal manera, que cuando perdono, he sanado, he corregido mi mente y puedo ofrecer milagros y escapar de la prisión del ego.
Continúa Jesús:
”Tú santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano y después en mí”.
Mi hermano es mi espejo. Así como lo vea, me veré a mí mismo. Esto lo explica Jesús en la lección 250 Que no vea ninguna limitación en mí:
”Él es lo que yo soy, y tal como lo vea a él, así me veré a mí mismo”. L-250.2:3
Se trata, por lo tanto, de ver, con el Espíritu Santo y con Jesús, en mi hermano al Hijo de Dios y no al ser conflictivo y carente que veo con el ego.
Continúa Jesús:
”Tu Voz me enseña pacientemente a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser”:
”Contempla su impecabilidad y sé curado”.
Si lo que veo en mi hermano es lo que veo en mí mismo, como nos ha enseñado Jesús, si veo en él al Hijo de Dios es porque le ha abierto espacio, en mi mente, a las enseñanzas del Espíritu Santo y de Jesús que me llaman, continuamente, a que perdone. Yo mismo me autorizo como Hijo de Dios con mi decisión de perdonar y aceptar la Expiación para mí mismo, de tal manera, que pueda contemplar la plenitud de mi hermano como Hijo de Dios, plenitud en la que se refleja también la mía. A Dios no puedo llegar solo. Necesito a mi hermano, necesito perdonar todas las proyecciones de culpa y miedo que he depositado en él. Y, de esa manera, puedo escuchar al Espíritu Santo que me dice:
”Contempla su impecabilidad y sé curado”.
Con relación al tema de que soy.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:
”Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo pensamiento de pecado. Nuestros son los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar que el mundo es inocente. Nuestras son las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo”.
Podemos decidirnos a escuchar al Espíritu Santo quien, continuamente, nos llama a perdonar, de tal manera, que permitamos que la visión de Cristo se haga presente y podamos ver un mundo perdonado, un mundo de paz y de amor. El mundo, que tenemos en la mente es inocente. Y la inocencia de mi mente es la que extiendo a mis hermanos y veo en ellos, también, inocencia, santidad e impecabilidad que es la misma mía. Y, así, contribuyo a la unión de las mentes que bendicen al mundo y pongo el cuerpo al servicio de Cristo para que el bendiga el mundo con milagros, como nos ha enseñado Jesús.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. . Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.»
Lección 357
"Para señalar este importante punto de nuevo, los milagros son la corrección. Por lo tanto, la primera respuesta a nuestra petición de ayuda es un cierto reconocimiento de la necesidad de deshacer nuestras percepciones erróneas, porque es solamente cuando hemos expuesto éstas al Espíritu Santo que el ego puede ser deshecho. De esta manera, nuestras mentes se liberan para recordar nuestra Identidad como Cristo.
(1:1) «El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir.»
Ofrecemos milagros accediendo a la corrección en nuestras mentes, recordándonos del poder innato de la mente para elegir. Por lo tanto, dado que las mentes están unidas - en el instante santo en el que hemos elegido perdonar - recordamos a nuestros hermanos que tienen el mismo poder que nosotros para elegir la mentalidad recta.
(1:2) «Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí.»
Es por eso que este es Un Curso de Milagros, lo que significa que es un curso para cambiar la forma en que percibimos. Jesús dirige su enseñanza a las condiciones con las cuales nos identificamos - nuestras relaciones especiales. Primero aprendo a percibirte de otra manera, porque creo que realmente estás allí; y no sólo estás allí, sino que estás allí para victimizarme, herirme y perseguirme. Por lo tanto, al pedirle ayuda a Jesús para cambiar mi percepción de ti, aprendo que lo que estoy viendo en ti es una proyección de lo que veo en mí. Al darme cuenta de que eres parte del único Hijo de Dios, me doy cuenta de que yo también lo soy.
(1:3-4) «Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser.»
