Aquí la Introducción a la segunda parte del Libro de Ejercicios de UCDM
LECCIÓN 358
Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.
1. Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. 2Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. 3Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. 4Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. 5Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. 6Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo. 7No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.
AUDIOS de la Lección 358
de CELEBRANDO EL MILAGROLectura de la Lección 358
A través de Blanca Nivia Morales Contreras.
Ocurrir de la Lección 358
a través de Martin Musarra
Lección 358
comentada por
Jorge Luis Álvarez Castañeda
LECCIÓN 358
Ninguna invocación Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su Respuesta es la única que realmente deseo.
Comentada por:
Jorge Luis Álvarez Castañeda
¡Que la paz sea con nosotros hoy!
Dios, siempre responde mis invocaciones. Otra cosa, es que debido al ruido que hace el ego en nuestra mente, con su trilogía de pecado o separación, culpa y miedo, no lo escuche. Se trata de reconocer que estaba equivocado. Tal como en la parábola del hijo pródigo creí haberme separado de mi Padre, pero nunca fue así. Dios, espera a que me decida a regresar a casa para acogerme amorosamente. La Respuesta de Dios siempre es de acogida, es la que deseo, porque la Voluntad de Dios es la mía propia. Se trata de confiar en Dios. Esta es una lección de confianza en Dios.
Nos dice, Jesús, en la lección:
”Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. Hablas por Dios y, por lo tanto, por mí. Y lo que me concedes proviene de Dios Mismo”.
Dios, reconoce siempre mi verdadera identidad como Hijo de Dios. Lo que realmente deseo es el recuerdo de Dios, ese es el contenido, que está oculto, en mi mente, detrás de las miles de formas del ego que expresan mi deseo de ser especial y separado de Dios y de mis hermanos.
El ego, la parte de la mente que se cree separada de Dios, quiere que me centre en la búsqueda de las formas y que olvide que Dios es mi único objetivo y que mi propósito es el perdón. Se trata de sanar la mente de todos los pensamientos de conflicto del ego para avanzar hacia el recuerdo de Dios. El Espíritu Santo habla por Dios y Su función es ayudarme a reconocer que estaba equivocado al creer haberme separado de Dios y a que, ahora, en este instante, me pueda decidir, si lo quiero, a regresar a casa.
Continúa Jesús:
”Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que me ofreces, en la forma exacta en que decidas que yo lo reciba”.
Acepto al Espíritu Santo como mi guía. Acepto lo que me ofreces: mi Ser, como Tu Hijo que soy y a partir de, ahí, los demás regalos que me has hecho: la paz, la dicha, el perdón, la Gracia, la salvación, Tu Palabra de que hemos sido salvados. Desde cualquier función especial que desempeñe – familia, condición social, profesión social, etc. -, estoy a Tú servicio y haré lo que Tu Voluntad disponga.
Continúa Jesús:
”Que recuerde todo lo que no sé y que mi voz se acalle mientras lo recuerdo”.
He olvidado mi condición de Hijo de Dios al creerle al ego de que me he separado de Dios. Este conocimiento ya lo tengo. Siempre tengo el recuerdo de Dios porque, como dice la lección 45 Dios es la Mente con la que pienso, Dios siempre está en mi mente. Se trata de reconocer que estaba equivocado y de acallar mi voz dominada por el ego. Se trata de recordar los tres pasos del perdón que nos ha enseñado Jesús. Se trata de hacerme a un lado y confiar en Dios.
Finalmente nos dice Jesús:
”Que no me olvide de Tu Amor ni de Tu Cuidado y que mantenga siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo. Que no me olvide de que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo”.
Dios, ha prometido de que ya he sido salvado de la creencia en la separación. Fui creado en el Amor de Dios. Mi Ser, mi naturaleza es Amor y ésta nunca se ha perdido, así, crea que sí, al seguir al ego. Mi ser con minúscula, el personaje que he fabricado con el ego, no es nada. Esta sometido a los cambios, al sufrimiento y, finalmente, a la muerte. Está centrado en el cuerpo. El Ser, con mayúscula, es el Hijo de Dios que es eterno, no sufre, no muere, es Espíritu. Hace parte de Dios, que es su Fuente. El todo caracteriza mi Identidad como Hijo de Dios. Recordemos que aquí se está hablando del nivel uno en el cual está escrito el Curso: el nivel metafísico donde la única realidad es Dios y Sus Creaciones.
El nivel dos es este mundo del ego donde creemos ser este personaje fabricado por el ego: carente, conflictivo, que tiene pérdidas, que sufre y que muere. Está centrado en el cuerpo y, por eso, el ego, la parte de nuestra mente que lo escucha, que cree en él busca las soluciones afuera, en el mundo y no en la mente que es dónde verdaderamente podemos cambiar mediante el perdón y la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús.
Con relación al tema de que soy.
Nos dice, Jesús, en el tema especial 14. ¿Qué soy?:
”Y desde la unión que hemos alcanzado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a sumarse a nuestra dicha”.
Desde la unión de nuestras mentes bajo la guía del Espíritu Santo lo único que se produce es paz y dicha infinita, en el instante santo. Es todo lo contrario de lo que significa la unión para el ego que busca la unión en la relación especial, creyendo que, ahora sí, va alcanzar la felicidad, pero esta no dura y tiene que volver a seguir buscando, para no encontrar. La razón: está centrada, su búsqueda, en la carencia. La unión de las mentes, cuando bendecimos al mundo, están basadas en la abundancia de Dios.
Proceso de práctica de la lección
1. Tener momentos con Dios por la mañana y por la noche
Momentos en los cuales se tenga una experiencia con la verdad, es decir, con el reconocimiento de que somos Hijos de Dios, mientras ello nos haga felices. El tiempo utilizado será el que se considere necesario para lograr el objetivo. Podría ser media hora o más. Estos momentos buscan que tengamos o nos acerquemos a tener instantes santos permanentes. Perdonamos, con la Ayuda de Dios, lo que nos esté quitando la paz.
Se invoca a Dios. En lugar de palabras sólo necesitamos sentir Su Amor.
Se pide la guía del Espíritu Santo y de Jesús.
Se lee despacio los temas especiales que acompañan la lección del día. Se reflexiona sobre ellos. Luego, se lee la lección del día.
En tu meditación intenta entrar en contacto con esa parte de tu mente donde hay paz y amor, tranquilidad, alegría. Es tu mente recta, donde está Cristo, tu Ser.
Mantén la mente quieta, sin palabras, y te olvidas de todo lo que habías creído saber y entender, y te quedas sólo con la sensación y certeza de que estás con Dios.
Espera a Dios. Él llegará y te dará un mensaje de amor y de paz. Pero, esto requiere nuestra disposición a escucharlo tal como lo ha enseñado Jesús en la lección 71:
”Él responderá en la misma medida que tú estés dispuesto a oír Su Voz. No te niegues a oírla. El solo hecho de que estés llevando a cabo los ejercicios demuestra que en cierto modo estás dispuesto a escuchar. Esto es suficiente para que seas acreedor a Su respuesta”. (L-71. 9:7-10)
2. Recordatorios cada hora.
Cada hora recordaremos a Dios. Invocamos Su Nombre. Recordaremos la lección del día y siempre que nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro objetivo. También perdonaremos con Dios los pensamientos no amorosos que hayamos tenido en esa hora. Pueden ser 2 o tres minutos con los ojos cerrados.
Recuerda que mientras lo haces Cristo permanece a tu lado dándote fortaleza. Luego, siente la quietud y silencio y espera a Dios.
3. Recordatorios frecuentes de la lección entre horas.
Ayudan en el entrenamiento de tener siempre presente a Dios. Invocamos a Dios.
4. Respuesta a la tentación.
Invocamos el Nombre de Dios y repetimos la idea del día cuando sintamos que nos estamos olvidando del objetivo de la lección, sintamos que estamos perdiendo nuestra paz y necesitemos perdonar.
Les deseo muchas experiencias con esta lección que contribuyan a su paz interior y a tener una experiencia directa de la verdad con miras a abandonar el mundo del dolor y adentrarse en la paz. Siempre pidiendo la ayuda del Espíritu Santo y de Jesús. Y, sin olvidarse de reír porque la Voluntad de Dios, para nosotros, es que tengamos perfecta felicidad.
Muchas, muchísimas, bendiciones.
Kenneth Wapnick
«Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.»
Lección 358
"Esta lección presume que nos hemos dado cuenta de nuestra elección equivocada y reconocido que debe haber otra manera. Por lo tanto, sabemos que nuestra invocación a Dios será respondida, porque la respuesta ya está dentro de nosotros - y ahora la elegimos. Curiosamente, el comienzo de la oración está dirigida al Espíritu Santo - otra indicación de que Jesús no es rígido acerca de la forma.
(1:1-3) «Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. Y lo que me concedes procede de Dios Mismo.»
Aquí nos dirigimos al Espíritu Santo, Quien habla por Dios; Suya es la Voz que elegimos en lugar de la del ego. En la siguiente frase, Dios vuelve como el objeto de nuestra plegaria:
(1:4) «Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba.»