Una vez más se nos recuerda la maravillosa oración al final de la Lección 189 - es Dios Quien conoce el camino a Sí Mismo; por nosotros mismos no sabemos, y no podemos. El perdón - el regalo del Espíritu Santo que nos lleva a casa - no es la verdad del Cielo, sino su dulce y amable reflejo.
Esta última línea es un bello resumen del poder curativo del perdón:
(1:5) «"Contempla su impecabilidad y sé curado".»
En este conocido pasaje del texto, Jesús nos dice que no vemos la impecabilidad de nuestros hermanos, porque eso está más allá de nosotros. Sin embargo, él nos pide nuestra pequeña dosis de buena voluntad para verlo libre de pecado:
“Tu pregunta no debería ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" sino, "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo.” (T-20.VII.9:1-3)
Esta declaración de la lección está destinada a convencernos de la necesidad de tener esta voluntad. Jesús quiere que volvamos a la parte de la mente que ha elegido ver el pecado en los demás como una forma de protegerlo en nosotros mismos y, por lo tanto, no aceptar ninguna responsabilidad por ello. Cuando dice: “Contempla su impecabilidad y sé curado”, él habla de la corrección de la percepción errónea del pecado y de nuestro deseo de verlo en cualquier otro lugar, excepto en nosotros mismos. Al elegir el milagro tomamos la decisión de ser curados, y a nuestros hermanos junto con nosotros."
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 357
"La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
Metafísicamente hablando la verdad es Dios y sus atributos en el estado del Cielo, como el Amor, la paz, la dicha, la eternidad, la invulnerabilidad, la abundancia ilimitada, etc. La verdad es inmutable, no está sujeta a cambios ni modificaciones, siempre es.
En este mundo regido por la percepción no podemos ver directamente la verdad, pero podemos ver un reflejo de ella a través del perdón, que va liberando nuestras mentes del velo de los juicios, las condenas y los ataques.
Para ello debemos invocar a Dios y a Su Amor, y la Voz que habla por Dios, responderá todo llamado con los milagros que corrigen nuestra falsa percepción, que tenemos respecto a nuestros hermanos y respecto a nosotros mismos. Ese es el rol del Espíritu Santo restablecer la verdad de lo que somos.
El camino que nos conduce a Dios pasa primero por ver la inocencia y la impecabilidad de todos mis hermanos para así poder ver mi propia inocencia e impecabilidad. Ese es el significado de la afirmación que mi hermano es mi salvador, pues me mostrará lo que aún debo perdonar en mi.
Si elijo perdonar todas mis relaciones, los milagros corregirán mis errores de percepción y me irán mostrando la verdad de lo que soy. Esto solo lo podemos hacer de la mano del Espíritu Santo, pues cuenta con el conocimiento para ello, la visión de la totalidad amorosa de la que carecemos nosotros en este mundo, ese es el camino que nos conduce a la libertad y a la verdad. Es el camino de ver solo amor, belleza y apreciación en todo lo que contemplemos, es lo que el Curso llama la visión de Cristo, la visión del amor. Y esta la logramos solo a través del perdón, entregándole al Espíritu Santo todo lo que no somos, para que la verdad de lo que somos aflore radiante en nuestros corazones. Esos son los milagros.
ORACIÓN DEL DIA:
"El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser:"
"Contempla su impecabilidad y sé curado".
Todo el Curso de Milagros se puede resumir en la siguiente frase:
"Contempla su impecabilidad y sé curado".
Si soy capaz de ver la impecabilidad, la inocencia de todos mis hermanos, y repito, de TODOS mis hermanos, me habré curado, me habré salvado, la verdad iluminará mi mente y mi corazón y podré contemplar el Cristo en mi, ese es el camino de regreso a casa, el más rápido y certero, uniendo lo que creía separado, uniéndome a la totalidad de lo que creí haberme separado, contemplando en todo y en todos el amor que soy.
Cuando contemplo el Amor de Dios en todos mis hermanos, el Amor de Dios me contemplará a mi, pues en ese momento me doy cuenta que Dios siempre me ha habitado, pese a mi locura de pensar que me había alejado de mi propia realidad inmortal.
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.