Estrictamente hablando, somos los que elegimos la forma. El ego habla primero y escribe su guión de relaciones especiales, que se convierte en la forma en que practicamos la función especial que es el regalo de Dios para nosotros: el perdón de nuestras proyecciones dementes sobre Él:
“Tu función especial es aquella forma en particular que a ti te parece más significativa y sensata para demostrar el hecho de que Dios no es demente. El contenido es el mismo. La forma se adapta a tus necesidades particulares, y al tiempo y lugar concretos en los que crees encontrarte, y donde puedes ser liberado de dichos conceptos, así como de todo lo que crees que te limita.” (T-25.VII.7:1-3)
(1:5) «Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo.»
Una vez más escuchamos un eco del Salmo 46: “Estad quietos, y sabed que yo soy Dios.” Por lo tanto, nuestra oración a nosotros mismos para que la voz del ego esté en silencio. Si seguimos con sus sonidos discordantes, recordaremos el amor que negamos porque teníamos mucho miedo de su verdad.
(1:6) «Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo.»
Así que quiero olvidar lo que mi ego me enseñó, y elegir recordar sólo lo que el Espíritu Santo me ha ofrecido como la verdad. Por encima de todo:
(1:7) «No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.»
Esta maravillosa línea infunde el terror en nuestros corazones, porque nos dice que nosotros, que nos consideramos como importantes y significativos, realmente no somos nada. Realmente pensamos, por ejemplo, que Jesús nos dio este curso como individuos, cada uno de nosotros con un nombre y una identidad personal. Él nos ha estado enseñando, sin embargo, que debemos en última instancia comprender que este yo separado es una ilusión. En la actualidad, nuestros yoes corporales son las aulas de aprendizaje en las que aprendemos la santa lección que nos enseña su vacuidad, pero que nuestro verdadero Ser como Cristo lo es todo - la realización de lo cual es el objetivo y propósito último de nuestro aprendizaje. "
Del libro "Viaje a Través del Libro de Ejercicios de UCDM" por el Dr. Kenneth Wapnick.
LECCIÓN 358
"Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo."
Comentada por:
Oscar Gómez Díez
A punto de terminar las lecciones, después de practicar de múltiples maneras el perdón, de haber reconocido nuestra verdadera identidad como el Hijo de Dios, de aquietarme y meditar, y practicar el instante santo, de preguntar al Espíritu Santo que es lo que mejor me conviene en cada momento y situación, podemos pasar de la duda a la fe, y de la fe a la certeza que "Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro:" cuando llegamos a este nivel de práctica y comprensión espiritual, entonces la respuesta de Dios es lo único que voy a desear.
ORACIÓN DEL DIA:
"Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. Permíteme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la promesa que le hiciste a Tu Hijo. No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo."
Ya reconocemos y aceptamos al Espíritu Santo como la Voz que habla por Dios, le damos gracias por Su guía y orientación, por las enseñanzas de perdón, y le pedimos que "No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo." no dejes que me olvide que soy el impecable Hijo de Dios, que mi pequeño ser, mi yo individual y separado no es nada, en cambio mi Ser unido a Dios lo es todo. Entonces puedo decir Padre hágase Tu Voluntad, dime que quieres que haga, donde quieres que vaya, con quien quieres que hable y que quieres que diga, hágase Tu Voluntad Padre mío.
Gracias Padre por tus infinitas bendiciones!!
PRACTICA:
Repasa el tema especial de esta sección, titulado "14. ¿Qué soy?" Trate de leer y repetir cuantas veces puedas la idea y la oración del día, y si logras memorizarlas mucho mejor, hazlas tuya, pues es la manera como buscaremos comunicarnos con Dios todos los días; luego guardamos silencio para escuchar Su amorosa respuesta, tal como nos lo dice Jesús a continuación:
"Y ahora aguardamos silenciosamente. Dios está aquí porque esperamos juntos. Estoy seguro de que Él te hablará y de que tú le oirás. Acepta mi confianza, pues es la tuya. Nuestras mentes están unidas. Esperamos con un solo propósito: oír la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oírle hablar de lo que nosotros somos y para que Él Se revele a Su Hijo." (L- 221.2:1-6)
No te olvides de realizar tus meditaciones cada mañana y cada noche, si puedes dedicarle media hora o más seria excelente, lo mismo que los recordatorios cada hora, y de responder a toda tentación con la idea del día, pero sobretodo que sea una práctica gratificante, pues ahora el tiempo pasa a un segundo plano. Cuando estamos con Dios el tiempo no existe pues estamos con el Señor de la eternidad. Los momentos que le dedicamos a Dios son instantes santos que nos dedicamos a nosotros mismos, a nuestro amor, nuestra paz y nuestra felicidad.